El pueblo de Dios fue perseguido desde su juventud en el desierto.—Al final sus enemigos fueron dispersados, mientras él permanece. Que el Señor nos dé «producir frutos de ser constantes».
1 Me han atacado mucho desde joven,
que lo diga Israel;
2 me han atacado mucho desde joven,
pero no me vencieron.
3 Sobre mi espalda araron labradores,
abrieron largos surcos,
4 pero el Señor, el justo,
cortó las cuerdas de los malos.
5 Que sean humillados y rechazados
todos los que odian a Sión;
6 que sean como la hierba de los techos
que se seca antes de que la arranquen,
7 que no le llena la mano al segador
ni su regazo al que amarra las gavillas.
8 Que tampoco digan los que pasan:
«¡Que el Señor los bendiga!»
En nombre del Señor los bendecimos.