La Biblia Latinoamericana
作者:神与人
Ezequiel (Ez)
Introducción Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3
Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7
Capítulo 8 Capítulo 9 Capítulo 10 Capítulo 11
Capítulo 12 Capítulo 13 Capítulo 14 Capítulo 15
Capítulo 16 Capítulo 17 Capítulo 18 Capítulo 19
Capítulo 20 Capítulo 21 Capítulo 22 Capítulo 23
Capítulo 24 Capítulo 25 Capítulo 26 Capítulo 27
Capítulo 28 Capítulo 29 Capítulo 30 Capítulo 31
Capítulo 32 Capítulo 33 Capítulo 34 Capítulo 35
Capítulo 36 Capítulo 37 Capítulo 38 Capítulo 39
Capítulo 40 Capítulo 41 Capítulo 42 Capítulo 43
Capítulo 44 Capítulo 45 Capítulo 46 Capítulo 47
Capítulo 48      
Ezequiel (Ez) Introducción
A este profeta se suele recordarlo como se recuerda a la Cuaresma. Vivió y profetizó en el exilio, y si bien anunció un futuro prometedor para su pueblo arruinado, lo hizo después de haber denunciado, durante años, las falsas esperanzas a las que se aferraban sus compañeros. Dios mismo le ha impuesto largos ayunos y pruebas, además de la humillación de pertenecer a grupos marginales, en una ciudad segura de sí misma. Mientras que el “segundo Isaías” parece contemplar la tropa de los exiliados desde la altura que le inspiran sus grandes perspectivas, Ezequiel comparte la vida de un suburbio escuálido donde se enfrenta cada día a las miradas escépticas u hostiles de los exiliados
Ezequiel es sacerdote y Dios sale a su encuentro cuando tenia treinta años, la edad legal para comenzar su servicio en el templo. Como Jeremías, Ezequiel será a la vez sacerdote y profeta, lo que nos invita a no oponer demasiado estas dos funciones complementarias. El ministerio del sacerdote no se agota en el templo; el sacerdote enseña, juzga y precisa la aplicación de las leyes. El profeta, por su parte, es un carismático capaz de discernir a través de sueños, visiones y signos diversos, la palabra más actual de Dios. Los profetas que Dios ha llamado de una manera especial suelen tener su personalidad propia. Jeremías, por ejemplo, es un solitario y apenas se percibe en él al sacerdote, fuera de su primera predicación. Ezequiel, por el contrario, sigue muy preocupado acerca de lo puro y lo impuro; ejerce una actividad pastoral, y la restauración del templo constituye para él un elemento esencial del nuevo Israel.
Ezequiel ha estado entre los primeros grupos de deportados, en el 597, y toda su vida conocida la pasó en Babilonia. Algunos comentaristas han pensado que la llamada de Dios la recibió estando aun en Jerusalén y que esta llamada, que se puede leer en 2,9 - 3,9, habría sido fusionada después con la visión del capítulo 1. Se trata, sin embargo, de una hipótesis más que de una conclusión bien fundada. La gran visión del Nuevo Israel (caps. 40-48) es del 572, es decir, 25 años posterior.
La predicación de Ezequiel se ha conservado mejor que las de otros profetas bíblicos ya que se desarrolló en una comunidad viva cuya condición de exiliada en una ciudad prospera, ha protegido las enseñanzas del profeta. El hablaba a “ancianos” de los que la mayoría debían ser conocidos suyos, preocupándose de darles una formación adecuada. Sin lugar a duda, los primeros que regresaron del Exilio habían tomado su enseñanza como regla de vida y no tenían razón alguna para revisarla.
Ezequiel en nuestra historia
Tanto Ezequiel como Jeremías han dejado en la Biblia una de las más altas perspectivas desde la que contemplar la historia del pueblo de Dios. Ser infiel y rebelde parece que forma parte de la vocación de este pueblo. Es asimismo parte de la acción de Dios el destruir lo que se había construido con él, desde el momento en que el pueblo quiere instalarse en este mundo, siguiendo las huellas de los otros pueblos.
Hay períodos de la historia en que todo parece derrumbarse y sólo se ve a la muerte campeando por doquier. Es, sin embargo, en estos momentos en los que Dios alumbra una nueva etapa de su plan siempre imprevisible. Aunque es arriesgado hacer aplicaciones demasiado particularizadas a la época en que vivimos, es ahora presente, especialmente en la Iglesia Católica, la sensación de un derrumbamiento que afectaría a sectores aparentemente esenciales de la misma Iglesia, y que nos haría recordar la época en que desapareció el reino de Judá. Para muchos creyentes, el tiempo del Exilio ha comenzado ya, sea que se refieran a la Babilonia de este mundo, ciego a la verdad, o bien a la Iglesia convertida ella misma en Babilonia. En consecuencia, muchos miran por doquier, a la espera de un profeta o de un rayo de luz.
Jeremías y Ezequiel se complementan. Jeremías pertenecía al grupo de judíos que habían tenido la suerte de escapar a la deportación y sabía que nada se podía esperar de ellos. Por esta razón, desconoce la etapa siguiente, la del regreso y va directamente a lo esencial, es decir, a la alianza nueva. Ésta estará siempre más allá del mañana y más allá de las instituciones. Ezequiel, por el contrario, acompaña a los exiliados que constituirán el retoño del nuevo Israel. El profeta está bien anclado en su tarea pastoral y prepara la etapa siguiente. Con esto corre el riesgo tal vez de creer que los regresados del exilio serán mejores que sus predecesores y que se construirá un pueblo de Dios con leyes o con piedras y cemento. Esdras y Nehemías serán los herederos de Ezequiel y construirán el Judaísmo.
Jeremías se ha convertido en la gran figura del profeta perseguido, Ezequiel en cambio no tiene brillo ni belleza, y a veces desearíamos que fuera un poco menos excesivo y grosero, pero esto no puede disimular la fuerza que lo anima. El Espíritu lo llenó, igual que a Elías, de un amor celoso al Dios no reconocido.
Esto libro se divide fácilmente en seis secciones:
1. La vocación del profeta : 1,1—3,27
2. Actividad profética antes del segundo sitio de Jerusalén : 4,1—24,27
– el sitio y el juicio (4,1—8,2)
– las abominaciones en el templo (8,3—11,25)
– mentiras de los profetas y responsabilidad personal (12,1—14,23)
– los pecados acumulados de la historia de Israel (15,1—24,27).
3. Profecías contra las naciones : 25,1—32,32
4. La salvación de Israel : 33,1—37,28
5. Gog y Magog : 38,1—39,29
6. La visión del nuevo Israel : 40,1—48,30
– el nuevo templo (40,1—43,27)
– el nuevo culto (44,1—46,24)
– el nuevo Israel (47,1—48,35)
Ezequiel (Ez) Capítulo 1
1 El año treinta, el día quinto del cuarto mes, encontrándome entre los desterrados, a orillas del río Quebar, se abrió el cielo y contemplé visiones divinas.
2 El día quinto del mes, el año quinto de la deportación del rey Joaquim,
3 la palabra de Yavé fue dirigida al sacerdote Ezequiel, hijo de Buzi, en el país de los caldeos, a orillas del río Quebar.
Ezequiel ve la Gloria de Yavé
3 Yavé puso su mano sobre mí.
4 Yo miré: un viento huracanado venía del norte. Vi una gran nube: En medio de ella un fuego ardiente irradiaba luz, y el centro era como de metal incandescente.
5 En medio del fuego había cuatro seres vivos. Tenían la misma forma:
6 cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas.
7 Sus piernas eran rectas, con pezuñas como las de buey; brillaban como bronce pulido.
8 Bajo sus alas (en los cuatro costados) tenían manos de hombre. Las alas de los cuatro
9 se tocaban unas con otras. Al andar no se volvían a ningún lado: iban derecho siguiendo una de sus caras.
10 Vistos de frente, los cuatro seres tenían aspecto humano, pero la cara derecha de su cuerpo era cara de león, y su cara izquierda, cara de toro. Los cuatro tenían también una cara de águila.
11 Sus alas estaban desplegadas hacia arriba; cada uno tenía dos alas que se juntaban con las de sus compañeros, y dos alas que le cubrían el cuerpo.
12 Cada uno de ellos iba derecho siguiendo una de sus caras, iban hacia donde el espíritu los empujaba y al caminar no se daban vuelta.
13 Entre los seres había como carbones ardientes: se diría que había un baile de antorchas entre esos seres; el fuego iluminaba, y del fuego surgían relámpagos.
14 Esos seres iban y venían como el relámpago.
15 Al mirar bien a esos seres, vi que, en el suelo, había una rueda al lado de cada uno de ellos.
16 Esas ruedas centelleaban como piedras preciosas, y las cuatro tenían la misma forma. Cada rueda era doble: parecía como dos ruedas entrecruzadas.
17 De ese modo podían avanzar en las cuatro direcciones, sin tener que dar vuelta.
18 Tenían una llanta muy grande y de aspecto aterrador, porque las cuatro tenían ojos por todo el derredor.
19 Cuando los seres avanzaban, las ruedas avanzaban al lado de ellos; cuando los seres se elevaban desde la tierra, las ruedas también se elevaban.
20 Los seres iban adonde el Espíritu quería, y las ruedas también iban allá porque el espíritu que estaba en los seres estaba también en las ruedas.
21 Cuando ellos avanzaban, éstas avanzaban; cuando se detenían, se detenían éstas; cuando se elevaban desde la tierra, las ruedas igual se elevaban, porque el espíritu del ser estaba también en cada una de las ruedas.
22 Por encima de los seres se veía una como plataforma de cristal resplandeciente;
23 bajo la plataforma sus alas se erguían paralelas unas a otras.
24 Oí entonces el ruido de sus alas, como el ruido de aguas caudalosas, como la voz del Dios Todopoderoso. Cuando caminaban se sentía un ruido como de tempestad, como el estruendo de una multitud; cuando se detenían replegaban sus alas.
25 Un ruido se oía desde la plataforma que estaba encima de sus cabezas.
26 Sobre ésta se veía como una piedra de zafiro en forma de trono y, en esta forma de trono, a un ser que tenía una apariencia humana en su parte superior.
27 Lo vi como rodeado de metal incandescente, de la cintura para arriba, y de la cintura para abajo, era un fuego que proyectaba luz.
28 La luz que lo rodeaba tenía el aspecto del arco iris que se ve en las nubes en los días de lluvia.
28 Esa visión era una imagen de la Gloria de Yavé, cuando lo vi me tiré de bruces al suelo; oí entonces una voz que me habló.

