La Biblia Latinoamericana
作者:神与人
Evangelio según Mateo (Mt)
Introducción Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3
Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7
Capítulo 8 Capítulo 9 Capítulo 10 Capítulo 11
Capítulo 12 Capítulo 13 Capítulo 14 Capítulo 15
Capítulo 16 Capítulo 17 Capítulo 18 Capítulo 19
Capítulo 20 Capítulo 21 Capítulo 22 Capítulo 23
Capítulo 24 Capítulo 25 Capítulo 26 Capítulo 27
Capítulo 28      
Evangelio según Mateo (Mt) Introducción
¿Quién era Mateo, llamado también Leví? Leemos en el Evangelio que era cobrador de impuestos y que Jesús hizo de él uno de sus apóstoles (Mt 9,9 y Mc 2,13). Los testigos más antiguos (Papías hacia el año 130; Ireneo hacia el 180; Orígenes hacia el 200) le atribuyen un Evangelio “escrito en letras hebraicas” que todavía era conocido en el tiempo de san Jerónimo (siglo cuarto). Nuestro Evangelio según Mateo, escrito posteriormente en griego, debe tal vez su nombre al hecho de que integró en su relato la traducción de la obra primitiva de Mateo: véase la Introduccion al Nuevo Testamento.
Con toda probabilidad este Evangelio fue escrito en una comunidad cristiana en la que había cristianos de origen judío y griego, tal vez Antioquía (véase He 12,1 y 13). Es el momento en que el sumo sacerdote Ananías hizo apedrear a Santiago, el obispo de Jerusalén (62). Entonces los cristianos son excluidos de la comunidad judía y ya no son protegidos por las leyes romanas que autorizaban a los judíos a que no sacrificaran a las divinidades romanas y un poco más tarde serán perseguidos por Nerón (64-65).
Este Evangelio trata de mostrar que los cristianos no deben preocuparse si por ahora los rechaza su pueblo. La comunidad oficial que no ha creído se ha quedado fuera del Reino, al que entraron los que han reconocido al Mesías. Esta minoría ha recibido los “bienes de la alianza” prometidos por los profetas. En adelante deben compartirlos con los creyentes de todo origen que querrán integrarse en la Iglesia.
Bajo esta perspectiva, toda la historia de Jesús es presentada como un conflicto que termina en una separación: véase el final del capítulo 13. En adelante Jesús no predicará ya a las muchedumbres sino sólo a sus discípulos.
Mateo destaca la figura de Jesús como predicador y Maestro de la Escritura. Se interesa en forma especial por las palabras de Jesús, que son más numerosas en su Evangelio que en los demás, y en cambio cuenta sus gestos y sus milagros del modo más esquemático posible.
No hay pues que extrañarse de que Mateo haya construido su Evangelio en torno a cinco “discursos”, en los que reunió palabras que Jesús pronunció en diferentes ocasiones. Estos discursos son:
– El Sermón de la montaña: 5, 6 y 7. Esta carta magna de los hijos de Dios se completa con diez signos de poder que anuncian nuestra liberación del pecado (c. 8 y 9).
– Las instrucciones a los misioneros: 10. Estas instrucciones son completadas por las controversias que enfrentan a Jesús con sus adversarios (c.11 - 12).
– Las Parábolas del Reino: 13. Los fariseos se ciegan, mientras que la fe de los Doce y de Pedro permite que Jesús funde su Iglesia.
– Las advertencias a la comunidad cristiana: 18. La ley funamental del perdón fraterno se completa con instrucciones diversas. Los guías del pueblo judío se cierran, mostrando por contraste lo que deberán ser los guías del pueblo cristiano.
– Cómo vivir a la espera del fin de los tiempos: 24 y 25.
A manera de introducción Mateo pone los dos primeros capítulos sobre la infancia de Jesús. Son relatos de un carácter especial, en los que se preocupa muy poco de la historicidad de los hechos, pues la intención es presentar a través de imágenes una enseñanza teológica.
Evangelio según Mateo (Mt) Capítulo 1
PRÓLOGO (1,1—4,16) JESÚS RECORRE EL MISMO ITINERARIO DEL PUEBLO DE DIOS
LA HISTORIA DEL PUEBLO DE DIOS APUNTABA AL NACIMIENTO DEL CRISTO, EMMANUEL: DIOS-CON-NOSOTROS.
SU INFANCIA LO PRESENTA COMO EL HEREDERO DE LAS PROMESAS HECHAS A ABRAHAM, EL REY DE LAS NACIONES ADORADO POR LOS MAGOS. YA ES PERSEGUIDO COMO LO SERÁ SU PUEBLO.
JUAN BAUTISTA PRESENTA A JESÚS. SU BAUTISMO LO MANIFIESTA COMO EL HIJO DE DIOS Y EN SUS TENTACIONES REVIVE LAS PRUEBAS DE ISRAEL EN EL DESIERTO. PARA CONCLUIR: JESÚS ES LA LUZ DE LAS NACIONES.
Los antepasados de Jesús
1 Documento de los orígenes de Jesucristo, hijo de David e hijo de Abraham.
2 Abraham fue padre de Isaac, y éste de Jacob. Jacob fue padre de Judá y de sus hermanos.
3 De la unión de Judá y de Tamar nacieron Farés y Zera. Farés fue padre de Esrón y Esrón de Aram.
4 Aram fue padre de Aminadab, éste de Naasón y Naasón de Salmón.
5 Salmón fue padre de Booz y Rahab su madre. Booz fue padre de Obed y Rut su madre. Obed fue padre de Jesé.
6 Jesé fue padre del rey David. David fue padre de Salomón y su madre la que había sido la esposa de Urías.
7 Salomón fue padre de Roboam, que fue padre de Abías. Luego vienen los reyes Asá,
8 Josafat, Joram, Ocías,
9 Joatán, Ajaz, Ezequías,
10 Manasés, Amón y Josías.
11 Josías fue padre de Jeconías y de sus hermanos, en tiempos de la deportación a Babilonia.
12 Después de la deportación a Babilonia, Jeconías fue padre de Salatiel y éste de Zorobabel.
13 Zorobabel fue padre de Abiud, Abiud de Eliacim y Eliacim de Azor.
14 Azor fue padre de Sadoc, Sadoc de Aquim y éste de Eliud.
15 Eliud fue padre de Eleazar, Eleazar de Matán y éste de Jacob.
16 Jacob fue padre de José, esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo.
17 De modo que fueron catorce las generaciones desde Abraham a David; otras catorce desde David hasta la deportación a Babilonia, y catorce más desde esta deportación hasta el nacimiento de Cristo.
Jesús nace de una madre virgen
18 Este fue el principio de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José; pero antes de que vivieran juntos, quedó embarazada por obra del Espíritu Santo.
19 Su esposo, José, pensó despedirla, pero como era un hombre bueno, quiso actuar discretamente para no difamarla.
20 Mientras lo estaba pensando, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, descendiente de David, no tengas miedo de llevarte a María, tu esposa, a tu casa; si bien está esperando por obra del Espíritu Santo,
21 tú eres el que pondrás el nombre al hijo que dará a luz. Y lo llamarás Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».
22 Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta:
23 La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que significa: Dios-con-nosotros.
24 Cuando José se despertó, hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado y tomó consigo a su esposa.
25 Y sin que hubieran tenido relaciones, dio a luz un hijo, al que puso por nombre Jesús.

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Comentarios Evangelio según Mateo, capítulo 1
1,1   La Biblia saca su fuerza de la continuidad de la historia y de la fidelidad de Dios a sus promesas, y por eso sus personajes se arraigan habitualmente en la historia anterior. Tal es el sentido de la presente genealogía que significa “documento de los orígenes” y señala la lista de antepasados.
Este documento sólo contiene 42 nombres, ordenados en tres series de catorce, cifra simbólica para los judíos. Jesús es hijo de Abraham, padre de los creyentes; también es hijo de David, tal como debía ser el Salvador prometido a Israel.
La primera serie de nombres ya está en Rut 4,18. Los de la segunda, que son los reyes hijos de David, son recordados en el Libro de los Reyes, pero nada se dice de los descendientes de Zorobabel (Esdras 3 y 4).
La lista llega hasta José, que fue padre adoptivo de Jesús. Esta paternidad adoptiva era suficiente para que Jesús fuera, como José, “hijo de David”.
Las cuatro mujeres aquí nombradas se mencionan en la Biblia: Tamar (Gén 38), que dio todo para no perder las bendiciones divinas. Rahab y Rut, dos extranjeras muy distinguidas que se integraron al pueblo de Dios, y la viuda de Urías, la bella Betsabé, que fue raptada por David.
Esta lista no es completa. En Lucas 3,23 se lee una genealogía de Jesús diferente que se inicia ¡con Adán! Ambos documentos están indicando de este modo que el Salvador es la flor y el fruto tanto de nuestra tierra como de la raza elegida (Is 45,8). Jesús se arraiga en la humanidad al cabo de siglos de una historia marcada por el pecado y también por la esperanza. Todos somos solidarios de Cristo por la sangre antes de serlo por la fe.
1,2  Muchas personas actualmente saben poco de sus antepasados. Eso no ocurría entre los judíos, para quienes la incorporación del nombre de su padre reemplazaba nuestro apellido de familia: Jesús era “ben Yosef”, hijo de José (Jn 1,45). Se conservaba escrupulosamente la lista aprendida de memoria de los antepasados y el lugar de origen.
1,18   Ya se notó la precisión aportada por el versículo 16. El párrafo que ahora empieza quiere recordar que Jesús es el descendiente legítimo de David, gracias a José, pero que no tiene otro Padre que Dios mismo y ha sido concebido por obra del Espíritu santo por una madre virgen.
Para la Iglesia primitiva, el origen de Jesús, hijo de María Virgen, era algo indiscutible, por eso Mateo, que se dirige a creyentes, no trata de demostrar nada. Se contenta con recordar que Dios ya había previsto que su Hijo estuviera arraigado en la descendencia de David.
Frases escuetas, casi tímidas, no osan deshojar el misterio de María, la mujer Virgen a través de la cual la vida de la tierra sube hasta Dios para ofrecerse como un obsequio. Un enviado atraviesa la noche y dialoga con palabras calladas. Sugerencia de un mundo abierto a presencias activas de Dios. En cuanto a la virginidad de María, ver Lc 1,26.
María estaba comprometida. En el pueblo judío esta situación daba ya los derechos de la vida conyugal, solamente que la mujer seguía viviendo en casa de su padre y bajo su autoridad. Toda mujer debía pertenecer a un hombre, ya fuera su padre, su esposo, o su hijo, en caso de que fuera viuda. De modo que José tenía que llevarla a su casa para que comenzase a estar bajo su tutela (vs. 20 y 24).
1,19  Todo parece indicar que fue María la que informó a José, quien comprende que el anuncio a María presagia mucho más que dar a luz a un niño y piensa que no debe entrometerse, pero no ve cómo retirarse sin perjudicar a María.
El verbo griego significa: “difamar, exponer a una difamación”, y no “denunciar”, como traducen algunos que imaginan a José dudando de la fidelidad de María.
Este primer error los lleva a cometer otro en el versículo siguiente que traducen: “No temas llevarte a María a tu casa porque está esperando del Espíritu Santo”, (imaginan que el ángel quiere tranquilizar a José). En realidad, la partícula griega no significa habitualmente “porque”. El ángel muestra a José que no está de más en este asunto: él también tiene una misión que cumplir en esta obra de Dios.
Al adoptar a Jesús, José le transmitiría su legitimidad como hijo de David, ya que con toda probabilidad, la familia de María pertenecía a otra tribu.
1,21  Jesús es la forma castellana de Jeshuá, nom bre que es muy cercano a Josué y significa Salvador. Era un nombre bastante común entre los judíos.
Mateo cita una profecía (Is 7,14) que confirma que Jesús es tanto el descendiente de David como la presencia de Dios en la tierra, Emmanuel, Dios-con-nosotros. Jesús, que nace de Ma ría en el tiempo, es el propio Hijo Único del Padre, nacido de Dios desde la eternidad; no hay lugar para dos padres. La paternidad adoptiva de José encubre y protege un misterio.
Evangelio según Mateo (Mt) Capítulo 2
Del Oriente vienen unos Magos
1 Jesús había nacido en Belén de Judá durante el reinado de Herodes. Unos Magos que ve nían de Oriente llegaron a Jerusalén
2 preguntando: «¿Dónde está el rey de los judíos recién nacido? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo.»
3 Herodes y toda Jerusalén quedaron muy alborotados al oír esto.
4 Reunió de inmediato a los sumos sacerdotes y a los que enseñaban la Ley al pueblo, y les hizo precisar dónde tenía que nacer el Mesías.
5 Ellos le contestaron: «En Belén de Judá, pues así lo escribió el profeta:
6 Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres en absoluto la más pequeña entre los pueblos de Judá, porque de ti saldrá un jefe, el que apacentará a mi pueblo, Israel.
7 Entonces Herodes llamó en privado a los Magos, y les hizo precisar la fecha en que se les había aparecido la estrella.
8 Después los envió a Belén y les dijo: «Vayan y averigüen bien todo lo que se refiere a ese niño, y apenas lo encuentren, avísenme, porque yo también iré a rendirle homenaje.»
9 Después de esta entrevista con el rey, los Magos se pusieron en camino; y fíjense: la estrella que ha bían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño.
10 ¡Qué alegría más grande: habían visto otra vez la estrella!
11 Al entrar a la casa vieron al niño con María, su madre; se arrodillaron y le adoraron. Abrieron después sus cofres y le ofrecieron sus regalos de oro, incienso y mirra.
12 Luego se les avisó en sueños que no volvieran donde Herodes, así que regresaron a su país por otro camino.
La huida a Egipto
13 Después de marchar los Magos, el Ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes buscará al niño para matarlo.»
14 José se levantó; aquella misma noche tomó al niño y a su madre y par tió hacia Egipto,
15 permaneciendo allí hasta la muerte de He ro des. Así se cumplió lo que había anunciado el Señor por boca del pro feta: Llamé de Egipto a mi hijo.
16 Herodes se enojó muchísimo cuando se dio cuenta de que los Magos lo habían engañado, y fijándose en la fecha que ellos le habían dicho, ordenó matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén y sus alrededores.
17 Así se cumplió lo que había anun ciado el profeta Jeremías:
18 En Ramá se oyeron gritos, grandes sollozos y lamentos: es Raquel que llora a sus hijos; éstos ya no están, y no quiere que la consuelen.
José y María vuelven a Nazaret
19 Después de la muerte de Herodes, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto y le dijo:
20 «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y regresa a la tierra de Israel, porque ya han muer to los que querían matar al niño.»
21 José se levantó, tomó al niño y a su madre, y volvieron a la tierra de Israel.
22 Pero al enterarse de que Arquelao gobernaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá. Conforme a un aviso que recibió en sueños, se dirigió a la provincia de Galilea
23 y se fue a vivir a un pueblo llamado Nazaret. Así había de cumplirse lo que dijeron los profetas: Lo llamarán ‘’Nazoreo’’.

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Comentarios Evangelio según Mateo, capítulo 2
2,1   En la época en que fueron redactados los Evangelios, la literatura judía se complacía imaginando la infancia de los héroes de la Biblia. Acababan de escribirse la de Abraham y la de Moisés. Una estrella, se decía, había advertido al Faraón del nacimiento del salvador de los hebreos, y por eso había decidido dar muerte a todos los niños, pero Moisés se había salvado.
Mateo adapta estas imágenes conocidas para pintar un cuadro algo artificial de la infancia de Jesús. Estas nos transmiten un primer enfoque de su misión: ignorado por los suyos y perseguido, dará el Evangelio a los no judíos. Mateo cita varias veces la Escritura, y cada vez agrega: “así había de cumplirse”. De ese modo invita a releer los textos antiguos que hablaban del pueblo de Israel, pero que también anunciaban a Jesús. Él debía rehacer las experiencias de su pueblo: marchas, exilio, penas, pero finalmente todo adquiriría un sentido nuevo.
Los Magos, descritos según la imagen que se tenía de los sacerdotes astrólogos de Caldea (Dan 2,2), representan aquí las naciones extranjeras que vienen a adorar al Dios verdadero (Is 60). Los sacerdotes y los jefes del pueblo de Dios no esperaban nada y no habían sido informados, pero Dios llama a sus amigos del mundo pagano: Jesús, salvador de los judíos, salva a la humanidad entera.
2,9  La estrella los guiaba: porque muchas veces hay que buscar a Dios en la noche. Creían en las estrellas, y Dios les había procurado una.
2,10  ¡Qué alegría más grande! Solamente en la Biblia se habla tanto de alegría y se promete la alegría como consecuencia de una visita de Dios: Mc 5,12; 13,20; 13,44; 25,21; 28,8; Lc 1,28; 1,19; 2,10; 10,20; 13,17; 15,32;19,6; 24,52.
2,13   Este relato de la huida a Egipto y de la masacre de los inocentes viene a reafirmar la solidaridad de Jesús con los sufrimientos pasados y presentes de su pueblo. Se los recuerda en dos citas: Os 11,1; Jer 31,15.
La tradición de la Iglesia siempre ha afirmado que esos niños, masacrados en lugar de Jesús sin haberlo deseado, también comparten su gloria sin haberla merecido. Con esto invita a pensar que el misterioso amor de Dios cubre a los millones de niños asesinados y centenas de millones de otros eliminados antes de nacer. Son las personas y las sociedades responsables de este desastre las que sufren las consecuencias del mismo, mientras que Dios tiene en sus manos todos los destinos y de antemano los conoce; siempre será posible suprimir vidas, pero nunca limitar sus generosidades.
2,19   José vuelve a Nazaret. Así finalizan estas historias que son como una introducción al Evangelio. Jesús permanece más de treinta años en ese pueblito donde se cría, y del que pasa a ser el artesano-carpintero (Mc 6,3).
2,21   Lo llamarán Nazoreo. Mateo juega con esta palabra que recuerda a la vez nezer, o rama (Is 11,1) y nazir (Núm 6). Era el tiempo en que ciertos grupos judíos predicaban y bautizaban, como hizo Juan Bautista, siendo considerados por el pueblo como nazires. Jesús era a la vez nezer y nazir.  
Jesús quedó marcado por el contexto de su provincia. La Galilea, que quiere decir “el distrito de los paganos” (4,15), era más abierta al exterior que Jerusalén y Judea. Los judíos eran allí numerosos y hablaban arameo, pero en muchos sectores los habitantes tenían otro origen y religión; se los llamaba “los griegos” porque hablaban esa lengua.
Nazaret, pequeña aldea perdida en una depresión entre las colinas, estaba a unos diez kilómetros de Séforis, una ciudad nueva y capital romana de la provincia. Es probable que Jesús la haya visitado en diversas oportunidades por motivos de trabajo. En Séforis todos sabían un poco de griego. Jesús aprendió a leer y escribir el arameo en la sinagoga de Nazaret (Lc 4,16), donde con mucha probabilidad también adquirió algunos rudimentos de hebreo.
Muchos se preguntan qué hizo Jesús entre los doce años, edad que tenía cuando se quedó en el Templo (Lc 2,41-51), y los treinta años o más, cuando empezó su ministerio público.
Conviene aclarar, en primer lugar, que el Evangelio no es una “Vida de Jesús”, o sea, una historia desde su nacimiento hasta la muerte, sino una catequesis que solamente recuerda hechos y palabras importantes para fundamentar nuestra fe.
Por otra parte, cuando sus vecinos de Nazaret se extrañan de los milagros que realiza (13,54), no dicen: ¡Son cosas que le enseñaron en países extranjeros!, sino: ¿Qué le pasa al carpintero, después de tantos años que lo conocemos?
Jesús no podría haber comunicado las palabras de Dios si no tuviera, como hombre, un co no cimiento excepcional de lo que hay en el hombre (Jn 2,25). Los años de Nazaret no fueron tiempo perdido; Jesús interiorizó la cultura de su pueblo y los acontecimientos que afectaban a su nación; experimentó el trabajo, las relaciones humanas, el sufrimiento, la opresión. La fuerza de sus palabras procede tanto de su ex periencia humana como de su persona divina.
Evangelio según Mateo (Mt) Capítulo 3
Juan Bautista anuncia la venida de Jesús
1 Por aquel tiempo se presentó Juan Bautista y empezó a predicar en el desierto de Judea;
2 éste era su mensaje: «Renuncien a su mal camino, porque el Reino de los Cielos está cerca.»
3 Es a Juan a quien se refería el profeta Isaías cuando decía: Una voz grita en el desierto: Preparen un camino al Señor; hagan sus senderos rectos.
4 Además de la piel que le ceñía la cintura, Juan no tenía más que un manto hecho de pelo de camello. Su comida eran langostas y miel silvestre.
5 Venían a verlo de Jerusalén, de toda la Judea y de la región del Jordán.
6 Y además de confesar sus pecados, se hacían bautizar por Juan en el río Jordán.
7 Juan vio que un grupo de fariseos y de saduceos habían venido donde él bautizaba, y les dijo: «Raza de víboras, ¿cómo van a pensar que escaparán del castigo que se les viene encima?
8 Muestren los frutos de una sincera conversión, pues de nada les sirve decir: “Abraham es nuestro padre”.
9 Yo les aseguro que Dios es capaz de sacar hijos de Abraham aun de estas piedras.
10 El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no da buen fruto, será cortado y arrojado al fuego.
11 Yo los bautizo en el agua, y es el camino a la conversión. Pero des pués de mí viene uno con mucho más poder que yo –yo ni siquiera merezco llevarle las sandalias– , él los bautizará en el Espíritu Santo y el fuego.
12 Ya tiene la pala en sus manos para separar el trigo de la paja. Guardará el trigo en sus bodegas, mientras que la paja la quemará en el fuego que no se apaga.»
Jesús recibe el bautismo de Juan
13 Por entonces vino Jesús de Galilea al Jordán, para encontrar a Juan y para que éste lo bautizara.
14 Juan quiso disuadirlo y le dijo: «¿Tú vienes a mí? Soy yo quien necesita ser bautizado por ti.»
15 Jesús le respondió: «Deja que hagamos así por ahora. De este modo cumpliremos todo como debe hacerse.» Entonces Juan aceptó.
16 Una vez bautizado, Jesús salió del agua. En ese momento se abrieron los Cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba como una paloma y se posaba sobre él.
17 Al mismo tiempo se oyó una voz del cielo que decía: «Este es mi Hijo, el Amado; en él me complazco.»

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Comentarios Evangelio según Mateo, capítulo 3
3,1   De Galilea el texto pasa a la provincia de Judea, el corazón de las tierras judías. Esta región estaba administrada por los gobernadores romanos, pero la comunidad civil y religiosa dependía en muchas cosas de los sacerdotes (el partido de los saduceos). En el desierto de Judá se habían refugiado los que mantenían una actitud de resistencia espiritual. Los grupos esenios en particular seguían aguardando los tiempos prometidos por los profetas: se encontraban allí en un oasis de vida austera y de oración, lejos del culto oficial del templo de Jerusalén.
Juan Bautista (el Bautizador) ha hecho discípulos y atrae al pueblo con el llamado a la conversión. El reino de Dios, es decir, un reordenamiento del mundo, comenzando por el mundo judío, está muy próximo.
3,11  Un bautismo de agua: Podemos imaginar a los grupos de peregrinos a orillas del Jordán para una celebración; Juan va nombrando uno a uno los pecados del pueblo, y cada vez se responde: “No lo haremos más”. Luego son bautizados todos en el río antes de regresar a sus hogares.
3,13   La llegada de Jesús le extrañó a Juan, pero Jesús afirma que al pedir este bautismo está cumpliendo una etapa necesaria del plan de salvación (15). Para que se salve el mundo, esto es para que el mundo se encuentre con Dios, no bastaba que Dios Hijo se hiciera hombre, sino que además debía hacerse solidario de los humildes y de los pecadores; desde ellos su salvación se extenderá a la gente más cómoda y al mundo. Jesús no se quiere distinguir del pueblo pecador, por eso acompaña a los que han sentido el llamado de Dios a convertirse.
3,16  Véanse las notas de Lc 3,21. Este bautismo es para Jesús la oportunidad de vivir una profunda experiencia espiritual que recuerda la de los grandes profetas. La manifestación divina señala a Jesús el comienzo de su misión como Hijo y Siervo del Padre: véase Sal 2 e Is 42,1.
Evangelio según Mateo (Mt) Capítulo 4
Jesús es tentado en el desierto
1 El Espíritu condujo a Jesús al desierto para que fuera tentado por el diablo,
2 y después de estar sin comer cuarenta días y cuarenta noches, al final sintió hambre.
3 Entonces se le acercó el tentador y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, ordena que estas piedras se conviertan en pan.»
4 Pero Jesús le respondió: «Dice la Escritura: El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.»
5 Después el diablo lo llevó a la Ciudad Santa y lo puso en la parte más alta de la muralla del Templo.
6 Y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, pues la Escritura dice: Dios dará ordenes a sus ángeles y te llevarán en sus manos para que tus pies no tropiecen en piedra alguna.»
7 Jesús replicó: «Dice también la Escritura: No tentarás al Señor tu Dios.»
8 A continuación lo llevó el diablo a un monte muy alto y le mostró todas las naciones del mundo con todas sus grandezas y maravillas.
9 Y le dijo: «Te daré todo esto si te arrodillas y me adoras.»
10 Jesús le dijo: «Aléjate, Satanás, porque dice la Escritura: Adorarás al Señor tu Dios, y a El sólo servirás.»
11 Entonces lo dejó el diablo y se acercaron los ángeles a servirle.
12 Cuando Jesús oyó que Juan había sido encarcelado, se retiró a Galilea.
13 No se quedó en Nazaret, sino que fue a vivir a Cafarnaúm, a orillas del lago, en la frontera entre Zabulón y Neftalí.
14 Así se cumplió lo que había dicho el profeta Isaías:
15 Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, en el camino hacia el mar, a la otra orilla del Jor dán, Galilea, tierra de paganos, escuchen:
16 La gente que vivía en la oscuridad ha visto una luz muy grande; una luz ha brillado para los que viven en lugares de sombras de muerte.

PRIMERA ETAPA (4,17—9,34) JESÚS ANUNCIA LA BUENA NUEVA CON PALABRAS Y CON OBRAS
INTRODUCCIÓN: JESÚS LLAMA A LOS PRIMEROS DISCÍPULOS Y ATRAE A LAS MUCHEDUMBRES.
– JESÚS ENSEÑA: EL SERMÓN EN EL MONTE. LA BUENA NUEVA ESTÁ EN QUE SOMOS HIJOS DE DIOS. EL PADRENUESTRO ES SU CENTRO.
– JESÚS TRAE LA SANACIÓN A JUDÍOS Y PAGANOS, HACE CALLAR A LOS DEMONIOS Y OTORGA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.
– JESÚS SE MANIFIESTA COMO EL MESÍAS Y REÚNE A LOS DOCE.

17 Desde entonces Jesús empezó a proclamar este mensaje: «Renuncien a su mal camino, porque el Reino de los Cielos está ahora cerca.»
18 Mientras Jesús caminaba a orillas del mar de Galilea, vio a dos hermanos: uno era Simón, llamado Pedro, y el otro Andrés. Eran pescadores y estaban echando la red al mar.
19 Jesús los llamó: «Síganme, y yo los haré pescadores de hombres.»
20 Al instante dejaron las redes y lo siguieron.
21 Más adelante vio a otros dos hermanos: Santiago, hijo de Zebedeo, con su hermano Juan; estaban con su padre en la barca arreglando las redes. Jesús los llamó,
22 y en seguida ellos dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.
23 Jesús empezó a recorrer toda la Galilea; enseñaba en las sinagogas de los judíos, proclamaba la Buena Nueva del Reino y curaba en el pueblo todas las dolencias y enfermedades.
24 Su fama se extendió por toda Siria. La gente le traía todos sus enfermos y cuantos estaban aquejados por algún mal: endemoniados, lunáticos y paralíticos, y él los sanaba a todos.
25 Empezaron a seguir a Jesús muchedumbres: gente de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y del otro lado del Jordán.

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Comentarios Evangelio según Mateo, capítulo 4
4,1   Cuarenta días: Tanto la cifra como el retiro aparecen en la vida de Moisés y de Elías: Éx 24,18; 1Re 19,8.
El desierto empezaba a las puertas de Jericó, que está inmediatamente a la salida del valle del Jordán. Está claro que Jesús contó esa tentación interior a sus discípulos en forma de imágenes para que pudieran retenerla.
La tentación en el desierto resume en pocas palabras las tentaciones que Jesús iba a conocer a lo largo de su ministerio. Los opositores le pedirían signos y milagros (Mt 12,38; Jn 6,15; 7,3; 12,27) y sus propios discípulos lo invitarían a cuidarse mejor (Mt 16,22). Jesús conoció las dudas y la ausencia de Dios como en Getsemaní, y si bien los apóstoles afirman la divinidad de Jesús, no por eso olvidan atestiguar que ha sido probado en todo como nosotros, sin que por eso hubiera pecado (Heb 4,5).
Al contar estas tentaciones, Jesús las expresó con imágenes que recuerdan las del pueblo hebreo en el desierto (Ex 16,2; Ex 17,1; Ex 32). En las aguas de Mará murmuró contra Dios que lo guiaba por un camino difícil; luego puso a prueba a Dios: “¿Por qué no hace un milagro por nosotros?” Por último, cambia a Dios, su gloria, por otro dios que se hace a su medida, el ternero de oro. Y Jesús responde citando tres textos del Deuteronomio, un libro que se detiene en las rebeliones del pueblo de Dios en el desierto.
Cosa extraña: el Evangelio nos presenta este encuentro entre Jesús y el tentador (esto es lo que quiere decir Diablo) como una discusión entre maestros de la Ley, basándose en textos bíblicos; tal vez quiere sugerir que hasta los mismos textos bíblicos pueden engañar si falta el espíritu de obediencia a Dios.
Véase también el comentario de Lc 4,1-13.
4,11  Después de rechazar la tentación, Jesús encuentra una inexpresable plenitud. Su corazón limpio le da acceso a un mundo espiritual, tan real como los seres y las cosas que nos rodean, pero que escapa a la mirada del hombre. Ahí, siendo El Hijo, es rey entre los espíritus servidores de su Padre (Heb 1).
4,17   El reino de los Cielos está ahora cerca. En aquel tiempo los judíos no pronunciaban el nombre de Dios, sino que acostumbraban a designarlo con la expresión “Los Cielos” (ver com. en 5,1). El reino de los Cielos es el reino de Dios. Dios viene para reinar entre nosotros, lo que significa que desde ahora recibimos la salvación definitiva.
Nuestro verbo convertirse traduce una palabra griega que en hebreo significa pura y llanamente: volver, darse vuelta. Esto, sin embargo, puede entenderse de mil maneras. En boca de Juan Bautista significaba: apártense de sus vicios. Pero Jesús mostrará que esa renovación de toda la vida procede de un cambio interior, y éste es la obra del Espíritu en nosotros.
Evangelio según Mateo (Mt) Capítulo 5
Las bienaventuranzas
1 Jesús, al ver toda aquella muchedumbre, subió al monte. Se sentó y sus discípulos se reunieron a su alrededor.
2 Entonces comenzó a hablar y les enseñaba diciendo:
3 «Felices los que tienen el espíritu del pobre, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
4 Felices los que lloran, porque recibirán consuelo.
5 Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
6 Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
7 Felices los compasivos, porque obtendrán misericordia.
8 Felices los de corazón limpio, porque verán a Dios.
9 Felices los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos de Dios.
10 Felices los que son perseguidos por causa del bien, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
11 Felices ustedes, cuando por cau sa mía los insulten, los persigan y les levanten toda clase de calumnias.
12 Alégrense y muéstrense contentos, porque será grande la recompensa que recibirán en el cielo. Pues bien saben que así persiguieron a los profetas que vinieron antes de ustedes.
Sal y luz
13 Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve insípida, ¿cómo podrá ser salada de nuevo? Ya no sirve para nada, por lo que se tira afuera y es pisoteada por la gente.
14 Ustedes son la luz del mundo: ¿cómo se puede esconder una ciudad asentada sobre un monte?
15 Nadie enciende una lámpara para taparla con un cajón; la ponen más bien sobre un candelero, y alumbra a todos los que están en la casa.
16 Hagan, pues, que brille su luz ante los hombres; que vean estas buenas obras, y por ello den gloria al Padre de ustedes que está en los Cielos.
Una ley más perfecta
17 No crean que he venido a suprimir la Ley o los Profetas. He venido, no para deshacer, sino para traer lo definitivo.
18 En verdad les digo: mientras dure el cielo y la tierra, no pasará una letra o una coma de la Ley hasta que todo se realice.
19 Por tanto, el que ignore el último de esos mandamientos y enseñe a los demás a hacer lo mismo, será el más pequeño en el Reino de los Cielos. En cambio el que los cumpla y los enseñe, será grande en el Reino de los Cielos.
20 Yo se lo digo: si no se proponen algo más perfecto que lo de los fariseos, o de los maestros de la Ley, ustedes no pueden entrar en el Reino de los Cielos.
21 Ustedes han escuchado lo que se dijo a sus antepasados: «No matarás; el homicida tendrá que enfrentarse a un juicio.»
22 Pero yo les digo: Si uno se enoja con su hermano, es cosa que merece juicio. El que ha insultado a su hermano, merece ser llevado ante el Tribunal Supremo; si lo ha tratado de renegado de la fe, merece ser arrojado al fuego del infierno.
23 Por eso, si tú estás para presentar tu ofrenda en el altar, y te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti,
24 deja allí mismo tu ofrenda ante el altar, y vete antes a hacer las paces con tu hermano; después vuelve y presenta tu ofrenda.
25 Trata de llegar a un acuerdo con tu adversario mientras van todavía de camino al juicio. ¿O prefieres que te entregue al juez, y el juez a los guardias, que te encerrarán en la cárcel?
26 En verdad te digo: no saldrás de allí hasta que hayas pagado hasta el último centavo.
27 Ustedes han oído que se dijo: «No cometerás adulterio.»
28 Pero yo les digo: Quien mira a una mujer con malos deseos, ya cometió adulterio con ella en su corazón.
29 Por eso, si tu ojo derecho te está haciendo caer, sácatelo y tíralo lejos; porque más te conviene perder una parte de tu cuerpo y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno.
30 Y si tu mano derecha te lleva al pecado, córtala y aléjala de ti; porque es mejor que pierdas una parte de tu cuerpo y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno.
31 También se dijo: «El que se divorcie de su mujer, debe darle un certificado de divorcio.»
32 Pero yo les digo: Si un hombre se divorcia de su mujer, fuera del caso de unión ilegítima, es como mandarla a cometer adulterio: el hombre que se case con la mujer divorciada, cometerá adulterio.
No jurar
33 Ustedes han oído lo que se dijo a sus antepasados: «No jurarás en falso, y cumplirás lo que has jurado al Señor.»
34 Pero yo les digo: ¡No juren! No juren por el cielo, porque es el trono de Dios;
35 ni por la tierra, que es la tarima de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del Gran Rey.
36 Tampoco jures por tu propia cabeza, pues no puedes hacer blanco o negro ni uno solo de tus cabellos.
37 Digan sí cuando es sí, y no cuando es no; cualquier otra cosa que se le añada, viene del demonio.
Amar a los enemigos
38 Ustedes han oído que se dijo: «Ojo por ojo y diente por diente.»
39 Pero yo les digo: No resistan al malvado. Antes bien, si alguien te golpea en la mejilla derecha, ofrécele también la otra.
40 Si alguien te hace un pleito por la camisa, entrégale también el manto.
41 Si alguien te obliga a llevarle la carga, llévasela el doble más lejos.
42 Da al que te pida, y al que espera de ti algo prestado, no le vuelvas la espalda.
43 Ustedes han oído que se dijo: «Amarás a tu prójimo y no harás amistad con tu enemigo.»
44 Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y recen por sus perseguidores,
45 para que así sean hijos de su Padre que está en los Cielos. Porque él hace brillar su sol sobre malos y buenos, y envía la lluvia sobre justos y pecadores.
46 Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué mérito tiene? También los cobradores de impuestos lo hacen.
47 Y si saludan sólo a sus amigos, ¿qué tiene de especial? También los paganos se comportan así.
48 Por su parte, sean ustedes perfectos como es perfecto el Padre de ustedes que está en el Cielo.

