1 Del maestro de coro. Salmo. De David.
Oración de un enfermo abandonado.—Enfermo, burlado, traicionado: así es el que dice esta oración. Tal vez lo conozcamos y esté a nuestro lado esperando consuelo.
2 Feliz el que se acuerda del pobre y del débil,
en el día malo lo salvará el Señor;
3 el Señor lo guardará, lo mantendrá con vida
y feliz en esta tierra:
—no lo dejarás en manos de sus enemigos—
4 El Señor lo acompaña en su lecho de dolor
y le arregla la cama mientras está enfermo.
5 Yo dije: «Señor, apiádate de mí,
sáname porque he pecado contra ti».
6 Mis enemigos me desean lo peor:
«A ver si se muere y ya no se habla más de él».
7 Si alguien viene a verme, habla por hablar,
pero se informa para dañarme;
apenas está fuera, esparce sus rumores.
8 Mis enemigos se juntan y cuchichean,
mientras comentan mi mal:
9 «Este ataque no es cosa buena,
cayó en la cama para no levantarse».
10 Hasta mi amigo seguro
en el que yo confiaba, que mi pan compartía,
se ha vuelto en contra mía.
11 Pero tú, Señor, ten piedad de mí,
ponme en pie, que quiero pagarles con lo mismo.
12 Que mis enemigos no canten victoria,
y reconoceré que me valoras.
13 Tú me asistirás, Señor, porque no hay falta en mí,
y me mantendrás en tu presencia para siempre.
14 ¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
desde siempre y para siempre! ¡Así sea!