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Comentarios Ezequiel, capítulo 1
1,1

El libro comienza con dos introducciones distintas. Nadie sabe a qué corresponde el año treinta del primer versículo: tal vez a un error de un copista. El año cinco de Joaquim nos lleva al año 594 antes de Cristo.

Yavé puso su mano sobre mí (4). Ezequiel es llevado en éxtasis: como dejando el cuerpo, su espíritu se encuentra con Dios misteriosamente. Recibe su misión, y es transformado en otro hombre.
1,4

Un viento huracanado venía del norte. Ezequiel fue abrumado por fuertes imágenes que acompañaban las palabras de Yavé. La visión del Carro de Yavé se encontrará de nuevo en el capítulo 10, en que vemos a Yavé dejando su Templo de Jerusalén para ir a Babilonia a vivir en medio de los desterrados.

Los pueblos de ese tiempo pensaban que sus dioses estaban sometidos a santuarios y lugares determinados. Así, los judíos pensaban que Yavé no se encontraba fuera de la tierra de Palestina. Los desterrados a Babilonia, sin patria y sin Templo donde adorar a su Dios, podían pensar que Yavé los había olvidado y que solamente los que habían quedado en su país po dían disfrutar de su atención.

Por eso, precisamente, Yavé enseña a Ezequiel que, no por tener en Jerusalén el lugar de su culto, está menos presente en la lejana Babilonia. Yavé sigue a su pueblo y habita con él.

Había cuatro seres vivos... Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas (5-6). La visión da a entender la grandeza de Dios por medio de imágenes de ese tiempo. En los palacios de Caldea se veían estatuas grandiosas de seres fantásticos, llamados «querubines», en que se mezclaban los rasgos de lo que es más fuerte en la naturaleza: el hombre, el águila, el león y el toro. Aquí pasan a ser seres vivos, impetuosos, que rodean y protegen el misterio de Yavé. Las ruedas entrecruzadas que van en todas las direcciones, indican la acción de Yavé a través del universo. En ellas se juntan los ojos, que lo ven todo, y la movilidad, que no conoce descanso. El apóstol Juan usará a su manera las imágenes de la presente visión en Apocalipsis 4.

Una como plataforma de cristal resplandeciente (22). El arco iris, el fuego en que está sumergido el ser divino, él y la bóveda de cristal que soporta el trono, también hablan del misterio de Yavé.

Un ser que tenía una apariencia humana (26). Y, llegado a lo más íntimo de Dios, la última imagen será una apariencia de hombre, porque todo el poder de Dios viene de su ser misterioso y personal a cuya imagen fue hecho el hombre.
Ezequiel (Ez) Capítulo 2
Ezequiel recibe su misión
1 Me dijo: «Hijo de hombre, ponte de pie, te voy a hablar.»
2 En el mismo momento en que me habla, entra en mí un espíritu y me hace ponerme de pie;
3 entonces oigo que me dice: «Hijo de hombre, te envío donde los Israelitas, a un pueblo de rebeldes que se han rebelado contra mí; ellos y sus padres me han sido infieles hasta el día de hoy.
4 Te envío donde esa raza de cabezas duras y de corazones obstinados para que les digas: ¡Esta es la palabra de Yavé...!
5 Te escucharán o no te escucharán —porque son una raza de rebeldes— pero sabrán que hay un profeta en medio de ellos.
6 Y tú, hijo de hombre, no les temas, no temas a sus amenazas; serán para ti como zarzas u ortigas, como un escorpión donde te hayas sentado. No tengas miedo de sus palabras, no temas ante ellos: ¡no son más que una raza de rebeldes!
7 Les transmitirás mis palabras, te escuchen o no, porque son una raza de rebeldes.
8 Ahora, hijo de hombre, escucha lo que te voy a decir, no te rebeles como esa raza de rebeldes, sino que abre la boca y come lo que te doy.»
9 Miré: hacia mí se tendió una mano que sostenía el rollo del libro.
10 Lo desenrolló ante mí; estaba escrito al revés y al derecho, y sólo eran cantos fúnebres, lamentaciones y gemidos.
Ezequiel (Ez) Capítulo 3
1 Me dijo: «Hijo de hombre, come lo que te presento, cómelo y luego anda a hablarle a la casa de Israel.»
2 Abrí la boca para que me hiciera comer ese rollo,
3 y me dijo: «Hijo de hombre, come ahora y llena tu estómago con este rollo que te doy.» Lo comí pues, y en mi boca era dulce como la miel.
4 Me dijo: «Hijo de hombre, anda a la casa de Israel y diles mis palabras.
5 No te envío a un pueblo extranjero cuya lengua te sería difícil, sino a la casa de Israel.
6 Si te enviara donde muchedumbres extranjeras, cuyo hablar es oscuro y cuya lengua es difícil, la cual no comprenderías, podrían tal vez escucharte.
7 Pero la casa de Israel no querrá escucharte, porque no quiere escucharme; todos tienen la cabeza dura y el corazón obstinado.
8 Por eso, he vuelto tu cara tan dura como la de ellos, y tu frente tan dura como la de ellos.
9 Haré de tu frente un diamante, más duro que la roca; no les temerás, no tendrás miedo de ellos, porque son sólo una raza de rebeldes.»
10 Me dijo: «Hijo de hombre, recibe en tu corazón, escucha con tus oídos todas las palabras que te voy a decir;
11 luego, anda, vuélvete donde los desterrados, donde la gente de tu pueblo. Les hablarás y les dirás: ¡Así habla Yavé...! te escuchen o no.»
12 Entonces el espíritu me levantó mientras oía detrás de mí una formidable aclamación: «¡Bendita sea la Gloria de Yavé en todo lugar!»
13 Oí el batir de las alas de los seres unas contra otras, oí también el ruido de las ruedas: todo era un enorme estruendo.
14 El espíritu me había levantado, me había arrebatado. Quedé lleno de amargura, con el espíritu afiebrado, porque la mano de Yavé pesaba fuertemente sobre mí.
15 Cuando llegué a Tel Aviv, donde estaban los desterrados a orillas del río Quebar, permanecí siete días como atontado en medio de ellos.
Te he puesto como centinela
16 Al cabo de esos siete días se me dirigió la palabra de Yavé:
17 «Hijo de hombre, te he puesto como un vigía para la casa de Israel: si oyes una palabra que salga de mi boca, inmediatamente se lo advertirás de mi parte.
18 Si le digo al malvado: ¡Vas a morir! y si tú no se lo adviertes, si no hablas de tal manera que ese malvado deje su mala conducta y así salve su vida, ese malvado morirá debido a su falta, pero a ti te pediré cuenta de su sangre.
19 En cambio, si se lo adviertes al malvado y él no quiera renunciar a su maldad y a su mala conducta, morirá debido a su falta, pero tú habrás salvado tu vida.
20 Si el justo deja de hacer el bien y comete la injusticia, pondré una piedra delante de él para que se caiga y morirá. Si tú no se lo has advertido, morirá a causa de su pecado, se olvidarán de las buenas acciones que haya hecho, pero a ti te pediré cuenta de su sangre.
21 Pero, si tu adviertes al justo para que no peque y siga sin pecar, vivirá gracias a tu advertencia, y tú habrás salvado tu vida.
Ezequiel se queda mudo
22 La mano de Yavé se puso sobre mí y me dijo: «Levántate, dirígete al valle, allí te hablaré.»
23 Me levanto entonces y me dirijo al valle. Veo allí la Gloria de Yavé: estaba allí tal como había visto la Gloria a orillas del río Quebar. Inmediatamente me echo de bruces al suelo.
24 El Espíritu entra en mí y me hace ponerme de pie sobre mis piernas; y me habla y me dice: «Anda, enciérrate en tu casa.
25 Mira, hijo de hombre, como te ponen cuerdas y te atan; ya no podrás salir para conversar con ellos:
26 Hago que tu lengua se pegue a tu paladar: estás mudo y dejas de reprocharlos porque son una raza de rebeldes.
27 Pero más tarde te hablaré, te abriré la boca y les dirás: ¡Esto dice Yavé! que escuche el que quiere escuchar, y el que no quiere, que no escuche, puesto que es una raza de rebeldes.