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Comentarios Evangelio según Mateo, capítulo 5
5,1   Jesús subió a la montaña: Mateo sitúa este discurso de Jesús en algún lugar de las colinas que bordean el lago de Tiberíades. A pesar de eso, habla de un monte para recordar al monte Sinaí donde Moisés había recibido la Ley (Ex 19). Es porque en este primer “Discurso de Jesús” (véase la Introducción), Mateo lo presenta como el Maestro que da a Israel y a todos los hombres la nueva y definitiva Ley.
Jesús es el Maestro enviado para traer la nueva revelación, porque la palabra “Ley” en hebreo significaba al comienzo “revelación”, y designaba de hecho toda la religión del pueblo de Dios.
5,3  El que entienda bien esta primera bienaventuranza ya habrá comprendido las siete que siguen.
Felices. Jesús no felicita a los que han hecho buenas acciones, ni da tampoco una regla de vida para ser feliz; simplemente proclama que es una suerte pertenecer a tal o cual categoría que la mayoría de los hombres consideran una debilidad, una mala suerte o un obstáculo para tener éxito; los que llevan esa herida deben saber que son los primeros llamados al Reino de Dios. La Biblia decía: “Feliz tú, Israel, porque Dios te eligió” (Dt 33,29; Sal 144,5; Ba 4,4), pero en el discurso de Jesús son los débiles y los perseguidos los llamados por Dios a integrar el pueblo del Mesías.
Es permitido hablar de un pueblo nuevo, a pesar de que nace de Israel por un llamado de Dios, como surge el retoño de un árbol viejo (Is 11,1) al que se agregarán aquellos a los que Dios llame en las otras naciones (He 15,17).
Un corazón de pobre (o un espíritu de pobre). Esta primera bienaventuranza suscita siempre interrogantes, igual que todo lo que concierne al dinero, porque la pobreza nos da miedo, y muchos de los que buscan la perfección espiritual la querrían pasar de largo. En realidad, los que tienen un corazón de pobre sabrán lo que quiere decir Jesús, porque se han sentido siempre más realizados con menos que con más y no se han dedicado a conseguir ventajas y seguridad.
Jesús habla de poseer la tierra. Esa tierra para la Biblia era la de Palestina, pero ya en el tiempo en que los profetas prometían a su pueblo un mundo donde serían satisfechas todas sus aspiraciones (Is 25,6; Za 8,4), daban a entender lo que sería esencial: Dios viviría en medio de los hombres y les comunicaría su Espíritu: “Serán mi pueblo y yo seré su Dios” (Ez 37,27).
5,7  Los compasivos: ya están en el Reino porque han descubierto lo más profundo de Dios (Ex 34,6; Mi 7,18; Mt 5,46). El Reino no significa primeramente el bienestar y la paz de los que se podría gozar en la tierra ni trae inmediatamente un reordenamiento de todo lo que es injusto, sino que es en primer lugar la experiencia de una vida renovada. La vida encontró su pleno sentido al abrirse totalmente a la confianza en el Padre. Y por añadidura, tendrá la paz en medio de pruebas.
5,8  Hasta la llegada de Jesús se vivía esperando. Jesús dice que ha empezado una nueva era: Dios está en medio de nosotros y su Reino está ya a disposición de aquellos que tienen puro el corazón, es decir, que han purificado sus deseos: verán a Dios.
5,10  Mateo escribió para judíos que habían creído en Jesús, que sólo eran una pequeña minoría, ya entonces perseguidos y excluidos por la comunidad judía que no reconoció a su Me-sías. Mateo les dice: ustedes tienen ahí una señal más de que han sido elegidos, como los profetas que nunca o muy pocas veces tuvieron la mayoría a su favor.
Los que son llamados felices no lo son porque sufren, lo que significaría dar al sufrimiento un valor que no le corresponde, sino porque se les abre el Reino.
5,12  Muéstrense contentos. Jesús utiliza una palabra que en el Nuevo Testamento se refiere siempre a quienes acaban de vivir una experiencia muy fuerte del Espíritu de Dios en ellos (Lc 1,47; 10,21; He 16,34).
Mateo presenta ocho Bienaventuranzas, mientras que Lucas solamente tres (Lc 6,20-26); sin embargo no desarrollan más que un solo y mismo tema. La principal diferencia entre Mateo y Lucas radica en que sus Bienaventuranzas se dirigen a grupos distintos.
Lucas las presenta tal como Jesús las proclamó: ustedes, los pobres, son los primeros beneficiarios de las promesas de Dios. Mateo, en cambio, mira a sus oyentes cristianos y contempla las maravillas que Dios realizó en ellos: felices aquellos que han acogido mi espíritu, porque verán a Dios.
En resumen, Lucas señala a quiénes se dirige con prioridad la evangelización, esto es, al pueblo más sufrido y postergado. Mateo, por su parte, dice cómo mostrarnos dignos de Dios que nos ha escogido.
5,13   La sal de la tierra. Jesús habla a numerosos seguidores y se dirige a todos los hombres; el evangelio sin embargo menciona a cada instante a sus discípulos, a los que considera como minoría en el seno de un mundo que ignora el Evangelio.
Ciertamente fue voluntad de Dios que durante siglos hubiese pueblos en los que casi todos se consideraban cristianos; esa situación ha deformado nuestro enfoque, ya que el propio Jesús nos recuerda que sólo vienen a él los que Dios llama. Éstos no son necesariamente los mejores, lo que no impide que sean como la sal, porque aportan al mundo lo que más necesita.
5,14  Hijos de la luz: ver Ef 5,8; 1Tes 5,4; 1Pe 2,12.
5,17   Desde el comienzo, Jesús habla como Señor: su vocación es retomar y dar vuelta a las certezas adquiridas como sólo Dios sabe hacerlo.
La Ley o los Profetas era una expresión para referirse a toda la Biblia.
5,18  Hasta que todo se realice. El evangelio utiliza un verbo que significa cumplir, acabar, completar, en una palabra, todo lo que termina. Jesús no vino para perfeccionar las leyes del Antiguo Testamento sino para inaugurar la reconciliación definitiva de la humanidad con Dios. Reemplaza una religión en que todo estaba en camino, una historia santa que reflejaba la sabia y paciente pedagogía de Dios; pero ahora han llegado los tiempos definitivos: Dios envió al mundo al Hijo para que todos descubran al Padre.
Realizar, o cumplir: Jesús no habla sólo de cumplir mandamientos. Más bien es la religión del Antiguo Testamento la que ha de cumplirse, ya que era una etapa transitoria en la historia de la salvación. Las profecías tenían que cumplirse; también los ritos y sacrificios que expresaban a su manera el misterio del pecado de- bían ser sustituidos por la persona de Jesús.
Las leyes de la Biblia son expresiones del amor verdadero y lo protegen. Al interiorizar su espíritu, nos haremos disponibles para el Espíritu, que nos llevará más lejos que la “justicia” o perfección que los especialistas de la religión, escribas y fariseos, se proponían en aquel tiempo (5,20).
5,19  Jesús pone en guardia contra la tentación de lo fácil. Muchas personas podrían aprovecharse de sus palabras y decir: “¡Menos mal! ¡La religión va a ser más fácil!” Por eso Jesús precisa: El que no cumpla hasta lo más mínimo de la Ley no entrará en el Reino. Jesús enseña el espíritu de la Ley a quienes ya se han sometido a la Ley.
5,21   Aquí empiezan las oposiciones: “Ustedes han escuchado, pero yo les digo...” Esta fórmula se repetirá seis veces. Jesús alude a la lectura bíblica que se hacía cada sábado en las sinagogas. Tal como se hace actualmente en la Iglesia, tenía sus pasajes asignados para cada semana. Se escuchaba el texto hebreo o se lo traducía al arameo, la lengua popular, y los dirigentes de la sinagoga o los invitados ocasionales hacían el comentario. Jesús se había dado a conocer tomando la palabra en esas asambleas y es muy probable que más de una vez haya dicho: Ustedes acaban de oír, pero yo les digo..., porque “hablaba con autoridad” (Mt 7,29).
Jesús no cuestiona las exigencias de la Biblia ni se contenta con hacer un comentario de las mismas; la ley de Cristo es un llamado a la purificación del corazón, es decir, a enderezar las intenciones y deseos. Es una nueva lucidez que nace de la mirada puesta en Dios. Cuando nos volvemos hacia el Padre (y esa es la gran novedad: imitar a Dios-Padre: 5,48) descubrimos cuán imperfectos son los criterios humanos de moralidad.
5,22  El texto lleva la palabra “insensato”, que en hebreo calificaba a menudo al renegado de la fe. Jesús se refiere a un modo frecuente de hundir al adversario: basta con darle tal o cual calificativo para que en adelante nadie escuche sus razones ni respete sus derechos. Este tipo de difamaciones, que usan también los mismos cristianos, procede del demonio.
5,26  Si no nos purificamos en la vida presente de todo lo que nos impide ser verdaderos y justos, seremos purificados en la muerte o después, y la Iglesia usa la palabra Purgatorio para designar esta purificación dolorosa. Será necesario que el Espíritu queme hasta las raíces mismas del mal (Mt 3,11; 1Co 3,15).
5,27   No cometerás adulterio: Para muchos la fidelidad conyugal es una ley pesada y pasada de moda que se contentan con admirar en los demás. Jesús pone la fidelidad entre las leyes del mundo interior, ahí mismo donde viene a reinar Dios, el Fiel.
5,29  Si tu ojo derecho... Hay que fijarse en la oposición: tu mano o tu ojo, y tú. Sepan renunciar a todo, dirá Jesús y aquí precisa: incluso a su integridad física. Muchos piensan: “quiero vivir mi vida, soy dueño de mi cuerpo...” Jesús responde que la verdadera vida está en otra parte y que lo más auténtico de la persona se crea al aceptar limitaciones de la condición presente.
¿Se trata acaso de sacrificar solamente lo que nos llevaría a una caída y a un pecado grave? La palabra de Jesús va más lejos. Por más que nos quejemos de la vida, nos aferramos a ella y lo daríamos todo para seguir gozándola. ¿Y si en esto consistiera el verdadero pecado y la verdadera caída, en ese miedo al riesgo y a sacrificar la vida para responder al llamado de Dios?
Jesús usa la palabra “gehena” o infierno, porque no se puede imaginar nada peor que esto: que nuestra vida no haya producido nada, y que las esperanzas eternas que llevábamos en nosotros se hayan abortado.
5,31   La sentencia de Jesús es una de las que más ha chocado a sus discípulos. Se volverá a encontrar ese problema en 19,4. Jesús muestra que la ley, aun estando inscrita en la Biblia (Dt 24,1), sólo tiene un valor jurídico. El legislador de aquella lejana época ha tenido muy en cuenta el nivel moral de la comunidad; sin embargo esa ley nunca será una justificación en los casos particulares si efectivamente no se ha tomado una decisión en presencia de Dios.
Véanse las notas de Mt 19,1.
5,32  Fuera del caso de unión ilegítima. El texto griego utiliza la palabra “porneia” que tiene un sentido muy amplio. Puede referirse tanto a una relación ilegítima como a cualquier cosa “porno”. La sentencia podría traducirse: “fuera del caso de infidelidad”, pero lo más probable es que Mateo piense en los numerosos cristianos de su tiempo, convertidos del paganismo, que al entrar en la Iglesia rompían sus uniones ilegítimas anteriores.
El divorcio, si es consentido por la mujer, “la hace cometer adulterio”.
5,33   Véase Dt 23,22. Los judíos tenían más respeto que muchos de nosotros por el nombre de Dios. No obstante, sin nombrar a Dios, muchos juramentos se calculaban de tal manera que se sentían libres de no respetarlos. Jesús denuncia esas argucias. Nunca se llegará a algo si no se es veraz en todo.
5,37  Cualquier otra cosa procede del demonio y de una preocupación ansiosa de defendernos y justificarnos ante los demás. Los hijos de Dios dejan al Padre el cuidado y la defensa de su reputación y de su persona. La verdad siempre se sabe, y nosotros honramos al Padre cuando simplemente nos contentamos con dar nuestro testimonio (ver Mt 23,16; Jc 5,12).
5,38   Véase esta ley llamada “del talión” en Lv 24.17. Esta ley es buena en tanto se mantiene en el ejercicio de la justicia, ya que invita a los jueces a no ceder ante las presiones del poderoso que ha cometido algún delito y quiere arreglar su falta con dinero o soborno; así entendida, la ley del talión pretende ante todo defender al débil. Pero, igual que en 5.31, se vuelve falsa si se transforma en la norma de las actitudes personales, porque entonces enseña la venganza y mata el respeto y el amor que se deben a los demás, aun cuando sean pecadores. Jesús le opondrá la ley del perdón en Mt 18,21.
No resistan al malvado. Una vez más esto no es una ley que se debería observar en cualquier asunto, porque en el mundo tal como es, es necesario proteger a los débiles y resistir a los que destruyen la vida. Jesús señala el camino para destruir la violencia: hay que suponer que el otro está tan seguro como nosotros de su pleno derecho, y si se hace lo contrario de lo que sugiere la reacción pasional, es posible desconcertarlo y sanarlo de su violencia.
La palabra de Jesús tiene más alcance todavía: renunciar a defenderse puede ser, si el Espíritu lo sugiere, el medio para que Dios intervenga en el conflicto, y mejor aún, venga a visitar nuestra casa.
Si alguien te obliga…: Jesús se dirige a un pueblo de agricultores humillados y oprimidos por las tropas extranjeras. Su reacción habitual era la sumisión resignada que disimula el odio y aguarda la revancha.
5,43   Amarás a tu prójimo. El Levítico lo dice (Lv 19,18), pero sólo reconoce como prójimo a quien es miembro del pueblo de Dios. La solidaridad dentro del grupo se apoya en un instinto inscrito en la naturaleza, pero fuera de él los grupos sociales sólo encuentran su identidad oponiéndose unos a otros.
No harás amistad: el texto dice: “odiarás a tu enemigo”. La expresión no se encuentra así en la Biblia, pero sí su equivalente (Dt 7,2). Al hablar de los otros pueblos que conviven con los judíos en Palestina, se pide que no se los ayude (Esd 9,12) e incluso que se los haga desaparecer (Núm 31) antes que compartir con ellos la tierra prometida.
Con el Evangelio aprendemos a reconocer y a amar a las personas y a los pueblos así como Dios los reconoce y los ama: ésa es una novedad que ignoraba el mundo y que todavía le cuesta aceptar tanto a los que tienen alguna religión como a los que no la tienen.
5,44  El amor a los enemigos: Mc 12,31; Lc 10,27; Rom 13,9; Gál 5,14; Stgo 2,8; Rom 12,20; Lc 23,34; He 7,60; Rom 12,14; 1Co 4,12; Ef 5,1.
5,48  Cuando se llega a comprender que cada persona tiene su lugar en este mundo y que Dios dirige todo para el bien de todos, entonces vemos como Dios y somos perfectos como el Padre es perfecto.
Esta preocupación por ser perfectos motiva todos los puntos de la nueva moral (5,21-47). Jesús no pide solamente multiplicar obras buenas, como el perdón o la generosidad, que merecerían un premio de Dios. Cada uno de sus preceptos lleva a una transformación personal, a una superación de la mezquindad, del temor, de los prejuicios paralizantes. El discípulo que los cumple se elevará a una visión del mundo y de los hombres que lo hará cada vez más capaz de entrar en la ciencia y la sabiduría del Padre.
Evangelio según Mateo (Mt) Capítulo 6
Hacer el bien sólo por Dios
1 Guárdense de las buenas acciones hechas a la vista de todos, a fin de que todos las aprecien. Pues en ese caso, no les quedaría premio alguno que esperar de su Padre que está en el cielo.
2 Cuando ayudes a un necesitado, no lo publiques al son de trompetas; no imites a los que dan espectáculo en las sinagogas y en las calles, para que los hombres los alaben. Yo se lo digo: ellos han recibido ya su premio.
3 Tú, cuando ayudes a un necesitado, ni siquiera tu mano izquierda debe saber lo que hace la derecha:
4 tu limosna quedará en secreto. Y tu Padre, que ve en lo secreto, te premiará.
5 Cuando ustedes recen, no imiten a los que dan espectáculo; les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que la gente los vea. Yo se lo digo: ellos han recibido ya su premio.
6 Pero tú, cuando reces, entra en tu pieza, cierra la puerta y ora a tu Padre que está allí, a solas contigo. Y tu Padre, que ve en lo secreto, te premiará.
7 Cuando pidan a Dios, no imiten a los paganos con sus letanías interminables: ellos creen que un bombardeo de palabras hará que se los oiga.
8 No hagan como ellos, pues antes de que ustedes pidan, su Padre ya sabe lo que necesitan.
El Padrenuestro
  9 Ustedes, pues, recen así:
  Padre nuestro, que estás en el Cielo,
  santificado sea tu Nombre,
10 venga tu Reino,
  hágase tu voluntad
  así en la tierra como en el Cielo.
11 Danos hoy el pan que nos corresponde;
12 y perdona nuestras deudas,
  como también nosotros perdonamos a nuestros deudores;
13 y no nos dejes caer en la tentación,
sino líbranos del Maligno.
14 Porque si ustedes perdonan a los hombres sus ofensas, también el Padre celestial les perdonará a ustedes.
15 Pero si ustedes no perdonan a los demás, tampoco el Padre les perdonará a ustedes.
16 Cuando ustedes hagan ayuno, no pongan cara triste, como los que dan espectáculo y aparentan palidez, para que todos noten sus ayunos. Yo se lo digo: ellos han recibido ya su premio.
17 Cuando tú hagas ayuno, lávate la cara y perfúmate el cabello.
18 No son los hombres los que notarán tu ayuno, sino tu Padre que ve las cosas secretas, y tu Padre que ve en lo secreto, te premiará.
19 No junten tesoros y reservas aquí en la tierra, donde la polilla y el óxido hacen estragos, y donde los ladrones rompen el muro y roban.
20 Junten tesoros y reservas en el Cielo, donde no hay polilla ni óxido para hacer estragos, y donde no hay ladrones para romper el muro y robar.
21 Pues donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón.
22 Tu ojo es la lámpara de tu cuerpo. Si tus ojos están sanos, todo tu cuerpo tendrá luz; pero si tus ojos están malos, todo tu cuerpo estará en obscuridad.
23 Y si tu fuente de luz se ha obscurecido, ¡cuánto más tenebrosas serán tus tinieblas!
Poner la confianza en Dios y no en el dinero
24 Nadie puede servir a dos patrones: necesariamente odiará a uno y amará al otro, o bien cuidará al primero y despreciará al otro. Ustedes no pueden servir al mismo tiempo a Dios y al Dinero.
25 Por eso yo les digo: No anden preocupados por su vida con problemas de alimentos, ni por su cuerpo con problemas de ropa. ¿No es más importante la vida que el alimento y más valioso el cuerpo que la ropa?
26 Fíjense en las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, no guardan alimentos en graneros, y sin embargo el Padre del Cielo, el Padre de ustedes, las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que las aves?
27 ¿Quién de ustedes, por más que se preocupe, puede añadir algo a su estatura?
28 Y ¿por qué se preocupan tanto por la ropa? Miren cómo crecen las flores del campo, y no trabajan ni tejen.
29 Pero yo les digo que ni Salomón, con todo su lu jo, se pudo vestir como una de ellas.
30 Y si Dios viste así el pasto del campo, que hoy brota y mañana se echa al fuego, ¿no hará mucho más por ustedes? ¡Qué poca fe tienen!
31 No anden tan preocupados ni digan: ¿tendremos alimentos?, o ¿qué beberemos?, o ¿tendremos ropas para vestirnos?
32 Los que no conocen a Dios se afanan por esas cosas, pero el Padre del Cielo, Padre de ustedes, sabe que necesitan todo eso.
33 Por lo tanto, busquen primero su reino y su justicia, y se les darán también todas esas cosas.
34 No se preocupen por el día de mañana, pues el mañana se preocupará por sí mismo. A cada día le bastan sus problemas.

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Comentarios Evangelio según Mateo, capítulo 6
6,1   Después de las seis oposiciones (“pero yo les digo...”) Mateo da tres ejemplos de otro secreto sin el cual no es posible ver a Dios: dejar de actuar para que nos vean los demás y hacerlo sólo para él. Todo este discurso está centrado en la experiencia de la presencia del Padre. Mientras se va repitiendo la expresión “Reino de Dios”, la afirmación mayor es la de tiempos nuevos que nos han dado un Padre.
Sus buenas acciones. El texto dice: su justicia. Esa palabra designa a menudo en la Biblia una conducta correcta desde el punto de vista de Dios. La palabra se extendía a las acciones buenas que merecen la aprobación de Dios y de la comunidad.
6,2  Los que dan espectáculo. La palabra griega “hipócrita” no sólo designa en la Biblia a los que engañan conscientemente a su mundo, sino también a los que se quedan en las apariencias y que en realidad se burlan de Dios, porque nunca han accedido al mundo de la verdad.
Es una liberación el no sentirse asediado constantemente por la opinión de los demás, pero será mucho más difícil hacer el bien sin mirarse a sí mismo; sin embargo es posible, y ese es el secreto que nos introduce a los secretos de Dios.
6,5  Rezar no significa hablar mucho ni querer imponer a Dios nuestra voluntad, sino dejar nuestra vida en las manos del Padre que nos ama.
6,6  Normalmente la casa sólo tenía una pieza, pero se podía añadir una pequeña habitación de material ligero sobre el techo o se podía también tener detrás de la pieza común un anexo cavado en la roca. No había el confort de las casas modernas donde se hacen los retiros, pero permitía recogerse como hacemos en el bus o en el metro. Jesús a menudo salía al campo para liberarse del grupo de sus apóstoles (Mc 1,45).
6,9   Jesús dio a sus discípulos el Padre nuestro como la oración perfecta que ha de brotar del corazón de los hijos de Dios. En ella el que ora puede expresar todos sus deseos en la forma y con el orden que corresponde.
El texto del Padre Nuestro que aquí se presenta está mucho mejor estructurado que en Lc 11, lo que no quiere decir que Mateo lo haya transmitido tal como la Iglesia lo formuló posteriormente. Jesús no podía desconocer el modo de estructurar las oraciones que formaban parte de su cultura, y es muy posible que este texto más largo haya sido el original.
En Mateo hay doce versos que forman siete peticiones: dos números perfectos. Tres (número de Dios) que se refieren a Dios, y cuatro (número de la tierra) que conciernen a los hombres.
Jesús ha combinado de una forma original dos expresiones tradicionales: “nuestro Padre” (Is 63,16) y “el Cielo”, o sea, Dios en su misterio. La enseñanza de Jesús ha cambiado el sentido de estas palabras. Se hablaba del Padre de Israel, y Jesús quiere que sea “el Padre” para cada persona. Hágase tu voluntad: no significa lo mismo que decir: “que sea cumplida tu ley”. Perdónanos: nunca se añadía como perdonamos, pues sólo se perdonaba a los del mismo pueblo judío. Líbranos del mal no es lo mismo que “libera a Israel”.
Cuando hablamos del Padre de los Cielos no significa que esté lejos o encima de nosotros, sino que tratamos de elevar nuestro espíritu hacia él. Reconocemos que nuestras palabras no son dignas de él y que nuestras preocupaciones son muy limitadas y egoístas comparadas con la grandiosidad de sus pensamientos y la generosidad de su amor. Que podamos dirigirnos a Dios y llamarlo Padre puede parecer algo muy natural; es sin embargo el privilegio de los discípulos de Jesús.
¿Padre nuestro o “madre nuestra”? Véase la nota en Ef 3,15.
6,9  La Biblia habla de Dios y también habla del Nombre de Dios. Toda la creación es una manifestación de Dios. Él llena este universo, pero el universo no contiene a Dios y no está en ningún lugar determinado. Hablamos de su Nombre para indicar su presencia activa, su irradiación, su esplendor que está sobre toda criatura. Es una manera de mantener cierta distancia entre lo que sabemos de él y lo que realmente él es.
Santificado sea tu Nombre. Que la presencia del Padre y el esplendor de sus obras sean reconocidos entre los que le pertenecen. Los que llamó a la fe tal vez no sean los mejores, pero aún así los frutos del trabajo que Dios hace en ellos deben aparecer en medio de sus debilidades y limitaciones.
El Padre quiere imprimir su Nombre en nosotros para que de día y de noche haya una comunicación misteriosa entre él y nosotros, lo mismo que el Padre y el Hijo quedan unidos por su Espíritu Santo.
6,10  Venga tu reino. Es un hecho que no tenemos ganas de morir inmediatamente para conocer ese reino de Dios, y que muy a menudo nos apegamos a las cosas buenas de la vida sin estar seguros de que preparan el Reino. Es necesario despertar constantemente la esperanza, para darse cuenta de que está viva cuando, aún en el sufrimiento y las contradicciones, permanece la alegría.
Con el pasar del tiempo gozaremos algunos frutos de ese Reino. Los hijos de Dios son personas reconciliadas y pasan a ser un fermento en la sociedad; de este modo toda la realidad del hombre, con sus proyectos, sus trabajos, sus construcciones económicas y políticas se encamina hacia una meta común: todo y todos han de volver al Padre.
El Reino de Dios vendrá con o sin nosotros, gracias a nuestras obras o a pesar de nuestra indiferencia, porque en realidad ya está.
Hágase tu voluntad. Esta frase, que Jesús pondrá en el centro de su oración en el Huerto (27,39), condena muchas oraciones en las que se pretende presionar a Dios. Si bien algunos creen tener mucha fe porque constantemente esperan que Dios solucione sus problemas, los hijos de Dios, en cambio, elevan su espíritu hacia él para que la voluntad de Dios pase a ser su propia voluntad.
Así en la tierra. Se refiere a las tres peticiones anteriores y nos recuerda que todo lo que es creado y sujeto al tiempo depende de otro mundo no creado donde no corre el tiempo: éste es el Misterio del Ser Divino. El Padre, fuente del Ser Divino, goza de su infinita perfección en la entrega mutua de las personas divinas, y con él están sus elegidos, tal como serán después de la resurrección. Su creación la ve unificada en Cristo. Su voluntad la ve realizada y glorificada por todos. A los que vivimos en el tiempo nos angustia la realidad diaria de un mundo en parto y del triunfo aparente del mal. Por eso pedimos que todo llegue a ser conforme a ese proyecto de Dios que se cumplirá al final.
6,11  El Padre se comprometió a darnos el pan si estamos atentos a su palabra (Dt 8,3). El hombre moderno cree que toda su prosperidad material depende sólo de su esfuerzo. Pero la Biblia afirma que todo depende a la vez de Dios y del hombre.
No más disputas por tomar primero nuestra parte sin preguntarnos si quedará para los demás y cómo se repartirá el pastel entre los diversos pueblos de la tierra. Aquí, igual que en Lc 11,6, pedimos el pan de los demás (y hacemos todo lo que podemos para que el pan, que no falta en esta tierra, llegue hasta ellos).
¿Habrá que decir: el pan que necesitamos o el pan de cada día o el pan supersustancial? Porque el texto original emplea una palabra difícil que puede tener diferentes significados. Muchos han entendido que los hijos de Dios sienten la necesidad de más cosas que las que reclama el cuerpo, y que ya se aludía en esta petición a la eucaristía, como se hará también en el relato de la multiplicación de los panes.
6,12  Perdona nuestras deudas. Se trata tanto de las deudas como de las ofensas (6,14). En un mundo de pobres, las ocasiones de choques y de incomprensiones son numerosas, y a veces se tiene que pedir un préstamo incluso con la duda si podrá pagar las deudas.
El apegarse al propio derecho es siempre una forma de anclarse en este mundo. Dios quiere perdonarnos, o sea, acercarnos a él, pero mientras nos aferramos a estas cosas, ¿cómo lo haría él?
No nos dejes caer en la tentación. Así se expresa el que es consciente de su debilidad. Y será más prudente todavía al saber que el enemigo no es “el mal”, sino el Maligno.
Muchos quisieran que el espíritu del mal no fuera un actor personal y libre de la historia del mundo tal como lo afirman muchos pasajes del evangelio; pero aquí el texto griego no permite que se traduzca “el mal”, incluso con mayúscula. Hay pues que traducir con El Maligno.
6,16   El ayuno se practicaba en el judaísmo al igual que en la mayoría de las religiones; en realidad ocupa poco espacio en la Biblia (véanse Lev 16,31; 23,7; Is 58,3; Jl 1,14; Za 7,5).
Jesús no justifica ni condena el ayuno: él mismo ayunó (ver 4,2; 9,15; 17,21). Afirma que el ayuno no tiene valor si se busca más el aprecio de los demás que el de Dios; este párrafo se debe leer junto con 6,1 y 6,5 que piden hacer el bien sin buscar que los demás nos feliciten.
Algunas personas y grupos sociales se sirven del ayuno como de un arma política para atraer la atención sobre sus reivindicaciones. Eso es muy legítimo, pero Jesús habla del ayuno que va dirigido a Dios y no a la opinión pública (Mt 6,18). Este ayuno implica, por parte del que ayuna, una disposición interior de conversión y de pesar por sus propios pecados.
6,19   No junten tesoros y reservas. El Evangelio dice: “no atesoren tesoros”, pero aquí “tesoro” tiene sentido de cosas útiles que se guardan para asegurar el porvenir.
Durante siglos la mayoría de los hombres casi no tuvieron reservas personales; la familia o el clan se hacían cargo de ellos en caso de adversidad. Actualmente cada uno debe preocuparse de sí mismo; tal vez sea mejor, pero ¿cómo escapar de esa obsesión por asegurar el futuro? Jesús invita una vez más a creer en la Providencia del Padre: si nos preocupamos de sus asuntos, él se encargará de los nuestros.
6,21  Allí estará tu corazón. En la cultura judía el corazón indica el interior de la persona: su conciencia y sus juicios. No soy yo quien posee las cosas, sino que son éstas las que me poseen y me imponen poco a poco tal o cual estilo de vida.
Esa certeza inspira cualquier búsqueda de la “pobreza evangélica”. Se trata de liberarse al máximo para actuar y para amar. Jesús previene contra un apego desordenado a las personas, a las ideas y a las cosas propias: emprender y actuar con toda libertad, pero sin apegarse jamás a los frutos de la acción.
6,22   En toda persona hay zonas de oscuridad; es necesario que la conciencia esté despierta para limitar los daños. Se sabe a qué clase de aberraciones pueden rebajarse los creyentes que eligen no mirar al mal que llevan consigo. El ojo sano es la conciencia que siempre se mantiene centrada en “los juicios de Dios” (Dn 13,9).
6,24   . Nadie puede servir a dos patrones. Este comienzo nos indica el propósito de esas advertencias: Jesús quiere que nos mantengamos libres para servir mejor a Dios.
Los oyentes de Jesús a menudo no tenían más que lo necesario para vivir, pero quiso liberarlos del miedo de no tener medios para enfrentar las urgencias. Los lectores modernos del evangelio tienen muchos más recursos y seguridades que en el pasado, y son más numerosas las ocasiones para lanzarse a la carrera del dinero, pero no se dan cuenta de que con eso están destruyendo todo aquello que habría permitido el crecimiento de la persona y la familia. Esta es una forma mezquina y ruin de usar el presente, que en realidad es un regalo de Dios.
A lo largo de la Biblia presenciamos el conflicto entre Dios y los falsos dioses. Jesús denuncia aquí al primero de los falsos dioses, el dinero.
Odiará: tal vez la palabra sea muy fuerte en castellano. En hebreo, cuando hay una elección, lo que es “odiado” es lo que no es elegido; se lo puede haber detestado, se lo puede haber dejado en segundo plano. El que sirve al dinero puede ser un creyente que ama a Dios cuando está desocupado y no le cuesta demasiado caro.
6,25  Está de más el comentario para este párrafo: es una experiencia que uno está dispuesto a vivir o que no ha hecho ni intentará. A algunos les molesta la comparación con los pájaros del cielo porque no somos como los pájaros y no todo el mundo tiene vocación para mendigar. Jesús sólo quiere recordar que Dios provee el alimento de cada uno, y que lo ha previsto para los que saben arriesgarse por él, o si se quiere, para que su vida sea bella y se oriente al viento del Espíritu.
Busquen primero el Reino y la justicia de Dios. Se trata de dos cosas muy concretas: el Reino, es decir, la transparencia de Dios en nuestra vida; su justicia, es decir, un ordenamiento bajo su mirada de todo lo que somos y hacemos. Para un joven o para una pareja es un hermoso riesgo comenzar a pensar en el porvenir, la familia y las actividades apostólicas según los criterios del Evangelio, dejando de lado el temor a no alcanzar para sí o para los hijos un determinado nivel de vida. Conceder su tiempo para el Evangelio, amar a los niños como Dios los ama... niños que aprenden a tener menos para compartir con los hermanos y hermanas y que vivirán por una misión, no como otros cuya primera ambición será obtener diplomas para que el dinero y la fama los visite y acompañe.
6,32  Jesús no condena la búsqueda de seguridades, ya que esto es algo normal entre los que no han recibido la revelación: los paganos o “las naciones”. La experiencia de abandonarse en manos de la Providencia será el signo distintivo de aquellos a los que el Padre se ha revelado.
Evangelio según Mateo (Mt) Capítulo 7
Hijos del reino
1 No juzguen a los demás y no serán juzgados ustedes.
2 Porque de la misma manera que ustedes juzguen, así serán juzgados, y la misma medida que ustedes usen para los demás, será usada para ustedes.
3 ¿Qué pasa? Ves la pelusa en el ojo de tu hermano, ¿y no te das cuenta del tronco que hay en el tuyo?
4 ¿Y dices a tu hermano: Déjame sacarte esa pelusa del ojo, teniendo tú un tronco en el tuyo?
5 Hipócrita, saca primero el tronco que tienes en tu ojo y así verás mejor para sacar la pelusa del ojo de tu hermano.
6 No den lo que es santo a los perros, ni echen sus perlas a los cerdos, pues podrían pisotearlas y después se volverían contra ustedes para destrozarlos.
7 Pidan y se les dará; busquen y hallarán; llamen y se les abrirá la puerta.
8 Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y se abrirá la puerta al que llama.
9 ¿Acaso alguno de ustedes daría a su hijo una piedra cuando le pide pan?
10 ¿O le daría una culebra cuando le pide un pescado?
11 Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡con cuánta mayor razón el Padre de ustedes, que está en el Cielo, dará cosas buenas a los que se las pidan!
12 Todo lo que ustedes desearían de los demás, háganlo con ellos: ahí está toda la Ley y los Profetas.
13 Entren por la puerta angosta, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que conduce a la ruina, y son muchos los que pasan por él.
14 Pero ¡qué angosta es la puerta y qué escabroso el camino que conduce a la salvación! y qué pocos son los que lo encuentran.
El árbol se conoce por los frutos
15 Cuídense de los falsos profetas: se presentan ante ustedes con piel de ovejas, pero por dentro son lobos feroces.
16 Ustedes los reconocerán por sus frutos. ¿Cosecha rían ustedes uvas de los espinos o higos de los cardos?
17 Lo mismo pasa con un árbol sano: da frutos buenos, mientras que el árbol malo produce frutos malos.
18 Un árbol bueno no puede dar frutos malos, como tampoco un árbol malo puede producir frutos buenos.
19 Todo árbol que no da buenos frutos se corta y se echa al fuego.
20 Por lo tanto, ustedes los reconocerán por sus obras.
La casa edificada sobre la roca
21 No bastará con decirme: ¡Señor!, ¡Señor!, para entrar en el Reino de los Cielos; más bien entrará el que hace la voluntad de mi Padre del Cielo.
22 Aquel día muchos me dirán: ¡Señor, Señor!, hemos hablado en tu nombre, y en tu nombre hemos expulsado demonios y realizado muchos milagros.
23 Entonces yo les diré claramente: Nunca les conocí. ¡Aléjense de mí ustedes que hacen el mal!
24 Si uno escucha estas palabras mías y las pone en práctica, dirán de él: aquí tienen al hombre sabio y prudente, que edificó su casa sobre roca.
25 Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y se arrojaron contra aquella casa, pero la casa no se derrumbó, porque tenía los cimientos sobre roca.
26 Pero dirán del que oye estas palabras mías, y no las pone en práctica: aquí tienen a un tonto que construyó su casa sobre arena.
27 Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y se arrojaron contra esa casa: la casa se derrumbó y todo fue un gran desastre.»
28 Cuando Jesús terminó este discurso, la gente estaba admirada de cómo enseñaba,
29 porque lo hacía con autoridad y no como sus maestros de la Ley.

