No teman a los que matan
el cuerpo
1 Entre tanto se habían reunido miles y miles de personas, hasta el punto de que se aplastaban unos a otros. Entonces Jesús se puso a decir, especialmente para sus discípulos: «Cuídense de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía.
2 Nada hay tan oculto que no haya de ser descubierto o tan escondido que no haya de ser conocido.
3 Por el contrario, todo lo que hayan dicho en la oscuridad será oído a la luz del día, y lo que hayan dicho al oído en las habitaciones será proclamado desde las azoteas.
4 Yo les digo a ustedes, amigos míos: No teman a los que matan el cuerpo y después ya no pueden hacer nada más.
5 Yo les voy a mostrar a quién deben temer: Teman a Aquel que, después de quitarle a uno la vida, tiene poder para echarlo al infierno. Créanme que es a ése a quien deben temer.
6 ¿No se venden cinco pajaritos por dos monedas? Pues bien, delante de Dios ninguno de ellos ha sido olvidado.
7 Incluso los cabellos de ustedes están contados. No teman, pues ustedes valen más que un sinnúmero de pajarillos.
8 Yo les digo: Si uno se pone de mi parte delante de los hombres, también el Hijo del Hombre se pondrá de su parte delante de los ángeles de Dios; 9 pero el que me niegue delante de los hombres, será también negado él delante de los ángeles de Dios.
10 Para el que critique al Hijo del Hombre habrá perdón, pero no habrá perdón para el que calumnie al Espíritu Santo.
11 Cuando los lleven ante las sinagogas, los jueces y las autoridades, no se preocupen de cómo se van a defender o qué van a decir;
12 llegada la hora, el Espíritu Santo les enseñará lo que tengan que decir.»
No está la vida en el poseer
13 Uno de entre la gente pidió a Jesús: «Maestro, dile a mi hermano que me dé mi parte de la herencia.»
14 Le contestó: «Amigo, ¿quién me ha nombrado juez o partidor de herencias?»
15 Después dijo a la gente: «Eviten con gran cuidado toda clase de codicia, porque aunque uno lo tenga todo, no son sus posesiones las que le dan vida.»
16 A continuación les propuso este ejemplo: «Había un hombre rico, al que sus campos le habían producido mucho.
17 Pensaba: ¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mis cosechas.
18 Y se dijo: Haré lo siguiente: echaré abajo mis graneros y construiré otros más grandes; allí amontonaré todo mi trigo, todas mis reservas.
19 Entonces yo conmigo hablaré: Alma mía, tienes aquí muchas cosas guardadas para muchos años: descansa, come, bebe, pásalo bien.»
20 Pero Dios le dijo: “¡Pobre loco! Esta misma noche te van a reclamar tu alma. ¿Quién se quedará con lo que has preparado?”
21 Esto vale para toda persona que amontona para sí misma en vez de acumular para Dios.»
No se inquieten por cómo vivirán
22 Jesús dijo a sus discípulos: «No se atormenten por su vida con cuestiones de alimentos, ni por su cuerpo con cuestiones de ropa.
23 Miren que la vida es más que el alimento y el cuerpo más que el vestido. 24 Aprendan de los cuervos: no siembran ni cosechan, no tienen bodegas ni graneros y, sin embargo, Dios los alimenta. ¡Y ustedes valen mucho más que las aves!
25 ¿Quién de ustedes, por más que se preocupe, puede añadir algo a su estatura?
26 Si ustedes no tienen poder sobre cosas tan pequeñas, ¿cómo van a preocuparse por las demás?
27 Aprendan de los lirios del campo: no hilan ni tejen, pero yo les digo que ni Salomón, con todo su lujo, se pudo vestir como uno de ellos.
28 Y si Dios da tan lindo vestido a la hierba del campo, que hoy está y mañana se echará al fuego, ¿qué no hará por ustedes, gente de poca fe?
