La Biblia Latinoamericana
作者:神与人
Carta a los Filipenses (Flp)
Introducción Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3
Capítulo 4      
Carta a los Filipenses (Flp) Introducción
Nos encontramos ante otra carta verdadera y personal de Pablo, llena de atenciones y de delicadeza, que envió desde la prisión a la comunidad que siempre se había preocupado más por él. Más de una vez Pablo había contado con su ayuda material, manifestando así la confianza que tenía en ellos. Para evitar cualquier suspicacia de interés personal, casi siempre prefería ganarse la vida trabajando y dedicándose totalmente a su misión.
Esta carta contiene dos joyas, dos aperturas definitivas sobre el misterio cristiano que es el del mismo Dios. La primera, que parecerá tal vez muy simple, es la creación de la palabra “humildad” que no existía en griego y que se encuentra en 2,3. Esta palabra puede tener diversas interpretaciones y podría significar la modestia mencionada en Pro 15,33 y 18,12. Pero Pablo descubre el modelo de la humildad en el gesto asombroso del Hijo de Dios que se ha despojado de su naturaleza divina. A continuación nos ofrece el himno que se lee en 2,5-12 y que vislumbra en forma genial el misterio de las Personas divinas. Posteriormente el prólogo de Jn 1,1-18 desarrollará otros aspectos de la persona del Verbo de Dios, pero no ahondará más en el misterio de Dios Amor.
Arriba hemos afirmado “que estamos ante una carta verdadera” de Pablo. Pero como no está todo bien hilado, muchos piensan que se han reunido dos cartas distintas: en la primera daba noticias suyas, al mismo tiempo que agradecía la ayuda recibida; la otra en cambio era una fuerte advertencia del mismo estilo que la carta a los Gálatas. Véase al respecto la página: Las Cartas de Pablo, p. 357.
En la segunda sección Pablo destaca con fuerza la total novedad de la fe cristiana comparada con el judaísmo. Más de un lector moderno se extrañará de semejante vigor, que contrasta con el tono conciliador de ciertos autores modernos, ansiosos por no criticar a ningún adversario de la fe cristiana: tendrán que tener presente que Pablo se dirige a cristianos. Pablo retoma las mismas advertencias que el Antiguo Testamento dirigía a los judíos fieles: “Ustedes no pueden ser los amigos de todos y de Dios y tampoco pueden acoger todas las prácticas”.
Cuando se reunieron las cartas de Pablo, se agruparon en primer lugar, ordenadas por su extensión, las cuatro más importantes: a los Romanos, a los Corintios y a los Gálatas. Después siguieron las llamadas “cartas de la cautividad”, entre las que se encuentra la carta a los Filipenses, entre las cartas a los Efesios y Colosenses, como si las tres hubiesen sido enviadas desde la misma prisión. Es mucho más probable, sin embargo, que la carta a los Filipenses no fuera escrita cuando Pablo estaba preso en Cesarea, en los años 58-60, sino antes, tal vez en el año 56, estando encarcelado en Éfeso.
Carta a los Filipenses (Flp) Capítulo 1
1 Carta de Pablo y Timoteo, siervos de Cristo Jesús, a los filipenses, a todos ustedes, con sus obispos y sus diáconos, que en Cristo Jesús son santos.
2 Reciban gracia y paz de Dios nuestro Padre y de Cristo Jesús, el Señor.
3 Doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de ustedes,
