La Biblia Latinoamericana
作者:神与人
Esdras (Esd)
Introducción Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3
Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7
Capítulo 8 Capítulo 9 Capítulo 10  
Esdras (Esd) Introducción
El Judaísmo
Esdras y las Crónicas
La deportación a Babilonia de las elites del pueblo de Judá, en los años 606 y 587, puso fin a la nación de Israel en la tierra de Palestina. La mayor parte de ese pueblo, las tribus del norte: Efraím, Manasés y las otras menos importantes, habían ya dejado de existir como “reino de Israel” después de las deportaciones asirias de los años 634 y 621.
Cuando el persa Ciro se apoderó de Babilonia, su edicto del año 538 invitó a los deportados de Judá a reconstruir, no ya su reino, sino una provincia persa de Jerusalén. Pero nada parecido ocurre con las tribus del norte. Estas nunca pudieron imponer su cultura y su religión a los cananeos y a los nuevos inmigrantes con los cuales se habían mezclado (2Re 17,24-34).
La historia de Israel en Palestina será en adelante la de la provincia de Judá, y de la palabra Judeo se derivó la palabra Judío. La comunidad religiosa y cultural que va a nacer y desarrollarse, será conocida por la historia como el Judaísmo.
Las Crónicas y los libros de Esdras son los testimonios de la formación del Judaísmo. Estos libros, que sólo entraron muy tardíamente a la Biblia hebrea, son inseparables.
Esdras y Nehemías
No es fácil discernir lo que corresponde a cada uno de estos dos hombres. Además de las otras razones que pudieron inducir al autor a mezclar la obra de los dos, se dejó engañar por el hecho de que sus documentos mencionaban en diversos lugares al rey Artajerjes (Esd 4; 7; 8,1; Ne 1; 2; 5; 13...) como si hubiera sido uno solo. Ahora bien, hubo dos reyes con ese nombre: Artajerjes I que reinó de 465 a 423, y Artajerjes II, de 404 a 358.
Lo más probable es que Nehemías haya llegado a Jerusalén el 445 y que volvió donde el rey el 433. Luego regresó para una segunda misión en una época no determinada. Tal vez ya no estuviera cuando reinó Darío II (423-404). Y fue sólo el séptimo año de Artajerjes II (Esd 7,8), o sea el 398, cuando Esdras llegó a Jerusalén.
Las etapas de la reconstrucción de un pueblo
El decreto de Ciro del 538 fue un signo de su benevolencia con las diferentes culturas y religiones de los pueblos que había reunido en su inmenso imperio. Pero había también intenciones políticas. Sea como fuere, no se equivocó al confiar en los judíos. Los judíos que habían ya emigrado a muchas regiones del Medio Oriente habían adquirido la fama de personas más confiables. La reconstrucción del pueblo de Dios será, pues, tanto fruto de la pedagogía de Dios en los siglos anteriores como producto de las circunstancias que Dios había previsto en la historia mundial.
Zorobabel
Una primera ola de deportados regresa al país de Judá y se esfuerza por abrirse un espacio allí donde otros han ocupado los espacios abandonados. Zorobabel, un descendiente de Joaquín, el último rey, se destaca entre los exiliados y toma la iniciativa de reconstruir el Templo, aunque sólo levanta una pobre réplica de éste. El asunto no era tan simple como parecía (Esd 4,1-6). Los profetas Ageo y Zacarías estimulan el trabajo. El templo es reconstruido el año 520 (Ag 1,1; Za 1,1). Ésa fue una primera etapa.
Nehemías
La reconstrucción del Templo produjo roces entre los repatriados y el pueblo que se había quedado en el país. Cuestión de intereses, es cierto, por el temor de los que estaban ante la llegada de grupos más motivados y que contaban con el apoyo del rey. Pero también cuestión religiosa, porque si el pueblo de Dios ya no se identifica con una nación ni con un territorio, hay que fijar de nuevo los criterios de pertenencia a la comunidad.
Transcurrieron así cerca de ochenta años. El entusiasmo de los repatriados decayó, la moralidad se rebajó al nivel mismo de la población del país. Los profetas Zacarías, Malaquías y el tercer Isaías denuncian las mismas fechorías que los profetas anteriores.
Es entonces cuando Nehemías se siente llamado. Comprende que la comunidad no será respetada si no tiene fronteras. No pretende independizarse del imperio persa, pero se necesitan murallas para hacer frente a las amenazas y violencias de los poderes intermediarios y de los vecinos. Luego, será necesario reorganizar la comunidad, exigiendo a los más ricos la solidaridad con sus hermanos necesitados, y respetando la prioridad que se debe al culto divino. La comunidad escapará al peligro de ser asimilada por el medio ambiente merced a barreras que se impondrán de a poco: no habrá más matrimonios mixtos y la familia será judía; se respetará el descanso sabático; el poder civil será responsable de la fidelidad religiosa al igual que los sacerdotes.
Esdras
Esdras llega veinte años después de Nehemías. El Gran Rey quiere que cada pueblo tenga un código de leyes escritas; por eso confía, para los judíos, en un maestro de la Ley. La Ley del pueblo judío estaba toda en los libros sagrados. Aunque no se sabe de forma precisa si Esdras participó personalmente en la redacción de los libros santos, a él se debió su recopilación (Ne 8,1). Él fue quien realmente instauró el “judaísmo” al hacer de la lectura y de la puesta en práctica de esa Ley la regla suprema de la comunidad. El documento que se lee en Ne 10 (el nombre de Nehemías en el versículo 2 es una inserción anacrónica) es la confirmación de lo que éste ya había emprendido.
Con Esdras, que es un sacerdote, y con su misión oficial, los sacerdotes pasan a ser el grupo dominante. Estarán ligados al poder imperial persa y serán los garantes de la estabilidad, lo que, en el plano religioso, contiene una amenaza para el porvenir. Se pensará que la prosperidad del Templo, los sacrificios, la aceptación de la Ley aseguran las correctas relaciones entre Dios y su pueblo. Pero la espera de tiempos nuevos se va debilitando; el profetismo pasa a ser marginal y sus obras tardías se incluirán en los libros anteriores tal como fue el caso de Joel y de la segunda parte de Zacarías.
De ese judaísmo no se renegará, sino que será seriamente cuestionado por la invasión de la cultura helénica, y como una respuesta del alma judía aparecerá el movimiento asideo. Véase al respecto la introducción a Daniel.
Esdras (Esd) Capítulo 1
Ciro autoriza a los judíos para que vuelvan a Jerusalén
1 El primer año de Ciro, rey de Persia, se cumplió la palabra de Yavé proclamada por Jere mías: Yavé despertó el espíritu de Ciro, rey de Persia. Ciro mandó proclamar, tanto de viva voz como por escrito, en su reino, lo siguiente:
2 “Así habla Ciro, rey de Persia: Yavé, el Dios de los Cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra; y ahora me encarga que reconstruya su templo en Jerusalén de Judá.
3 Dios esté con los que pertenecen a su pueblo y que subirán a Jerusalén de Judá para reconstruir el Templo de Yavé, Dios de Israel, el Dios que está en Jerusalén.
4 En todo lugar donde se encuentren estos sobrevivientes, que la gente del lugar les proporcione plata, oro, bienes, ganado y también ofrendas voluntarias para el Templo de Dios, que está en Jerusalén.»
5 Entonces se pusieron en camino los jefes de familia de Judá y de Benjamín, los sacerdotes y los levitas, y todos aquellos a los que Dios había abierto el espíritu para ir a reconstruir el Templo de Yavé en Jerusalén.
6 Todos los que los rodeaban les entregaron su ayuda de diversas formas: dándoles plata, oro, bienes, ganado, gran cantidad de objetos preciosos, además de las ofrendas voluntarias.
7 El rey Ciro tomó los objetos del Templo de Yavé que Nabucodonosor había traído de Jerusalén y que había puesto en el Templo de su dios.
8 Ciro, rey de Persia, los mandó retirar por intermedio del tesorero Mitrídates, quien los contó delante de Sesbasar, príncipe de Judá.
9 Esta es la lista: 30 bandejas de oro, 1.000 bandejas de plata, 29 cuchillos,
10 30 copas de oro, 410 copas de plata de mediana calidad, y 1.000 otros objetos.
11 En total había 5.400 objetos de oro y plata; Sesbasar se llevó todo eso cuando volvieron los desterrados desde Babilonia a Jerusalén.