29 No estén pendientes de lo que comerán o beberán: ¡no se atormenten! 30 Estas son cosas tras las cuales corren todas las naciones del mundo, pero el Padre de ustedes sabe que ustedes las necesitan.
31 Busquen más bien el Reino, y se les darán también esas cosas.
32 No temas, pequeño rebaño, porque al Padre de ustedes le agradó darles el Reino.
33 Vendan lo que tienen y repártanlo en limosnas. Háganse junto a Dios bolsas que no se rompen de viejas y reservas que no se acaban; allí no llega el ladrón, y no hay polilla que destroce.
34 Porque donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón.
Estén preparados
35 Tengan puesta la ropa de trabajo y sus lámparas encendidas.
36 Sean como personas que esperan que su patrón regrese de la boda para abrirle apenas llegue y golpee a la puerta.
37 Felices los sirvientes a los que el patrón encuentre velando a su llegada. Yo les aseguro que él mismo se pondrá el delantal, los hará sentar a la mesa y los servirá uno por uno.
38 Y si es la medianoche o la madrugada cuando llega y los encuentra así, ¡felices esos sirvientes!
39 Si el dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, ustedes entienden que se mantendría despierto y no le dejaría romper el muro.
40 Estén también ustedes preparados, porque el Hijo del Hombre llegará a la hora que menos esperan.»
41 Pedro preguntó: «Señor, esta parábola que has contado, ¿es sólo para nosotros o es para todos?»
42 El Señor contestó: «Imagínense a un administrador digno de confianza y capaz. Su señor lo ha puesto al frente de sus sirvientes y es él quien les repartirá a su debido tiempo la ración de trigo.
43 Afortunado ese servidor si al llegar su señor lo encuentra cumpliendo su deber.
44 En verdad les digo que le encomendará el cuidado de todo lo que tiene.
45 Pero puede ser que el administrador piense: «Mi patrón llegará tarde». Si entonces empieza a maltratar a los sirvientes y sirvientas, a comer, a beber y a emborracharse,
46 llegará su patrón el día en que menos lo espera y a la hora menos pensada, le quitará su cargo y lo enviará con los desleales.
47 Este servidor conocía la voluntad de su patrón; si no ha cumplido las órdenes de su patrón y no ha preparado nada, recibirá un severo castigo. 48 Y si otro servidor hizo sin saber algo que merece azotes, recibirá menos golpes.
48 Al que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho; y cuanto más se le haya confiado, tanto más se le pedirá cuentas.
49 He venido a traer fuego a la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera ardiendo!
50 Pero también he de recibir un bautismo y ¡qué angustia siento hasta que no se haya cumplido!
51 ¿Creen ustedes que he venido para establecer la paz en la tierra? Les digo que no; más bien he venido a traer división.
52 Pues de ahora en adelante hasta en una casa de cinco personas habrá división: tres contra dos y dos contra tres.
53 El padre estará contra del hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.»
54 También decía Jesús a la gente: «Cuando ustedes ven una nube que se levanta por el poniente, inmediatamente dicen: “Va a llover”, y así sucede.
55 Y cuando sopla el viento sur, dicen: “Hará calor”, y así sucede.
56 ¡Gente superficial! Si ustedes saben interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo es que no comprenden el tiempo presente?
57 ¿Cómo no son capaces de juzgar por ustedes mismos lo que es justo?
58 Mientras vas donde las au toridades con tu adversario, apro vecha la caminata para reconciliarte con él, no sea que te arrastre ante el juez y el juez te entregue al carcelero, y el carcelero te encierre en la cárcel.
59 Yo te aseguro que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último centavo.
**
Comentarios Evangelio según Lucas, capítulo 12
12,1
La hipocresía se refiere a los que nunca se comprometen sino que adoptan una actitud diplomática y se preocupan ante todo por no perder ninguna amistad.
Lo que sigue se lee también en Mt 10,28 y Mc 3,29.