4 es decir, en mis oraciones por todos ustedes a cada instante. Y lo hago con alegría,
5 recordando la cooperación que me han prestado en el servicio del Evangelio desde el primer día hasta ahora.
6 Y si Dios empezó tan buen trabajo en ustedes, estoy seguro de que lo continuará hasta concluirlo el día de Cristo Jesús.
7 No puedo pensar de otra manera, pues los llevo a todos en mi corazón; ya esté en la cárcel o tenga que defender y promover el Evangelio, todos están conmigo y participan de la misma gracia.
8 Bien sabe Dios que la ternura de Cristo Jesús no me permite olvidarlos.
9 Pido que el amor crezca en ustedes junto con el conocimiento y la lucidez
10 para que puedan discernir en toda circunstancia. Así llegarán puros e irreprochables al día de Cristo,
11 habiendo hecho madurar, gracias a Cristo Jesús, el fruto de la santidad. Esto será para gloria de Dios y un honor para mí.
Cristo es mi vida
12 Hermanos, quiero que sepan que, con todo lo que me sucede, el Evangelio más bien ha progresado.
13 Entre la gente del pretorio, y también fuera, mis cadenas han hecho circular el nombre de Cristo.
14 Mi condición de preso ha animado a la mayoría de nuestros hermanos en el Señor, los cuales ahora se atreven a proclamar la Palabra más abiertamente y sin miedo.
15 Algunos, es cierto, lo hacen por envidia y quieren hacerme competencia, pero otros predican a Cristo con buena intención.
16 Estos últimos se dan cuenta de que estoy aquí para defender el Evangelio, y los inspira el amor.
17 A los primeros, en cambio, les falta sinceridad; anuncian a Cristo por llevarme la contraria, y creen que con eso me hacen más amarga la cárcel.
18 Pero, al fin, ¿qué importa? Sea con sinceridad o por hipocresía, de todas formas se anuncia a Cristo y eso me alegra.
18 Y tendré de qué alegrarme,
19 pues sé que todo esto se convertirá en bien para mí gracias a sus oraciones y a la asistencia que me presta el Espíritu de Cristo Jesús.
20 Tengo esperanza y estoy seguro de que no seré defraudado. Al contrario, no me cabe duda de que esta vez, como las anteriores, Cristo aparecerá más grande a través de mí, sea que viva o que muera.
21 Porque para mí la vida es Cristo, y la muerte una ganancia.
22 Pero veo que, mientras estoy en este cuerpo, mi trabajo da frutos, de modo que ya no sé qué escoger.
23 Me siento urgido por los dos lados: por una parte siento gran deseo de romper las amarras y estar con Cristo, lo que sería sin duda mucho mejor.
24 Pero, pensando en ustedes, conviene que yo permanezca en esta vida.
25 Convencido de esto, sé que me quedaré y permaneceré con todos ustedes; su fe progresará con esto y será más alegre.
26 Cuando vuelva a visitarlos, ustedes se sentirán más orgullosos de mí en Cristo Jesús.
Sigan firmes en la fe
27 Solamente procuren que su vida esté a la altura del Evangelio de Cristo. Permanezcan firmes en un mismo espíritu y luchen con un solo corazón por la fe del Evangelio. Ojalá lo pueda comprobar si voy donde ustedes y, si no voy, pueda al menos oírlo.
28 No se dejen intimidar por los adversarios. Este será un signo seguro de que ellos van a la ruina y ustedes a la salvación. Todo eso viene de Dios,
29 y es una gracia para ustedes que no solamente hayan creído en Cristo, sino también que padezcan por él
30 en el mismo tipo de lucha que soporto yo, como lo han podido ver y ahora lo escuchan de mí.