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Comentarios Esdras, capítulo 1
1,1

Para comprender este capítulo, sera útil leer la Introducción al libro.

Notemos que sólo serán repatriados los que acepten «ser liberados»; no hay ninguna liberación o ayuda exterior que valga para los indiferentes. Vuelven aquellos a quienes Dios había despertado el espíritu.
Esdras (Esd) Capítulo 2
Los que volvieron con Zorobabel
1 Estas son las personas de la provincia de Judá que regresaron del cautiverio; habían sido deportados a Babilonia por Nabucodonosor, rey de Babilonia. Regresaron a Jerusalén y a Judá, cada cual a su ciudad.
2 Llegaron junto con Zorobabel, Josué, Nehemías, Seraías, Relaías, Mardoqueo, Bilsán, Mispar, Bigvay, Rejum y Baana.
2 Lista de los hombres del pueblo de Is rael:
3 los hijos de Pareós: 2.172;
4 los hijos de Sefataías: 372;
5 los hijos de Ará: 775;
6 los hijos de Pajat-Moab (hijos de Josué y Joab): 2.812;
7 los hijos de Elam: 1.254;
8 los hijos de Zatú: 945;
9 los hijos de Zacay: 760;
10 los hijos de Bani: 642;
11 los hijos de Belay: 623;
12 los hijos de Azgad: 1.222;
13 los hijos de Adonicam: 666;
14 los hijos de Bigvay: 2.056;
15 los hijos de Adín: 454;
16 los hijos de Ater (Jejizquía): 98;
17 los hijos de Besay: 323;
18 los hijos de Yora: 112;
19 los hijos de Yasum: 223;
20 los hijos de Gibar: 95;
21 los hijos de Belén: 123;
22 los hombres de Netofa: 56;
23 los hombres de Anatot: 128;
24 los hijos de Azmavet: 42;
25 los hijos de Quiriat-Yearim, Quefira y Beerot: 743;
26 los hijos de Ramá y Gueba: 621;
27 los hombres de Micmas: 122;
28 los hombres de Betel y de Ay: 223;
29 los hijos de Nebo: 52;
30 los hijos de Magbis: 156;
31 los hijos de otro Elam: 1.254;
32 los hijos de Yarim: 320;
33 los hijos de Lod, Yadid y Ono: 725;
34 los hijos de Jericó: 345;
35 los hijos de Senar: 3.630.
36 Los sacerdotes: los hijos de Jedaías (la casa de Josué): 973;
37 los hijos de Imer: 1.052;
38 los hijos de Pasejar: 1.247;
39 los hijos de Yarim: 1.017.
40 Los levitas: los hijos de Josué (Cadmiel, hijos de Hodavía): 74.
41 Los cantores: los hijos de Asaf: 128.
42 Los hijos de los porteros: los hijos de Salum, los hijos de Ater, los hijos de Talmán, los hijos de Acub, los hijos de Atita, los hijos de Sobay: en total 139.
43 Los sirvientes: los hijos de Sijá, los hijos de Asufa, los hijos de Tabaot,
44 los hijos de Querós, los hijos de Sía, los hijos de Padón,
45 los hijos de Lebana, los hijos de Agaba, los hijos de Acub,
46 los hijos de Agab, los hijos de Samlay, los hijos de Janán,
47 los hijos de Guidel, los hijos de Resin,
48 los hijos de Necoda, los hijos de Gazam,
49 los hijos de Uza, los hijos de Pasea, los hijos de Besay,
50 los hijos de Asna, los hijos de los Meunitas, los hijos de los Nefasitas,
51 los hijos de Babuc, los hijos de Jacufa, los hijos de Jarur,
52 los hijos de Baslut, los hijos de Mejida, los hijos de Jarsa,
53 los hijos de Barcos, los hijos de Sisra, los hijos de Tema,
54 los hijos de Nesia, los hijos de Jatifa.
55 Los hijos de los esclavos de Salomón: los hijos de Sotay, los hijos de Ha-Soferet, los hijos de Peruda,
56 los hijos de Yaaba, los hijos de Darcón, los hijos de Guidel,
57 los hijos de Sefatías, los hijos de Jatil, los hijos de Poqueret-Ja-Sabayim, los hijos de Amí.
58 El total de sirvientes e hijos de esclavos de Salomón: 392.
59 Los sobrevivientes que venían de Tel-Mela, de Tel-Jarsa, de Querub, de Addán y de Immner no pudieron decir si sus familias y sus clanes eran de Israel:
60 los hijos de Delaías, los hijos de Tobías, los hijos de Nacoda: 652.
61 Entre los hijos de los sacerdotes, los hijos de Yobaías, los hijos de Jacós, los hijos de Barcilay —ese hombre había adoptado el nombre de Barcilay de Galaad con una de cuyas hijas se había casado—.
62 Todos esos buscaron sus listas genealógicas, pero como no las encontraron, fueron descartados del sacerdocio como impuros.
63 El gobernador les prohibió que comieran alimentos sagrados hasta que un sacerdote solucionara el problema por el Urim y el Tumim.
64 Toda la asamblea era de 42.360 personas,
65 sin contar a los esclavos y a los sirvientes en número de 7.357; también había 200 cantores entre hombres y mujeres,
66 736 caballos, 245 mulas,
67 435 camellos y 6.720 burros.
68 Algunos jefes de familia, al llegar al Templo de Yavé en Jerusalén, hicieron ofrendas voluntarias para el Templo de Yavé, para que se lo reconstruyera en el mismo lugar.
69 Para esa obra depositaron en el tesoro, según los medios de cada cual, 61.000 piezas de oro; 5.000 piezas de plata y 100 túnicas para los sacerdotes.
70 Los sacerdotes, los levitas y una parte del pueblo se quedaron a vivir en Jerusalén; los cantores, los porteros, los sirvientes y todos los demás is raelitas se fueron a vivir a su ciudad.
Esdras (Esd) Capítulo 3
Reconstrucción del altar
1 Los israelitas ya estaban en sus ciudades, cuando, al llegar el séptimo mes, el pueblo se reunió como un solo hombre en Jerusalén.
2 Josué, hijo de Yosadac, y sus hermanos sacerdotes, Zorobabel, hijo de Sealtiel y sus hermanos, se juntaron para reconstruir el altar del Dios de Israel y ofrecer en él holocaustos, tal como está escrito en la ley de Moisés, el hombre de Dios.
3 A pesar del miedo a los paganos, se reconstruyó el altar en el mismo lugar y se ofrecieron en él holocaustos en honor de Yavé: el holocausto de la mañana y el de la tarde.
4 Se celebró la fiesta de los Tabernáculos, tal como está escrito, con el número de holocaustos determinados para cada día.
5 Luego, además del holocausto perpetuo, se ofrecieron los que estaban previstos para los sábados, las lunas nuevas y todas las fiestas en honor de Yavé; se ofrecieron también los holocaustos que cada uno, con toda libertad, quería ofrecer a Yavé.
6 Se comenzó a ofrecer holocaustos a Yavé el primer día del séptimo mes, cuando aún no se habían puesto los cimientos del santuario de Yavé.
7 Dieron dinero a los que trabajaban la piedra y a los carpinteros; víveres, bebidas y aceite a la gente de Sidón y de Tiro para que trajesen madera de cedro. De bían transportarla por mar desde el Líbano hasta Yafo, según la autorización dada por Ciro, rey de Persia.
8 Al segundo año de su llegada al Templo de Dios en Jerusalén, el segundo mes, Zorobabel, hijo de Sealtiel, y Josué, hijo de Yosadac, sus demás hermanos, los sacerdotes, los levitas y todos los que habían regresado del cautiverio a Jerusalén, comenzaron la obra. Encargaron a los levitas de veinte años para arriba que dirigieran la obra del Templo de Yavé.
9 Josué, sus hijos y sus hermanos, Cadmiel y sus hijos, los hijos de Yodabías, se hicieron todos cargo de la dirección de los que trabajaban en el Templo de Dios.
10 Cuando los obreros pusieron los cimientos del Templo de Yavé, se presentaron los sacerdotes revestidos de túnicas con sus trompetas, los levitas hijos de Azaf con sus címbalos, para celebrar a Yavé, tal como lo había ordenado David, rey de Israel.
11 Entonaron este canto para alabar y celebrar a Yavé: «¡Porque es bueno, porque eterno es su amor para con Israel!» Todo el pueblo lanzaba grandes aclamaciones, y daba gracias a Yavé porque se habían puesto los cimientos del Templo de Yavé.
12 Muchas personas de edad, sacerdotes y levitas, jefes de familia que habían conocido el primer templo, lloraban abundantemente mientras se ponían ante su vista los cimientos, pero muchos otros dejaban escapar sus alegres exclamaciones.
13 No se podía distinguir entre el ruido de las aclamaciones alegres y el del llanto del pueblo; eran tales las aclamaciones que se podían oír desde lejos.

