¿Has escuchado las advertencias de Dios?
1 Escucha, Job, mis palabras,
1 pon atención a mis discursos.
2 Ya ves que he abierto mi boca,
2 y he empezado a hablar.
3 Mi corazón me dicta palabras de sabiduría
3 que pronunciaré con claridad.
4 El espíritu de Dios me hizo,
4 y el soplo del Omnipotente me dio vida.
5 Si puedes, respóndeme,
5 prepárate para replicarme.
6 Mira, ante Dios soy igual que tú,
6 también yo fui modelado de barro.
7 Por eso, no tendrás que atemorizarte ante mí.
7 ni temerás que te apremie mi mano.
8 No dejas de repetir,
8 pues he oído el son de tus palabras:
9 “Soy puro, no tengo pecado;
9 estoy limpio y en mí no hay culpa.
10 Dios es el que busca pretextos
10 y me tiene por su enemigo;
11 pone trabas a mis pies
11 y vigila mis pasos.”
12 Te respondo: Estas quejas no valen,
12 pues, ¡cuánto supera Dios al hombre!
13 ¿Por qué le haces este reproche
13 de que no contesta tus palabras?
14 Pero mira que Dios habla una vez
14 y no lo repite dos veces.
15 En sueños, en visión nocturna,
15 cuando desciende el sueño sobre los hombres,
15 mientras los humanos duermen en su cama,
16 él les abre el entendimiento
16 y los espanta con apariciones,
17 para retraerlos del mal
17 y apartarlos del orgullo.
18 Así le ahorra la tumba a su alma
18 y salva su vida de la muerte.
19 Ve cómo Dios instruye al hombre en su cama,
19 por medio del dolor y de la fiebre,
20 cuando está hastiado del pan
20 y rechaza los manjares apetitosos.
21 Cuando su carne desaparece a la vista
21 y los huesos se transparentan,
22 cuando su alma se acerca al sepulcro
22 y su vida a la morada de los muertos.
23 Si hay junto a él en ese momento
23 un ángel de Dios,
23 un intercesor que le indique su deber,
24 que tenga piedad de él y diga:
24 “Líbralo, ¡oh Dios!, de bajar al sepulcro,
24 aquí tengo lo que él debía pagar.”
25 Entonces, su carne rejuvenece
25 como en los días de su adolescencia.
26 Se vuelve a Dios que le hace caso,
26 lo va a visitar y estalla de alegría.
27 Luego publica lo sucedido
27 y dice entre los hombres:
27 “Había yo pecado y torcido el derecho,
27 pero Dios no me ha tratado según mi culpa,
28 libró mi alma del sepulcro
28 y vivo ahora gozando la luz.”
29 Esto es lo que hace Dios,
29 dos y tres veces con el hombre,
30 para sacar su alma del sepulcro
30 e iluminarla con la luz de los vivos.
31 Fíjate, Job, y escúchame,
31 guarda silencio y yo hablaré.
32 Si tienes algo que decir, respóndeme,
32 habla, que yo quiero darte la razón.
33 O si no, escúchame,
33 cállate y yo te enseñaré la sabiduría.»
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Comentarios Job, capítulo 33
33,1
Elihú dice a Job: te crees inocente, pero de seguro no has hecho caso de las advertencias de Dios. A pesar de que Dios está fuera de nuestro alacance, no deja de comunicarse con los hombres por mediación de sus «angeles», es decir, los sueños, las inspiraciones, los encuentros. (Sabemos que ángel quiere decir mensajero.) El hombre que se queja de Dios es el mismo que no supo ver ni escuchar, y que no ha sido capaz de recibir estos mensajes de Dios que son las reprensiones y consejos de nuestro prójimo cada vez que nos corrige fraternalmente.
Elihú muestra cómo la prueba es para todos una lección de humildad (36,1-21).