La Biblia Latinoamericana
作者:神与人
Deuteronomio (Dt)
Introducción Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3
Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7
Capítulo 8 Capítulo 9 Capítulo 10 Capítulo 11
Capítulo 12 Capítulo 13 Capítulo 14 Capítulo 15
Capítulo 16 Capítulo 17 Capítulo 18 Capítulo 19
Capítulo 20 Capítulo 21 Capítulo 22 Capítulo 23
Capítulo 24 Capítulo 25 Capítulo 26 Capítulo 27
Capítulo 28 Capítulo 29 Capítulo 30 Capítulo 31
Capítulo 32 Capítulo 33 Capítulo 34  
Deuteronomio (Dt) Introducción
Deuteronomio significa “Segunda Ley”, y fue llamado así por estar ubicado en la Biblia después del conjunto de leyes que ocupan los libros del Levítico y de los Números. Sin embargo, fue escrito antes que éstos. Fue el primer intento para unificar mandamientos y costumbres y dar a Israel la Ley en que encontraría la vida.
La primera redacción del Deuteronomio tuvo lugar cuando ya habían transcurrido más de quinientos años desde el encuentro de Moisés con Dios. La tierra de Canaán había sido conquistada, el reino de David y Salomón se había levantado y, luego, dividido y debilitado. La provincia más grande y próspera, la del norte, llamada Reino de Israel, había dejado de existir, y la misma suerte amenazaba al Reino de Judá, la provincia del sur, en aquellos años del siglo VII antes de Cristo.
Fue entonces cuando llegó a ser pública esta Ley de Yavé, que denunciaba a su pueblo la causa de sus reveses y le ofrecía una oportunidad para salvarse. Olvidada en el Templo durante la persecución de Manasés, su descubrimiento, en el año 622 (2Re 22,1), originó la reforma de Josías.
En forma ficticia, el autor atribuye a Moisés las advertencias y las leyes que se leen en el presente libro. Ubica en las estepas de Moab, al otro lado del Jordán, los acontecimientos que ahí se leen. Es entonces cuando Moisés, poco antes de su muerte, da a Israel las leyes que pueden salvarlo.
El amor de Dios y la tierra de las promesas
Moisés había exigido la conquista de la tierra de Canaán. Ya eran dueños de ella y trataban de hacer buena figura entre los grandes de su tiempo. Dotados de un poder central, con un ejército, con templos y un clero respetado, pagaban un tributo a su Dios, pero en realidad, habían vuelto a ser como los demás pueblos.
Moisés había hablado de servir sólo a Yavé. El Deuteronomio, ahora, recuerda insistentemente a Israel que Yavé lo ha amado y escogido. Israel es ahora el pueblo al que Yavé ha concedido su alianza, y debe responderle con amor de corazón. Ver Dt 6,1.
Amor a Dios, bien es cierto, pero también amor al prójimo. El libro quiere fortalecer la unidad del pueblo, y muestra cómo el amor de Dios a su pueblo le exige crear una sociedad solidaria y fraternal.
Las principales divisiones del libro, pues, serán las siguientes:
1. Mirada retrospectiva y llamada de atención: capítulos 1,1—4,43.
2. Síntesis de los hechos narrados en el Éxodo y los Números: capítulos 4,44—11,32.
El autor insiste en la importancia del amor para comprender la ley de Dios.
3. Preceptos que corrigen y revisan las legislaciones anteriores: capítulos 12—28.
4. Un epílogo reúne textos de carácter exhortativo: capítulos: 29—34.
El libro concluye con la muerte de Moisés y el nuevo liderazgo de Josué.
Deuteronomio (Dt) Capítulo 1
1 Estas son las palabras que dijo Moisés a todo Israel, al otro lado del Jordán, en el desierto. Estaba en la Arabá frente a Suf, entre Parán y Tofel, entre Labam, Haserot y Dishab.
2 Desde el Horeb hasta Cadés Barné, habían corrido once días de camino por los montes de Seír.
3 El año 40 después de la salida de Egipto, el día primero del undécimo mes, Moisés comunicó a los hijos de Israel todo cuanto Yavé le había ordenado respecto a ellos.
4 Esto sucedió después de derrotar a Sijón, rey de los amorreos, que habitaba en Jesbón, y a Og, rey de Basán, que reinaba en Astarot y en Edreí,
5 pues estaban en el país de Moab, al otro lado del Jordán, cuando Moisés comenzó a exponer esta ley. Y les dijo:
Primer discurso de Moisés: los jueces
6 “Yavé, nuestro Dios, nos habló así en el monte Horeb: “Ustedes han demorado bastante tiempo en esta montaña.
7 En marcha, partan. Ustedes entrarán en el territorio de los amorreos y en los territorios vecinos: la Arabá, la Montaña, la Tierra Baja, el Negueb y la costa del mar, es decir todo el país de Canaán y el Líbano, hasta el gran río Eufrates.
8 Miren: ésta es la tierra que les he reservado; vayan y tomen posesión de la tierra que Yavé juró dar a sus padres, Abrahán, Isaac y Jacob y a todos sus descendientes.”
9 Fue entonces cuando les dije: ‘No puedo hacerme cargo yo solo de todos ustedes.
10 Yavé, el Dios de ustedes, los ha multiplicado y son ahora tan numerosos como las estrellas del cielo.
11 ¡Yavé, Dios de sus padres, los haga crecer mil veces más y los bendiga como se lo prometió!
12 Pero ¿cómo los atenderé yo solo y me haré cargo de sus pleitos?
13 Busquen, pues, entre ustedes hombres sabios, perspicaces y experimentados de cada una de sus tribus, y yo los pondré al frente del pueblo.
14 Ustedes me respondieron: “Está bien lo que tú nos propones hacer”.
15 Tomé entonces de entre los jefes de sus tribus hombres sabios y experimentados y los puse al frente de ustedes como jefes de millar, de cien, de cincuenta y de diez, así como también secretarios para cada una de las tribus.
16 Entonces di a los jueces las siguientes instrucciones: ‘Ustedes atenderán las quejas de sus hermanos, y decidirán, sea que el pleito oponga un israelita a su hermano, o bien un israelita a uno de los extranjeros que viven en medio de nosotros.
17 Cuando juzguen, no se dejarán influenciar por persona alguna, sino que escucharán lo mismo al pobre que al rico, al poderoso que al débil, y no tendrán miedo de nadie, pues el juicio es cosa de Dios. Si un problema les resulta demasiado difícil, me lo pasarán a mí, y yo lo veré.
18 Así, pues, en aquel entonces les ordené a ustedes todo lo que tenían que hacer”.
Recuerda la rebeldía de Cadés
19 Al fin, habiendo partido del Horeb, enfrentamos aquel enorme y temible desierto que vieron, camino de la montaña del amorreo, como Yavé nos lo mandaba, y llegamos a Cadés Barné.
20 Entonces les dije: “Hemos llegado a esta montaña del amorreo, que Yavé, nuestro Dios, nos da.
21 Mira, Israel, Yavé pone a tu disposición todo este territorio; sube, pues, y toma posesión de él como Yavé, el Dios de tus padres te ha dicho. No tengas miedo ni te desanimes.”
22 Entonces todos ustedes se acercaron a mí y me dijeron: “Manda mejor algunos hombres delante de nosotros para que exploren el país y nos enseñen los caminos que llevan a las ciudades que podremos asaltar”.
23 Me pareció bien esa propuesta y tomé de entre ustedes doce hombres, uno por tribu,
24 los cuales partieron, subieron a los cerros y llegaron hasta el Valle del Racimo, que recorrieron a pie.
25 Allí tomaron de las frutas del valle y, al volver, nos contaron cómo les había ido. Nos dijeron: “Buena es la tierra que Yavé nos da.”
26 Ustedes, sin embargo, no quisieron subir, sino que se rebelaron contra las órdenes de Yavé.
27 Y empezaron a murmurar en sus tiendas: “Yavé no nos quiere; nos hizo salir de Egipto para entregarnos a los amorreos, que acabarán con todos nosotros.
28 ¿A dónde nos están llevando? Los mensajeros dicen que la gente de allá es más fuerte y más numerosa que nosotros; las ciudades son grandes y con murallas que llegan al cielo; incluso se han visto allí gigantes. Con esto se nos ha ido abajo el ánimo.”
29 Entonces yo les dije:
30 “No teman ni tengan miedo de ellos. Yavé, nuestro Dios, que los conduce a ustedes, peleará por ustedes como ya lo hizo en Egipto
31 y en el desierto. Han visto cómo los llevó durante todo el camino, como un padre lleva a su hijo, hasta que llegamos a este lugar.”
32 Pero ni aun así creyeron a Yavé, nuestro Dios.
33 El, sin embargo, era quien había ido delante de ustedes durante todo el viaje, enseñándoles los sitios donde debían levantar su campamento, señalándoles el camino, de noche con la columna de fuego y de día con la nube.
34 Al escuchar Yavé sus quejas, se indignó y juró:
35 “Ningún hombre de esta generación perversa verá la espléndida tierra que yo juré dar a sus padres,
36 excepto Caleb, hijo de Jefoné; él la verá y yo le daré a él y a sus hijos la tierra que ha pisado, porque ha seguido fielmente a Yavé”.
37 Por culpa de ustedes Yavé se enojó también conmigo y me dijo: “Tampoco tú entrarás allí;
38 será tu ayudante Josué, hijo de Nun, el que entrará. Dale autoridad, pues él ha de entregar a Israel su herencia.
39 Allí entrarán los pequeños de ustedes, de los que dijeron que iban a ser presa de sus enemigos; ellos sí entrarán, pues no conocen todavía el bien y el mal. A ellos se la daré, y ellos la poseerán.
40 Pero ustedes vuelvan atrás y partan hacia el desierto del Mar Rojo.”
41 Ustedes me respondieron: “Hemos pecado contra Yavé, nuestro Dios. Iremos y combatiremos como él nos ha ordenado.” Y tomaron cada uno sus armas y les pareció fácil escalar los cerros.
42 Pero Yavé me dijo: “Adviérteles que no vayan a pelear, pues yo no estoy con ellos, no sea que sean derrotados por el enemigo.”
43 Yo se lo dije, pero ustedes no escucharon; desobedecieron la orden de Yavé y subieron a los cerros.
44 Entonces los amorreos, habitantes de aquellos cerros, les salieron al encuentro, los persiguieron como hacen las abejas y los acuchillaron desde Seír hasta Jormá.
45 Ustedes al volver lloraron en presencia de Yavé, pero él no quiso escucharlos ni atender sus ruegos.
46 Ustedes entonces se establecieron por largos años en Cadés; ustedes saben cuánto tiempo estuvimos allá.

**
Comentarios Deuteronomio, capítulo 1
1,6

Cada nación tiene sus leyes, fruto tanto de una larga experiencia del pueblo como de una reflexión de sus dirigentes. Del mismo modo se formaron las leyes de Israel. Pero la experiencia de Israel fue diferente de la de cualquier otro pueblo.

Desde el comienzo Israel experimentó, a la vez, el orgullo de ser un pueblo libre y la obligación de portarse como el pueblo de Dios. Como se puede ver en el Exodo, Dios los libertó para que lo sirvieran. Por lo tanto, los autores del Deuteronomio colocan como introducción a las leyes de Israel un largo discurso puesto en boca de Moisés, en el que se recuerda esa experiencia inicial de Israel. Estos primeros capítulos vuelven sobre los acontecimientos del desierto, especialmente sobre lo sucedido en Cadés, oasis del sur de Palestina en que los israelitas estuvieron “cuarenta años.”

El primer capítulo recuerda la institución de los jueces, pues Moisés fue el primer legislador de su pueblo, y los que vinieron después de él se refirieron siempre a su autoridad. También recuerda la rebeldía de Cadés: desde los principios de su historia, Israel comprobó lo caro que costaba oponerse a la sabia dirección de su Dios.

Los capítulos dos y tres cuentan la llegada a la tierra prometida: Yavé es quien los llevó a su tierra y deben hacerle caso si quieren seguir viviendo libres en su país.
Deuteronomio (Dt) Capítulo 2
El camino por el desierto
1 Luego volvimos al desierto por el camino del Mar Rojo, como Yavé me había ordenado, y anduvimos largo tiempo rodeando los cerros de Seír.
2 Entonces Yavé me habló:
3 “Ustedes llevan mucho tiempo rodeando estos cerros; vayan hacia el norte.
4 Pero tú darás esta orden al pueblo: ‘Van a pasar por el territorio de sus hermanos, los hijos de Esaú, que habitan en Seír. Ellos los temen a ustedes, pero, mucho cuidado,
5 no los ataquen, porque yo no les daré nada de su tierra, ni siquiera donde poner el pie. Sepan que los cerros de Seír se los he dado en posesión a Esaú,
6 y ustedes les comprarán con plata los alimentos que coman, e incluso el agua.
7 Piensen que Yavé nos ha bendecido en todas nuestras obras; él había previsto nuestro camino por el desierto y hace ya cuarenta años que Yavé está con ustedes, sin que nada les haya faltado.”
8 Pasamos, pues, por el lado de nuestros hermanos, los hijos de Esaú que habitan en Seír. Dejamos el camino que lleva a la Arabá desde Elat y Asión Gaber y avanzamos por el camino del desierto de Moab.
9 Yavé me dijo entonces: “No ataques a Moab ni lo provoques al combate, pues yo no te daré nada de su país. Quise que la ciudad de Ar perteneciera a los hijos de Lot.”
10 (Antiguamente habitaban allí los emíos, pueblo grande, numeroso y de alta estatura, como los enaceos.
11 Tanto a ellos como a los enaceos se los tenía por gigantes, pero los moabitas los llamaban emíos.
12 Asimismo en Seír habitaron antiguamente los horeos, pero los hijos de Esaú los echaron, los exterminaron y se establecieron en su lugar, como lo hizo Israel en la tierra que Yavé le dio como posesión suya.)
13 “Y ahora ¡pasen el torrente de Zared!”
14 Pasamos, pues, el torrente de Zared. El tiempo que estuvimos caminando desde Cadés Barné hasta el paso del torrente fue de treinta y ocho años, hasta que hubo desaparecido del pueblo toda la generación de los hombres aptos para la guerra, como les había dicho Yavé.
15 La mano de Yavé hizo lo necesario para eliminarlos del campamento hasta que desaparecieran todos.
16 Muertos, finalmente, todos aquellos guerreros,
17 Yavé me dijo:
18 “Tú vas a pasar hoy por las fronteras de Moab, frente a la ciudad de Ar,
19 y te encontrarás con los amonitas. No los ataques ni los provoques, pues yo no te daré nada de la tierra de los amonitas: sepan que se la di a los hijos de Lot.”
20 (Esta tierra también fue considerada como país de gigantes, pues en ella habitaban antiguamente unos refaítas, o gigantes, que los amonitas llaman zamzumitas,
21 pueblo grande, numeroso y de altura descomunal, a semejanza de los enaceos. Yavé los exterminó por mano de los amonitas e hizo que éstos poblaran la tierra en su lugar.
22 Lo mismo había hecho con los horitas que fueron exterminados en Seír por los hijos de Esaú. Y los amonitas habitaron la tierra de los refaítas hasta el día de hoy.
23 En aquel tiempo los avitas también vivían en campamentos extendiéndose hacia Gaza, pero fueron exterminados por los caftoreos que habían salidos de Caftor, los cuales ocuparon su lugar.)
24 “Marchen, pues, y pasen el torrente de Arnón. Miren, yo pongo en manos de ustedes a Sijón, rey de Jesbón, el amorreo, y todo su país. Empieza, pues, desde ahora, a ocupar su tierra y a hacerle la guerra,
25 y yo, por mi parte, comienzo a infundir terror y miedo de ti entre todos los pueblos que hay debajo del cielo. Al oír tu nombre temblarán y se desmayarán ante ti.”
La victoria sobre Sijón y Og
26 Del desierto de Quedemot envié mensajeros a Sijón, rey de Jesbón, con estas palabras de paz:
27 “Quiero pasar por tu país, pero seguiré el camino sin desviarme ni a la derecha ni a la izquierda.
28 Véndenos los alimentos que consumamos, lo mismo que el agua que bebamos,
29 y déjanos pasar tan sólo como lo hicieron los hijos de Esaú que habitan en Seír y los moabitas que moran en Ar, hasta que lleguemos al Jordán y entremos en la tierra que nos da Yavé, nuestro Dios.”
30 Pero Sijón, rey de Jesbón, no quiso dejarnos pasar por allí, pues aquel día Yavé, nuestro Dios, quiso que se pusiera duro y cerrado, para que así cayera en nuestras manos.
31 Entonces Yavé me habló: “Ya ves que he comenzado a entregarte Sijón y su tierra; ustedes empezarán la conquista conquistando su tierra.”
32 Salió, pues, Sijón con toda su gente a presentarnos batalla en Yahas
33 y Yavé, nuestro Dios, nos lo entregó y lo derrotamos junto con sus hijos y toda su gente.
34 En ese tiempo tomamos todas sus ciudades y las consagramos en anatema, matando a sus habitantes, hombres, mujeres y niños, sin perdonar vida alguna,
35 salvo la de los animales, que fueron parte del botín como los despojos de las ciudades que ocupamos.
36 Desde Aroer, ciudad situada sobre la pendiente del torrente Arnón, y la ciudad que está abajo, hasta Galaad, no hubo aldea ni ciudad que no tomáramos: Yavé, nuestro Dios, nos las entregó todas.
37 Pero, como Yavé, nuestro Dios nos había prohibido la tierra de los amonitas, no tocamos las ciudades de la pendiente del Yaboc ni las ciudades de los cerros.
Deuteronomio (Dt) Capítulo 3
1 Dando una larga vuelta, tomamos el camino de Basán. Og, rey de Basán vino a nuestro encuentro con todo su pueblo y nos presentó batalla en Edreí.
2 Yavé me dijo: “No le tengas miedo porque yo lo he entregado en tus manos con toda su gente y con su misma tierra, para que hagas con él lo mismo que hiciste con Sijón, el rey amorreo que habitaba en Jesbón.”
3 Y Yavé entregó en nuestras manos a Og, rey de Basán, con todo su pueblo; los derrotamos en tal forma que no quedó nadie con vida.
4 Nos adueñamos de todas sus ciudades, no hubo población que se nos escapara; nos apoderamos de sesenta ciudades: toda la comarca de Argob, del reino de Og, en Basán.
5 Todas eran ciudades fortificadas con muros altos, con puertas y trancas, sin contar los pueblos del campo, que eran innumerables.
6 Los consagramos en anatema, exterminando a aquella gente, como lo habíamos hecho con Sijón, rey de Jesbón: acabamos con todas las ciudades, hombres, mujeres y niños.
7 Solamente guardamos los despojos de las ciudades y todo el ganado.
8 Nos hicimos, pues, dueños de la tierra de los dos reyes amorreos, el país de Trasjordania, desde el torrente de Arnón hasta el monte Hermón
9 (los sidonios llaman Siryón al Hermón y los amorreos lo llaman Senir).
10 Y tomamos todas las ciudades de la meseta y toda la tierra de Galaad y de Basán hasta Selca y Edreí, ciudades del reino de Og, en Basán.
11 Og, rey de Basán, era el último superviviente de la raza de los gigantes. En Rabba, ciudad de los amonitas, se muestra su cama de hierro, la cual tiene cuatro metros cincuenta de largo y dos de ancho.
12 Nos adueñamos, pues, en aquel tiempo de ese país. Yo di a las tribus de Rubén y de Gad la mitad de los cerros de Galaad con sus ciudades, desde Aroer, situada a la orilla del torrente de Arnón.
13 Y entregué a la media tribu de Manasés la otra mitad de Galaad y el Basán, el reino de Og, o sea toda la comarca de Argob y el Basán. Era llamado tierra de los refaítas.
14 Yair, hijo de Manasés, se adueñó de toda la comarca de Argob hasta los términos de los gesuritas y de los macatitas. Dio su nombre a estos pueblos que todavía hoy se llaman aldeas de Yair.
15 Lo que es a Maquir, le di parte de Galaad.
16 A las tribus de Rubén y de Gad les di parte de Galaad hasta el torrente de Arnón. Sus fronteras pasaban por el medio del torrente y, por el lado de los amonitas, el torrente de Yabok servía de frontera.
17 También les di la Arabá, siendo el Jordán su frontera desde Kineret hasta el mar de la Arabá, llamado Mar Salado, al pie del monte Pisga, al oriente.
18 Entonces yo les di estas órdenes: “Yavé, nuestro Dios, les ha dado esta tierra en propiedad. Y mientras los guerreros, todos los hombres valientes, irán armados al frente de sus hermanos israelitas,
19 sus mujeres, sus hijos y sus rebaños, sus numerosos rebaños, se quedarán en los pueblos que yo les he dado.
20 En cuanto Yavé haya dado a sus hermanos un lugar de descanso, como ya hizo para ustedes, y se hayan adueñado de la tierra que les daré al otro lado del Jordán, entonces cada uno de ustedes volverá aquí a la heredad que les he dado.
21 En aquel tiempo di también instrucciones a Josué. Le dije: “Con tus propios ojos has visto lo que Yavé ha hecho con estos dos reyes: así lo harás con todos los reinos donde has de pasar;
22 no los teman, porque Yavé combate por ustedes.”
23 Entonces supliqué así a Yavé:
24 “Yavé, mi señor, tú has comenzado a manifestar tu grandeza y tu mano fuerte; pues ¿qué Dios hay en los cielos o en la tierra que pueda hacer obras y hazañas como las tuyas?
25 Déjame, por favor, pasar y ver esta espléndida tierra del otro lado del Jordán, aquellos espléndidos cerros y también el Líbano.”
26 Pero Yavé se había enojado conmigo por culpa de ustedes y no me escuchó, antes bien me dijo: “Basta ya, no me hables más de eso,
27 pero sube a la cumbre del Pisga y desde allí mira al oeste y al norte, al sur y al oriente. Tú verás la tierra, pero no pasarás ese Jordán.
28 Da tus órdenes a Josué, dale autoridad y dale ánimo, pues él es quien ha de encabezar a ese pueblo y le distribuirá la tierra que vas a ver.”
29 Nos quedamos, pues, en el valle frente a Bet-Peor.
Deuteronomio (Dt) Capítulo 4
Observen la ley
1 Y ahora, Israel, escucha las normas y los mandamientos que yo te enseño, para que los pongas en práctica. Así vivirás, y entrarás al país que te da Yavé, Dios de tus padres, y tomarás posesión de él.
2 No añadirás nada a lo que yo te mando, y no le quitarás nada, sino que guardarás los mandamientos de Yavé, tu Dios, tal como yo se lo ordeno.
3 Has visto con tus propios ojos lo que hizo Yavé en Baal-Peor, pues acabó con todos aquellos que se fueron tras el baal.
4 En cambio ustedes, que fueron fieles a Yavé, su Dios, están hoy todos vivos.
5 Mira: como Yavé, mi Dios, me ha ordenado, te he enseñado normas y leyes para que las pongas en práctica en la tierra en que vas a entrar y que pasará a ser tuya.
6 Si las guardan y las practican, pasarán por sabios e inteligentes a los ojos de los pueblos que tengan conocimiento de todas estas leyes; y dirán: “¡Qué pueblo tan grande! Sólo él tiene sabiduría e inteligencia.”
7 En verdad, ¿qué nación hay tan grande, cuyos dioses se acerquen a ella como lo hace para nosotros, siempre que lo invocamos, Yavé, nuestro Dios?
8 ¿Y qué nación hay tan grande que tenga normas y mandamientos tan justos como esta ley que yo te entrego hoy?
9 Pero ¡fíjate bien! Ten mucho cuidado de no olvidarte de estas cosas que tus ojos han visto. Guárdalas en tu interior todos los días de tu vida, y repíteselas a tus hijos y a tus nietos.
10 Me refiero al día en que ustedes estuvieron en presencia de Yavé en el monte Horeb y él me dijo: “Reúneme al pueblo para que oiga mis palabras. Así me temerán mientras vivan en esa tierra y enseñarán estas palabras a sus hijos.”
11 Entonces ustedes se acercaron y permanecieron al pie del monte. Este ardió en llamas hasta el mismo cielo entre tinieblas de nube y espesa niebla.
12 Yavé les habló entonces en medio del fuego. Ustedes oyeron el rumor de las palabras, pero no vieron figura alguna, sólo oían una voz.
13 Y Yavé les dio a conocer su Alianza, en la que les ordenó observar sus diez mandamientos, y los escribió en las dos tablas de piedra.
14 En aquel día a mí me ordenó enseñarles las normas y los mandamientos que ustedes pondrán en práctica en la tierra donde van a entrar y que pasará a ser suya.
15 Mediten bien lo que van a hacer. Ustedes no vieron figura alguna el día en que Yavé les habló en el monte Horeb en medio del fuego.
16 Por tanto no vayan a corromperse: no se hagan un ídolo, o sea, cualquier cosa esculpida con forma de hombre o de mujer;
17 ni con forma de algún animal de los que viven en la tierra, o de algún ave que vuela en el cielo;
18 ni de algún reptil de los que se arrastran sobre la tierra, ni de algún pez de los que viven en el agua debajo de la tierra.
19 Cuando mires al cielo y veas el sol, la luna, las estrellas y todos los astros del firmamento, no te dejes arrastrar a adorarlos como dioses y a servirlos, pues Yavé, tu Dios, dejó que fueran la parte de los demás pueblos,
20 pero a ustedes los tomó y los sacó del horno que es Egipto, para que fueran su propio pueblo como lo son ahora.
21 Por culpa de ustedes Yavé se enojó contra mí y juró que yo no pasaría el Jordán ni entraría en la espléndida tierra que él les da en herencia.
22 Pero aunque yo muera en este país y no pase el Jordán, ustedes lo pasarán y poseerán esa espléndida tierra.
23 Guárdate, pues, de olvidar la Alianza que Yavé ha pactado contigo y no te hagas ídolos, o sea imágenes de todo lo que Yavé tu Dios te ha prohibido.
24 Sepas que Yavé, tu Dios, es un fuego devorador, un Dios celoso.
25 Cuando tengas hijos y nietos y hayan envejecido en el país, no vayan a corromperse teniendo ídolos y haciendo lo que desagrada a Yavé.
26 Pues si lo irritan, desaparecerán de la tierra que va a ser de ustedes, al pasar el Jordán; el cielo y la tierra son testigos de mis advertencias: ustedes serán reducidos a nada.
27 Yavé los dispersará entre los pueblos y sólo quedará de ustedes un pequeño número, repartidos entre las naciones a las que Yavé los llevará.
28 Allí tendrán que servir a dioses fabricados, que no son más que madera y piedra, que ni ven, ni oyen, ni comen, ni sienten.
29 Allí buscarás a Yavé, tu Dios, y lo encontrarás si lo buscas con todo tu corazón y toda tu alma.
30 Cuando estas desgracias te hayan venido encima, volverás por fin a Yavé en medio de tu angustia y harás caso a sus palabras.
31 Pues Yavé, tu Dios, es un Dios misericordioso, que no te rechaza ni te destruye del todo, ni olvida la Alianza que juró a tus padres.
Has sido elegido por Dios
32 Pregunta a los tiempos pasados. Investiga desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra. Pregunta desde un extremo a otro del mundo: ¿Hubo jamás una cosa tan extraordinaria como ésta? ¿Se ha oído cosa semejante?
33 ¿Ha quedado con vida algún pueblo después de haber oído como tú a Dios vivo hablando en medio del fuego?
34 ¿Acaso algún dios ha intentado tomarse un pueblo y sacarlo de en medio de otro pueblo a fuerza de pruebas y de señales, de milagros y de combates, actuando con mano firme y dando grandes golpes, realizando esas cosas grandes que Yavé hizo por ustedes en Egipto y que tú viste con tus propios ojos?
35 Y porque lo has visto, ahora sabes que Yavé es Dios y que no hay otro fuera de él.
36 Desde el cielo te hizo oír su voz, para que lo temas, y sobre la tierra viste su gran fuego: desde en medio del fuego oíste sus palabras,
37 y quedaste con vida. Porque amaba a tus padres, eligió a su descendencia después de ellos; él mismo vino a sacarte de Egipto con mucho poder.
38 Expulsó delante de ti pueblos más numerosos y más fuertes que tú, y te hizo entrar en su tierra: hoy te la dio en herencia.
39 Por tanto, reconoce ahora y trata de convencerte de que Yavé es el único Dios del cielo y de la tierra, y que no hay otro.
40 Guarda sus leyes y sus mandamientos que yo te ordeno hoy, y te irá bien a ti y a tus hijos después de ti. Así vivirás largos años en la tierra que Yavé, tu Dios, te da.»
Segundo “discurso de Moisés”
41 Moisés designó tres ciudades al otro lado del Jordán, hacia el oriente,
42 para que allí se refugiara el que involuntariamente diera muerte a su prójimo, siempre que no hubiese sido antes su enemigo. Con refugiarse en una de esas ciudades estaría a salvo.
43 Estas fueron las ciudades: Basar, en la meseta del desierto, para la tribu de Rubén; Ramot, en Galaad, para la tribu de Gad, y Golán, en Basán, para la tribu de Manasés.
44 Esta es la Ley que Moisés dio a los hijos de Israel.
45 Estos son los preceptos, decretos y leyes que Moisés dictó a los hijos de Israel a su salida de Egipto,
46 al otro lado del Jordán, en el valle fronterizo a Bet-Peor, en el país de Sijón, rey de los amorreos. A este Sijón, que vivía en Jesbón, Moisés y los hijos de Israel lo habían derrotado a su salida de Egipto
47 y se habían apoderado de su país, así como del de Og, rey de Basán. Los territorios de estos reyes amorreos estaban al oriente del Jordán.
48 Se extendían desde Aroer, situada en la orilla del torrente Arnón, hasta el monte Sirión, llamado también Hermón,
49 y abarcaban toda la llanura al oriente del Jordán hasta el Mar Muerto, al pie del monte Pisga.

