La Biblia Latinoamericana
作者:神与人
Primera Carta a los Tesalonicenses (1Tes)
Introducción Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3
Capítulo 4 Capítulo 5    
Primera Carta a los Tesalonicenses (1Tes) Introducción
El año 50 Pablo llegó a Tesalónica, ciudad importante y capital de la Macedonia (véase He 17,1). Después de haber sido rechazado por los judíos, Pablo se dirigió a los paganos y llegó a formar una comunidad en esa ciudad. Pero sólo tres meses después, una revuelta provocada por los judíos le obligó a irse.
¿Qué pasaría con esos nuevos cristianos, que no habían recibido de Pablo más que las bases de la vida cristiana? Preocupado, Pablo pide a Timoteo que vaya a afirmar esa Iglesia. Timoteo regresa optimista y Pablo, ya tranquilo, les envía esta carta a comienzos del año 51.
Es el texto más antiguo de todo el Nuevo Testamento.
Esta carta no cautiva a sus lectores; podría decirse que el estilo de Pablo está aun muy “verde”. Pero se siente el afecto del misionero hacia los convertidos por quienes se ha desvivido, las preocupaciones que siente por ellos y los flecos de su primera formación, tan fanática como generosa.
La fe cristiana que Pablo proclamaba no se oponía menos a la razón en las primeras comunidades del mundo grecorromano que en las nuestras. La libertad sexual les parecía tan legítima como a nuestros contemporáneos; la resurrección de los muertos y la otra vida no entraban en sus perspectivas, aunque periódicamente algunos filósofos o religiones “mistéricas” trataran de suscitar tales esperanzas.
Pablo reafirma la doctrina bíblica sobre estos puntos en el cap. 4. Se encontrará allí la afirmación clara de las exigencias morales inherentes a nuestra integración en el pueblo de Cristo: sean santos, manténganse despiertos, como personas que esperan algo mejor.
Se encontrará igualmente, en el lenguaje y con las imágenes de las apocalipsis, la primera afirmación de la resurrección de los muertos.
Desde el principio la comunidad es invitada a vivir en oración constante y a preocuparse ante todo de sus miembros más débiles.
Primera Carta a los Tesalonicenses (1Tes) Capítulo 1
1 Pablo, Silvano y Timoteo, a la Iglesia de los tesalonicenses, congregada en Dios Padre y en Cristo Jesús el Señor:
1 Permanezcan con ustedes la gracia y la paz.
2 En todo momento los tenemos presentes en nuestras oraciones y damos gracias sin cesar a Dios por ustedes, pues constantemente
3 re cor damos ante Dios, nuestro Padre, su fe que produce frutos, su amor que sabe actuar, su espera de Cristo Jesús, nuestro Señor, que no se desanima.
4 No olvidamos, hermanos amados por Dios, en qué circunstancias fueron llamados.
5 El Evangelio que les llevamos no se quedó sólo en pa labras, sino que hubo milagros y Espíritu Santo, dejándoles plena con vicción. Y tampoco han olvidado cómo nos comportamos entre ustedes para su bien.
6 A su vez ustedes se hicieron imitadores nuestros y del mismo Señor cuando, al recibir la palabra, probaron la alegría del Espíritu Santo en medio de fuertes oposiciones.
7 De este modo pasaron a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya.
8 De hecho, a partir de ustedes la palabra del Señor se difundió en Macedonia y Acaya, y más allá aún. Su fe en Dios se comenta en tantos lugares que no necesitamos decir más al respecto.
9 Todos hablan del impacto de nuestra visita y de cómo se pasaron de los ídolos a Dios. Pues empezaron a servir al Dios vivo y verdadero,
10 esperando que venga del cielo el que nos libera del juicio que se acerca: éste es Jesús, su Hijo, al que resucitó de entre los muertos.

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Comentarios Primera Carta a los Tesalonicenses, capítulo 1
1,1

Fe, caridad, esperanza (3). Aquí la esperanza tiene una doble dimensión:

— Los que esperan soportan las pruebas y las persecuciones con paciencia y perseverancia. Por eso Pablo dice a veces: fe, constancia y amor. Así, como en el Evangelio, la esperanza no es un optimismo fácil sino que es la capacidad de no desfallecer frente a las pruebas.