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Comentarios Carta a los Filipenses, capítulo 1
1,1

Con sus obispos y sus diáconos. En los Hechos hemos visto cómo los apóstoles fundaban comunidades, Iglesias, en cada ciudad donde proclamaban el Evangelio. No se iban sin antes haber establecido un consejo de dirigentes, llamados Ancianos (en griego: presbíteros), como se hacía en las comunidades judías. Algunos años después comenzaron a ser mencionados los supervisores (en griego: epíscopos, de donde viene el término obispo), que probablemente eran miembros del consejo de presbíteros que tenían un cargo más efectivo. No hay, pues, que tratar de identificarlos con los actuales sacerdotes y obispos de nuestra Iglesia.

En cuanto a los diáconos, (en Rom 16,1 se menciona a una mujer, Febé, que lleva este título), eran responsables de diversos servicios, no únicamente en el plano material, como sería después en Roma. Posiblemente estaban encargados de la misión en sectores donde todavía no había comunidades.

Reciban gracia y paz. Los judíos se saludaban diciendo «¡Paz!» y los griegos diciendo «¡Alégrate!». Pablo se dirige a una comunidad de griegos y de judíos e inventa un nuevo saludo para los dos grupos al decir gracia, que en griego se parecía mucho a «alégrate».

Dios continuará este trabajo hasta concluirlo el día de Cristo (6). La meta a la que se aspira es siempre la Manifestación (2 Tes 1,7), o la Visita, o el Día del Señor Jesús (1 Cor 1,8). Toda persona que trabaja está esperando el día en que tendrá todo lo que ha soñado; pero si es cristiana, ¿dónde está su esperanza? No puede haber vida cristiana en que uno se contente con pensar en su futura jubilación, o se sienta colmado porque tiene una casa en el campo o porque la familia crece sin tropiezos. Dejémonos de decir que los primeros cristianos vivían con «la ilusión» de una próxima venida de Cristo; en realidad, lo que querían era encontrarse con El y ser transfigurados por El. Esto es ilusión solamente para quienes se encierran en los oasis de paz mientras el mundo está en crisis.

El conocimiento y la lucidez... (9). El buen corazón y la generosidad no constituyen toda la vida del cristiano. No nos salvamos, ni alcanzamos nuestra verdadera estatura, ni somos rehechos tales como Dios nos ama, si la lucidez no guía a la generosidad. Y lo mismo vale para salvar al mundo. Dios nos llama a descubrir nuevos caminos. Necesitamos reflexionar, estar atentos, lo que podríamos llamar «hacer una revisión de vida», para descubrir lo que es positivo y negativo en nuestra vida cristiana, en las relaciones en el trabajo, en las obligaciones para con la sociedad, en los entretenimientos. Pero esta reflexión no basta; entre los dones de Dios está el conocimiento espiritual, que nos da una nueva visión de lo que valen las cosas y de la voluntad de Dios.
1,12

Pablo es perseguido por los judíos, pero además, algunos «falsos hermanos» en la Iglesia, encantados de verlo en prisión, ven en esa situación la posibilidad de hacerse notar. El problema es de todos los tiempos: los grandes nombres del apostolado han gastado la mitad de sus energías en remediar los daños que les causaron sus rivales o grupos poderosos dentro de la Iglesia. Pablo, sin embargo, había recibido la sabiduría, y veía que si bien muchos hacen por interés personal lo que creen hacer por Dios, éste sabe siempre sacar partido de ello.

Estoy seguro de que no seré defraudado (20). Pablo se preocupa de que su proceso sirva para revelar el mensaje de Cristo a las autoridades, cuando tenga que comparecer ante ellas.

Cristo es mi vida. Ver Gál 2,20. Está muy de moda decir que los cristianos deben «comprender al mundo» y ser «plenamente humanos». Eso, que es cierto, no lo dice todo. El amor de Dios crece en nosotros mientras nos entregamos a las personas y a las tareas que nos confía, pero, cuando el amor de Dios ha crecido, también se arraiga en nosotros el deseo de estar con Cristo y el de la eternidad. Y nos hace como extranjeros en este mundo.

A Pablo, por cierto, le encantaría verlos, pero no anhela banquetes fraternos donde le dieran una cálida acogida, pues su deseo profundo es reunirse con Cristo en su Gloria; véase 2 Cor 4,16 y Fil 3,10.

Deseo estar con Cristo (23). Esto contradice la teoría de ciertas sectas que afirman que los muertos dejan totalmente de existir hasta el día de la resurrección (ver 2 Cor 5,8).
1,27

