Este libro es mucho más que una “historia”. Las desventuras de Job, que, después de colmado por la existencia, se ve reducido a la más extrema miseria, son sólo un pretexto para manifestar lo insatisfactoria que es la vida humana. El sufrimiento y la muerte no serían tan oscuros si no hubiera el resentimiento o el escándalo de la ausencia de Dios: él huye de nuestra mirada, y pareciera que se niega a hacer justicia en el mundo.
Job no necesita más que contemplar la creación para creer en Dios y su providencia, pero su infortunio lo lleva a reconsiderar la idea que se hacía de un acuerdo entre el Dios justo y el justo que es él mismo. Job acusa y clama a Dios con toda la fuerza de una esperanza insatisfecha y, al final, Dios tendrá que manifestarse. Pero no puede hacerlo sin echar por tierra las pretensiones de Job y demostrar la vanidad de sus lamentos.
El punto de partida del libro es un cuento popular que encontramos en las primeras y últimas paginas: la historia del santo varón Job. Yavé lo había probado privándole de todo, a pesar de lo cual Job permaneció fiel. Al final Dios le restituye todo.
La moral era un poco simplista. El autor, pues, echó mano de la historia para justificar los largos diálogos de los capítulos 3-41; allí un Job bien diferente, reclama a Dios por la injusticia de la condición humana mientras que sus tres amigos le aconsejan y contradicen con argumentos tomados de la sabiduría convencional.
Este libro inicia la literatura sapiencial de la Biblia. Esta nueva sección arroja sobre la existencia humana una mirada muy diferente de la que ofrecen los libros de la Ley y los libros proféticos. A éstos parece que sólo les interesan la vocación particular de Israel y la fidelidad a la alianza de Dios. Aquí, en cambio, no por casualidad Job es presentado como un hombre del país de Us, que no pertenece al pueblo de Dios, así que puede hablar a nombre de la humanidad entera, y no solamente de los creyentes.
El hombre no se encuentra en un mundo vacío de Dios, al contrario, percibe su presencia por doquier. El hecho, sin embargo, de que tantas personas vivan en dramáticas situaciones, pone en entredicho la honestidad y la sabiduría de Dios.
El libro demostrará que no hay respuesta satisfactoria. La intervención de Dios en los capítulos 38-42 sigue derroteros distintos de la conclusión de 42,10-17. El ser humano continúa con su angustia y no se verá libre de ella antes de que haya visto a Dios.