— Los que esperan aguardan la venida gloriosa de Cristo que juzgará al mundo y nos instalará en el otro. El que nos libera del castigo que se acerca. En esa época, los creyentes pensaban que el juicio era inminente y que se rían testigos de la venida de Cristo.

El Evangelio que les llevamos no se quedó sólo en palabras (5). Se habían dado en Tesalónica numerosas señales, milagros y otras manifestaciones que Dios había multiplicado, en previsión tal vez de las persecuciones, porque pronto iban a faltar las personas capaces de asegurar una formación. Pero, de hecho, no se puede proclamar el Evangelio sin que Dios haga algo para confirmarlo. Si bien Jesús criticaba a los que lo buscaban porque querían ver milagros, no obstante los realizó a lo largo de todo su ministerio. No digamos que no necesitamos milagros para creer. Pues, siendo el hombre tal como es, tendremos un entusiasmo muy distinto si vemos que Dios está ahí, a nuestro lado, haciendo lo increíble para apoyar su palabra.
Primera Carta a los Tesalonicenses (1Tes) Capítulo 2
Los comienzos de la Iglesia de Tesalónica
1 Bien saben, hermanos, que esa visita nuestra no fue en vano.
2 Acabábamos de ser muy maltratados e insultados en Filipos, pero nos atrevimos a anunciarles el mensaje de Dios, en medio de fuerte oposición, confiados en nuestro Dios.
3 Les dijimos verdades; no teníamos propósitos sucios y no hubo engaño. No.
4 Acreditados por Dios mismo, que nos ha confiado su evangelio, nuestra predicación procura agradar, no a los hombres, sino a Dios, que penetra los corazones.
5 Nunca los halagamos con palabras bonitas, como ustedes saben; ni tampoco buscamos dinero, Dios es testigo.
6 Tampoco buscamos que la gente nos rindiera honores, fueran ustedes u otros,
7 a pesar de que, como apóstoles de Cristo, hubiéramos podido serles gravosos.
7 Por el contrario nos hicimos pequeños entre ustedes, imitando a la madre que da calor a sus hijos.
8 Y era tal nuestra preocupación por ustedes, que estábamos dispuestos a darles, no sólo el Evangelio, sino también nuestra propia vida, tan queridos habían llegado a ser para nosotros.
9 Recuerden, hermanos, nuestros trabajos y fatigas. Mientras les predicábamos el Evangelio de Dios, trabajábamos noche y día para no ser una carga para ninguno.
10 Ustedes son testigos, y Dios también, de que nuestra conducta con ustedes los creyentes fue irreprochable, buena y correcta.
11 A cada uno lo seguimos como un padre a su hijo;
12 los animábamos y los urgíamos a que llevasen una vida digna del Dios que los ha llamado a su propio Reino y gloria.
13 De ahí que no cesamos de dar gracias a Dios porque al recibir de nosotros la enseñanza de Dios la aceptaron, no como enseñanza de hombres, sino como Palabra de Dios. Porque eso es realmente y como tal actúa en ustedes los creyentes.
14 De hecho, hermanos, ustedes imitaron en Cristo Jesús a las Iglesias de Dios de Judea, pues han sido perseguidos por sus compatriotas del mismo modo que ellos lo fueron por los judíos.
15 Estos son los que dieron muerte al Señor Jesús y a los profetas y los que nos persiguen a nosotros. No agradan a Dios y se portan como enemigos de todos los hombres
16 al impedirnos hablar a los paganos para que se salven. Lo hacen todo para colmar la medida de sus pecados, pero la condenación está para caer sobre ellos.
17 Como hacía tiempo que nos veíamos privados de su compañía, aunque no alejados de corazón, teníamos grandes deseos de verlos y buscábamos el medio.
18 Quisimos ir a visitarles y, en cuanto a mí, Pablo, lo intenté varias veces, pero Satanás nos puso trabas.
19 En efecto, ¿quiénes sino ustedes son nuestra esperanza, nuestra alegría y la corona de la que nos sentiremos orgullosos ante Jesús, nuestro Señor, cuando venga?
20 Us tedes son nuestra gloria y nuestra alegría.