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Comentarios Ezequiel, capítulo 3
3,1

Come este libro. La visión del libro describe en forma simbólica el llamado de Yavé, dando a Ezequiel su misión.

Tienen la cabeza dura y el corazón obstinado (7). Esto se parece a lo expresado por otros profetas. Cuando Yavé envía a Isaías, lo advierte que el pueblo no se convertirá. En el caso de Ezequiel hay más optimismo; enviado a los rebeldes debe hacerse más firme y tenaz que ellos para romper la coraza de su duro corazón. De hecho, Ezequiel no cesará de discutir, pelear, argumentar. Pablo también dirá que el que evangeliza debe enseñar a tiempo y a destiempo (2 Tim 4,2) sin desalentarse nunca.

Llena tu estómago con este libro que te doy (3). El profeta no es un loro que repite palabras venidas del cielo: ha recibido una visión global de los acontecimientos, la comprensión del sentido de la historia, en él habita un furor que es el mismo de Yavé contra el pecado. Todo esto es lo que significa el rollo (como eran los libros antiguos) que debe comer. Durante varios años todas las predicciones de Ezequiel serán amenazantes: por eso, se nos habla aquí de desdichas y lamentaciones (2,9). Pero Ezequiel ha tomado el partido de Dios y acepta plenamente sus proyectos; de ahí que sus predicciones le parezcan dulces: tenía un sabor dulce como la miel.

Isaías, Jeremías, Ezequiel, y después los discípulos de Jesús (Mt 10,34) conocen el mismo conflicto: la Palabra de Dios no es paz sino espada para quienes la quieren servir. No dicen lo que la gente desearía oír, ni tampoco se dejan impresionar por los clamores de los cobardes y de los cómodos que suplican los dejen vivir a su gusto. El creyente verdadero acepta ponerse de parte de Dios, perder la seguridad que uno tiene cuando se siente de acuerdo con los demás y luchar a veces solo contra la corriente.
3,16

El relato de la vocación de Ezequiel, que leímos en 3,1-15, tiene su continuación en 3,22-27. Pero aquí se interpuso un párrafo (3,16-21) que expresa uno de los grandes temas de la predicación de Ezequiel: Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva (ver c. 18).

Bien es cierto que a los oyentes de Ezequiel se les viene encima la catástrofe que prepararon con sus errores. Pero no es una razón para desesperar; aunque uno solo se diera cuenta de su maldad, sus esfuerzos no se perderían, sino que le darían vida, por lo menos a él mismo.

Te he puesto como un vigía (17). El profeta ha recibido de Dios una lucidez que los demás no tienen frente al pecado en la vida de los individuos y de la sociedad. Y sólo él divisa los peligros que se acercan según lo ha dispuesto Dios, juez del pecado. El profeta lucha, no solamente contra los incrédulos, sino también contra Dios-juez, llamando a su misericordia (Ex 32,11; Jer 14,11), como Moisés y Jeremías.

Ese malvado morirá, pero a ti te pediré cuenta de su sangre (18). Responsabilidad del que ha recibido de Dios la lucidez; la recibió para salvar a otros y no puede callarse.

Si el justo deja de hacer el bien (20). En la crisis que arruinó a Judá, aparentemente todos padecían igual. Pero Ezequiel afirma que estos padecimientos, comunes a todos, traerán vida o muerte a cada cual según lo merece. Es que vivir y estar muerto no tiene el mismo sentido para Dios y para los hombres (Ap 3,1).

La misma parábola del centinela se encuentra mejor presentada en 33,1.

Se podrán notar varios detalles que corresponden al profeta (o al creyente) en todo tiempo:

— Estar alerta, tener presentes las palabras de Dios para ver lo que él piensa de nuestra manera de actuar.

— Estar en la muralla, sentirnos responsables de los problemas de nuestro medio en vez de ignorarlos para estar más tranquilos.
3,22

Vienen a continuación las profecías de Ezequiel en Caldea, durante los seis años que precedieron al sitio y la caída de Jerusalén.

Por un tiempo Ezequiel se queda mudo, durante otro estará paralizado. Esta enfermedad extraña tiene valor de enseñanza. Por todos los medios, Ezequiel recalca que Yavé ha decidido la ruina de Jerusalén, porque los israelitas no se han arrepentido ni han vuelto a ser más fieles.

Ezequiel está en Caldea, pero vive pendiente de Jerusalén. En estos capítulos su enseñanza se parece a la que dispensa Jeremías en el mismo tiempo. La forma, sin embargo, es muy diferente. Jeremías hablaba, y solamente después se escribieron sus declaraciones; en cambio, Ezequiel escribe de manera más formal. A pesar de que su estilo nos parece, y muchas veces es recargado y complicado, podemos meditar estas largas parábolas en las que a cada paso se hallan imágenes estupendas.

En 3,25 Ezequiel parece afectado por una parálisis extraña cuya duración es simbólica: ciento noventa días más cuarenta días; no sabemos lo que significan esas cifras.