**
Comentarios Deuteronomio, capítulo 4
4,1

Moisés saca lección de las experiencias pasadas y, para persuadirnos de que observemos la Ley de Dios, nos invita a abrir los ojos: Ustedes, que fueron fieles a Yavé, su Díos, están hoy todos vivos, mientras que los demás han muerto. Entre los muchos “muertos” que se agitan y pelean entre sí en nuestro mundo, el creyente vive. Y también, pregunta Moises: ¿Qué nación hay tan grande que tenga normas y mandamientos tan justos como esta ley?

Sin embargo, hay momentos en la vida en que nos asaltan las tentaciones y nos parece que, al dejar a un lado la orden divina, encontraríamos la felicidad; es entonces cuando debemos recordar que ésta es ley divina y no necesita nuestra aprobación: no añadirás ni quitarás nada.

¿Qué nación hay tan grande, cuyos dioses se acerquen como Yavé? (7). Los dioses, falsos amigos, proyección de nuestros fantasmas; jugamos con ellos y tratamos de ganarles para que se realicen nuestros planes. Dios, en cambio, está con el peso de su misterio tan presente como fuera de nuestro alcance. A pesar de que no lo vemos, con toda certeza lo reconocemos y, siempre que se acerca, nos deja seguros.

Toda la Biblia insiste en la realidad, en el valor histórico de dichas intervenciones: Ten mucho cuidado de no olvidarte de estas cosas que tus ojos han visto (9). Bien es cierto que la historia de Moisés se escribió siglos después y que los recuerdos de dicha peregrinación por el desierto se transformaron en leyendas. Pero no se ha brían forjado las leyendas referentes al maná, la nube y el paso del mar, si la comunidad de Israel no hubiera experimentado la Providencia de Dios y su mano firme en muchas ocasiones.

El que lea la Biblia sin compartir la fe que la anima, piensa que todo lo sobrenatural fue pura imaginación y procede de mentalidad primitiva. En cambio, el que ha reconocido la presencia de Dios en el mundo, entiende que también a Israel le sobraron motivos para reconocer que Dios lo había elegido.
4,10

Moisés recuerda la experiencia del Sinaí (llamado aquí monte Horeb), porque la fe se funda sobre una experiencia. Cuando Pablo trate de confirmar en su fe a los cristianos tentados de extraviarse, les recordará la experiencia mística que tuvieron al ingresar a la Iglesia (Gál 3,1; Heb 12,18).

Ustedes no vieron figura alguna, sólo oían una voz (12). Nótese la oposición entre ver y oír. En ella está toda la oposición entre los falsos cultos y la fe verdadera.

El hombre crea sus dioses (dioses antiguos o modernos), de acuerdo con su propia manera de ver y de entender el sentido de la existencia. El hombre es el que pinta sus dioses y se fabrica su verdad a la medida de su propia mente, que solamente se fija en lo visible, en lo inmediatamente eficaz, en lo que se pueda gozar y aprovechar.

La fe verdadera, en cambio, se apoya en la palabra escuchada: ver Rom 10, 14-17. ¡Felices los que creen sin haber visto! Creemos en una verdad que nos transmite el pueblo de Dios, la Iglesia. Para un cristiano ninguna revelación particular, ningún “mensaje divino” recibidos por tal o cual puede tener algún valor si no está en primer lugar en perfecta armonía y en total depedencia de la Palabra de Dios, así como también de la Iglesia, a la que Dios ha escogido para que sea testigo y garantía de aquélla (He 10,41).

No se hagan un ídolo, o sea, cualquier cosa esculpida (16). Vuelve la prohibición de hacer cualquier imagen de Dios. Ver el comentario de Ex 20,4.

No te dejes arrastrar a adorarlos como dioses y a servirlos. En nuestros días nadie habla de adorar algo o a alguien. Pero adorar no es más que entregar a otro mi libertad, y así es como muchos actualmente sirven a los ídolos de la sociedad y del consumismo.
4,25

Estas líneas nos hacen pensar en la comparación del hijo pródigo (Lc 15). Israel, por ser pueblo elegido, tenía mayor responsabilidad. Su tierra era don de Yavé y la perderían al alejarse de él. Israel vivía entonces según el régimen de la Primera Alianza en el Sinaí. Esperaba de Dios dones materiales, prosperidad, tierras y tranquilidad. Y Yavé no le mostraba otro castigo que un eventual destierro: perder esa tierra maravillosa.

Pero también viene la promesa: Allí buscarás a Yavé, tu Dios (29).
4,32

Jamás hubo una cosa tan extraordinaria (34). Ver el comentario de 4,9.

Muchas personas piensan que, para la Biblia, lo importante es “creer en Dios.” Esta expresión se presta mucho a confusión. La fe de la Biblia no está en creer que Dios existe, o que Dios es Poderoso, o que Dios puede ayudarnos. Lo importante, para la Biblia, era que Dios hubiera elegido a Israel para una misión única en el mundo, que Dios fuera el único Dios y que Israel fuera diferente de todos los demás pueblos.

RELIGION Y FE

Estos dos términos aparecen constantemente cuando hablamos de nuestra relación con Dios. Debemos sin embargo saber lo que entendemos por “religión” y lo que queremos decir cuando hablamos de la fe.

Los pueblos de la antigüedad y muchos hombres de hoy en día son “religiosos”: creen que el mundo en que viven es obra de un Dios creador “que hizo el cielo y la tierra y todo lo que ellos contienen.” Es por eso que encontramos en todas las religiones de la antigüedad, igual como en las primeras páginas de la Biblia, relatos de la creación que explican el origen del mundo y del hombre. Siendo Dios el autor de la Creación, sólo él puede dar las reglas de su funcionamiento: todas las religiones, pues, han asociado muy naturalmente a sus relatos de los orígenes prescripciones de orden moral.

El Dios de la religión (o los dioses, pues el politeísmo está muy difundido) es servido por un clero que, en nombre del pueblo, le agradece los bienes que da a los hombres y le ruega para que renueve sus beneficios a lo largo del año que viene. Así es como las fiestas religiosas están constituidas principalmente por acciones de gracias y primicias, como lo vemos también en los textos rituales del Antiguo Testamento. La religión es por naturaleza conservadora, pues asegura la buena marcha del mundo; sin “esperanza” pues el hombre nada tiene de nuevo que esperar, sino sólo aguardar que el mañana le dé como el hoy lo que necesita en este mundo.

Al abrir la Biblia y al hacer nuestra “profesión de fe”, reconocemos que también somos un pueblo religioso; ¿no decimos acaso: “Creo en Dios Todopodero, Creador del cielo y de la tierra”? Pero esta religión que confesamos ha sido totalmente transfigurada por la fe: el Dios Creador se ha “revelado”, se ha manifestado al pueblo de Israel al que escogió desde toda la eternidad para que fuera su “testigo en medio de las naciones.” A lo largo de los siglos Dios se ha “revelado” incluso en la historia de Israel: condujo a su pueblo, como un padre guía a su hijo (Dt 1,31) a una plenitud que el hombre no puede concebir ni siquiera imaginar (Ef 1,15-23; 3,14-21; Col 1,9-14; 1,25-27).

Dios se da a conocer tal cual es y lleva al hombre a una comunión de amor eterno con él (Jn 17,21). De ahí que la esperanza, al menos tal cual nos la define Pablo (Rom 8,24-25) está en el corazón mismo de nuestra fe, y si nuestra acción de gracias se eleva siempre a Dios por los bienes que recibimos de él, se eleva mucho más, infinitamente más, hacia el Padre “que nos ha autorizado a participar de la herencia con los santos en la luz”, hacia aquel “que nos arrancó del poder de las tinieblas y nos hizo pasar al Reino de su Hijo muy amado” (Col 1,12-13).
4,41

Empieza el segundo “Discurso de Moisés.”

El párrafo 5,1-22 es una segunda presentación del Decálogo (los diez mandamientos) en una forma muy semejante a la del Exodo 20,2.

El párrafo 5,23-31: Dios está esperando a un hombre que pueda presentarse ante él a nombre de todos. La gloria de Moisés consistió en ser como el mediador o representante de Israel.
Deuteronomio (Dt) Capítulo 5
Otra formulación del Decálogo
1 Moisés convocó a todo Israel y le dijo: “Escucha, Israel, las normas y los mandamientos que te enseño en este día; ustedes los aprenderán y cuidarán de ponerlos en práctica.
2 Nuestra es la alianza que nos dio Yavé, nuestro Dios, en el Horeb.
3 Pues su alianza, no la tiene pactada con nuestros padres, sino más bien con nosotros que hoy estamos aquí todos vivos.
4 Yavé nos habló cara a cara en el monte, desde en medio del fuego.
5 Entonces yo estaba entre Yavé y ustedes y los tuve informados, pues aquel fuego los mantenía a distancia, y ustedes no subieron al monte. Estas fueron sus palabras:
6 “Yo soy Yavé, tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de la esclavitud.
7 No tendrás otro dios delante de mí.
8 No te harás ídolos, no te harás figura alguna de las cosas que hay arriba en el cielo o aquí debajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra.
9 Ante ellas no te hincarás ni les rendirás culto; porque yo, Yavé, tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo la maldad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me odian.
10 Pero mantengo mi favor por mil generaciones a los que me aman y guardan mis mandamientos.
11 No harás mal uso del nombre de Yavé, tu Dios, porque Yavé no dejará sin castigo a quien se aproveche de su nombre.
12 Cuida de santificar el día sábado, como Yavé, tu Dios, te lo manda.
13 Seis días tienes para trabajar y hacer tus quehaceres.
14 Pero el día séptimo es el Descanso en honor de Yavé, tu Dios. No harás ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu servidor, ni tu sirvienta, ni tu buey, ni tu burro u otro de tus animales. Tampoco trabajará el extranjero que está en tu país. Tu servidor y tu sirvienta descansarán así como tú,
15 pues no olvides que fuiste esclavo en la tierra de Egipto, de la que Yavé, tu Dios, te sacó actuando con mano firme y dando grandes golpes; por eso Yavé, tu Dios, te manda guardar el día sábado.
16 Honra a tu padre y a tu madre, como Yavé, Dios tuyo, te lo tiene mandado, y tus días se prolongarán por mucho tiempo y te irá bien en la tierra que Yavé, tu Dios, te da.
17 No matarás.
18 No cometerás adulterio.
19 No robarás.
20 No darás falso testimonio contra tu prójimo.
21 No desearás la mujer de tu prójimo. No codiciarás la casa de tu prójimo, ni su campo, ni su servidor, ni su sirvienta, ni su buey, ni su burro, ni cosa alguna suya.”
22 Estas son las palabras que dijo Yavé a toda la asamblea que estaba en el monte, desde en medio del fuego y la espesa nube. Dichas palabras resonaron con estruendo y no se les añadió nada. Y luego Yavé las escribió en dos tablas de piedra que me entregó.
23 Cuando oyeron aquella voz en medio de las tinieblas, mientras que el monte ardía, se acercaron a mí todos los jefes de sus tribus y los ancianos.
24 Y dijeron: “Yavé, Dios nuestro, acaba de mostrarnos su gloria y su grandeza y hemos oído su voz en medio del fuego. Hoy hemos visto a Dios hablando al hombre sin que éste muriera;
25 pero nosotros vamos a morir si nos quedamos escuchando la voz de Yavé, nuestro Dios, pues nos va a consumir este fuego terrible
26 ¿Qué hombre quedará con vida después de escuchar la voz de Dios vivo hablando de en medio del fuego, como lo hace ahora con nosotros?
27 Mejor acércate tú para oír todo lo que diga Yavé, nuestro Dios, y luego tú nos las dices para que las pongamos en práctica.”
28 Yavé oyó estas palabras mientras ustedes me hablaban, y me dijo: “He oído lo que dice este pueblo; en todo han hablado bien.
29 ¡Ojalá que siempre tengan el mismo espíritu, me teman y guarden todos mis preceptos!, pues entonces les iría bien a ellos y a sus hijos eternamente.
30 Ahora les vas a decir que vuelvan a sus tiendas de campaña.
31 Pero tú te quedarás conmigo, para que yo te diga todos los mandamientos, preceptos y leyes que habrás de enseñarles y así los pongan en práctica en la tierra que yo quiero que sea suya.”
32 Ustedes guardarán y cumplirán lo que Yavé les tiene ordenado. No se desvíen ni a la derecha ni a la izquierda,
33 sino que sigan en todo el camino que Yavé les ha marcado; así vivirán y tendrán éxito, y sus días se prolongarán en la tierra que pasará a ser suya.
Deuteronomio (Dt) Capítulo 6
Escucha, Israel: Yavé es el único
1 Estos son los preceptos, las normas y los mandamientos que Yavé, Dios de ustedes, me mandó, para que yo se los enseñe y ustedes los cumplan en la tierra que va a ser de ustedes.
2 Temerás a Yavé, tu Dios, y guardarás todos los días de tu vida sus mandamientos y sus normas que te enseño hoy. Que los guarden tus hijos y los hijos de tus hijos, para que vivan largos años.
3 Escucha, pues, Israel, y cuida de poner en práctica lo que ha de traerte felicidad y prosperidad en esta tierra que mana leche y miel, como lo prometió Yavé, Dios de tus padres.
4 Escucha, Israel: Yavé, nuestro Dios, es Yavé-único.
5 Y tú amarás a Yavé, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.
6 Graba en tu corazón los mandamientos que yo te entrego hoy,
7 repíteselos a tus hijos, habla de ellos tanto en casa como cuando estés de viaje, cuando te acuestes y cuando te levantes.
8 Grábalos en tu mano como una señal y póntelos en la frente como tu distintivo;
9 escríbelos en los postes de tu puerta y a la entrada de tus ciudades.
10 Y cuando Yavé te haya llevado a la tierra que juró darte —pues se lo dijo a tus padres, Abrahán, Isaac y Jacob—, con ciudades grandes y prósperas que tú no edificaste,
11 con casas abastecidas de todo lo que tú no llenaste, con pozos que tú no cavaste, viñas y olivares que tú no plantaste; cuando hayas comido y te hayas saciado,
12 no te olvides de Yavé que te sacó de Egipto, donde eras esclavo.
13 Temerás a Yavé, tu Dios; a él servirás, e invocarás su nombre si debes hacer algún juramento.
14 No vayas tras dioses extraños, tras los dioses de los pueblos que te ro dean,
15 porque Yavé, tu Dios, que está en medio de ti, es un Dios celoso. No sea que estalle el furor de Yavé tu Dios, y te haga desaparecer de la superficie de la tierra.
16 Ustedes no pondrán a prueba a Yavé, su Dios, como lo hicieron en Masá.
17 Más bien hagan empeño en guardar los preceptos, los mandamientos y las normas que les he mandado.
18 Haz lo que es recto y bueno a los ojos de Yavé, para que seas feliz y llegues a tomar posesión de la espléndida tierra que prometió con juramento a tus padres,
19 pues él destruirá delante de ti a todos tus enemigos.
20 Tal vez un día tu hijo te pregunte: “¿Qué son estos preceptos, mandamientos y normas que Yavé, nuestro Dios, les ha ordenado?”
21 Tú responderás a tu hijo: “Nosotros éramos esclavos de Faraón en Egipto, y Yavé nos hizo salir de Egipto con mano firme.
22 Y lo vimos hacer milagros grandes, y terribles prodigios contra Faraón y toda su gente,
23 y a nosotros nos sacó de allí para conducirnos a la tierra que prometió a nuestros padres.
24 Entonces fue cuando Yavé nos ordenó poner en práctica todos estos preceptos y temerle a él, nuestro Dios, pues por ese camino nos iría bien y él nos daría vida, como hoy es el caso.
25 El camino recto para nosotros consiste en guardar y practicar estos mandamientos como él lo ha ordenado.”