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Comentarios Esdras, capítulo 3
3,1

El decreto de Ciro no había modificado la situación política de Palestina, que había pasado a ser una provincia del Imperio. Jerusalén sigue bajo la autoridad de Samaria desde un punto de vista administrativo y la aristocracia samaritana no quiere ser pasada a llevar por los notables de Judá que regresan al país después de cincuenta años de exilio. Esto explica los conflictos entre judíos y samaritanos, los que jamás se apaciguarían.

La restauración del Templo fue para los ju díos una oportunidad para descubrir de nuevo lo que hacía su originalidad entre todas las naciones: ser los servidores del Dios único. También les permitió afirmar su existencia entre los habitantes del país, pues trabajando juntos se forja la unidad.

Se notará que los repatriados al llegar habían ofrecido con generosidad lo necesario para la construcción del Templo (2,68). Sin embargo, pasarán veinte años y será necesaria la intervención de los profetas Ageo y Zacarías para que se concreten los proyectos acordados en el entusiasmo del regreso.
Esdras (Esd) Capítulo 4
Interrupción de los trabajos
1 Los adversarios de Judá y de Benjamín supieron que los que habían vuelto del cautiverio estaban construyendo un templo a Yavé, Dios de Israel.
2 Fueron pues a ver a Zorobabel y a los jefes de familia y les dijeron: «Vamos a construirlo junto con ustedes pues, al igual que ustedes, invocamos a su Dios y le ofrecemos sacrificios desde la época de Asarjadón, rey de Asiria, quien nos desterró para acá».
3 Zorobabel, Josué y los demás jefes de familia de Israel les respondieron: «¡No tenemos que construir junto con ustedes un Templo para nuestro Dios. Nosotros solos construiremos para Yavé, Dios de Israel, tal como nos lo ordenó Ciro, rey de Persia!»
4 La gente del país trató entonces de desanimar al pueblo de Judá y de amenazarlo para impedirle que construyera.
5 Y mientras estuvo Ciro, rey de Persia, y hasta el reinado de Darío, rey de Persia, pagaron a unos consejeros para que hicieran fracasar el proyecto del pueblo de Judá.
Paréntesis en el relato
6 Al comienzo del reinado de Jerjes, mandaron cartas para acusar a los habitantes de Judá y de Jerusalén.
7 En tiempos de Artajerjes, Bislam, Mitrídates, Tabeel y sus demás colegas, le escribieron a Artajerjes, rey de Persia, para acusarlos de nuevo; el texto del documento estaba escrito en arameo, pero lo habían traducido.
8 Luego, el gobernador Rejum y el secretario Simsay escribieron una carta en contra de Jerusalén, destinada al rey Artajerjes:
9 «El gobernador Rejum, el secretario Simsay, y todos sus demás colegas, los jueces y los embajadores, los funcionarios de Persia, la gente de Uruc, de Babilonia y de Susa (es decir, los Elamitas)
10 y los demás pueblos que el gran y célebre Asurbanipal desterró e instaló en las ciudades de Samaría y en las de la provincia que está más allá del Eufrates, escriben esto».
11 Esta es la copia de la carta que mandaron: «Al rey Artajerjes, tus servidores, los hombres que están más allá del Río:
12 Debe saber el rey, que los judíos que se vinieron de tu lado hasta nosotros, llegaron a Jerusalén. Reconstruyeron esa ciudad rebelde y malvada, están levantando de nuevo las murallas y reparando sus cimientos.
13 Pero ha de saber el rey, que si llegan a reconstruir la ciudad y levantan nuevamente sus murallas, no pagarán más tributos, impuestos ni peajes, y por último los reyes saldrán perdiendo.
14 Como nosotros comemos la sal del palacio real, no podemos aguantar viendo el daño que se le hará al rey; es por eso que enviamos esta información al rey.
15 Que se averigüe en los libros en que están guardadas las memorias de tus padres. Allí, en el libro de las memorias, descubrirás y te enterarás que esa ciudad es rebelde y que ha provocado perjuicio a los reyes y a las provincias, y que en los tiempos antiguos nacieron allí muchas revueltas; a eso se debe que haya sido destruida.
16 Le hacemos saber al rey, que si esa ciudad es reconstruida, si son levantadas de nuevo sus murallas, ya no tendrá más territorios a este lado del Río».
17 El rey les mandó esta respuesta: «¡Al gobernador Rejum, al secretario Simsay, y a los otros colegas suyos que viven en Samaría y en la región más allá del Río, salud!
18 La carta que me enviaron ha sido leída delante de mí punto por punto.
19 Se han hecho averiguaciones por orden mía y se ha comprobado que, desde tiempos antiguos, esa ciudad se ha alzado contra los reyes; se han visto allí rebeliones y revueltas.
20 Poderosos reyes reinaron en Jerusalén en la provincia más allá del Río, a los que se les pagaba tributo, impuestos y peaje.
21 Por eso, ordenen que se detenga el trabajo de esa gente; esa ciudad no debe ser reconstruida hasta una nueva orden de mi parte.
22 No descuiden nada en este asunto, no sea que el mal siga en aumento con perjuicio para los reyes».
23 Se leyó la copia de la carta del rey Artajerjes delante de Rejum, del secretario Simsay y de sus colegas. Apenas se terminó la lectura, salieron para Jerusalén y obligaron a los judíos, por medio de la fuerza y de la violencia, a parar los trabajos.
24 Así fue como se suspendieron los trabajos del Templo de Dios en Jerusalén y así se siguió hasta el segundo año del reinado de Darío, rey de Persia.