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Comentarios Primera Carta a los Tesalonicenses, capítulo 2
2,1

Todos los cristianos del tiempo de Pablo sabían que la Iglesia de Jerusalén habia sido perseguida la primera. Era un honor para los Tesalonicenses haberse mantenido firmes frente a la persecución. Algunas personas encontrarán que las palabras de Pablo respecto a los judíos son duras y excesivas. Pero sólo expresan su propia experiencia (ver Hechos, cap. 15-28).

Imitando a la madre que juega con su criatura (7), así era la ternura de Pablo. Luego Pablo recuerda su trabajo y la energía que ha gastado para convencerlos, formándolos y reprendiéndolos individualmente. La conversión de una sola persona exige mucha perseverancia y esfuerzos de parte del apóstol.
Primera Carta a los Tesalonicenses (1Tes) Capítulo 3
Inquietudes de Pablo
1 Como no podía soportarlo más, decidí quedarme solo en Atenas
2 y enviarles a Timoteo, hermano nuestro, que junto con nosotros trabaja con Dios por el Evangelio de Cristo. El debía fortalecerlos y animarlos en la fe 3 para que nadie se dejara conmover por las tribulaciones que ahora soportan; pues saben que ese es nuestro destino.
3 Saben que ése es nuestro destino.
4 Cuando estábamos con ustedes ya se lo decíamos: tendremos que enfrentar la persecución. Y sucedió, como bien saben.
5 Por eso no pude esperar más y envié a Timoteo para tener noticias de vuestra fe, no fuera que el Tentador los hubiera hecho tropezar, resultando inútil nuestro trabajo.
6 Mas ahora Timoteo acaba de volver y nos trae buenas noticias de su fe y su caridad. Nos dice que conservan siempre buen recuerdo de nosotros y que tienen tantas ganas de vernos como nosotros a ustedes.
7 Así que son ustedes, hermanos, y su fe lo que nos dio ánimo en nuestras angustias y pruebas;
8 si están firmes en el Señor, nosotros volvemos a vivir.
9 ¿Cómo podríamos dar suficientemente gracias a Dios por ustedes y por la gran alegría que nos hacen sentir ante Dios?
10 Noche y día le pedimos con la mayor insistencia que nos permita volver a verlos y completar lo que todavía falta a su fe.
11 Quiera Dios, nuestro Padre, y Jesús, nuestro Señor, prepararnos el camino para ir a visitarlos.
12 Que el Señor los haga crecer más y más en el amor que se tienen unos a otros y en el amor para con todos, imitando el amor que sentimos por ustedes.
13 Que él los fortalezca interiormente para que sean santos e irreprochables delante de Dios, nuestro Padre, el día que venga Jesús, nuestro Señor, con todos sus santos.

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Comentarios Primera Carta a los Tesalonicenses, capítulo 3
3,1

Que el Señor los haga crecer más y más en el amor que se tienen unos a otros y en el amor para con todos (12). El amor se manifiesta en primer lugar dentro de la comunidad y luego puede extenderse a los demás.