**
Comentarios Deuteronomio, capítulo 6
6,1

Escucha, Israel: Yavé, nuestro Dios, es el único. Estos versículos son el Credo de los judíos, lo suelen rezar diariamente. Jesús se refiere a este texto cuando le preguntan sobre el mandamiento más importante. Ver Mc 12,28 y su comentario.

Amarás a Yavé con todo tu corazón. El amor de Dios no puede ser totalmente desinteresado. Israel sabe que, al responder al amor de Dios que lo eligió, va por buen camino y Dios lo premiará con la paz y la prosperidad material.

Graba en tu corazón estos mandamienos: tenlos presentes en tu mente para ordenar tus pensamientos y juzgar de todo conforme a estos criterios.

Repíteselos a tus hijos: sabiendo que eres responsable de la fe de ellos.

Grábalos en tu mano: para que sean la guía de tus actos.

Póntelos en la frente, para no acordarte de ellos cuando ya sea tarde de modo que sólo puedas reconocer tus errores.

Escríbelos a la entrada de tus ciudades, o sea, que rijan la vida económica y social.

Yavé es un Dios celoso (15): ver en Ex 20,5. Esta expresión les choca a muchas personas. Pero, ¿puede haber amor verdadero sin una cierta especie de celo, no de aquel que teme siempre la infidelidad del ser amado? Esta expresión “Dios celoso” nos revela, en un lenguaje pobre y primitivo, un rasgo esencial de nuestro Dios tan misterioso. El no es sólo Amor, como le gusta llamarlo a mucha gente, sino también Amante. No agota el tema hablar de un Dios que ama a los hombres, a todos los hombres con una mirada de bondad universal, pues él elige a los que ama y cada uno de ellos pasa a serlo todo para él.

Esa expresión nos dice desde ya lo que hará maravillarse a Pablo cuando hable de la predestinación, es decir, del amor de Dios que nos ha escogido desde antes de la creación del mundo: Rom 8,31-39; Ef 1,1. Hablar de su celo es sostener que él no puede renunciar al amor y a la fidelidad recíproca que espera de sus amados. La historia de Israel mostrará este celo de Dios a través de las terribles pruebas que envía a su pueblo: si hasta las cosas más amargas a que nos somete en esta vida son nada en comparación con lo que está creando en nosotros.

No te olvides de Yavé cuando hayas comido (11). Toda la civilización moderna ha entrado en este olvido. El hombre se siente dueño de la ciencia, de la técnica y del mundo. Más grave todavía: se conforma con dominar el universo y se pierde a sí mismo.
6,20

Todos los años los israelitas celebraban —y todavía celebran— la Pascua. Cada familia entonces cumplía los ritos de esta fiesta en un banquete religioso. Cuando estaban reunidos en torno a la mesa, uno de los niños preguntaba al padre: “Padre, ¿qué es esto que vamos a hacer?” Entonces el padre contestaba: “Nuestros antepasados estaban en Egipto como esclavos de Fa raón...” Este credo, esta proclamación de la fe de Israel, la encontramos en las líneas que siguen.

Así, también, el cristiano mira constantemente al pasado para reconocer las atenciones del Padre para con él, y, además, con toda la humanidad. El centro de la oración en la Iglesia es la misa, en que se da gracias a Dios por la salvación que dieron al mundo la muerte y la resurrección de Cristo.

Las promesas materiales a Israel son figura de las promesas de Dios a su Iglesia, la cual no espera ya cosechas y ovejas, sino que se multipliquen los creyentes y que crezcan en ellos las virtudes de Cristo.
Deuteronomio (Dt) Capítulo 7
1 Yavé, tu Dios, te introducirá en la tierra adonde vas y que pasará a ser tuya; arrojará delante de ti a muchos pueblos, al heteo y al guergaseo, al amorreo y al cananeo, al fereceo, al jeveo y al jebuseo, siete naciones mucho más numerosas y poderosas que tú.
2 Cuando las entregue en tus manos y tú las derrotes, los exterminarás según la ley del anatema. No harás alianza con ellas ni les tendrás compasión.
3 No te emparentarás con ellas, dando tus hijas a sus hijos, ni tomando sus hijas para tus hijos,
4 porque seducirían a tus hijos para que me abandonen y adoren a dioses extranjeros, con lo que la ira de Yavé se encendería contra ustedes y luego los eliminaría.
5 Por el contrario, esto es lo que deben hacer: derriben sus altares y hagan pedazos las imágenes, arrasen sus bosques sagrados y quemen sus ídolos.
Cómo premia Dios a sus fieles
6 Eres un pueblo consagrado a Yavé, tu Dios. Yavé te ha elegido de entre todos los pueblos que hay sobre la faz de la tierra, para que seas su propio pueblo.
7 Yavé se ha ligado a ti, y te ha elegido, no por ser el más numeroso de todos los pueblos (al contrario, eres el menos numeroso).
8 Más bien te ha elegido por el amor que te tiene y para cumplir el juramento hecho a tus padres. Por eso Yavé, con mano firme, te sacó de la esclavitud y del poder de Faraón, rey de Egipto.
9 Reconoce, pues, que Yavé, tu Dios, es “el” Dios. Es el Dios fiel, que guarda su Alianza y su misericordia hasta mil generaciones a los que lo aman y cumplen sus mandamientos,
10 pero castiga en su propia persona a quien lo odia, y lo sanciona sin demora.
11 Guarda, pues, los mandamientos, normas y ordenanzas que yo te mando hoy poner en práctica.
12 Si te fijas en estas normas, las guardas y las practicas, Yavé te mantendrá la alianza y la benevolencia que prometió a tus padres.
13 Te amará, te bendecirá y te multiplicará. Te concederá numerosos hijos y cosechas abundantes: trigo, vino y aceite; multiplicará las crías de tus vacas y de tus ovejas en la tierra que prometió a tus padres para ti.
14 Serás favorecido más que todos los pueblos; no habrá macho o hembra estéril entre tu gente ni en tu ganado,
15 Yavé alejará de ti toda enfermedad, no dejará caer sobre ti ninguna de las plagas de Egipto que tú conoces. En cambio, las hará caer sobre aquellos que te odien.
16 Así, pues, extermina todos los pueblos que Yavé, tu Dios, pondrá en tus manos. No tengas piedad de ellos, ni sirvas a sus dioses: éstos serían una trampa para ti.
17 Tal vez dirás en tu corazón: Estos pueblos son más numerosos que yo, ¿cómo los voy a desalojar?
18 Mas no temas, acuérdate de lo que hizo Yavé, tu Dios, con Faraón y con todos los egipcios;
19 de aquellas terribles pruebas que vieron tus ojos, y de los prodigios y señales, de la mano fuerte y de los grandes golpes con que te libertó Yavé, tu Dios.
20 Lo mismo hará con todos los pueblos a quienes temes. Incluso enviará Yavé avispas para destruir a los que hayan quedado y se hayan escondido para escapar de ti.
21 No les tengas miedo, porque Yavé, tu Dios, Dios grande y terrible, está en medio de ti.
22 El mismo irá achicando a tu vista estas naciones poco a poco y por partes, pues no te conviene acabar con ellas de una sola vez, no sea que se multipliquen contra ti las fieras salvajes.
23 Pero Yavé, tu Dios, los pondrá en tus manos y los llenará de espanto hasta que desaparezcan del todo.
24 Entregará sus reyes en tus manos para que borres sus nombres de debajo del cielo; nadie podrá resistir ante ti hasta que los hayas destruido.
25 Ustedes quemarán las imágenes de sus dioses y no codiciarán el oro ni la plata que los recubre. No lo tomes para ti, no sea que te quedes atrapado: debes saber que Yavé lo odia. Nada de esto entrará en tu casa, no sea que te vuelvas maldición, como ello es maldición.
26 Los tendrás por cosa abominable, porque, de hecho, son “anatema”, o sea, maldición.
Deuteronomio (Dt) Capítulo 8
No olvides a Dios cuando lo tengas todo
1 Cuiden de cumplir con todos los mandamientos que hoy les ordeno. Si lo hacen, vivirán y se multiplicarán y serán dueños de la tierra que prometió Yavé con juramento a sus padres.
2 Acuérdate del camino que Yavé, tu Dios, te hizo recorrer en el desierto por espacio de cuarenta años. Te hizo pasar necesidad para probarte y conocer lo que había en tu corazón, si ibas o no a guardar sus mandamientos.
3 Te hizo pasar necesidad, te hizo pasar hambre, y luego te dio a comer maná que ni tú ni tus padres habían conocido. Quería enseñarte que no sólo de pan vive el hombre, sino que todo lo que sale de la boca de Dios es vida para el hombre.
4 Ni tu vestido se ha gastado, ni tu pie se ha lastimado a lo largo de estos cuarenta años.
5 Comprende, pues, que del mismo modo que un padre educa a su hijo, así Yavé te ha educado a ti.
6 Guardarás los mandamientos de Yavé, tu Dios y seguirás sus caminos; a él habrás de respetar.
7 Pues Yavé, tu Dios, es el que te introduce a esa tierra buena, tierra de arroyos y de vertientes, de aguas subterráneas que brotan en los valles y en las montañas,
8 tierra de trigo y de cebada, de viñas e higueras, de granados y olivos, tierra de aceite y miel;
9 tierra donde el pan que comas no será racionado y donde nada te faltará; tierra donde las piedras tienen hierro y de cuyas montañas extraerás el cobre.
10 Comerás hasta satisfacerte y bendecirás a Yavé por el buen país que te dio.
11 Por eso, guárdate de olvidar a Yavé, tu Dios, descuidando los mandamientos, los preceptos y las normas que yo te prescribo hoy.
12 No sea que cuando comas y quedes satisfecho, cuando hayas construido casas cómodas y vivas en ellas,
13 cuando se multipliquen tus ganados, cuando tengas plata y oro en abundancia y se acrecienten tus bienes de toda clase,
14 tu corazón se ponga orgulloso.
14 No olvides a Yavé, tu Dios, que te sacó del país de Egipto, de la Casa de la esclavitud,
15 y que te ha conducido a través de este desierto grande y terrible, lleno de serpientes-abrasadoras y escorpiones, tierra árida donde no hay agua. Pero para ti la hizo brotar de una roca dura,
16 y te alimentó en el desierto con el maná, que no conocían tus padres. Así que te hizo pasar necesidad y te puso a prueba, para colmarte mejor después.
17 ¿No podría ser que digas: “Con mi propio esfuerzo me conseguí esta buena situación”?
18 Más bien acuérdate de Yavé, tu Dios, que te dio fuerzas para conseguir este bienestar, cumpliendo así la alianza que bajo juramento prometió a tus padres, como en este día sucede.
19 Pero, si olvidas a Yavé y sigues a otros dioses, si les das culto y te postras ante ellos, te advierto desde ahora que perecerás sin remedio.
20 Del mismo modo que Yavé destruyó las naciones que les cerraban el camino, así también perecerán ustedes si desobedecen a Yavé, su Dios.

**
Comentarios Deuteronomio, capítulo 8
8,1

El párrafo 8,1-5 indica cuál es el significado de las marchas en el desierto. Este fue un tiempo de prueba. Israel vivía pobre; sin embargo, no le faltó la ayuda de Dios.

Te dio a comer maná para enseñarte que no sólo de pan vive el hombre, (3). El maná que recibieron era el signo de otro alimento que necesita el hombre y que viene de la boca de Dios: su palabra (ver comentario del Ex 16,16). Esta palabra será citada por Jesús: (Mt 4,4).
Deuteronomio (Dt) Capítulo 9
1 Escucha, Israel: Hoy vas a pasar el Jordán para desalojar naciones más grandes y más fuertes que tú, con ciudades grandes cuyas murallas llegan hasta el cielo.
2 Es un pueblo grande, de alta estatura, los enaceos, que tú mismo has visto y de quienes se dice que nadie puede vencerlos.
3 Pero debes saber que Yavé, tu Dios, pasará el Jordán delante de ti; él los exterminará y te los someterá para que les quites la tierra y los hagas desaparecer rápidamente, como él te lo dijo.
4 Cuando Yavé, tu Dios, los haya deshecho en tu presencia, no pienses así: “Yo merecía que Yavé me lleve a esta tierra y me la dé.” Más bien desalojó Yavé a esas naciones a causa de su maldad.
5 No por tus méritos ni porque seas bueno conquistarás su tierra, sino que Yavé se la quita porque ellos han obrado mal, y también para cumplir lo que prometió con juramento a tus padres, Abrahán, Isaac y Jacob.
Tú eres un pueblo rebelde
6 Sepas, pues, que no por tus méritos te ha dado Yavé tu herencia, esta tierra excelente, ya que tú eres un pueblo rebelde.
7 Acuérdate y no olvides que por tu culpa se enojó Yavé en el desierto. Has sido rebelde a Yavé desde el día en que saliste de Egipto hasta que llegaste aquí.
8 Ya en el Horeb despertaron su enojo, y él los quiso destruir.
9 Yo había subido al monte para recibir las tablas de piedra, las tablas de la Alianza que Yavé había pactado con ustedes, permaneciendo en el monte cuarenta días y cuarenta noches, sin comer ni beber.
10 Entonces me dio Yavé las dos tablas de piedra escritas por el dedo de Dios. Todas sus palabras estaban ahí escritas, todas las palabras que les dijo en el monte, desde en medio del fuego, en el día de la asamblea.
11 Y Yavé me dio las dos tablas de piedra, las tablas de la Alianza, al terminarse los cuarenta días y las cuarenta noches.
12 Pero luego me dijo: “Vete, baja a toda prisa porque tu pueblo que tú sacaste de Egipto se ha corrompido; han abandonado bien pronto el camino que yo les enseñé y se han hecho un ídolo de metal.”
13 Y Yavé me dijo: “Ya veo que éste es un pueblo rebelde.
14 Déjame que lo destruya y borre su nombre de debajo del cielo. De ti, en cambio, haré nacer otra nación más numerosa y más grande que ésta.”
15 Bajé, pues, de la cumbre ardiente, teniendo en mis manos las dos tablas de la Alianza,
16 y vi que habían pecado contra Yavé, su Dios, y que se habían hecho un ternero de metal. Muy rápido se habían desviado del camino que Yavé les había enseñado.
17 Arrojé, entonces, con ambas manos las tablas que llevaba y las hice pedazos a la vista de todos.
18 Luego me postré ante Yavé y, como la otra vez, estuve cuarenta días y cuarenta noches sin comer pan ni beber agua, por el pecado que habían cometido; pues habían hecho lo que es malo a los ojos de Yavé hasta irritarlo.
19 Yo estaba espantado a causa de la cólera y furor de Yavé contra ustedes, ya que quería destruirlos. Pero una vez más Yavé me escuchó.
20 Yavé estaba también muy enojado con Aarón y quería hacerlo perecer. Del mismo modo intercedí por Aarón.
21 En cuanto al pecado, ese ternero que ustedes se habían hecho, lo eché al fuego, lo hice pedazos y lo molí hasta reducirlo a polvo. Luego tiré el polvo al arroyo que baja de la montaña.
22 Del mismo modo despertaron la ira de Yavé en Taberá, en Masá, y en Quibrot-hatavá.
23 Y cuando Yavé les mandó que salieran de Cadés-Barné, diciendo: “Suban a tomar posesión de la tierra que les di”, ustedes se rebelaron otra vez contra las órdenes de Yavé, su Dios; no creyeron a Yavé ni le hicieron caso.
24 Han sido rebeldes a Yavé desde el día en que yo los conozco.
25 Me postré, pues, delante de Yavé. Lo hice mil veces en esos cuarenta días y cuarenta noches porque hablaba de acabar con ustedes.
26 Supliqué a Yavé y le dije: “Ah, Señor Dios, no destruyas a ese pueblo que es tu propio pueblo, y que te ganaste con tu poderío, a los que sacaste de Egipto con mano firme.
27 Acuérdate de tus siervos Abrahán, Isaac y Jacob y olvida que este pueblo es pesado, malo y pecador.
28 De otra manera dirían en el país de donde los sacaste: ‘Yavé no fue capaz de llevarlos a la tierra que les había prometido; le dieron tanto asco que, después de sacarlos de Egipto, los hizo morir en el desierto.’
29 Ellos son tu pueblo y tu pertenencia, a los que sacaste de Egipto con mano firme y a fuerza de golpes.”

**
Comentarios Deuteronomio, capítulo 9
9,6

Israel es un pueblo rebelde. Así traducimos la expresión bíblica: “pueblo de dura cerviz”, o sea, difícil de conducir. ¿Acaso será solamente un reproche? Israel fue desde el comienzo un pueblo independiente, apasionado por su libertad, que nunca adoró a sus jefes, sino que siempre estuvo discutiendo y peleando con todos, incluso con Dios. A eso tal vez se debe que Dios lo quiso tanto, y sigue siendo el “hijo primogénito” de Dios entre todas las naciones.
Deuteronomio (Dt) Capítulo 10
1 En ese tiempo Yavé me dijo: “Labra dos tablas de piedra semejantes a las primeras y sube hacia mí en el monte; harás también un Arca de madera.
2 Yo escribiré en las tablas las palabras que había en las primeras que rompiste y las pondrás en el Arca.”
3 Hice, pues, un arca de madera de acacia, labré dos tablas de piedra como las primeras y subí al cerro llevándolas.
4 Yavé escribió en las tablas eso mismo que había en las primeras, las diez palabras que les dijo en el monte desde en medio del fuego, en el día de la Asamblea, y me las dio.
5 A la vuelta, bajando del monte, puse las tablas en el Arca que había hecho , y quedaron allí como me lo mandó Yavé.
6 (Los hijos de Israel partieron de los pozos de Jacán, caminando hacia Mosera. Allí murió Aarón y fue sepultado, y su hijo Eleazar lo sucedió.
7 De allí pasaron a Gudgoda, y de Gudgoda a Yotbata, tierra de aguas y arroyos.
8 Fue entonces cuando Yavé puso aparte la tribu de Leví para que llevaran el Arca de la Alianza, para que fueran sus servidores y sus adoradores, y para que bendijeran invocando su nombre, como lo hacen hasta el día de hoy.
9 Por eso Leví no ha compartido la herencia con sus hermanos; Yavé es su heredad, como Yavé, tu Dios, se lo dijo.)
10 Yo, pues, estuve en el monte cuarenta días y cuarenta noches, como la primera vez, y también esa vez escuchó Yavé mi súplica y renunció a destruirte.
11 Luego Yavé me dijo: “Levántate y ponte al frente de este pueblo para que vayan a tomar posesión de la tierra que juré dar a sus padres.”
Servir y amar a Dios
12 Ahora, pues, Israel, ¿qué es lo que pide Yavé, tu Dios, sino que temas a Yavé, tu Dios, que sigas todos sus caminos y que lo ames y lo sirvas con todo tu corazón y con toda tu alma?
13 Guarda los mandamientos de Yavé y sus leyes que hoy te ordeno para tu bien.
14 Mira: a Yavé, tu Dios, pertenecen los cielos visibles e invisibles, la tierra y cuanto hay en ella.
15 Pero sólo con tus padres estableció Yavé lazos de amor, y después de ellos eligió a su descendencia, a ustedes mismos, con preferencia a todos los pueblos, como hoy puedes ver.
16 Ustedes, pues, necesitan otra circuncisión, que es la del corazón, para que ya no le presenten una frente desafiante.
17 Porque Yavé es el Dios de los dioses y el Señor de los señores, el Dios grande, el Dios fuerte y terrible, el que da un trato igual a todos y no se deja comprar con regalos.
18 Hace justicia al huérfano y a la viuda, y ama al forastero dándole pan y vestido.
19 Ama, pues, al forastero, porque forastero fuiste tú mismo en el país de Egipto.
20 A Yavé, tu Dios, temerás, a él servirás, a él seguirás e invocarás su nombre si debes hacer algún juramento.
21 A él irán tus alabanzas, pues El es tu Dios, que ha hecho por ti las cosas asombrosas que has visto.
22 Cuando bajaron a Egipto, tus antepasados no eran más de setenta personas, y ahora Yavé, tu Dios, te ha hecho un pueblo numeroso como las estrellas del cielo.

**
Comentarios Deuteronomio, capítulo 10
10,12

Aquí se relacionan los dos mandamientos que Jesús reunió en uno.

Ama y sirve a Dios con todo tu corazón y toda tu alma. Amor que es la respuesta al amor de Dios: “Porque Yavé se alió con tus padres. Los amó y, después de ellos, a ustedes.” Nótese este orden: Dios ama primero y elige; luego respondemos a su amor y tratamos de expresárselo con nuestra obediencia. La misericordia de Dios es primero y, como lo recordará Pablo, nadie puede hacer valer ante Dios sus méritos y derechos (Rom 3,20-24).

Purifiquen sus corazones. El texto dice más exactamente: Practiquen la circuncisión del corazón (ver Gén 17).