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Comentarios Esdras, capítulo 4
4,1

Apoyados por el profeta Ageo (Ag 2,10), los judíos rechazan la cooperación samaritana para la construcción del Templo. No querían mezclar lo impuro en esta obra religiosa. Para decirlo con otras palabras, estaban decididos a construir una comunidad cuya base fuera la práctica de la Ley, y no podían aceptar que gente no convertida tuviera derechos sobre el Templo.

Lo mismo hoy, por muy deseosos que estemos de acoger a todos, no podemos entregar las cosas santas ni la dirección de las comunidades a los que no se han convertido, y tampoco aceptar para la Iglesia apoyos políticos que comprometan su libertad.

El relato empezado en 4,1-5 sigue en los capítulos 5 y 6. Los judíos se mantienen firmes y la Providencia los ayuda. Los favorece Tatenai, intendente persa de la provincia de Transeufratina, que abarca toda Palestina con Samaria por capital.
4,6

La carta copiada en 4,6-23 corresponde a una intervención posterior de los notables de Samaria, cuando, años más tarde, los judíos trataron de construir las murallas de Jerusalén.
Esdras (Esd) Capítulo 5
Se reanuda la construcción del Templo
1 Los profetas Ageo y Zacarías, hijo de Iddo, profetizaron para los judíos de Judá y de Jerusalén en nombre del Dios de Israel que estaba con ellos.
2 Entonces Zorobabel, hijo de Sealtiel y Josué, hijo de Yosadac, se decidieron a reiniciar la construcción del Templo de Dios en Jerusalén; los profetas de Dios estaban con ellos y los apoyaban.
3 Fueron a verlos entonces Tatenay, gobernador de la provincia al otro lado del Río, Setar-Boznay y sus colegas. Les preguntaron: «¿Quién les dio permiso para reconstruir ese templo y poner esos tijerales?
4 Dennos los nombres de los que trabajan en esta obra».
5 Pero Dios cuidaba a los ancianos de Judá; pues mientras se enviaba un informe a Darío y se aguardaba su respuesta no se los obligó a suspender el trabajo.
6 Esta es la copia de la carta que escribieron al rey Darío Tatenay, gobernador de la provincia más allá del Río, Setar-Boznay, sus colegas y los responsables de la Provincia:
7 «¡Salud, rey Darío!
8 Ha de saber el rey que fuimos a la provincia de Judá, al Templo del Gran Dios. Se lo construye con piedras talladas y con una armazón de madera puesta sobre el muro. La obra se hace cuidadosamente y va avanzando bien, merced a su trabajo.
9 Interrogamos a los ancianos y les planteamos esta pregunta: ¿Quién los autorizó a reedificar ese Templo y a restaurar ese Santuario?
10 Les pedimos también su nombre y anotamos por escrito los nombres de los responsables para comunicártelos.
11 Esta fue la respuesta que nos dieron: Nosotros somos los servidores del Dios del cielo y de la tierra, y reconstruimos el Templo que fue edificado hace muchos años; un gran rey de Israel lo edificó y terminó.
12 Pero, como nuestros padres provocaron la cólera del Dios del Cielo, éste los dejó caer en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, el caldeo. Demolió este Templo y se llevó al pueblo desterrado a Babilonia.
13 Sin embargo, en el primer año del reinado de Ciro, rey de Babilonia, éste dio su autorización para reconstruir este Templo de Dios.
14 El rey Ciro mandó buscar los objetos de oro y plata del Templo de Dios que Nabucodonosor había traído de Jerusalén y depositado en el templo de Babilonia. Se los pasó a Sesbasar, a quien nombró gobernador,
15 diciéndole: Toma esos objetos y devuélvelos al Templo de Jerusalén, y reconstruye el Templo de Dios en el mismo lugar que tenía antes.
16 Sesbasar vino entonces, puso los cimientos del Templo de Dios en Jerusalén y, desde ese día hasta ahora, la construcción prosigue sin que se la haya terminado todavía.
17 Por eso, si el rey está de acuerdo, ordene buscar en la Casa de los tesoros del rey, allá abajo en Babilonia, si es que hubo una autorización del rey Ciro para reconstruir ese Templo de Dios en Jerusalén. Y el rey nos dirá cuál es su dictamen al respecto».
Esdras (Esd) Capítulo 6
Darío favorece la construcción del Templo
1 Entonces el rey Darío ordenó que se hicieran las averiguaciones en la Sala de los tesoros, donde se conservaban los archivos de Babilonia.
2 En la ciudad fortificada de Ecbatana, en la provincia de los Medos, se descubrió un rollo en el que estaba escrito esto:
3 «El primer año del rey Ciro, el rey Ciro dio esta orden con respecto al Templo de Dios en Jerusalén: El Templo será reconstruido y será un lugar para ofrecer sacrificios. Se pondrán sus cimientos, su altura será de treinta metros y su ancho de treinta metros.
4 Habrá tres bases de piedra por una de madera. Los gastos serán costeados por el palacio real.
5 Los objetos de oro y de plata del Templo de Dios que fueron arrebatados por Nabucodonosor y traídos a Babilonia serán devueltos; serán depositados en la Casa de Dios y cada uno de ellos recuperará su lugar en el Templo de Jerusalén».
6 «Tú, Tatenay, gobernador de la provincia que está más allá del Eufrates, como también Setar-Boznay y los demás, sus colegas, y los jefes de la provincia, retírense de allí.
7 El gobernador de Judá y los ancianos de los judíos reconstruirán el Templo de Dios en el mismo lugar; ¡déjenlos trabajar!
8 Estas son mis órdenes para esa reconstrucción del Templo de Dios que hacen los ancianos de los judíos: Ustedes cubrirán los gastos de esos hombres escrupulosa y regularmente con la parte de los impuestos de la provincia que deben al tesoro real.
9 Proporcionarán cada día sin falta, según lo indiquen los sacerdotes de Jerusalén, todo lo que sea necesario para los holocaustos que se ofrecen al Dios del cielo: novillos, carneros y corderos, trigo, sal, vino y aceite.
10 Ellos ofrecerán sacrificios de agradable olor al Dios del cielo y orarán por la vida del rey y de sus hijos.
11 Además ordeno esto: Si alguien desobedece esta orden, arrancarán una viga de su casa, lo amarrarán a esa viga y su casa será transformada en un montón de escombros.
