Un rey examina su conciencia.—«Me entrenaré en el camino perfecto, pero tú, ¿vendrás a mí?»
1 Quiero cantar lo que es bueno y justo; para ti, Señor, será mi salmo.
2 Me entrenaré en el camino perfecto; pero tú, ¿vendrás a mí?
No tendré más que rectas intenciones para actuar en mi casa.
3 Nada tendré en vista que pueda ser malvado.
Odio el proceder de los extraviados, no permitiré que se me pegue.
4 Lejos de mí el corazón perverso, desconozco al malvado.
5 Al que denigra en secreto a su prójimo yo lo haré callar; al de ojos altaneros y corazón engreído no lo soportaré.
6 Buscaré a los leales del país para que vivan conmigo; al que sigue el camino perfecto lo pondré a mi servicio.
7 No morará en mi casa el que trama el engaño; el que anda con mentiras no comparezca en mi presencia.
8 Cada mañana acabaré con todos los malvados del país, para suprimir de la ciudad del Señor a todos los que hacen el mal.