La viuda, el huérfano, el forastero (18). La respuesta al amor de Dios es el amor a los desamparados. En ese tiempo, éstos eran casos individuales, de una sociedad sin clases sociales muy marcadas. Pero en el mundo de hoy hay clases y pueblos enteros que viven en la situación de la viuda, del huérfano y del forastero de esos tiempos. En tiempos actuales, este amor a los desamparados significa, a menudo, comprometerse con las clases marginadas de la sociedad. Si nosotros no sabemos lograr esta justicia espontáneamente y con los medios que enseña el Evangelio, Dios se reserva hacer justicia en forma más radical.
Deuteronomio (Dt) Capítulo 11
1 Amarás, pues, a Yavé, tu Dios, y cumplirás todos los días cuanto te tiene ordenado: sus ordenanzas, sus mandamientos y sus preceptos.
2 Ustedes a quienes me dirijo me entienden; tal vez sea más difícil para sus hijos que no habrán conocido ni visto las lecciones que dio Yavé con su mano firme y sus grandes golpes,
3 ni sus milagros e intervenciones en Egipto contra Faraón y contra todo el país.
4 Recuerden lo que hizo con el ejército egipcio, con sus caballos y sus carros, cuando los sepultó bajo las aguas del Mar Rojo, destruyéndolos cuando nos perseguían.
5 Acuérdate también de cuanto ha hecho Yavé por ustedes en el desierto, hasta que llegaron a este lugar,
6 lo que hizo con Datán y Abirón, hijos de Eliab, de la tribu de Rubén, cuando la tierra abrió su boca y los tragó en medio de todo Israel, con toda su familia, sus tiendas y sus seguidores.
7 Ustedes han visto con sus propios ojos todas estas grandes intervenciones de Yavé.
8 Por eso, guardarán todos estos mandamientos que yo les doy, para que sean fuertes y tomen posesión de la tierra a donde van a pasar para apoderarse de ella.
9 Y prolongarán sus días en el país que Yavé juró dar a sus padres y a su descendencia, tierra que mana leche y miel.
10 Porque la tierra que van a poseer no es como el país de Egipto de donde salieron, en el cual después de haber sembrado había que regar a fuerza de brazos, como en las huertas,
11 sino que es tierra de montes y valles, que bebe el agua de la lluvia del cielo.
12 De esta tierra cuida Yavé, tu Dios, y sus ojos están constantemente puestos en ella, desde que comienza el año hasta que termina.
13 Si obedeces puntualmente los mandamientos que te entrego hoy, si amas a Yavé, tu Dios, y me sirves con todo tu corazón y toda tu alma,
14 yo daré a tus tierras la lluvia a su tiempo, en otoño y en primavera, y podrás cosechar tu trigo, tus uvas y tu aceite fresco.
15 Tu campo te dará hierba para tu ganado y comerás hasta saciarte.
16 Pero no te dejes seducir. No sea que ustedes sirvan a dioses extraños y se postren ante ellos, pues la ira de Yavé se encendería contra ustedes.
17 Cerraría los cielos y no habría más lluvia; la tierra no daría sus frutos y pronto desaparecerías en esta espléndida tierra que Yavé te da.
18 Pon estas palabras mías en tu corazón y en tu alma, que sean para ti como una señal ligada a tu mano, un signo puesto en medio de tu frente.
19 Enséñaselas a tus hijos. Habla de ellas, sea que estés sentado en tu casa o que vayas de viaje, cuando te acuestas o cuando te levantas;
20 las grabarás en tus puertas y a la entrada de tus ciudades.
21 Entonces tus días y los de tus hijos se prolongarán en la tierra que Yavé juró dar a tus padres, y permanecerás en ella mientras permanezca el cielo sobre la tierra.
22 Si ustedes guardan estos mandamientos que yo les mando practicar, si aman a Yavé y siguen sus caminos, abrazándose a él,
23 Yavé echará fuera a todas esas naciones delante de ustedes y, por más que sean grandes y poderosas, ustedes les quitarán la tierra.
24 Todo lugar donde pongan el pie será de ustedes, desde el desierto hasta el Líbano y desde el río Eufrates hasta el mar occidental: éstas serán sus fronteras.
25 Nadie podrá resistirles; en toda la extensión de la tierra que han de pisar, Yavé hará que, al oír hablar de ustedes, los pueblos teman y tengan miedo, como él les ha dicho.
26 Miren que en este día yo pongo delante de ustedes la bendición y la maldición.
27 Bendición, si obedecen los mandamientos de Yavé que yo les prescribo hoy;
28 maldición, si desobedecen dichos mandamientos y se desvían del camino que yo ahora les muestro, para seguir a dioses extraños que no son suyos.
29 Cuando Yavé, Dios de ustedes, los haya introducido en la tierra que van a conquistar, pondrán la bendición sobre el monte Garizim, y la maldición sobre el monte Ebal.
30 (Estos montes están al otro lado del Jordán, detrás del camino del oeste, en el país de los cananeos que habitan en la Arabá, frente a Guilgal, cerca de la encina de Moré.)
31 Ustedes ahora van a pasar el Jordán para tomar posesión de la tierra que Yavé les da; ustedes la tomarán y se establecerán en ella.
32 Pero cuiden de cumplir todas las leyes y preceptos que les propongo ahora.

**
Comentarios Deuteronomio, capítulo 11
11,2

Ustedes a quienes me dirijo... recuerden.... Se repiten las mismas enseñanzas. Israel seguirá seguro en su tierra si las generaciones futuras no olvidan lo que Yavé hizo por sus padres. Por eso, los que presenciaron los hechos maravillosos de Dios tienen la obligación de enseñárselos a sus hijos.

La fe está arraigada no tanto en una doctrina como en el descubrimiento de Dios que actúa, de Dios liberador. Lo vemos en nuestra vida, en la vida de una comunidad cristiana que transforma a los que la rodean.

En cualquier siglo, la manera de los padres para educar la fe de sus hijos es participarles su propia experiencia religiosa y mostrarles cómo encontraron al Dios vivo. La fe se transmite de persona a persona.
11,26

Aquí se habla en forma alusiva de la Alianza celebrada por Josué (Josué 8,30).
Deuteronomio (Dt) Capítulo 12
Habrá un solo santuario
1 Estos son los preceptos, y los mandamientos que procurarás poner en práctica todos los días de tu vida en la tierra que te da Yavé, Dios de tus padres.
2 Ustedes destruirán totalmente todos los sitios en donde los pueblos que van a desalojar han dado culto a sus dioses.
3 Ustedes lo harán tanto en los altos cerros como en las lomas y bajo los árboles frondosos. Demuelan, pues, sus altares, rompan sus pedestales, quemen sus troncos sagrados y hagan pedazos las esculturas de sus dioses. Procuren borrar, en dichos lugares, hasta el nombre de sus dioses.
4 Yavé no les pide nada semejante.
5 Ustedes irán a buscar a Yavé al lugar que él escoja entre todas las tribus para poner allí su Nombre y habitar en él.
6 Allí llevarán sus víctimas consumidas por el fuego y sus sacrificios, los diezmos y las ofrendas. Allí presentarán lo que prometieron a Dios, lo que ofrecen voluntariamente y los primeros nacidos de sus vacas y de sus ovejas.
7 Allí comerán en presencia de Yavé y se alegrarán junto con sus familias, disfrutando de todo lo que hayan cosechado por la bendición de Yavé.
8 No actuarán cada cual según le dé la gana; así lo hacemos hoy nosotros en este lugar,
9 porque todavía no hemos llegado al lugar del descanso, al país que Yavé nos da.
10 Cuando pasen el Jordán y habiten en la tierra que Yavé les da en herencia, cuando él haya asegurado todas sus fronteras y vivan con tranquilidad,
11 entonces llevarán al lugar elegido por Yavé para morada de su Nombre, todo lo que yo les prescribo: las víctimas consumidas por el fuego, los sacrificios, los diezmos y las primicias del trabajo de sus manos, y lo que hayan prometido por voto a Yavé, pues querrás ofrecerle lo mejor.
12 Allí estarán de fiesta delante de Yavé con sus hijos e hijas, sus servidores y sus sirvientas, sin olvidar a los levitas que viven entre ustedes, ya que ellos no tienen propiedad ni herencia como la tienen ustedes.
13 Tengan cuidado de no ofrecer holocausto en cualquier lugar;
14 sólo en el lugar elegido por Yavé en una de tus tribus podrás ofrecer tus holocaustos y sólo allí harás todo lo que ordeno.
15 No obstante, podrás sacrificar y comer carne en todas tus ciudades, siempre que lo de sees y que no te falte por el favor de Yavé; pero ésta será carne de la que todos podrán comer, estén puros o impuros, como si se tratara de gacela o de ciervo.
16 Cuiden tan sólo de no comer la sangre sino que la derramarán en la tierra como se derrama el agua.
17 No podrás comer en tus ciudades el diezmo de tu trigo, vino y aceite, ni los primeros nacidos de tu ganado, ya sean vacas u ovejas, ni tampoco de todas aquellas cosas que por voto y espontáneamente hayas ofrecido a Yavé.
18 Solamente lo comerás delante de Yavé, en el lugar que Yavé haya elegido, y contigo tus hijos, tus siervos y siervas; estarás de fiesta delante de Yavé, tu Dios, comiendo el fruto de tu trabajo.
19 Cuando estés en tu tierra, cuidarás de no abandonar al levita mientras vivas.
20 Cuando Yavé haya ensanchado tus fronteras, como te tiene prometido, y quieras comer carne, podrás hacerlo siempre que quieras.
21 Si el lugar elegido por Yavé para su morada está muy lejos, podrás matar del ganado mayor o menor que Yavé te ha concedido del modo que yo te prescribo; lo podrás comer en tus ciudades a la medida de tus deseos,
22 pero lo comerás como se come la gacela o el ciervo: de él comerán igualmente el que se encuentre puro y el que no.
23 Cuidarás tan sólo de no comer la sangre, porque la sangre es la vida y no debes comer la vida con la carne.
24 No la comerás, sino que la verterás como agua sobre la tierra;
25 así harás lo que es correcto a los ojos de Yavé, y te irá bien a ti y a tus hijos después de ti.
26 En cambio, las cosas que hayas consagrado y ofrecido por voto a Yavé, las tomarás contigo y vendrás al lugar que haya elegido Yavé.
27 Allí sacrificarás tus holocaustos, tanto la carne como la sangre, sobre el altar de Yavé, tu Dios. La sangre de tus sacrificios se derramará también sobre este altar, y luego comerás la carne.
28 Escucha y observa todas las cosas que te mando, y siempre te irá bien a ti y a tus hijos después de ti, por hacer lo que es bueno y correcto a los ojos de Yavé.
29 Cuando Yavé, tu Dios, haya exterminado las naciones del país en que vas a entrar y las hayas desalojado, te establecerás en su tierra.
30 Pero ten cuidado, no sea que esa gente siga siendo para ti una trampa después que la hayas destruido. No mires a sus dioses ni preguntes por ellos; no digas: “¿Cómo servía esta gente a sus dioses? ¿No debo yo hacer lo mismo?”
31 No puedes honrar a Yavé, tu Dios, con las mismas prácticas que esas naciones, ya que hicieron para sus dioses todo lo que Yavé aborrece, e incluso quemaron a sus hijos e hijas en honor de ellos.

**
Comentarios Deuteronomio, capítulo 12
12,1

Con el capítulo 12 empiezan las leyes que deben regir a Israel para que sea realmente el pueblo de Dios.

La primera es la de destruir los lugares sagrados de los paganos. Eran emplazamientos arreglados en medio de bosques, en la cumbre de los cerros. Ahí se ponía un palo derecho entre piedras verticales.

La segunda prescripción es la de no tener otro templo que el de Jerusalén. A raíz de los abusos que surgieron de la multiplicación de los lugares de culto, los sacerdotes judíos procuraron realizar la unidad religiosa en torno al Templo de Jerusalén. Sin autoridad y vigilancia, era imposible impedir que los santuarios de Yavé se prestaran a muchos abusos e influencias de los cultos paganos. Esta unificación del culto formaba parte del gran proyecto del rey Josías: reunir el antiguo reino del norte con el reino de Judá (1 Re 23, 8-9).

¿Por qué quiso Dios un solo Templo? Aparentemente, por las mismas razones por las que quiso hacer sus promesas a una sola familia de reyes, la de David. Es que Israel primero y la Iglesia después tienen que ser en el mundo un signo de unidad. Si bien es cierto que el creyente puede dirigirse a Dios en cada momento y de cualquier manera que le dicte su fe, sin embargo tendrá que respetar la voluntad de Dios de que un solo pueblo lo sirva en su Unica Casa, su Iglesia.

El párrafo 12,13-19 establece la distinción entre matar animales para ofrecerlos en sacrificio, que estaba permitido sólo en el Templo de Jerusalén, y matarlos para aprovechar la carne, cosa que se puede hacer en cualquier lugar.
12,29

Nueva advertencia contra el peligro de la idolatría.
Deuteronomio (Dt) Capítulo 13
No dejen que los aparten de la fe
1 Tú observarás todo lo que yo te prescribo, sin quitar ni añadir nada.
2 Tal vez se presente en tu pueblo algún profeta o soñador profesional y pronostique alguna señal o prodigio.
3 Si ocurre esta señal o este prodigio, y él te dice: Vamos, sigamos a otros dioses, dioses que no son de nosotros, y sirvámosles,
4 no hagas caso a las palabras de aquel profeta o soñador; porque Yavé, tu Dios, te prueba para saber si realmente lo amas con todo tu corazón y con toda tu alma.
5 A Yavé, tu Dios, seguirás y a él temerás, guardarás sus mandamientos y escucharás su voz, a él servirás y a él te abrazarás.
6 Ese profeta o soñador debe morir porque habló de traicionar a Yavé, tu Dios, que te sacó del país de Egipto y te rescató de la casa de la esclavitud. Debe morir porque quiso desviarte del camino que Yavé te ha ordenado seguir. Así harás desaparecer el mal de en medio de ti.
7 Si tu hermano, hijo de tu padre, si tu hijo o tu hija, o la mujer que descansa en tu regazo o el amigo a quien amas tanto como a ti mismo, trata de seducirte en secreto, diciéndote: “Vamos a servir a otros dioses”, dioses que no conociste ni tú ni tus padres,
8 dioses de los pueblos próximos o lejanos que te rodean de un extremo a otro de la tierra,
9 no le harás caso ni lo escucharás. No tendrás piedad de él, no lo perdonarás ni lo encubrirás,
10 sino que lo matarás. Tu mano será la primera en caer sobre él, y después lo hará todo el pueblo.
11 Lo apedrearán hasta que muera, porque trató de apartarte de Yavé, tu Dios, el que te sacó del país de Egipto, de la casa de la esclavitud.
12 Al oír esto todos temerán en Israel, y ya no se atreverán a hacer semejante cosa.
13 Si te dicen respecto de alguna de las ciudades que Yavé te dará para habitar:
14 “Allí se han manifestado unos desgraciados, y han pervertido a sus conciudadanos, invitándolos a servir a dioses extranjeros que no son nada para ustedes”,
15 infórmate con cuidado, averigua bien la verdad del hecho. Si es cierto el asunto y se comprueba que esta abominación se ha cometido,
16 pasarás a cuchillo a todos los habitantes de aquella ciudad. Echarás la maldición sobre la ciudad y todo lo que hay en ella; pasarás a cuchillo a todos los animales y,
17 luego, amontonarás los despojos en medio de la plaza y prenderás fuego a la ciudad con todos sus despojos para cumplir la maldición de Yavé. Esta ciudad quedará convertida en un montón de ruinas para siempre, y jamás volverá a ser edificada.
18 No guardarás en tu poder ni la cosa más pequeña de esta ciudad, para que Yavé aplaque su cólera y sea misericordioso contigo y te bendiga como tiene jurado a tus padres que lo hará,
19 a condición de que escuches la voz de Yavé, guardando todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, y haciendo lo que es correcto a los ojos de Yavé, tu Dios.

**
Comentarios Deuteronomio, capítulo 13
13,6

Harás desaparecer el mal de en medio de ti. Pablo recordará estas palabras en 1 Cor 5,13, cuando pida que la comunidad cristiana eche fuera al que da malos ejemplos y se niega a reformar su vida. Como se dijo respecto de Josué 6, esta orden de matar a los que inducen a la idolatría viene de la certeza que Israel tiene la fe más preciosa del mundo: a ningún precio y por ningún motivo el pueblo elegido por Dios puede dejar que su fe se contamine con los errores de la humanidad.

Algún profeta podrá hacer signos y prodigios: si es para apartar de Yavé, es un embustero. ¿Quiere Dios que nos cambiemos de Iglesia para ir allí donde creemos que están los milagros? El texto nos recuerda que la Palabra de Dios, su voz y sus mandamientos, son el único fundamento de nuestra fe: no creemos porque hemos visto señales o prodigios (Jn 4,48) sino porque Dios habló.
Deuteronomio (Dt) Capítulo 14
1 Yavé, Dios de ustedes, los tiene por sus hijos.
1 No se hagan incisiones ni se corten el pelo en la frente por un difunto.
2 Pues tú eres un pueblo santo y consagrado a Yavé, tu Dios. Yavé te ha elegido de entre todos los pueblos que hay sobre la faz de la tierra, para que seas su propio pueblo.
Animales “puros” e “impuros”
3 No comerán nada que sea impuro. Estos son los animales que podrán comer:
4 el buey, la oveja y la cabra,
5 el ciervo, la gacela y el gamo, la cabra montés, el antílope, el búfalo y la gamuza.
6 O sea, que pueden comer cualquier animal rumiante de pezuña partida en dos mitades.
7 Pero no comerán de los que solamente rumian, o que solamente tienen la pezuña partida: el camello, la liebre y el conejo que, si bien rumian, no tienen la pezuña partida; los tendrán por impuros.
8 Tampoco comerán carne de cerdo, que tiene la pezuña partida, pero no rumia. Ustedes lo tendrán por impuro: no comerán su carne ni tocarán su cadáver.
9 De todos los animales que viven en el agua, comerán todo lo que tiene aletas y escamas.
10 Pero no los que no tienen aletas y escamas: a éstos los considerarán impuros.
11 Pueden comer toda ave pura.
12 No coman las siguientes: el águila, el quebrantahuesos,
13 el águila marina, el buitre, las diferentes especies de halcón
14 todas las especies de cuervos,
15 el avestruz, la lechuza, la gaviota y las diferentes especies de gavilanes,
16 el búho, el ibis, el cisne,
17 el pelícano, el calamón, el somormujo, la cigüeña,
18 las diferentes especies de garza real, la abubilla y el murciélago.
19 Todo insecto que tiene alas será impuro para ustedes: no lo coman.
20 En cambio comerán toda ave pura.
21 No comerán de ningún animal hallado muerto. Se lo darás al forastero que reside en tu ciudad o bien lo venderás a un extranjero, sabiendo que tú eres un pueblo consagrado a Yavé, tu Dios. No cocerás el cabrito en la leche de su madre.
Los diezmos
22 Cada año separarás el diezmo de todo lo que hayas sembrado y que haya crecido en tus tierras.
23 Comerás en presencia de Yavé, en el lugar que El haya escogido para morada de su Nombre, el diezmo de tu trigo, de tu aceite y de tu vino, así como los primeros nacidos de tu ganado mayor y menor. Con eso aprenderás a honrar a Yavé, tu Dios, todos los días de tu vida.
24 Pero, cuando Yavé los haya multiplicado, podría ser que el camino sea demasiado largo y, por eso, no puedas llevar ese diezmo al lugar que Yavé ha elegido para morada de su Nombre.
25 En ese caso, cambiarás todo por dinero, e irás al lugar elegido por Yavé llevando el dinero.
26 Allí comprarás todo lo que desees, sean vacas u ovejas, así como también vino o bebida fermentada, todo lo que gustes y lo comerás allí en presencia de Yavé. Estarás de fiesta, tú y los de tu casa,
27 sin olvidar al levita que habita en tus ciudades, ya que él no tiene propiedades ni herencia como tú tienes.
28 Cada tres años separarás el diezmo de todas las cosechas del año, pero lo guardarás en tu ciudad.
29 Vendrá entonces a comer el levita, que no tiene herencia propia entre ustedes, y el extranjero, el huérfano y la viuda, que habitan tus ciudades, y comerán hasta saciarse. Así Yavé bendecirá todas las obras de tus manos, todo lo que hayas emprendido.

**
Comentarios Deuteronomio, capítulo 14
14,3

Otra lista de animales “puros” e “impuros” (ver Lev 11).
14,22

Este párrafo habla de los diezmos, o sea, de esa décima parte de las cosechas que se ofrece a Dios. El Deuteronomio hace de la ofrenda una base de la vida del creyente. En otras partes de la Biblia se recalcará que “el justo tiene compasión, da y presta; y que, por fin, posee la tierra”, mientras “el impío pide prestado y no devuelve, y al final es arrancado de la tierra” (Sal 37). El que sabe dar, no derrocha; se conforma con lo que tiene y no le falta nada; mientras que el que se niega a dar nunca tiene bastante ni se siente feliz (Prov 11,24). (Ver también 2 Cor 9,6.)

El mismo espíritu inspira el capítulo 15 sobre el año sabático (ver Lev 25,1).
Deuteronomio (Dt) Capítulo 15
El año de la remisión
1 Cada siete años ustedes perdonarán las deudas.
2 Esta remisión se hará de la siguiente manera: Aquel a quien su prójimo o su hermano deba algo perdonará a éste, y dejará de exigírselo en cuanto se proclame la remisión de Yavé.
3 Del extranjero podrás exigir que te pague sus deudas; en cambio perdonarás la deuda de tu hermano,
4 pues no debe haber pobres en medio de ti mientras Yavé te dé prosperidad en la tierra que es tu herencia y que ha pasado a ser tuya.
5 Si escuchas la voz de Yavé, tu Dios, y observas todas las cosas que yo te recuerdo ahora,
6 él te bendecirá como te tiene prometido; prestarás a muchas naciones y de nadie pedirás prestado, dominarás sobre muchas naciones y ninguna tendrá dominio sobre ti.
Pobres y esclavos
7 Si se encuentra algún pobre entre tus hermanos, que viven en tus ciudades, en la tierra que Yavé te ha de dar, no endurezcas el corazón ni le cierres tu mano,
8 sino ábrela y préstale todo lo que necesita.
9 No te dejes llevar por consideraciones indignas como de ser ésta: “Ya pronto llega el año séptimo, el año de la remisión”, y mires entonces con malos ojos a tu hermano pobre y no le prestes nada. No sea que llame contra ti a Yavé y cargues tú con un pecado.
10 Debes darle, y de buena gana, porque por esto te bendecirá Yavé, tu Dios, en todas tus obras y empresas.
11 Nunca faltarán pobres en este país, por esto te doy yo este mandato: debes abrir tu mano a tu hermano, a aquel de los tuyos que es indigente y pobre en tu tierra.
12 Si tu hermano hebreo, varón o mujer, se vende a ti, te servirá durante seis años y al séptimo lo dejarás libre.
13 Al dejarlo libre, no lo despedirás con las manos vacías,
14 sino que le darás algo de tus rebaños, de tu trigo y de tu bodega, algo de los bienes con que Yavé te ha bendecido.
15 Acuérdate de que tú también fuiste esclavo en la tierra de Egipto y que Yavé, tu Dios, te dio la libertad: por esto hoy te doy este mandato.
16 Tal vez tu esclavo te diga: “No quiero irme”, porque te ama a ti y tu casa y reconoce que le va bien contigo.
17 En ese caso tomarás un punzón y le horadarás la oreja en uno de los postes de tu puerta, y él te servirá para siempre. Lo mismo harás con tu esclava.
18 No se te haga demasiado duro el darle la libertad, porque durante seis años ganaste con él dos veces más que con un asalariado.
19 Todo primer nacido, ya sea de tus vacas u ovejas, si es macho, lo consagrarás a Yavé. No harás trabajar al primerizo de la vaca, ni esquilarás los primerizos de las ovejas.
20 Todos los años los comerás en presencia de Yavé con toda tu familia, en el lugar que haya elegido Yavé.
21 Si tiene algún defecto, si es cojo o ciego, no lo sacrificarás a Yavé,
22 sino que lo comerás en tu casa y tanto el hombre puro como el impuro podrán comer de él, como si se tratara de una gacela o de un ciervo.
23 Solamente te cuidarás de no comer la sangre, que derramarás en el suelo, como el agua.