12 Que el Dios cuyo Nombre habita en el Templo de Jerusalén arrase con cualquier rey o cualquier pueblo que quiera destruir esa Casa, menospreciando este decreto. Yo, Darío, he dado esta orden, la que será ejecutada al pie de la letra».
13 Tatenay, gobernador de la provincia de más allá del Eufrates, Setar-Boznay y sus colegas hicieron exactamente lo que el rey Darío había ordenado.
14 Los ancianos de los judíos prosiguieron la reconstrucción y la obra avanzó rápidamente gracias al profeta Ageo y a Zaca rías, hijo de Iddó; lo edificaron y lo terminaron conforme a las órdenes del Dios de Israel y a las de Ciro y Darío.
15 El Templo de Dios fue terminado el tercer día del mes de Adar, en el sexto año del reinado de Darío.
16 Los israelitas, los sacerdotes, los levitas y los demás desterrados hicieron una gran fiesta para la consagración de ese Templo de Dios.
17 Trajeron para la consagración del Templo cien toros, doscientos carneros y cuatrocientos corderos; ofrecieron doce chivos como sacrificio por el pecado, en nombre de todo el pueblo, según el número de las tribus de Israel.
18 Dispusieron a los sacerdotes según sus grupos y a los levitas según sus clases para asegurar el servicio de Dios en Jerusalén, tal como está escrito en el libro de Moisés.
19 Los que habían sido desterrados celebraron la Pascua el día catorce del primer mes.
20 Todos los levitas se habían purificado; estaban puros e inmolaron la Pascua para todos los desterrados, para sus hermanos sacerdotes y para ellos mismos.
21 Los israelitas que habían vuelto del destierro comieron la Pascua, y junto con ellos, todos lo que habían renunciado a las prácticas impuras de los paganos del país para buscar a Yavé Dios de Israel.
22 Celebraron con alegría durante siete días la fiesta de los panes sin levadura, porque Yavé los había colmado de alegría, pues había tornado favorable para ellos el corazón del rey de Asiria, quien había venido en su ayuda para reconstruir el Templo de Dios, del Dios de Israel.
Esdras (Esd) Capítulo 7
Esdras llega a Jerusalén
1 Después de todo eso, bajo el reinado de Artajerjes, rey de Persia, arribó procedente de Babilonia Esdras, hijo de Seraías, hijo de Azarías, hijo de Hilquías,
2 hijo de Salum, hijo de Sadoc, hijo de Ajitub,
3 hijo de Amarías, hijo de Azarías, hijo de Merayot,
4 hijo de Zeraquías, hijo de Uzi, hijo de Buqui,
5 hijo de Abizúa, hijo de Pinjas, hijo de Eleazar, hijo del sumo sacerdote Aarón.
6 Era un escriba muy instruido en la Ley que Yavé, Dios de Israel, había ordenado por medio de Moisés. Como Yavé su Dios estaba con él, el rey le concedió todo lo que le pedía.
7 Llegaron a Jerusalén, el séptimo año del rey Artajerjes, israelitas, sacerdotes, levitas, cantores, porteros y sirvientes.
8 Esdras llegó a Jerusalén el quinto mes del séptimo año del rey.
9 Había iniciado su salida de Babilonia el día primero del primer mes, y llegó a Jerusalén el día primero del quinto mes, con la ayuda de Dios.
10 Pues efectivamente se había dedicado con todo su corazón al estudio de la Ley de Yavé, a ponerla en práctica y a enseñarle a Israel las leyes y las costumbres.
11 Esta es una copia de la carta que el rey Artajerjes dio a Esdras, el sacerdote escriba (un escriba instruido en las palabras y en las leyes que Yavé había dado a Israel):
12 «Artajerjes, el rey de reyes, a Esdras, el sacerdote, escriba de la Ley del Dios del Cielo.
13 Esta es la orden que doy: todos los hombres, sacerdotes y levitas del pueblo de Israel, que viven en mi reino y que quieran volver a Jerusalén, pueden partir contigo.
14 El rey y sus siete consejeros te envían para que inspecciones Judá y Jerusalén, conforme a la Ley de tu Dios que llevas en tus manos.
15 Tú llevarás el oro y la plata que el rey y sus consejeros ofrecen, con mucho agrado, al Dios de Israel que mora en Jerusalén.
16 Tú llevarás todo el oro y la plata que recolectes en la provincia de Babilonia y las ofrendas que el pueblo y los sacerdotes ofrezcan generosamente para el Templo de su Dios en Jerusalén.
17 Te encargarás de comprar con ese dinero toros, carneros, corderos, ofrendas y libaciones; las ofrecerás en el altar del Templo del Dios de ustedes en Jerusalén.
18 Con lo que sobre de plata y oro, tú y tus hermanos harán lo que le parezca mejor, según la voluntad de su Dios.
19 Depositarás ante el Dios de Jerusalén, para el servicio de su casa, los objetos que te han sido confiados.
20 Si tienes que proporcionar otra cosa aún para la Casa de tu Dios, la tomarás del tesoro real.
21 Yo, el rey Artajerjes, ordeno esto a todos los tesoreros de la provincia de más allá del Eufrates: ejecutarán al pie de la letra todo lo que les pida el sacerdote Esdras, escriba de la Ley del Dios del Cielo.
22 Podrán gastar en todo eso hasta cien talentos de plata, cien medidas de trigo, cien medidas de vino y cien medidas de aceite; en cuanto a la sal, no repararán en gastos.
23 Se ejecutará escrupulosamente cualquier orden del Dios del Cielo con respecto a su Casa, para que no se desate su cólera contra el reino del rey y de sus hijos.
24 Además les comunicamos esto: No cobrarán tasa, ni impuesto ni peaje a los sacerdotes, a los levitas, a los cantores, a los porteros y a los sirvientes, en una palabra, a todos los que aseguran el servicio de ese Templo de Dios.
25 Por lo que a ti toca, Esdras, con esa sabiduría que te viene de tu Dios, instalarás jueces y magistrados para que administren justicia a todo el pueblo de la provincia al otro lado del Jordán, a todos los que conocen la ley de tu Dios, y tú se la darás a conocer al que no la conoce aún.
26 Si alguien no cumple la ley de tu Dios y la ley del rey, será acusado ante la justicia y condenado a multa, a prisión, a exilio o a la muerte».
27 Bendito sea Yavé el Dios de nuestros padres, quien puso en el corazón del rey esa decisión de glorificar el Templo de Yavé que está en Jerusalén.
28 El hizo que el rey, sus consejeros y todos los altos funcionarios del rey estuvieran a favor de mis proyectos.
28 Luego, lleno de entusiasmo, porque Yavé mi Dios estaba conmigo, reuní a los jefes de Israel para que partieran conmigo.

