En el año 630, más o menos, la voz de Sofonías vino a romper el silencio después de sesenta años en que no se había oído la Palabra de Dios. Pues Isaías terminó su misión alrededor del año 690 y después los creyentes del país de Judá conocieron más de cincuenta años de persecución con el reinado de Manasés.
Sofonías habla para decir que la paciencia de Yavé no soporta más y que va a purificar a Jerusalén, destruyendo a su pueblo, que no confía en él.
Pero también Sofonías anuncia la voluntad de Yavé de formar un «pueblo de pobres» en medio de los cuales vivirá: Dios saltará de gozo y danzará con alegría por Jerusalén humilde y purificada.