En todo ese párrafo Pablo invita a los Filipenses a tomar parte plenamente en su propia lucha; mientras él está en prisión, ellos deben permanecer en el primer puesto del combate. ¿Y qué espera de ellos? Ante todo que su comunidad sea una verdadera comunidad (27). La unidad será una señal decisiva para los que nos vean desde fuera; por eso, estén unidos y hablen sin temor. Haya persecución o no, la gente de fuera tratará siempre de dividirnos.
Carta a los Filipenses (Flp) Capítulo 2
Imiten a Jesús humilde
1 Si me permiten una advertencia en Cristo, una exhortación afectuosa, algo que proceda del Espíritu y que me sugiere la ternura y simpatía,
2 entonces colmen mi alegría poniéndose de acuerdo, estando unidos en el amor, con una misma alma y un mismo proyecto.
3 No hagan nada por rivalidad o vanagloria. Que cada uno tenga la humildad de creer que los otros son mejores que él mismo.
4 No busque nadie sus propios intereses, sino más bien preocúpese cada uno por los demás.
5 Tengan unos con otros los mismos sentimientos que estuvieron en Cristo Jesús:
6 Él compartía la naturaleza divina,
6 y no consideraba indebida la igualdad con Dios,
6 sin embargo se redujo a nada,
7 tomando la condición de siervo,
7 y se hizo semejante a los hombres.
7 Y encontrándose en la condición humana,
8 se rebajó a sí mismo
8 haciéndose obediente hasta la muerte,
8 y muerte de cruz.
9 Por eso Dios lo engrandeció
9 y le dio el Nombre
9 que está sobre todo nombre,
10 para que al Nombre de Jesús
10 se doble toda rodilla en los cielos,
10 en la tierra y entre los muertos,
11 y toda lengua proclame
11 que Cristo Jesús es el Señor,
11 para gloria de Dios Padre.
12 Por tanto, amadísimos míos, que siempre me han escuchado, sigan procurando su salvación con temor y temblor; y si lo hicieron cuando me tenían presente, háganlo más todavía cuando estoy lejos.
13 Pues Dios es el que produce en ustedes tanto el querer como el actuar para agradarle.
14 Cumplan todo sin quejas ni discusiones;
15 así no tendrán falla ni defecto y serán hijos de Dios sin reproche en medio de una generación descarriada y pervertida. Ustedes son luz en medio de ellos, como las estrellas en el universo,
16 al presentarles la palabra de vida.
16 De ese modo me sentiré orgulloso de ustedes en el día de Cristo, porque mis esfuerzos y mis afanes no habrán sido inútiles.
17 Y aunque deba derramar mi sangre sobre la celebración y ofrenda de vuestra fe, me sentiría feliz y me alegraría con todos ustedes.
18 Y también ustedes han de sentirse felices y alegrarse conmigo.
Los enviados de Pablo
19 El Señor Jesús me da la esperanza de que pronto les podré enviar a Timoteo, y será para mí un consuelo que pueda tener por su intermedio noticias de ustedes.
20 De hecho, no tengo a ningún otro que se preocupe tanto como él por sus problemas.
21 Todos buscan sus propios intereses, no los de Cristo Jesús.
22 Pero Timoteo, como saben, ha dado pruebas, y como un hijo al lado de su padre, ha estado conmigo al servicio del Evangelio.
23 Por eso pienso enviárselo apenas vea claros mis problemas.
24 Por lo demás, tengo confianza en el Señor que pronto podré ir personalmente.
25 Me pareció necesario devolverles a nuestro hermano Epafrodito, que trabajó y luchó a mi lado, y al que ustedes enviaron para que atendiera mis necesidades.
26 En realidad, él los echaba mucho de menos y estaba preocupado al saber que ustedes estaban al tanto de su enfermedad.
27 Es cierto que estuvo enfermo y a las puertas de la muerte, pero Dios tuvo piedad de él y también de mí, ahorrándome penas sobre penas.
28 Por eso me apresuro en mandárselo, para que tengan la alegría de verlo y yo mismo quede más tranquilo.
29 Celebren, pues, alegremente su llegada, como conviene en el Señor, y estimen mucho a personas como él,
30 que casi murió por la obra de Cristo. Pues no escatimó sacrificios para servirme personalmente en nombre de todos ustedes, a quienes no tenía a mi lado.

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Comentarios Carta a los Filipenses, capítulo 2
2,1

Pablo nos entrega aquí el secreto de la convivencia cristiana: buscar lo que es humilde y no hacer nada por rivalidad o por vanagloria.