**
Comentarios Deuteronomio, capítulo 15
15,7

Al autor del libro le cuesta comprobar que se encuentran pobres en la tierra que Dios ha regalado a sus hijos, porque ¿acaso no dio lo necesario para todos? Pero los hay, y por eso pide al creyente que les ayude a salir de su situación infrahumana. No se trata de darles un pedazo de pan para el día de hoy, sino prestarles lo que necesitan para restablecer su situación, trabajar la tierra de sus padres y ganarse la vida con dignidad. El israelita sabe que cada séptimo año se cancelan las deudas. Eso no obstante, prestará lo necesario.
Deuteronomio (Dt) Capítulo 16
Las tres fiestas de Israel
1 Nota el mes de Abib para celebrar en él la Pascua en honor de Yavé, ya que en ese mes te sacó de Egipto, durante la noche.
2 En la Pascua sacrificarás a Yavé bueyes y ovejas en el lugar que El haya elegido para morada de su nombre.
3 En la cena de Pascua no comerás pan con levadura, sino que, durante siete días, comerás pan ázimo, pan de miseria; porque la salida de Egipto se hizo en forma precipitada. Así te acordarás todos los días de tu vida del día en que saliste de Egipto.
4 Por siete días no se verá la levadura en todo tu territorio; y de la carne que hayas sacrificado la tarde del primer día no quedará nada para el día siguiente.
5 No podrás sacrificar la Pascua en ninguna de las ciudades que Yavé te dará,
6 sino sólo en el lugar elegido por él para morada de su Nombre.
7 Sacrificarás la víctima de la Pascua por la tarde, a la puesta del sol, a la hora que saliste de Egipto. La asarás y la comerás en el lugar elegido por Yavé, tu Dios, y luego, por la mañana te volverás a tu casa.
8 Comerás panes ázimos durante seis días; el día séptimo celebrarás una reunión solemne en honor a Yavé y no trabajarás.
9 Luego contarás siete semanas; las contarás desde el día en que comiences a cortar el trigo.
10 Entonces celebrarás la fiesta de las Siete Semanas a Yavé, tu Dios, haciéndole ofrendas voluntarias según lo que hayas cosechado por la gracia de Yavé, tu Dios.
11 En el lugar que Yavé haya elegido para morada de su Nombre, estarás de fiesta, y contigo tu hijo y tu hija, tu siervo y tu sierva, el levita que vive en tus ciudades, el forastero, el huérfano y la viuda que viven entre ustedes.
12 Te acordarás de que fuiste esclavo en Egipto y cuidarás de poner en práctica estos preceptos.
13 Celebrarás también la fiesta de las Tiendas durante siete días, después de recoger el producto de tu era y de tu lagar.
14 Durante esta fiesta te alegrarás, tú, tu hijo y tu hija, tu siervo y tu sierva, el levita, el forastero, el huérfano y la viuda que viven en tu ciudad.
15 Siete días durará esta fiesta en honor a Yavé, en el lugar elegido por él; pues Yavé te bendecirá en todas tus cosechas y en toda obra de tus manos, así que te darás todo a la alegría.
16 Tres veces al año se presentarán todos tus varones ante Yavé, tu Dios, en el lugar elegido por él: en la fiesta de los Azimos, en la fiesta de las Semanas y en la fiesta de los Tabernáculos. Y no se presentarán con las manos vacías,
17 sino que cada uno ofrecerá en proporción a lo que tenga, según la bendición que Yavé le haya otorgado.
Referente a la justicia
18 Establecerás jueces y magistrados para tus tribus en cada una de las ciudades que Yavé te dé, para que juzguen al pueblo según la justicia.
19 No torcerás el derecho ni te fijarás en la condición de las personas. No aceptarás regalos, porque los regalos ciegan los ojos de los sabios y se hacen en perjuicio de los justos. ¡Justicia!
20 Busca la justicia si quieres vivir y conservar la tierra que te da Yavé, tu Dios.
21 No plantarás tronco sagrado ni árbol alguno cerca del altar que levantes para tu Dios.
22 Tampoco levantarás piedras, porque Yavé aborrece estas cosas.

**
Comentarios Deuteronomio, capítulo 16
16,1

Lo que se refiere a las fiestas se parece a lo expresado en Lev 23. Nótese la insistencia sobre la obligación de celebrar esta fiesta “en el lugar que Yavé haya escogido”, es decir, en Jerusalén. De ahí la peregrinación de los judíos a Jerusalén, a lo menos con ocasión de la Pascua. Jesús mismo observará esa Ley que obliga a todos los varones, a partir de los doce años (ver Lc 2,41). En varios lugares del Evangelio leemos: “Jesús subió a Jerusalén para la Fiesta” (Jn 2,13; 5,1).
Deuteronomio (Dt) Capítulo 17
1 No sacrificarás a Yavé, tu Dios, buey u oveja que tenga alguna tara o defecto, porque Yavé aborrece esto.
2 Si, en medio de ti, en alguna de las ciudades que Yavé te dará, un hombre o una mujer hacen lo que desagrada a Yavé, hasta quebrantar su alianza,
3 si van a servir a otros dioses y se postran ante ellos, sean el sol, o la luna, o las estrellas del cielo, respecto a los cuales no te di ningún mandato,
4 en cuanto te lo denuncien o en cuanto lo sepas, empezarás por investigar bien todo. Si compruebas que esta abominación se ha cometido en Is rael,
5 sacarás a las puertas de la ciudad al hombre o a la mujer que cometieron esta fechoría, y los apedrearás hasta que mueran.
6 Exigirás las declaraciones de dos o tres testigos para condenarlos a muerte. Nadie será condenado a muerte por la acusación de un solo testigo.
7 La mano de los testigos será la primera en tirar piedras para matarlo. Después, todo el pueblo lo apedreará. Así harás desaparecer el mal de en medio de ti.
8 Si se te presenta un caso demasiado difícil, ya sea un asunto de sangre, un litigio o una querella por heridas, o una disensión entre las autoridades de la ciudad, subirás al lugar elegido por Yavé, tu Dios,
9 irás a los sacerdotes levitas y al juez que entonces esté en funciones. Los consultarás y ellos te indicarán el fallo de la causa.
10 Te ajustarás al fallo que te hayan indicado en este lugar elegido por Yavé, y procurarás actuar conforme a lo que te hayan enseñado.
11 Seguirás las instrucciones que te hayan dado y la sentencia que te dicten, sin desviarte ni a la derecha ni a la izquierda del fallo que te señalen.
12 El hombre que se atreva a actuar en otra forma y no escuche al sacerdote que se encuentra allí al servicio de Yavé, ni al juez, morirá. Harás desaparecer el mal de Israel.
13 Así todo el pueblo, al saberlo, temerá y ya no propasará el derecho.
Los reyes
14 Cuando llegues a la tierra que Yavé, tu Dios, te da, cuando la conquistes y habites en ella, tal vez digas: “Quiero tener un rey como todas las naciones vecinas.”
15 En todo caso pondrás a tu cabeza un rey elegido por Yavé de entre tus hermanos. No pondrás a tu cabeza un rey extranjero que no sea hermano tuyo.
16 Que tu rey no tenga muchos caballos, no sea que traiga de vuelta a Egipto a su pueblo con el fin de tener más caballos. Pues Yavé te ordenó que no volvieras jamás por aquel camino.
17 Tampoco se buscará muchas mujeres, no sea que se pervierta su corazón. Y que tampoco se haga rico en oro y plata.
18 Cuando suba al trono, deberá copiar para su uso esta ley, del libro de los sacerdotes levitas.
19 La llevará consigo, la leerá todos los días de su vida, para que aprenda a temer a Yavé, guardando todas las palabras de la Ley y poniendo en práctica sus preceptos.
20 Así no mirará en menos a sus hermanos, y no se apartará de estos mandamientos ni a la derecha ni a la izquierda, y él y sus hijos prolongarán los días de su reinado en medio de Israel.

**
Comentarios Deuteronomio, capítulo 17
17,14

A continuación, se habla de las tres autoridades reconocidas por los judíos: reyes, sacerdotes y profetas.

Los reyes (17,14-20). Los reyes de Israel negociaban con Egipto. A cambio de los caballos que deseaban adquirir, enviaban allá a jóvenes israelitas que debían servir en el ejército del faraón.

El levita no tendrá parte en la herencia que reciben sus hermanos. Respecto de los sacerdotes de la tribu de Leví, ver comentario de Números 3 y 4.
Deuteronomio (Dt) Capítulo 18
Los sacerdotes de la tribu de Leví
1 Los sacerdotes levitas, toda la tribu de Leví, no compartirán con los demás la herencia de Israel, sino que se alimentarán con las víctimas consumidas por el fuego en honor de Yavé, y las cosas que le fueron consagradas.
2 El levita no tendrá parte en la herencia que reciben sus hermanos, porque Yavé es su herencia, como él se lo tiene dicho.
3 Este será el derecho de los sacerdotes respecto del pueblo. Cuando se ofrezca ya sea buey u oveja, se le dará al sacerdote la espaldilla, las quijadas y el vientre.
4 Le darás también las primicias de tu trigo, de tus vinos y de tu aceite, así como las primicias de la esquila de tus ovejas.
5 Porque a él lo eligió Yavé de entre todas las tribus para oficiar en su nombre, él y sus hijos para siempre.
6 Si un levita llega de otra parte, sea cual fuere la ciudad de Israel donde reside, porque tiene un deseo sincero de estar en el Lugar elegido por Yavé,
7 podrá oficiar en el nombre de Yavé, su Dios, como todos sus hermanos levitas que están allí al servicio de Yavé;
8 comerá una porción igual a la de los demás, aparte de lo que saque de sus bienes patrimoniales.
Los profetas y “el” profeta
9 Cuando hayas entrado en la tierra que Yavé, tu Dios, te da, no imites las costumbres perversas de aquellos pueblos.
10 Que no haya en medio de ti nadie que haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego; que nadie practique encantamientos o consulte a los astros; que no haya brujos ni hechiceros;
11 que no se halle a nadie que se dedique a supersticiones o consulte los espíritus; que no se halle ningún adivino o quien pregunte a los muertos.
12 Porque Yavé aborrece a los que se dedican a todo esto, y los expulsa delante de ti a causa de estas abominaciones.
13 Tú, en cambio, te portarás bien en todo con Yavé, tu Dios.
14 Esos pueblos que vas a desalojar escuchan a hechiceros y adivinos, pero a ti, Yavé, tu Dios, te dio algo diferente.
15 Yavé hará que se levante para ti, de en medio de tus hermanos, un profeta como yo: a él habrán de escuchar.
16 Acuérdate de lo que pediste a Yavé, tu Dios, en el Horeb, el día de la Asamblea; tú dijiste: “No puedo seguir más oyendo la voz de Yavé, ni soportar este gran fuego, y si me quedo mirando, voy a morir.”
17 Entonces Yavé me dijo: “Dicen bien.
18 Yo haré que se levante de en medio de sus hermanos un profeta, lo mismo que hice contigo. Yo pondré mis palabras en su boca y él les dirá todo lo que yo mande.
19 Si alguno no escucha mis palabras, cuando habla el profeta de parte mía, yo mismo le pediré cuentas.
20 Pero si un profeta pretende hablar en mi nombre sin que lo haya mandado, o si habla en nombre de otros dioses, morirá.”
21 Acaso preguntas: “¿Cómo vamos a saber que una palabra no viene de Yavé?”
22 Si algún profeta habla en nombre de Yavé y lo que dice no sucede, tú sabrás que esta palabra no viene de Yavé. El profeta habrá hablado para jactarse y no le harás caso.

**
Comentarios Deuteronomio, capítulo 18
18,9

Este texto condena a los magos y adivinos y luego ensalza a los verdaderos profetas.

El pueblo de Dios vive de la palabra de Dios, pero no sólo de la que se encuentra escrita en un libro, sino de lo que dice hoy por medio de los profetas. Son hombres que reciben del Espíritu un don especial para orientar a las personas y a las naciones hacia las verdaderas metas que Dios nos propone.

Que no haya en medio de ti… adivinos (10). Se condenan en igual forma los sacrificios humanos y la magia o el espiritismo. Los hombres siempre han estado tentados a traspasar el misterio de su porvenir: muchos adivinos y falsos profetas respondían, como lo hacen los autores de horóscopo actualmente, a ese deseo de arrancar sus secretos a un Dios del cual no se está seguro. En cambio, los profetas tienen por misión, no contar lo que pasará, sino indicar con valentía cuál es la voluntad de Dios y qué es lo que debemos reformar (ver Jer 28,1; Ez 13,1).

Yavé hará que se levante para ti, de en medio de tus hermanos un profeta (15). Este “profeta” significa toda la serie de los profetas que seguirán hablando en Israel, como lo demuestra el final del párrafo (20-22). Sin embargo, Israel esperaba para los tiempos futuros un profeta superior a todos y que dirigiera eficazmente a todo el pueblo como lo había hecho Moisés. Cuando se presentó Juan Bautista, muchos le preguntaron: “¿Eres el profeta?” (Jn 1,21), y desde el principio de la Iglesia los cristianos comprendieron que Cristo era “el Profeta” (ver He 3,22).
Deuteronomio (Dt) Capítulo 19
Las ciudades de refugio
1 Cuando Yavé, tu Dios, haya exterminado a las naciones cuyo país te va a dar, cuando las hayas desalojado y vivas en sus ciudades, ocupando sus casas,
2 reservarás tres ciudades del país que Yavé, tu Dios, te da.
3 Tendrás libre y franco el camino de acceso a ellas y dividirás en tres partes el territorio que Yavé, tu Dios, te da en posesión: esto para que todo el que haya dado muerte a un hombre pueda refugiarse en esas ciudades.
4 Mira en qué caso el que dio muerte a un hombre podrá refugiarse allí para salvarse: si hirió involuntariamente a su hermano al que no tenía odio.
5 Por ejemplo, si alguno va al bosque con un compañero a cortar leña y mientras maneja el hacha para cortar el árbol, se sale el hierro del mango y va a herir mortalmente a su compañero; éste puede huir a una de estas ciudades y así salvarse.
6 No sea que el vengador de la sangre se deje llevar por la cólera, persiga al que causó la muerte, lo alcance si es muy largo el camino, y lo mate, cuando en realidad éste no es reo de muerte, ya que no odiaba anteriormente a su compañero.
7 Por esto, te mando yo que separes estas tres ciudades.
8 Pero si Yavé ensancha tus fronteras, como lo tiene jurado a tus padres, y te da todo el país que te prometió,
9 con la condición de que guardes sus mandamientos y hagas lo que hoy te digo, esto es, que ames a Yavé, tu Dios, y sigas sus caminos en todo tiempo, entonces añadirás otras tres ciudades a las antedichas, duplicando así el número de ciudades de refugio.
10 Así, no se derramará sangre inocente en medio de la tierra que Yavé, tu Dios, te da en herencia; y no serás culpable de este derramamiento.
11 Pero si un hombre, por odio a su prójimo, le tiende una emboscada, se lanza sobre él y lo hiere de muerte, si luego el agresor huye a una de estas ciudades,
12 los jefes de su ciudad mandarán prenderlo allí, al lugar de asilo, y lo entregarán en manos del pariente del muerto para que le quiten la vida.
13 No tendrás piedad de él, sino que harás desaparecer de en medio de Israel el derramamiento de sangre inocente y así tendrás prosperidad.
14 No moverás los deslindes de tu vecino del lugar en que los pusieron tus padres para delimitar la herencia familiar, en el país que Yavé, tu Dios, te dará.
15 Un solo testigo no es suficiente para condenar a un hombre, sea cual fuere el delito o falta de que se le acusa; sólo por el testimonio de dos o tres testigos se decidirá la causa.
16 Si un solo testigo se levanta contra un hombre y lo acusa de algún delito,
17 los dos hombres cuyo pleito se trata comparecerán ante Yavé, en presencia de los sacerdotes y jueces que haya en aquel tiempo.
18 Los jueces examinarán minuciosamente, y si resulta que el testigo ha dicho una mentira, acusando falsamente a su hermano,
19 le impondrán a él la pena que pretendía imponer a su hermano. Así arrancarás el mal de en medio de ti,
20 porque los demás al saberlo temerán y no cometerán cosas semejantes.
21 No te compadecerás de él, sino que le harás pagar vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie.

**
Comentarios Deuteronomio, capítulo 19
19,1

Los israelitas tenían un sentido muy fuerte de la solidaridad familiar y de la venganza. Cuando uno había dado muerte a otro, aunque fuera sin intención, la familia del muerto debía quitarle la vida.

Aquí vemos cómo actúa Dios para educar a su pueblo. No se podía atacar de frente una mentalidad tan arraigada. Designando ciudades de refugio para el que mató sin intención, se limitaba primero el derecho de hacerse justicia por sí mismo, derecho que iba a ser suprimido con el tiempo.