En 6,8-10, como en otros muchos lugares de los profetas, se anuncia que Yavé salvará a un resto. Sentirán hastío de sí mismos por las maldades que cometieron. Esta afirmación es propia de Ezequiel: cuando el pecador tiene hastío de sí mismo a causa de sus pecados, ya es maduro para recibir la gracia de Dios.
Ezequiel (Ez) Capítulo 4
Ezequiel juega a la guerra
1 «Toma pues un ladrillo, hijo de hombre, y ponlo delante de ti; dibujarás en él una ciudad: Jerusalén.
2 Luego le pondrás sitio, construirás una torre de asalto, harás terraplenes, establecerás en su derredor campamentos y por todo su alrededor dispondrás máquinas para el sitio.
3 Después tomarás una sartén de hierro que pondrás cual muralla de hierro entre ti y la ciudad, y te quedarás vigilándolas; tú le pondrás sitio y quedará sitiada. Esta será una señal para la casa de Israel.
4 Acuéstate sobre el lado izquierdo y pon sobre ti el pecado de la casa de Israel; soportarás su pecado tantos días cuantos estés así acostado.
5 Te he sacado la cuenta de los días, la que corresponde a los años de sus pecados; soportarás el pecado de la casa de Israel durante ciento noventa días.
6 Cuando estos días se hayan cumplido, te acostarás sobre el lado derecho y esta vez soportarás el pecado de la casa de Judá, serán cuarenta días; te he sacado la cuenta a un día por año.
7 Volverás tu mirada y tu brazo desnudo hacia Jerusalén sitiada y profetizarás contra ella.
8 Mira que te he atado con cuerdas para que no puedas darte vuelta ni a un lado ni al otro mientras duren los días de tu asedio.
9 Toma trigo, cebada, habas, lentejas, mijo y centeno, y colócalos en un tiesto; con ellos te harás pan teniendo en cuenta el número de días que estarás acostado de ese lado. Lo comerás durante ciento noventa días.
10 Para tu ración diaria pesarás doscientos gramos; lo comerás varias veces.
11 De igual manera beberás racionada tu agua, una sexta parte de medida varias veces.
12 Lo prepararás como se preparan las galletas de cebada y lo cocerás a la vista de ellos en un fuego de excrementos humanos secos.
13 Porque de la misma manera, me dijo, los hijos de Israel comerán un pan impuro en medio de las naciones donde los dispersaré.»
14 Entonces dije: «¡Ay, Señor Yavé, mira, nunca me he manchado. Jamás he comido animales muertos o desgarrados desde mi juventud hasta el presente, ninguna carne impura ha entrado en mi boca.»
15 Entonces me dijo: «Te concedo que para el fuego en que cuezas tu pan uses excrementos secos de animales en vez de los excrementos humanos.»
16 Luego me dijo: «Mira, hijo de hombre, cómo dejo sin pan a Jerusalén. En su angustia comerán pan que les será contado, y en su temor beberán agua que les será racionada.
17 Se debilitarán por falta de pan y de agua, y así perecerán a causa de sus pecados.»
Ezequiel (Ez) Capítulo 5
La muerte azota en Jerusalén
1 Toma después una lámina cortante, hijo de hombre, afílala como navaja de barbero y pásatela por la cabeza y por la barba. En seguida, toma una balanza y reparte los pelos que te hayas cortado.
2 Quemarás un tercio en medio de la ciudad sitiada. Tomarás otro tercio que irás golpeando con la espada alrededor de la ciudad, y tirarás al viento el último tercio; yo accionaré la espada detrás de ellos.
3 Apartarás algunos que esconderás en los pliegues de tu manto;
4 también tomarás unos cuantos de éstos para echarlos al fuego y quemarlos.
4 Entonces dirás a toda la casa de Israel:
5 «Esto dice Yavé: Ustedes tienen allá a Jerusalén. La puse en medio de las naciones, quedando los países extranjeros en las orillas.
6 Pero en su maldad, rechazó mis mandamientos más que las otras naciones, y mis leyes más que los países que la rodean: esa gente rechazó mis mandamientos y no caminó según mis leyes.
7 Por eso, esto dice el Señor: Ustedes han sido más rebeldes que las naciones que los rodean, y no han caminado según mis leyes; no han observado mis mandamientos sino que han actuado como las naciones que los rodean.
8 Por eso Yavé les dice: Yo, a mi vez, me vuelvo contra ti; cumpliré dentro de ti, viéndolo las naciones, lo que he decidido.
9 Debido a tus crímenes haré lo que nunca hice y que no volveré a hacer.
10 Se verán en ti a padres que se coman a sus hijos y a hijos que devoren a su padre. Cumpliré lo que decidí contra ti y dispersaré a los cuatro vientos lo que quede de ti.
11 Lo juro por mi vida, dice Yavé, puesto que tú ensuciaste mi Santuario con todas tus inmundicias y horrores, yo, por mi parte, te arrasaré, no te miraré con piedad, seré sin misericordia.
12 Un tercio de tus habitantes morirá de peste o será consumido por el hambre dentro de tus muros; un tercio será muerto a espada en todo tu alrededor, dispersaré a los demás a los cuatro vientos y accionaré la espada tras ellos.
13 Mi cólera se desatará con furor, y cuando se desate mi cólera, experimentarán la indignación que me movía a hablar, a mí, Yavé.
14 Te convertiré en ruinas en medio de las naciones que te rodean y en motivo de risa para todos los que pasen.
15 Serás objeto de burla y de risa para las naciones que te rodean, cuando te corrija sin piedad y haga contigo lo que te dije. Yo, Yavé, hablé.
16 Enviaré en contra de ustedes las flechas terribles del hambre para exterminarlos, los dejaré sin pan.
17 Enviaré en tu contra hambre y animales feroces para privarte de tus hijos; sabrás lo que es la peste y la sangre derramada, porque mandaré contra ti la espada. Yo, Yavé, hablé.»
Ezequiel (Ez) Capítulo 6
1 Yavé me dirigió su palabra:
2 «Hijo de hombre, vuelve tu mirada hacia las montañas de Israel y profetiza contra ellas.
3 Dirás:
3 Montañas de Israel, escuchen la palabra de Yavé. Esto dice Yavé a las montañas y a las colinas, a las quebradas y a los valles: Enviaré en su contra la espada, voy a destruir sus santuarios altos.
4 Sus altares serán derribados, sus altares para el perfume serán rotos. Haré que sus habitantes sean masacrados delante de sus ídolos.
5 ( ) Dispersaré sus huesos alrededor de sus altares.
6 Doquiera ustedes habiten, serán devastadas las ciudades y derribados los santuarios altos, sus altares serán abandonados, sus ídolos rotos, sus altares para el perfume destruidos.
7 Sus habitantes serán masacrados en medio de ustedes y sabrán que yo soy Yavé.
8 Algunos, sin embargo, escaparán a la espada, dejaré un resto en medio de las naciones cuando los haya dispersado entre ellas.
9 Los sobrevivientes se acordarán de mí en medio de las naciones en las que yo quiero que sean prisioneros; romperé su corazón adúltero que se alejó de mí, y sus ojos adúlteros que miraban a los ídolos, tendrán vergüenza de sí mismos por todo el mal que hicieron y por los horrores que cometieron.
10 Entonces sabrán que yo soy Yavé ( ).
11 Esto es lo que dice Yavé: Aplaude, patalea y di: ¡Bien hecho! Cuando veas que la casa de Israel cae por la espada, el hambre y la peste, te acordarás de todas sus inmundas porquerías.
12 El que esté lejos morirá de peste, el que esté cerca caerá por la espada, el sobreviviente morirá de hambre: mi cólera se descargará hasta el final.
13 Sabrán que yo soy Yavé cuando los muertos se amontonen al lado de los ídolos, cerca de sus altares, en todas las colinas elevadas, bajo cualquier árbol verde y bajo cualquier frondosa encina, doquiera hayan ofrecido a sus porquerías el buen olor del incienso.
14 Los abatiré completamente, convertiré su país en una soledad, en una ruina doquiera habiten, desde el desierto hasta Ribla. Entonces sabrán que yo soy Yavé.»
Ezequiel (Ez) Capítulo 7
1 Yavé me dirigió su palabra: 2 «Hijo de hombre, así habla Yavé a la tierra de Israel:
2 ¡Es el fin! ¡Llegó el final a los cuatro rincones del país!
3 Ahora es el fin para ti. Voy a desatar mi cólera contra ti, te juzgaré de acuerdo a tu comportamiento y haré recaer sobre ti todos tus crímenes.
4 Mi ojo no te perdonará, seré inclemente. Haré recaer sobre ti tu conducta, y te recordaré todos tus crímenes; entonces sabrán que yo soy Yavé.
5 Esto dice Yavé: Ya llega la desgracia, una desgracia única.
6 Es el fin, se acerca el fin, se muestra aquí y acullá.
7 Es tu turno, habitante del país, llegó el momento, se acerca el día; no faltará, no tardará.
8 Voy a hacer que mi cólera se derrame sobre ti; se descargará mi cólera sobre ti y te juzgaré según tu conducta. Haré que pagues todos tus crímenes.
9 Mi ojo no te perdonará, seré inclemente, haré que pagues tu conducta y me recordaré de tus crímenes; entonces sabrán que yo, Yavé, soy quien castiga.
10 ¡Este es el día! ¡La insolencia floreció, el orgullo se expandió,
11 la violencia reina, castiga perversamente.
12 ¡Llegó el momento, llegó el día! Que el comprador no se alegre, que el vendedor no se que je ( ),
13 porque el vendedor, aunque quede con vida, no recuperará su mercadería. Cada uno vive en su injusticia, ¿dónde, pues, hallarán fuerzas?
14 Sonará la trompeta, harán los preparativos, pero nadie partirá al combate ( ).
15 La espada aguarda al que sale afuera. El que está en el campo morirá a espada, el que está en la ciudad será presa del hambre y de la peste.
16 Los que escapen vagarán por la montaña como palomas asustadas; todos morirán, a causa de su pecado.
17 Todos los brazos serán abatidos y las rodillas quebrantadas.
18 Se cubrirán de sacos, pero el terror los envolverá; la vergüenza cubrirá su rostro y todas las cabezas serán rapadas.
19 Tirarán por las calles su plata y arrojarán su oro a la basura. Esto no calmará su hambre ni llenará su estómago, ya que todo eso solamente los conducirá al mal.
20 En su “Joya”, que constituía su orgullo, pondrán sus miserables ídolos, y por ello yo se la convertiré en algo horroroso.
21 La entregaré en manos de extranjeros, y como botín a la gente malvada del país, que la profanarán.
22 Apartaré mi vista de ellos,
22 mi tesoro será profanado;
22 entrarán los ladrones y lo profanarán.
23 Harán allí una masacre
23 porque el país está cubierto de sangre
23 y la ciudad repleta de violencia.
24 Humillaré la soberbia de los violentos
24 y sus santuarios serán profanados.
25 Reinará la angustia,
25 buscarán la paz, pero ésta no llegará.
26 Desgracia tras desgracia,
26 una mala noticia tras otra;
26 los profetas no tendrán más visiones,
26 los sacerdotes, nada más que decir,
26 los ancianos no sabrán más qué aconsejar.
27 El rey estará de duelo, colmado de espanto,
27 a los nobles les temblarán las manos;
27 los trataré de acuerdo a su comportamiento,
27 tendrán la sentencia que se merecen
27 y sabrán que yo soy Yavé.»
Ezequiel (Ez) Capítulo 8
La Gloria de Yavé abandona el Templo
1 El año sexto, el día quinto del sexto mes, estaba sentado en mi casa y los ancianos de Judá estaban sentados frente a mí. Entonces la mano de Yavé se posó sobre mí.
2 Miré, era una forma humana; por debajo de la cintura no era más que fuego, y de la cintura para arriba era como un metal incandescente.
3 Extendió lo que podía ser una mano y me agarró por los cabellos: inmediatamente el Espíritu me levantó entre el cielo y la tierra. Me llevó a Jerusalén en una visión divina hasta la entrada de la puerta que mira al norte, allí donde está el ídolo que provoca los celos del Señor.
4 Allí estaba la Gloria del Dios de Israel, tal como la había yo visto en una visión en el valle.
5 Me dijo: «Hijo de hombre, mira hacia el norte.» Miré al norte y ese ídolo que provoca sus celos estaba allí al norte de la entrada al altar.
6 Me dijo: «¿Hijo de hombre, has visto todos los horrores que comete aquí la casa de Israel para echarme de mi Santuario? Pero verás algo peor aún.»
7 Me llevó entonces a la puerta del patio y
8 me dijo: «Hijo de hombre, traspasa ese muro.» Traspaso el muro y hago en él una puerta.
9 Me dijo: «Entra y mira las cosas escandalosas que se hacen allí.»
10 Entro, observo y veo toda clase de reptiles y animales impuros que estaban grabados a lo largo del muro: todos los inmundos ídolos de la casa de Israel.
11 Había allí setenta hombres, cada uno con su incensario en la mano, y el humo del incienso se elevaba. Eran los ancianos de Israel y entre ellos reconocí a Jeconías, hijo de Safán.
12 Me dijo: «¿Hijo de hombre, has visto lo que hacen los ancianos de Israel, cada uno en su cuarto? Dicen para sí: “Yavé ya no ve, Yavé ya no se preocupa de esta tierra”.
13 Luego me dijo: “Verás todavía otras cosas escandalosas que se cometen”.
14 Me llevó entonces a la entrada de la puerta del Templo de Yavé que está al lado norte y vi allí mujeres que estaban sentadas llorándole a Tamuz.
15 Me dijo: “¿Viste, hijo de hombre? Vas a ver cosas aún más escandalosas que éstas”.
16 Me llevó al patio interior del Templo de Yavé, y a la entrada del Templo de Yavé, entre el vestíbulo y el altar, veo alrededor de veinticinco hombres que daban la espalda al Templo de Yavé. Estaban allí mirando hacia el este y se prosternaban delante del sol.
17 Entonces me dijo: “Viste, hijo de hombre, ¿no les basta a la casa de Judá con hacer aquí tantas cosas escandalosas? ( ) ¿Van a seguir enojándome? Pero esta vez se les pasó la medida,
18 voy a actuar con furor, no los perdonaré y mi ojo será inclemente.”»

