El tiempo de los Reyes constituye la tercera etapa de la historia de Israel, después del tiempo de los Patriarcas (Abraham, en los años 1750 antes de Cristo) y el tiempo del Exodo y la Conquista (Moisés, en los años 1250 antes de Cristo).
David había tomado Jerusalén más o menos en el año 1000 antes de Cristo. El reino de David y su hijo Salomón se dividirá a la muerte de Salomón, ocurrida en el 932 antes de Cristo. La parte del norte, llamada reino de Israel, dejará de existir como nación al cabo de dos siglos. La parte del sur, llamada reino de Judá, durará hasta el año 587, año de la destrucción de Jerusalén y del Templo, con el Destierro a Babilonia.
Son cuatro siglos en total. Estos cuatro siglos de los Reyes son los más importantes de la historia sagrada, porque éste fue, más o menos, el tiempo en que Dios hizo surgir en ese pueblo los profetas.
La mayor parte de la Biblia se escribió en esos cuatro siglos. No solamente los grandes profetas dejaron sus obras: Isaías, Jeremías..., sino que grupos de profetas de menos importancia escribieron gran parte de la historia de Israel: la mayoría de las páginas del Génesis y del Exodo, los libros del Deuteronomio, de Josué, de los Jueces, de Samuel y de los Reyes.
Con esto queremos decir que el período de los Reyes es el que conocemos con mayor precisión histórica.
Estos fueron cuatro siglos en que la fe de Israel, enfrentando tentaciones, persecuciones y dificultades de toda clase, maduró hasta alcanzar, en los grandes profetas, esta sublimidad y lucidez que sólo Cristo podía llevar más adelante.
El libro de los Reyes
Al comienzo, los dos libros de los Reyes formaban uno solo. Esta obra es el fruto de la reflexión de los profetas y terminó de redactarse durante el Destierro a Babilonia.
Se trata de una historia religiosa que, deliberadamente, omite hechos que a otros parecerían muy interesantes: apenas se habla de los importantes reinados de Omri y Jeroboam II en Samaria. El juicio es siempre desfavorable para los reyes de Israel, recordando cada vez la culpa del primero de ellos, Jeroboam, responsable de la división. Solamente se alaba a algunos reyes de Judá por su fidelidad a Yavé.
Se notarán tres partes:
— La magnificencia del reinado de Salomón y del Templo.
— La historia de los dos reinos separados de Israel y de Judá.
— Después de la desaparición del reino de Israel, sigue la historia de Judá hasta su destrucción, en el 587.
Los capítulos referentes a Elías y Eliseo forman un conjunto aparte: 1 R, capítulos 17-19, y 2 R, capítulos 2 a 8.