Un solo testigo no es suficiente para condenar (15). En varios lugares del Nuevo Testamento, por ejemplo en la condena de Jesús, se recuerda este principio.
Deuteronomio (Dt) Capítulo 20
El estado de guerra
1 Cuando vayas a la guerra contra tus enemigos y veas caballos, carros y un ejército más numeroso que el tuyo, no les tengas miedo, porque está contigo Yavé, tu Dios, aquel que te sacó de Egipto.
2 Cuando se acerque la hora del combate, se adelantará el sacerdote y dirigirá estas palabras al pueblo:
3 “Escucha, Israel, estás para enfrentar a tus enemigos; que no desmaye tu corazón, no tengas miedo ni te turbes, ni tiembles delante de ellos,
4 porque Yavé, tu Dios, está contigo. El peleará en favor tuyo contra tus enemigos y te salvará.”
5 Entonces los oficiales dirán al pueblo: “¿Hay alguno de ustedes que tenga su casa nueva recién terminada y no la haya estrenado todavía? Vaya y regrese a su casa; no sea que muera en la batalla y otro la estrene.
6 ¿Hay alguien entre ustedes que haya plantado una viña nueva y que todavía no ha podido disfrutar de ella? Vaya y regrese a su casa, no sea que muera en la guerra y otro pase a ser dueño de ella.
7 ¿Hay alguno que esté prometido en matrimonio y que todavía no se haya casado? Regrese en seguida a su casa, no sea que muera en el combate y otro se case con su prometida.”
8 Dicho esto, añadirán todavía: “¿Hay aquí algún hombre que tenga miedo o al que falte el ánimo? Regrese inmediatamente a su casa para que no contagie con su miedo a sus hermanos.”
9 Cuando hayan terminado de hablar, los oficiales se pondrán al frente del pueblo.
10 Cuando te acerques a una ciudad para sitiarla, le propondrás la paz.
11 Si ella te la acepta y te abre las puertas, toda la gente que en ella se encuentre salvará su vida. Te pagarán impuestos y te servirán.
12 Si no acepta la paz que tú le propones y te declara la guerra, la sitiarás.
13 Y cuando Yavé, tu Dios, la entregue en tus manos pasarás a cuchillo a todos los varones,
14 pero las mujeres y niños, el ganado y las demás cosas que en ella encuentres, serán tu botín y comerás de los despojos de tus enemigos que Yavé te haya entregado.
15 Así harás con todas las ciudades que estén muy distantes de ti, y que no sean de aquellas de las cuales has de tomar posesión.
16 En cambio, no dejarás a nadie con vida en las ciudades que Yavé te da en herencia,
17 sino que las destruirás conforme a la ley del anatema, ya sean heteos, amorreos, cananeos, fereceos, jeveos y jebuseos. Así te lo tiene mandado Yavé, tu Dios,
18 para que no te enseñen a imitar todas esas cosas malas que ellos hacían en honor de sus dioses, con lo cual tú pecarías contra Yavé, tu Dios.
19 Si, al atacar una ciudad, tienes que sitiarla por mucho tiempo para tomarla, no destruirás los árboles frutales que estén alrededor ni les meterás el hacha, ya que deben ser tu alimento. No los cortarás, pues, ¿son acaso hombres los árboles del campo para que los trates como a sitiados?
20 Si hay árboles que no son frutales, córtalos y haz con ellos escaleras e instrumentos que te sirvan para tomar la ciudad que te opone resistencia.
Deuteronomio (Dt) Capítulo 21
Algunos puntos de derecho
1 Cuando encuentres en el campo, en el país que Yavé, tu Dios, te da, el cadáver de una persona asesinada, sin que se sepa quién la mató,
2 tus jueces y tus jefes irán a medir la distancia entre la víctima y los pueblos vecinos.
3 Entonces los jefes del pueblo más cercano traerán una ternera que no haya trabajado ni llevado yugo,
4 la bajarán a un arroyo que corre todo el año, donde no se haya arado ni se siembre, y allí le romperán la nuca.
5 Estarán presentes los sacerdotes, hijos de Leví, pues fueron elegidos por Yavé para que le sirvan y den la bendición en su nombre, y son ellos los que deciden todo litigio o asunto criminal.
6 Entonces todos los ancianos del pueblo más próximo al crimen se lavarán las manos en el arroyo sobre la ternera desnucada,
7 y pronunciarán estas palabras: “Nuestras manos no han derramado esa sangre y nuestros ojos no han visto nada.
8 Perdona, oh Yavé, a tu pueblo de Israel al que rescataste, y no le imputes la sangre inocente derramada en medio de él.”
9 Así se les perdonará esta sangre; así quitarás de en medio de ti la sangre inocente y obrarás rectamente a los ojos de Yavé.
10 Cuando vayas a la guerra contra tus enemigos, y Yavé, tu Dios, te los entregue,
11 verás tal vez entre las cautivas a una mujer hermosa, te enamoras de ella y querrás hacerla tu esposa.
12 Entonces la llevarás a tu casa, donde se rapará la cabeza y se cortará las uñas.
13 Dejará el vestido que llevaba cuando fue tomada, y quedará en tu casa durante un mes, haciendo duelo por su padre y su madre. Después te juntarás con ella y tú serás su marido y ella tu esposa.
14 Si con el tiempo ya no te agrada, la despedirás; pero no podrás venderla por dinero, ni hacerla tu esclava, ya que la tomaste.
15 Cuando un hombre tiene dos mujeres, de las cuales a una quiere y a la otra, no, puede ser que las dos le den hijos y que el primogénito sea hijo de la mujer menos amada.
16 El día que reparta la herencia entre sus hijos, no podrá dar los derechos de primogenitura al hijo de la mujer a la que quiere, en perjuicio del primogénito que le dio la mujer no amada.
17 Al contrario, deberá reconocer como primogénito al hijo de la mujer menos amada y darle una parte doble de toda su herencia. Al que engendró primero, a éste le corresponden los derechos de primogénito.
18 Si un hombre tiene un hijo rebelde y desvergonzado, que no atiende lo que mandan su padre o su madre, ni los escucha cuando lo corrigen,
19 sus padres lo agarrarán y llevarán ante los jefes de la ciudad, a la puerta donde se juzga,
20 y les dirán: “Este hijo nuestro es rebelde y desvergonzado, no nos hace caso, es un vicioso y un borracho.”
21 Entonces todo el pueblo le tirará piedras hasta que muera. Así harás desaparecer el mal de en medio de ti, y todo Israel, al saberlo, temerá.
22 Si un hombre, culpable de algún delito que merece la muerte, ha sido ajusticiado y colgado de un árbol,
23 su cuerpo no pasará la noche colgado, sino que lo enterrarás el mismo día, porque un colgado es maldición de Dios. Así no harás impura la tierra que Yavé, tu Dios, te da por herencia.
Deuteronomio (Dt) Capítulo 22
Si encuentras algún objeto perdido
1 Si encuentras extraviado el buey o la oveja de tu hermano, no te harás el desentendido, sino que se lo llevarás a tu hermano.
2 Si este hermano no es vecino tuyo y no sabes a quién pertenece el animal, lo guardarás en tu casa hasta que su dueño vaya a buscarlo. Entonces se lo devolverás.
3 Lo mismo harás con su burro, y lo mismo con su vestido, y lo mismo con cualquier objeto que se le extravió a tu hermano, el día que lo encuentres. No puedes hacer como si no supieras.
4 Si ves el burro de tu hermano o su buey que caen en el camino, no puedes desentenderte, sino que ayudarás a levantarlo.
5 La mujer no llevará vestido de hombre, ni el hombre vestido de mujer, porque Yavé aborrece al que hace tal cosa.
6 Si encuentras en tu camino un nido de pájaros en un árbol o en el suelo, y la madre está echada sobre los polluelos o sobre los huevos, no te llevarás a la madre con las crías,
7 sino que dejarás que ella se vaya y tomarás para ti sólo las crías. Así tendrás prosperidad y larga vida.
8 Cuando construyas una casa nueva, harás alrededor de la azotea un pequeño muro, no sea que alguien se caiga desde arriba y tu casa quede manchada con sangre.
9 No sembrarás en tu viña ninguna otra semilla, porque de hacerlo, tanto los productos de esta siembra como las uvas de tu viña quedarían prohibidos.
10 No ararás con un buey y un burro juntos.
11 No te vestirás con un paño tejido mitad de lana y mitad de lino.
12 Te harás una borla en las cuatro puntas del manto con que te cubras.
13 Aquí viene el caso de un hombre que se ha casado con una mujer y después deja de quererla.
14 Este hombre empieza a reprocharla por su conducta y a difamarla, y se le ocurre decir: “Me casé con esta mujer, y al acostarme con ella, no le encontré las señas de su virginidad.”
15 En ese caso el padre y la madre de la joven tomarán el paño en que están las señas de su virginidad y lo mostrarán a los jueces de la ciudad.
16 El padre de la joven dirá a los jueces: “He dado a mi hija por esposa a este hombre, pero ya no la quiere, y ahora pretende que no la tomó virgen.
17 Vean, pues, ahí las pruebas de la virginidad de mi hija.” Y extenderán el paño delante de los jueces de la ciudad.
18 Si el hombre es culpable, los jueces lo tomarán preso y lo azotarán.
19 Lo multarán además en cien monedas de plata, que entregarán al padre de la joven, por haber difamado a una virgen de Israel. El marido tendrá que tomarla como esposa y no podrá repudiarla en toda su vida.
20 Pero si es verdad lo que el hombre dice, y no aparecen las pruebas de su virginidad,
21 entonces la sacarás a la puerta de la casa de su padre y morirá apedreada por el pueblo, por haber cometido una infamia en Israel, prostituyéndose mientras todavía estaba en la casa de su padre. Así harás desaparecer el mal de en medio de ti.
22 Si se sorprende a un hombre acostado con una mujer casada, morirán los dos, el adúltero y la adúltera. Así harás desaparecer el mal de Israel.
23 Si una joven está prometida en matrimonio a un hombre, y otro hombre la encuentra en la ciudad y se acuesta con ella,
24 los llevarán a los dos y los apedrearán hasta que mueran: la joven porque no gritó y no pidió ayuda, estando en la ciudad, y el hombre, porque deshonró a la mujer de su prójimo. Así harás desaparecer el mal de en medio de ti.
25 Pero si el hombre encuentra en el campo a una joven prometida en matrimonio, y a la fuerza la viola, sólo el hombre que la violó morirá.
26 No harás nada a la joven; ella no merece la muerte, porque así como un salteador se arroja sobre un hombre y lo asesina, de la misma manera fue asaltada la joven.
27 Estaba sola en el campo, gritó y nadie le prestó ayuda.
28 Si un hombre encuentra a una joven virgen, no prometida en matrimonio a otro hombre, y a la fuerza la viola y luego son sorprendidos,
29 el hombre que se acostó con ella dará al padre de la joven cincuenta monedas de plata, y la tomará por esposa. Y no podrá repudiarla en toda su vida, ya que la deshonró.
Deuteronomio (Dt) Capítulo 23
Leyes que resaltan el carácter sagrado del pueblo de Israel
1 Ninguno tomará por esposa a la de su padre; que no se atreva a deshonrar a su padre.
2 El hombre que tenga los testículos aplastados o el pene mutilado no será admitido en la asamblea de Yavé.
3 Tampoco el mestizo será admitido en la asamblea de Yavé, ni aun en la décima generación.
4 El amonita y el moabita no se admitirán jamás en la asamblea de Yavé, ni aun después de la décima generación.
5 Porque, cuando ustedes venían de Egipto, no les salieron al encuentro con pan y agua sino que trajeron a Balaam, hijo de Beor de la ciudad de Petar en Mesopotamia, para que los maldijera.
6 Pero Yavé, tu Dios, no escuchó a Balaam y cambió la maldición por bendición, porque Yavé te ama.
7 A estos pueblos nunca les proporcionarás prosperidad ni bienestar.
8 Pero no aborrecerás al edomita, pues es hermano tuyo. No aborrecerás al egipcio, porque fuiste peregrino en su tierra.
9 A la tercera generación, sus descendientes podrán ser admitidos en la asamblea de Yavé.
10 Cuando salgas de campaña contra tus enemigos, te guardarás de toda acción mala.
11 Si hay entre los tuyos un hombre que no esté puro por causa de una polución nocturna, saldrá fuera del campamento y no volverá a entrar.
12 Al llegar la tarde se lavará y a la puesta del sol podrá entrar de nuevo al campamento.
13 Habrá un lugar afuera del campamento para satisfacer las necesidades naturales.
14 Llevarás una estaquita al cinturón, con la cual harás un hoyo antes de ponerte en cuclillas, y luego taparás el excremento con la tierra sacada.
15 Porque Yavé, tu Dios, recorre el campamento para protegerte y entregar en tus manos al enemigo. Por eso tu campamento debe ser cosa limpia y sagrada, en que Yavé no vea nada indecente; de lo contrario se apartaría de ti.
16 No entregarás a su amo al esclavo que huyó de su casa y se acogió a ti.
17 Se quedará contigo entre los tuyos, en el lugar que él elija en una de tus ciudades, donde mejor le parezca; no lo molestarás.
18 No habrá entre las hijas de Israel prostituta sagrada, ni prostituto sagrado entre los hijos de Israel.
19 Sea cual fuere el voto que hayas hecho, no llevarás a la casa de Yavé, tu Dios, regalo de prostitutas, ni salario de perro, o sea, prostituto, porque ambas cosas son abominables a los ojos de Yavé.
20 No prestarás con interés a tus hermanos, ni dinero, ni alimentos, ni cualquier otra cosa por la que se cobran intereses.
21 Al extranjero podrás prestarle con interés, pero a tu hermano, no. Con esto conseguirás que Yavé, tu Dios, te bendiga en todas tus empresas, en la tierra que vas a poseer.
22 Si haces algún voto a Yavé, no tardes en cumplirlo, porque sin duda Yavé te lo reclamará y tú cargarías con un pecado.
23 Pero si no haces votos, no cometes pecado alguno.
24 Cumplirás tus promesas y, si haces algún voto, ofrecerás según hayas prometido a Yavé.
25 Si entras en la viña de tu prójimo, podrás comer las uvas que quieras, pero no podrás llevarte ninguna.
26 Si pasas por los sembrados de tu prójimo, podrás arrancar espigas con tu mano, pero no meterás la hoz en las mieses de tu prójimo.
Deuteronomio (Dt) Capítulo 24
1 Si un hombre toma una mujer y se casa con ella, puede ser que le encuentre algún defecto y ya no la quiera. En ese caso, escribirá un certificado de divorcio que le entregará antes de despedirla de su casa.
2 Habiendo salido de su casa, puede ser la mujer de otro.
3 Pero si éste también ya no la quiere y la despide con un certificado de divorcio, o bien si llega a morir este otro hombre que la tomó como mujer suya,
4 el primer marido que la repudió no podrá volver a tomarla por esposa, ya que pasó a ser para él como impura. Sería una abominación a los ojos de Yavé que la volviera a tener. No manches la tierra que Yavé te dará en herencia.
Por una sociedad solidaria
5 Si un hombre está recién casado, no irá a la guerra ni se le molestará con otro servicio. Que esté exento de todo durante un año para así quedar en su casa y hacer feliz a su esposa.
6 No se tomará en prenda el molino, ni la muela de piedra del molino, porque ello sería tomar en prenda la vida misma.
7 Si se descubre a un hombre que haya raptado a un israelita, es decir, a uno de sus hermanos, y lo haya vendido como esclavo, el raptor debe morir. Así cortarás el mal entre tu gente.
8 Cuídate de las lepras contagiosas. Observa y pon en práctica lo que te enseñen los sacerdotes levitas; cumple lo que yo les mandé.
9 Acuérdate de lo que Yavé, tu Dios, hizo con Miriam, cuando el pueblo estaba en camino, al salir de Egipto.
10 Si prestas algo a tu prójimo, no entrarás en su casa para tomar alguna prenda.
11 Esperarás afuera, y el deudor saldrá de la casa para entregarte la prenda.
12 Si has tomado como prenda el manto de un pobre, no te acostarás guardándolo,
13 sino que se lo devolverás a la puesta del sol y así él se acostará en su manto. El pobre te bendecirá y tú tendrás méritos a los ojos de Yavé, tu Dios.
14 No explotarás al jornalero humilde y pobre, ya sea uno de tus hermanos o un forastero que se encuentre en tu tierra, en algunas de tus ciudades.
15 Le pagarás cada día, antes de la puesta del sol, porque es pobre y está pendiente de su salario. No sea que clame a Yavé contra ti, pues tú cargarías con un pecado.
16 No se matará a los padres por la culpa de sus hijos, ni a los hijos por la de sus padres. Cada cual pagará por su propio pecado.
17 No violarás el derecho del forastero, ni del huérfano, ni tomarás en prenda las ropas de la viuda.
18 Recuerda que fuiste esclavo en Egipto y que Yavé, tu Dios, te rescató. Por eso te mando hacer esto.
19 Cuando cortes el trigo en tu campo, si se te cae alguna gavilla, no volverás a recogerla, sino que quedará para el forastero, el huérfano y la viuda. Así Yavé te bendecirá en todos tus trabajos.
20 Cuando coseches tus olivos, no pasarás otra vez para sacudirlos: el resto será para el forastero, el huérfano y la viuda.
21 Cuando vendimies tu viña, no volverás a buscar lo que haya quedado. Esto será la parte del forastero, del huérfano y de la viuda.
22 Acuérdate de que fuiste esclavo en Egipto. Por eso te mando hacer esto.

**
Comentarios Deuteronomio, capítulo 24
24,5

Encontramos aquí una serie de leyes que promueven relaciones más humanas. A esto llega la predicación de los profetas: crear entre los hombres, en todos los sectores de la vida social, una actitud de cooperación y de bondad semejante a la actitud misericordiosa de Dios mismo.

Todo esto fue planeado por un pueblo de agricultores, con una economía bastante primitiva, y necesitaría una adaptación para nuestra sociedad, más organizada. Aquí están las bases para una legislación de seguro y de prevención socal.

Viene a continuación la atención a los desamparados. Uno no puede considerar como exclusivamente suyo todo lo que ha ganado. Es un deber observar las leyes de solidaridad social y pagar lo que exigen. Y ahora no podemos limitarnos sólo a una solidaridad en el plano nacional: los países ricos deben compartir con las naciones menos desarrolladas, a menudo arruinadas por el desarrollo de aquéllos y por el libre mercado que les han impuesto los más desarrollados.
Deuteronomio (Dt) Capítulo 25
1 Cuando haya pleito o contienda entre dos hombres, se recurrirá a los jueces para que juzguen. Se declarará justo al que lo es y se condenará al culpable.
2 Si éste merece azotes, el juez le hará echarse al suelo en su presencia y hará que lo azoten con un número de golpes proporcionado a su culpa.
3 Podrán darle cuarenta azotes, no más, no sea que al golpearlo más, sea mucho el castigo y tu hermano quede deshonrado a tus ojos.
4 No pondrás bozal al buey que trilla.
5 Si dos hermanos viven juntos y uno de ellos muere sin tener hijos, la mujer del difunto no irá a casa de un extraño, sino que la tomará su cuñado para cumplir el “deber del cuñado.”
6 El primer hijo que de ella tenga retomará el lugar y el nombre del muerto, y así su nombre no se borrará de Israel.
7 En el caso de que el hombre se niegue a cumplir su deber de cuñado, ella se presentará a la puerta de la ciudad y dirá a los ancianos: “Mi cuñado se niega a perpetuar el nombre de su hermano en Israel, no quiere ejercer en mi favor su deber de cuñado.”
8 Entonces los ancianos lo llamarán y le hablarán. Si él porfía en decir: “No quiero tomarla por mujer”,
9 su cuñada se acercará a él y en presencia de los jueces le sacará la sandalia de su pie, le escupirá a la cara y le dirá estas palabras: “Así se trata al hombre que no hace revivir el nombre de su hermano.”
10 Su casa será llamada en Israel “la casa del descalzo.”
11 Si dos hombres pelean entre sí y la mujer de uno de ellos se acerca para librar a su marido de los golpes del otro, alarga la mano y agarra a éste por las vergüenzas,
12 harás cortar la mano de la mujer sin piedad.
13 No tendrás en tu bolsa diferentes pesas, unas mayores y otras menores,
14 ni habrá en tu casa una medida grande y otra menor.
15 Tendrás un peso justo y exacto, e igualmente una medida justa y exacta, para que se prolonguen tus días en la tierra que Yavé, tu Dios, te da.
16 Porque Yavé aborrece al que hace tales cosas y a toda injusticia.
17 Acuérdate de lo que hizo Amalec con ustedes cuando estaban en camino, al salir de Egipto.
18 Vino a tu encuentro en el camino y atacó por la espalda a todos los que iban agotados en la retaguardia, cuando tú estabas cansado y extenuado; no tuvo temor a Dios.
19 Por eso, cuando Yavé, tu Dios, después de someter a todos tus enemigos alrededor, te dé descanso en la tierra que él te da, borrarás el recuerdo de Amalec de debajo de los cielos. No lo olvides.
Deuteronomio (Dt) Capítulo 26
El israelita proclama su fe
1 Cuando llegues a la tierra que Yavé, tu Dios, te da en herencia, cuando haya pasado a ser tuya y habites en ella,
2 tomarás los primeros productos de la tierra que Yavé, tu Dios, te da, los pondrás en un canasto y los llevarás al lugar elegido por Yavé, tu Dios, para morada de su Nombre.
3 Te presentarás al sacerdote que esté en funciones en aquellos días y le dirás: “En este día yo reconozco que Yavé, mi Dios, me hizo entrar a la tierra que prometió a nuestros padres que nos daría.”
4 Y el sacerdote tomará de tus manos el canasto y lo depositará ante el altar de Yavé, tu Dios.
5 Entonces tú dirás estas palabras ante Yavé:
6 “Mi padre era un arameo errante, que bajó a Egipto y fue a refugiarse allí, siendo pocos aún; pero en ese país se hizo una nación grande y poderosa. Los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron dura servidumbre.
7 Llamamos pues a Yavé, Dios de nuestros padres, y Yavé nos escuchó, vio nuestra humillación, nuestros duros trabajos y nuestra opresión.
8 Yavé nos sacó de Egipto con mano firme, demostrando su poder con señales y milagros que sembraron el terror.
9 Y nos trajo aquí para darnos esta tierra que mana leche y miel.
10 Y ahora vengo a ofrecer los primeros productos de la tierra que tú, Yavé, me has dado.”
10 Los depositarás ante Yavé, te postrarás y adorarás a Yavé, tu Dios.
11 Después comerás y celebrarás una fiesta, tú y tu familia, con todos los bienes que Yavé te ha dado. También comerán y estarán de fiesta contigo, tanto el levita como el forastero que viven junto a ti.
12 El tercer año, año del diezmo, cuando hayas acabado de separar el diezmo de todas tus cosechas y se lo hayas dado al levita, al forastero, a la viuda y al huérfano, para que lo coman en tu misma ciudad hasta saciarse,
13 dirás en presencia de Yavé:
13 “He sacado de mi casa lo que pertenece a Yavé: se lo he dado al levita, al forastero, al huérfano y a la viuda, según los mandamientos que me has dado. No he traspasado ninguno de ellos ni los he olvidado.
14 De lo que quedaba no he comido nada durante mi duelo, nada hay impuro en él, nada he ofrecido a los ídolos, sino que he obedecido la voz de Yavé, mi Dios, y he obrado en todo como me lo habías mandado.
15 Desde tu Santuario, desde lo alto de los cielos, mira a tu pueblo Israel y bendícelo, así como a la tierra que nos has dado según lo tenías dicho a nuestros padres, esta tierra que mana leche y miel.”
16 Has de saber que ese mismo día Yavé, tu Dios, te manda cumplir sus normas y sus mandamientos. Tú los guardarás y los pondrás en práctica con todo tu corazón y toda tu alma.
17 Pues acabas de decir a Yavé que él será tu Dios y tú seguirás sus caminos, observarás sus normas, sus mandamientos y sus leyes y escucharás su voz.
18 Yavé, a su vez, te manda decir hoy que serás el pueblo que le pertenece, como él te lo tiene dicho, y tú guardarás todos sus mandamientos.
19 El, por su parte, te dará honor, renombre y gloria y te pondrá por encima de todas las naciones que hizo, mientras tú pasas a ser un pueblo consagrado a Yavé, tu Dios, como él te ha dicho.»

**
Comentarios Deuteronomio, capítulo 26
26,5

Mi padre era un arameo errante. Este párrafo es como una declaración de fe del israelita. El sabe que fue elegido entre los arameos paganos y que Yavé, después de liberarlo, le dio la prosperidad de que goza. Del mismo modo, las varias fórmulas del Credo, que usa la Iglesia actualmente, ponen en el centro la obra liberadora que Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, realizan a favor nuestro.
Deuteronomio (Dt) Capítulo 27
Conclusión del “discurso de Moisés”
1 Moisés y los ancianos de Israel dieron al pueblo esta orden: «Guarden todos los mandamientos que yo les prescribo hoy.
2 Cuando pasen el Jordán para ir a la tierra que Yavé, tu Dios, te da, erigirás grandes piedras y las blanquearás con cal.
3 Y al pasar escribirás en ellas todas las palabras de esta Ley, con el fin de asegurar tu entrada a la tierra que Yavé, tu Dios, te da como lo tiene dicho a tus padres, tierra que mana leche y miel.
4 Cuando hayas pasado el Jordán, levantarás estas piedras en el monte Ebal, como hoy te mando, y las blanquearás con cal.
5 Levantarás allí en honor de Yavé un altar de piedras, sin labrarlas con hierro.
6 Con piedras sin labrar harás el altar de Yavé y sobre este altar ofrecerás holocaustos a Yavé, tu Dios.
7 Allí también inmolarás sacrificios de comunión, los comerás y te alegrarás en presencia de Yavé, tu Dios.
8 Escribirás en estas piedras todas las palabras de esta Ley. Déjalas bien grabadas.”
9 Después, Moisés y los sacerdotes de la tribu de Leví hablaron así al pueblo de Israel: “Atiende y escucha, Israel. Hoy has pasado a ser el pueblo de Yavé, tu Dios;
10 escucharás, pues, su voz y pondrás en práctica los mandamientos y normas que yo hoy te prescribo.”
11 Aquel día Moisés dio esta orden al pueblo:
12 “Cuando hayan pasado el río Jordán, las tribus de Simeón, Leví, Judá, Isacar, José y Benjamín se pondrán en el monte Garizim para repetir las bendiciones sobre el pueblo,
13 mientras que las de Rubén, Gad, Aser, Zabulón, Dan y Neftalí estarán en el monte Ebal para repetir las maldiciones.
14 Entonces los levitas tomarán la palabra y dirán en voz alta para que lo oigan todos los israelitas:
15 Maldito sea el que hace un ídolo de metal, cosa odiosa a Yavé, obra de manos de artífice, y lo coloca en un lugar oculto. Todo el pueblo responderá: ¡Amén!
16 Maldito aquel que desprecia a su padre o a su madre. Y responderá todo el pueblo: ¡Amén!
17 Maldito el que corre los límites de la heredad de su prójimo. Todo el pueblo responderá: ¡Amén!
18 Maldito el que desvía a un ciego en el camino. Todo el pueblo responderá: ¡Amén!
19 Maldito el que no respeta el derecho del forastero, del huérfano y de la viuda. Todo el pueblo responderá: ¡Amén!
20 Maldito el que se acueste con la mujer de su padre y deshonre así su cama. Todo el pueblo responderá: ¡Amén!
21 Maldito el que peca con cualquier animal que sea. Responderá el pueblo: ¡Amén!
22 Maldito el que se acuesta con su hermana, hija de su padre o de su madre. Todo el pueblo responderá: ¡Amén!
23 Maldito el que se acuesta con su suegra. Todo el pueblo dirá: ¡Amén!
24 Maldito aquel que mata a traición a su prójimo. Todo el pueblo dirá: ¡Amén!
25 Maldito el que acepta soborno para matar a un inocente. Todo el pueblo dirá: ¡Amén!
26 Maldito el que no sigue fiel a las palabras de esta ley poniéndolas en práctica, y todo el pueblo dirá: ¡Amén!