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Comentarios Evangelio según Mateo, capítulo 7
7,1   No juzguen. Sí, hay que juzgar o discernir; cada uno debe formar su conciencia y llevar la luz allí donde se comete el mal en medio de la indiferencia general (Ef 5,11). Se nos pide la valentía de denunciar el mal, incluso cuando nos haga correr riesgos. Pero aquí podríamos traducir: “No se hagan jueces”; no tengan una actitud de jueces si no tienen autoridad ni misión para juzgar; no sean como quienes se sienten mejores que los demás cuando han criticado y difamado.
Es probable que Jesús haya pronunciado estas palabras en el mismo sentido que las que se leen en 5,46. Comúnmente los que creen ser el partido de los buenos o el grupo de los convertidos, juzgan a los que están en el bando contrario, preocupados por enderezarlos. Es una forma de orgullo que los autores espirituales llaman el “defecto de los principiantes”. Está inscrito de tal manera en la naturaleza humana que muchos de los “justos” de la Biblia expresaban su reprobación por “los pecadores” que no observan la ley de Dios. La nueva ley en cambio dice que no hay que creerse superiores ni hacerse jueces de los que van –o que Dios lleva– por un camino distinto al nuestro.
No juzguen: Rom 2,1; 14,4; 1Cor 5,12; Stgo 4,11; Gál 6,1-5.
7,6   Una hermosa expresión, pero es difícil saber si hay que encontrar aplicaciones precisas. Se invita a una actitud de discreción, sabiendo que el espíritu del mal sabrá volver en contra nuestra lo que hayamos confiado a otros sobre nuestra experiencia personal o sobre los misterios de la fe, pensando que eso los animaría a creer.  
7,7   En los párrafos 6,16-23 Jesús nos hablaba de confiar en el Padre; aquí se trata del mismo tema pero se pasa de la meditación sobre las atenciones del Padre a la oración que se dirige a él. Hay aquí un paso importante; se deja de pensar en Dios y se toca a la puerta; nos dirigimos a él porque el Espíritu nos lo sugiere (Rom 8,16); él esperaba esta relación personal con sus hijos e hijas. Sólo entonces podemos reencontrar al Dios Padre de Jesús y también de todos nosotros.
Véanse Lc 11,9; Mc 11,24; Jn 14,13; 15,7; Stgo 1,5.
7,13   Se da el contraste entre convertirse (la puerta) y perseverar (el camino); entre la conversión grande o pequeña que abre el camino, y la capacidad que se tendrá de dar siempre la mejor respuesta cuando se presente un llamado. Jesús no hablará nunca de salvación si no se ha dado todo lo que se podía en el momento que se le pidió.
Muchos toman el camino que conduce a la perdición. Derrochan los dones de Dios y aparentemente se vuelven inútiles para el Reino; pero no por eso escapan a la misericordia del Padre.
7,15  Es probable que Mateo cite estas palabras de Jesús a propósito de algunos que se daban el título de profetas carismáticos en la Iglesia primitiva, y que tal vez habían recibido dones del Espíritu, pero que con el tiempo los habían perdido. De un modo más amplio las palabras de Jesús se dirigen a todos los que fomentan la división, la mentira y la violencia, aun cuando pretendan servir a una causa justa.
Los profetas del pasado se cubrían con una piel de oveja, pero dentro podría esconderse un lobo. En el mundo siempre habrá falsos profetas, habitualmente profetas de la felicidad cómoda. Tal vez el gran falso profeta del siglo presente sea el liberalismo moral, es decir, la ausencia de principios morales, gran inspirador de los millones de imágenes y de novedades que sólo satisfacen por un tiempo a los ojos ávidos y a la codicia de la carne. Siembra la muerte por doquier y asfixia hasta en las personas buenas y creyentes la capacidad de creer y de esperar.
7,16  Jesús invita a mirar los hechos para luego sacar conclusiones. Ya que cuesta enjuiciar la realidad que vivimos, preferimos defender ideas antes que analizar situaciones concretas. Jesús, en cambio, educado por el trabajo manual, desconfía de los discursos y de las teorías.
7,21   Aquel día muchos me dirán... Es probable que Mateo cite estas palabras pensando en profetas carismáticos que sembraban el desorden en sus comunidades y se dispensaban de obedecer las normas comunes. Ya sea que enseñemos o hagamos milagros, estos dones o ministerios son para bien de la comunidad y no indican necesariamente que vivamos en gracia de Dios. La fe que nos salva actua mediante el amor (Gál 5,6) y nos hace cumplir la Ley (Stgo 2,8).
Evangelio según Mateo (Mt) Capítulo 8
Curación de un leproso
1 Jesús, pues, bajó del monte, y empezaron a seguirlo muchedumbres.
2 Un leproso se acercó, se arrodilló delante de él y le dijo: «Señor, si tú quieres, puedes limpiarme.»
3 Jesús extendió la mano, lo tocó y le dijo: «Quiero; queda limpio.» Al momento quedó limpio de la lepra.
4 Jesús le dijo: «Mira, no se lo digas a nadie; pero ve a mostrarte al sacerdote y ofrece la ofrenda ordenada por la Ley de Moisés, pues tú tienes que hacerles una declaración.»
La fe del centurión
5 Al entrar Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un centurión, suplicándole:
6 «Señor, mi muchacho está en cama, totalmente paralizado, y sufre terriblemente.»
7 Jesús le dijo: «Yo iré a sanarlo.»
8 El centurión contestó: «Señor, ¿quién soy yo para que entres en mi casa? Di no más una palabra y mi sirviente sanará.
9 Pues yo, que no soy más que un capitán, tengo soldados a mis órdenes, y cuando le digo a uno: Vete, él se va; y si le digo a otro: Ven, él viene; y si ordeno a mi sirviente: Haz tal cosa, él la hace.»
10 Jesús se quedó admirado al oír esto, y dijo a los que le seguían: «Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel con tanta fe.
11 Yo se lo digo: vendrán muchos del oriente y del occidente para sentarse a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos,
12 mientras que aquellos a quienes se destinaba el Reino serán echados a las tinieblas de afuera: allí será el llorar y rechinar de dientes.»
13 Luego Jesús dijo al capitán: «Vete a casa, hágase todo como has creído.» Y en ese mismo momento el muchacho quedó sano.
14 Jesús fue a casa de Pedro; allí encontró a la suegra de éste en cama, con fiebre.
15 Jesús le tocó la mano y se le pasó la fiebre. Ella se levantó y comenzó a atenderle.
16 Al atardecer le llevaron muchos endemoniados. Él expulsó a los espíritus malos con una sola palabra, y sanó también a todos los enfermos.
17 Así se cumplió lo que había anunciado el profeta Isaías: Él tomó nuestras debilidades y cargó con nuestras enfermedades.
18 Jesús, al verse rodeado por la multitud, dio orden de cruzar a la otra orilla.
19 Entonces se le acercó un maestro de la Ley y le dijo: «Maestro, te seguiré adondequiera que vayas.»
20 Jesús le contestó: «Los zorros tienen cuevas y las aves tienen nidos, pero el Hijo del Hombre ni siquiera tiene dónde recostar la cabeza.»
21 Otro de sus discípulos le dijo: «Señor, deja que me vaya y pueda primero enterrar a mi padre.»
22 Jesús le contestó: «Sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos.»
Jesús calma la tempestad
23 Jesús subió a la barca y sus discípulos le siguieron.
24 Se levantó una tormenta muy violenta en el lago, con olas que cubrían la barca, pero él dormía.
25 Los discípulos se acercaron y lo despertaron diciendo: «¡Señor, sálvanos, que estamos perdidos!»
26 Pero él les dijo: «¡Qué miedosos son ustedes! ¡Qué poca fe tienen!» Entonces se levantó, dio una orden al viento y al mar, y todo volvió a la más completa calma.
27 Grande fue el asombro; aquellos hombres decían: «¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?»
Los endemoniados de Gadara
28 Al llegar a la otra orilla, a la tierra de Gadara, dos endemoniados salieron de entre los sepulcros y vinieron a su encuentro. Eran hombres tan salvajes que nadie se atrevía a pasar por aquel camino.
29 Y se pusieron a gritar: «¡No te metas con nosotros, Hijo de Dios! ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?»
30 A cierta distancia de allí había una gran piara de cerdos comiendo.
31 Los demonios suplicaron a Jesús: «Si nos expulsas, envíanos a esa piara de cerdos.» Jesús les dijo: «Vayan».
32 Salieron y entraron en los cerdos. Al momento toda la piara se lanzó hacia el lago por la pendiente, y allí se ahogaron.
33 Los cuidadores huyeron, fueron a la ciudad y contaron todo lo sucedido, y lo que había pasado con los endemoniados.
34 Entonces todos los habitantes salieron al encuentro de Jesús y, no bien lo vieron, le rogaron que se alejase de sus tierras.

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Comentarios Evangelio según Mateo, capítulo 8
8,1   En esta sección de su evangelio (8,1-9,35) Mateo puso una colección de milagros. Para él estos milagros no son simplemente cosas extraordinarias sino que revelan los rasgos propios del verdadero discípulo de Jesús.
8,2  Y para comenzar, la curación del leproso: un acto de valentía de Jesús y un acto que violaba abiertamente la “ley de la pureza”. Véase comentario a Mc 1,40.
Con respecto a la lepra y los leprosos, véanse las notas de Lv 13 y 14. El leproso estaba excluido de las áreas habitadas porque su enfermedad era contagiosa, pero no era la misma enfermedad que actualmente llamamos lepra. Jesús respeta la ley que no permitía reintegrar al leproso sin antes tener el certificado otorgado por un sacerdote.
Es cierto que Jesús en algunas oportunidades quebrantó a propósito la ley del sábado, pero esto cobra su pleno sentido por el hecho de que habitualmente fue muy respetuoso de la Ley, como lo dijo sin ninguna hipocresía en Mt 5,19. Jesús participó en las asambleas del sábado en Nazaret, a pesar de que la pequeña comunidad no debía destacarse por su nivel intelectual. Allí participaba en el culto que el pueblo de Dios debe rendir a su Dios, y daba gloria él también a su Padre.
También subía a Jerusalén para las fiestas y observaba en su modo de vestir las costumbres de los judíos piadosos (Mt 9,20).
Es importante ver que para Jesús “adorar a Dios en espíritu y verdad” (Jn 4,24) no significaba despreciar los usos de la comunidad religiosa. No se vive más en la verdad replegándose en la oración privada o en comunidades de nuestra elección, y haciendo caso omiso del pueblo de Dios con sus ritos y sus fiestas, frutos de una larga tradición.
Jesús criticará el peso de las tradiciones, y Pablo se opondrá a que se imponga a gente de otra cultura lo que tuvo sentido para cierto tiempo y lugar, pero lo harán sabiendo muy bien que un pueblo sin tradiciones se descompone rápidamente.
8,5  La petición del centurión (jefe de cien hombres del ejército romano) deja en evidencia que no ve en Jesús a un curandero sino a uno que detenta un poder divino.
8,11  En aquel tiempo se negaba que hubiera resurrección para los no judíos. Aquí sin embargo Jesús habla de la entrada de los paganos al banquete de los resucitados. Y condena a los hijos de Abraham que pensaban que, debido a los méritos del padre, ninguno de ellos se perdería.
8,12  El texto utiliza la expresión hebrea: “los hijos del Reino”. Es el momento de pensar en los cristianos de occidente, nuevos “herederos del Reino”, muchos de los cuales hoy lo están perdiendo.
No es suficiente ser hijos de padres creyentes, sino que cada uno ha de buscar y volver a encontrar la presencia amante de Dios a la luz de las palabras y de los gestos de Jesús.
Evangelio según Mateo (Mt) Capítulo 9
Jesús sana al paralítico y perdona sus pecados
1 Jesús volvió a la barca, cruzó de nuevo el lago y vino a su ciudad.
2 Allí le llevaron a un paralítico, tendido en una camilla. Al ver Jesús la fe de esos hombres, dijo al paralítico: «¡Animo, hijo; tus pecados quedan perdonados!»
3 Algunos maestros de la Ley pensaron: «¡Qué manera de burlarse de Dios!»
4 Pero Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo: «¿Por qué piensan mal?
5 ¿Qué es más fácil: decir “Quedan perdonados tus pecados” o “Levántate y anda”?
6 Sepan, pues, que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados.» Entonces dijo al paralítico: «Levántate, toma tu camilla y vete a casa.»
7 Y el paralítico se levantó y se fue a su casa.
8 La gente, al ver esto, quedó muy impresionada y alabó a Dios por haber dado tal poder a los hombres.
Jesús llama al apóstol Mateo
9 Jesús, al irse de allí, vio a un hombre llamado Mateo en su puesto de cobrador de impuestos, y le dijo: «Sígueme.» Mateo se levantó y lo siguió.
10 Como Jesús estaba comiendo en casa de Mateo, un buen número de cobradores de impuestos y otra gente pecadora vinieron a sentarse a la mesa con Jesús y sus discípulos.
11 Los fariseos, al ver esto, decían a los discípulos: «¿Cómo es que su Maestro come con cobradores de impuestos y pecadores?»
12 Jesús los oyó y dijo: «No es la gente sana la que necesita médico, sino los enfermos.
13 Vayan y aprendan lo que significa esta palabra de Dios: Me gusta la misericordia más que las ofrendas. Pues no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»
14 Entonces se le acercaron los discípulos de Juan y le preguntaron: «Nosotros y los fariseos ayunamos en muchas ocasiones, ¿por qué tus discípulos no ayunan?»
15 Jesús les contestó: «¿Quieren ustedes que los compañeros del novio estén de duelo mientras el novio está con ellos? Llegará el tiempo en que el novio les será quitado; entonces ayunarán.
16 Nadie remienda un vestido viejo con un pedazo de tela nueva, porque el pedazo nuevo tiraría del vestido y la rotura se haría mayor.
17 Y nadie echa vino nuevo en recipientes de cuero viejos, porque si lo hacen, se reventarán los cueros, el vino se desparramará y los recipientes se estropearán. El vino nuevo se echa en cueros nuevos, y así se conservan bien el vino y los recipientes.»
Jesús resucita a una niña y cura a una mujer enferma
18 Mientras Jesús hablaba, llegó un jefe de los judíos, se postró delante de él y le dijo: «Mi hija acaba de morir, pero ven, pon tu mano sobre ella, y vivirá.»
19 Jesús se levantó y lo siguió junto con sus discípulos.
20 Mientras iba de camino, una mujer que desde hacía doce años padecía hemorragias, se acercó por detrás y tocó el fleco de su manto.
21 Pues ella pensaba: «Con sólo tocar su manto, me salvaré.»
22 Jesús se dio vuelta y, al verla, le dijo: «Animo, hija; tu fe te ha salvado.» Y desde aquel momento, la mujer quedó sana.
23 Al llegar Jesús a la casa del jefe, vio a los flautistas y el alboroto de la gente.
24 Entonces les dijo: «Váyanse, la niña no ha muerto sino que está dormida.» Ellos se burlaban de él.
25 Después que echaron a toda la gente, Jesús entró, tomó a la niña por la mano, y la niña se levantó.
26 El hecho se divulgó por toda aquella región.
Otras curaciones
27 Al retirarse Jesús de allí, lo siguieron dos ciegos que gritaban: «¡Hijo de David, ten compasión de nosotros!»
28 Cuando Jesús estuvo en casa, los ciegos se le acercaron, y Jesús les preguntó: «¿Creen que puedo hacer esto?» Contestaron: «Sí, Señor.»
29 Entonces Jesús les tocó los ojos, diciendo: «Hágase así, tal como han creído». Y sus ojos vieron.
30 Después les ordenó severamente: «Cuiden de que nadie lo sepa.»
31 Pero ellos, en cuanto se fueron, lo publicaron por toda la región.
32 Apenas se fueron los ciegos, le trajeron a uno que tenía un demonio y no podía hablar.
33 Jesús echó al demonio, y el mudo empezó a hablar. La gente quedó maravillada y todos decían: «Jamás se ha visto cosa igual en Israel.»
34 En cambio, los fariseos comentaban: «Este echa a los demonios con la ayuda del príncipe de los demonios.»

SEGUNDA ETAPA (9,35—12,50) LA BUENA NUEVA NO ES RECIBIDA
JESÚS ENSEÑA Y SANA, ENCOMIENDA LA MISMA MISIÓN AL GRUPO DE LOS DOCE.
EN EL CENTRO DEL DISCURSO MISIONERO JESÚS SE IDENTIFICA CON SUS DISCÍPULOS: QUIEN LOS RECIBE, A ÉL LO RECIBE.
JESÚS ENFRENTA LA INCREDULIDAD. A JUAN BAUTISTA LE RECUERDA SU MISIÓN. DENUNCIA LA CEGUEDAD DE LAS CIUDADES QUE NO CREYERON. CHOCA CON EL LEGALISMO DE LOS FARISEOS. ANUNCIA SU MUERTE (12,40) Y EL JUICIO DE ESA GENERACIÓN. RENUNCIA A SU FAMILIA CARNAL A FAVOR DE LA FAMILIA ESPIRITUAL QUE FORMAN SUS DISCÍPULOS.

35 Jesús recorría todas las ciudades y pueblos; enseñaba en sus sinagogas, proclamaba la Buena Nueva del Reino y curaba todas las dolencias y enfermedades.
36 Al contemplar aquel gran gentío, Jesús sintió compasión, porque estaban decaídos y desanimados, como ovejas sin pastor.
37 Y dijo a sus discípulos: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos.
38 Rueguen, pues, al dueño de la cosecha que envíe trabajadores a recoger su cosecha.»

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Comentarios Evangelio según Mateo, capítulo 9
9,1   Véase el comentario de Mc 2,1 y de Lc 5,17.
El Hijo del Hombre: véase en Mc 8,31.
9,8   Alabó a Dios por haber dado tal poder a los hombres. Esta frase es un poco oscura. La muchedumbre se asombra al ver cómo el poder salvador de Dios se ha manifestado entre los hombres y por medio de un hombre, Jesús. Pero Mateo no quiere separar a Cristo de la Iglesia: toda comunidad cristiana recibe dones de Dios para sanar y para reconciliar.
Los ministros de la Iglesia tienen autoridad para perdonar, pero la gracia de Dios pasa también por muchos otros canales (1Cor 5,3-5; 2Cor 2,5-11). Aceptando humildemente la corrección fraterna, con el perdón mutuo que se dan los esposos, Cristo es el que perdona, y lo perdonado en la tierra es perdonado en el cielo (ver Mt 18,18).
9,9   Ver el comentario de Mc 2,13. Eran llamados pecadores los que no observaban la Ley de Moisés y los que cooperaban con las autoridades extranjeras (como los cobradores de impuestos).
9,15  El novio. El pueblo de Dios era la novia, y Yavé estaba para venir como el esposo. Está claro que Jesús era muy consciente de ser Dios-Hijo venido a los hombres.
9,18   Véase el comentario de Mc 5,21.
9,27   ¿Será una repetición de Mt 20,29?
9,35   Este párrafo quiere transmitir la imagen que podía sacarse de la predicación y de los milagros de Jesús. A pesar de que la imagen no garantiza la precisión de una foto y algunos detalles pueden haber sido amplificados, muchas veces sin embargo revela mejor el sentido de los acontecimientos.
Cada vez que se han presentado profetas y grandes apóstoles, la predicación del Evangelio ha sido “palabra y fuerza”, acompañada de milagros (1Tes 1,5).
Esto se debe a que el Evangelio es el anuncio de tiempos nuevos y definitivos en los que Dios está en medio de los suyos y es difícil lanzar tal mensaje sin que la gente vea algo que lo acompaña. La salvación de Dios es una obra mucho más vasta, larga y profunda que millares de curaciones, pero es necesario que los oyentes vean inmediatamente algunas señales de ella.
9,36  Estaban como ovejas sin pastor. Véanse Núm 27,17; Ez 34,5; Za 10,2; Jn 4,35; Mc 6,34; y Lc 10,2.
9,38  Rueguen, dice Jesús. Toda comunidad cristiana pide a Dios, y el Espíritu hace surgir en ella los carismas y los ministros que necesita para dirigirla y darle la Palabra y la Eucaristía –con tal que no las paralicen la falta de fervor o las prácticas contrarias a la vida–, pero se necesitan otras vocaciones para los que estarán a cargo de la misión, que son y serán siempre poco numerosos, especialmente los que se dediquen a evangelizar y edificar la Iglesia entre los pobres.
Evangelio según Mateo (Mt) Capítulo 10
Los doce apóstoles
1 Jesús llamó a sus doce discípulos y les dio poder sobre los espíritus impuros para expulsarlos y para curar toda clase de enfermedades y dolencias.
2 Estos son los nombres de los doce apóstoles: el primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago, hijo de Zebedeo, y su hermano Juan;
3 Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el recaudador de impuestos; Santiago, el hijo de Alfeo, y Tadeo;
4 Simón, el cananeo y Judas Iscariote, el que lo traicionaría.
Jesús envía a los primeros misioneros
5 A estos Doce Jesús los envió a misionar, con las instrucciones siguientes: «No vayan a tierras de paganos ni entren en pueblos de samaritanos.
6 Diríjanse más bien a las ovejas perdidas del pueblo de Israel.
7 A lo largo del camino proclamen: ¡El Reino de los Cielos está ahora cerca!
8 Sanen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos y echen los demonios. Ustedes lo recibieron sin pagar, denlo sin cobrar.
9 No lleven oro, plata o monedas en el cinturón.
10 Nada de provisiones para el viaje, o vestidos de repuesto; no lleven bastón ni sandalias, porque el que trabaja se merece el alimento.
11 En todo pueblo o aldea en que entren, busquen alguna persona que valga, y quédense en su casa hasta que se vayan.
12 Al entrar en la casa, deséenle la paz.
13 Si esta familia la merece, recibirá vuestra paz; y si no la merece, la bendición volverá a ustedes.
14 Y si en algún lugar no los reciben ni escuchan sus palabras, salgan de esa familia o de esa ciudad, sacudiendo el polvo de los pies.
15 Yo les aseguro que esa ciudad, en el día del juicio, será tratada con mayor rigor que Sodoma y Gomorra.
16 Miren que los envío como ovejas en medio de lobos: sean, pues, precavidos como la serpiente, pero sencillos como la paloma.
Los testigos de Jesús serán perseguidos
17 ¡Cuídense de los hombres! A ustedes los arrastrarán ante sus consejos, y los azotarán en sus sinagogas.
18 Ustedes incluso serán llevados ante gobernantes y reyes por causa mía, y tendrán que dar testimonio ante ellos y los pueblos paganos.
19 Cuando sean arrestados, no se preocupen por lo que van a decir, ni cómo han de hablar. Llegado ese momento, se les comunicará lo que tengan que decir.
20 Pues no serán ustedes los que hablarán, sino el Espíritu de su Padre el que hablará en ustedes.
21 Un hermano denunciará a su hermano para que lo maten, y el padre a su hijo, y los hijos se sublevarán contra sus padres y los matarán.
22 Ustedes serán odiados por todos por causa mía, pero el que se mantenga firme hasta el fin se salvará.
23 Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra. En verdad les digo: no terminarán de recorrer todas las ciudades de Israel antes de que venga el Hijo del Hombre.
24 El discípulo no está por encima de su maestro, ni el sirviente por encima de su patrón.
25 Ya es mucho si el discípulo llega a ser como su maestro y el sirviente como su patrón. Si al dueño de casa lo han llamado demonio, ¡qué no dirán de los demás de la familia!
26 Pero no les tengan miedo. Nada hay oculto que no llegue a ser descubierto, ni nada secreto que no llegue a saberse.
27 Lo que yo les digo en la oscuridad, repítanlo ustedes a la luz, y lo que les digo en privado, proclámenlo desde las azo teas.
28 No teman a los que sólo pueden matar el cuerpo, pero no el alma; teman más bien al que puede destruir alma y cuerpo en el infierno.
29 ¿Acaso un par de pajaritos no se venden por unos centavos? Pero ni uno de ellos cae en tierra sin que lo permita vuestro Padre.
30 En cuanto a ustedes, hasta sus cabellos están todos contados.
31 ¿No valen ustedes más que muchos pajaritos? Por lo tanto no tengan miedo.
32 Al que se ponga de mi parte ante los hombres, yo me pondré de su parte ante mi Padre de los Cielos.
33 Y al que me niegue ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre que está en los Cielos.
34 No piensen que he venido a traer paz a la tierra; no he venido a traer paz, sino espada.
35 Pues he venido a enfrentar al hombre contra su padre, a la hija contra su madre y a la nuera contra su suegra.
36 Cada cual verá a sus familiares volverse enemigos.
37 El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí.
38 El que no carga con su cruz y viene detrás de mí, no es digno de mí.
39 El que antepone a todo su propia vida, la perderá, y el que sacrifique su vida por mi causa, la hallará.
40 El que los recibe a ustedes, a mí me recibe, y el que me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado. El que recibe a un profeta porque es profeta, recibirá recompensa digna de un profeta.
41 El que recibe a un hombre justo por ser justo, recibirá la recompensa que corresponde a un justo.
42 Asimismo, el que dé un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, porque es discípulo, no quedará sin recompensa: soy yo quien se lo digo.»

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Comentarios Evangelio según Mateo, capítulo 10
10,1   Hasta ese momento Jesús tomaba la palabra en las sinagogas cercanas a Cafarnaúm. Pero ahora Jesús es conocido, lo siguen discípulos y empieza a mover muchedumbres.
Este es el momento en que Jesús constituye el grupo de los Doce. Los necesita para organizar sus reuniones, para transmitir sus enseñanzas, para multiplicar los signos milagrosos que realiza en los enfermos.
Jesús ya está proyectando su Iglesia y quiere darle una cabeza: ésta será el grupo de los apóstoles, que serán algún día sus testigos, y para este fin les enseña una foma de vivir y de convivir que servirá de modelo a la Iglesia.
Llamó a los que él quiso (véase Mc 3,13 y Jn 15,16). Éstos a su vez llamarán a otros. En la Iglesia todos son llamados a realizar un trabajo apostólico, pero nadie puede ser apóstol, es decir un testigo oficial de Cristo, si no es llamado.
Respecto de estos Doce, véase el comentario de Mc 3,13.
10,5   Mateo fue preparando este tercer “discurso de Jesús” desde el párrafo que empieza en 9,35. Jesús, que ha comenzado la misión, forma y envía a los misioneros. He aquí dos palabras que señalan lo mismo: Apóstol quiere decir “enviado” y misión “envío”.
El Padre ha enviado a su Hijo a la tierra y el Hijo a su vez envía a sus apóstoles. El Padre envía a los mensajeros de su palabra, pero también envía su Espíritu para que toque el corazón y el espíritu de los que escuchan. Los sucesores de los apóstoles serán, como ellos, misioneros.
Este nuevo capítulo habla de la misión, que es la preocupación principal de la comunidad cristiana. En la primera parte (5-16) Jesús se dirige a los primeros misioneros de Galilea. En la segunda (17-42) Mateo reúne palabras que Jesús pronunció en circunstancias muy diversas y las adapta a sus lectores en el preciso momento en que la Iglesia empezaba a ser perseguida en el mundo greco-romano.
Véanse los comentarios de Mc 6,7 y Lc 10,1.
10,5  Jesús obedece al plan de salvación de su Padre, ya expresado en la Biblia: el Salvador debía reunir primero a las ovejas dispersas del pueblo de Israel; después llevaría la salvación a todas las naciones (Is 49,6; 60,1-10; Za 14,16; Mt 15,24).
10,9  Los mismos maestros de la Ley tenían la obligación de no cobrar por sus servicios y vi-vían de lo que les daban. Siendo un pueblo pobre, vivían a menudo en gran pobreza. La pobreza tan grande de Jesús y los suyos (Mt 8,20) no parecía algo extraordinario. Pero Jesús insiste en no llevar provisiones como una manera de predicar con el ejemplo la confianza en el Padre: porque su Reino se ha acercado, y él cuida de sus mensajeros.
10,11  Se notará la preocupación por crear por todas partes centros, a partir de los cuales la palabra y el testimonio de una vida nueva conviertan al pueblo.
10,16  Aquí comienza la segunda parte del capítulo. Se trata de palabras que Jesús pronunció en diversas circunstancias y que se refieren en su totalidad a las persecuciones que aguardan a los portadores de la Palabra. Jesús llevó a cabo su misión en circunstancias difíciles, y nunca le faltaron las amenazas, incluso antes de los grandes enfrentamientos en Jerusalén. El evangelista, por su parte, se dirige a comunidades cristianas que a su vez han sido perseguidas en el me dio judío antes de serlo por el imperio romano.
10,17   Dar testimonio. En griego “testigo” se dice mártir. Algunos de esos mártires fueron glorificados inmediatamente, pero la mayor parte permaneció desconocida. A menudo fueron desfigurados por las calumnias (5,11; Lc 21,17), lo que permitió aislarlos incluso de la comunidad cristiana, y luego eliminarlos.
En algunos casos fueron masacradas comunidades enteras, como en tiempos del Imperio romano, o más cerca de nosotros, como ocurrió con los armenios. Hoy en día los cristianos son perseguidos en muchos países sin que la prensa, sometida a grupos de inmenso poder político y económico, hable de ello.
Hay que recordar que ser mártir es una gracia y que no se concede a todos. Muchos esta-rían dispuestos a dar su vida por Cristo, pero frente a determinadas situaciones de violencia o de corrupción, no ven la necesidad de hacer un escándalo y se someten para evitar lo peor. Otros, en cambio, comprenden que Dios les pide que den un testimonio (18) de esa Buena Nueva en la que creen y que es lo contrario de lo que se les impone; al hacer esto se exponen a las medidas de represión por medio de las cuales se defiende la sociedad.
Jesús dirá que no es necesario buscar la muerte (23), pero sostiene que la persecución y los procesos a sus testigos harán que la evangelización avance (18). Pablo recibirá la misma certidumbre (He 27,24; Ef 6,19). El Apocalipsis irá más lejos aún al afirmar que la muerte de los testigos hace progresar la Historia sagrada.
En realidad Jesús no habla únicamente de los que son masacrados. Muchos más numerosos, y sin duda mucho más cerca de nosotros, están los que han tenido que vencer el miedo (26; 28; 30) para ser sus testigos en las calles, en las escuelas y en los lugares de reunión de ese mundo pervertido y malvado (Gál 1,4; Fil 2,15).
10,19  Los testigos de Jesús no trabajan por cuenta propia y se identifican mejor con él cuando son perseguidos y enjuiciados. Por otra parte la preocupación por preparar su defensa sólo puede paralizar la libertad del Espíritu y quitarles la paz.
10,23   Esta sentencia se ubicaría mejor en la primera parte del discurso, con ocasión de la misión en Galilea. Aquí Mateo la refiere a los futuros misioneros, dándole otro significado: aunque los evangelistas sean expulsados de uno u otro lugar, no les faltará trabajo hasta la venida del Señor.
10,28   Jesús ya había dicho no teman, cuando invitaba a no buscar la seguridad en el dinero. Ahora añade: “Si ustedes no pueden abandonar sus temores, piensen dónde está la mayor amenaza, con Dios o con los hombres”.
En realidad Dios no amenaza con “echarnos al infierno”; más bien recuerda que perderlo a él es perdernos a nosotros mismos.
El alma. Mateo da a esta palabra un sentido diferente del que tenía en la cultura hebrea, en la que se identificaba con la vida. En esta sentencia el alma indica, como para nosotros habitualmente, lo más personal del hombre, lo que no muere ni termina con la muerte.
10,32   Al que se ponga de mi parte. Después de recalcar el poder soberano de su Padre, Jesús se eleva al mismo nivel: él decidirá nuestra suerte eterna.
10,34   No piensen que he venido a traer la paz. La paz del creyente nace de la certeza de que es amado por Dios: así lo dicen los ángeles en Belén (Lc 2,14). La paz del mundo, en cambio, encubre habitualmente un orden injusto impuesto por el más fuerte o una mediocridad compartida. Y el Evangelio la pone en tela de juicio.
10,36  En muchos países se ha perseguido el cristianismo porque ponía la ley divina por encima de la autoridad política o de los padres, considerada entonces como la autoridad suprema.
10,37  De alguna manera declara Jesús su divinidad cuando pide que se le prefiera a él antes que a aquellos que más se ama. Pero ese sacrificio no es para nosotros una pérdida, sino muy por el contrario, una verdadera ganancia, porque nos liberamos y conquistamos así nuestra propia persona.
Desde Jesús podemos volver a entender los lazos familiares que en muchas oportunidades nos han mantenido en una común medio cri dad. Tal vez ha llegado el momento de romper un cierto número de esas costumbres, para mirar con nuevos ojos a los que amamos y así comenzar a amarlos verdaderamente, y no como aman los pajaritos a su madre.
Evangelio según Mateo (Mt) Capítulo 11
Jesús y Juan Bautista
1 Cuando Jesús terminó de dar estas instrucciones a sus doce discípulos, se fue de allí para predicar y enseñar en las ciudades judías.
2 Juan, que estaba en la cárcel, oyó hablar de las obras de Cristo, por lo que envió a sus discípulos
3 a preguntarle: «¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?»
4 Jesús les contestó: «Vayan y cuéntenle a Juan lo que ustedes están viendo y oyendo:
5 los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, y una Buena Nueva llega a los pobres.
6 ¡Y dichoso aquél para quien yo no sea motivo de escándalo!»
7 Una vez que se fueron los mensajeros, Jesús comenzó a hablar de Juan a la gente: «Cuando ustedes fueron al desierto, ¿qué iban a ver? ¿Una caña agitada por el viento?
8 ¿Qué iban ustedes a ver? ¿Un hombre con ropas finas? Los que visten ropas finas viven en palacios.
9 Entonces, ¿qué fueron a ver? ¿A un profeta? Eso sí y, créanme, más que un profeta.
10 A éste se refiere el texto de la Escritura: Yo voy a enviar mi mensajero delante de ti, para que te preceda abriéndote el camino.
11 Yo se lo digo: de entre los hijos de mujer no se ha manifestado uno más grande que Juan Bautista, y sin embargo el más pequeño en el Reino de los Cielos es más que él.
12 Desde los días de Juan Bautista hasta ahora el Reino de Dios es cosa que se conquista, y los más decididos son los que se adueñan de él.
13 Hasta Juan, todos los profetas y la Ley misma se quedaron en la profecía.
14 Pero, si ustedes aceptan su mensaje, Juan es este Elías que había de venir.
15 El que tenga oídos para oír, que lo escuche.
16 ¿Con quién puedo comparar a la gente de hoy? Son como niños sentados en la plaza, que se quejan unos de otros:
17 Les tocamos la flauta y ustedes no han bailado; les cantamos canciones tristes y no han querido llorar.
18 Porque vino Juan, que no comía ni bebía, y dijeron:
19 Está endemoniado. Luego vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: Es un comilón y un borracho, amigo de cobradores de impuestos y de pecadores. Con todo, se comprobará que la Sabiduría de Dios no se equivoca en sus obras.»
20 Entonces Jesús comenzó a reprochar a las ciudades en que había realizado la mayor parte de sus milagros, porque no se habían arrepentido:
21 «¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y Sidón se hubiesen hecho los milagros que se han realizado en ustedes, seguramente se habrían arrepentido, poniéndose vestidos de penitencia y cubriéndose de ceniza.
22 Yo se lo digo: Tiro y Sidón serán tratadas con menos rigor que ustedes en el día del juicio.
23 Y tú, Cafarnaúm, ¿subirás hasta el cielo? No, bajarás donde los muertos. Porque si los milagros que se han realizado en ti, se hubieran hecho en Sodoma, todavía hoy existiría Sodoma.
24 Por eso les digo que, en el día del Juicio, Sodoma será tratada con menos rigor que ustedes.»
Carguen con mi yugo
25 En aquella ocasión Jesús exclamó: «Yo te alabo, Padre, Señor del Cielo y de la tierra, porque has mantenido ocultas estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, pues así fue de tu agrado.
26 Mi Padre ha puesto todas las cosas en mis manos.
27 Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquellos a quienes el Hijo se lo quiera dar a conocer.
28 Vengan a mí los que van cansados, llevando pesadas cargas, y yo los aliviaré.
29 Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy paciente y humilde de corazón, y sus almas encontrarán descanso.
30 Pues mi yugo es suave y mi carga liviana.»