12,13
¿Quién me ha nombrado juez? Como la Ley trataba tanto de los asuntos civiles como de los religiosos, los maestros de la Ley re solvían a menudo los pleitos. Jesús, por su parte, reserva su autoridad para lo esencial: desenmascarar la codicia que nos domina es más importante que examinar los derechos de cada uno.
Los Diez Mandamientos condenaban el de seo de lo que no nos pertenece (Ex 20,13 y 16); ese deseo prepara el robo. Jesús denuncia cualquier deseo de poseer. Si Dios debe ser amado por sobre todo, el corazón no puede estar dividido.
12,15
Que tu preocupación por obtener lo que te falta no te haga descuidar lo que hoy te daría vida.
No se trata de vivir resignados en la mediocridad y tampoco Jesús condena los esfuerzos por conseguir una sociedad más justa. Pero una cosa es buscar la justicia porque sin ella no hay paz ni comunión, y otra fijarse en lo que tienen otros para compartir su codicia. Hoy pretendemos exigir justicia, pero tal vez mañana solamente nos preocuparemos por tener más.
La codicia nunca permitirá descansar, y desde ya cierra la puerta del Reino.
Uno de los mayores obstáculos que se oponen a la liberación de los pueblos es su propia codicia. El día que acepten participar en los grandes boicots y no se dejen dividir por las promesas en beneficio de tal o cual categoría, serán más fuertes que cualquier trust o mafia, y encontrarán la vida como pueblos.
12,16
Jesús retoma el ejemplo dado por Sir 11,19 que sacaba esta conclusión: jamás se está seguro del futuro; aquí pone el acento sobre la lógica de la codicia: el rico sólo puede pensar en aumentar su fortuna, las empresas sólo pueden buscar más ganancias, los países ricos sólo pueden apropiarse un poco más de lo que no han conquistado todavía.
12,21
Esto vale para... En griego dice: “esta es la parte del que acumula...” como réplica a la frase del comienzo: dile que me dé mi parte.
12,24
En Mt 6,26 se hablaba de las aves, lo que ponía en buena compañía; Lucas habla de los cuervos, pájaros considerados malos y malhechores.
12,25
Hay dos traducciones posibles: prolongar un codo su vida, o crecer un codo. La primera es extraña; la segunda cae en lo fantástico. En cualquier caso se trata de una ironía: aún cuando eso nos pareciera fantástico, sería muy poca cosa para Dios.
12,32
No temas, pequeño rebaño. Jesús utiliza las palabras de consuelo que los profetas dirigían al pueblo de los pobres: So 3,11-18; Is 41,8-145; 54, 3-8.
El pequeño rebaño de los discípulos reúne a los que Dios eligió para que creyeran en su Hijo. En ningún lugar Jesús deja creer que con el tiempo la mayoría de la humanidad se convertirá. El siglo que acaba de comenzar, con los acontecimientos que estamos viendo, nos lleva a pensar que dentro de poco en casi todos los países la Iglesia será una minoría frecuentemente discriminada.
Jesús pide a cada uno el desprendimiento, y también lo pide al rebaño como tal. Lo importante para la Iglesia no es construir instituciones poderosas ni conquistar puestos de mando en la sociedad. Una Iglesia que aguarda el regreso del Maestro está siempre lista para dejar sus cosas, esté donde esté, cuando el Señor le pida ser nuevamente caminante y misionera.
12,32
Darles el Reino. Dios ya los ha introducido en el Reino, más todavía, los hizo responsables de él: cada una de estas palabras tiene su equivalente en las promesas hechas a Pedro (Mt 16,13-19).
12,33
Vendan lo que tienen. Dios exige a todos justicia, y a su Iglesia pobreza. El llamado a la justicia no será escuchado mientras la Iglesia no acepte todo el Evangelio.
12,35
La espera está en el corazón de la vida cristiana. El Evangelio no es tan sólo una forma de religión, sino que es el anuncio de la última etapa de la historia. Jesús vino de Dios para suscitar un pueblo, o comunidades, que preparen su vuelta.