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Comentarios Ezequiel, capítulo 8
8,1

Los capítulos 8-11 relatan una larga visión de los pecados de Jerusalén y del castigo que sobrevendrá. Todo sucede en el Templo, y lo que más impresiona al sacerdote Ezequiel es el desprecio a Dios arrojado del corazón de los hombres por los falsos dioses.

En 8,2 hallamos algunos destellos de la visión del primer capítulo. Siempre algo denota la presencia de Yavé al profeta que, sin embargo, no lo ve. Ezequiel es de nuevo arrebatado en éxtasis: su espíritu va a contemplar los pecados de Jerusalén.

En 8,4, Ezequiel ve en el Templo la Gloria de Yavé. Desde la inauguración del mismo por Salomón (ver 1 Re 8,10), Dios estuvo presente en medio de su pueblo aun cuando se construían altares y estatuas para los falsos dioses en los mismos patios del Templo. Pero ahora Yavé abandona su Templo antes de que lo destruyan los caldeos; su Gloria sale hacia Babilonia, donde están los desterrados. Da como tres pasos antes de marcharse:

— 9,3: sale del Santuario, y se queda en el umbral.

— 10,18: atraviesa los patios y se detiene en la puerta oriental, frente al cerro de los Olivos.

— 11,22: siempre dirigiéndose hacia el este, a Caldea, atraviesa el Cedrón y se detiene sobre el cerro de los Olivos.

Mientras Yavé abandona su templo, el fuego de su santidad se vuelve castigo y muerte contra los impíos que ahí han instalado sus ídolos y se han entregado al adulterio, con los varios sentidos que corresponden a esta palabra en boca de los profetas (ver c. 16).