**
Comentarios Deuteronomio, capítulo 27
27,1

Viene a continuación, en los capítulos 27-28, la conclusión del “discurso de Moisés”, que ocupa los capítulos 5-11.

Nótese la ceremonia de renovación de la Alianza 27,4-36. Es la que tuvo lugar en Siquem, en tiempos de Josué (Jos 8,32). El pueblo entero se compromete a observar los diez mandamientos expresados aquí en forma de doce maldiciones.

Sabemos que este “discurso de Moisés”, en realidad, fue escrito en los últimos tiempos del reino de Judá. Entonces bastaba recordar la historia para ver cuántas desgracias habían ocurrido por no haber vivido como Yavé lo exigía. Las bendiciones no habían sido numerosas, ni habían tenido larga duración. En cambio, se habían verificado las situaciones más crueles descritas aquí.

Si obedeces a la voz de Yavé te levantará por encima de todas las naciones (28,1). El presente libro ha multiplicado las invitaciones a obedecer a Dios. El autor está convencido de que la gente podría observar todo esto y encontrar la felicidad. Sin embargo, la conclusión es negativa; de hecho, Israel no escuchó y el Reino será destruido. En el tiempo que se escribían las presentes páginas, el profeta Jeremías era mucho más pesimista al decir que la primera Alianza, con sus promesas de una felicidad material, ya no valía. Decía que al hombre le es tan difícil salir del pecado como cambiar el color de su piel (Jer 13,23).

Así, pues, la presente ley era muy buena, pero Israel no la podía observar antes que Dios hubiera dado a los creyentes un corazón y un espíritu nuevos (ver Jer 31,31).
Deuteronomio (Dt) Capítulo 28
Las bendiciones y las maldiciones
1 Ahora bien, si tú obedeces de verdad a la voz de Yavé, tu Dios, practicando y guardando todos los mandamientos que te prescribo hoy, Yavé, tu Dios, te levantará por encima de todas las naciones de la tierra.
2 Entonces vendrán sobre ti y te alcanzarán todas las bendiciones siguientes, por haber obedecido a la voz de Yavé, tu Dios:
3 Bendito serás en la ciudad y en el campo.
4 Bendito será el fruto de tus entrañas y el fruto de tu tierra, las crías de tus burras, el parto de tus vacas y ovejas.
5 Benditos tu canasta de frutos y tu reserva de pan.
6 Bendito serás cuando salgas y bendito también cuando vuelvas.
7 Yavé hará huir ante ti a los enemigos que te ataquen; por un camino saldrán a tu encuentro y por siete huirán de ti.
8 Yavé ordenará a la bendición que esté contigo en tus graneros y en tus empresas para que seas bendecido en la tierra que Yavé, tu Dios, te da.
9 Yavé hará de ti su pueblo santo, como te ha jurado si tú guardas sus mandamientos y sigues sus caminos.
10 Todos los pueblos de la tierra verán que te protege el Nombre de Yavé, y te respetarán.
11 Yavé te colmará de toda clase de bienes, multiplicando el fruto de tu vientre, el fruto de tus ganados y el fruto de tu tierra, la cual prometió Yavé con juramento a tus padres que te la daría.
12 Yavé abrirá para ti los cielos, su rico tesoro, para dar a su tiempo la lluvia que necesiten tus campos, y para mandar la bendición sobre todo cuanto emprendas. Tú prestarás a naciones numerosas y no pedirás prestado a ninguna.
13 Yavé te pondrá a la cabeza de los pueblos y no a la cola; siempre estarás encima y nunca debajo si cumples los mandamientos de Yavé, tu Dios, que yo hoy te prescribo, guardándolos y poniéndolos en práctica,
14 sin apartarte ni a la derecha ni a la izquierda, para seguir y adorar a otros dioses.
15 Pero si no obedeces la voz de Yavé, tu Dios, y no pones en práctica todos sus mandamientos y normas que hoy te prescribo, vendrán sobre ti todas estas maldiciones:
16 Maldito serás en la ciudad y en el campo.
17 Maldita será tu canasta de frutos y tu reserva de pan.
18 Maldito el fruto de tus entrañas y el fruto de tus tierras, los partos de tus vacas y las crías de tus ovejas.
19 Maldito serás cuando salgas y maldito también cuando vuelvas.
20 Yavé mandará la desgracia, la derrota y el susto sobre todo lo que tus manos toquen, hasta que seas exterminado, y perecerás en poco tiempo por las malas acciones que cometiste, traicionando a Yavé.
21 El hará que se te pegue la peste hasta que desaparezcas de este país que, hoy, pasa a ser tuyo.
22 Yavé te castigará con tuberculosis, fiebre, inflamación, quemaduras, tizón y roya del trigo, que te perseguirán hasta que mueras.
23 El cielo que te cubre se volverá de bronce, y la tierra que pisas, de hierro.
24 En vez de lluvia, Yavé te mandará cenizas y polvo, que caerán del cielo hasta que te hayan barrido.
25 Yavé hará que seas derrotado por tus enemigos. Por un camino irás a pe lear en su contra y por siete caminos huirás de ellos. Al verte se horrorizarán todos los pueblos de la tierra.
26 Tu cadáver servirá de comida a todas las aves del cielo y a todas las bestias de la tierra, sin que nadie las corra.
27 Te herirá Yavé con las úlceras y plagas de Egipto, con tumores, sarna y tiña, de las que no podrás sanar.
28 Te castigará Yavé con la locura, la ceguera y la pérdida de los sentidos.
29 Andarás a tientas en pleno mediodía, como anda el ciego en la oscuridad, y fracasarás en tus empresas. Siempre serás un hombre oprimido y despojado, sin que nadie salga en tu defensa.
30 Tendrás una prometida y otro hombre la hará suya. Edificarás una casa y no la podrás habitar. Plantarás una viña y no comerás sus uvas.
31 Tu buey será sacrificado delante de ti y no comerás de él. Ante tus ojos te robarán tu burro y no te lo devolverán, tus ovejas serán entregadas a tus enemigos y nadie te defenderá.
32 Tus hijos y tus hijas serán entregados a pueblos extranjeros y enfermerás con tanto mirar hacia ellos, pero no podrás hacer nada.
33 El fruto de tus campos, todos tus esfuerzos, los comerá un pueblo que no conoces y tú no serás más que un explotado y oprimido toda la vida.
34 Te volverás loco por lo que veas.
35 Yavé te herirá con úlceras malignísimas en las rodillas y en las piernas, de las que no podrás sanar, desde la planta de los pies hasta la coronilla de tu cabeza.
36 Yavé te llevará a ti y al rey que tú hayas elegido a una nación que ni tú ni tus padres conocían, y allí servirás a otros dioses de piedra y de madera.
37 Andarás perdido, siendo el juguete y la burla de todos los pueblos donde Yavé te llevará.
38 Echarás en tus campos mucha semilla y será muy poco lo que coseches, porque la langosta lo devorará.
39 Plantarás una viña y la cultivarás, pero no beberás vino ni comerás uvas, porque los gusanos la roerán.
40 Tendrás olivos por todo tu territorio, pero no te darán ni siquiera aceite con que ungirte, porque se caerán las aceitunas y se pudrirán.
41 Tendrás hijos e hijas, pero no serán para ti, porque se los llevarán cautivos.
42 Todos los árboles y frutos de tu tierra serán atacados por los insectos.
43 El forastero que vive contigo se hará cada día más rico, y tú cada día serás más pobre.
44 El te prestará y tú tendrás que pedir prestado; él estará a la cabeza y tú a la cola.
45 Todas estas maldiciones caerán sobre ti, te perseguirán y oprimirán hasta que hayas sido eliminado, porque no escuchaste la voz de Yavé, tu Dios, ni guardaste sus mandamientos ni las normas que te ordenó.
46 Se apegarán a ti y a tus descendientes para siempre y serán una señal asombrosa a la vista de todos.
47 Por no haber servido con gozo y alegría de corazón a Yavé, tu Dios, cuando nada te faltaba,
48 servirás con hambre, sed, falta de ropa y toda clase de miseria a los enemigos que Yavé enviará contra ti. Ellos pondrán sobre tu cuello un yugo de hierro hasta que te destruyan del todo.
49 Yavé hará venir contra ti de un país remoto, como un vuelo de águila, a un pueblo cuya lengua no entenderás.
50 Ese pueblo cruel no tendrá respeto por el anciano ni compasión del niño.
51 Devorará las crías de tus ganados y los frutos de tus cosechas, para que así perezcas, pues no te dejará trigo, ni vino, ni aceite, ni las crías de tus vacas y de tus ovejas, hasta acabar contigo.
52 Te asediarán en todas tus ciudades, hasta que caigan en todo tu país las murallas más altas y fortificadas en las que tú ponías tu confianza. Quedarás sitiado dentro de tus ciudades en todo el país que te da Yavé, tu Dios.
53 Te comerás el fruto de tus entrañas, la carne de tus hijas e hijos que te haya dado Yavé, en el asedio y angustia a que te reducirá tu enemigo.
54 El hombre más refinado de tu pueblo se esconderá de su hermano e incluso de su esposa y de los hijos que le queden,
55 negándose a compartir con ellos la carne de los hijos que se estará comiendo, porque nada le quedará durante el asedio y la angustia a que tu enemigo te reducirá en todas tus ciudades.
56 La mujer más tierna y delicada de tu pueblo, tan delicada y tierna que hacía ademanes para posar en tierra la planta de su pie, se esconderá del hombre que se acuesta con ella, e incluso de su hijo o de su hija,
57 mientras come la placenta salida de su seno y a los hijos que dio a luz, por falta de todo otro alimento, cuando tu enemigo te sitie en tus ciudades y te reduzca a la más extrema miseria.
58 Si no guardas ni pones en práctica las palabras de esta Ley tales como están escritas en este libro, y no temes a ese Nombre glorioso y terrible, a Yavé, tu Dios,
59 él te castigará, a ti y a tus descendientes, con plagas asombrosas, plagas grandes y duraderas, enfermedades malignas e incurables.
60 Hará caer sobre ti todas las plagas de Egipto, a las que tanto miedo tenías; y se apegarán a ti.
61 Más todavía, todas las enfermedades y plagas que no se mencionan en este libro de la Ley, te las mandará Yavé hasta aniquilarte.
62 Por no haber obedecido a la voz de Yavé, tu Dios, no quedarán más que unos pocos de ustedes, que eran tan numerosos como las estrellas del cielo.
63 Sucederá, pues, que de la misma manera que Yavé se complacía en hacerles el bien y en multiplicarlos, así se complacerá en perseguirlos y destruirlos. Serán arrancados de la tierra en la que entran para conquistarla.
64 Yavé te dispersará entre todos los pueblos, de un extremo a otro de la tierra, y allí servirás a otros dioses, de madera y de piedra, que ni tú ni tus padres han conocido.
65 En aquellas naciones no encontrarás paz ni estabilidad. Yavé te dará allí un corazón cobarde, atemorizado e inquieto de día y de noche.
66 Tu vida estará ante ti como pendiente de un hilo y andarás asustado de noche y de día.
67 Por la mañana dirás: “¡Ojalá fuera ya de noche!”, y por la noche dirás: “¡Ojalá estuviéramos ya a la mañana!”, a causa del miedo que estremecerá tu corazón, al contemplar lo que verán tus ojos.
68 Yavé te volverá a llevar a Egipto por tierra y por mar, a pesar de que te dijo: “No volverás a verlos.” Allí ustedes querrán venderse a sus enemigos como esclavo y como sirvientas, pero no habrá comprador.
69 Estas son las palabras de la Alianza que Yavé mandó a Moisés ratificar con los hijos de Israel en el país de Moab, además de la que hizo con ellos en el Horeb.»

**
Comentarios Deuteronomio, capítulo 28
28,1

A menudo pedimos que un sacerdote bendiga o “bautice” casa, barco, máquina, nuevo equipo colectivo. La palabra “bendecir”, o sea, decir-bien, reúne varios significados:

Darle las gracias a Dios, de quien nos viene todo.

Decir el bien que Dios piensa de tal o cual adquisición o adelanto; decir todo el fruto que se puede sacar de esa casa, de ese centro deportivo, etc., para el desarrollo humano y espiritual de una persona o de una colectividad.

Pedir al Señor que usemos las cosas según su voluntad, ya que es el único medio para que nos consigan todo el bien que se puede esperar de ellas.

Yavé te construirá, Yavé te colmará. Por supuesto que todo esto se realiza por el buen uso que hacemos nosotros de las cosas: no esperemos milagros. Pero sí sabemos que de los más pobres instrumentos pueden salir maravillas.
Deuteronomio (Dt) Capítulo 29
Otra conclusión
1 Moisés convocó a todo el pueblo de Israel. Les dijo: «Han visto todo lo que Yavé hizo ante sus propios ojos con Faraón, con sus ministros y con todo su país,
2 aquellas grandes plagas que ustedes mismos presenciaron, aquellos prodigios y señales.
3 Pero hasta el día de hoy Yavé no les ha dado corazón para entender, ojos para ver ni oídos para oír.
4 Durante cuarenta años, Yavé los ha hecho caminar por el desierto, sin que se les hayan gastado los vestidos, ni se haya roto de puro viejo el calzado de sus pies.
5 No tenían pan que comer, ni vino o licor fermentado que beber, y así fue como descubrieron que yo, Yavé, soy el Dios de ustedes.
6 Llegamos luego a este lugar, donde nos salieron al encuentro Sijón, rey de Jesbón, y Og, rey de Basán, para pelear contra nosotros,
7 pero los derrotamos a todos y nos apoderamos de sus tierras, que dimos a Rubén, a Gad y a la media tribu de Manasés.
8 Guarden, pues, las condiciones de esta Alianza y pónganlas en práctica, para que tengan éxito en todas sus empresas.
9 Aquí están todos hoy, en presencia de Yavé, su Dios: sus jefes, sus tribus, sus ancianos, sus oficiales, todos los hombres de Israel,
10 con sus hijos, hijas y esposas. También el forastero que vive en tu campo para cortar la leña o para acarrear agua.
11 Ha llegado la hora de entrar en la Alianza de Yavé, tu Dios, mediante el juramento.
12 El quiere hacer de ti su pueblo y ser, él, tu Dios, como te lo dijo y como lo juró a tus padres, Abrahán, Isaac y Jacob.
13 Y no sólo con ustedes hago yo hoy esta alianza y este juramento,
14 sino que lo hago también con los que están aquí junto a nosotros en presencia de Yavé y con los ausentes.
15 Bien saben ustedes de qué manera hemos vivido en el país de Egipto y cómo hemos atravesado por medio de otras naciones.
16 Ustedes han visto las abominaciones y los sucios ídolos que guardan ellas: piedra, madera, oro y plata.
17 Ojalá no haya, pues, entre ustedes hombre o mujer, familia o tribu, cuyo corazón se aparte hoy de Yavé para ir a servir a los dioses de esas naciones. Ojalá no broten entre ustedes plantas venenosas y amargas.
18 Si alguien cree que estas maldiciones no lo alcanzarán y se dice a sí mismo: “Haré lo que quiera y no tendré problemas: justos y pecadores perecen juntos.”
19 Yavé no lo perdonará. Su furor y sus celos se encenderán contra este hombre, al que acecharán todas las maldiciones escritas en este libro. Yavé borrará su nombre de debajo de los cielos
20 y lo separará de todas las tribus de Israel para su desgracia, conforme a todas las maldiciones de la Alianza expresadas en este libro de la Ley.
21 Las generaciones futuras, los que nacerán después de ustedes, el extranjero llegado de un país lejano, verán las plagas de esta tierra y las enfermedades con que Yavé la castigará,
22 y dirán: “Azufre, salitre, tierra quemada, eso es su tierra entera; no volverá a ser sembrada, ni germinará más, ninguna hierba volverá a crecer en ella, como en la catástrofe de Sodoma y Gomorra, Adama y Seboyim, que Yavé asoló en su cólera y en su furor.”
23 Todas las naciones preguntarán: ¿Por qué Yavé ha tratado así a este país? ¿Cuál es la causa de tanto enojo?
24 Y contestarán: Esto sucedió porque abandonaron la Alianza que Yavé, Dios de sus padres, pactó con ellos al sacarlos de Egipto;
25 porque se han ido a servir a otros dioses y los han adorado, dioses que no eran suyos y a quienes Yavé no había encargado.
26 Por eso se ha encendido la ira de Yavé contra ese país hasta traer sobre él toda la maldición escrita en este libro.
27 Yavé los arrancó de su suelo con cólera, furor y gran indignación, y los arrojó a otro país, como hoy se puede ver.
28 Las cosas secretas pertenecen a Yavé, nuestro Dios, pero las que nos dio a conocer nos comprometen, a nosotros y nuestros hijos para siempre, y tenemos que poner en práctica todas las disposiciones de esta Ley.

**
Comentarios Deuteronomio, capítulo 29
29,1

Este nuevo discurso fue escrito a la vuelta del destierro, cuando los judíos empezaban a reconstruir su país, decididos a ser, en adelante, fieles a la ley de Yavé.
Deuteronomio (Dt) Capítulo 30
1 Cuando te sucedan todas estas cosas acerca de la bendición o maldición que te he propuesto, te acordarás de ellas en medio de las naciones donde Yavé, tu Dios, te haya arrojado.
2 Volverás a él, tú y tus hijos; escucharás su voz con todo tu corazón y con toda tu alma, obedeciendo todo lo que hoy te mando.
3 Entonces Yavé, tu Dios, hará que vuelvan los cautivos de tu pueblo, tendrá piedad de ti y te reunirá de nuevo de en medio de todos los pueblos donde Yavé te haya dispersado.
4 Aunque tus desterrados estén en el otro extremo de la tierra, de allí te sacará Yavé,
5 y te llevará de nuevo a la tierra que era de tus padres, para que también sea tuya; te hará feliz y te multiplicará más que a tus padres.
Dios no pide cosas imposibles
6 Yavé, tu Dios, circuncidará tu corazón y el corazón de tus descendientes para que ames a Yavé con todo tu corazón y con toda tu alma y para que vivas.
7 Entonces Yavé, tu Dios, hará caer todas estas maldiciones sobre tus enemigos, contra los que te hayan perseguido porque te odian.
8 Tú volverás a escuchar a Yavé y pondrás en práctica todos sus mandamientos, que yo te prescribo hoy.
9 Yavé, tu Dios, te dará abundante prosperidad en todo lo que hagas, multiplicará a tus hijos y las crías de tus ganados; tu tierra será fecunda y tendrás de todo en abundancia. De nuevo se complacerá Yavé en tratarte bien, como hizo con tus padres,
10 porque tú habrás vuelto a Yavé, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, y guardarás sus mandamientos y sus normas, en una palabra, lo que está escrito en el libro de esta Ley.
11 Este mandamiento que yo te doy no es superior a tus fuerzas ni está fuera de tu alcance.
12 No está en el cielo, para que puedas decir: “¿Quién subirá al cielo y nos lo traerá? Entonces escucharemos y lo pondremos en práctica.”
13 Tampoco está al otro lado del mar, para que tengas que decir: “¿Quién pasará hasta el otro lado y nos lo traerá? Entonces escucharemos y lo pondremos en práctica.”
14 Todo lo contrario, mi palabra ha llegado bien cerca de ti; ya la tienes en la boca y la sabes de memoria, y sólo hace falta ponerla en práctica.
¡Escoge el camino de la vida!
15 Mira que te he ofrecido en este día el bien y la vida, por una parte, y por la otra, el mal y la muerte. Lo que hoy te mando es que tú ames a Yavé, tu Dios, y sigas sus caminos.
16 Observa sus preceptos, sus normas y sus mandamientos, y vivirás y te multiplicarás, y Yavé te dará su bendición en la tierra que vas a poseer.
17 Pero, si tu corazón se desvía y no escuchas, sino que te dejas arrastrar y te postras ante otros dioses para servirlos,
18 yo declaro hoy que perecerás sin remedio. No durarás largo tiempo en el país que vas a ocupar al otro lado del Jordán.
19 Que los cielos y la tierra escuchen y recuerden lo que acabo de decir; te puse delante la vida o la muerte, la bendición o la maldición. Escoge, pues, la vida para que vivas tú y tu descendencia.
20 Ama a Yavé, escucha su voz, uniéndote a él, para que vivas y se prolonguen tus días, mientras habites en la tierra que Yavé juró dar a tus padres, Abrahán, Isaac y Jacob.»

**
Comentarios Deuteronomio, capítulo 30
30,6

Este mandamiento no es superior a tus fuerzas (11). La obediencia a la voluntad de Dios es de por sí el camino más llano para el hombre sincero. La palabra está cerca de ti, para que la pongas en práctica (30,14); sin embargo, el hombre no la pondrá en práctica antes de haber recibido la “circuncisión del corazón.” Yavé circuncidará tu corazón (6), o sea, lo hará santo y puro. Ver Ez 36,26-27.