En un himno que es como una profesión de fe, Pablo propone el ejemplo de Cristo, que siendo Dios se hizo hombre, siendo rico se hizo pobre, siendo el primero se hizo el último, siendo señor se hizo servidor. El Señor Jesús quiso identificarse con los más humildes, los más afligidos y los más menospreciados.

Esta actitud de Jesús debe ser también la actitud de sus discípulos. Nuestro deseo de identificarnos con los más humildes, de compartir con ellos, es el criterio de la vida auténticamente evangélica. En eso debemos distinguirnos de la mayor parte de la gente que se interesa principalmente por su realización personal o la de su familia. Estas aspiraciones son legítimas, y sin embargo fueron desvalorizadas por Cristo, por el solo hecho de haber tomado el camino contrario.

EL MISTERIO DEL HIJO (2,6)

En estas líneas Pablo aplica a Jesús la profecía del Siervo de Yavé que leemos en Is 52,13-53,12: el Servidor, pasando por la humillación, alcanzará gloria. Pero, al recordarla, Pablo enfatiza sobre todo la libre decisión de Cristo que se despoja de todo, llegando a ser como nada; con esto le da al texto una significación nueva.

Él, siendo de condición divina. Hablamos de condición, a pesar de que Pablo emplea un término griego que significa más precisamente “la forma”, pero con un sentido más amplio que nuestra palabra castellana. No es solamente la forma que el ojo reconoce, sino la forma de ser de una persona, incluso podríamos hablar de su naturaleza. Aquí, pues, no se trata solamente de un rango divino al que Jesús podía pretender: suya era la condición divina, es decir la forma de ser propia de Dios, la naturaleza divina con su gloria y majestad.

Tomando la condición de siervo. El vocablo debe ser entendido en el sentido que tiene muy comúnmente en la Biblia: Moisés, siervo de Dios..., Pablo, siervo de Jesucristo... El Hijo se despojó de la condición propia de Dios y tomó una condición plenamente humana, la del Siervo redentor.

Aquí tenemos una intuición muy profunda del misterio de Jesús, Hijo de Dios. Su identidad, o su personalidad, está toda en este despojamiento seguido de una exaltación (9) que deja maravillado a Pablo. La dinámica del amor está inscrita en lo más profundo del Padre, al que podríamos llamar “Dios-Amor”. Su total generosidad hace surgir frente a él esta otra cara del amor que consiste en desprenderse de uno mismo. El Hijo es, en cierto sentido, “imagen del Padre” (Col 1,15), pero no una reproducción, o un rival del Padre: y es propio del Hijo este perderse a sí mismo para ser retomado en la unidad divina.

Al decir Pablo que no se apegó a su igualdad con Dios, nos se refiere a unos privilegios reales o algún bienestar que Jesús podía reservarse en medio de los hombres, pues es en Dios mismo, en el misterio de eternidad, que el Hijo renuncia a sí mismo para ser retomado por el Padre.

Ahora bien, el movimiento por el cual el Padre proyectaba a su Hijo o “Verbo” (Jn 1,1) en la eternidad continuó con la creación del universo: es en este universo creado donde el Hijo alcanza el término de su desprendimiento.

La Resurrección de Cristo, que la Iglesia pone al centro de su culto, no es un honor póstumo que Dios le habría conferido; no es solamente la vuelta a la vida de un tal Jesús mediante el cual el Hijo se habría hecho presente en la tierra a pesar de que se quedaba arriba: es con toda verdad la vuelta del Hijo al Padre. El Hijo, colocado por un momento más bajo que los ángeles (Heb 2,9) vuelve a encontrar el Nombre y la Gloria -Juan lo dice expresamente en Jn 17,5. Es entonces cuando Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre es Señor; y trae de vuelta con él a toda la creación (Col 1,20).