Junto con las condenaciones colectivas, hay otras personales. Ezequiel es el cooperador de Yavé y debe decir, junto a él, las palabras de condenación que provocan la muerte de los culpables.
Ezequiel (Ez) Capítulo 9
1 Gritó con todas sus fuerzas en mis oídos: «¡Castigos de la ciudad, acérquense! ¡Que cada uno lleve en la mano su instrumento de muerte!»
2 Aparecen entonces seis hombres desde el lado de la Puerta Alta, que mira al norte: cada cual lleva en la mano un instrumento de muerte, y en medio de ellos veo a un hombre con un traje de lino, que tiene en la cintura una tablilla de escriba. Vienen a ponerse al lado del altar de bronce,
3 e inmediatamente la Gloria del Dios de Israel, que hasta entonces descansaba sobre los querubines, se eleva en dirección a la puerta del Templo. Llama al hombre con traje de lino, que lleva en su cintura una tablilla de escriba,
4 y le dice: «Recorre Jerusalén, marca con una cruz en la frente a los hombres que se lamentan y que gimen por todas esas prácticas escandalosas que se realizan en esta ciudad.»
5 Luego, dice a los otros, de manera que yo lo entienda: «Recorran la ciudad detrás de él y maten. No perdonen a nadie, que su ojo no tenga piedad. 6 Viejos, jóvenes, muchachas, niños y mujeres, mátenlos hasta acabar con ellos. Pero no tocarán a los que tienen la cruz. Comenzarán por mi Santuario.»
6 Comienzan pues con la gente que se encontraba delante del Templo.
7 Porque les había dicho: «Llenen los patios de cadáveres, el Templo quedará manchado con ellos; luego salgan y maten en la ciudad.»
8 Mientras mataban de esa manera, me postré con el rostro en tierra, gritando y diciéndole. «¡Ay, Yavé, ¿vas a esparcir tu furor por Jerusalén y destruir lo que queda de Israel?»
9 Me respondió: «El pecado de la casa de Israel y de Judá es tan grande que supera toda medida; el país está repleto de sangre y la ciudad, llena de injusticia. Dicen para sí: Yavé ya no se preocupa del país, Yavé ya no ve nada.
10 Por eso, yo tampoco los perdonaré, mi ojo no tendrá piedad. Haré que su comportamiento recaiga sobre su cabeza.»
11 En ese momento, el hombre que llevaba un traje de lino y que tenía una tablilla en la cintura, llegó para dar cuenta; declaró: «Hice todo lo que me ordenaste.»
Ezequiel (Ez) Capítulo 10
1 En ese momento vi que en la plataforma, por encima de los querubines, había una piedra de zafiro en forma de trono.
2 Desde allí dijo al hombre vestido de lino: «Pasa por debajo de las ruedas y toma entre tus manos carbones que dispersarás por la ciudad.» El hombre fue allá, y yo lo observaba;
3 mientras se deslizaba, los querubines estaban de pie al lado sur y la nube cubría el patio interior.
4 La Gloria de Yavé se elevó por encima del querubín, en dirección a la puerta del Templo; la nube cubría la Casa y todo el patio quedó inundado del resplandor de la Gloria de Yavé.
5 El ruido de las alas de los querubines se oía hasta en el patio exterior, pues era tan fuerte que parecía la voz del Dios Todopoderoso cuando habla.
6 Dio esta orden al hombre vestido de lino: «Saca fuego de entre medio de las ruedas y de los querubines.» El hombre se aproximó y se puso al lado de la rueda.
7 El querubín extendió la mano hasta el fuego, sacó unas brasas y las depositó en la mano del hombre con traje de lino; éste las recibió y salió.
8 Vi entonces una especie de mano de hombre bajo las alas de los querubines.
9 Vi cuatro ruedas colocadas al lado de los querubines (había una rueda al lado de cada querubín), y las ruedas resplandecían como piedras preciosas.
10 Las cuatro ruedas tenían la misma forma: se podría decir que cada rueda estaba hecha de dos ruedas entrecruzadas.
11 Podían pues ir sin volverse a los cuatro puntos cardinales, iban sin darse vuelta en la misma dirección hacia donde miraba la cara del querubín.
12 Las llantas de las cuatro ruedas estaban llenas de ojos por todo el derredor.
13 Oí entonces que a esas ruedas les daban el nombre de «torbellino.»
(14-15).
16 Cuando los querubines avanzaban, las ruedas avanzaban con ellos; cuando los querubines desplegaban sus alas para elevarse desde la tierra, las ruedas no dejaban de acompañarlos.
17 Cuando los querubines se detenían, las ruedas se detenían junto con ellos, porque el espíritu de estos seres estaba en ellas.
18 La Gloria de Yavé salió de la Casa y se detuvo encima de los querubines.
19 Ante mi vista, los querubines abrieron sus alas para elevarse desde la tierra, y salieron acompañados por las ruedas; se detuvieron a la entrada de la puerta oriental del Templo de Yavé, con la Gloria del Dios de Israel que descansaba sobre ellos.
20 Eran los mismos seres que había visto debajo del Dios de Israel junto al río Quebar, y reconocí que eran querubines.
21 Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas, y se veían como manos debajo de sus alas.
22 Sus caras, eran tales como las había visto junto al río Quebar. Y se desplazaban según la dirección de sus caras.
Ezequiel (Ez) Capítulo 11
Castigo de los jefes del pueblo
1 En seguida el Espíritu me llevó a la puerta de la Casa de Yavé que mira al este. A la entrada de la puerta había veinticinco hombres entre los cuales divisé a Jezanías, hijo de Azur y a Peltía, hijo de Banaías, jefes del pueblo.
2 Yavé me dijo: «Hijo de hombre, estos son hombres que meditan el mal y que dan malos consejos a la ciudad.
3 Dicen: Nuestras casas no están próximas a caer, nosotros somos la carne y la ciudad es la olla que la conserva.
4 ¡Por eso, profetiza contra ellos esta profecía, hijo de hombre!»
5 En ese momento cayó sobre mí el espíritu de Yavé. Me dijo: «Transmíteles esta palabra de Yavé: Sé lo que tienen en su cabeza, casa de Israel, sé lo que dicen.
6 Pero como han llenado esta ciudad de víctimas y las calles de cadáveres,
7 Yavé les dice: Las víctimas que dejaron en la ciudad son la carne, y la ciudad, la olla. Pero a ustedes los haré salir.
8 Ya que ustedes temen a la espada, enviaré sobre ustedes la espada, palabra de Yavé.
9 Los haré salir de la ciudad y los entregaré a los extranjeros; así es como haré justicia con ustedes.
10 Los matarán a espada en las fronteras de Israel; allí los castigaré y sabrán que yo soy Yavé.
( 11 )
12 Porque ustedes no han obedecido mis mandamientos, no han seguido mis reglas, sino que se han conducido como esos paganos que los rodean.»
13 Mientras estaba profetizando, murió Peltía hijo de Banaías: caí entonces con el rostro en tierra y me puse a gritar con fuerte voz: «¡Ay, Yavé! ¿Quieres destruir todo lo que queda de Israel?»
14 Yavé me dirigió, entonces, estas palabras:
15 «Hijo de hombre, bien sabes lo que los habitantes de Jerusalén dicen de tus hermanos, de tus vecinos, de todos los desterrados: Que se queden allá lejos de Yavé, pues nosotros hemos heredado esta tierra.
16 Por eso, les vas a decir esta palabra de parte de Yavé: Sí, los envié lejos entre las naciones, los dispersé en esos países, pero yo soy para ellos un santuario en esos países adonde se fueron.
17 Y a los desterrados les dices: Los juntaré de entre esos pueblos; los reuniré de esos países adonde han sido dispersados y les devolveré la tierra de Israel.
18 Entrarán allí nuevamente y arrancarán todos los horrores, todos los ídolos.
19 Les daré un corazón nuevo y pondré en su interior un espíritu nuevo. Quitaré de su carne su corazón de piedra y les daré un corazón de carne.
20 Así caminarán según mis mandamientos, observarán mis leyes y las pondrán en práctica; entonces serán mi pueblo y yo seré su Dios.
21 Pero a los que tienen su corazón apegado a sus inmundicias y a sus horrores, les costará cara su conducta, palabra de Yavé.»
22 En ese momento, los querubines desplegaron sus alas y las ruedas se fueron con ellos; la Gloria del Dios de Israel descansaba sobre ellos.
23 La Gloria de Yavé se levantó desde el centro de la ciudad; se elevó y se detuvo en la montaña que está al oriente de la ciudad.
24 Entonces el Espíritu me tomó y me llevó de vuelta a Caldea junto a los cautivos; todo esto se desarrolló en una visión; esto venía del Espíritu de Dios. Y luego esa visión se alejó de mí
25 y pude contarles a los exiliados todo lo que me había mostrado Yavé.
Ezequiel (Ez) Capítulo 12
El gesto del exiliado
1 Me fue dirigida esta palabra de Yavé:
2 «Hijo de hombre, tú vives en medio de rebeldes, que tienen ojos para ver pero no ven, oídos para oír y no oyen. Realmente son una banda de rebeldes.
3 Prepara, pues, hijo de hombre, tu equipaje de exiliado en pleno día y ante ellos; a lo mejor así reconocen que son una banda de rebeldes.
4 De día y a su vista arreglarás tus asuntos, como lo hace un exiliado, y saldrás al atardecer como parten los exiliados.
5 Harás en presencia de ellos un hoyo en la muralla, por donde saldrás.
6 Te echarás tu bulto a la espalda y saldrás en presencia de ellos en la oscuridad. Además, te taparás la cara para que no veas la tierra. Todo esto que te mando hacer será una señal para la casa de Israel.»
7 Ejecuté pues la orden que había recibido. Arreglé durante el día mi equipaje de exiliado, y al atardecer hice con mi mano un hoyo en la muralla, luego salí de noche en presencia de ellos, después de haberme echado mi fardo al hombro.
8 A la mañana siguiente me fue dirigida otra palabra de Yavé:
9 «Hijo de hombre, ¿esa gente de Israel, esa banda de rebeldes, no te preguntaron por lo que hacías?
10 Pues bien, así les dirás de parte de Yavé: Esto es una profecía, que se refiere a Jerusalén y a todos los israelitas que allí moran.
11 Yo soy para ustedes una señal; a ustedes les pasará lo que he hecho. ¡Irán deportados al exilio!
12 El príncipe que está entre ustedes se echará su bulto a la espalda en la oscuridad y saldrá por el boquete que habrán hecho para que salga; llevará la cara tapada y no verá.
13 Pero extenderé mi red a su paso y caerá en ella; lo llevaré a Babilonia, al país de los caldeos, pero no verá esa tierra, y allí morirá.
14 Dispersaré a los cuatro vientos a los que lo rodean, a toda su tropa, y los perseguiré a espada.
15 Cuando los haya desparramado por entre las naciones, o dispersado en medio de los países, sabrán que yo soy Yavé,.
16 Perdonaré sin embargo a algunos de ellos, los que escaparán a la espada, al hambre y a la peste; entonces podrán confesar en medio de las naciones adonde vayan todos los horrores que cometieron; y así sabrán que yo soy Yavé.»
17 Yavé me dirigió nuevamente la palabra:
18 «Hijo de hombre, vas a comer tu pan como si estuvieras temblando, y a beber tu agua como si estuvieras angustiado y anonadado.
19 Y luego dirás a propósito de los señores de Jerusalén: Esta palabra de Yavé está destinada a los habitantes de Jerusalén, a todos los que están todavía en la tierra de Israel: Comerán su pan en medio de la angustia, beberán su agua en medio de su tristeza, porque su país será desolado, privado de sus riquezas a causa de la violencia de sus habitantes.
20 Las ciudades habitadas quedarán reducidas a escombros y el país se convertirá en un desierto; entonces sabrán que yo soy Yavé.»
Las palabras de Dios se cumplirán
21 Se me dirigió esta palabra de Dios:
22 «Hijo de hombre, ¿qué se oye repetir entre ustedes en tierra de Israel?: «Se alarga el plazo, la visión no vale.»
23 Pues bien, tú les dirás esta palabra de Yavé: Haré que lo que dicen quede en falso y que no lo repitan más en Israel. Y tú añadirás: Han llegado los días en que se cumplirá toda visión.
24 De hoy en adelante no habrá más visiones mentirosas o adivinaciones engañosas entre ustedes.
25 Porque yo, Yavé, digo lo que tengo que decir y mis palabras se cumplirán. Ya no habrá más plazo, porque lo que voy a hablar y a hacer se refiere a sus días, banda de rebeldes, palabra de Yavé.
26 Me fue dirigida esta palabra de Yavé:
27 «Hijo de hombre, la gente de Israel comenta: Las visiones de Ezequiel se refieren a tiempos futuros, profetiza para un porvenir lejano.
28 Pero tú les dirás esta palabra de Yavé: Ninguna de mis palabras tardará en cumplirse; lo que digo se hará —palabra de Yavé».