Pocas páginas de la Biblia recalcan tan insistentemente y con voz tan persuasiva el amor de Yavé, amor celoso que proviene de su deseo de hacernos felices.
30,15

Este párrafo de “los dos caminos” es muy célebre: ha sido retomado y desarrollado en muchos escritos. Reafirma la importancia de nuestras libres decisiones: Dios no nos construye sin nosotros. Toda nuestra suerte se juega en la vida presente: soñar con otras existencias en las que uno podría rescatarse es huir de su responsabilidad (véase también Sir 15,11).

A lo largo del Deuteronomio la fidelidad a Dios se afirma con el recuerdo de sus promesas y de sus recompensas acá en la tierra. Esto no debe extrañarnos. En aquellos tiempos lejanos el pueblo de Dios todavía no entendía de la otra vida. Solamente se fijaban en la vida presente y en el destino nacional, más importante a sus ojos que el de las personas. Para ellos la justicia de Dios debía verificarse en el tiempo presente.

Más tarde, el Evangelio no prometerá campos ni casas sino en estilo figurado (Mc 10,28). Y no se hablará más de prosperidad sino para este día final en que Dios recreará el mundo (He 3,21 y Ap 21,3).
Deuteronomio (Dt) Capítulo 31
Josué sucesor de Moisés
1 Moisés fue a decir estas palabras a todo Israel. Luego les dijo:
2 “Tengo ya ciento veinte años. Ya se me van las fuerzas y Yavé me advirtió que no pasaría el río Jordán.
3 Pero ahora Yavé, tu Dios, irá delante de ti; él destruirá a tu vista estas naciones y tú las desalojarás. Es Josué quien estará al frente de ustedes, como ya lo tiene dicho Yavé.
4 Yavé tratará a estas ciudades tal como trató a Sijón y a Og, los reyes amorreos, y a su país, a los cuales destruyó.
5 Así, pues, cuando les haya entregado estas naciones ustedes harán lo mismo, según les tengo mandado.
6 Sean valientes y firmes, no teman ni se asusten ante ellos, porque Yavé, tu Dios, está contigo; no te dejará ni te abandonará.”
7 Después de esto, Moisés llamó a Josué y le dijo en presencia de todo Israel: “Sé valiente y firme, tú entrarás con este pueblo en la tierra que Yavé, hablando a sus padres, juró darles; y sortearás la parte que le corresponderá a cada uno.
8 Yavé irá delante de ti. El estará contigo; no te dejará ni te abandonará. No temas, pues, ni te desanimes.”
9 Moisés puso esta Ley por escrito y se la entregó a los sacerdotes, hijos de Leví, que llevaban el Arca de la Alianza de Yavé, así como también a todos los jefes de Israel,
10 dándoles esta orden: “Cada siete años, en el año de la Remisión, en el tiempo fijado que es la fiesta de las Tiendas,
11 cuando todo Israel se junte para presentarse ante Yavé en el lugar elegido por él, ustedes leerán esta Ley en presencia de todo Israel.
12 Reúne al pueblo, hombres, mujeres y niños, y al forastero que vive en tus ciudades, para que escuchen, aprendan a temer a Yavé y cuiden de poner en práctica todas las palabras de esta Ley.
13 Tus hijos, que todavía no la conocen, la oirán y aprenderán a temer a Yavé, tu Dios, todos los días que vivan en el país que vas a conquistar después de pasar el Jordán.
14 Yavé dijo a Moisés: “Ya se acerca el día en que vas a juntarte con tus padres. Llama a Josué y preséntense los dos en la Tienda de las Citas, para que yo le dé mis órdenes.” Moisés fue con Josué y se presentaron en la Tienda de las Citas.
15 Yavé se les apareció en la Tienda, en la columna de nube; la columna estaba a la entrada de la Tienda. Y Yavé dijo a Moisés:
16 “Apenas hayas ido a descansar con tus padres, este pueblo empezará a rebelarse y se prostituirá siguiendo a dioses extraños. Me abandonarán y romperán la Alianza que tengo pactada con ellos.
17 Aquel día me enojaré contra ellos, los abandonaré y les ocultaré mi rostro; entonces no les quedará más que ser devorados, y los alcanzarán muchos males y adversidades. Aquel día dirán: ¿No me habrán llegado estos males porque mi Dios ya no está en medio de nosotros?
18 Pero yo ocultaré mi rostro aquel día a causa de todo el mal que habrán hecho yéndose detrás de otros dioses.
19 Escribe, pues, este libro y enséñaselo a los hijos de Israel para que lo recen de memoria. Este cántico me servirá de testimonio contra los hijos de Israel.
20 Pues los estoy llevando a la tierra que bajo mi juramento prometí a sus padres, tierra que mana leche y miel, y ellos, después de comer hasta saciarse y engordar bien, se volverán hacia otros dioses, les darán culto y a mí me despreciarán y romperán mi Alianza.
21 Y cuando les sucedan males y calamidades sinnúmero, este cántico dará testimonio contra ellos, ya que sus descendientes no lo olvidarán. Pues conozco esa gente y no se me escapan sus malas disposiciones cuando todavía no han entrado en la tierra que les tengo prometida.”
22 Moisés, pues, escribió aquel día este cántico y se lo enseñó a los hijos de Is rael.
23 Luego dio orden a Josué, hijo de Nun: “Sé valiente y firme, porque tú llevarás a los hijos de Israel a la tierra que les tengo prometida, y yo estaré contigo.”
24 Cuando terminó de escribir en un libro las palabras de esta Ley,
25 Moisés dio esta orden a los levitas que llevaban el Arca de la Alianza de Yavé:
26 “Tomen el libro de esta Ley y pónganlo al lado del Arca de la Alianza de Yavé, nuestro Dios. Allí quedará como testimonio contra ustedes.
27 Porque yo conozco su espíritu rebelde y su cabeza dura. Si hoy, que vivo yo entre ustedes, son rebeldes a Yavé, ¿cuánto más lo serán después de mi muerte?
28 Reúnan junto a mí a todos los ancianos y los oficiales de todas las tribus, que voy a pronunciar en sus oídos estas palabras, y pediré al cielo y la tierra que sean testigos contra ellos.
29 Porque sé que después de mi muerte obrarán perversamente y se apartarán del camino que les he señalado, y la desgracia vendrá sobre ustedes en el futuro por haber hecho lo que es malo a los ojos de Yavé, enojándolo con sus obras.”
30 Luego, ante toda la asamblea de Israel, Moisés recitó este cántico hasta el fin:

**
Comentarios Deuteronomio, capítulo 31
31,1

Los últimos capítulos contienen varios recuerdos referentes a Moisés.

El cántico del capítulo 32 es el canto al amor incesante de Yavé, que conduce toda la historia de Israel.

— Yavé elige a Israel (7-9).

— Lo conduce por el desierto hacia la tierra prometida (10-14).

— Israel satisfecho rechaza a Dios y se hace ídolos (15,18).

— Yavé se convierte en adversario de Israel (22-30).

— El pueblo, humillado y desterrado, debe contar con la compasión de Yavé, que al final lo liberará y lo hará triunfar de los malos (31-43).

Fija las fronteras de los pueblos según el número de los hijos de Dios. No siempre los israelitas veían en forma negativa a los pueblos que los rodeaban. Sus dioses no eran Dios, como lo era Yavé. Solamente eran hijos de Dios, o sea seres divinos, o ángeles de Yavé. El les había encargado a cada uno su pueblo, reservándose para sí mismo a Israel.
Deuteronomio (Dt) Capítulo 32
Cántico de Moisés
1 “Cielos, presten oídos, que voy a hablar, y la tierra toda escuche las palabras de mi boca.
2 Como lluvia se derrame mi doctrina,
2 caiga como rocío mi palabra,
2 como suave lluvia sobre la verde hierba,
2 como aguacero sobre el césped.
3 Voy a proclamar el nombre de Yavé:
3 ¡alaben a nuestro Dios!
4 El es la Roca, cuya obra es perfecta,
4 y todos sus caminos son justicia.
4 Es Dios leal, enemigo del mal,
4 es recto y justo.
5 Se portaron mal con él, ¡hijos indignos!
5 generación perversa y depravada.
6 ¿Así pagas a Yavé,
6 pueblo tonto y estúpido?
6 ¿No es él tu Padre, el que te creó,
6 el que te hizo y te estableció?
7 Acuérdate de los días pasados,
7 recuerda las generaciones anteriores.
7 Interroga a tu padre, que te cuente,
7 a tus ancianos, que te expliquen.
8 Cuando el Altísimo dio a cada pueblo su tierra,
8 cuando repartió a los hijos de Adán,
8 fijó las fronteras de los pueblos
8 según el número de los Hijos de Dios.
9 Pero la parte de Yavé fue su pueblo,
9 Jacob fue su propio dominio.
10 Lo encontró en el desierto,
10 en la soledad rugiente,
10 y lo cubrió, lo alimentó,
10 lo cuidó como a la niña de sus ojos.
11 Como un águila cubre a sus polluelos,
11 y revolotea sobre ellos,
11 así él extendió sus alas y lo tomó
11 y lo llevó sobre sus plumas.
12 Sólo Yavé lo guiaba,
12 no estaba con él ningún dios ajeno.
13 Lo estableció en las tierras altas,
13 lo alimentó de los frutos del campo,
13 le dio a gustar la miel de una peña
13 que sale como aceite del hueco de la roca,
14 la crema de la vaca y la leche de las ovejas,
14 la grasa de los corderos,
14 y la flor de los granos de trigo;
14 tuvo por bebida el jugo de la uva.
15 Comió el Regalón y se sació,
15 engordó Israel y dio coces,
15 rechazó a Dios, que lo formó,
15 despreció a su Roca, que lo salvó.
16 Despertaron sus celos con dioses ajenos,
16 lo irritaron con sus ídolos.
17 Sacrificaron, no a Dios, sino a demonios.
17 a dioses que no eran suyos,
17 dioses nuevos, recién llegados,
17 a los que nunca veneraron sus padres.
18 ¿Cómo? Olvidas a la Roca que te creó,
18 ignoras al Dios que te engendró?
19 Yavé lo ha visto, y desprecia
19 a sus hijos e hijas que lo han ofendido.
20 Les voy a esconder mi rostro,
20 a ver qué será de ellos.
20 Estos son una generación perversa,
20 hijos de los que uno no se puede fiar.
21 Me pusieron celoso con lo que no es Dios,
21 me molestaron con cosas que no sirven.
21 Por eso yo los pondré celosos
21 de una gente que no es pueblo,
21 y los molestará una nación que no sirve.
22 ¡Miren que saltó fuego de mi cólera
22 y la llama consume hasta el mundo de abajo,
22 devora la tierra y sus frutos,
22 abrasa los cimientos de los cerros!
23 Descargaré mis plagas sobre ellos
23 y agotaré en ellos mis dardos.
24 Los consumirán el hambre, la peste
24 y las fiebres mortales.
24 Dientes de fiera mandaré contra ellos,
24 y el veneno de los reptiles.
25 Por fuera la espada hará estragos
25 y dentro reinará el espanto.
25 Caerán sobre el joven y la doncella,
25 el niño de pecho y el viejo encanecido.
26 ¿Acaso diré: A polvo los reduciré,
26 borraré su recuerdo de en medio de los hombres?
27 Temo que se jacten sus enemigos,
27 ya que no entenderían
27 y dirían: “Les ganamos nosotros,
27 no es Yavé quien lo hizo.”
28 Israel no sabe conducirse
28 y no hay en ellos sensatez.
29 Si fueran inteligentes, lo entenderían,
29 y sabrían en qué van a parar:
30 Un solo enemigo persigue a mil de ellos
30 y dos ponen en fuga a diez mil,
30 ¿no será porque su Roca los ha vendido,
30 porque Yavé los ha entregado?
31 El enemigo, su roca no es como nuestra Roca,
31 no hay sabiduría en nuestros adversarios.
32 Porque su viña es viña de Sodoma
32 y de las plantaciones de Gomorra
32 uvas venenosas son sus uvas,
32 racimos amargos sus racimos.
33 Su vino es veneno de serpiente,
33 mortal ponzoña de áspid.
34 ¿Qué suerte les tengo reservada,
34 sellada y guardada junto a mí?
35 ¡A mí la venganza y la sanción
35 en el momento que su pie vacile!
35 Pues se acerca el día de su ruina,
35 y pronto llega su fin.
36 Porque Yavé hará justicia a su pueblo
36 y se apiadará de sus siervos,
36 cuando vea que su fuerza se agota,
36 que no queda ya ni hombre libre ni esclavo.
37 Y les dirá: ¿Dónde están sus dioses,
37 la roca en la que buscaban su refugio,
38 los que comían la grasa de sus sacrificios
38 y bebían el vino de sus ofrendas?
38 ¡Que se levanten y los salven a ustedes!,
38 ¡sean ellos su amparo y refugio!
39 Vean ahora que Yo, sólo Yo soy,
39 y que no hay más Dios que yo.
39 Yo doy la muerte y la vida,
39 yo hiero, y soy yo mismo el que sano,
39 y no hay quién se libre de mi mano.
40 Sí, yo alzo al cielo mi mano y digo:
40 “Tan cierto como vivo yo para siempre,
41 afilaré la punta de mi espada,
41 y mi mano empuñará el Juicio;
41 me vengaré de mis adversarios,
41 y daré el pago a quienes me aborrecen.
42 Embriagaré de sangre mis saetas,
42 y mi espada se hartará de carne:
42 sangre de muertos y cautivos,
42 cabezas de caudillos enemigos.
43 ¡Que los cielos festejen a su pueblo!
43 ¡Hijos de Dios, póstrense ante él!
43 Porque él venga la sangre de sus siervos
43 y devuelve la venganza a sus adversarios,
43 mientras purifica la tierra de su pueblo.”
44 Moisés pronunció las palabras de este cántico ante el pueblo que lo escuchaba, y Josué, hijo de Nun, estaba con él.
45 Cuando Moisés acabó de pronunciar estas palabras a todo Israel, les dijo:
46 “Estén bien atentos a todas estas palabras que contienen mi declaración contra ustedes, y digan a sus hijos que cuiden de ponerlas todas en práctica.
47 Porque no es cosa de poca importancia: esta palabra es su vida y, por ella, ustedes prolongarán sus días en el país que van a conquistar después de pasar el Jordán.”
48 Yavé habló a Moisés en aquel mismo día y le dijo:
49 “Sube a los cerros de los Abarim, en el país de Moab, frente a Jericó, y contempla la tierra de Canaán que yo doy a los hijos de Israel. Morirás en el cerro al que vas a subir,
50 y te reunirás con tus padres, igual que tu hermano Aarón, que murió en el cerro de Hor y fue a reunirse con los suyos.
51 Bien sabes que han desconfiado de mí en las aguas de Meribá, en el desierto de Zin, cuando no me proclamaron frente al pueblo.
52 Por eso no entrarás en la Tierra; sólo la contemplarás de lejos.”
Deuteronomio (Dt) Capítulo 33
Las bendiciones de Moisés
1 Estas son las bendiciones que Moisés dio a los hijos de Israel antes de morir. Dijo:
2 “Yavé ha salido del Sinaí; para ellos se ha levantado sobre el horizonte de Seír; resplandeció desde el monte Parán; para ellos llegó a Meriba de Cadés acompañado de sus ángeles.
3 Yavé ama a todos los pueblos, pero en su mano está el pueblo de sus santos. Ahí están, postrados a sus pies, esperando sus instrucciones.
4 Moisés nos dio la Ley que es la herencia de la asamblea de Jacob;
5 Israel tenía un rey cuando estaban reunidos los jefes y las tribus de Israel eran unidas.
6 Viva Rubén y no muera, a pesar de que sus hijos son tan escasos.
7 Aquí está lo que dijo para Judá: Escucha, Yavé, la voz de Judá y haz que se junte a su pueblo. Sus manos lucharán y tú lo ayudarás contra sus adversarios.
8 Dijo para Leví: Tus Tumim y tus Urim, oh Yavé, están en manos del que te es fiel, a quien probaste en Masa y al que reprochaste en Meribá.
9 El que fue capaz de decir a sus padres: “A ustedes no los conozco”; y no les hizo caso a sus hermanos e hijos. Están a cargo de tus palabras y cuidan de tu Alianza.
10 Ellos enseñan a Jacob tus decisiones, a Israel tu Ley. Hacen subir hacia ti el olor del incienso y ponen las ofrendas en tu altar.
11 Bendice, ¡oh, Yavé!, su valentía y acepta su servicio. Hiere en el dorso a los que contra él se alcen y que sus enemigos no se levanten jamás.
12 Dijo para Benjamín: Amado de Yavé, descansa confiado en el que lo protege desde las lomas en que tiene su santuario.
13 Dijo para José: ¡Que Yavé bendiga su tierra con el rocío del cielo y las aguas que surgen del abismo,
14 los frutos que madura el sol y lo que hace germinar la luna,
15 lo mejor de los viejos montes y de las antiguas lomas,
16 la tierra generosa y las cosechas abundantes! ¡Descienda sobre la cabeza de José la bendición del que se apareció en la zarza, pues es el elegido entre sus hermanos!
17 José es su toro primogénito: ¡gloria a él! Son sus cuernos, cuernos de búfalo, con los que hiere a todos los pueblos hasta los confines de la tierra. ¡Miren las muchedumbres de Efraím y los millares de Manasés!
18 Dijo para Zabulón: Sé feliz, Zabulón, cuando viajes, y tú, Isacar, en tus tiendas.
19 Ellos llamarán a los pueblos a la montaña sagrada, ahí ofrecerán sacrificios justos, pues gozan de las riquezas del mar y los tesoros escondidos en la arena.
20 Dijo para Gad: ¡Bendito el que ensanche a Gad. Como leona se halla tumbado y desgarra el brazo y la cabeza!
21 El escogió la parte mejor, la parte que fue reservada para el jefe. Encabeza el pueblo, pues ha cumplido la justicia de Yavé y sus decisiones respecto a Israel.
22 Dijo para Dan: Dan es un cachorro de león que salta de Basán.
23 Dijo para Neftalí: Neftalí es colmado de favores, lleno de la bendición de Yavé. ¡Extiéndete hacia el sur y hacia el mar!
24 Dijo para Aser: Bendito sea Aser entre los hijos.
25 Sea él preferido entre sus hermanos y meta sus pies en el aceite. Sean de hierro y bronce tus cerrojos. Seas fuerte mientras vivas.
26 Nadie hay como Dios ¡oh, Israel!, el que atraviesa los cielos para socorrerte, cabalgando majestuoso sobre las nubes.
27 El Dios eterno es tu refugio, te protegen sus brazos para siempre. Arroja ante ti al enemigo y te dice: Acaba con él.
28 Israel habita seguro. La fuente de Jacob corre aparte en una tierra de trigo y de vino, y le llega rocío del cielo.
29 Feliz eres, ¡oh, Israel! ¿Quién semejante a ti, pueblo salvado por Yavé? El es el escudo que te ampara, la espada que te da la victoria. Tus enemigos quisieran apaciguarte, pero tú, al fin, les pisas el cuello.”

**
Comentarios Deuteronomio, capítulo 33
33,1

Las bendiciones de Moisés deben ser comparadas con las de Jacob (Gén 49). Tenemos aquí un anuncio poético del destino de las doce tribus, pero que es más tardío, probablemente fue escrito poco antes del cautiverio.
Deuteronomio (Dt) Capítulo 34
La muerte de Moisés
1 Moisés subió del llano estéril de Moab al cerro de Nebo, a la cumbre de Pisga, frente a Jericó, y Yavé le mostró toda la Tierra: de Galaad hasta Dan,
2 todo Neftalí, la tierra de Efraím y de Manasés, toda la tierra de Judá, hasta el mar occidental,
3 el Negueb, la llanura, el valle de Jericó, ciudad de las Palmeras, hasta Soar.
4 Y le dijo Yavé: “Esta es la tierra que prometí a Abrahán, a Isaac y a Jacob, y juré que se la daría a su descendencia. Dejo que la veas con tus propios ojos, pero no entrarás en ella.”
5 Allí murió Moisés, siervo de Yavé, en el país de Moab, conforme Yavé lo había dispuesto.
6 Lo sepultaron en el valle, en el país de Moab frente a Baal Peor, pero nadie hasta hoy ha conocido su tumba.
7 Tenía Moisés ciento veinte años cuando murió. No había perdido su vigor y sus ojos veían aún claramente.
8 Los hijos de Israel hicieron duelo por él en los campos de Moab; durante treinta días estuvieron en duelo.
9 Pero tenían a Josué, hijo de Nun, el cual quedó lleno del espíritu de sabiduría porque Moisés había puesto sus manos sobre él. Los hijos de Israel le obedecieron y actuaron en todo según Yavé había ordenado a Moisés.
10 No ha vuelto a surgir en Israel profeta semejante a Moisés. Con él, Yavé había tratado cara a cara.
11 ¡Cuántos milagros y maravillas hizo en Egipto contra Faraón, contra su gente y todo su país!
12 ¡Qué mano tan poderosa y qué autoridad para obrar estos prodigios a los ojos de todo Israel!

**
Comentarios Deuteronomio, capítulo 34
34,1

El libro concluye con la muerte de Moisés. Hay algo grandioso en este fin solitario del jefe y fundador de Israel que Dios había apartado, de alguna manera, de sus hermanos, al confiarle sus secretos y darle su propia autoridad. Moisés ha tenido que sobrellevar solo ante Dios la responsabilidad y la carga de Israel, hasta identificarse con él.

No ha vuelto a surgir en Israel profeta semejante a Moisés (10). Toda la fe nuestra se afirma en la revelación del Dios único a Moisés y la elección de Israel bajo su patrocinio. Pero no por eso se ha cerrado la revelación. Israel sabe que no ha vuelto a surgir un profeta como Moisés, pero se sigue esperando un profeta semejante a él (18,18). O sea, que la fe no se encierra en la fidelidad a un libro, sino que el pueblo de Dios sigue descubriendo los caminos de Dios. Los contemporáneos de Jesús reconocieron en él al Profeta esperado, pero también nosotros seguimos de cara al porvenir pues nuestra fe se arraiga en el sentir de la Iglesia y, con ella, descubrimos permanentemente la enseñanza del Espíritu.