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Comentarios Evangelio según Mateo, capítulo 11
11,1   Véase el comentario de Lc 7,18.
Jesús ha enviado a los primeros misioneros; para Mateo es el momento de mostrar cómo llega el Reino cuya venida han proclamado. La visita de los discípulos de Juan será la ocasión para precisar lo que Jesús trae y lo que no hay que esperar de él.
El párrafo que sigue en 11,25, nos mostrará a su manera que todo lo importante del Reino está en la persona misma de Jesús.
11,5  Lo que Jesús proclama a sus contemporáneos es el Evangelio (o Buena Noticia), porque es un mensaje inesperado que trae a todo hombre esperanza y dignidad. Este texto debe leerse con Lc 1,52; 4,18; 6,20; 10,23.
Los fariseos ya consideraban que era su deber enseñar la religión al pueblo ignorante. Jesús en cambio envía a sus apóstoles, pobres en medio de pobres, para anunciar a los más necesitados que Dios ha llegado a ellos y para ayudarles a descubrir la presencia y la actuación de Dios, primero entre ellos mismos. Es entre ellos y a partir de ellos que tendrán lugar experiencias decisivas, llamadas a renovar el mundo y la vida de fe, tanto de los grandes como de los pequeños.
11,11  Debido a esas palabras muchos han afirmado que ningún santo es más grande que Juan; felizmente para estos comentaristas estaba la palabra hijos, en masculino, lo que dejaba libre el primer lugar para María. No se ha manifestado indica que se trata de una misión pública y que no hay profeta más grande que Juan; y el contexto muestra que las palabras más grande significan que su misión es más actualizada y más próxima a los tiempos del Mesías.
El más pequeño de los discípulos de Jesús tiene la ventaja de haber llegado en el tiempo de la revelación definitiva. No es mejor que Juan sino que Jesús es más que Juan.
11,12  Los cuatro versículos que siguen pueden desconcertar a quienes prefieren las cosas prácticas; sin embargo explican de qué modo el Evangelio se sitúa con respecto al judaísmo y a otras religiones.
En primer lugar, es algo que se conquista. Quienes prefieren las cosas sencillas y fáciles, no demasiado costosas, se desalentarán pronto, porque ciertas afirmaciones del Evangelio son o parecen contrarias a la experiencia más común. Jesús dirá en otro lugar que nadie llega a él sin que Dios lo haya conducido, pero está claro que Dios sólo guía a los que toman la verdad en serio.
Y en segundo lugar, porque hasta la venida de Jesús sólo se podía profetizar, o sea que algunos acontecimientos y determinadas personas hacían esperar o adivinar lo que sería una vida según el Espíritu, y cuál sería el fin de la humanidad.
11,21  Corozaín y Betsaida. Estas dos ciudades tenían escuelas superiores de religión, pero no habían acogido el Evangelio. Tiro y Sidón eran dos ciudades paganas maldecidas por los profetas y luego destruidas (Is 23,1-12; Jer 47,4).
11,25   Este texto es una revelación de cómo es Dios y quién es Dios, y nos lleva mucho más allá de los “tal vez” filosóficos. Dios renegaría de sí mismo si se pudiera descubrir al cabo de una argumentación. Si es Dios Amor y si está en su naturaleza inclinarse hacia lo que es pequeño, habrá que buscar en esa dirección. Él se manifiesta gustoso en la experiencia común de la gente pequeña.
Estas palabras no pretenden condenar a los sabios y entendidos: con frecuencia Dios se ha buscado servidores y amigos en medios que habían heredado grandes riquezas humanas; sin embargo el conocimiento y la ciencia sin un de terminado grado de humildad difícilmente con ducen a lo esencial. Había entonces en Pa-les tina algunos sabios y muchos medio sabios, pero no abundaban entre los discípulos de Jesús.
Mi Padre ha puesto todo en mis manos. No se debe leer o decir esto demasiado rápido: ¿cuál será nuestra visión del mundo sabiendo que el universo, nuestra civilización planetaria y nuestra jornada diaria sólo tienen sentido “en” el Hijo que se hizo Jesús?
11,29  La humildad de Jesús nos revela la de Dios mismo que nunca trata de rebajarnos o intimidarnos, sino que por el contrario quiere elevarnos hacia él. Véase Lc 10,21.
De este versículo hay dos traducciones posibles:
Aprendan de mí porque soy humilde de corazón: sean mis discípulos porque yo soy un buen maestro.
Aprendan de mí que soy humilde de corazón: Jesús se pone como ejemplo.
Vengan a mí. No les quitaré la carga, sino que, al imponerles mi yugo, les daré el medio de llevar su carga. Jesús juega con las palabras yugo y carga, ya que los judíos solían llamar carga a la enseñanza divina que se transmite a los alumnos, y yugo a la repetición rítmica de las sentencias del maestro, que memorizaban.
Jesús nos hace descubrir tanto en la vida y en las propias cruces como en las exigencias de la Ley la misericordia de Dios. Sólo Dios es bueno, y buena es la autoridad de Cristo.
Evangelio según Mateo (Mt) Capítulo 12
Jesús, Señor del sábado
1 En cierta ocasión pasaba Jesús por unos campos de trigo, y era un día sábado. Sus discípulos, que tenían hambre, comenzaron a desgranar espigas y a comerse el grano.
2 Al advertirlo unos fariseos, dijeron a Jesús: «Tus discípulos están haciendo lo que está prohibido hacer en día sábado.»
3 Jesús les contestó: «¿No han leído lo que hizo David un día que tenía hambre, él y su gente?
4 Pues entró en la casa de Dios y comieron los panes presentados, que les estaban prohibidos tanto a él como a sus compañeros, pues están reservados a los sacerdotes.
5 ¿No han leído en la Ley que los sacerdotes en el Templo no observan el descanso, y no hay culpa en eso?
6 Yo se lo digo: ustedes tienen aquí algo más que el Templo.
7 Y si ustedes entendieran estas palabras: Quiero misericordia, no sacrificios, ustedes no condenarían a quienes están sin culpa.
8 Además, el Hijo del Hombre es Señor del sábado.»
9 Saliendo de aquel lugar, Jesús entró en una sinagoga de los judíos.
10 Se encontraba allí un hombre que tenía una mano paralizada. Le preguntaron a Jesús, con intención de acusarlo después: «¿Está permitido hacer curaciones en día sábado?»
11 Jesús les dijo: «Si alguno de ustedes tiene una sola oveja y se le cae a un barranco en día sábado, ¿no irá a sacarla?
12 ¡Pues un ser humano vale mucho más que una oveja! Por lo tanto, está permitido hacer el bien en día sábado.»
13 Dijo entonces al enfermo: «Extiende tu mano.» La extendió y le quedó tan sana como la otra.
14 Al salir, los fariseos planearon la manera de acabar con él.
15 Jesús lo supo y se alejó de allí, pero muchas personas lo siguieron, y él sanó a cuantos estaban enfermos.
16 Pero les pedía insistentemente que no hablaran de él.
17 Así debían cumplirse las palabras del profeta Isaías:
18 Viene mi siervo, mi elegido, el Amado, en quien me he complacido. Pondré mi Espíritu sobre él, para que anuncie mis juicios a las naciones.
19 No discutirá, ni gritará, ni se oirá su voz en las plazas.
20 No quebrará la caña resquebrajada ni apagará la mecha que todavía humea, hasta que haga triunfar la justicia.
21 Las naciones pondrán su esperanza en su Nombre.
El pecado que no será perdonado
22 Algunos le trajeron un endemoniado que era ciego y mudo. Jesús lo sanó, de modo que pudo ver y hablar.
23 Ante esto, toda la gente quedó asombrada y preguntaban: «¿No será éste el hijo de David?»
24 Lo oyeron los fariseos y respondieron: «¡Este expulsa los demonios por obra de Beelzebul, príncipe de los demonios!»
25 Jesús sabía lo que estaban pensando, y les dijo: «Todo reino que se divide, corre a la ruina; no hay ciudad o familia que pueda durar con luchas internas.
26 Si Satanás expulsa a Satanás, está dividido; ¿cómo podrá mantenerse su reino?
27 Y si Beelzebul me ayuda a echar los demonios, ¿quién ayuda a la gente de ustedes cuando los echan? Ellos mismos les darán la respuesta.
28 Pero si el Espíritu de Dios es el que me permite echar a los demonios, entiendan que el Reino de Dios ha llegado a ustedes.
29 ¿Quién entrará en la casa del Fuerte y le robará sus cosas, sino el que pueda amarrar al Fuerte? Sólo entonces le saqueará la casa.
30 El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.
31 Por eso yo les digo: Se perdonará a los hombres cualquier pecado y cualquier insulto contra Dios. Pero calumniar al Espíritu Santo es cosa que no tendrá perdón.
32 Al que calumnie al Hijo del Hombre se le perdonará; pero al que calumnie al Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el otro.
33 Planten ustedes un árbol bueno, y su fruto será bueno; planten un árbol dañado, y su fruto será malo. Porque el árbol se conoce por sus frutos.
34 Raza de víboras, si ustedes son tan malos, ¿cómo pueden decir algo bueno? La boca siempre habla de lo que está lleno el corazón.
35 El hombre bueno saca cosas buenas del bien que guarda dentro, y el que es malo, de su mal acumulado saca cosas malas.
36 Yo les digo que, en el día del juicio, los hombres tendrán que dar cuenta hasta de cualquier palabra difamatoria.
37 Tus propias palabras te justificarán, y son tus palabras también las que te harán condenar.»
Jesús critica a los de su generación
38 Entonces algunos maestros de la Ley y fariseos le dijeron: «Maestro, queremos verte hacer un milagro.»
39 Pero él contestó: «Esta raza perversa y adúltera pide una señal, pero solamente se le dará la señal del profeta Jonás.
40 Porque del mismo modo que Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del gran pez, así también el Hijo del Hombre estará tres días y tres noches en el seno de la tierra.
41 Los hombres de Nínive resucitarán en el día del juicio junto con esta generación y la condenarán, porque ellos cambiaron su conducta ante la predicación de Jonás, y aquí ustedes tienen mucho más que Jonás.
42 La reina del Sur resucitará en el día del juicio junto con los hombres de hoy y los condenará, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí ustedes tienen mucho más que Salomón.
43 Cuando el espíritu malo sale del hombre, empieza a recorrer lugares áridos, buscando un sitio de descanso, y no lo encuentra.
44 Entonces se dice: Volveré a mi casa de donde salí. Al llegar la encuentra desocupada, bien barrida y ordenada.
45 Se va, entonces, y regresa con otros siete espíritus peores que él, entran y se quedan allí. La nueva condición de la persona es peor que la primera, y esto es lo que le va a pasar a esta generación perversa.»
46 Mientras Jesús estaba todavía hablando a la muchedumbre, su madre y sus hermanos estaban de pie afuera, pues querían hablar con él.
47 Alguien le dijo: «Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren hablar contigo.»
48 Pero Jesús dijo al que le daba el recado: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?»
49 E indicando con la mano a sus discípulos, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos.
50 Tomen a cualquiera que cumpla la voluntad de mi Padre de los Cielos, y ése es para mí un hermano, una hermana o una madre.»

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Comentarios Evangelio según Mateo, capítulo 12
12,1   Conflictos de Jesús con los fariseos con relación al sábado: véase el comentario de Mc 2,23 y Lc 6,1.
¿Por qué el Evangelio insiste en esos conflictos? Tal vez porque las obligaciones religiosas de los judíos eran muy pesadas en tiempos de Jesús y no ayudaban a los creyentes a que descubrieran a Dios. Tal vez porque los nuevos cristianos se habían creado rápidamente otras leyes a las que otorgaban una importancia exagerada.
Si Jesús violó deliberadamente la más sagrada de las leyes dadas por Dios a Moisés, ¿qué se puede pensar de nuestras leyes eclesiásticas, que no están garantizadas por la Palabra de Dios? En nombre de leyes propias de un contexto que no era el nuestro, se ha llegado a veces a paralizar la vida de la Iglesia, y muchos han preferido no ver cómo pueblos enteros se buscaban en nuevas iglesias las comunidades y los pastores de que carecían.
12,22   Véase el comentario en Mc 3,22.
El evangelio deja adivinar dónde están los verdaderos esclavos del demonio. Aquellos poseídos por el demonio son menos numerosos que los propagadores de rumores y calumnias que se adueñan de los medios de comunicación social. Es aquí dónde se deben buscar los pecados imperdonables.
Está claro que el Beelzebul –era el nombre de una vieja divinidad filistea que ahora designaba al demonio– no dominaba menos a los calumniadores que al hombre mudo y ciego.
12,27  La gente de ustedes. Jesús se refiere a los exorcistas judíos que también echaban demonios con fórmulas y oraciones, como sucede en He 19,13.
12,28  El “más fuerte” es Jesús. En vano nos esforzaremos por echar a los demonios, ya sea que se escondan en un convento, o que se hayan instalado en internet o en alguna mafia, si no se cuenta con una fuerza espiritual. Los apóstoles se maravillan al ver como son expulsados los demonios mediante la invocación del Nombre de Jesús (Lc 10,17).
12,31  Calumniar al Espíritu Santo: se trata del que atribuye al Maligno las actuaciones del Espíritu Santo, como vemos en Mc 3,30.
12,32  Ni en esta vida ni en la otra. Esta expresión judía significa que el pecado es imperdonable delante de Dios y delante de los hombres. ¿Cómo podrá ser perdonado quien se niega a reconocer al Espíritu portador de la misericordia?
12,33  Es otra aplicación de la sentencia ya leída en 7,16. Aquí se trata de las acusaciones de los fariseos contra Jesús: si lo calumnian es porque tienen un corazón malintencionado.
12,37  A lo largo de la vida nos hemos ido construyendo una filosofía práctica y una visión de la existencia. Basándonos en ellas juzgamos todo lo que en los demás se aleja de nuestras propias elecciones. Esas palabras, con las que nos justificamos a nosotros mismos y condenamos a los demás, serán las que nos merecerán una condenación.
12,38   Jesús no hizo milagros aquel día porque aquellos especialistas de la religión le pedían cuentas en vez de escucharlo.
12,39  Adúltera: es un modismo de la Biblia para decir: infiel a su Dios. Son los que, después de haber hecho una alianza con Dios, lo abandonan para darse a otros amos o amas. Muy pocos judíos tenían entonces dioses extranjeros, pero sabían, igual que nosotros, convertirse en esclavos de lo que no es Dios.
La señal de Jonás. No se les darán las señales imponentes que se esperaban para el tiempo del Mesías. El Hijo del Hombre es el que pasará a ser una señal, para Israel primero, y también para todas las naciones (Lc 2,32-34), igual que Jonás fue señal para los paganos de Nínive. Todos deberán reconocer la mano de Dios en su persona, en su predicación, en su rechazo y en su resurrección.
Encontramos en Lc 11,30 una interpretación diferente de la señal de Jonás.
12,41  Los hombres de Nínive: véase Jonás 3,5.
12,42  La reina del sur: véase 1Re 10.
12,43  Lo del espíritu malo se refiere a los contemporáneos de Jesús. Oyeron el llamado de Juan Bautista y por un tiempo cambiaron su conducta, pero no hicieron la experiencia de Dios ni descubrieron la fuerza interior que les hubiera permitido seguir adelante. Volverán a sus errores.
12,46   Su madre y sus hermanos. Si se tratara de verdaderos hermanos de Jesús, el evangelio diría: “Su madre y los hijos de su madre”, ya que esa era la forma hebrea de expresarse cuando se nombraban juntos a la madre y a sus hijos. Véase al respecto la nota de Mc 3,31.
Evangelio según Mateo (Mt) Capítulo 13
TERCERA ETAPA (13,1—17,27) LOS OJOS DE LOS DOCE SE ABREN, JESÚS LES CONFÍA SU IGLESIA
– EL DISCURSO EN PARÁBOLAS: LA MUCHEDUMBRE VE SIN VER Y ESCUCHA SIN OÍR, MIENTRAS QUE A LOS DISCÍPULOS SE LES REVELAN COSAS QUE ESTABAN OCULTAS DESDE LA CREACIÓN DEL MUNDO (13,35).
– JESÚS ES RECHAZADO POR LA GENTE DE NAZARET, POR LOS FARISEOS, Y ES RECONOCIDO COMO HIJO DE DIOS POR LOS DOCE. PEDRO ES ASOCIADO TRES VECES ÍNTIMAMENTE: CAMINA SOBRE LAS AGUAS, PASA A SER LA PIEDRA DE FUNDACIÓN DE LA IGLESIA, ES DISPENSADO DE PAGAR EL IMPUESTO AL REY DEL CIELO (17,27). JESÚS ANUNCIA A LOS DOCE SU RESURRECCIÓN Y EL NACIMIENTO DE UN PUEBLO RENOVADO.
La parábola del sembrador
1 Ese día Jesús salió de casa y fue a sentarse a orillas del lago.
2 Pero la gente vino a él en tal cantidad, que subió a una barca y se sentó en ella, mientras toda la gente se quedó en la orilla.
3 Jesús les habló de muchas cosas, usando comparaciones o parábolas.
Les decía: «El sembrador salió a sembrar.
4 Y mientras sembraba, unos granos cayeron a lo largo del camino: vinieron las aves y se los comieron.
5 Otros cayeron en terreno pedregoso, con muy poca tierra, y brotaron en seguida, pues no había profundidad.
6 Pero apenas salió el sol, los quemó y, por falta de raíces, se secaron.
7 Otros cayeron en medio de cardos: éstos crecieron y los ahogaron.
8 Otros granos, finalmente, cayeron en buena tierra y produjeron cosecha, unos el ciento, otros el sesenta y otros el treinta por uno.
9 El que tenga oídos, que escuche.»
10 Los discípulos se acercaron y preguntaron a Jesús: «¿Por qué les hablas en parábolas?»
11 Jesús les respondió: «A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos, no.
12 Porque al que tiene se le dará más y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene.
13 Por eso les hablo en parábolas, porque miran, y no ven; oyen, pero no escuchan ni entienden.
14 En ellos se verifica la profecía de Isaías: Por más que oigan no entenderán, y por más que miren no verán.
15 Este es un pueblo de conciencia endurecida. Sus oídos no saben escuchar, sus ojos están cerrados. No quieren ver con sus ojos, ni oír con sus oídos y comprender con su corazón... Pero con eso habría conversión y yo los sanaría.
16 ¡Dichosos los ojos de ustedes, que ven!; ¡dichosos los oídos de ustedes, que oyen!
17 Yo se lo digo: muchos profetas y muchas personas santas ansiaron ver lo que ustedes están viendo, y no lo vieron; desearon oír lo que ustedes están oyendo, y no lo oyeron.
18 Escuchen ahora la parábola del sembrador:
19 Cuando uno oye la palabra del Reino y no la interioriza, viene el Maligno y le arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Ahí tienen lo que cayó a lo largo del camino.
20 La semilla que cayó en terreno pedregoso, es aquel que oye la Palabra y en seguida la recibe con alegría.
21 En él, sin embargo, no hay raíces, y no dura más que una temporada. Apenas sobreviene alguna contrariedad o persecución por causa de la Palabra, inmediatamente se viene abajo.
22 La semilla que cayó entre cardos, es aquel que oye la Palabra, pero luego las preocupaciones de esta vida y los encantos de las riquezas ahogan esta palabra, y al final no produce fruto.
23 La semilla que cayó en tierra buena, es aquel que oye la Palabra y la comprende. Este ciertamente dará fruto y producirá cien, sesenta o treinta veces más.»
El trigo y la hierba mala
24 Jesús les propuso otra parábola: «Aquí tienen una figura del Rei no de los Cielos. Un hombre sembró buena semilla en su campo,
25 pero mientras la gente estaba durmiendo, vino su enemigo y sembró cizaña en medio del trigo y se fue.
26 Cuando el trigo creció y empezó a echar espigas, apareció también la cizaña.
27 Entonces los servidores fueron a decirle al patrón: «Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, viene esa cizaña?»
28 Respondió el patrón: «Eso es obra de un enemigo.» Los obreros le preguntaron: «¿Quieres que arranquemos la cizaña?»
29 «No, dijo el patrón, pues al quitar la cizaña podrían arrancar también el trigo.
30 Déjenlos crecer juntos hasta la hora de la cosecha. Entonces diré a los segadores: Corten primero la cizaña, hagan fardos y arrójenlos al fuego. Después cosechen el trigo y guárdenlo en mis bodegas.»
El grano de mostaza
31 Jesús les propuso otra parábola: «Aquí tienen una figura del Reino de los Cielos: el grano de mostaza que un hombre tomó y sembró en su campo.
32 Es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece, se hace más grande que las plantas de huerto. Es como un árbol, de modo que las aves vienen a posarse en sus ramas.»
33 Jesús les contó otra parábola: «Aquí tienen otra figura del Reino de los Cielos: la levadura que toma una mujer y la introduce en tres medidas de harina. Al final, toda la masa fermenta.»
34 Todo esto lo contó Jesús al pueblo en parábolas. No les decía nada sin usar parábolas,
35 de manera que se cumplía lo dicho por el Profeta: Hablaré en parábolas, daré a conocer cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo.
36 Después Jesús despidió a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron y le dijeron: «Explícanos la parábola de las malas hierbas sembradas en el campo.»
37 Jesús les dijo: «El que siembra la semilla buena es el Hijo del Hombre.
38 El campo es el mundo. La buena semilla es la gente del Reino. La maleza es la gente del Maligno.
39 El enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.
40 Vean cómo se recoge la maleza y se quema: así sucederá al fin del mundo.
41 El Hijo del Hombre enviará a sus ángeles; éstos recogerán de su Reino todos los escándalos y también los que obraban el mal,
42 y los arrojarán en el horno ardiente. Allí no habrá más que llanto y rechinar de dientes.
43 Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. Quien tenga oídos, que entienda.
El tesoro, la perla y la red
44 El Reino de los Cielos es como un tesoro escondido en un campo. El hombre que lo descubre, lo vuelve a esconder; su alegría es tal, que va a vender todo lo que tiene y compra ese campo.
45 Aquí tienen otra figura del Reino de los Cielos: un comerciante que busca perlas finas.
46 Si llega a sus manos una perla de gran valor, se va, vende cuanto tiene y la compra.
47 Aquí tienen otra figura del Reino de los Cielos: una red que se ha echado al mar y que recoge peces de todas clases.
48 Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla, se sientan, escogen los peces buenos, los echan en canastos y tiran los que no sirven.
49 Así pasará al final de los tiempos: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los buenos
50 y los arrojarán al horno ardiente. Allí será el llorar y el rechinar de dientes.»
51 Preguntó Jesús: «¿Han entendido ustedes todas estas cosas?» Ellos le respondieron: «Sí.»
52 Entonces Jesús dijo: «Está bien: cuando un maestro en religión ha sido instruido sobre el Reino de los Cielos, se parece a un padre de familia que siempre saca de sus armarios cosas nuevas y viejas.»
53 Cuando Jesús terminó de decir estas parábolas, se fue de allí.
54 Un día se fue a su pueblo y enseñó a la gente en su sinagoga. Todos quedaban maravillados y se preguntaban: «¿De dónde le viene esa sabiduría? ¿Y de dónde esos milagros?
55 ¿No es éste el hijo del carpintero? ¡Pero si su madre es María, y sus hermanos son Santiago, y José, y Simón, y Judas!
56 Sus hermanas también están todas entre nosotros, ¿no es cierto? ¿De dónde, entonces, le viene todo eso?» Ellos se escandalizaban y no lo recono cían.
57 Entonces Jesús les dijo: «Si hay un lugar donde un profeta es despreciado, es en su patria y en su propia familia.»
58 Y como no creían en él, no hizo allí muchos milagros.

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Comentarios Evangelio según Mateo, capítulo 13
13,1   Comienza el tercer “discurso de Jesús” en el Evangelio de Mateo (véase la Introducción).
La barca es la de Simón Pedro (Lc 5,1) y la casa es también la suya (Mc 1,29; 2,1; 3,20). Jesús se dirige a la ribera de Cafarnaúm.
Jesús ha hecho proclamar por sus apóstoles la venida del Reino; se han visto sus primeras señales, curaciones y victorias sobre los demonios, pero no han estado ausentes tampoco las oposiciones, y da la impresión de que el conjunto del pueblo no se abre. ¿Qué pensar de ese “reino de Dios” que cambia tan poco la realidad? Mateo da respuesta en las siete parábolas que siguen.
13,3  La parábola es una comparación, ya sea que quepa en dos líneas o que relate una larga historia. No se trata de una explicación destinada a oyentes poco intelectuales, sino que quiere ayudar al oyente a que tome conciencia de su propia situación.
Para los oyentes de Jesús, el reino de Dios significaba ante todo una liberación de su pueblo oprimido, y querían que se pronunciara claramente sobre eso. Pero Jesús tan sólo podía hablar en parábolas a sus seguidores, ya que el Reino forma parte de esas realidades que no se pueden ver mientras no se crea en ellas. Jesús se referirá a él sólo a través de imágenes, y se podrán entender en la medida en que se tenga ya alguna experiencia de él.
Para esta parábola del Sembrador, que traza las grandes líneas de este capítulo, véase el comentario de Mc 4,1 y Lc 8,4.
Jesús, como el sembrador, vive para el futuro. Se ha lanzado a una empresa desesperada: salvar a su pueblo cuando aparentemente nadie es ya capaz de frenar la ola de violencia que se está incrementando en ese pueblo fanático y oprimido. Y no cuenta más que con la fuerza de la Palabra proclamada y puesta en práctica para revertir la corriente de la historia. Habrá sin duda una buena parte de fracaso, pero también habrá que cosechar, con tal que el grano acepte morir en la tierra.
13,10   Si los discípulos preguntan es porque tal manera de expresarse contrastaba con los discursos anteriores. Desde el comienzo Jesús enseñaba mediante imágenes, pero ahora las imágenes no ayudan a comprender, sino que al contrario parece que ocultan la verdad. ¿Acaso Jesús habla en parábolas porque los oyentes no quieren comprender o para que no comprendan? Tal vez lo uno y lo otro al mismo tiempo (comparar v.13 y 15). Véase la nota de Mc 4,11.
13,11  La explicación se da sólo a los que se acercan. En un primer momento Jesús se dirigía a las muchedumbres, ahora en cambio sólo le interesan los que reaccionan.
Con todo, Jesús no los felicita como si fueran “los buenos”. Les dice que tienen suerte por que su deseo de saber es un don que viene de Dios.
13,12  Al que tiene se le dará más. El verbo “tener” aquí significa producir, como el árbol que tiene frutos. Es decir, que se dará al que hace fructificar los dones de Dios.
El reino de los Cielos. Ya dijimos que la expresión los Cielos era un modismo propio de los judíos para designar a Dios. Muchos se han equivocado por no conocer este uso, pensando que el Evangelio solamente hablaba del Reino de Dios en el Cielo, después de la presente vida. En realidad Jesús proclamaba que Dios había empezado a reinar entre los hombres.
¿Reino de Dios, o reinado de Dios? Véase el comentario en Lc 8,10.
13,18   ¿Quién acogerá la palabra de Dios? No es ya cuestión de inteligencia, capacidad pa ra reflexionar o de interés por las cosas religiosas: la reciben los que están abiertos a la esperanza.
Algunas palabras de este párrafo son propias del estilo de la Iglesia primitiva y es cierto que la interpretación difiere un poco en los tres evangelios, conforme al ambiente en que se predicó. Lo más probable es que Jesús haya sugerido esa interpretación de la parábola sacando aplicaciones “morales” para sus discípulos, como hacían todos los maestros de su tiempo. Al recordar esta aplicación, el evangelio no excluye que hubiera otras, como por ejemplo eso de que Jesús venía a sembrar y que el reino de Dios ya había empezado.
13,19  Claramente se nota que Jesús no pretende distinguir entre buenos y malos: describe una realidad e indica por qué la Palabra no puede ser acogida por la mayoría. El Maligno arrebata la palabra, y esto se refiere a todos los que, tal vez sin culpa suya, no estaban en las condiciones que les hubieran permitido que entendieran.
13,24   Con la parábola de la cizaña Jesús responde a los que se escandalizan al ver el mal presente en todas partes.
13,25  Vino el enemigo. Si alguien pretendiera escribir un evangelio en el que el demonio estuviera tan ausente como lo está en nuestra sociedad e incluso en nuestra catequesis, tendría bastante que recortar. El triunfo del demonio consiste en pasar desapercibido.
La cizaña no es cualquier hierba mala. Da un fruto rojo que es muy venenoso.
Jesús comentó esta parábola: véase 13.36.
13,31   Dos imágenes se completan para darnos una idea del crecimiento del Reino: el árbol y la levadura.
El grano de mostaza se convierte en un arbusto que destaca en el campo. Desde los primeros días del cristianismo los creyentes son una Iglesia, una comunión de comunidades con una cabeza, lazos, una misma fe y un mismo propósito de evangelizar.
Las aves son algo más que un detalle de la pintura, y recuerdan a Dn 4,11 y 18: las creaciones más diversas de la cultura humana, las filosofías, las escuelas cristianas, las instituciones caritativas, el arte, florecerán a la sombra del Reino. Ahí está representado todo lo que la fe cristiana ha dado al mundo y que ha permitido el despertar de una civilización más humana.
13,33  La levadura en la masa. Es la otra cara del crecimiento, las realidades que no se notan inmediatamente, el interior de la persona que fue alcanzada por el Evangelio, la irradiación progresiva de las comunidades que perseveran en la fe y la caridad.
Toda vida cristiana experimenta un crecimiento de la fe, no sólo porque se comprende mejor lo que se cree, sino porque la luz de Dios y la capacidad de amar han ido penetrando en las diferentes áreas de nuestra personalidad. El adulto adquiere una visión más amplia y compleja del mundo, un conocimiento más acertado de lo que lleva consigo. Si deja que Dios trabaje en él, su manera de ver a Dios y su oración van a transformarse y a transformarlo.
13,34   Al leer Mt. 13,12 pareciera que Jesús hablaba en parábolas para ocultar su enseñanza, pero aquí se da otra explicación que corrige y completa la primera. Jesús habla en parábolas porque es el medio más apto para dar una enseñanza que perdure a lo largo de la historia.
Hablaré en parábolas. Estas son las primeras palabras del Salmo 78, modificadas y adaptadas por el evangelista. Quiere decir que Jesús, al enseñar los secretos del reino de Dios, contesta a los interrogantes más esenciales de la humanidad.
La parábola no se presenta como una teoría, y por eso desconcierta a los que están demasiado acostumbrados al lenguaje de los libros. Jesús ofrece algo mucho más rico a través de esas figuras o enigmas que exigen una comprensión más activa y a las cuales hay que volver. Cada uno deberá profundizarlas a lo largo de su vida y a lo largo de la historia. Sólo con el tiempo y la experiencia se llegará a descubrir hasta qué punto aclaran los problemas esenciales de la humanidad.
13,36   Dios respeta a los hombres; sabe que la tentación es a menudo más fuerte que sus buenas intenciones; sabe que necesitan tiempo para afirmarse en el bien.
Dios es paciente: la reconciliación de los grupos y de las fuerzas tan diversas que guían al mundo se conseguirá solamente al final de la historia. Mientras tanto no nos corresponde decidir tajantemente que éstos o aquellos no sirven para nada.
El campo es el mundo. Esta parábola invita a considerar el reino de Dios como una realidad que cubre toda la vida del mundo: Historia Sagrada no es solamente la historia antigua del país de Jesús, sino toda la historia humana de la que Cristo resucitado es el Señor.
13,37  El Hijo del Hombre. Jesús es presentado con este título en todos los lugares del Evangelio en que se habla del juicio. Es una manera de decir que volverá con la autoridad divina y la Gloria del Padre, como lo vemos expresado en Dn 7,13. Véase la nota en Mc 8,31.
13,40  Así sucederá al fin del mundo. La espera de un juicio de Dios sobre el mundo era un elemento esencial en la predicación de los profetas. El saber con certeza que nuestra vida va a ser juzgada por el que ve el fondo de los corazones, es una de las bases de la visión cristiana de la existencia. Se comprende así el carácter dramático de las decisiones que se toman día tras día y que van trazando un camino hacia la verdad o un rechazo de la luz.
Esta certeza choca a muchos de nuestros contemporáneos, y mientras algunos se refugian en las teorías de la metempsicosis, es decir, de una serie de existencias, (los pecados de la vida presente se pueden reparar en la siguiente), otros sólo enfatizan la “bondad” de Dios; tal vez quisieran que Dios transforme con una sonrisa un alma estéril en una hoguera de amor puro.
Junto con reafirmar el juicio, esta breve parábola contiene un elemento muy revolucionario: el juicio es un secreto de Dios, y hasta el fin del mundo el bien y el mal estarán mezclados en cada individuo y también en las instituciones.
Al leer la Biblia tal vez nos produzca cierto impacto ver cómo el mundo aparece dividido en buenos y malos, y no sólo en el Antiguo Testamento, sino también en el Nuevo. En realidad se trata de un recurso pedagógico que Jesús usó, como ya lo hacían los profetas. Hablar de buenos y malos era una manera sencilla, adaptada a la mentalidad de pueblos menos evolucionados que nosotros, para mostrar que todo ser humano, en cualquiera de sus actos, da un paso en una de las dos direcciones.
De hecho el interior del hombre es un gran misterio, y es importante observar aquí que Jesús no se deja engañar por las imágenes; para la mayoría de nosotros la separación aún no se ha hecho, aunque hayamos dado pasos decisivos después de una o más conversiones.
Los servidores representan de un modo muy especial a los responsables de la Iglesia. Su celo en reprimir a los que consideran extraviados, para preservar así lo que según ellos es bueno, está tal vez viciado desde adentro. ¿Querrían acabar con todos los errores? En realidad no creen más que en la fuerza o en la autoridad. Si los “maestros” de la fe no dejan que los fieles tengan la posibilidad de pensar y de equivocarse, la Iglesia quedaría sin vida.
Dios prefiere que las cosas se aclaren por sí mismas y quiere que los hombres vivan su propia experiencia. El mal forma parte del misterio de la cruz (Rom 12,21).
13,44   El tesoro y la perla. La diferencia está en que el primero encontró lo que no buscaba, mientras que el segundo acabó por descubrir lo que no se atrevía a esperar. En el primer caso, es justo que después de su descubrimiento y alegría le sea escondido el tesoro por un tiempo; entonces deberá buscar y trabajar hasta que le sea dado de verdad.
En ambos casos se ve que sólo hay Reino para el que es capaz de vender todo lo que tiene. Uno no se sacrifica por algo sino por alguien, y la verdadera alegría nunca procede de algo sino de alguien: el Reino es Dios con nosotros.
13,47   Tal como Jesús lo recordará en otros lugares, nadie es más por ser de su familia o por pertenecer a su pueblo. La familia cristiana, las comunidades e instituciones cristianas nos transmiten y comunican algo del Reino, del cual son signos visibles, pero nadie puede protegerse indefinidamente tras ellas. Algún día habrá que dar cuenta de la propia vida y entonces los títulos, las etiquetas y los conocimientos religiosos no servirán de nada. Los autores de los escándalos y de las actividades que desfiguraron a la Iglesia pasarán por el fuego (1Cor 3,13).
La Iglesia adoptó hacia el siglo XII la palabra “purgatorio” para designar la dolorosa purificación que experimentarán después de la muerte todos los salvados, a menos que hayan sufrido ya en la tierra la quemazón del puro amor de Dios. Esta afirmación del purgatorio es chocante para quienes no han experimentado la santidad divina y tienen demasiado fácilmente en la boca la gran bondad de Dios: ¿han sopesado de veras lo que exige de nosotros “llegar a ser Dios en Dios”?
13,50  El horno ardiente. Jesús no vaciló en utilizar esa imagen del fuego que formaba parte de su cultura y que Mateo quiso conservar (5,22; 7,19; 13,30; 25,41).  
Sin embargo conviene observar que, en la gran parábola de Mt 25,31-46, Jesús envía al fuego eterno, no sólo los crímenes y los pecados graves, sino también todos los pecados que cometemos diariamente. Por tanto conviene distinguir el estilo de la predicación popular de Jesús y el modo de actuar de Dios con los pecadores.
Dios ha venido para salvar a los pecadores, y la muerte y la resurrección de Jesús tienen más fuerza que el poder del mal en el mundo; han asegurado ya desde ahora la salvación de la humanidad como un todo (Rom 5). Sin embargo el amor infinito de Dios no nos quita la libertad de abandonarlo y de desafiarlo: ¿puede forzar al que se dio todo entero al espíritu del mal, como ocurre a veces?
La misericordia de Dios nos aguarda en la hora de nuestra muerte y hará renacer incluso en grandes criminales que no hayan hecho ninguna reparación al hijo de Dios, ciudadano de la Jerusalén celestial. Pero eso no quita que haya pasado la hora de hacer el bien y de reparar nuestros pecados. Los talentos que Dios nos había dado para construir el mundo y para forjarnos a nosotros mismos, si no fructificaron, pasarán a otros. ¿Salvados? Tal vez, pero como unos elegidos muy pequeños.
Jesús tenía un conocimiento profundo y verdadero de Dios y del hombre; si hubiese visto en ese “castigo” algo contrario a la bondad infinita de Dios, lo habría dicho sin preocuparse del escándalo.
Dejemos a un lado el horno y el fuego. Jesús conservó tales imágenes para dar a entender que una vida malgastada es lo más horrible que pudo haber sucedido, aun cuando se haya comprendido lo que estaba en juego. Si se entiende lo que Dios ofrece –la eternidad en el sentido más riguroso del término– y si la vida es única, ¿serán muy duras las palabras para referirse al que perdió la vida y su tiempo?
13,50  Llanto y rechinar de dientes: o sea, envidia de la suerte de los justos (Sal 33,16; 112,10). Los justos brillarán: Mal 4,20; Dn 12,3).
13,51   Un maestro de la Ley se ha hecho discípulo de Jesús. Llegó con un buen conocimiento de la Biblia y no le faltaba la experiencia, ya que instruía a los demás... Al meditar constantemente las parábolas de Jesús, sacará de ellas enseñanzas siempre nuevas y adaptadas a nuevas circunstancias. Y al mismo tiempo verá que su experiencia anterior no fue inútil. Todo el pasado encuentra su lugar en la nueva fe.
13,53   Comparar con Lc 4,14. Véase la nota de Mc 3,31.
Evangelio según Mateo (Mt) Capítulo 14
La muerte de Juan Bautista
1 Por aquel tiempo, la fama de Jesús había llegado hasta el virrey Herodes.
2 Y dijo a sus servidores: «Éste es Juan Bautista; Juan ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él poderes milagrosos.»
3 En efecto, Herodes había ordenado detener a Juan, lo había hecho encadenar y encerrar en la cárcel a causa de Herodías, esposa de su hermano Filipo.
4 Porque Juan le decía: «La Ley no te permite tenerla como esposa.»
5 Herodes quería matarlo, pero tenía miedo de la gente, que consideraba a Juan como un profeta.
6 En eso llegó el cumpleaños de Herodes. La hija de Herodías salió a bailar en medio de los invitados, y le gustó tanto a Herodes
7 que le prometió bajo juramento darle todo lo que le pidiera.
8 La joven, a instigación de su madre, le respondió: «Dame aquí, en una bandeja, la cabeza de Juan Bautista.»
9 El rey se sintió muy molesto, porque se había comprometido bajo juramento en presencia de los invitados; aceptó entregársela,
10 y mandó decapitar a Juan en la cárcel.
11 Su cabeza fue traída en una bandeja y entregada a la muchacha, quien a su vez se la llevó a su madre.
12 Después vinieron los discípulos de Juan a recoger su cuerpo y lo enterraron. Y fueron a dar la noticia a Jesús.
Primera multiplicación de los panes
13 Al conocer esa noticia, Jesús se alejó discretamente de allí en una barca y fue a un lugar despoblado. Pero la gente lo supo y en seguida lo siguieron por tierra desde sus pueblos.
14 Al desembarcar Jesús y encontrarse con tan gran gentío, sintió compasión de ellos y sanó a sus enfermos.
15 Cuando ya caía la tarde, sus dis cípulos se le acercaron, diciendo: «Estamos en un lugar despoblado y ya ha pasado la hora. Despide a esta gente para que se vayan a las aldeas y se compren algo de comer.»
16 Pero Jesús les dijo: «No tienen por qué irse; denles ustedes de comer.»
17 Ellos respondieron: «Aquí sólo tenemos cinco panes y dos pescados».
18 Jesús les dijo: «Tráiganmelos para acá.»
19 Y mandó a la gente que se sentara en el pasto. Tomó los cinco panes y los dos pescados, levantó los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los entregó a los discípulos. Y los discípulos los daban a la gente.
20 Todos comieron y se saciaron, y se recogieron los pedazos que sobraron: ¡doce canastos llenos!
21 Los que habían comido eran unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
Jesús camina sobre las aguas
22 Inmediatamente después Jesús obligó a sus discípulos a que se embarcaran; debían llegar antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la gente.
23 Jesús, pues, despidió a la gente, y luego subió al cerro para orar a solas. Cayó la noche, y él seguía allí solo.
24 La barca en tanto estaba ya muy lejos de tierra y las olas la gol-peaban duramente, pues soplaba el viento en contra.
25 Antes del amanecer, Jesús vino hacia ellos caminando sobre el mar.
26 Al verlo caminando sobre el mar, se asustaron y exclamaron: «¡Es un fantasma!» Y por el miedo se pusieron a gritar.
27 En seguida Jesús les dijo: «Ánimo, no teman, que soy yo.»
28 Pedro contestó: «Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti caminando sobre el agua.»
29 Jesús le dijo: «Ven.» Pedro bajó de la barca y empezó a caminar sobre las aguas en dirección a Jesús.
30 Pero el viento seguía muy fuerte, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó: «¡Señor, sálvame!»
31 Al instante Jesús extendió la mano y lo agarró, diciendo: «Hombre de poca fe, ¿por qué has vacilado?»
32 Subieron a la barca y cesó el viento,
33 y los que estaban en la barca se postraron ante él, diciendo: «¡Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios!»
34 Terminada la travesía, desembarcaron en Genesaret.
35 Los hombres de aquel lugar reconocieron a Jesús y comunicaron la noticia por toda la región, así que le trajeron todos los enfermos.
36 Le rogaban que los dejara tocar al menos el fleco de su manto, y todos los que lo tocaron quedaron totalmente sanos.