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Comentarios Ezequiel, capítulo 12
12,1

En Babilonia, al anochecer, los hombres se reúnen delante de la puerta de sus casas. Ezequiel se presenta. Sin decir ni una palabra, actúa como actor solitario en una representación que capta la atención de la gente. Acabado el gesto, se va sin dar explicación alguna. Al día siguiente, revela el significado de esta parábola en acción.

En el llamado gesto del «exiliado», el profeta anuncia la deportación de los habitantes de Jerusalén y de su rey.
12,21

Se larga el plazo, la visión no vale. Nos extraña esta incredulidad de los judíos porque, al contemplar de lejos la Historia Sagrada, nos parece que abundaban en ella los milagros y se cumplían pronto las palabras de los profetas. En realidad, no les parecía tal a los contemporáneos de los profetas. En casi dos siglos hubo solamente Isaías, Jeremías, Ezequiel y algunos profetas menores; y al lado de ellos ¡cuántos profetas profesionales y charlatanes! Además, no se multiplicaron las liberaciones milagrosas como la de Jerusalén en 701. Así, pues, la historia no era sólo milagros ni tampoco las palabras proféticas se cumplían de inmediato. Por tanto, se explica muy bien la incredulidad de los judíos.

En la historia hay momentos en que se aceleran los cambios, y tiempos en los que Dios parece no actuar. En el mismo Evangelio se nos avisa que no nos volvamos materialistas cuando el Señor parece ausente de la marcha del mundo (Lc 21,34; 17,26; 2 Pe 3,3).
Ezequiel (Ez) Capítulo 13
Los falsos profetas
1 Se me dirigió esta palabra de Yavé:
2 «Hijo de hombre, profetiza contra los falsos profetas de Israel, profetiza y diles: Escuchen esta palabra de Yavé.»
3 Sí, esto dice Yavé: ¡Ay de estos profetas irresponsables que siguen su imaginación y no han tenido visiones!
4 Tus profetas, Israel, son como zorros en medio de ruinas.
5 No han hecho frente ni han construido fortificaciones alrededor de Israel, para que resista el ataque en el día de Yavé.
6 Dicen: Palabra de Yavé, pero son sólo visiones falsas, predicciones mentirosas. Yavé no los envió, ¿y esperan que él cumpla lo que han dicho?
7 Cuando dicen: Palabra de Yavé, siendo que yo nada he dicho, ¿no es eso una visión falsa, una profecía mentirosa?
8 Pero Yavé dice: Me declaro en contra de ustedes debido a sus palabras huecas y a sus visiones de mentira, palabra de Yavé.
9 Castigaré a los profetas de visiones falsas, de promesas mentirosas; ya no serán admitidos en el consejo de mi pueblo, ni serán más inscritos en la libreta de familia de Israel, ni entrarán en la tierra de Israel: así sabrán que yo soy Yavé.
10 Esos profetas engañan a mi pueblo; dicen «paz» cuando no hay paz; mi pueblo se construye un muro y ellos ponen el estuco.
11 Díganles a los que ponen el estuco: ¡Vendrán la lluvia torrencial, la caída del granizo y el viento de tormenta,
12 y el muro se caerá! Entonces les dirán: ¿Dónde está el estuco que pusieron en ese muro?
13 Esto dice Yavé: Mi cólera desencadena un viento tempestuoso, mi furor envía la lluvia torrencial, mi rabia lanza los granizos de la destrucción.
14 Derribo el muro que habían recubierto de estuco, lo dejo a ras del suelo y quedan al descubierto sus cimientos; cae sobre ustedes y los aplasta. Entonces sabrán que yo soy Yavé.
15 Cuando mi cólera se desate contra el muro y los que lo estucaron, les preguntarán: ¿Dónde está el muro, dónde los que lo estucaron?
16 ¿Dónde están esos profetas de Israel que profetizaban sobre Jerusalén, y que veían para ella visiones de paz cuando no había paz?, palabra de Yavé.
17 Vuélvete, hijo de hombre, hacia las hijas de tu pueblo que profetizan por su cuenta; sí, profetiza contra ellas.
18 Les dirás estas palabras de Yavé: ¡Ay de ustedes que cosen cintas mágicas para todos los puños y tejen velos para las cabezas de cualquier talla! Con eso hacen caer en la trampa a las almas. Ustedes que así atrapan a las almas de mi pueblo, ¿creen que salvarán sus propias vidas?
19 Por un puñado de cebada o un mendrugo de pan me desacreditan frente a mi pueblo, hacen que mueran los que no deben morir y dejan con vida a los que no deben vivir, engañan a mi pueblo y mi pueblo hace caso a la mentira.
20 Pues bien, esto dice Yavé: Aborrezco esas cintas con las que cautivan a las almas; las romperé en sus brazos y libraré las almas que ustedes querían atrapar.
21 Desgarraré sus velos y arrancaré a mi pueblo de las manos de ustedes para que no sea más una presa en manos de ustedes; así sabrán que yo soy Yavé.
22 Porque desanimaron con mentiras al hombre bueno, siendo que yo no quería que se desanimara. Y le dieron seguridad al malvado, quien no renunció a su mal comportamiento para recuperar la vida.
23 Por eso, ya no tendrán falsas visiones, sino que libraré a mi pueblo de las manos de ustedes y sabrán que yo soy Yavé.»

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Comentarios Ezequiel, capítulo 13
13,1

En el mundo se propagan siempre verdad y mentira. En eso los profetas no fueron privilegiados en comparación con nosotros, pues todos encontraron opositores (ver 1 Re 22; Is 28; Jer 28). Aquí Ezequiel caracteriza la actuación del falso y del verdadero profeta.

— El verdadero habla ordinariamente en contra de lo que la mayoría desearía oír (ver también Jer 14,13);

— En vez de callar el pecado, se arriesga a denunciarlo (ver Jer 23,14).

— Indica las causas profundas del mal, en vez de proponer soluciones que solamente lo disimulen por un tiempo.

— Está sobre la muralla, como el centinela, mirando con lucidez el juicio de Dios que se acerca.

— Por sus palabras y su intercesión defiende a su pueblo contra la cólera de Yavé (Ez 22,30).