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Comentarios Esdras, capítulo 7
7,1

Entre la Pascua del año 515 relatada en el capítulo 6, y esta misión de Esdras, han transcurrido cerca de sesenta años. Posiblemente Esdras vino en el año 458. Pero también es posible que haya venido en el año 427, después de la primera misión de Nehemías. Entonces estos capítulos 7-10 deberían leerse después del capítulo 6 de Nehemías.

Esdras estaba en la provincia persa de Babilonia como encargado de los asuntos religiosos judíos. Era sacerdote y pertenecía a los grupos que, animados por Ezequiel, habían profundizado la Ley de Moisés. Habían reunido los varios textos y, muy posiblemente, son ellos los que dieron su forma definitiva a los libros de la Biblia que componen «la Ley», es decir, del Génesis al Deuteronomio. Estos sacerdotes han entendido que Israel empieza una nueva etapa de su historia. Los judíos que han vuelto del Destierro deben dirigirse por la Ley de Dios. Esta Ley, que separa judíos y no judíos, y rige todos los detalles de la existencia, será el cimiento de una comunidad religiosa —y luego política—, haciendo de ellos un pueblo unido.

Al llegar a Jerusalén con misión oficial, Esdras pretende imponer la Ley de Moisés redactada en forma definitiva: el pueblo judío renace como pueblo de la Ley.

La Ley hará del pueblo judío un pueblo más cumplidor y responsable, servidor de Dios en todos los detalles. Pero también está el riesgo de confundir la fe verdadera con las prácticas exteriores. Los que solamente ven el servicio de Dios en el culto del Templo y las prácticas religiosas pueden quedar indiferentes a lo más importante de la vida.
Esdras (Esd) Capítulo 8
1 Estos son los jefes de familia, con su respectiva genealogía, que partieron conmigo de Babilonia bajo el reinado del rey Artajerjes:
2 De los hijos de Pinjas: Gersón; de los hijos de Itamar: Daniel; de los hijos de David: Jatús,
3 hijo de Secanías; de los hijos de Pareos: Zecarías, y junto con él fueron registrados ciento cincuenta hombres;
4 de los hijos de Pajat-Moab: Eliyoenay, hijo de Zerajías, y con él doscientos hombres;
5 de los hijos de Zatú: Secarías, hijo de Yacaziel, y con él trecientos hombres;
6 de los hijos de Adía: Ebed, hijo de Yonatán, y con él, cincuenta hombres;
7 de los hijos de Elam: Jesaías, hijo de Atalías, y con él setenta hombres;
8 de los hijos de Sefatías: Zebadías, hijo de Micael, y con él ochenta hombres;
9 de los hijos de Joab: Obadías, hijo de Jejiel, y con él doscientos dieciocho hombres;
10 de los hijos de Baní: Selomit, hijo de Yosifías, y con él ciento sesenta hombres;
11 de los hijos de Bebay: Zecarías, hijo de Bebai, y con él veintiocho hombres;
12 de los hijos de Azgad: Yojanán, hijo de Yacatán, y con él ciento diez hombres;
13 de los hijos de Adonicam: los últimos cuyos nombres son: Elifelet, Jeiel y Semaías, y con ellos sesenta hombres;
14 de los hijos de Bigvay: Utai, hijo de Zabud, y con él setenta hombres.
15 Los reuní cerca del río que corre hacia Ahava y acampamos allí tres días. Vi que había laicos y sacerdotes, pero no levitas.
16 Llamé entonces a los jefes Eliezer, Ariel, Semaías, Yarib, Elnatán y Natán y a los instructores Zecarías y Mesulam.
17 Y los envié donde Ido, el gobernador de Casifía, para que nos mandara servidores para el Templo de nuestro Dios.
18 Como Dios en su bondad lo dispone todo para nuestro bien, nos trajeron a Serebías, un hombre inteligente del clan de Majli, hijo de Leví, hijo de Israel. Llegó con sus hijos y sus hermanos: eran dieciocho.
19 Llegaron también Yasabías y su hermano Jesaías, del clan de Merari, con sus hijos, en total veinte personas.
20 De los sirvientes que David y los jefes habían designado para servirl a los levitas, llegaron también doscientos veinte; los empadronamos a todos uno por uno.
21 Allí, a orillas del río Ahava, proclamé un día de ayuno para hacer penitencia delante de nuestro Dios, para suplicarle que nos concediera un viaje feliz junto con nuestros hijos y todo lo que llevábamos.
22 Me habría dado vergüenza haberle pedido al rey un destacamento o una tropa de caballería para que nos protegieran de los salteadores en el camino. Pues habíamos dicho al rey: «La fuerza de nuestro Dios acompaña a todos los que lo buscan para el bien de ellos; pero su fuerza y su cólera recaen sobre todos los que lo abandonan».
23 Ayunamos, pues, y suplicamos a Dios por esa intención, y él nos escuchó.
24 Entonces elegí a doce de entre los jefes de los sacerdotes, además de Serebías, Asabías y diez de sus hermanos.
25 Pesé la plata, el oro y los objetos que habían dado para el Templo de nuestro Dios el rey, sus consejeros, sus jefes y todos los israelitas presentes.
26 Pesé todo eso y se lo entregué en sus manos: 650 talentos de plata, 100 objetos de plata, cada uno de los cuales valía dos talentos de plata, cien talentos de oro,
27 20 copas de oro que valían 1.000 piezas persas y dos hermosos vasos de bronce dorado, tan precioso como el oro.
28 Les dije: «Ustedes están consagrados al servicio de Yavé; estos objetos son sagrados; esta plata y este oro fueron dados para Yavé el Dios de sus padres.
29 Tengan mucho cuidado y guárdenlos hasta el día en que puedan pesarlos delante de los jefes de los sacerdotes y levitas y delante de los jefes de familia de Israel, en las salas del Templo de Yavé en Jerusalén».
30 Entonces los sacerdotes y los levitas se hicieron cargo de esa plata, de ese oro y de todos esos objetos que habían pesado para llevarlos al Templo de nuestro Dios, en Jerusalén.
31 Dejamos el río Ahava para dirigirnos a Jerusalén, el doce del primer mes; la mano de nuestro Dios estaba con nosotros y nos protegió a lo largo del camino de los ataques de los enemigos y salteadores.
32 Cuando llegamos a Jerusalén, tomamos tres días de descanso.
33 Al cuarto día, se pesó el oro, la plata y los objetos en el Templo de nuestro Dios; lo pusimos todo en las manos del sacerdote Meremot, hijo de Uría. Estaban allí Eleazar, hijo de Pinjas y también los levitas Yozabal, hijo de Josué, y Noadías, hijo de Binui.
34 Todo se encontraba en la misma cantidad y peso, y se anotó el peso total.
35 Los que volvieron del cautiverio después del destierro ofrecieron holocaustos al Dios de Israel: doce toros por todo Is rael, noventa y seis carneros, setenta y dos corderos y doce chivos por el pecado; todo eso se ofreció en holocausto a Yavé.
36 Se despacharon las ordenanzas del rey a los gobernadores y a los jefes de la provincia, al otro lado del Eufrates, quienes entregaron su ayuda para el pueblo y para el Templo de Dios.

