Oración de los que están esperando.—Sabemos que nuestro buen Padre siempre nos escucha. Sin cansarse, hay que mantener los ojos fijos en el Señor, hasta que nos diga: «Vé, tu fe te ha salvado.»
1 A ti he elevado mis ojos,
a ti que habitas en los cielos.
2 Como los ojos de los siervos
se fijan en la mano de su dueño,
como miran los ojos de una esclava
la mano de su dueña,
así miran nuestros ojos al Señor,
nuestro Dios, ¿cuándo tendrá piedad de nosotros?
3 Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad,
porque estamos saturados de desprecios.
4 Nuestra alma está colmada
de las burlas de la gente acomodada,
del desprecio de los engreídos.