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Comentarios Evangelio según Mateo, capítulo 14
14,1   Para los cap. 14 y 15, véase las notas de Mc 6 y 7.
14,13   Véanse las notas de Mc 6,32 y Jn 6.
La seguidilla de relatos que ocupan los capítulos 14 y 15 y el comienzo del 16 formaba todo un conjunto desde los primeros años de la Iglesia; se la encuentra idéntica en Marcos y en parte en Lucas. Como en todos los textos que han sido transmitidos oralmente durante algún tiempo, había ideas comunes y palabras-claves que ayudaban a concatenar unos relatos con otros. Uno de los puntos comunes debió ser aquí el pan.
El pan era el alimento por excelencia, y comer el pan significaba servirse una verdadera comida, y no únicamente una fruta o un bocado (así lo tradujimos en 15,2). Además, no existían muchas otras necesidades fuera de la comida y del vestido, y con mucha naturalidad la religión concedía un lugar importante a todo lo que se refería a la alimentación. Esto explica las preguntas planteadas en estos capítulos y las respuestas dadas por Jesús. Incluso el pan de los hijos (15,26) servirá de ocasión para completar las enseñanzas sobre la eucaristía que emanaron de las dos multiplicaciones de los panes.
Se recogieron las sobras, como hizo Eliseo (2Re 4,43); este detalle confirma que todos comieron hasta saciarse, como pasó con el maná en el desierto (Éx 16,12).
14,20  Son numerosas las personas que no aceptan la historicidad del milagro porque creen a priori que Dios nunca contradice las “leyes de la naturaleza” (decimos que creen, ya que la ciencia no puede decir nada al respecto); en cambio, los que han acogido los testimonios indiscutibles de multiplicaciones de pan o de alimentos o de latas de conserva que han tenido lugar a lo largo del siglo recién pasado en situaciones muy parecidas, no se extrañarán de que Jesús lo haya hecho ni de que los apóstoles lo hayan contado.
Así mismo, sin ser intelectuales, los apóstoles, testigos de la escena, debieron reconocer que se trataba de una verdadera creación. Éste fue uno de los mayores signos que les llevaron a descubrir la personalidad divina de su maestro (véanse las notas de Jn 6) y es por eso que el Evangelio conservó seis relatos de la multiplicación a partir de dos milagros de Jesús (Ver Mt 15,27).
14,22   Véase el comentario de Mc 6,45.
Caminar sobre las aguas es una bella imagen, lo que no impide que sea verdadera. Es el primero de los pasajes en que Mateo hace de Pedro el modelo del discípulo de Jesús. A menudo se resalta el chapuzón forzado de Pedro, y se lo señala con el dedo diciendo que tenía poca fe, pero no así Mateo. Solamente Pedro se atrevió a desear para sí lo que parecía reservado a Jesús, y se le concedió.
¡Hombre de poca fe! Una vez más Jesús reserva este reproche para sus mejores discípulos, a fin de convencer a esos otros discípulos, que somos nosotros, de que todavía nos falta mucho (véase 6,30; 8,26; 16,8; 17,20).
14,25  Una tradición antigua, que recuerda el Sal 74,13, consideraba el mar como un elemento rebelde que Dios tuvo que sujetar en el principio. Asimismo en Job 9,8 se lee la expresión: “camina sobre las alturas del mar”. No se necesitaba más para que muchos intérpretes dijeran: El Evangelio habla de Jesús caminando sobre el mar, pero esto era propio de Dios; entonces debemos ver una intención teológica en este relato; entonces no es un hecho histórico...
¿Tendremos que negar entonces milagros más increíbles todavía, de los que conocemos personalmente los testigos?
Evangelio según Mateo (Mt) Capítulo 15
Mandatos de Dios y enseñanzas de hombres
1 Unos fariseos y maestros de la Ley habían venido de Jerusalén. Se acercaron a Jesús
2 y le dijeron: «¿Por qué tus discípulos no respetan la tradición de los antepasados? No se lavan las manos antes de comer.»
3 Jesús contestó: «Y ustedes, ¿por qué quebrantan el mandamiento de Dios en nombre de sus tradiciones?
4 Pues Dios ordenó: Cumple tus deberes con tu padre y con tu madre. Y también: El que maldiga a su padre o a su madre debe ser condenado a muerte.
5 En cambio, según ustedes, es correcto decir a su padre o a su madre: Lo que podías esperar de mí, ya lo tengo reservado para el Templo.
6 En este caso, según ustedes, una persona queda libre de sus deberes para con su padre y su madre. Y es así como ustedes anulan el mandamiento de Dios en nombre de sus tradiciones.
7 ¡Qué bien salvan las apariencias! Con justa razón profetizó Isaías de ustedes cuando dijo:
8 Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.
9 El culto que me rinden no sirve de nada, las doctrinas que enseñan no son más que mandatos de hombres.»
Mancha al hombre lo que sale de él
10 Luego Jesús mandó acercarse a la gente y les dijo: «Escuchen y entiendan:
11 Lo que entra por la boca no hace impura a la persona, pero sí mancha a la persona lo que sale de su boca.»
12 Poco después los discípulos se acercaron y le dijeron: «¿Sabes que los fariseos se han escandalizado de tu declaración?»
13 Jesús respondió: «Toda planta que no haya plantado mi Padre celestial será arrancada de raíz.
14 ¡No les hagan caso! Son ciegos que guían a otros ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo.»
15 Entonces Pedro le pidió: «Explícanos esta sentencia.»
16 Jesús le respondió: «¿También ustedes están todavía cerrados?
17 ¿No comprenden que todo lo que entra por la boca va al estómago y después termina en el basural?
18 En cambio lo que sale de la boca procede del corazón, y eso es lo que hace impura a la persona.
19 Del corazón proceden los malos deseos, asesinatos, adulterios, inmoralidad sexual, robos, mentiras, chismes.
20 Estas son las cosas que hacen impuro al hombre; pero el comer sin lavarse las manos no hace impuro al hombre.»
Jesús sana a la hija de una pagana
21 Jesús marchó de allí y se fue en dirección a las tierras de Tiro y Sidón.
22 Una mujer cananea, que llegaba de ese territorio, empezó a gritar: «¡Señor, hijo de David, ten compasión de mí! Mi hija está atormentada por un demonio.»
23 Pero Jesús no le contestó ni una palabra. Entonces sus discípulos se acercaron y le dijeron: «Atiéndela, mira cómo grita detrás de nosotros.»
24 Jesús contestó: «No he sido enviado sino a las ovejas perdidas del pueblo de Israel.»
25 Pero la mujer se acercó a Jesús y, puesta de rodillas, le decía: «¡Señor, ayúdame!»
26 Jesús le dijo: «No se debe echar a los perros el pan de los hijos.»
27 La mujer contestó: «Es verdad, Señor, pero también los perritos comen las migajas que caen de la mesa de sus amos.»
28 Entonces Jesús le dijo: «Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla tu deseo.» Y en aquel momento quedó sana su hija.
Segunda multiplicación del pan
29 De allí Jesús volvió a la orilla del mar de Galilea y, subiendo al cerro, se sentó en ese lugar.
30 Un gentío muy numeroso se acercó a él trayendo mudos, ciegos, cojos, mancos y personas con muchas otras enfermedades. Los colocaron a los pies de Jesús y él los sanó.
31 La gente quedó maravillada al ver que hablaban los mudos y caminaban los cojos, que los lisiados quedaban sanos y los ciegos recuperaban la vista; todos glorificaban al Dios de Israel.
32 Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Siento compasión de esta gente, pues hace ya tres días que me siguen y no tienen comida. Y no quiero despedirlos en ayunas, porque temo que se desmayen en el camino.»
33 Sus discípulos le respondieron: «Estamos en un desierto, ¿dónde vamos a encontrar suficiente pan como para alimentar a tanta gente?»
34 Jesús les dijo: «¿Cuántos panes tienen ustedes?» Respondieron: «Siete, y algunos pescaditos.»
35 Entonces Jesús mandó a la gente que se sentara en el suelo.
36 Tomó luego los siete panes y los pescaditos, dio gracias y los partió. Iba entregándolos a los discípulos, y éstos los repartían a la gente.
37 Todos comieron hasta saciarse y llenaron siete cestos con los pedazos que sobraron.
38 Los que habían comido eran cuatro mil hombres, sin contar mujeres y niños.
39 Después Jesús despidió a la muchedumbre, subió a la barca y fue al territorio de Magadán.

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Comentarios Evangelio según Mateo, capítulo 15
15,1   Véase el comentario de Mc 7,1.
Se ha puesto bien de relieve que los fariseos otorgaban una gran importancia a la tradición de los antiguos, es decir, a la interpretación de la Biblia hecha por los maestros que los habían precedido. Había en eso un elemento muy positivo: el Espíritu conserva la verdad en el pueblo de Dios. Pero existe siempre el peligro de confundir la “inteligencia de la fe” que Dios da a su pueblo, con las interpretaciones de tal o cual grupo o maestro.
15,2  Ese lavado de manos era una tradición muy valiosa, pero Jesús protesta porque se la quería imponer como si fuese una ley de Dios, con lo que se llega a hacer de la religión una carga imposible de soportar, salvo que se encierre en una secta para vivir separado de la humanidad.
15,10   Véase el comentario de Mc 7,14.
Todas las sociedades sienten la necesidad de distinguir el bien del mal, pero lo hacen con criterios humanos. Jesús juzga esos criterios.
Puro e impuro. Para la sociedad judía el culto de Dios era lo esencial, y se preocupaban ante todo de saber quién y qué cosas son dignos de participar en el culto. Esto era distinguir lo puro de lo impuro (Lev 11,47). Jesús afirma que el hombre no es puro por lo que entra en él (alimentos, contactos, ritos exteriores), sino por lo que sale de él: conciencia e intenciones buenas que producen actos agradables a Dios.
No parece tan claro que los códigos de buena conducta de nuestra sociedad y de sus numerosas buenas sociedades no sean una manera más de querer distinguir a los puros de los impuros. Hasta en la misma Iglesia, en los siglos pasados, hubo una tendencia a atribuir a los ministros consagrados una “pureza” que les reservaba sólo a ellos el contacto con las cosas santas. De ahí que, durante la edad media, se llegase a no dar la comunión en la mano, como se había hecho durante más de doce siglos.
15,29   Jesús termina su recorrido por las fronteras de Galilea. Mateo presenta una nueva estampa de Jesús Maestro divino. Sube al cerro, como en 5,1, pero esta vez no enseña sino que multiplica las curaciones, que son otros tantos signos de la venida del Reino: compárese con 11,4-5.
15,32  La palabra “milagro” es con frecuencia desvalorizada. La Biblia emplea diversas palabras para designar lo que realmente aparece como una obra de Dios: signo, prodigio, obra poderosa. El milagro, en su sentido estricto, es todo eso a la vez: un “signo” por el cual Dios nos descubre su querer y el orden invisible del mundo; un “prodigio” que desconcierta nuestras previsiones, una “obra” que sólo Dios es capaz de realizar.
Muchos, incluso entre los cristianos, están dispuestos a aceptar cualquier hipótesis antes que creer en los milagros más atestiguados: véase en 14,20. Y aún cuando no se niegue abiertamente el testimonio de los apóstoles, se prefiere muchas veces mantener la duda, diciendo por ejemplo: “El milagro es más bello todavía imaginando que Jesús solamente invitó a la gente a que compartiera sus provisiones individuales, y de esta manera hubo suficiente para todos: ¡un milagro de solidaridad!”
En realidad el Evangelio no pretende resaltar la solidaridad; más bien quiere celebrar la libertad absoluta de Dios y de Cristo: hasta la naturaleza debe callarse, porque aquí se resucita a los muertos. La creación no es una gran máquina que Dios entregó a los hombres después de haberla construido; al contrario, es un reflejo vivo de Dios. Las leyes naturales, que son sombra de la sabiduría, del orden y de la justicia que hay en Dios, no excluyen jamás la libertad.
Los testimonios son los que dan acceso a la fe, y quien niega sistemáticamente el milagro demuestra que tal vez Dios no lo ha llamado a la fe cristiana.
Evangelio según Mateo (Mt) Capítulo 16
Los fariseos piden una señal
1 Los fariseos y los saduceos se acercaron a Jesús. Querían ponerlo en apuros, y le pidieron una señal milagrosa que viniera del Cielo.
2 Jesús respondió: «Al atardecer ustedes dicen: Hará buen tiempo, pues el cielo está rojo y encendido.
3 Y por la mañana: Con este cielo rojo obscuro, hoy habrá tormenta. Ustedes, pues, conocen e interpretan los aspectos del cielo, ¿y no tienen capacidad para las señales de los tiempos?
4 ¡Generación mala y adúltera! Ustedes piden una señal, pero señal no tendrán, sino la señal de Jonás.»
  Jesús, pues, los dejó y se marchó.
5 Los discípulos, al pasar a la otra orilla, se habían olvidado de llevar pan.
6 Jesús les dijo: «Tengan cuidado y desconfíen de la levadura de los fariseos y de los saduceos.»
7 Ellos empezaron a comentar entre sí: «¡Caramba!, no trajimos pan.»
8 Jesús se dio cuenta y les dijo: «¿Por qué se preocupan, hombres de poca fe? ¿Porque no tienen pan?
9 ¿Es que aún no comprenden? ¿No se acuerdan de los cinco panes para los cinco mil hombres, y cuántas canastas recogieron?
10 ¿Ni de los siete panes para los cuatro mil hombres, y cuántos cestos llenaron con lo que sobró?
11 Yo no me refería al pan cuando les dije: Cuídense de la levadura de los fariseos y de los saduceos. ¿Cómo puede ser que no me hayan comprendido?»
12 Entonces entendieron a lo que Jesús se refería: que debían tener los ojos abiertos, no para cosas de levadura, sino para las enseñanzas de los fariseos y saduceos.
La fe de Pedro y las promesas de Jesús
13 Jesús se fue a la región de Cesarea de Filipo. Estando allí, preguntó a sus discípulos: «Según el parecer de la gente, ¿quién es este Hijo del Hombre?»
14 Respondieron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista, otros que eres Elías o Jeremías, o alguno de los profetas.»
15 Jesús les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?»
16 Pedro contestó: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo.»
17 Jesús le replicó: «Feliz eres, Simón Barjona, porque esto no te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los Cielos.
18 Y ahora yo te digo: Tú eres Pedro (o sea Piedra), y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; los poderes de la muerte jamás la podrán vencer.
19 Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos: lo que ates en la tierra quedará atado en el Cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el Cielo.»
20 Entonces Jesús les ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.
Jesús anuncia su Pasión
21 A partir de ese día, Jesucristo comenzó a manifestar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y que las autoridades judías, los sumos sacerdotes y los maestros de la Ley lo iban a hacer sufrir mucho, que incluso debía ser ejecutado y que resucitaría al tercer día.
22 Pedro lo llevó aparte y se puso a reprenderlo: «¡Dios no lo permita, Señor! Nunca te sucederán tales cosas.»
23 Pero Jesús se volvió y le dijo: «¡Retírate y ponte detrás de mí, Satanás! Quieres hacerme tropezar. Tus ambiciones no son las de Dios, sino las de los hombres.»
24 Entonces dijo Jesús a sus discípulos: «El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz y me siga.
25 Pues el que quiera asegurar su vida la perderá, pero el que sacrifique su vida por causa mía, la hallará.
26 ¿De qué le serviría a uno ganar el mundo entero si se destruye a sí mismo? ¿Qué dará para rescatarse a sí mismo?
27 Sepan que el Hijo del Hombre vendrá con la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces recompensará a cada uno según su conducta.
28 En verdad les digo: algunos que están aquí presentes no morirán sin antes haber visto al Hijo del Hombre viniendo como Rey.»

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Comentarios Evangelio según Mateo, capítulo 16
16,1   La palabra cielo tiene aquí dos sentidos y Jesús va a jugar con ambos. El cielo es como para nosotros el cielo de la atmósfera, pero es también una manera de nombrar a Dios. Los fariseos piden una señal que sin ninguna duda venga de Dios, ya que las curaciones y los exorcismos que hace Jesús no les parecen una prueba suficiente de su misión divina.
La señal de Jonás: véase 12,40.
16,3  Las señales de los tiempos. Los contemporáneos de Jesús creían que Dios daba señales que advertían la llegada de catástrofes o de bendiciones, y muy especialmente el comienzo de una nueva era (Sab 8,8; Mt 24,3). Jesús, por su parte, invita a los fariseos a mirar lo que pasa a su alrededor, los milagros indudablemente, pero sobre todo el despertar que se observa en el pueblo como efecto de su predicación. Jesús los invita a tener ojos para buscar y ver a Dios fuera de las discusiones teológicas.
16,5   El Evangelio ha conservado muy pocas cosas de lo que conversaban entre sí Jesús y sus apóstoles durante esos largos meses de vida en común. Qué bueno que al menos se haya referido aquí a una de las muchas tonterías que dijeron delante de él. Si entendieron al revés su advertencia, fue porque estaban muy preocupados por esas cosas “necesarias” que siempre convendría más dejarlas en las manos de Dios.
La levadura de los fariseos y saduceos: véase Mc 8,11. Con mucha frecuencia el Evangelio asocia estos dos nombres: los laicos más comprometidos y el partido de los sacerdotes. Las autoridades civiles y religiosas del pueblo de Israel se opusieron muy naturalmente a Jesús.
No digamos que “eran hipócritas y gente perversa”. ¿Cómo podría Dios visitar a su pueblo y ser bien acogido por la mayoría de sus jefes? Aquí nos topamos con el misterio de la “debilidad” o de la “locura” divina (1Co 1,19 y 2,8). Si Jesús venía a darnos la misma verdad de Dios, debía enfrentarse con las mismas instituciones que rigen toda comunidad creyente, pero humana e insertada en un mundo pecador. Fari-seos y saduceos siempre tendrán que existir.
16,13   Un nuevo episodio en que Pedro está al centro. Los Evangelios hacen resaltar su profesión de fe más de lo que lo hicieron con cualquier otro, a pesar de que se la puede comparar con las palabras muy parecidas de Marta en Jn 11,27. Sin embargo sólo Mateo pone a continuación la revelación y la promesa excepcional que Jesús le hizo ese día.
Jesús cambia el nombre de Simón, al igual que Dios había cambiado el de Abraham cuando le hizo también una promesa para siempre. Sin embargo la semejanza con la promesa hecha a David en 2Sam 7,14 es más clara.
Cesarea de Filipo, un balneario en el extremo norte de Palestina, donde nace el Jordán y al pie del Hermón.
El Hijo del Hombre: véase Mc 8,51.
Feliz eres: de esta forma la Biblia felicita a los que Dios eligió para realizar su obra en el mundo; de ellos también la historia conservará el nombre.
Simón bar-Ioná, o sea, “hijo de la paloma”. La paloma era uno de los símbolos del Mesías. Hay quien ha pensado que Pedro, antes de ser llamado, había pertenecido a un grupo de patriotas judíos conocidos con este nombre; con más probabilidad, a Pedro que dice “Tú eres el Mesías” Jesús le devuelve la palabra dándole este apodo: “tú eres el hombre del Mesías”.
La carne ni la sangre, es decir, las capacidades naturales. Pedro vivía al lado de Jesús, a menudo en el mismo cuarto. Al verlo tan de cerca no hubiese creído que era una persona divina si el Padre no le hubiera dado, además de las señales y los milagros, la intuición del misterio de Jesús.
16,17  Si se compara con Mc 8,29, es probable que ese día Pedro haya dicho solamente: Tú eres el Mesías, pero esto no impide que en otra ocasión haya expresado su fe con palabras diferentes, como el Santo de Dios (Jn 6,69) o el Hijo de Dios.
Ciertamente para los judíos ninguno de estos calificativos tenía la fuerza que tienen hoy para nosotros, pero esas expresiones eran las únicas que Pedro tenía a su alcance para expresar su fe. Consideraba a su maestro mucho más que un hombre, y más que un profeta, incluso más que Moisés.
Al poner estas palabras en boca de Pedro, Mateo quiere que sean entendidas en el mismo sentido que les atribuye la fe cristiana; así también debe ser entendida su profesión de fe en Jn 6,69.
A menudo se dice que los apóstoles creyeron en la divinidad de Jesús sólo después de su resurrección, lo que en grandes líneas es acertado. Sin embargo los evangelios presentan la profesión de fe de Pedro como algo muy excepcional, ya que Jesús no le hubiese hecho la promesa si Pedro no hubiera tenido esa fe verdadera que él debía confirmar en los demás (Lc 22,31; Jn 21.15).
16,18  Edificar y plantar eran dos términos apropiados para la acción de Dios instaurando en el mundo la Iglesia, o sea, la asamblea de los que Dios ha congregado, y este pueblo se organizaría en torno al Mesías.
Desde el comienzo Jesús le dio a Simón hijo de Juan el apodo de Kefas, que significa Roca (véase Jn 1,42; 1Cor 1,12;...; Gál 1,18...).
Jesús es la piedra angular (Mc 12,10; 1Cor 3,11; 1 Pe 2,6), pero eso no quita que Pedro lo sea en otro sentido. Ya en la Biblia, el hecho de que David fuera rey no impedía que Dios fuera el rey de Israel.
16,19  Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. He aquí palabras muy extrañas; ¿cómo un hombre, Pedro o su sucesor, podía tener las llaves del Reino de Dios, si Jesús no cesó de repetir que nuestra relación con el Padre prescinde de cualquier intermediario o autoridad humana?
Hay aquí un aspecto muy misterioso del plan de Dios. Él es Dios de todos, y sin embargo tiene un pueblo particular; eligió una tierra y una ciudad que es Jerusalén, y a David del cual el Salvador será descendiente.
Del mismo modo los que hayan creído en Jesús, Hijo de Dios y Mesías, deberán aceptar a Pedro como guardián de la fe. Tendrán que aceptarlo como la cabeza de la comunión universal (cabeza y no jefe, como en Ef 4,15; 5,23), para recibir las gracias que Dios destina a su pueblo particular. En otras partes o iglesias, es posible ser hijo de Dios muy fiel y muy amado, hacer milagros, realizar obras excepcionales que forman parte del plan de Dios, pero se pasará al lado de la misión y de las gracias que menos se notan y que son la parte más secreta de la obra de Dios.
Desde el principio el obispo de Roma fue reconocido sin discusión como el sucesor de Pedro; posteriormente la convicción de la Iglesia no ha cambiado, aun cuando la elección de los sucesores no se haya realizado siempre sin perturbaciones.
Para los judíos atar y desatar significaba declarar lo que está prohibido y lo que está permitido. Aquí se trata de precisar lo que es parte o no de la fe de la Iglesia.
Los poderes de la muerte. El texto original dice: “Las puertas del Hades”. La Puerta designaba en el Medio Oriente a la Sede del gobierno; el Hades era el reino debajo de la tierra, el país de los muertos y de los poderes infernales.
Una parte del Apocalipsis describe este enfrentamiento de la Iglesia con los poderes demoníacos: Ap 12-17.
Otros textos presentan a los Doce apóstoles como los cimientos de la Iglesia (Ef 2,20 y Ap 21,14). También ellos reciben el poder de atar y desatar en Jn 20,21, pero en ese lugar se refiere claramente al perdón de los pecados. (Ver también Mt 18,18).
16,21   Ver el comentario en Mc 8,31.
Pedro se pone frente a Jesús para cerrarle el camino que lleva a la cruz, y Jesús reconoce en su intervención la misma voz que lo tentó en el desierto. Por eso Jesús lo llama Satanás, que significa Tentador o Estorbo. Que Pedro pase más bien detrás de Jesús y lo siga, como conviene a un discípulo.
16,25  Jesús recuerda la gran opción de toda vida humana: lo demás es palabrería. Es una opción que, mientras más prometedora se nos presente la vida, más nos espanta. Y esa es la razón por la cual los compromisos definitivos dan miedo a muchos.
16,27  Hasta ese entonces los Doce han visto a Jesús en su condición humana, como el galileo de Nazaret, y hablaron de hacerlo rey. Aquí en cambio Jesús anuncia la transfiguración muy próxima que levantará una punta del velo. El Reino está todo en Jesús.
Evangelio según Mateo (Mt) Capítulo 17
La transfiguración de Jesús
1 Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte alto.
2 A la vista de ellos su aspecto cambió completamente: su cara brillaba como el sol y su ropa se volvió blanca como la luz.
3 En seguida vieron a Moisés y Elías hablando con Jesús.
4 Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí! Si quieres, levantaré aquí tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»
5 Estaba Pedro todavía hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y una voz que salía de la nube dijo: «¡Este es mi Hijo, el Amado; éste es mi Elegido, escúchenlo!»
6 Al oír la voz, los discípulos se echaron al suelo, llenos de miedo.
7 Pero Jesús se acercó, los tocó y les dijo: «Levántense, no tengan miedo.»
8 Ellos levantaron los ojos, pero ya no vieron a nadie más que a Jesús.
9 Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: «No hablen a nadie de esta visión hasta que el Hijo del Hombre haya resucitado de entre los muertos.»
10 Los discípulos le preguntaron: «¿Por qué dicen los maestros de la Ley que Elías ha de venir primero?»
11 Contestó Jesús: «Bien es cierto que Elías ha de venir para reordenar todas las cosas.
12 Pero créanme: ya vino Elías y no lo reconocieron, sino que lo trataron como se les antojó. Y así también harán sufrir al Hijo del Hombre.»
13 Entonces los discípulos comprendieron que Jesús se refería a Juan el Bautista.
Jesús sana a un epiléptico
14 Cuando volvieron donde estaba la gente, se acercó un hombre a Jesús y se arrodilló ante él. Le dijo:
15 «Señor, ten piedad de mi hijo, que es epiléptico y su estado es lastimoso. A menudo se nos cae al fuego, y otras veces al agua.
16 Lo he llevado a tus discípulos, pero no han podido curarlo.»
17 Jesús respondió: «¡Qué generación tan incrédula y malvada! ¿Hasta cuándo estaré entre ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganmelo acá.»
18 En seguida Jesús dio una orden al demonio, que salió, y desde ese momento el niño quedó sano.
19 Entonces los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron en privado: «¿Por qué nosotros no pudimos echar a ese demonio?»
20 Jesús les dijo: «Porque ustedes tienen poca fe. En verdad les digo: si tuvieran fe, del tamaño de un granito de mostaza, le dirían a este cerro: Quítate de ahí y ponte más allá, y el cerro obedecería. Nada sería imposible para ustedes.
21 (Esta clase de demonios sólo se puede expulsar con la oración y el ayuno).»
22 Un día, estando Jesús en Galilea con los apóstoles, les dijo: «El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres
23 y le matarán, pero resucitará al tercer día.» Ellos se pusieron muy tristes.
El impuesto para el Templo
24 Al volver a Cafarnaúm, se acercaron a Pedro los que cobran el impuesto para el Templo. Le preguntaron: «El maestro de ustedes, ¿no paga el impuesto?»
25 Pedro respondió: «Claro que sí». Y se fue a casa.
Cuando entraba, se anticipó Jesús y le dijo: «Dame tu parecer, Simón. ¿Quiénes son los que pagan impuestos o tributos a los reyes de la tierra: sus hijos o los que no son de la familia?»
26 Pedro contestó: «Los que no son de la familia.» Y Jesús le dijo: «Entonces los hijos no pagan.
27 Sin embargo, para no escandalizar a esta gente, vete a la playa y echa el anzuelo. Al primer pez que pesques ábrele la boca, y hallarás en ella una moneda de plata. Tómala y paga por mí y por ti.»

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Comentarios Evangelio según Mateo, capítulo 17
17,1   Véase el comentario en Mc 9,2 y Lc 9,28.
17,14   Véase comentario en Mc 9,14.
17,22   Varias veces Jesús anunció su muerte (véanse 16,21 y 20,17). En ningún momento la presentó como un accidente que podría contrarrestar sus proyectos. Juan nos dirá que Jesús la deseó como el medio de dar gloria a su Padre y de reconciliar a los hombres (Jn 17). Jesús habla de sí mismo en tercera persona, el Hijo del Hombre, porque mira su propia suerte como desde fuera. Esta es la voluntad del Padre y él no se toma en cuenta a sí mismo.
17,24   Una vez más Pedro tiene derecho a un favor especial; hay que recordar que Jesús se alojaba en su casa. El texto dice: los cobradores del “didracma”. Todos los judíos pagaban ese impuesto para el templo, que era igual para todos (Ex 30,13) y era de una doble dracma (nombre de una moneda griega) y Pedro encontrará en la boca del pez un “statero” que vale cuatro dracmas.
Los recaudadores no estaban tan seguros de que serían bien recibidos por Jesús, sobre quien corrían tantos rumores, y de ahí su pregunta. Jesús observa la ley, pero aprovecha la oportunidad para dar a entender quién es. Jesús no tiene dinero, pero eso ¿qué importa? El Señor es dueño de todas las criaturas, incluso de los peces.
Evangelio según Mateo (Mt) Capítulo 18
CUARTA ETAPA (18,1—23,35) LA LEY NUEVA DE LA IGLESIA
– LA LEY FUNDAMENTAL DE LA COMUNIDAD DE LOS DISCÍPULOS: EL RESPETO A LOS PEQUEÑOS, LA BÚSQUEDA DE LOS DESCARRIADOS, EL PERDÓN ENTRE HERMANOS.
– JESÚS PARTE HACIA JUDEA PARA ENFRENTAR A LAS AUTORIDADES DEL JUDAÍSMO. LAS CONDICIONES PARA ENTRAR AL REINO.
– MIENTRAS QUE LOS DOCE SON DESIGNADOS COMO JUECES DE LAS DOCE TRIBUS DE ISRAEL (19,28), SE DICE A LOS SACERDOTES Y A LOS FARISEOS: SE LES QUITARÁ EL REINO.
– DENUNCIA EL PECADO DE LOS JEFES DE LA INSTITUCIÓN RELIGIOSA. JESÚS ANUNCIA QUE JERUSALÉN SERÁ ABANDONADA POR DIOS (JER 12,7).
¿Quién es el más grande? Los escándalos
1 En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: «¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?»
2 Jesús llamó a un niñito, lo colocó en medio de los discípulos
3 y declaró: «En verdad les digo: si no cambian y no llegan a ser como niños, nunca entrarán en el Reino de los Cielos.
4 El que se haga pequeño como este niño, ése será el más grande en el Reino de los Cielos.
5 Y el que recibe en mi nombre a un niño como éste, a mí me recibe.
6 Al que haga caer a uno de estos pequeños que creen en mí, mejor le sería que le amarraran al cuello una gran piedra de moler y que lo hundieran en lo más profundo del mar.
7 ¡Ay del mundo a causa de los escándalos! Tiene que haber escándalos, pero, ¡ay del que causa el escándalo!
8 Si tu mano o tu pie te está haciendo caer, córtatelo y tíralo lejos. Pues es mejor para ti entrar en la vida sin una mano o sin un pie que ser echado al fuego eterno con las dos manos y los dos pies.
9 Y si tu ojo te está haciendo caer, arráncalo y tíralo lejos. Pues es mejor para ti entrar tuerto en la vida que ser arrojado con los dos ojos al fuego del infierno.
10 Cuídense, no desprecien a ninguno de estos pequeños. Pues yo se lo digo: sus ángeles en el Cielo contemplan sin cesar la cara de mi Padre del Cielo. (
11 )
12 ¿Qué pasará, según ustedes, si un hombre tiene cien ovejas y una de ellas se extravía? ¿No dejará las noventa y nueve en los cerros para ir a buscar la extraviada?
13 Y si logra encontrarla, yo les digo que ésta le dará más alegría que las noventa y nueve que no se extraviaron.
14 Pasa lo mismo donde el Padre de ustedes, el Padre del Cielo: allá no quieren que se pierda ni tan sólo uno de estos pequeñitos.
Cómo conviven los hermanos en la fe
15 Si tu hermano ha pecado, vete a hablar con él a solas para reprochárselo. Si te escucha, has ganado a tu hermano.
16 Si no te escucha, toma contigo una o dos personas más, de modo que el caso se decida por la palabra de dos o tres testigos.
17 Si se niega a escucharlos, informa a la asamblea. Si tampoco escucha a la iglesia, considéralo como un pagano o un publicano.
18 Yo les digo: «Todo lo que aten en la tierra, lo mantendrá atado el Cielo, y todo lo que desaten en la tierra, lo mantendrá desatado el Cielo.
19 Asimismo yo les digo: si en la tierra dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir alguna cosa, mi Padre Celestial se lo concederá.
20 Pues donde están dos o tres reunidos en mi Nombre, allí estoy yo, en medio de ellos.»
21 Entonces Pedro se acercó con esta pregunta: «Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas de mi hermano? ¿Hasta siete veces?»
22 Jesús le contestó: «No te digo siete, sino setenta y siete veces.»
El que no perdonó a su compañero
23 «Aprendan algo sobre el Reino de los Cielos. Un rey había decidido arreglar cuentas con sus empleados,
24 y para empezar, le trajeron a uno que le debía diez mil monedas de oro.
25 Como el hombre no tenía con qué pagar, el rey ordenó que fuera vendido como esclavo, junto con su mujer, sus hijos y todo cuanto poseía, para así recobrar algo.
26 El empleado, pues, se arrojó a los pies del rey, suplicándole: «Dame un poco de tiempo, y yo te lo pagaré todo.»
27 El rey se compadeció y lo dejó libre; más todavía, le perdonó la deuda.
28 Pero apenas salió el empleado de la presencia del rey, se encontró con uno de sus compañeros que le debía cien monedas. Lo agarró del cuello y casi lo ahogaba, gritándole: «Págame lo que me debes.»
29 El compañero se echó a sus pies y le rogaba: «Dame un poco de tiempo, y yo te lo pagaré todo.»
30 Pero el otro no aceptó, sino que lo mandó a la cárcel hasta que le pagara toda la deuda.
31 Los compañeros, testigos de esta escena, quedaron muy molestos y fueron a contárselo todo a su señor.
32 Entonces el señor lo hizo llamar y le dijo: «Siervo miserable, yo te perdoné toda la deuda cuando me lo suplicaste.
33 ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero como yo tuve compasión de ti?»
34 Y tanto se enojó el señor, que lo puso en manos de los verdugos hasta que pagara toda la deuda.
35 Y Jesús añadió: «Lo mismo hará mi Padre Celestial con ustedes, a no ser que cada uno perdone de corazón a su hermano.»