También se notará la constante preocupación de Pablo. Su misión como apóstol no le permitía detenerse en una comunidad, y siempre iba dejando trás sí la tarea inconclusa. Por eso debió confiar los nuevos bautizados a la gracia de Dios, que no suprime la libertad de los convertidos ni la obra del tentador en el mundo.
Primera Carta a los Tesalonicenses (1Tes) Capítulo 4
Pureza y trabajo
1 Por lo demás, hermanos, les pedimos y rogamos en nombre del Señor Jesús: aprendieron de nosotros cómo han de portarse para agradar a Dios; ya viven así, pero procuren hacer nuevos progresos.
2 Conocen las tradiciones que les entregamos con la autoridad del Señor Jesús:
3 la voluntad de Dios es que se hagan santos y que rehúyan la fornicación.
4 Que cada uno se comporte con su esposa con santidad y respeto,
5 y no se deje llevar por pura pasión, como hace la gente que no conoce a Dios.
6 Que nadie ofenda a su hermano en el negocio o se aproveche de él. El Señor pedirá cuentas de todas estas cosas, como ya se lo hemos dicho y declarado.
7 Dios no nos llamó a vivir en la impureza, sino en la santidad.
8 Por eso, el que no haga caso de estas advertencias desobedece, no a un hombre, sino al mismo Dios, que les da a ustedes su Espíritu Santo.
9 En cuanto al amor mutuo de hermanos, no necesitan que les escriba, ya que Dios mismo les enseñó a amarse unos a otros.
10 Ya lo practican con los hermanos de toda Macedonia, pero los invito a hacer todavía más.
11 Aspiren a una vida ordenada, atendiendo a las propias necesidades y trabajando con las propias manos, como se lo hemos mandado.
12 Al observar estas reglas serán estimados por los de fuera y no pasarán necesidad.
No se apenen como los demás
13 Hermanos, deseo que estén bien enterados acerca de los que ya descansan. No deben afligirse como hacen los demás que no tienen esperanza.
14 ¿No creemos que Jesús murió y resucitó? De la misma manera, pues, Dios hará que Jesús se lleve con él a los que ahora descansan.
15 Les damos esto como palabra del Señor: nosotros, los que ahora vivimos, si todavía estamos con vida cuando venga el Señor, no tendremos ventaja sobre los que ya han muerto.
16 Cuando se dé la señal por la voz del arcángel y la trompeta divina, el mismo Señor bajará del cielo. Y primero resucitarán los que murieron en Cristo.
17 Después nosotros, los vivos, los que todavía estemos, nos reuniremos con ellos, llevados en las nubes al encuentro del Señor, allá arriba. Y estaremos con el Señor para siempre.
18 Guarden, pues, estas palabras y confórtense unos a otros.

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Comentarios Primera Carta a los Tesalonicenses, capítulo 4
4,1

Si nos hemos entregado a Cristo, eso debe hacer nuestra vida diferente a la anterior. Los judíos que se hacían bautizar tenían una base moral sólida con las leyes del Antiguo Testamento. En cambio los paganos sólo tenían como reglas morales las que estaban vigentes en su sociedad. La castidad, por ejemplo, les era totalmente extraña. Para ellos las relaciones sexuales ocasionales correspondían a una necesidad de la naturaleza y no tenían nada que ver con las exigencias de la conciencia.

Pablo reacciona fuertemente: La voluntad de Dios es que se hagan santos. Frente a lo que los hombres consideran como exigencias de su naturaleza, hay otras exigencias que se deben al hecho de que Dios nos ha llamado y nos ha puesto en un camino de divinización (Pablo habla de santidad en los vv. 3 y 7). Pablo retomará el argumento en otros términos en 1 Cor 6,12-20. Aquí, en 4-8, Pablo se refiere, sin duda, al adulterio y a las relaciones con prostitutas. No incluyamos las relaciones prematrimoniales en el contexto social de entonces, pero sí la libertad sexual entre los jóvenes.

Pablo no se cansa de decir que somos libres respecto a la Ley, pero reafirma algunas leyes morales. Pasa por encima de las reglas litúrgicas, las costumbres del pueblo judío, los recuerdos del pasado, en una palabra, de todo lo que es propio de una sociedad religiosa determinada. Pero, reafirma algunas reglas morales fundamentales de dicha ley que son valederas para todos los tiempos, y más todavía cuando se ha entrado con el Evangelio en la edad adulta de la vida espiritual.