La persona misteriosa del Hijo tiene, pues, dos caras. En nuestro mundo y en el tiempo, no se ve más que la trayectoria de Jesús de la que María y los apóstoles fueron los testigos. Por otra parte, en la eternidad, el Hijo nace del Padre, pero eso es sólo para vaciarse de sí mismo y perderse, y luego ser retomado.
2,12

Sigan procurando su salvación con temor y temblor. No se trata aquí de miedo. Pablo acaba de recordar el sacrificio de Cristo y saca esta conclusión: fíjense bien donde ponen los pies (ese es el sentido de temor y temblor, como quien lleva una carga frágil). Vivan en la presencia de Dios, sean conscientes de que Dios actúa en ustedes por medio de esos buenos deseos que les vienen.
2,19

Ordinariamente, las noticias personales se encuentran al final de las cartas de Pablo. Aquí parece que éstas interrumpen el tema de la carta, que proseguirá en 3.1. Pablo anuncia dos visitas a los cristianos de Filipos.

Timoteo era el asistente de Pablo, al que confiaba algunas misiones en las comunidades. Aparentemente Timoteo no tenía un temperamento de jefe y podía ser fácilmente humillado por los que no apreciaban la autoridad de Pablo.

En cuanto a Epafrodito, que era de Filipos, había dejado su familia, gastado su dinero y enfrentado peligros para ir a ver a Pablo. ¿Se preocupa, acaso, la comunidad de sus miembros más comprometidos y, al mismo tiempo, más desprovistos de recursos? La Iglesia nos propone a veces ejemplos de cristianos activos que han vivido en condiciones precarias y que han sido olvidados por sus hermanos en la fe durante su vida.
Carta a los Filipenses (Flp) Capítulo 3
1 Por lo demás, hermanos míos, alégrense en el Señor.
No vuelvan a la Ley judía
1 A mí no me cansa escribírselo otra vez, y para las mismas cosas, y para ustedes es más seguro.
2 ¡Cuídense de los perros, cuídense de los obreros malos, cuídense de los que se hacen incisiones!
3 Nosotros somos los verdaderos circuncidados, pues servimos a Dios en espíritu y confiamos no en cosas humanas, sino en Cristo Jesús.
4 Porque, hablando de méritos humanos, yo también tendría con qué sentirme seguro. Si alguno cree que puede confiar en tales cosas, ¡cuánto más lo puedo yo!
5 Nací de la raza de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo e hijo de hebreos, y fui circuncidado a los ocho días.
5 ¿Observaba yo la Ley? Por supuesto, pues era fariseo,
6 y convencido, como lo demostré persiguiendo a la Iglesia; y en cuanto a ser justo según la Ley, fui un hombre irreprochable.
7 Al tener sin embargo a Cristo, consideré todas mis ganancias como pérdidas.
8 Más aún, todo lo considero al presente como peso muerto en comparación con eso tan extraordinario que es conocer a Cristo Jesús, mi Señor. A causa de él ya nada tiene valor para mí y todo lo considero como basura mientras trato de ganar a Cristo.
9 Y quiero encontrarme en él, no llevando ya esa justicia que procede de la Ley, sino aquella que es fruto de la fe de Cristo, la justicia que procede de Dios y se funda en la fe.
10 Quiero conocerlo, quiero probar el poder de su resurrección y tener parte en sus sufrimientos; y siendo semejante a él en su muerte,
11 alcanzaré, Dios lo quiera, la resurrección de los muertos.
12 No creo haber conseguido ya la meta ni me considero un «perfecto», sino que prosigo mi carrera para conquistarla, como ya he sido conquistado por Cristo.
13 No, hermanos, yo no me creo todavía calificado, pero para mí ahora sólo vale lo que está adelante; y olvidando lo que dejé atrás,
14 corro hacia la meta, con los ojos puestos en el premio de la vocación celestial, que es llamada de Dios en Cristo Jesús.
15 Todos nosotros, si somos de los «perfectos», tenemos que pensar así; y si no ven todavía las cosas en esta forma, Dios los iluminará.
16 Mientras tanto, sepamos conservar el terreno que hemos conquistado.
17 Sean imitadores míos, hermanos, y fíjense en los que siguen nuestro ejemplo.
18 Porque muchos viven como enemigos de la cruz de Cristo; se lo he dicho a menudo y ahora se lo repito llorando.
19 La perdición los espera; su Dios es el vientre, y se glorían de lo que deberían sentir vergüenza. No piensan más que en las cosas de la tierra.
20 Nosotros tenemos nuestra patria en el cielo, y de allí esperamos al Salvador que tanto anhelamos, Cristo Jesús, el Señor.
21 Pues él cambiará nuestro cuerpo miserable usando esa fuerza con la que puede someter a sí el universo, y lo hará semejante a su propio cuerpo, del que irradia su gloria.