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Comentarios Evangelio según Mateo, capítulo 18
18,1   Aquí comienza el cuarto Discurso del Evangelio de Mateo, que no es muy homogéneo, pero que está centrado en la vida de la comunidad.
Para el comentario de 1-5, véase Mc 9,33
18,5  Los “pequeños” designa unas veces a los niños, y otras a la gente muy sencilla que seguía a Jesús, los pequeños u olvidados de la sociedad; en cualquier institución se encontrarán pequeños y olvidados.
En el versículo 5 se pasa de un sentido a otro; no se trata de recibir a niños vagos sino de respetar y tratar bien a los “pequeños”.
18,6  El texto dice: “una muela de burro”. Este término se usaba para distinguir la muela de molino que hacía girar un burro, de la muela doméstica que hacían girar las mujeres.
18,7  El “scandalon” es la pequeña piedra en la que tropieza el desprevenido. El escándalo no es lo que hace mucho ruido o lo que perturba a la sociedad, sino lo que siembra confusión en las conciencias y hace caer a los que se tenían por gente de confianza.
Los pequeños son, muchas veces, gente que se esfuerza por salir de su condición y llegar a ser más independientes, gracias a una mejor educación y a mayores entradas económicas. A menudo la sociedad hace muy difícil lograr una superación a quienes no entran en juegos sucios o se niegan a imitar el modo de vivir de las personas egoístas. Debido a esto, no raras veces los pequeños deben resignarse al fracaso, a “perder un ojo”, antes que renunciar a lo más importante, que es vivir bajo la mirada de Dios.
Tiene que haber escándalos. El mundo que Dios creó y que Dios salva no es un oasis de paz, sino un lugar donde se forman personas libres, mediante la lucha y la superación constante. Los escándalos son parte de este mundo (1Co 11,19), y el poder del Mal no disminuye en absoluto la gloria que Dios recibirá de su creación al final. El sufrimiento y la sed de justicia serán fuente de santidad, siendo los medios por los cuales Dios hará crecer el amor.
Es mejor para ti... Jesús recalca el valor incomparable de la vida eterna: esta sentencia ya se leyó en 5,29.
¡Ay del mundo...! Jesús nos invita a tomar conciencia del pecado tanto individual como social: las estructuras malas serán derribadas de cualquier manera, con lágrimas y sangre (Lc 23,28).
18,12   Esta parábola es la misma que trae Lc 15,3, pero aquí la oveja no es perdida sino extraviada. La parábola se refiere, no a los pecadores, sino a los pequeños extraviados en las ambigüedades de este mundo (24,4; 24,11) y que Jesús quiere reunir. Hay que buscarlos en vez de despreciarlos. Para la Iglesia siempre existirá el peligro de olvidar a todos los pequeños que no vienen a ella, o de esperar que den el primer paso que tal vez no puedan darlo.
Tratando de recordar, nos damos cuenta con tristeza, que muchos pequeños que participaban con nosotros se extraviaron. ¿Se podrá estar seguros de que todas las actividades de la comunidad han sido las que les ayudaban a progresar en la fe?
18,15   Siempre se cometen pecados contra el prójimo o a expensas de la comunidad. Jesús in vita a corregirlos pensando ante todo en la conversión de los pecadores: evitar que se ve an humillados públicamente. Ya se decía en Dt 25,3.
Estas palabras fueron dichas a Pedro en 16,19; aquí Jesús habla para toda la Iglesia. La comunidad tiene delante de Dios autoridad para arreglar los problemas internos, y si lo hace como Pablo lo pide en 1Cor 5 y 6, es decir, la comunidad con sus responsables y bajo el Espíritu de Dios (He 15,28), la decisión será la de Dios.
No todos los manuscritos tienen el mismo texto. Si lo aceptamos tal como está aquí, ha pecado, es un consejo de moderación que se opone, por ejemplo, a la práctica de los esenios, que castigaban y excluían sin miramientos. Jesús no acepta que se excluya inmediatamente al pecador que se está juzgando. Si es posible corregirlo de manera privada, no deben publicarse sus pecados.
En cambio, si seguimos la otra versión, ha pecado contra ti, el texto se refiere al perdón de las ofensas tal como en Lc 17,4.
Como un pagano o publicano. Jesús habla para un público habituado a no tener contacto con los paganos, los publicanos y todos los que estaban excluidos por las autoridades religiosas (Jn 9,22). Las comunidades cristianas actuarán de la misma manera con quien no respete las exigencias de la comunión fraterna (1Cor 5,11; Ti 3,10; 2Jn 10).
18,21   Perdonar siete veces o setenta y siete veces exige una explicación. Perdonar de todo corazón al que ha hecho el mal es un acto interior; siempre y con todos hay que liberarse del espíritu de venganza: “oren por los que los persiguen”.
Hay también otro perdón en el que se restablecen las relaciones con el culpable, poniendo en ello toda la confianza que podamos después de tal experiencia; ese perdón sólo es posible si el otro ha reparado el daño hecho en la medida de sus posibilidades: véase Lc 17,3. Si no se diera esto último, sería una abdicación frente al mal y una negación de la justicia.
18,22  Setenta y siete veces. Esto se contrapone a la sed de venganza expresada en Gén 4,24. A primera vista la cifra griega se puede entender “setenta veces siete”, pero la traducción setenta y siete veces es la que reclama el uso de las cifras distributivas griegas, sensible a lo pesadas que resultaban estas cifras más allá de diez.
18,23   Esta parábola es una caricatura, pero no por eso necesita comentarios. La única dificultad podría ser: Lo mismo hará mi Padre celestial con ustedes. ¿No es eso rebajar a Dios? No debemos olvidar los estrechos lazos que unen el mundo de la eternidad, del cual lo ignoramos todo, y el nuestro que conocemos tan mal. Jesús dice: Lo mismo hará con ustedes, para darse a entender, pero en realidad no es Dios quien castiga, somos nosotros los que hemos destruido voluntariamente algo irreparable.
Se oye hablar diariamente del peso de odio y de rencores que los más diversos pueblos tienen acumulado unos contra otros, muchas veces debido a conflictos de religiones; el mundo necesita que le enseñen a perdonar. No sabemos perdonar porque no conocemos bien todo lo que Dios nos ha perdonado a nosotros y cuán grande es su misericordia.
El cuarto Discurso del Evangelio de Mateo finaliza con este deber del perdón. La Iglesia estuvo siempre muy lejos de ser santa como es su deber. Sin embargo nadie puede negar que haya sido en todo tiempo el lugar donde se enseñó la misericordia de Dios y donde los hombres aprendieron a perdonar.
Evangelio según Mateo (Mt) Capítulo 19
Matrimonio, divorcio y continencia «por el Reino»
1 Después de terminar este discurso, Jesús partió de Galilea y llegó a las fronteras de Judea por la otra orilla del Jordán.
2 También allí mucha gente vino a él y los sanó.
3 Se le acercaron unos fariseos y lo pusieron a prueba con esta pregunta: «¿Está permitido a un hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?»
4 Jesús respondió: «¿No han leído que el Creador al principio los hizo hombre y mujer
5 y dijo: El hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá con su mujer, y serán los dos una sola carne?
6 De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre.»
7 Los fariseos le preguntaron: «Entonces, ¿por qué Moisés ordenó que se firme un certificado en el caso de divorciarse?»
8 Jesús contestó: «Moisés vio lo tercos que eran ustedes, y por eso les permitió despedir a sus mujeres, pero al principio no fue así.
9 Yo les digo: el que se divorcia de su mujer, fuera del caso de unión ilegítima, y se casa con otra, comete adulterio.»
10 Los discípulos le dijeron: «Si ésa es la condición del hombre que tiene mujer, es mejor no casarse.»
11 Jesús les contestó: «No todos pueden captar lo que acaban de decir, sino aquellos que han recibido este don.
12 Hay hombres que han nacido eunucos. Otros fueron mutilados por los hombres. Hay otros todavía, que se hicieron tales por el Reino de los Cielos. ¡Entienda el que pueda!»
Jesús y los niños
13 Entonces trajeron a Jesús algunos niños para que les impusiera las manos y rezara por ellos. Pero los discípulos los recibían muy mal.
14 Jesús les dijo: «Dejen a esos niños y no les impidan que vengan a mí: el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos.»
15 Jesús les impuso las manos y continuó su camino.
El joven rico
16 Un hombre joven se le acercó y le dijo: «Maestro, ¿qué es lo bueno que debo hacer para conseguir la vida eterna?»
17 Jesús contestó: «¿Por qué me preguntas sobre lo que es bueno? Uno solo es el Bueno. Pero si quieres entrar en la vida, cumple los mandamientos.»
18 El joven dijo: «¿Cuáles?» Jesús respondió: «No matar, no cometer adulterio, no hurtar, no levantar falso testimonio,
19 honrar al padre y a la madre y amar al prójimo como a sí mismo.»
20 El joven le dijo: «Todo esto lo he guardado, ¿qué más me falta?»
21 Jesús le dijo: «Si quieres ser perfecto, vende todo lo que posees y reparte el dinero entre los pobres, para que tengas un tesoro en el Cielo. Después ven y sígueme.»
22 Cuando el joven oyó esta respuesta, se marchó triste, porque era un gran terrateniente.
23 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: «En verdad les digo: el que es rico entrará muy difícilmente en el Reino de los Cielos.
24 Les aseguro: es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el Reino de los cielos.»
25 Los discípulos, al escucharlo, se quedaron asombrados. Dijeron: «Entonces, ¿quién puede salvarse?»
26 Fijando en ellos su mirada, Jesús les dijo: «Para los hombres es imposible, pero para Dios todo es posible.»
27 Entonces Pedro tomó la palabra y dijo: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte. ¿Qué recibiremos?»
28 Jesús contestó: «A ustedes que me han seguido, yo les digo: cuando todo comience nuevamente y el Hijo del Hombre se siente en su trono de gloria, ustedes también se sentarán en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.
29 Y todo el que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o propiedades por causa de mi Nombre, recibirá cien veces más y tendrá por herencia la vida eterna.
30 Muchos que ahora son primeros serán últimos, y otros que ahora son últimos serán primeros.»

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Comentarios Evangelio según Mateo, capítulo 19
19,1   Véase el comentario en Mc 10,2 y Mt 5,31.
En Israel existía la ley sobre el divorcio y estaba en armonía con la diferencia de status que la so ciedad concedía al hombre y a la mujer (Dt 24,1).
Jesús no entra en las discusiones de los intérpretes de la Ley; no se entenderá su respuesta si se queda evaluando lo que está permitido o no.
Jesús dice: al principio; es una manera de referirse al proyecto de Dios creador con respecto a la pareja. Jesús se dirige a los que piden a Dios el sentido tanto del amor como del compromiso.
Ya no son dos. Esta re-creación de los que se aman no se hace sin Dios, sino que más bien es como un fruto de la alianza que ya los unía a Dios; la habían aceptado y era de por sí irrevocable. Sea cual fuere la práctica común del matrimonio o de la unión libre, no hay pueblo de Dios sin el matrimonio indisoluble. Esta “ley de Dios”, sin embargo, sólo puede ser entendida por los que han recibido de Jesús el Espíritu; de ahí la reacción de los discípulos.
19,10  Según su costumbre, Jesús no trata de excusarse por sus palabras tan exigentes, sino que al contrario toma pie de la queja de sus discípulos para revelar otra vocación más difícil de entender todavía.
19,16   Ver comentario en Mc 10,17.
Se plantea a Jesús una pregunta. Él descubre los diversos aspectos de la misma y da tres respuestas:
Uno solo es el Bueno: Este hombre ha sido seducido por la persona de Jesús quien lo reenvía al Padre, como lo hace siempre.
Jesús mismo lo recibió todo del Padre y tiene una experiencia del amor divino muy distinta a la nuestra. Por eso ofrece a este interlocutor un camino hacia el amor divino que no se limita a la observancia de los mandamientos, incluso del amor al prójimo. Por lo demás, ¿ese hombre amaba a su prójimo como a sí mismo, teniendo en cuenta que era tan rico en medio de campesinos tan pobres?
Ese hombre quería saber cómo se adquiere la vida eterna, (el texto dice según el estilo hebraico “tenerla en herencia”) y Jesús dirá finalmente que aunque uno observe los mandamientos, no por eso “merecerá” la vida eterna, pues la salvación es siempre un regalo de Dios.
Por último viene la pregunta que más nos preocupa, ya que todo lo que atañe al dinero nos llega al corazón, y es ahí donde el Evangelio nos hace temblar: Es más fácil para un camello...
19,20  Ama a tu prójimo.... Mateo añade este mandamiento, que no se lee en Marcos ni Lucas, como para subrayar que Jesús no denuncia leyes antiguas que serían insuficientes. Aquel día hizo a ese hombre un llamado personal que habría sido para él el comienzo de una aventura insospechada, preparada por Dios que lo quería: el Reino estaba allí entero.
19,21  A menudo sale a colación este pasaje a propósito del voto de pobreza de los religiosos; la comparación es válida siempre que los religiosos renuncien a posesiones personales sin reemplazarlas por posesiones y seguridades colectivas.
El problema de la pobreza en el mundo moderno está también en el corazón de la familia: para la mayoría, creyentes o no, las alegrías y las gracias que Dios reserva a la familia numerosa sólo serán dadas a las que hayan renunciado a medirlo todo con los criterios del dinero y de la seguridad.
19,22  El joven dejó que Dios pasara de largo, y perdió la alegría.
19,24  Véase el comentario de Mc 10,24.
19,29  Esta promesa, a diferencia de la anterior, se verificará para cualquier discípulo: encontrará amistades, compartirá riquezas con personas con las que nunca se habría topado, se le ampliarán los horizontes y la alegría. Las experiencias inesperadas se multiplicarán y también las persecuciones, a medida que se vaya desprendiendo de los lazos naturales, las seguridades y los pequeños ídolos.
Evangelio según Mateo (Mt) Capítulo 20
Los trabajadores de la viña
1 Aprendan algo del Reino de los Cielos. Un propietario salió de madrugada a contratar trabajadores para su viña.
2 Se puso de acuerdo con ellos para pagarles una moneda de plata al día, y los envió a su viña.
3 Salió de nuevo hacia las nueve de la mañana, y al ver en la plaza a otros que estaban desocupados,
4 les dijo: «Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo.» Y fueron a trabajar.
5 Salió otra vez al mediodía, y luego a las tres de la tarde, e hizo lo mismo.
6 Ya era la última hora del día, la undécima, cuando salió otra vez y vio a otros que estaban allí parados. Les preguntó: «¿Por qué se han quedado todo el día sin hacer nada?»
7 Contestaron ellos: «Porque nadie nos ha contratado.» Y les dijo: «Vayan también ustedes a trabajar en mi viña.»
8 Al anochecer, dijo el dueño de la viña a su mayordomo: «Llama a los trabajadores y págales su jornal, empezando por los últimos y terminando por los primeros.»
9 Vinieron los que habían ido a trabajar a última hora, y cada uno recibió un de na rio (una moneda de plata).
10 Cuan do llegó el turno a los primeros, pen saron que iban a recibir más, pero también recibieron cada uno un denario.
11 Por eso, mientras se les pagaba, protestaban contra el propietario.
12 Decían: «Estos últimos apenas trabajaron una hora, y los consideras igual que a nosotros, que hemos aguantado el día entero y soportado lo más pesado del calor.»
13 El dueño contestó a uno de ellos: «Amigo, yo no he sido injusto contigo. ¿No acordamos en un denario al día?
14 Toma lo que te corresponde y márchate. Yo quiero dar al último lo mismo que a ti.
15 ¿No tengo de recho a llevar mis cosas de la manera que quiero? ¿O será porque soy generoso y tú envidioso?»
16 Así sucederá: los últimos serán primeros, y los primeros serán últimos.»
Tercer anuncio de la Pasión
17 Mientras iban subiendo a Jerusalén, Jesús tomó aparte a los Doce y les dijo por el camino:
18 «Ya estamos subiendo a Jerusalén; el Hijo del Hombre va a ser entregado a los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la Ley, que lo condenarán a muerte.
19 Ellos lo entregarán a los extranjeros, que se burlarán de él, lo azotarán y lo crucificarán. Pero resucitará al tercer día.»
La madre de Santiago y Juan pide los primeros puestos
20 Entonces la madre de Santiago y Juan se acercó con sus hijos a Jesús y se arrodilló para pedirle un favor.
21 Jesús le dijo: «¿Qué quieres?» Y ella respondió: «Aquí tienes a mis dos hijos. Asegúrame que, cuando estés en tu reino, se sentarán uno a tu derecha y otro a tu izquierda.»
22 Jesús dijo a los hermanos: «No saben lo que piden. ¿Pueden ustedes beber la copa que yo tengo que beber?» Ellos respondieron: «Podemos.»
23 Jesús replicó: «Ustedes sí beberán mi copa, pero no me corresponde a mí el concederles que se sienten a mi derecha o a mi izquierda. Eso será para quienes el Padre lo haya dispuesto.»
24 Los otros diez se enojaron con los dos hermanos al oír esto.
25 Jesús los llamó y les dijo: «Ustedes saben que los gobernantes de las naciones actúan como dictadores y los que ocupan cargos abusan de su autoridad.
26 Pero no será así entre ustedes. Al contrario, el que de ustedes quiera ser grande, que se haga el servidor de ustedes,
27 y si alguno de ustedes quiere ser el primero entre ustedes, que se haga el esclavo de todos.
28 Hagan como el Hijo del Hombre, que no vino a ser servido, sino a servir y dar su vida como rescate por muchos.»
29 Al salir de Jericó, les iba siguiendo una gran multitud de gente.
30 En algún momento, dos ciegos estaban sentados a la orilla del camino, y al enterarse de que pasaba Jesús, comenzaron a gritar: «¡Señor, hijo de David, ten compasión de nosotros!»
31 La gente les decía que se callaran, pero ellos gritaban aún más fuerte: «¡Señor, hijo de David, ten compasión de nosotros!»
32 Jesús se detuvo, los llamó y les preguntó: «¿Qué quieren que haga por ustedes?»
33 Ellos dijeron: «Señor, que se abran nuestros ojos.»
34 Jesús sintió compasión y les tocó los ojos. Y al momento recobraron la vista y lo siguieron.

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Comentarios Evangelio según Mateo, capítulo 20
20,1   Jesús quiso desconcertar y sacar de la mente la idea de que existan méritos que Dios debe premiar. A muchos les parecerá injusto que se dé lo mismo a todos, sin tomar en cuenta sus obras y sus sacrificios; conviene, entonces, mirar más de cerca la parábola.
Jesús establece una comparación, no entre varios trabajadores, sino entre diversos grupos de trabajadores. Es esta una de las parábolas del Reino y cada grupo puede representar a un pueblo o a una clase social y, mientras unos recibieron la Palabra de Dios hace muchos siglos, otros recién están llegando a la fe.
A lo largo de la historia Dios llama a los diversos pueblos a trabajar en su viña. En primer lugar llamó a Abraham y le encargó, a él y a sus descendientes, su obra en el mundo. Más tarde, en tiempo de Moisés, mucha gente se juntó a su grupo para salir de Egipto, y lo mismo sucedió en los siglos siguientes. Los antiguos reivindican constantemente su derecho a ser tratados mejor que los demás, pero la viña no les ha sido encargada en forma exclusiva.
Uno de los mayores obstáculos a la revolución de Jesús es el espíritu de propiedad que se encuentra en todos los grupos, incluidos los religiosos. Los que son herederos de varias generaciones cristianas se creen con derechos y no aceptan que los nuevos cambien las reglas del juego. Y eso no es sólo de hoy día, basta con ver en He 22,22 la furia de la muchedumbre cuando Pablo habla de ir a los pueblos paganos.
20,12  Posiblemente los obreros de la última hora originariamente eran una figura de los seguidores de Jesús. La sociedad religiosa no les había dado la oportunidad de despertar y participar en el trabajo de Dios. Mateo aplica las palabras de Jesús a otra situación, la de los pueblos paganos que entran a la Iglesia, y nosotros debemos referirlas a las masas sin evangelizar que rodean iglesias sin ambición.
20,20   Véase la nota de Mc 10,35. Compárese Mt 20,30 y Mc 10,46.
Evangelio según Mateo (Mt) Capítulo 21
Jesús entra en Jerusalén
1 Estaban ya cerca de Jerusalén. Cuando llegaron a Betfagé, junto al monte de los Olivos,
2 Jesús envió a dos discípulos con esta misión: «Vayan al pueblecito que está al frente, y allí encontrarán una burra atada con su burrito al lado. Desátenla y tráiganmela.
3 Si alguien les dice algo, contéstenle: El Señor los necesita, y los devolverá cuanto antes.»
4 Esto sucedió para que se cumpliera lo dicho por el profeta:
5 Digan a la hija de Sión: «Mira que tu rey viene a ti con toda sencillez, montado en una burra, un animal de carga.»
6 Los discípulos se fueron e hicieron como Jesús les había mandado.
7 Le trajeron la burra con su cría, le colocaron sus mantos sobre el lomo y él se sentó encima.
8 Había muchísima gente; extendían sus mantos en el camino, o bien cortaban ramas de árboles, con las que cubrían el suelo.
9 Y el gentío que iba delante de Jesús, así como los que le seguían, empezaron a gritar: «¡Hosanna al hijo de David! ¡Bendito sea el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en lo más alto de los cielos!»
10 Cuando Jesús entró en Jerusalén, toda la ciudad se alborotó y preguntaban: «¿Quién es éste?»
11 Y la muchedumbre respondía: «¡Este es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea!»
Jesús expulsa a los vendedores
12 Jesús entró en el Templo y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el Templo. Derribó las mesas de los que cambiaban monedas y los puestos de los vendedores de palomas. Les dijo:
13 «Está escrito: Mi casa será llamada Casa de Oración. Pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones.»
14 También en el Templo se le acer caron algunos ciegos y cojos, y Jesús los sanó.
15 Los sacerdotes principales y los maestros de la Ley vieron las cosas tan asombrosas que Jesús acababa de hacer y a los niños que clamaban en el Templo: «¡Hosanna al hijo de David!». Estaban furiosos
16 y le dijeron: «¿Oyes lo que dicen ésos?» Les respondió Jesús: «Por supuesto. ¿No han leído, por casualidad, esa Escritura que dice: Tú mismo has puesto tus alabanzas en la boca de los niños y de los que aún maman?»
17 En seguida Jesús los dejó y salió de la ciudad en dirección a Betania, donde pasó la noche.
Maldición de la higuera
18 Al regresar a la ciudad, muy de mañana, Jesús sintió hambre.
19 Divisando una higuera cerca del camino, se acercó, pero no encontró más que hojas. Entonces dijo a la higuera: «¡Nunca jamás volverás a dar fruto!» Y al instante la higuera se secó.
20 Al ver esto, los discípulos se maravillaron: «¿Cómo pudo secarse la higuera, y tan rápido?»
21 Jesús les declaró: «En verdad les digo: si tienen tanta fe como para no vacilar, ustedes harán mucho más que secar una higuera. Ustedes dirán a ese cerro:
22 ¡Quítate de ahí y échate al mar!, y así sucederá. Todo lo que pidan en la oración, con tal de que crean, lo recibirán.»
Jesús responde a las autoridades
23 Jesús había entrado al Templo y estaba enseñando, cuando los sumos sacerdotes y las autoridades judías fueron a su encuentro para preguntarle: «¿Con qué derecho haces todas estas cosas? ¿Quién te lo ha encargado?»
24 Jesús les contestó: «Yo también les voy a hacer a ustedes una pregunta. Si me la contestan, yo también les diré con qué autoridad hago todo esto.
25 Háblenme del bautismo que daba Juan: este asunto ¿de dónde venía: de Dios o de los hombres?»
  Ellos reflexionaron: «Si decimos que este asunto venía de Dios, él nos replicará: Pues ¿por qué no le creyeron?
26 Y si decimos que era cosa de hombres, ¡cuidado con el pueblo!, pues todos consideran a Juan como un profeta.»
27 Entonces contestaron a Jesús: «No lo sabemos.»
  Y Jesús les replicó: «Pues yo tampoco les diré con qué autoridad hago estas cosas.»
La parábola de los dos hijos
28 Jesús agregó: «Pero, díganme su parecer. Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero para decirle: “Hijo, hoy tienes que ir a trabajar en la viña.”
29 Y él le respondió: “No quiero”. Pero después se arrepintió y fue.
30 Luego el padre se acercó al segundo y le mandó lo mismo. Este respondió: “Ya voy, señor.” Pero no fue.
31 Ahora bien, ¿cuál de los dos hizo lo que quería el padre?» Ellos contestaron: «El primero.» Entonces Jesús les dijo: «En verdad se lo digo: en el camino al Reino de los Cielos, los publicanos y las prostitutas andan mejor que ustedes.
32 Porque Juan vino a abrirles el camino derecho y ustedes no le creyeron, mientras que los publicanos y las prostitutas le creyeron. Ustedes fueron testigos, pero ni con esto se arrepintieron y le creyeron.
Los viñadores asesinos
33 Escuchen este otro ejemplo: Había un propietario que plantó una viña. La rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar y levantó una torre para vigilarla. Después la alquiló a unos labradores y se marchó a un país lejano.
34 Cuando llegó el tiempo de la vendimia, el dueño mandó a sus sirvientes que fueran donde aquellos labradores y cobraran su parte de la cosecha.
35 Pero los labradores tomaron a los enviados, apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon.
36 El propietario volvió a enviar a otros servidores más numerosos que la primera vez, pero los trataron de la misma manera.
37 Por último envió a su hijo, pensando: “A mi hijo lo respetarán”.
38 Pero los trabajadores, al ver al hijo, se dijeron: “Ese es el heredero. Lo matamos y así nos quedamos con su herencia”.
39 Lo tomaron, pues, lo echaron fuera de la viña y lo mataron.
40 Ahora bien, cuando venga el dueño de la viña, ¿qué hará con esos labradores?»
41 Le contestaron: «Hará morir sin compasión a esa gente tan mala y arrendará la viña a otros labradores que le paguen a su debido tiempo.»
42 Jesús agregó: «¿No han leído cierta Escritura? Dice así: La piedra que los constructores desecharon llegó a ser la piedra angular; ésa fue la obra del Señor y nos dejó maravillados.
43 Ahora yo les digo a ustedes: se les quitará el Reino de los Cielos, y será entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos.» (
44)
45 Al oír estos ejemplos, los jefes de los sacerdotes y los fariseos comprendieron que Jesús se refería a ellos.
46 Hubieran deseado arrestarlo, pero tuvieron miedo del pueblo, que lo consideraba como un profeta.

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Comentarios Evangelio según Mateo, capítulo 21
21,1   Véase el comentario en Mc 11.
Jesús quiso demostrar, al menos en esta ocasión, que era el Mesías anunciado por los profetas. Poco importa que el entusiasmo de los galileos que lo acompañaban no haya impresionado a los responsables políticos y religiosos, ya que era necesario que se manifestara la señal y que se cumpliera la profecía de Zacarías 9,9.
Tal vez los evangelistas pusieran esta entrada y la purificación del Templo en vísperas de la Pascua debido al plan que adoptaron de reunir en un solo bloque, al final de su relato, todo lo que Jesús hizo en Jerusalén. Pero hay muchos detalles que sugieren que se trataba de la fiesta de las Tiendas, en el mes de septiembre:
El ambiente alegre de la escena es propio de dicha fiesta, la más popular de todas; en el monte de los Olivos se levantaban innumerables chozas hechas de ramas; las palmas son las de la procesión que se dirigía a la fuente de Siloé cantando el salmo 118 “¡Bendito el que viene en nombre del Señor!” y aclamaba los ¡Hosanna! (o sea: ¡Sálvanos!).
Véase al respecto Za 14, que se refiere a esta fiesta (14,16) y anuncia la purificación del Templo.
Betfagé. Este pueblecito era la puerta del distrito de Jerusalén, al oriente. Según la Ley la Pascua debía celebrarse en Jerusalén, pero siendo la ciudad demasiado exigua para hospedar a los cien mil o más peregrinos de la fiesta, el límite jurídico de la ciudad había sido ampliado para incluir algunos pueblos, entre ellos Betfagé. Durante esos días Jesús se alojará en Betania (21,17).
La burra y el burrito: Mateo, que acostumbra a poner siempre dos personas u objetos ahí donde los otros sitúan uno, puso aquí una burra con su burrito: véase 8,28; 9,27; 10,29; 20,30.
21,12   Véase el comentario en Mc 11,15.
Jesús limpia el Templo, realizando la profecía de Zacarías, 14,21. También este gesto recuerda a Malaquías 3: el Señor viene a purificar a su pueblo y su Templo. Jesús viene como profeta para exigir el respeto a Dios. También se presenta como Dios para inaugurar los tiempos nuevos de la religión en espíritu y en verdad. Así lo entiende Juan (2,21), que habla del Templo Nuevo, Cristo.
21,16  Estas palabras del Salmo 8 se dirigían a Dios, pero Jesús se las aplica a sí mismo, como lo hizo también en otras oportunidades.
21,18   El hecho anterior nos ayuda a comprender la actuación extraña de Jesús, que buscó higos fuera de temporada y luego maldijo el árbol como si fuera el responsable. Fue un gesto destinado a captar la atención de los apóstoles, a la manera de enseñar de los profetas. La higuera es figura del pueblo de Dios que no dio (mejor, que da tan poco) los frutos que Dios esperaba.
21,23   Jesús era lo que hoy llamaríamos un simple laico. Respetaba a los sacerdotes de Dios y a los sumos sacerdotes. Pero aquí les demuestra que si quieren pedir cuentas, deben estar listos para dar una respuesta sobre las cosas de Dios cuando el pueblo se lo solicite. Y cuando se trató de Juan Bautista no quisieron dar esa respuesta.
21,28   Jesús muestra cuán difícil es convertirse para un sacerdote o maestro. Ya fueran maestros o teólogos ¿podían seguir los movimientos populares y acompañar la peregrinación al desierto? ¿Se sentirían aludidos por la predicación de Juan y estarían dispuestos a desvestirse para ser bautizados en el Jordán?
21,33   Véase el comentario en Mc 12,1.
Esta parábola denuncia a las autoridades religiosas que tan fácilmente se consideran propietarios de la viña. La viña es la cara visible del pueblo de Dios; es un conjunto de edificios, de instituciones, de medios económicos; también es un pueblo que sigue la religión de sus padres y obedece a las autoridades, tal vez sin preguntarse sobre la voluntad de Dios.
Muy a menudo los responsables sólo ven ese exterior y hacen todo lo posible para mantenerlo en medio de las tempestades políticas, aun cuando Dios muestre claramente que habrá que quemar muchas cosas que son obstáculos y seguir adelante. Jesús les advierte que se verán obligados a condenar al Hijo.
Se les quitará el Reino de los Cielos... Jesús recuerda una ley de la historia bíblica en la que se observa un reemplazo continuo de los que se creían propietarios o los herederos.
Evangelio según Mateo (Mt) Capítulo 22
El banquete de bodas
1 Jesús siguió hablándoles por medio de parábolas:
2 «Aprendan algo del Reino de los Cielos. Un rey preparaba las bodas de su hijo,
3 por lo que mandó a sus servidores a llamar a los invitados a la fiesta. Pero éstos no quisieron venir.
4 De nuevo envió a otros servidores con orden de decir a los invitados: “He preparado un banquete, ya hice matar terneras y otros animales gordos y todo está a punto. Vengan, pues, a la fiesta de la boda”.
5 Pero ellos no hicieron caso, sino que se fueron, unos a sus campos y otros a sus negocios.
6 Los demás tomaron a los servidores del rey, los maltrataron y los mataron.
7 El rey se enojó y envió a sus tropas, que dieron muerte a aquellos asesinos e incendiaron su ciudad.
8 Después dijo a sus servidores: “El banquete de bodas sigue esperando, pero los que habían sido invitados no eran dignos.
9 Vayan, pues, a las esquinas de las calles e inviten a la fiesta a todos los que encuentren”.
10 Los servidores salieron inmediatamente a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, de modo que la sala se llenó de invitados.
11 Después entró el rey para conocer a los que estaban sentados a la mesa, y vio un hombre que no se había puesto el traje de fiesta.
12 Le dijo: “Amigo, ¿cómo es que has entrado sin traje de bodas?” El hombre se quedó callado.
13 Entonces el rey dijo a sus servidores: “Atenlo de pies y manos y échenlo a las tinieblas de fuera. Allí será el llorar y el rechinar de dientes”.
14 Sepan que muchos son llamados, pero pocos son elegidos.»
El impuesto debido al César
15 Los fariseos se movieron para ver juntos el modo de atrapar a Jesús en sus propias palabras.
16 Le enviaron, pues, discípulos suyos junto con algunos partidarios de Herodes a decirle: «Maestro, sabemos que eres honrado y que enseñas con sinceridad el camino de Dios. No te preocupas por quién te escucha, ni te dejas influenciar por nadie.
17 Danos, pues, tu parecer: ¿Está contra la Ley pagar el impuesto al César? ¿Debemos pagarlo o no?»
18 Jesús se dio cuenta de sus malas intenciones y les contestó: «¡Hipócritas! ¿Por qué me ponen trampas?
19 Muéstrenme la moneda que se les cobra.» Y ellos le mostraron un denario.
20 Entonces Jesús preguntó: «¿De quién es esta cara y el nombre que lleva escrito?» Contestaron: «Del César.»
21 Jesús les replicó: «Devuelvan, pues, al César las cosas del César, y a Dios lo que corresponde a Dios.»
22 Con esta respuesta quedaron muy sorprendidos. Dejaron a Jesús y se marcharon.
La resurrección de los muertos
23 Ese mismo día vinieron a él algunos saduceos. Según ellos, no hay resurrección de los muertos, y por eso mismo le propusieron este caso:
24 «Maestro, Moisés dijo que si alguno muere sin tener hijos, el hermano del difunto debe casarse con la viuda para darle un hijo, que será considerado descendiente del difunto.
25 Sucedió que había entre nosotros siete hermanos. Se casó el mayor y murió, y al no tener hijos, dejó su mujer a su hermano.
26 Lo mismo pasó con el segundo y el tercero, hasta el séptimo.
27 Después de todos ellos murió también la mujer.
28 Ahora bien, cuando venga la resurrección de los muertos, ¿cuál de los siete se quedará con esta mujer, si todos la tuvieron?»
29 Jesús contestó: «Ustedes andan muy equivocados. Ustedes no entienden ni las Escrituras ni el poder de Dios.
30 Primeramente, en la resurrección no se toma mujer ni esposo, sino que son como ángeles en el Cielo.
31 Y en cuanto a saber si hay resurrección de los muertos, ¿no han leído lo que Dios les dijo:
32 Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Él no es un Dios de muertos, sino de vivos.»
33 Era mucha la gente que escuchaba a Jesús, y estaba asombrada de sus enseñanzas.
34 Cuando los fariseos supieron que Jesús había hecho callar a los saduceos, se juntaron en torno a él.
35 Uno de ellos, que era maestro de la Ley, trató de ponerlo a prueba con esta pregunta:
36 «Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la Ley?».
37 Jesús le dijo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.
38 Este es el gran mandamiento, el primero.
39 Pero hay otro muy parecido: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
40 Toda la Ley y los Profetas se fundamentan en estos dos mandamientos.»
El Mesías, hijo y Señor de David
41 Aprovechando que los fariseos estaban allí reunidos,
42 Jesús les preguntó: «¿Qué piensan ustedes del Mesías? ¿De quién tiene que ser hijo?» Contestaron: «De David.»
43 Jesús entonces añadió: «¿Cómo es que David llama al Mesías su Señor en un texto inspirado?
44 En un salmo dice: El Señor ha dicho a mi Señor: Siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos bajo tus pies.
45 Si David lo llama su Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo?»
46 Y nadie supo qué contestarle. Desde ese día nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