Luego Pablo da una advertencia, sobre la cual volverá: Que todos trabajen. La comunidad estaba perturbada por algunos creyentes que estaban más inclinados a mostrar su fe entusiasta que a trabajar. Vivían a costa de los hermanos, junto a los cuales se instalaban con su palabrería; así desacreditaban a la Iglesia ante los paganos. Pablo, como todo buen judío y fariseo, estaba en condiciones de ganarse la vida con el trabajo de sus manos. No podía, pues, aceptar que un creyente no tuviera un oficio cualificado y que no fuera capaz de encontrar trabajo, aunque fuera mal considerado y mal pagado.
4,13

No deben afligirse como hacen los demás. Los cristianos de Tesalónica eran recién convertidos y con poca experiencia. Durante años aceptaron un destino en el que todo terminaba con la muerte; ahora, en cambio, se despiertan cada mañana con la esperanza de escapar de la muerte, pues Cristo volverá pronto y los llevará al Reino del cielo. Se inquietan, pues, por aquellos que de entre ellos ya han muerto y que Cristo no podrá por lo tanto llevarse con él.

Los que ya descansan. Los que murieron, en realidad no están muertos sino dormidos, y aguardan el regreso de Cristo y la resurrección.

Nos reuniremos con ellos, llevados en las nubes. Pablo supone que tanto él como sus lectores estarán vivos cuando regrese Cristo, y por eso describe el acontecimiento según los esquemas culturales de la época. No olvidemos que hasta los tiempos de Copérnico, poco antes de Galileo, todos los hombres pensaban que el cielo era un lugar en el universo, muy arriba por encima de nosotros, y que Dios, aunque es espíritu, estaba allí de alguna manera.

Estaremos con el Señor para siempre. Esto es lo esencial, y que es siempre verdadero, aun cuando se haya renunciado a ver a Jesús descendiendo en una hermosa nube, al son de trompetas celestiales. Tenemos ya alguna experiencia de la presencia del Señor en nuestra vida terrena, pero entonces no habrá más que esa presencia y esa alegría.

Este breve mensaje de esperanza deja en la sombra algunos interrogantes esenciales sobre la resurrección de los muertos. Pablo volverá más tarde y con mucha mayor amplitud sobre este punto en 1 Cor 15. Allí demostrará que la resurrección es, en primer lugar, una transformación de todo nuestro ser por medio de las energías que emanan de Cristo resucitado.

Confórtense unos a otros. La manera de celebrar los funerales en la Iglesia debe reconfortar a la familia del difunto y reafirmar la fe en la resurrección. No hay pues lugar para expresiones de desesperanza, que fueron desaprobadas por el mismo Jesús (véase Mc 5,40), y que son comprensibles sólo en los que consideran la separación como definitiva. Una misa de funeral sin nada de espectacular, donde se sienta la ferviente oración de la comunidad y de una familia en paz, produce siempre un gran impacto en los que no creen.
Primera Carta a los Tesalonicenses (1Tes) Capítulo 5
Ustedes son hijos de la luz
1 ¿Cuándo sucederá eso? ¿Cómo será? Sobre esto, hermanos, no necesitan que se les hable,
2 pues saben perfectamente que el día del Señor llega como un ladrón en plena noche.
3 Cuando todos se sientan en paz y seguridad, les caerá de repente la catástrofe encima, lo mismo que llegan los dolores de parto a la mujer em barazada, y nadie podrá escapar.
4 Pero ustedes, hermanos, no andan en tinieblas, de modo que ese día no los sorprenderá como hace el ladrón.
5 Todos ustedes son hijos de la luz e hijos del día: no somos de la noche ni de las tinieblas.
6 Entonces no durmamos como los demás, sino permanezcamos sobrios y despiertos.
7 Los que duermen, duermen de noche, y los que se emborrachan, se emborrachan en la noche.
8 Nosotros, en cambio, por ser del día, permanezcamos despiertos; revistámonos de la fe y del amor como de una coraza, y sea nuestro casco la esperanza de la salvación.
9 Pues Dios no nos ha destinado a la condenación, sino a que hagamos nuestra la salvación por Cristo Jesús, nuestro Señor.
10 El murió por nosotros, para que, despiertos o dormidos, vivamos con él.
11 Por eso anímense mutuamente y edifíquense juntos, como ya lo están haciendo.
12 Hermanos, les rogamos que se muestren agradecidos con los que trabajan para ustedes, los dirigen en el Señor y los corrigen.
13 Ténganles mucho aprecio y cariño por lo que hacen. Y vivan en paz entre ustedes.
14 Les rogamos también, hermanos, que reprendan a los indisciplinados, animen a los indecisos, sostengan a los débiles y tengan paciencia con todos.
15 Cuiden que nadie devuelva a otro mal por mal, sino constantemente procuren el bien entre ustedes y con los demás.
16 Estén siempre alegres,
17 oren sin cesar
18 y den gracias a Dios en toda ocasión; ésta es, por voluntad de Dios, su vocación de cristianos.
19 No apaguen el Espíritu,
20 no desprecien lo que dicen los profetas.
21 Examínenlo todo y quédense con lo bueno.
22 Eviten toda clase de mal, dondequiera lo encuentren.
23 Que el Dios de la paz los haga santos en toda su persona. Que se digne guardarlos sin reproche en su espíritu, su alma y su cuerpo hasta la venida de Cristo Jesús, nuestro Señor.
24 El que los llamó es fiel y así lo hará.
25 Hermanos, rueguen también por nosotros.
26 Saluden a todos los hermanos con el beso santo.
27 Les ordeno, en nombre del Señor, que se lea esta carta a todos los hermanos.
28 Que la gracia de Cristo Jesús, nuestro Señor, sea con ustedes.