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Comentarios Carta a los Filipenses, capítulo 3
3,1

Aquí parece que se interrumpe el discurso. Pablo comienza una violenta polémica con los judíos mal convertidos, que no dejan de repetir que es necesario ser fieles primero a las leyes y a las costumbres del Antiguo Testamento para ser buenos cristianos.

¡Cuídense de los perros!... (2). Pablo dirige a los judíos los insultos que ellos reservaban para los no judíos. Los judíos estaban marcados con la circuncisión, y se burlaban de los fieles de otras religiones que se hacían incisiones (1 Re 18,28).

Por lo que Pablo nos dice aquí sobre su fidelidad al judaísmo, deducimos algo de su pasado. Había nacido en Tarso, de padres judíos que habían emigrado y que se habían instalado en territorio griego. Sus padres eran ricos y bien considerados, pues gozaban de los derechos de ciudadanos romanos (véase He 22,28). Junto con la cultura griega, Pablo había recibido la tradición religiosa del pueblo judío. Veía muy de cerca las fiestas paganas y se sentía orgulloso de pertenecer al pueblo de Dios, de estar circuncidado y de conocer las promesas de Dios a su raza. Sus padres lo enviaron a Jerusalén para que estudiara la Escritura con los grandes maestros de su tiempo (véase He 22,3).

Pablo tuvo que haber sido un fariseo ejemplar. Si bien no conoció a Cristo, se topó con los primeros cristianos. Fiel a la religión de sus padres, fue uno de los primeros que persiguieron, aprisionaron y aún mataron a esa gente que predicaba una doctrina nueva y que engañaba al pueblo (eso era al menos lo que pensaba) con un Mesías crucificado.

Pablo tuvo que haber pasado por momentos de duda (He 26,14), y esto fue creciendo a medida que había que multiplicar la violencia, pues los fariseos eran contrarios a la pena de muerte. Pero vacilar, dar marcha atrás, era reconocer que Dios había tomado otro camino distinto a aquél en el cual se había hecho defensor de la causa de Dios. Peor aún, en el camino de Jesús no había lugar para «justos», como él pretendía ser, sino para pecadores perdonados. Por eso, cuando Jesús entra por la fuerza en la vida de Pablo, le hace perder todo, y Pablo en adelante considerará como peso muerto (8) todo aquello de lo que se enorgullecía.

Olvidando lo que dejé detrás (13). Olvidando sus méritos, olvidando lo que ya sabía de Dios, y haciéndose disponible para nuevas experiencias.

Quiero conocerlo. Pues lo más grande no es hacer milagros ni hablar lenguas, sino conocer al que vive. Quiero conocer la fuerza de su resurrección. Todos quisiéramos sentir la presencia de Dios y, de alguna manera verlo, pero sólo compartiendo los sufrimientos de Cristo (2 Cor 1,3-5) experimentaremos su poder.

Todos nosotros, si somos de los perfectos (15). Véase lo que se dijo en 1 Cor 2,6. Pablo alude con ironía a los que creen pertenecer a una clase superior de cristianos.

