El libro de Tobías es uno de los libros tardíos de la Biblia. Data de dos siglos antes de nuestra era. El original, que estaba escrito en arameo, se perdió; pero había sido traducido al griego.
En los dos últimos siglos antes de Jesús, los judíos dispersos entre las naciones llegaron a ser mucho más numerosos que los que vivían en Palestina. Aun cuando se considerara como una desgracia vivir en países extranjeros, lejos de la Tierra Prometida, no les iba tan mal. Muchos en el mundo judío, tal como ocurrirá más tarde en el mundo cristiano, descubrieron los beneficios de esa nueva vocación: vivir como minorías en el mundo pagano, ser testigos en el mundo de la revelación divina. Las familias que querían mantenerse fieles en la observancia de la Ley, se apoyaban en sus comunidades donde se celebraba el culto semanal de la sinagoga con la lectura en común de la Escritura.
Se daban cuenta sin embargo que el porvenir del judaísmo dependía en gran parte de la transmisión por la familia de su identidad como pueblo de Dios. Era preciso evitar que los judíos se mezclaran con los pueblos que los rodeaban y se olvidaran de su vocación. El padre de familia, en especial, debía dar testimonio de su fe vivida en lo cotiidiano.
El autor del libro de Tobías quiso darles un modelo. Para componer su historia, se inspiró en un cuento de la época llamado: “El muerto agradecido”. Un hombre generoso descubre un cadáver sin sepultura y lo entierra dignamente. Más tarde, durante un viaje, se le acerca un desconocido, se pone a caminar con él, le libra de varios peligros y, cuando quiere recompensarlo, el desconocido, antes de desaparecer, le revela que él era el muerto al que había dado sepultura.
El autor del libro de Tobías se aprovechó de esta trama, introdujo el ángel... La vieja historia de Tobías no ha perdido su valor en un tiempo en que muchos cristianos no saben nada del camino que Jesús nos anunció. Se ha confiado demasiado en “la Iglesia”, en el catecismo impartido por el sacerdote, y los padres, muy a menudo, no son capaces de transmitir la palabra de Dios.