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Comentarios Primera Carta a los Tesalonicenses, capítulo 5
5,1

Cristo viene de noche, y los creyentes son hijos de la luz. Hay, a este propósito, toda una parábola. Los que siguen sus malos instintos pertenecen a las tinieblas y se esconden para hacer el mal. En cambio, los hijos de la luz son irreprochables, transparentes ante Dios y no tienen nada que ocultar. El no creyente duerme sin prever, mientras que el creyente vigila; por eso le gusta orar de noche, como si aguardara con el día la venida de Cristo.

En cuanto a los que murieron, no están realmente muertos sino que descansan (10), listos para levantarse cuando el Señor venga.

Anímense mutuamente y edifíquense juntos (11). La Iglesia es la comunidad verdadera que el creyente necesita para crecer en la fe y para superar las pruebas. La ayuda de los hermanos será, en las dificultades, una señal del amor de Dios y de Cristo que nunca falta.

Según el versículo 12, después de apenas tres meses de evangelización, esta comunidad ya tenía sus responsables. ¿Y las nuestras?
5,19

No apaguen el Espíritu. Una comunidad como ésta, con tan pocas tradiciones y enseñanzas escritas, estaba pendiente de las intervenciones del Espíritu. Algunos de esos cristianos debieron haber tenido el carisma de profetas y haber recibido comunicaciones durante las asambleas eucarísticas. Por eso Pablo pide que se aprovechen tales mensajes espirituales, pero no sin antes haberlos examinado, como lo recordará en 1 Cor 14. Hay en esto un juego complejo, pues por un lado la comunidad se somete al Espíritu que habla por medio del profeta, y por otro debe —y también sus dirigentes— juzgar si realmente es el Espíritu de Dios.

Que se digne guardarlos sin reproche, en su espíritu, su alma y su cuerpo (23). Ni los judíos, ni la mayor parte de los griegos coincidían en nuestra definición del hombre como cuerpo y alma. Hablaban a la vez del «alma», que da la vida al cuerpo y se ocupa de las actividades materiales, y del «espíritu», que vive de la verdad y de la justicia.

La manera de hablar de Pablo, así como también la de los grandes espirituales cristianos, confirma esta concepción. Cuando Pablo habla de la vida profunda de los creyentes, no emplea el término «alma» sino «espíritu». Y si bien cuerpo y alma son nuestros, el espíritu nuestro, en cambio, según el lenguaje bíblico, es a la vez nuestro y de Dios: el aliento de Dios en nosotros. No es una parte de nosotros, sino que es más bien nuestra abertura a Dios. El hombre no está frente a Dios como ante un interlocutor que lo mira desde fuera; para comprender esta relación habría que partir de la que une a seres que se aman y que, de alguna manera, viven el uno para el otro.

Nuestra alma se expresa de diversas maneras, en el sueño por ejemplo. En cambio, descubrimos nuestro espíritu a través de nuestra experiencia de Dios. Sólo cuando veamos a Dios sabremos quienes somos.