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Comentarios Esdras, capítulo 8
8,21

Nótese esta página en que el muy estricto maestro de la Ley, Esdras, se presenta con rasgos más humanos y simpáticos.
Esdras (Esd) Capítulo 9
El asunto de los que se casaron con mujeres extranjeras
1 Después de eso, se me acercaron los jefes, diciéndome: «El pueblo de Israel, los sacerdotes y los levitas no se han separado de todos esos pueblos cananeos, hititas, pereceos, jebuseos, amonitas, moabitas, egipcios o amorreos, cuyas prácticas son abominables.
2 Han tomado a sus hijas para ellos y para sus hijos, y la raza santa se ha mezclado con los pueblos del país. Los jefes y los responsables han sido los primeros en pecar de ese modo».
3 Al oír eso rasgué mi túnica y mi manto, me arranqué los cabellos y la barba y muy conmovido me fui a sentar.
4 Entonces todos los que temían la palabra del Dios de Israel con respecto a ese pecado de los desterrados, se juntaron a mi alrededor y yo seguí allí muy conmovido hasta la ofrenda de la tarde.
5 En el momento de la ofrenda de la tarde, salí de mi abatimiento, y con la túnica y el manto rasgados, me puse de rodillas. Extendí las manos hacia Yavé mi Dios 6 y le dije:
6 «Estoy tan avergonzado y confundido que no me atrevo a levantar mi cara hacia ti, Dios mío. Nuestras faltas se han acumulado de tal forma que han sobrepasado nuestras cabezas, y nuestro pecado ha subido hasta el Cielo.
7 Desde los tiempos de nuestros padres hasta ahora no hemos dejado de pecar delante de ti, y por culpa de nuestras faltas, nosotros, nuestros reyes y nuestros sacerdotes fuimos entregados a los reyes de las naciones paganas, condenados a la espada, al cautiverio y al pillaje, y aún hoy llevamos la vergüenza en nuestro rostro.
8 Desde hace un tiempo Yavé, nuestro Dios, nos ha manifestado su bondad: nos dejó un pequeño resto de sobrevivientes y nos permitió poner un pie en su Lugar Santo. Nuestro Dios quiso darles un poco de luz a nuestros ojos y darnos vida en nuestra esclavitud.
9 Seguimos como esclavos, pero nuestro Dios no nos ha abandonado en esta esclavitud, pues nos cubrió con su misericordia frente a los reyes de Persia. Nos ha dado un respiro, la Casa de nuestro Dios ha resurgido de sus ruinas, nos ha devuelto las murallas de Judá y de Jerusalén.
10 Por eso, ahora, Dios nuestro, ¿qué más podemos decir? Pues no hicimos caso de tus mandamientos
11 ni de las advertencias que nos hacías por boca de tus servidores los profetas: El país donde van a entrar y que será su herencia es un país manchado por la impureza de los pueblos paganos. De un extremo al otro lo han llenado de impurezas con sus prácticas vergonzosas.
12 No den, pues, sus hijas en matrimonio a los hijos de ellos ni tomen sus hijas para los hijos de ustedes. No hagan nada por su felicidad y prosperidad. Si actúan según mi Ley, ustedes serán poderosos, comerán los productos del país y lo dejarán como herencia a sus hijos para siempre.
13 Nos han ocurrido muchas desgracias debido a nuestras prácticas malvadas y a nuestro gran pecado; tú, sin embargo, Dios nuestro, no te has fijado más que en un poco de nuestras faltas y nos has dejado a los sobrevivientes que están aquí.
14 ¿Vamos, una vez más, a violar tus mandamientos y a unirnos en matrimonio con esos abominables? Ciertamente que tú te enojarás con nosotros y nos destruirás de tal forma que no quede ni un resto ni sobrevivientes.
15 Yavé, Dios de Israel, es un hecho que eres justo, pues nos has dejado un resto, unos sobrevivientes. Aquí estamos, pues, ante ti, con nuestro pecado; pero, ¿cómo permanecer así en tu presencia?»

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Comentarios Esdras, capítulo 9
9,1

Los judíos están mezclados con los que no comparten su religión. Esdras piensa que la comunidad judía será más fuerte y consciente de su originalidad si se aparta de toda convivencia con las demás. Y para evitar la influencia de las demás religiones, se prohíben los matrimonios con los que no son «hebreos», es decir, de familia judía.

Pero Esdras, sin darse cuenta, favorece la exclusión de aquello y de aquellos que no son ju díos. La observación estricta de las leyes es, al comienzo, una protección contra los paganos, pero, con el tiempo, un muro de desconfianza y de odios recíprocos irá aislando a los judíos de los demás pueblos.