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Comentarios Evangelio según Mateo, capítulo 22
22,1   Hay dos partes en esta parábola.
Mateo juntó en un mismo relato dos parábolas que se complementan; tanto una como la otra hablan del rechazo de los que se creían los herederos de las promesas de Dios.
Mateo fue testigo de los años en que los cristianos eran rechazados por la comunidad judía oficial, especialmente el año 62 en que su obispo Santiago, “hermano del Señor”, fue lapidado por orden del sumo sacerdote. Aquí quiere confortar a los cristianos recordándoles palabras de Jesús referentes al tema de la exclusión: quienes excluyeron a los discípulos de Jesús eran en realidad los excluidos por Dios.
La primera parte de la parábola muestra que los beneficiarios del gran remezón de la historia serán los pequeños, los olvidados. Jesús se dirigió a ellos, los encontró en los caminos y respondieron al llamado. Se sienten aquí los ecos de la parábola de los viñadores homicidas de 20,43.
La segunda parte resalta que nunca hay seguridad de estar en una situación envidiable por el solo hecho de haber ingresado en una institución establecida por Dios, como es la Iglesia; en efecto, quien no se haya renovado y no se haya puesto el traje preparado para él, será excluido. Y se repite lo de la parábola de la red en 13,49.
El Rey celebra las bodas de su Hijo, que es Cristo, el esposo (ver: Mc 2,19), el que reúne a la humanidad y la une a su persona. Esta obra grandiosa de reunir a los hombres para luego resucitarlos es la que se va realizando a lo largo de la historia, hasta el día en que todos se sienten a la mesa de los vivos (Is 25,6).
22,11  No hay que pensar que el invitado sorprendido sin traje de fiesta fuese algún pobre; en ese tiempo se acostumbraba proporcionar a los invitados las túnicas que usarían en la fiesta (Est 6,14). Éste no se la puso, y por eso no supo qué responder.
22,14   Muchos son llamados... No se debe concluir sin más que la mayoría se pierde: el evangelio multiplica las imágenes para invitar a ser vigilantes. Es como la puerta estrecha, los primeros que pasan a ser los últimos, las damas de honor que llegan cuando se ha cerrado la puerta. En las cosas de Dios siempre está el peligro de no darlo todo y hasta el final.
La sentencia apunta tanto a la mayoría del pueblo de Dios que no ha respondido a su llamada como al invitado que sólo llegó sin el traje de fiesta.
Evangelio según Mateo (Mt) Capítulo 23
No imiten a los maestros de la Ley
1 Entonces Jesús habló tanto para el pueblo como para sus discípulos:
2 «Los maestros de la Ley y los fariseos han ocupado el puesto que dejó Moisés.
3 Hagan y cumplan todo lo que ellos dicen, pero no los imiten, porque ellos enseñan y no practican.
4 Preparan pesadas cargas, muy difíciles de llevar, y las echan sobre las espaldas de la gente, pero ellos ni siquiera levantan un dedo para moverlas.
5 Todo lo hacen para ser vistos por los hombres. Miren esas largas citas de la Ley que llevan en la frente y los largos flecos de su manto.
6 Les gusta ocupar los primeros lugares en los banquetes y los asientos reservados en las sinagogas.
7 Les agrada que los saluden en las plazas y que la gente los llame Maestro.
8 Lo que es ustedes, no se dejen llamar Maestro, porque no tienen más que un Maestro, y todos ustedes son hermanos.
9 No llamen Padre a nadie en la tierra, porque ustedes tienen un solo Padre, el que está en el Cielo.
10 Tampoco se dejen ustedes llamar Guía, porque ustedes no tienen más Guía que Cristo.
11 El más grande entre ustedes se hará el servidor de todos.
12 Porque el que se pone por encima, será humillado, y el que se rebaja, será puesto en alto.
Siete maldiciones contra los fariseos
13 Por lo tanto, ¡ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas! Ustedes cierran a la gente el Reino de los Cielos. No entran ustedes, ni dejan entrar a los que querrían hacerlo.
14 ¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas!
15 Ustedes recorren mar y tierra para ganar un pagano y, cuando se ha convertido, lo transforman en un hijo del demonio, mucho peor que ustedes.
16 ¡Ay de ustedes, que son guías ciegos! Ustedes dicen: “Jurar por el Templo no obliga, pero jurar por el tesoro del Templo, sí”.
17 ¡Torpes y ciegos! ¿Qué vale más, el oro mismo o el Templo que hace del oro una cosa sagrada?
18 Ustedes dicen: “Si alguno jura por el altar, no queda obligado; pero si jura por las ofrendas puestas sobre el altar, queda obligado”. ¡Ciegos!
19 ¿Qué vale más, lo que se ofrece sobre el altar o el altar, que hace santa la ofrenda?
20 El que jura por el altar, jura por el altar y por lo que se pone sobre él.
21 El que jura por el Templo, jura por él y por Dios que habita en el Templo.
22 El que jura por el Cielo, jura por el trono de Dios y por Aquel que está sentado en él.
23 ¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas! Ustedes pagan el diezmo hasta sobre la menta, el anís y el comino, pero no cumplen la Ley en lo que realmente tiene peso: la justicia, la misericordia y la fe. Ahí está lo que ustedes debían poner por obra, sin descartar lo otro.
24 ¡Guías ciegos! Ustedes cuelan un mosquito, pero se tragan un camello.
25 ¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas! Ustedes purifican el exterior del plato y de la copa, después que la llenaron de robos y violencias.
26 ¡Fariseo ciego! Purifica primero lo que está dentro, y después purificarás también el exterior.
27 ¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas! Ustedes son como sepulcros bien pintados, que se ven maravillosos, pero que por dentro están llenos de huesos y de toda clase de podredumbre.
28 Ustedes también aparentan como que fueran personas muy correctas, pero en su interior están llenos de falsedad y de maldad.
29 ¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas! Ustedes construyen sepulcros para los profetas y adornan los monumentos de los hombres santos.
30 También dicen: “Si nosotros hubiéramos vivido en tiempos de nuestros padres, no habríamos consentido que mataran a los profetas”.
31 Así ustedes se proclaman hijos de quienes asesinaron a los profetas.
32 ¡Terminen, pues, de ha cer lo que sus padres comenzaron!
33 ¡Serpientes, raza de víboras!, ¿cómo lograrán escapar de la condenación del infierno?
34 Desde ahora les voy a enviar profetas, sabios y maestros, pero ustedes los degollarán y crucificarán, y a otros los azotarán en las sinagogas o los perseguirán de una ciudad a otra.
35 Al final recaerá sobre ustedes toda la sangre inocente que ha sido derramada sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la sangre de Zacarías, hijo de Baraquías, al que ustedes mataron ante el altar, dentro del Templo.
36 En verdad les digo: esta generación pagará por todo eso.
37 ¡Jerusalén, Jerusalén qué bien matas a los profetas y apedreas a los que Dios te envía! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus pollitos bajo las alas, y tú no has querido!
38 Por eso se van a quedar ustedes con su templo vacío.
39 Y les digo que ya no me volverán a ver hasta que digan: ¡Bendito sea el que viene en nombre del Señor!»

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Comentarios Evangelio según Mateo, capítulo 23
23,1   Comienza el quinto discurso del Evangelio de Mateo. Estas palabras y parábolas de Jesús esclarecen la actitud que deberán adoptar sus discípulos frente a los nuevos tiempos que se avecinan para ellos.
Apenas nacida, la Iglesia deberá enfrentarse a la poderosa oposición de las instituciones judías, sobre todo la de los fariseos. Deberá seguir su propio camino y separarse de las comunidades judías. Es el fondo del capítulo 23. El capítulo 24 declara que Dios va a confirmar esa separación con la ruina de la nación judía.
23,2   Jesús no era de la tribu de Leví, de la que salían los sacerdotes. Tampoco pertenecía a una institución religiosa como la de los fariseos. Estaba de parte del pueblo y miraba cómo actuaban los jefes del pueblo de Dios y las elites religiosas organizadas.
Con mucha probabilidad, Mateo desea que las acusaciones de Jesús recaigan también sobre los personajes importantes de sus comunidades; hay una advertencia a las autoridades de la Iglesia y, más allá de ellas, a todo grupo que crea ser el mejor, el más consciente o el más eficiente. Los fariseos creían serlo, y en algún sentido lo eran, pero eso no justificaba su comportamiento.
Han ocupado el puesto de Moisés. El Evangelio dice en una forma más precisa: “se sentaron en la cátedra de Moisés”. En el tiempo de Jesús los fariseos, laicos con buena formación teológica, estaban suplantando a los sacerdotes levitas pobres que la Biblia desde siglos constituía jueces e intérpretes de la Ley de Moisés. Jesús da a entender que en el pueblo de Dios los ambiciosos se apropian los puestos, y Dios hasta cierto punto lo tolera.
23,8  Los escritos del Nuevo Testamento son testigos de una época en que las comunidades cristianas se organizaban y vivían de una manera muy democrática. Esto no se oponía a que existiera una autoridad superior, la de los apóstoles, testigos de Cristo y pioneros del apostolado, y la de sus colaboradores, Tito, Timoteo, Lucas… Sería temerario pensar que era una etapa provisoria y que la organización posterior, en la que el “clero” pasó a ser una clase superior a la de los laicos, respondería mejor a la voluntad de Dios.
23,9  Todos esos títulos tienen su valor y pueden ser interpretados bien. Sin embargo Jesús nota que tienen efectos perversos. El culto o la dependencia de un “Padre” o de una “Madre” pervierten a menudo la obediencia que sólo se debe a Dios. Los fieles se acostumbran a no pensar por sí mismos y a evitar los conflictos que se producirían si se atrevieran a discrepar. En cuanto a los doctores, no son nada si no comparten la fe y la experiencia de los apóstoles.
23,13   El reino de los Cielos, es decir, el camino sencillo que conduce al descubrimiento de Dios Padre. Hasta en la aldea más pequeña los judíos tenían maestros de la Ley que actuaban lo mejor posible. Sin embargo la presión de los fariseos era causa de que toda la atención se centrara en prescripciones destinadas a evitar las impurezas más pequeñas. La misma Biblia sugirió cuatro siglos antes ese camino con la obra de Esdras, pero esa nube de preceptos acabó por ocultar lo que era esencial. De ahí que la muchedumbre fuera a pedir a Jesús lo que sus catequistas no les daban.
23,15  El siglo en que vivió Jesús vio el máximo desarrollo de los esfuerzos judíos para convertir a los paganos. Jesús asume una posición crítica frente a la misión: ¿qué llevamos a los que “convertimos”? Podría ser que los ejemplos, las promesas, la estrechez mental y el orgullo del misionero y de su grupo significaran más bien un alejamiento de Dios (Gál 6,13).
23,29   Por una parte están los profetas y por otra los que matan a los profetas. El pueblo de Dios necesita instituciones para permanecer fiel a su misión; sin embargo este pueblo sigue obedeciendo a reacciones y prejuicios sociales, por lo que toda institución, aun la nacida del Espíritu, se vuelve cada vez más pesada, hasta anquilosarse con el tiempo. Los profetas son habitualmente condenados cuando ponen en tela de juicio la unidad en la mediocridad o incluso la infidelidad a la Palabra de Dios.
Los jefes de la comunidad judía no estaban dispuestos a escuchar a su nuevo profeta. Una cosa era honrar a los profetas del pasado y los libros sagrados, y otra recibir las críticas que Dios les dirigía, no escritas en un libro sagrado, sino proferidas por el carpintero Jesús.
No habríamos consentido. Siempre es peligroso convertirse en juez de los que nos han precedido o pedir perdón por sus errores; eso no cuesta nada, pero si ocupamos ahora el mismo lugar de ellos, es muy probable que no obremos mejor y caeremos en faltas semejantes.
23,33  Este párrafo denuncia las persecuciones que, primero en Jerusalén y luego en Roma, se desatarán contra los cristianos.
23,35  Los profetas habían anunciado el año 587 a.C. la ruina de Jerusalén, en castigo a su infidelidad. Jesús retoma su lenguaje, pero la destrucción anunciada para los años venideros tendrá un significado infinitamente más amplio, a la medida de su propia misión, que lo coloca en el corazón y en la cumbre de toda la historia. La suerte de Jesús recapitula la historia: la sangre de los profetas, la suya propia, la de los primeros mártires.
23,37   Su templo vacío. En este templo, corazón de la nación judía, descansaba la presencia de Dios. Dios lo abandona nuevamente (véase Ez 8) para ir a residir entre quienes han acogido a Jesús, encontrando en Jesús el templo verdadero. Una parte de los manuscritos dicen, como Lc 13.35: “Ustedes se quedarán con su Casa”, confirmando así que estos dos evangelios fueron escritos antes de la ruina del Templo en el año 70.
Evangelio según Mateo (Mt) Capítulo 24
QUINTA ETAPA (24,1—28,20): JESÚS ANUNCIA SU VUELTA AL FIN DE LOS TIEMPOS
– DISCURSO SOBRE LA DESTRUCCIÓN DE JERUSALÉN, EL FIN DEL MUNDO Y LA VENIDA DEL HIJO DEL HOMBRE. HAY QUE HACER FRUCTIFICAR LOS TALENTOS: EL CRITERIO DEL AMOR.
– ENTONCES JESÚS SE ENTREGA A SU PASIÓN. SU INOCENCIA ES SUBRAYADA Y LO MISMO SU MAJESTAD REAL. MIENTRAS QUE LOS SACERDOTES SE ENDURECEN EN SU INCREDULIDAD, LOS DISCÍPULOS RECIBEN DEL RESUCITADO LA MISIÓN DE ENSEÑAR A TODAS LAS NACIONES: JESÚS ESTARÁ A SU LADO.
La destrucción de Jerusalén y el fin del mundo
1 Jesús salió del Templo, y mientras caminaba, sus discípulos le hacían notar las imponentes construcciones del Templo.
2 Jesús les dijo: «¿Ven todo eso? En verdad les digo: no quedará ahí piedra sobre piedra. Todo será destruido.»
3 Como Jesús después se sentara en el monte de los Olivos, los discípulos se acercaron y le preguntaron en privado: «Dinos cuándo ocurrirá todo eso. ¿Qué señales anunciarán tu venida y el fin de la historia?»
4 Jesús les contestó: «No se dejen engañar
5 cuando varios usurpen mi nombre y digan: Yo soy el Me sías. Pues engañarán a mucha gente.
6 Ustedes oirán hablar de guerras y de rumores de guerra. Pero no se alarmen; todo eso tiene que pasar, pero no será todavía el fin.
7 Unas naciones lucharán contra otras y se levantará un reino contra otro reino habrá hambre y terremotos en diversos lugares.
8 Esos serán los primeros dolores del parto.
9 Entonces los denunciarán a ustedes y serán torturados y asesinados. Todas las naciones los odiarán por mi causa.
10 En esos días muchos tropezarán y caerán; de repente se odiarán y se traicionarán unos a otros.
11 Aparecerán falsos profetas, que engañarán a mucha gente,
12 y tanta será la maldad, que el amor se enfriará en muchos.
13 Pero el que se mantenga firme hasta el fin se salvará.
14 Esta Buena Nueva del Reino será proclamada en el mundo entero, y todas las naciones oirán el mensaje; después vendrá el fin.
15 Cuando ustedes vean lo anunciado por el profeta Daniel: el ídolo del invasor instalado en el Templo (que el lector sepa entender),
16 entonces los que estén en Judea huyan a los montes.
17 Si estás en la azotea de tu casa, no te demores ni bajes a buscar tus cosas.
18 Si te hallas en el campo, no vuelvas a buscar tu manto.
19 ¡Pobres de las que en aquellos días estén embarazadas o criando!
20 Rueguen para que no les toque huir en invierno o en día sábado.
21 Porque será una prueba tan enorme como no ha habido igual desde el principio del mundo hasta ahora, ni jamás la volverá a haber.
22 Y si ese tiempo no fuera acortado, nadie saldría con vida. Pero Dios lo acortará en consideración a sus elegidos.
23 Entonces, si alguien les dice: Miren, el Mesías está aquí o está allá, no le crean.
24 Porque se presentarán falsos mesías y falsos profetas, que harán cosas maravillosas y prodigios capaces de engañar, si fuera posible, aun a los elegidos de Dios.
25 Miren que yo se lo he advertido de antemano.
26 Por tanto, si alguien les dice: ¡Está en el desierto!, no vayan. Si dicen: ¡Está en tal lugar retirado!, no lo crean.
27 Pues así como refulge el relámpago desde el oriente e inflama el cielo hasta el poniente, así será la venida del Hijo del Hombre.
28 En otras palabras: «Donde hay un cadáver, allí se juntan los buitres.»
La venida del Hijo del Hombre
29 Después de esos días de angustia, el sol se oscurecerá, la luna perderá su brillo, caerán las estrellas del cielo y se bambolearán los mecanismos del universo.
30 Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre. Mientras todas las razas de la tierra se golpearán el pecho, verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo con el poder divino y la plenitud de la gloria.
31 Enviará a sus ángeles, que tocarán la trompeta y reunirán a los elegidos de los cuatro puntos cardinales, de un extremo al otro del mundo.
32 Aprendan esta lección de la higuera: Cuando están ya tiernas sus ramas y empiezan a brotar las hojas, ustedes saben que se acerca el verano.
33 Asimismo, cuando ustedes noten todas estas cosas que les he dicho, sepan que el tiempo ya está cerca, a las puertas.
34 En verdad les digo: no pasará esta generación, hasta que sucedan todas estas cosas.
35 Pasarán el cielo y la tierra, pero mis palabras no pasarán.
36 Por lo que se refiere a ese Día y cuándo vendrá, nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles de Dios, ni aun el Hijo, sino solamente el Padre.
37 La venida del Hijo del Hombre recordará los tiempos de Noé.
38 Unos pocos días antes del diluvio, la gente seguía comiendo y bebiendo, y se casaban hombres y mujeres, hasta el día en que Noé entró en el arca.
39 No se dieron cuenta de nada hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos. Lo mismo sucederá con la venida del Hijo del Hombre:
40 de dos hombres que estén juntos en el campo, uno será tomado, y el otro no;
41 de dos mujeres que estén juntas moliendo trigo, una será tomada, y la otra no.
Estén alerta
42 Por eso estén despiertos, porque no saben en qué día vendrá su Señor.
43 Fíjense en esto: si un dueño de casa supiera a qué hora de la noche lo va a asaltar un ladrón, seguramente permanecería despierto para impedir el asalto a su casa.
44 Por eso, estén también ustedes preparados, porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que menos esperan.
45 Imagínense un administrador digno de confianza y capaz. Su señor lo ha puesto al frente de su familia, y es él quien les reparte el alimento a su debido tiempo.
46 Afor tunado será este servidor si, al venir su señor, lo encuentra cumpliendo su deber.
47 En verdad les digo: su señor lo pondrá al cuidado de todo lo que tiene.
48 No será así con el servidor malo que piensa: «Mi señor se ha retrasado»,
49 y empieza a maltratar a sus compañeros y a comer y a beber con borrachos.
50 El patrón de ese servidor vendrá en el día que no lo espera y a la hora que menos piensa.
51 Le quitará el puesto y lo mandará donde los hipócritas. Allí será el llorar y el rechinar de dientes.

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Comentarios Evangelio según Mateo, capítulo 24
24,1   Para este discurso, véase el comentario de Marcos 13.
Este discurso usa el estilo y las imágenes de los libros apocalípticos (véase esta palabra en el Léxico). No por casualidad esta literatura se desarrolló durante los dos siglos anteriores a Jesús; en esos tiempos de crisis la gente quería saber a dónde iba el mundo y cómo se realizarían las promesas de Dios a su pueblo.
24,2  La sentencia de Jesús no se refería al fin de los tiempos. Para los discípulos, sin embargo, una catástrofe en la que desapareciera el templo sólo podía ser el preludio de una intervención de Dios que pondría fin al tiempo presente. Le preguntan entonces por la fecha y las señales.
La profecía de Jesús, como las demás profecías auténticas, es muy discreta en cuanto a los detalles concretos; pero descarta las dudas con relación a los siguientes puntos:
– la destrucción del Templo no coincidirá con el fin de los tiempos, sino que forma parte de una gran prueba, de la que será testigo la presente generación; para las comunidades cristianas será un tiempo de persecuciones;
– esta crisis significaría una etapa decisiva de la llegada del reino de Dios, el paso de la predicación de Jesús en Palestina a un Evangelio predicado en el mundo entero; por lo tanto, las comunidades no desaparecerán en la crisis;
– ciertamente habrá una venida gloriosa de Jesús, Hijo y Mesías, pero ocurrirá en un futuro indeterminado; entonces tendrá lugar el Juicio y la Resurrección.
Hablamos de un discurso de Jesús: Mateo incluyó en este discurso palabras que Jesús pronunció en diversas oportunidades; a eso se debe que haya oscuridades y pequeñas incoherencias.
24,3  Sentados en la ladera del monte de los olivos, los discípulos observan el Templo que corona la otra ladera de la quebrada del Cedrón.
24,6  Esas perturbaciones van a durar años antes de que sobrevenga la gran prueba, que será la guerra de los romanos contra los rebeldes judíos de Palestina.
24,14  El verdadero signo, el que importa en el plan de Dios, es el Evangelio ya proclamado en el mundo entero, es decir de hecho, en los países que se conocían entonces (He 13,47).
24,15   Comienza el anuncio de la Judea invadida por los romanos y el sitio de Jerusalén. Es un anuncio, no una descripción.
Mateo se refiere a la profecía de Dn 9,27 y 12,11, que hablaba de la “Abominación del devastador” (o sea el Ídolo del invasor) instalada en el Templo. Esto había sucedido en el año 167 a.C. y a esto se refería el autor de Daniel. Mateo escribe después de una de las intervenciones romanas en Jerusalén y en el Templo, y su lector debe entender que con esto se cumplió, aunque no al pie de la letra, lo mismo que había sucedido en tiempos de Daniel.
24,26  El contraste entre los intentos de salvación terrenal y limitada de los falsos Mesías y la venida del Hijo del Hombre sirve de transición para pasar al párrafo siguiente, que se refiere a los días del Juicio.
24,30  Aparecerá la señal... Tal vez esta sentencia se debería traducir: “aparecerá, única señal, el Hijo del Hombre”, como se desprende de Lc 11.30.
Todas las razas de la tierra...: Za 12,12 y Ap 1,7. Se reconocen culpables al ver que, de una manera u otra, han herido al Salvador y rechazado el Evangelio.
Con el Poder y la Gloria: esos calificativos en la Biblia van referidos al mismo Ser Divino. Mandará a sus ángeles: como en 16,27, son los ángeles de Dios, y también sus elegidos son los de Dios.
24,32   Discernir las señales de los tiempos (Lc 12,54): una serie de acontecimientos dan a entender que se ha llegado a una nueva etapa de la historia.
24,33  Los acontecimientos visibles que Jesús acaba de decir (todas estas cosas, o sea toda la tragedia de Jerusalén), indican algo que no se puede ver: la venida del reino de Dios, como Lucas lo precisa en 21,31.
24,36   El día sin más es el día del Juicio (“día de Yavé” en Am 5 y So 1,5). La hora es la prevista en los designios eternos de Dios.
Ni aún el Hijo: Jesús salvaguarda el misterio de las decisiones del Padre. Éste es el único lugar del Evangelio en que Jesús es llamado “el Hijo” sin más (como en Heb 1). Su personalidad divina no impide que haya tomado “la condición de siervo” (Fil 2,6), con las limitaciones e ignorancias consecuentes.
Los libros proféticos presentaban los acontecimientos como juicios de Dios sobre la historia; los juicios sucesivos habían de desembocar en un juicio definitivo que pusiera fin al mundo presente. Mateo, por su parte, parece distinguir dos etapas mayores, y es el momento en que se esboza la visión cristiana de la historia. Véanse al respecto las notas de Lc 17,22 y 21,5.
24,40  La comparación de los dos hombres (y de las dos mujeres) trabajando juntos significa que el juicio no dividirá a la humanidad entre pueblo bueno y naciones reprobadas, sino que discernirá entre aquellos mismos que vivían y trabajaban juntos. Uno irá hacia el Señor mientras que su compañero será reprobado.
Evangelio según Mateo (Mt) Capítulo 25
Parábola de las diez jóvenes
1 Escuchen, pues, lo que pasará entonces en el Reino de los Cielos. Diez jóvenes salieron con sus lámparas para salir al encuentro del novio.
2 Cinco de ellas eran descuidadas y las otras cinco precavidas.
3 Las descuidadas tomaron sus lámparas como estaban, sin llevar más aceite consigo.
4 Las precavidas, en cambio, junto con las lámparas, llevaron sus botellas de aceite.
5 Como el novio se demoraba en llegar, se adormecieron todas y al fin se quedaron dormidas.
6 A medianoche se oyó un grito: «¡Viene el novio, salgan a su encuentro!»
7 Todas las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas.
8 Entonces las descuidadas dijeron a las precavidas: «Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando.»
9 Las precavidas dijeron: «No habría bastante para ustedes y para nosotras; vayan mejor a donde lo venden, y compren para ustedes.»
10 Mientras fueron a comprar el aceite llegó el novio; las que estaban listas entraron con él a la fiesta de las bodas, y se cerró la puerta.
11 Más tarde llegaron las otras jóvenes y llamaron: «Señor, Señor, ábrenos.»
12 Pero él respondió: «En verdad se lo digo: no las conozco.»
13 Por tanto, estén despiertos, porque no saben el día ni la hora.
Parábola de los talentos
14 Escuchen también esto. Un hombre estaba a punto de partir a tierras lejanas, y reunió a sus servidores para confiarles todas sus pertenencias.
15 Al primero le dio cinco talentos de oro, a otro le dio dos, y al tercero solamente uno, a cada cual según su capacidad. Después se marchó.
16 El que recibió cinco talentos negoció en seguida con el dinero y ganó otros cinco.
17 El que recibió dos hizo otro tanto, y ganó otros dos.
18 Pero el que recibió uno cavó un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su patrón.
19 Después de mucho tiempo vino el señor de esos servidores y les pidió cuentas.
20 El que había recibido cinco talentos le presentó otros cinco más, diciéndole: «Señor, tú me entregaste cinco talentos, pero aquí están otros cinco más que gané con ellos.»
21 El patrón le contestó: «Muy bien, servidor bueno y honrado; ya que has sido fiel en lo poco, yo te voy a confiar mucho más. Ven a compartir la alegría de tu patrón.»
22 Vino después el que recibió dos, y dijo: «Señor, tú me entregaste dos talentos, pero aquí tienes otros dos más que gané con ellos.»
23 El patrón le dijo: «Muy bien, servidor bueno y honrado; ya que has sido fiel en lo poco, yo te confiaré mucho más. Ven a compartir la alegría de tu patrón».
24 Por último vino el que había recibido un solo talento y dijo: «Señor, yo sabía que eres un hombre exigente, que cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has invertido.
25 Por eso yo tuve miedo y escondí en la tierra tu dinero. Aquí tienes lo que es tuyo.»
26 Pero su patrón le contestó: «¡Servidor malo y perezoso! Si sa bías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he invertido,
27 debías haber colocado mi dinero en el banco. A mi regreso yo lo habría recuperado con los intereses.
28 Quítenle, pues, el talento y entréguenselo al que tiene diez.
29 Porque al que produce se le dará y tendrá en abundancia, pero al que no produce se le quitará hasta lo que tiene.
30 Y a ese servidor inútil, échenlo a la oscuridad de afuera: allí será el llorar y el rechinar de dientes.»
El juicio final
31 Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria rodeado de todos sus ángeles, se sentará en el trono de gloria, que es suyo.
32 Todas las naciones serán llevadas a su presencia, y separará a unos de otros, al igual que el pastor separa las ovejas de los chivos.
33 Colocará a las ovejas a su derecha y a los chivos a su izquierda.
34 Entonces el Rey dirá a los que están a su derecha: «Vengan, benditos de mi Padre, y tomen posesión del reino que ha sido preparado para ustedes desde el principio del mundo.
35 Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y ustedes me dieron de beber. Fui forastero y ustedes me recibieron en su casa.
36 Anduve sin ropas y me vistieron. Estuve enfermo y fueron a visitarme. Estuve en la cárcel y me fueron a ver.»
37 Entonces los justos dirán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, o sediento y te dimos de beber?
38 ¿Cuándo te vimos forastero y te recibimos, o sin ropa y te vestimos?
39 ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?
40 El Rey responderá: «En verdad les digo que, cuando lo hicieron con alguno de los más pequeños de estos mis hermanos, me lo hicieron a mí.»
41 Dirá después a los que estén a la izquierda: «¡Malditos, aléjense de mí y vayan al fuego eterno, que ha sido preparado para el diablo y para sus ángeles!
42 Porque tuve hambre y ustedes no me dieron de comer; tuve sed y no me dieron de beber;
43 era forastero y no me recibieron en su casa; estaba sin ropa y no me vistieron; estuve enfermo y encarcelado y no me visitaron.»
44 Estos preguntarán también: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, desnudo o forastero, enfermo o encarcelado, y no te ayudamos?»
45 El Rey les responderá: «En verdad les digo: siempre que no lo hicieron con alguno de estos más pequeños, ustedes dejaron de hacérmelo a mí.»
46 Y éstos irán a un suplicio eterno, y los buenos a la vida eterna.»

