¡Qué maravilloso es el amor fraterno!—Nuestra unidad en el servicio de Dios y las amistades cristianas perdurables y profundas son un don del Espíritu Santo infundido en nuestros corazones. «Amense y estén unidos para que el mundo crea».
1 ¡Qué bueno y qué tierno es
ver a esos hermanos vivir juntos!
2 Es como un aceite refinado
que desde su cabeza
desciende hasta la barba,
la barba de Aarón,
hasta el cuello de su túnica.
3 Es como un rocío del Hermón,
que baja sobre las montañas de Sión.
Allí el Señor otorgó su bendición,
la vida para siempre.