Tengan puesta la ropa de trabajo. El texto griego dice: “Tengan los lomos ceñidos”. Eso significa tener las faldas del manto levantadas y amarradas a la cintura, lo que permite trabajar cómodamente.
12,37
Estar velando, o sea, preocupados por lo que será el mundo del mañana. Despiertos y lúcidos en todo lo que toca a la verdad; nunca quedarse en las preocupaciones, las ambiciones y las ideas tranquilizantes.
12,38
Al volver de las bodas el patrón se siente tan alegre que invierte el orden establecido y se pone a servir a sus servidores. Tal vez llevamos años sirviendo a Dios, ¿cómo no llegaría el momento en que Dios solamente se preocupa por regalarnos y festejarnos?
Este es uno de los textos que quieren convencernos de la increíble sencillez de Dios, de su cordialidad y su espíritu de servicio cuando quiere manifestarse a sus servidores (Gén 18,22; So 3,17).
12,41
Pedro preguntó. Se refiere a los responsables de las Iglesias.
12,45
Mi patrón llegará tarde. Los encargados pueden traicionar su misión. Más a menudo cometen el error de no ver más que el buen funcionamiento de las instituciones, y olvidan la o las venidas de Cristo.
Dios viene en cada momento a través de los acontecimientos que echan a perder nuestros planes. Por tanto la Iglesia no debe contar demasiado con la planificación de su actividad; ¿quién sabe lo que Dios nos reserva para mañana? Más bien debe cuidar la oración y la disponibilidad para que el Señor le conceda estar en la mejor posición cuando sacuda nuestro pequeño universo.
Estén despiertos para admirar, alegrarse, descubrir la presencia de Dios y sus favores que iluminan la vida.
12,49
¿Será necesario pensar que el fuego se refiere a algo determinado, como sería el amor, el Evangelio o el don del Espíritu Santo? Mejor nos quedamos con la figura del fuego que purifica. Fuego del juicio de Dios, destructor de todo lo que no puede someterse a su acción reformadora.
La muerte de Jesús pone en plena luz lo que estaba escondido en los corazones (Lc 2,35); asimismo pone de manifiesto la mentira y la violencia que mueven a nuestras sociedades, tal como pasó en torno a él en la sociedad judía de su tiempo.
Jesús inaugura los tiempos que verán una refundición de todas las realidades humanas: las fronteras serán abolidas, las culturas puestas en tela de juicio. Esto no se conseguirá sin el fuego y el sufrimiento. Los tiempos cristianos no serán menos trágicos que los anteriores: véase el Apocalipsis.
12,50
La palabra “bautizar” significa bañar o sumergir. Jesús es a la vez el jefe y el primero de los que enfrentarán la muerte como el paso necesario hacia la resurrección. Este paso, tan “angustioso” para Jesús como para nosotros, es el verdadero bautismo, el bautismo de fuego (ver Lc 3,16) que nos introduce a la vida gloriosa y eterna. Todos los demás bautismos que se celebran en nuestras iglesias no hacen más que preparar éste (Rm 6,3-5).
A continuación vienen palabras de Jesús muy desconcertantes para los que buscan junto a él la tranquilidad. Jesús divide a las naciones (véase Jn 10,1-4), a las familias y a los grupos sociales.
12,54
Los signos que se manifiestan en torno a Jesús son suficientes para que todos puedan entender que es la hora anunciada por los profetas, en que todos deben convertirse e Israel debe reconocer a su Salvador; mañana será ya tarde (v. 57-59).
12,58
Mientras vas donde las autoridades. Mateo aplica esta comparación a la reconciliación fraterna (5,23). Aquí en cambio Lucas la refiere a nuestra conversión. Estamos en marcha hacia el juicio de Dios, y eso es como ir ante las autoridades; por lo tanto, no perdamos esta oportunidad de salvarnos creyendo en el mensaje de Cristo.