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Comentarios Evangelio según Mateo, capítulo 25
25,1   Las invitaciones a estar vigilantes de 24,37-51 encuentran aquí su continuación normal, aun cuando no se habla más de la ruina de Jerusalén ni del fin del mundo.
En este capítulo Mateo nos ofrece las tres grandes orientaciones para una vida realmente cristiana. Las tres parábolas hablarán de fidelidad, de trabajo y de preocupación por los pequeños.
La primera, la parábola de las “diez vírgenes”, como dice el texto griego, es la parábola más bella sobre la fidelidad. Las diez, según la costumbre, esperaban de noche al novio para llevarlo a la casa de la novia. Estas pocas palabras nos sitúan en un mundo tanto alegre como tenso en la espera.
El esposo, la última palabra en la serie de títulos y de imágenes que nos hablan de Dios: es el momento en que el Dios hecho carne en Jesús nos introduce al mundo donde todo es verdad.
El novio tarda en llegar, lo que no debería extrañar a nadie, pero de la esposa no se habla: a lo mejor las muchachas descubrirán al final que esposa no hay más que ellas mismas.
25,5  Se quedaron dormidas: Cuando se pone el sol todo es oscuro y no se puede hacer nada (Jn 9,4). Lo que se espera de ellas no es trabajo sino la fidelidad del corazón (Cnt 5,2).
Las excluidas no cometieron pecado alguno, pero no fueron prevenidas como cualquiera que teme perder su tesoro. El primer amor (Ap 2,4) no era suficiente; ahora, aun cuando se les abriera la puerta a las atrasadas para la comida y el baile, ya sería el fin de un sueño en el que habían creído por un momento.
Algunos dirán que Mateo dirigió esta parábola a los primeros cristianos que, después de las ilusiones de un pronto regreso de Cristo, veían que no pasaba nada. Pero eso no es así, sino que Jesús se dirige a los creyentes de todos los tiempos para quienes, uno u otro día, la fidelidad se hace pesada: “Yo no tenía idea entonces a qué me comprometía”. Ahí está justamente la grandeza de la fidelidad: entregar su mano a Dios es dar un salto en lo desconocido.
A los que escoge, Dios les pide ante todo fidelidad y perseverancia, ambas cosas muy escasas en este mundo; y es con ellas que somos luz.
25,14   La cultura bíblica valoriza el trabajo, y con esto preparó el porvenir de occidente. El cristiano no será un trabajador menos obstinado que el patriarca Jacob.
El talento correspondía a más o menos unos treinta kilos de metal precioso. La parábola de Jesús fue la que le dio a la palabra el sentido que tiene hoy.
Siervo fiel. Mejor sería traducir por: “con quien se puede contar”. En esta parábola no se ve ningún término de carácter religioso: Dios evalúa el modo o el cómo se han hecho multiplicar sus talentos, y el pecado consiste en haber guardado para sí lo que se había recibido. Este es el gran pecado de las sociedades decadentes en las que se consume y se aniquila lo que se ha recibido: la formación humana y los conocimientos; los beneficios de una familia en la que los padres han sabido sacrificarse por sus hijos, las riquezas de la naturaleza y tal vez la Palabra de Dios que se debió poner en práctica para realizar el gran designio de Dios sobre el mundo.
25,24   Aquí hay dos imágenes juntas: la primera está tomada de la vida del campesino, la segunda de las operaciones bancarias: el patrón, se dice, no ha sembrado ni ha invertido.
25,28  El talento debe producir frutos. Las obras de Dios a través de su creación expresan algo de su naturaleza eterna, y no pueden fracasar. Ya están escritos, no sólo el término que es la reunión de todo en Cristo, sino también las grandes líneas. Algunas figuras ex cepcionales son objeto de una elección de Dios “desde el seno de su madre” (Jer 1,5; Gál 1,15) porque su papel es un elemento imprescindible del plan, y no dejarán de cumplir su tarea.
La parábola de Jesús reafirma la libertad humana. Se presentan muchas oportunidades de asumir riesgos y de emprender algo, y a menudo tenemos miedo de ofrecernos para ello: “No soy el más capaz”. ¿Y si los que son capaces no se han movido? Entonces: Quítenle el talento y dénselo a otro.
25,31   Esta tercera parábola indica la tercera orientación de una vida que espera la venida del Señor: la preocupación por los pequeños.
Para empezar, varias revelaciones sobre la puerta de la eternidad. El que ocupa el trono de la Gloria divina es Jesús glorificado; la resurrección no está reservada, tal como se creía entonces, a los israelitas sino a todas las naciones que están ante Él; no se hace ninguna diferencia entre creyentes y no creyentes, y tampoco se habla de “los hijos de Abraham” como sería normal hacerlo en un escenario semejante.
Jesús ha superado las estrechas perspectivas de los creyentes judíos o cristianos que se veían como una minoría en un mundo, “las naciones”, listo para engullirlos. Todos los que sin conocer a Cristo compartieron el destino común de la humanidad, serán juzgados por él. En realidad él nunca los abandonó, sino que puso a su lado a esos pequeños que son sus hermanos como representantes suyos.
25,32  La parábola se refiere a una escena típica de su país. Los pastores llevan a la vez ovejas y cabras: las cabras son de color café y se agrupan en fila, las ovejas son blancas y se ponen en fila aparte. La tradición quiere que las ovejas sean el rebaño de Yavé; en cambio los chivos tienen mala reputación en la Biblia (Lev 17,7; Is 13,21; 34,14).
25,34   El juicio es a la vez individual y colectivo. Los actos individuales que se citan a continuación han construido la historia. El plan de Dios se realiza a través de los innumerables gestos fraternos sin los cuales no habría hombres ni civilización.
Preparado para ustedes. No hay simetría entre la sentencia sobre los buenos y la condenación de los malos. Para los primeros la posesión del Reino es a la vez el premio de sus obras y la realización de un don de Dios que desde toda eternidad les ha preparado el camino de su maduración y “justificación” (Ef 1,5; 2,10). En cambio el fuego eterno no está escrito en la eternidad y sólo es la consecuencia del pecado de los ángeles que introdujeron el mal en el mundo. Nadie ha sido destinado al infierno.
25,40  Nos impacta sobre todo la manera en que Jesús se identifica con los pequeños que son sus hermanos. En otros lugares del Evangelio se identifica con los creyentes y éstos son sus hermanos. Aquí, sin embargo, el contexto muestra el fin de las clasificaciones entre creyentes y no creyentes. En el otro mundo, el privilegio de los cristianos que en la tierra eran hermanos de Cristo no existe, ya que todos son reconocidos por él de la misma forma.  
Estos mis hermanos. Jesús habla del prójimo, bien sea amigo o enemigo. No habla de servir a la comunidad o a la clase o a la nación en forma general. Frecuentemente usamos estas expresiones para excluir a hermanos que no son de nuestra nación o de nuestro grupo. En cambio, el que ama de verdad, reconoce a sus hermanos sin dar mayor importancia a las etiquetas; las personas son las que existen y las que viven para Dios.
25,41  Los que van al fuego eterno no son grandes criminales: al infierno parece que vamos todos, ya que es el lugar al que Jesús envía todas nuestras faltas cotidianas. Se trata de una parábola y no de la descripción de lo que en realidad ocurrirá.
Teniendo en cuenta que es tan sólo una parábola y que no pretende decirlo todo, no hay que imitar a aquellas personas que, según parece, no conocen más que este texto del evangelio y que lo citan a cada instante como si bastara con “ser solidario” para haber cumplido con la misión del cristiano.
Los no cristianos tienen acceso al reino mediante la observancia de los mandatos que les proponen sus religiones y su conciencia: sólo Dios sabe lo que espera de cada uno de ellos. Los cristianos en cambio debemos amar como Jesús ama, lo que es muy diferente. Los cristianos serían infieles a su misión si sólo se limitaran a hablar de ayuda, de hospedajes o de alimentos y se olvidasen de lo que es Vida para la humanidad: la Palabra de Dios, el conocimiento y el amor de su Señor.
25,46  Y éstos irán a un suplicio eterno. Hoy esa división de los hombres entre buenos y malos nos parece un punto de vista ya caduco: véanse al respecto los comentarios de Mt 13,40 y 13.50).
Evangelio según Mateo (Mt) Capítulo 26
1 Cuando Jesús terminó todos estos discursos, dijo a sus discípulos:
2 «Ustedes saben que la Pascua cae dentro de dos días, y el Hijo del Hombre será entregado para ser crucificado.»
3 Por entonces, los jefes de los sacerdotes y las autoridades judías se reunieron en el palacio del sumo sacerdote, que se llamaba Caifás,
4 y se pusieron de acuerdo para detener a Jesús con artimañas y darle muerte.
5 Pero se decían: «No será durante la fiesta, para que el pueblo no se alborote.»
La unción en Betania
6 Jesús se encontraba en Betania, en casa de Simón el leproso.
7 Se acercó a él una mujer, mientras estaba a la mesa, con un frasco de mármol precioso lleno de un perfume muy caro, y se lo derramó en la cabeza.
8 Al ver esto, los discípulos protestaban: «¿Para qué tanto derroche?
9 Este perfume se podía haber vendido muy caro para ayudar a los pobres.»
10 Jesús se dio cuenta y les dijo: «¿Por qué molestan a esta mujer? Lo que ha hecho conmigo es realmente una buena obra.
11 Siempre tienen a los pobres con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre.
12 Al derramar este perfume sobre mi cuerpo, ella preparaba mi entierro.
13 En verdad les digo: dondequiera que se proclame el Evangelio, en todo el mundo, se contará también su gesto, y será su gloria.»
14 Entonces uno de los Doce, que se llamaba Judas Iscariote, se presentó a los jefes de los sacerdotes
15 y les dijo: «¿Cuánto me darán si se lo entrego?» Ellos prometieron darle treinta monedas de plata.
16 Y a partir de ese momento, Judas andaba buscando una oportunidad para entregárselo.
La Ultima Cena
17 El primer día de la Fiesta en que se comía el pan sin levadura, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: «¿Dónde quieres que preparemos la comida de la Pascua?»
18 Jesús contestó: «Vayan a la ciudad, a casa de tal hombre, y díganle: El Maestro te manda decir: Mi hora se acerca y quiero celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa.»
19 Los discípulos hicieron tal como Jesús les había ordenado y prepararon la Pascua.
20 Llegada la tarde, Jesús se puso a la mesa con los Doce.
21 Y mientras comían, les dijo: «En verdad les digo: uno de ustedes me va a traicionar.»
22 Se sintieron profundamente afligidos, y uno a uno comenzaron a preguntarle: «¿Seré yo, Señor?»
23 El contestó: «El que me va a entregar es uno de los que mojan su pan conmigo en el plato.
24 El Hijo del Hombre se va, como dicen las Escrituras, pero ¡pobre de aquel que entrega al Hijo del Hombre! ¡Sería mejor para él no haber nacido!»
25 Judas, el que lo iba a entregar, le preguntó también: «¿Seré yo acaso, Maestro?» Jesús respondió: «Tú lo has dicho.»
26 Mientras comían, Jesús tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Tomen y coman; esto es mi cuerpo.»
27 Después tomó una copa, dio gracias y se la pasó diciendo: «Beban todos de ella:
28 esto es mi sangre, la sangre de la Alianza, que es derramada por muchos, para el perdón de sus pecados.
29 Y les digo que desde ahora no volveré a beber del fruto de la vid, hasta el día en que lo beba nuevo con ustedes en el Reino de mi Padre.»
30 Después de cantar los salmos, partieron para el monte de los Olivos.
31 Entonces Jesús les dijo: «Todos ustedes caerán esta noche: ya no sabrán qué pensar de mí. Pues dice la Escritura: Heriré al Pastor y se dispersarán las ovejas.
32 Pero después de mi resurrección iré delante de ustedes a Galilea.»
33 Pedro empezó a decirle: «Aunque todos tropiecen, yo nunca dudaré de ti.»
34 Jesús le replicó: «Yo te aseguro que esta misma noche, antes de que cante el gallo, me habrás negado tres veces.»
35 Pedro insistió: «Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré». Y los demás discípulos le aseguraban lo mismo.
En el huerto de Getsemaní
36 Llegó Jesús con ellos a un lugar llamado Getsemaní, y dijo a sus discípulos: «Siéntense aquí, mientras yo voy más allá a orar.»
37 Tomó consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo y comenzó a sentir tristeza y angustia.
38 Y les dijo: «Siento una tristeza de muerte. Quédense aquí conmigo y permanezcan despiertos.»
39 Fue un poco más adelante y, postrándose hasta tocar la tierra con su cara, oró así: «Padre, si es posible, que esta copa se aleje de mí. Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.»
40 Volvió donde sus discípulos, los halló dormidos; y dijo a Pedro: «¿De modo que no pudieron permanecer despiertos ni una hora conmigo?
41 Es tén despiertos y recen para que no caigan en la tentación. El espíritu es animoso, pero la carne es débil.»
42 De nuevo se apartó por segunda vez a orar: «Padre, si esta copa no puede ser apartada de mí sin que yo la beba, que se haga tu voluntad.»
43 Volvió otra vez donde los discípulos y los encontró dormidos, pues se les cerraban los ojos de sueño.
44 Los dejó, pues, y fue de nuevo a orar por tercera vez repitiendo las mismas palabras.
45 Entonces volvió donde los discípulos y les dijo: «¡Ahora pueden dormir y descansar! Ha llegado la hora y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores.
46 ¡Levántense, vamos! El traidor está a punto de llegar.»
Toman preso a Jesús
47 Estaba todavía hablando, cuando llegó Judas, uno de los Doce. Iba acompañado de una chusma armada con espadas y garrotes, enviada por los jefes de los sacerdotes y por las autoridades judías.
48 El traidor les había dado esta señal: «Al que yo dé un beso, ése es; arréstenlo.»
49 Se fue directamente donde Jesús y le dijo: «Buenas noches, Maestro.» Y le dio un beso.
50 Jesús le dijo: «Amigo, haz lo que vienes a hacer.» Entonces se acercaron a Jesús y lo arrestaron.
51 Uno de los que estaban con Jesús sacó la espada e hirió al sirviente del sumo sacerdote, cortándole una oreja.
52 Entonces Jesús le dijo: «Vuelve la espada a su sitio, pues quien usa la espada perecerá por la espada.
53 ¿No sabes que podría invocar a mi Padre y él, al momento, me mandaría más de doce ejércitos de ángeles?
54 Pero así había de suceder, y tienen que cumplirse las Escrituras.»
55 En ese momento, Jesús dijo a la gente: «A lo mejor buscan un ladrón y por eso salieron a detenerme con espadas y palos. Yo sin embargo me sentaba diariamente entre ustedes en el Templo para enseñar, y no me detuvieron.
56 Pero todo ha pasado para que así se cumpliera lo escrito en los Profetas.» Entonces todos los discípulos abandonaron a Jesús y huyeron.
Jesús comparece ante el Consejo judío
57 Los que tomaron preso a Jesús lo llevaron a casa del sumo sacerdote Caifás, donde se habían reunido los maestros de la Ley y las autoridades judías.
58 Pedro lo iba siguiendo de lejos, hasta llegar al palacio del sumo sacerdote. Entró en el patio y se sentó con los policías del Templo, para ver en qué terminaba todo.
59 Los jefes de los sacerdotes y el Consejo Supremo andaban buscando alguna declaración falsa contra Jesús, para poderlo condenar a muerte.
60 Pero pasaban los falsos testigos y no se encontraba nada. Al fin llegaron dos
61 que declararon: «Este hombre dijo: Yo soy capaz de destruir el Templo de Dios y de reconstruirlo en tres días.»
62 Entonces el sumo sacerdote se puso de pie y preguntó a Jesús: «¿No tienes nada que responder? ¿Qué es esto que declaran en contra tuya?»
63 Pero Jesús se quedó callado.
  Entonces el sumo sacerdote le dijo: «En el nombre del Dios vivo te ordeno que nos contestes: ¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios?»
64 Jesús le respondió: «Así es, tal como tú lo has dicho. Y yo les digo más: a partir de ahora ustedes contemplarán al Hijo del Hombre sentado a la derecha del Dios Todopoderoso, y lo verán venir sobre las nubes del cielo.»
65 Entonces el sumo sacerdote se rasgó las ropas, diciendo: «¡Ha blasfemado! ¿Para qué necesitamos más testigos? Ustedes mismos aca ban de oír estas palabras blasfemas.
66 ¿Qué deciden ustedes?» Ellos contestaron: «¡Merece la muerte!»
67 Luego comenzaron a escupirle en la cara y a darle bofetadas, mien tras otros lo golpeaban
68 diciéndole: «Mesías, ¡adivina quién te pegó!»
Las negaciones de Pedro
69 Mientras Pedro estaba sentado fuera, en el patio, se le acercó una sirvienta de la casa y le dijo: «Tú también estabas con Jesús de Galilea.»
70 Pero él lo negó delante de todos, diciendo: «No sé de qué estás hablando.»
71 Y como Pedro se dirigiera hacia la salida, lo vio otra sirvienta, que dijo a los presentes: «Este hombre andaba con Jesús de Nazaret.»
72 Pedro lo negó por segunda vez, jurando: «Yo no conozco a ese hombre.»
73 Un poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro: «Sin duda que eres uno de los galileos: se nota por tu modo de hablar.»
74 Entonces Pedro empezó a proferir maldiciones y a afirmar con juramento que no conocía a aquel hombre. Y en aquel mismo momento cantó un gallo.
75 Entonces Pedro se acordó de las palabras que Jesús le había dicho: «Antes de que cante el gallo me negarás tres veces». Y saliendo fuera, lloró amargamente.

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Comentarios Evangelio según Mateo, capítulo 26
26,1   Véanse las notas de Mc 14,1 y Lc 22,1.
26,47   Véase el comentario de Mc 14,43.
El beso de Judas: el modo normal de un discípulo de saludar a su maestro era el beso.
26,51  Jesús no predica un pacifismo que paraliza la defensa de la justicia. Pablo aprobará la existencia de fuerzas del orden (Rom 13,4) a pesar de que seguramente los excesos no eran menos en ese entonces que ahora. Con todo son otros los medios que permiten a la Iglesia que se salve de las fuerzas de la muerte (16,18); el empleo de la fuerza, tarde o temprano se volvería contra ella.
26,57   Los evangelios presentan versiones diferentes del proceso de Jesús ante las autoridades. Véase Mt 27,1.
El evangelio de Juan da cuenta de enfrentamientos anteriores entre Jesús y los jefes de los sacerdotes, quienes estaban a cargo de mantener el orden en el lugar santo. Si se tiene en cuenta que el Templo era la razón de vivir de la comunidad judía y la base del poder de los sacerdotes, se entenderá la importancia dada a las acusaciones. Se repetían palabras de Jesús que afirmaban que pronto el culto sería profundamente modificado. Jesús es acusado por testigos que repiten palabras suyas deformadas.
Viendo la dificultad de conseguir la pena de muerte a partir de ese tipo de acusaciones, los sacerdotes pasan a lo que creen más grave: la pretensión de Jesús de tener un rango divino. También en este punto, la manera en que Jesús lo había insinuado hacía difícil mantener la acusación, más aún si Jesús daba explicaciones; pero él mismo en ese momento dio su testimonio de tal forma que cualquier duda quedó excluida (1Tim 6,13): era una blasfemia, es decir, una ofensa al Dios santo y único.
26,63  Jesús no desprecia a estos hombres que tienen autoridad religiosa, pero sabe que no puede discutir con ellos, y se queda con la paz de quien ha dejado a Dios su causa.
26,64  Deberíamos tal vez traducir: “Tú eres el que lo dice”. Jesús no entiende estas palabras como las entendía Caifás, ya que la expresión “hijo de Dios” designaba a los reyes y al rey-Mesías de Israel. Jesús se define citando la profecía de Daniel 7,13, que anuncia un Salvador, un Hijo de Hombre procedente de Dios mismo y de la eternidad.
26,69   La negación de Pedro es asombrosa. Su amigo Juan, conocido en la casa del sumo sacerdote, hizo que entrara junto a él (Jn 18,16). La muchachita sabe muy bien quién es Juan y no le dice nada. Solamente una palabra irónica para Pedro. Nadie lo amenaza, ni siquiera los hombres, que más bien se burlan de él, un provinciano de Galilea como Jesús. Pero es suficiente para que Pedro se desconcierte y se derrumbe.
Al colocar este episodio justamente después del testimonio de Jesús ante el sumo Sacerdote, el evangelio quiere enfrentar la actitud de Pedro y la de su Maestro. No olvidemos que para Mateo Pedro es la imagen del creyente, pero los creyentes también merecen ser llamados a menudo hombres de poca fe.
Evangelio según Mateo (Mt) Capítulo 27
1 Al amanecer, todos los jefes de los sacerdotes y las autoridades judías celebraron una reunión para decidir la manera de hacer morir a Jesús.
2 Luego lo ataron y lo llevaron para entregárselo a Pilato, el gobernador.
La muerte de Judas
3 Cuando Judas, el traidor, supo que Jesús había sido condenado, se llenó de remordimientos y devolvió las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y a los jefes judíos.
4 Les dijo: «He pecado: he entregado a la muerte a un inocente.» Ellos le contestaron: «¿Qué nos importa eso a nosotros? Es asunto tuyo.»
5 Entonces él, arrojando las monedas en el Templo, se marchó y fue a ahorcarse.
6 Los jefes de los sacerdotes recogieron las monedas, pero dijeron: «No se puede echar este dinero en el tesoro del Templo, porque es precio de sangre.»
7 Entonces se pusieron de acuerdo para comprar con aquel dinero el Campo del Alfarero y lo destinaron para cementerio de extranjeros.
8 Por eso ese lugar es llamado Campo de Sangre hasta el día de hoy.
9 Así se cumplió lo que había dicho el profeta Jeremías: Tomaron las treinta monedas de plata, que fue el precio en que lo tasaron los hijos de Israel,
10 y las dieron por el Campo del Alfarero, tal como el Señor me lo ordenó.
Jesús comparece ante Pilato
11 Jesús compareció ante el gobernador, y éste comenzó a interrogarlo. Le preguntó: «¿Eres tú el rey de los judíos?» Jesús contestó: «Tú eres el que lo dice.»
12 Los jefes de los sacerdotes y las autoridades judías lo acusaban, pero Jesús no contestó nada.
13 Pilato le dijo: «¿No oyes todos los cargos que presentan contra ti?»
14 Pero Jesús no dijo ni una palabra, de modo que el gobernador se sorprendió mucho.
15 Con ocasión de la Pascua, el gobernador tenía la costumbre de dejar en libertad a un condenado, a elección de la gente.
16 De hecho el pueblo tenía entonces un detenido famoso, llamado Barrabás.
17 Cuando se juntó toda la gente, Pi lato les dijo: «¿A quién quieren que deje libre, a Barrabás o a Jesús, llamado el Cristo?»
18 Porque sabía que le habían entregado a Jesús por envidia.
19 Mientras Pilato estaba en el tribunal, su mujer le mandó a decir: «No te metas con ese hombre porque es un santo, y anoche tuve un sueño horrible por causa de él.»
20 Mientras tanto, los jefes de los sacerdotes y los jefes de los judíos persuadieron al gentío a que pidieran la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús.
21 Cuando el gobernador volvió a preguntarles: «¿A cuál de los dos quieren que les suelte?», ellos contestaron: «A Barrabás.»
22 Pilato les dijo: «¿Y qué hago con Jesús, llamado el Cristo?» Todos contestaron: «¡Crucifícalo!»
23 Pilato insistió: «¿Qué ha hecho de malo?» Pero ellos gritaban cada vez con más fuerza: «¡Que sea crucificado!»
24 Al darse cuenta Pilato de que no conseguía nada, sino que más bien aumentaba el alboroto, pidió agua y se lavó las manos delante del pueblo. Y les dijo: «Ustedes responderán por su sangre, yo no tengo la culpa.»
25 Y todo el pueblo con testó: «¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!»
26 Entonces Pilato les soltó a Barrabás. Mandó azotar a Jesús y lo en tregó a los que debían crucificarlo.
El camino de la Cruz
27 Los soldados romanos llevaron a Jesús al patio del palacio y reunieron a toda la tropa en torno a él.
28 Le quitaron sus vestidos y le pusieron una capa de soldado de color rojo.
29 Después le colocaron en la cabeza una corona que habían trenzado con espinos y en la mano derecha le pusieron una caña. Doblaban la rodilla ante Jesús y se burlaban de él, diciendo: «¡Viva el rey de los judíos!»
30 Le escupían en la cara y con la caña le golpeaban en la cabeza.
31 Cuando terminaron de burlarse de él, le quitaron la capa de soldado, le pusieron de nuevo sus ropas y lo llevaron a crucificar.
32 Por el camino se encontraron con un hombre de Cirene, llamado Simón, y le obligaron a que cargara con la cruz de Jesús.
33 Cuando llegaron al lugar que se llama Gólgota (o Calvario), o sea, «calavera»,
34 le dieron a beber vino mezclado con hiel. Jesús lo probó, pero no lo quiso beber.
35 Allí lo crucificaron y después se repartieron entre ellos la ropa de Jesús, echándola a suertes.
36 Luego se sentaron a vigilarlo.
37 Encima de su cabeza habían puesto un letrero con el motivo de su condena, en el que se leía: «Este es Jesús, el rey de los judíos.»
38 También crucificaron con él a dos ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda.
39 Los que pasaban por allí lo insultaban; movían la cabeza
40 y decían: «¡Vaya! ¡Tú que destruyes el Templo y lo levantas de nuevo en tres días! Si eres el Hijo de Dios, líbrate del suplicio y baja de la cruz.»
41 Los jefes de los sacerdotes, los jefes de los judíos y los maestros de la Ley también se burlaban de él. Decían:
42 «¡Ha salvado a otros y no es capaz de salvarse a sí mismo! ¡Que baje de la cruz el Rey de Israel y creeremos en él!
43 Ha puesto su confianza en Dios. Si Dios lo ama, que lo salve, pues él mismo dijo: Soy hijo de Dios.»
44 Hasta los ladrones que habían sido crucificados con él lo insultaban.
45 Desde el mediodía hasta las tres de la tarde todo el país se cubrió de tinieblas.
46 A eso de las tres, Jesús gritó con fuerza: Elí, Elí, lamá sabactani, que quiere decir: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»
47 Al oírlo, algunos de los presentes decían: «Está llamando a Elías.»
48 Uno de ellos corrió, tomó una esponja, la empapó en vinagre y la puso en la punta de una caña para darle de beber.
49 Los otros le decían: «Déjalo, veamos si viene Elías a salvarlo.»
50 Pero nuevamente Jesús dio un fuerte grito y entregó su espíritu.
Después de la muerte de Jesús
51 En ese mismo instante la cortina del Santuario se rasgó de arriba abajo, en dos partes.
52 La tierra tembló, las rocas se partieron, los sepulcros se abrieron y resucitaron varias personas santas que habían llegado ya al descanso.
53 Estas salieron de las sepulturas después de la resurrección de Jesús, fueron a la Ciudad Santa y se aparecieron a mucha gente.
54 El capitán y los soldados que custodiaban a Jesús, al ver el temblor y todo lo que estaba pasando, se llenaron de terror y decían: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.»
55 También estaban allí, observándolo todo, algunas mujeres que desde Galilea habían seguido a Jesús para servirlo.
56 Entre ellas estaban María Magdalena, María, madre de Santiago y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.
Sepultan a Jesús
57 Siendo ya tarde, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también se había hecho discípulo de Jesús.
58 Se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús, y el gobernador ordenó que se lo entregaran.
59 José tomó entonces el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia
60 y lo colocó en el sepulcro nuevo que se había hecho excavar en la roca. Después hizo rodar una gran piedra sobre la entrada del sepulcro y se fue.
61 Mientras tanto, María Magdalena y la otra María estaban allí, sentadas frente al sepulcro.
Aseguran el sepulcro
62 Al día siguiente (el día después de la Preparación de la Pascua), los jefes de los sacerdotes y los fariseos se presentaron a Pilato
63 y le dijeron: «Señor, nos hemos acordado que ese mentiroso dijo cuando aún vivía: Después de tres días resucitaré.
64 Ordena, pues, que sea asegurado el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vayan sus discípulos, roben el cuerpo y digan al pueblo: Resucitó de entre los muertos. Este sería un engaño más perjudicial que el primero.»
65 Pilato les respondió: «Ahí tienen una guardia. Vayan ustedes y tomen todas las precauciones que crean convenientes.»
66 Ellos, pues, fueron al sepulcro y lo aseguraron. Sellaron la piedra que cerraba la entrada y pusieron guardia.

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Comentarios Evangelio según Mateo, capítulo 27
27,1   ¿Por qué esta segunda comparecencia de Jesús ante el Sanedrín o Consejo Supremo de los judíos? Los Evangelios no concuerdan en todo y lo más probable sería lo siguiente:
En la noche Jesús fue presentado a Anás, ex sumo sacerdote, cuyos cinco hijos y su yerno Caifás le sucedieron. Conservaba mucha autoridad entre las familias sacerdotales. Ahí no estuvo todo el Consejo Supremo, que no se podía reunir legalmente de noche, y cuyos setenta y un miembros tampoco podían caber en la casa de Caifás. El Consejo en pleno se reúne después, por la mañana.
Para los enemigos de Jesús el interrogatorio privado era el más importante y por eso Mateo y Marcos colocan aquí (Mt 26,57-64) todo lo que saben del proceso de Jesús.
27,3   Únicamente Mateo narra la muerte de Judas. En realidad había caído pronto en el olvido, ya que era un mundo en el que los hechos sólo se conservaban cuando los parientes cercanos querían conservarlos. Véase He 1,18.
27,15   Según textos muy antiguos del Evangelio de Mateo, el nombre del agitador era también Jesús, y su apodo Barrabás. De ser exacta esta tradición, Pilato proponía al pueblo que eligiera entre Jesús, llamado Barrabás (que significa: “Hijo del padre”), y Jesús, llamado el Cristo. Al dar al pueblo esta opción Pilato quiere conseguir lo que no se atreve a imponer a las autoridades judías, la liberación de Jesús, el Cristo.
27,24   Este gesto expresaba para los judíos la negativa de Pilato a condenar a Jesús (véase Dt 21,6; Sal 26,6).
27,27  En el patio interior, llamado pretorio, a la vista de Pilato y de toda la gente ocupada en los diversos quehaceres del palacio, los soldados se burlan de Jesús.
27,29  Le colocaron en la cabeza una corona. Según toda probabilidad era de juncos trenzados en forma de gorro y entrelazados con grandes espinas.
Los soldados se divierten con el juego del rey derribado. En muchas culturas el rey es un personaje divino, pero también es la víctima a la que se responsabiliza de todos los males. Por eso no faltaban los juegos sobre la caída del rey. En Jerusalén se ha encontrado una loza en la que está grabado un juego de soldados, con el recorrido de un rey que, pasando por varias pruebas, llegaba al suplicio.
Los soldados hacen del juego realidad, y no saben hasta qué punto están en la verdad. El triunfo de los Ramos preparó el apresamiento de Jesús, pero también la humillación de Jesús lo prepara para ser el rey que salva a todos, tal como lo expresaba la antigua historia de José (Gén 37-44) y con mucha más fuerza la profecía de Isaías (52,13-53,12).
Jesús es Salvador porque es víctima. Rompe el engranaje de la violencia porque ha soportado la violencia máxima sin hacerse violento. En su humillación manifiesta la grandeza y la fuerza de Dios. Jesús reúne en su persona todas las humillaciones de los indefensos, de los expulsados, de las víctimas sobre las cuales se descargó la violencia ciega de los pueblos y de sus dueños; carga con el pecado del mundo tal como lo había anunciado Isaías. Nadie en el futuro podrá contemplarlo sin descubrir su propia perversidad y llorar sobre aquel que traspasaron (Za 12,12). De este encuentro con un Dios tan diferente del que se adora en el cielo, brotará un manantial para lavar el pecado y la impureza (Za 13,1).
27,34  Según Marcos le dieron vino agridulce, bebida de los soldados, mezclado con mirra, que adormecía el dolor. Lo habrían preparado, según la costumbre, las damas caritativas de Jerusalén, tal vez las mismas de que Lucas habla en 23,28. Mateo habla de vino mezclado con hiel (cosa insoportable), para recordar el Salmo 69,22.
27,37  En latín las letras I.N.R.I. que vemos en nuestros crucifijos representan las iniciales de “Jesús Nazareno, Rey de los judíos”. Tanto para Pilato como para el pueblo en general esta expresión designaba a un jefe nacionalista. Los evangelistas recordaron el valor profético de este título. Dios no rechazaría a su pueblo sino que seguiría siendo asociado a la redención de Jesús, ya sea consciente o no de ello.
27,51   En los versículos siguientes (hasta 28,4) que son propios de Mateo, es donde se encuentra más claramente el estilo enfático de los apocalipsis: temblor, sepulcros que se abren... Este párrafo quiere decir que la muerte de Jesús inaugura la salvación definitiva: ese temblor es en realidad la gran intervención de Dios en la historia.
27,53  Fueron a la ciudad santa: No se trata de Jerusalén sino de la Ciudad Celestial. Esas personas entraron en el paraíso (Lc 23,43) y luego se aparecieron a los vivos. Así se cumplió la profecía de Dn 12,2.
Jesús “descendió al lugar de los muertos”. Esta antigua expresión de nuestro Credo significa que Jesús encontró, de una manera misteriosa pero real, a esas multitudes históricas o prehistóricas que lo esperaban.
Evangelio según Mateo (Mt) Capítulo 28
Jesús resucitado se aparece a las mujeres
1 Pasado el sábado, al aclarar el primer día de la semana, fueron María Magdalena y la otra María a visitar el sepulcro.
2 De repente se produjo un violento temblor: el Angel del Señor bajó del cielo, se dirigió al sepulcro, hizo rodar la piedra de la entrada y se sentó sobre ella.
3 Su aspecto era como el relámpago y sus ropas blancas como la nieve.
4 Al ver al Angel, los guardias temblaron de miedo y se quedaron como muertos.
5 El Angel dijo a las mujeres: «Ustedes no tienen por qué temer. Yo sé que buscan a Jesús, que fue crucificado.
6 No está aquí, pues ha resucitado, tal como lo había anunciado. Vengan a ver el lugar donde lo habían puesto,
7 pero vuelvan en seguida y digan a sus discípulos: Ha resucitado de entre los muertos y ya se les adelanta camino a Galilea. Allí lo verán ustedes. Con esto ya se lo dije todo.»
8 Ellas se fueron al instante del sepulcro, con temor, pero con una alegría inmensa a la vez, y corrieron a llevar la noticia a los discípulos.
9 En eso Jesús les salió al encuentro en el camino y les dijo: «Paz a ustedes.» Las mujeres se acercaron, se abrazaron a sus pies y lo adoraron.
10 Jesús les dijo: «No tengan miedo. Vayan ahora y digan a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allí me verán.»
11 Mientras las mujeres iban, unos guardias corrieron a la ciudad y contaron a los jefes de los sacerdotes todo lo que había pasado.
12 Estos se reunieron con las autoridades judías y acordaron dar a los soldados una buena cantidad de dinero
13 para que dijeran: «Los discípulos de Jesús vinieron de noche y, como estábamos dormidos, robaron el cuerpo.
14 Si esto llega a oídos de Pilato, nosotros lo arreglaremos para que no tengan problemas.» Los soldados recibieron el dinero e hicieron como les habían dicho.
15 De ahí salió la mentira que ha corrido entre los judíos hasta el día de hoy.
Jesús envía a sus apóstoles
16 Por su parte, los Once discípulos partieron para Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
17 Cuando vieron a Jesús, se postraron ante él, aunque algunos todavía dudaban.
18 Jesús se acercó y les habló así: «Me ha sido dada toda autoridad en el Cielo y en la tierra.
19 Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
20 y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado a ustedes. Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de la historia.»

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Comentarios Evangelio según Mateo, capítulo 28
28,1   Cuando comparamos los relatos de los cuatro evangelios, encontramos contradicciones en los detalles. Los perfumes, ¿fueron comprados la víspera por la tarde, o la mañana del domingo (Mc 16,1 y Lc 23,56)? Y según Juan, Nicodemo y José de Arimatea habían comprado ellos mismos los perfumes (Jn 19,39). ¿Por qué se presenta Jesús a las mujeres inmediatamente después que el ángel les ha dicho que anuncien a los apóstoles que vayan a verlo a Galilea? (Mt 28,8-9) ¿Cómo se explica que Juan sólo hable de las apariciones en Jerusalén, siendo que, según Mateo, todo lo importante tuvo lugar en Galilea?
La actitud que asuma cada uno frente a esas contradicciones dependerá ante todo de la idea que tenga de la reacción de los parientes y discípulos de Jesús inmediatamente después de su muerte. Numerosos exegetas parecen creer que el grupo de los parientes y discípulos se dispersó, sin que nadie fuera capaz de guardar la cabeza fría, y que más tarde, en el momento de escribir los relatos de la Pasión y los testimonios sobre la Resurrección, los evangelistas se contentaron con recoger rumores.
Pero eso significa no tener en cuenta la cultura hebrea del tiempo de Jesús, que grababa en el mismo momento y en composiciones orales, todo lo que había rodeado la desaparición de un ser querido.
Los discípulos no podían pasar por alto las reglas del duelo, y de un modo particular los parientes de Jesús, María y su “hermana” María con sus hijos Santiago y Joset (Mc 15,40). Los tres primeros días eran de ayuno completo, luego, hasta el fin de la novena, eran alimentados por los vecinos que aportaban pan y pescado. Al final de la novena, la familia y los amigos más cercanos ofrecían una comida. Después habrían regresado a Galilea.
28,2  Este primer párrafo está aún escrito en estilo apocalíptico, con su ángel resplandeciente y ese nuevo temblor. No describe la reacción de las mujeres al comprobar la tumba vacía, sino que afirma el hecho de la Resurrección con figuras muy coloreadas. Elimina toda la primera sorpresa de la tumba encontrada vacía, y lo que dice de los guardias parecerá ficticio incluso a quienes están dispuestos a creer.
28,8  Las mujeres que junto con María, la madre de Jesús, lo acompañaron hasta la tumba, serán los primeros testigos de la resurrección: la autoridad de los apóstoles, elegidos y formados por Jesús para ser los fundamentos de su Iglesia, encuentra ahí un fuerte contrapeso. A lo largo de los siglos las “santas mujeres” ayudarán a mantener en la Iglesia y en sus construcciones masculinas la verdad del Evangelio.
28,9  Mateo juntó los testimonios de las mujeres, que no fueron todas juntas al sepulcro ni tampoco reaccionaron de igual forma ante la tumba vacía. Únicamente María Magdalena tuvo derecho a la aparición que se cuenta en Jn 20,1.
28,10  Que se dirijan a Galilea. ¿Por qué Jesús da esta cita cuando iba a presentarse el mismo día en Jerusalén (Lc 24,13-42)? Jesús les pide un viaje que, en el contexto cultural de ese tiempo, les permitirá rememorar y fijar lo que un poco más tarde será la tradición de los apóstoles. Verán de nuevo los lugares, conversarán una vez más sobre las experiencias vividas y fijarán los relatos orales de los que ya tenían las bases.
La preparación colectiva del testimonio apostólico no se haría, como actualmente, reuniéndose en torno a una mesa y poniendo en claro las notas y las fotos, sino a partir de estrofas rítmicas que pasarán a ser las perícopas (los fragmentos básicos) de nuestros Evangelios.
Es probable que haya habido diversas apariciones de Jesús a lo largo de ese viaje del cual las mujeres –y en especial María– no pudieron dejar de participar. Mateo conservó sólo una de ellas, en una montaña que Jesús les había indicado, que con toda probabilidad es el Tabor de la Transfiguración. Esa aparición a mitad de la peregrinación que finalmente los traería de vuelta a Jerusalén no contradice el relato de Lucas, que pone la Ascensión en el monte de los Olivos (Lc 24,50; He 1,12).
28,11  Mateo se refiere a un rumor que corría entre los judíos referente al robo del cuerpo de Jesús, que de hecho se lee en el llamado “Evangelio del guetto”, versión judía de la vida de Jesús. Por su sola existencia, este rumor confirma lo que dice el Evangelio: el cadáver había desaparecido y las autoridades eran incapaces de dar cuenta de ello.
28,16   Jesús envía a sus apóstoles a evangelizar el mundo.
Este último encuentro es narrado de la manera más sencilla: nada de aparición súbita ni de miedo; nada de demostración física de la realidad de Jesús. Aquí la presencia del Señor se impone a los discípulos reunidos. Lo importante son las palabras de Jesús Maestro.
Algunos dudaban. Esta apreciación de Mateo se refiere sin matices a las últimas apariciones de Jesús. No todos los discípulos (no se trata de los Once) creyeron inmediatamente en su resurrección.
28,19  La misión se va a extender al mundo entero; se ha entrado en los últimos tiempos y el pueblo de Dios se abre a todas las naciones.
Los que crean serán bautizados en el Nombre único del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, las tres Personas que nos reveló Cristo. Y por supuesto las nombró separadamente, porque el Padre no es el Hijo y el Hijo no es el Espíritu Santo; los tres, sin embargo, son el mismo Dios: tienen en común el mismo Nombre divino. Véase al respecto Jn 1,1.
28,20  Todo lo que yo les he encomendado. Estas enseñanzas de Cristo ocupan el primer lugar en el Evangelio de Mateo y nosotros tendremos que hacer la voluntad del Padre tal como Jesús nos la reveló.
Yo estoy con ustedes. Ésta es la presencia de Cristo-Dios, semejante a la presencia que Dios ofrecía a los profetas en la Biblia (Ex 3,12; Jue 6,16). Todos los días: la presencia activa de Jesús va a llenar el tiempo de la historia.
Los cristianos de la primera generación pensaban que Jesús no tardaría en volver, pero en el momento en que fue escrito este Evangelio, ya habían entendido que la historia iba a durar bastan te más; la nación de Israel había rechazado la salvación que se le había ofrecido y sólo una minoría había creído. Y con esta minoría se comprometía ahora Jesús: con sus apóstoles y con su Iglesia.  
La Iglesia católica se distingue de las Iglesias “reformadas” porque solamente ella se considera obligada a permanecer unida en torno a los sucesores de los apóstoles, que son los obispos. Nos cuesta mantener esta unidad y continuidad en muchas circunstancias en que parecería más fácil fundar una nueva comunidad reformada al lado de la Iglesia. Pero también esta obediencia a la voluntad del Padre es el medio que le permite ejercitar y purificar nuestra fe. Jesús es y seguirá siendo siempre dueño del destino de “su” Iglesia.