Por último reafirma la resurrección. Por saber que nuestros cuerpos (nuestras personas) van a resucitar y que el universo será renovado, ponemos las cosas que pasan en su lugar, y si bien nos fijamos objetivos en esta tierra, no dejamos que se vuelvan ídolos.
Carta a los Filipenses (Flp) Capítulo 4
1 Por eso, hermanos míos, a quienes tanto quiero y echo de menos, que son mi alegría y mi corona, sigan así firmes en el Señor, amadísimos.
2 Ruego a Evodia y también a Síntique que trabajen juntas en el Señor.
3 Y a ti, querido Sícigo, verdadero compañero, te pido que las ayudes; no olvides que ellas lucharon conmigo por el Evangelio, lo mismo que Clemente y los demás colaboradores míos cuyos nombres están escritos en el libro de la vida.
Alégrense
4 Estén siempre alegres en el Señor;
5 se lo repito, estén alegres y tengan buen trato con todos.
5 El Señor está cerca. No se inquieten por nada;
6 antes bien, en toda ocasión presenten sus peticiones a Dios y junten la acción de gracias a la súplica.
7 Y la paz de Dios, que es mayor de lo que se puede imaginar, les guardará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
8 Por lo demás, hermanos, fíjense en todo lo que encuentren de verdadero, noble, justo y limpio; en todo lo que es fraternal y hermoso, en todos los valores morales que merecen alabanza.
9 Pongan en práctica todo lo que han aprendido, recibido y oído de mí, todo lo que me han visto hacer, y el Dios de la paz estará con ustedes.
Agradecimiento de Pablo
10 Sentí mucho gozo en el Señor al ver florecer en ustedes esa preocupación por mí. En realidad pensaban en mí, sólo que les faltaba una ocasión.
11 No digo esto porque esté necesitado, pues he aprendido a arreglarme con lo que tengo.
12 Sé pasar privaciones y vivir en la abundancia. Estoy entrenado para todo y en todo momento: a estar satisfecho o hambriento, en la abundancia o en la escasez.
13 Todo lo puedo en aquel que me fortalece.
14 Sin embargo, hicieron bien en compartir mis pruebas.
15 Filipenses, ustedes saben que en los principios de la evangelización, cuando me alejé de Macedonia, ninguna Iglesia me abrió una cuenta de gastos e ingresos excepto ustedes.
16 Durante mi permanencia en Tesalónica me mandaron dos veces todo lo que necesitaba.
17 No es que yo busque regalos; más me interesa que la cuenta de ustedes vaya subiendo.
18 Por el momento tengo todo lo que necesito y más de lo que necesito. Tengo de sobra con lo que Epafrodito me entregó de parte de ustedes y que recibí como un sacrificio «agradable a Dios y cuyo olor sube hasta él».
19 Mi Dios, a su vez, proveerá a todas sus necesidades, según su inmensa riqueza en Cristo Jesús.
20 Gloria a Dios, nuestro Padre, por los siglos de los siglos. Amén.
21 Saluden a los hermanos, como a santos en Cristo Jesús. Los saludan los hermanos que están conmigo.
22 Los saludan todos los hermanos de aquí, especialmente los del palacio del César.
23 La gracia de Cristo Jesús, el Señor, sea con su espíritu.

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Comentarios Carta a los Filipenses, capítulo 4
4,1

Aquí se interrumpe nuevamente el tema; este pasaje parece que fuera la continuación de 2,19-3,1.

El libro de la vida (3): esta imagen era muy común entre los judíos para designar a los que se iban a salvar (Ap 20,12).

Fíjense en todo lo que encuentren de verdadero... (8). Pablo repite sin cesar que no basta con evitar lo que está prohibido. Sepamos descubrir esa actitud tan libre y abierta, propia del creyente. Pues Dios nos habla de mil maneras a través de los demás. ¡Cuántos buenos ejemplos vemos cada día! ¡Cuántas cosas grandes, verdaderas y nobles se dan en este mundo, del cual despotricamos tanto! Tomemos todo lo que es bueno doquiera lo encontremos.
4,10

Pablo agradece a la Iglesia de Filipo el haberle ayudado. El, tan celoso de su independencia y que temía dar la impresión de que se aprovechaba de los demás bajo pretexto de la misión, acepta lo que le dan sus verdaderos amigos. Lo que dice en 4,12 expresa maravillosamente lo que es el desprendimiento cristiano, tal como Dios lo pide a la mayoría de nosotros. Pablo se siente muy libre de aceptar las buenas cosas cuando se presentan y de no echarlas de menos cuando le faltan.