Las barreras levantadas por Esdras resultaron ser muy eficaces, y en esto podemos ver una voluntad de Dios. Pues el pueblo judío resistió a persecuciones durísimas (ver Mac). Luego, después de la venida de Cristo, fueron dispersados y tuvieron que vivir durante poco menos de veinte siglos en medio de países oficialmente cristianos que, habitualmente, los persiguieron o trataron de convertirlos a la fe cristiana por todos los medios. Y, sin embargo, ha permanecido el pueblo judío, hecho único en la historia, gracias, en parte, a su fidelidad a la Ley.

También ahora los cristianos pueden sacar de ahí una lección. Si bien nos corresponde ser el fermento en la masa, conviviendo sin prejuicios con hombres de todas las creencias, también se precisan exigencias y prácticas exteriores, aceptadas por todos los que ingresan en la comunidad.

Ver al respecto lo dicho respecto a Nehemías 13.
Esdras (Esd) Capítulo 10
Expulsión de las mujeres extranjeras
1 Esdras hacía esta oración y esta confesión, entre sollozos y postrado delante del Templo de Dios, mientras una gran multitud de israelitas, hombres, mujeres y niños se congregaban alrededor de él; el pueblo también sollozaba a gritos.
2 Secanías, hijo de Jequiel, uno de los hijos de Elam, tomó la palabra y dijo a Esdras: «Si bien traicionamos a nuestro Dios tomando mujeres extranjeras de entre los pueblos del país, todavía hay esperanza para Israel.
3 Vamos a comprometernos solemnemente ante nuestro Dios a mandar de vuelta a todas nuestras mujeres extranjeras y a los hijos que nacieron de ellas. De esa manera obedeceremos los consejos de mi señor y de los que temen el mandamiento de nuestro Dios. ¡Sí, vamos a actuar según la ley!
4 Levántate, ya que es asunto tuyo. Nosotros estamos contigo. Ten valor y pon manos a la obra».
5 Esdras entonces se levantó y pidió a los jefes de los sacerdotes y de los levitas y a todo Israel que juraran que iban a hacer lo que se había dicho, y ellos juraron.
6 Esdras salió del Templo de Dios y se fue a la pieza de Yojanán, hijo de Eliasib, donde pasó toda la noche sin comer pan ni beber agua, porque estaba sumido en la tristeza, debido a la infidelidad de los exiliados.
7 Se publicó un bando en Judá y en Jerusalén para todos los que habían sido desterrados, que debían reunirse en Jerusalén.
8 Si alguien —decía el bando de los jefes y de los ancianos— no comparecía dentro de tres días, todos sus bienes serían condenados al anatema y hasta él mismo sería rechazado de la comunidad de los desterrados.
9 Al tercer día se reunieron en Jerusalén todos los hombres de Judá y de Benjamín; era el veinte del noveno mes. Todo el pueblo estaba en la plaza, delante del Templo de Dios. La gente temblaba tanto a causa de los acontecimientos como porque estaba lloviendo.
10 Entonces se levantó el sacerdote Esdras y les dijo: «Ustedes han sido infieles, se han casado con mujeres extranjeras y han aumentado así la culpa de Israel.
11 Pero ahora, reconozcan su falta delante de Yavé, el Dios de sus padres y hagan lo que se les manda: sepárense de la gente del país y de las mujeres extranjeras».
12 Toda la asamblea respondió a una sola voz: «Tú has hablado muy bien; ahora no nos queda más que actuar.
13 Pero, como el pueblo es numeroso y estamos en la estación de las lluvias, no podemos quedarnos a la intemperie, además que el problema no se solucionará en un día ni dos. Muchos de nosotros cometimos ese pecado.
14 Por lo tanto, que nuestros jefes se queden aquí durante toda la asamblea, y todos los que en nuestras ciudades se hayan casado con mujeres extranjeras vendrán en la fecha que se les indique, y con ellos vendrán también los ancianos de cada ciudad y los jueces, hasta que se haya apartado de nosotros la cólera de nuestro Dios por este motivo».
15 Sólo se opusieron a esto Yonatán, hijo de Asajel y Yajzía, hijo de Ticúa; los apoyaban Mesulam y el levita Sabtay.
16 Pero los exiliados hicieron lo que se les había propuesto; el sacerdote Esdras eligió para cada casa jefes de familia, designados personalmente. Comenzaron a sesionar el primer día del décimo mes para atender todos los casos,
17 y el primer día del primer mes habían terminado de solucionar el problema de los que se habían casado con mujeres extranjeras.
18 Esta es la lista de los que se habían casado con mujeres extranjeras: de entre los sacerdotes, entre los hijos de Josué, hijo de Yosadac, y entre sus hermanos: Maaseías, Eliezer, Yarib y Geldaía.
19 Juraron despachar a sus mujeres y ofrecer un carnero como sacrificio de reparación por su pecado;
20 entre los hombres de Immer: Janani y Zebadía;
21 entre los hijos de Jarim: Maaseías, Elías, Semarías, Jejiel y Uzía;
22 entre los hijos de Pasejur: Elionay, Maaseías, Ismael, Nataneel, Yozabad y Eleasa;
23 entre los levitas: Yozabad, Simei, Quelaía —o lo mismo que Quelita— Petaías, Jejuda y Eliezer;
24 entre los cantores: Eliasib y Zacur; entre los porteros: Salum, Telem y Uri;
25 y entre los israelitas: de los hijos de Pareos: Ramías, Jicías, Malquías, Mijamín, Eleazar, Malquía y Benaía;
26 de los hijos de Elam: Matanías, Zecarías, Jejiel, Abdi, Jeremot y Elía;
27 de los hijos de Zatú: Elioenay, Eliasib, Matanías, Jeremot, Zabad y Aziza;
28 de los hijos de Bebay: Yojanán, Yanaías, Zabaj, Atlay;
29 de los hijos de Bigvay: Mesulam, Maluc, Jedaías, Yasub, Jisal, Jeremot;
30 de los hijos de Pajat-Moab: Adna, Quelal, Benaías, Maaseías, Matanías, Besaleel, Binuy y Menasé;
31 de los hijos de Jarim: Eliezer, Jisiías, Malquías, Se maías, Simeón,
32 Benjamín, Maluc, Semaría;
33 de los hijos de Yasum: Matenay, Matatías, Zabad, Elifelet, Jeremay, Menasé, Simey;
34 de los hijos de Bani: Maaday, Amram, Yoel,
35 Benaías, Bedías, Quelaías,
36 Vamías, Meremot, Eliasib,
37 Matanías, Matenay y Yaasay;
38 de los hijos de Mirmi: Simei,
39 Selemías, Natán y Adaía;
40 de los hijos de Zacay: Sasay, Saray,
41 Azaieel, Selemías, Semarías,
42 Salum, Amarías, Yosef;
43 de los hijos de Nebo: Jeiel, Matitías, Zabad, Zebina, Yadaí, Yoel, Benaía.
44 Todos estos se habían casado con mujeres extranjeras, y las mandaron de vuelta junto con sus hijos.