1 Del maestro de coro. Poema. De David. Cuando el edomita Doeg vino a avisar a Saúl diciéndole: “David ha entrado en casa de Ajimélec”.
Dios destruirá al malvado.—
3 ¿Por qué de tu maldad te jactas tanto, tú que te sientes fuerte en tu injusticia
4 y meditas en crímenes todo el día?
Una navaja afilada es tu lengua, hacedor de imposturas.
5 Amas el mal más que el bien, prefieres la mentira a la verdad.
6 Lengua embustera, que te gusta lanzar toda palabra que hace mal.
7 Por eso Dios te aplastará, te va a tomar y echarte de tu tienda, te extirpará de la tierra de los vivos.
8 Los buenos lo verán y temerán y dirán riéndose de él:
9 «Miren al hombre que no hizo de Dios su fortaleza, sino que confió en sus muchas riquezas y se encastilló en su crimen».
10 Pero yo quiero ser olivo vigoroso en la casa de Dios, en el amor de Dios yo me confío para siempre jamás.
11 Te alabaré por todo lo que has hecho, tu Nombre será siempre mi esperanza, porque eres bueno, Señor, con los que te aman.