Ezequiel menciona las profetisas y sus gestos, cuyo sentido preciso se nos escapa; hacían que la gente se preocupara por sueños, supersticiones y remedios ilusorios, mientras se quedaban ciegos frente a los crímenes y pecados.
Ezequiel (Ez) Capítulo 14
¡No dejaré que me consulten!
1 Algunos ancianos de Israel vinieron a mi casa y se sentaron a mi lado.
2 Entonces Yavé me dirigió su palabra:
3 «Hijo de hombre, esos hombres tienen a sus ídolos arraigados en su corazón; están apegados a lo que los hace pecar. ¿Permitiré que me consulten?
4 Les dirás pues esta palabra de Yavé: Si alguien en Israel lleva consigo sus ídolos y se apega a lo que lo hace pecar, que vaya no más a ver al profeta, yo Yavé le daré una respuesta apropiada a sus sucios ídolos.
5 Porque quiero recuperar el corazón de la casa de Israel, que se alejó de mi junto con todas sus inmundicias.
6 Dirás pues esta palabra de Yavé a la casa de Israel: Regresen a mí, apártense de sus ídolos y renuncien a sus crímenes.
7 Yo, Yavé, responderé personalmente a cualquier israelita y a cualquier extranjero que vive en Israel, que vive alejado de mí, que sólo piensa en sus ídolos que lo inducen a pecar, y que después vaya al profeta para que me consulte.
8 Lo castigaré para ejemplo de los demás y será un ejemplo que no se olvidará. Lo suprimiré de mi pueblo, y sabrán que yo soy Yavé.
9 Si el profeta se deja convencer por esa persona y le da una respuesta de mi parte, es porque yo, Yavé, busqué su perdición. Castigaré a ese profeta y lo eliminaré de en medio de mi pueblo.
10 Ambos soportarán el peso de su culpa, el que consulta y el profeta que sea consultado.
11 Así la casa de Israel no se apartará más de mí. Dejarán de ensuciarse con sus faltas, serán mi pueblo y yo seré su Dios ,–palabra de Yavé.»
12 Se me dirigió esta palabra de Yavé:
13 «Hijo de hombre, imagínate un país que peca contra mí: es infiel y yo lo castigo; lo dejo sin pan, le envío el hambre para acabar con los animales y la gente.
14 Imagínate que en ese país se encuentren estos tres hombres: Noé, Daniel y Job. Pues bien, lo digo yo, esos tres hombres salvarían su vida debido a su justicia, palabra de Yavé.
15 Imagínate que en ese país suelto animales feroces para que quede sin hijos y se convierta en un desierto, el que nadie podrá atravesar por miedo a esas fieras salvajes.
16 Por mi vida, dice Yavé, si esos tres hombres vivieran en este país, no podrían salvar ni a su hijo ni a su hija, pero ellos, sólo ellos, se salvarían mientras el país se convertiría en un desierto.
17 Imagínate que hago venir la espada en contra de ese país y que yo diga: ¡Arrase la espada con este país y mate a hombres y animales!
18 Por mi vida, dice Yavé, si estos tres hombres estuvieran en ese país, no podrían salvar ni al hijo ni a la hija pero ellos salvarían su vida debido a su justicia.
19 Imagínate, asimismo, que me dejo arrebatar por un furor destructor y que envío la peste a ese país acabando con animales y hombres.
20 Si Noé, Daniel y Job estuvieran en ese país, por mi vida, dice Yavé, no salvarían ni hijos ni hijas, pero salvarían su vida a causa de su justicia.
21 Esto dice el Señor: He enviado en contra de Jerusalén a mis cuatro terribles castigos: la espada, el hambre, las fieras feroces y la peste, porque quiero acabar con hombres y animales.
22 Quedan, sin embargo, supervivientes, los cuales están saliendo y serán traídos hasta aquí, hombres y mujeres. Cuando sepan de su conducta y de sus obras,
23 se consolarán y comprenderán que no sin razón actué así con Jerusalén, palabra de Yavé.»

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Comentarios Ezequiel, capítulo 14
14,3

¿Permitiré que me consulten? Aquí se advierte a los que vienen a consultar a Yavé por medio del profeta para solucionar sus apuros de orden inmediato: ¿Tengo que casarme con esta mujer? ¿Cómo sanaré de mi enfermedad? Yavé no quiere contestar a los que no estén dispuestos a obedecerle; más bien los castigará por su maldad: ésta será su respuesta.

Si el profeta se deja convencer (9). Si el profeta acepta por interés contestar cosas que no tienen que ver con su misión, Yavé castigará al consultante y al profeta.

De ahí se desprende la responsabilidad del que se deja engañar por los falsos profetas. A lo mejor se dirigió a ellos sabiendo que ellos, por lo menos, no lo obligarían a ver claramente sus errores.
Ezequiel (Ez) Capítulo 15
Israel: la viña estéril
1 Me fue dirigida esta palabra de Yavé:
2 «Hijo de hombre, ¿acaso la madera de parra vale más que las otras maderas o que las ramas de los árboles del bosque?
3 ¿Se usa la madera de parra para fabricar algún objeto? ¿Se hace con ella una clavija para encajarla en cualquier cosa?
4 Peor aun si fue echada al fuego: éste devoró sus dos puntas, y el medio está quemado, ¿se puede trabajar todavía?
5 Si cuando estaba entera, no se podía hacer nada con ella, ¿cuánto menos ahora que ha sido devorada y quemada por el fuego?
6 Por eso, así habla Yavé: Los habitantes de Jerusalén son como la madera de parra que se echa al fuego junto con los árboles silvestres.
7 Volveré mi rostro contra ellos: escaparon al fuego pero el fuego los devorará, y sabrán que yo soy Yavé cuando vuelva mi rostro contra ellos.
8 Convertiré al país en un desierto porque fueron infieles, palabra de Yavé.»

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Comentarios Ezequiel, capítulo 15
15,1

En los capítulos 15-23 se denuncian cuatro veces, en forma diferente, los pecados de Judá a lo largo de su historia: capítulos 16, 20, 22, 23.

La comparación de la vid, del presente capítulo, indica la conclusión necesaria de dicha historia: la nación es destruida y su capital incendiada. Israel, tal como la madera de la vid, no se destacaba entre los demás pueblos, ni por su número, ni por sus cualidades, cuando Yavé lo eligió. Al no cumplir su misión, no puede seguir como pueblo de Dios, ni volver a ser un pueblo como los demás.
Ezequiel (Ez) Capítulo 16
La esposa infiel
1 Me fue dirigida esta palabra de Yavé:
2 «Hijo de hombre, hazle ver a Jerusalén todas sus horribles acciones.
3 Dile de mi parte: Naciste en Canaán y de allí saliste; tu padre era el amorreo y tu madre una hitita.
4 Cuando naciste, el día en que viniste al mundo, no habían cortado tu cordón, ni te habían bañado en agua, ni frotado con sal, ni te habían envuelto en pañales.
5 Nadie tuvo compasión de ti, nadie te cuidó, ni siquiera por piedad; el día en que viniste al mundo, a nadie interesabas y te dejaron en el suelo en medio del campo.
6 Yo pasé entonces cerca de ti, te vi debatiéndote en medio de tu sangre y te dije: ¡Vive tú que pierdes tu sangre,
7 y crece como una hierba del campo! Entonces comenzaste a crecer, te desarrollaste, te convertiste en una jovencita, tu pecho se afirmó y tu cabellera creció; pero estabas desnuda, no tenías nada.
8 Entonces pasé cerca de ti y te vi; era el tiempo de los amores, eché sobre ti mi manto, cubrí tu desnudez y te hice un juramento. Hice una alianza contigo, palabra de Yavé, y tu pasaste a ser mía.
9 Te bañé con agua, lavé tu sangre y te perfumé con aceite.
10 Te vestí con ropajes bordados, con calzado de cuero fino, puse en tu cabeza un velo de lino y de seda,
11 te adorné con joyas, puse brazaletes en tus muñecas, un collar en tu cuello,
12 un anillo en tu nariz, aros en tus orejas, y para tu cabeza una espléndida diadema.
13 Tus joyas eran de oro y plata, tus vestidos de lino fino, hechos con telas preciosas todas bordadas. Te alimentabas de harina fina, de miel y de aceite, y quedaste magnífica: un día fuiste la reina.
14 Tu belleza se hizo célebre entre las naciones: era una belleza perfecta gracias a mi esplendor que derramaba sobre ti, palabra de Yavé.
15 Pero luego pusiste tu confianza en tu belleza, tu fama te permitió prostituirte; prodigaste tus encantos a cualquiera que pasaba y te fuiste con él.
16 Tomaste tus vestidos para decorar los altos lugares en los que te prostituías.
17 Tomaste tus joyas de oro y plata que te había dado, hiciste con ellas estatuas de machos con los que te prostituiste.
18 Las cubriste con tus vestidos bordados y depositaste ante ellas mi aceite y mi incienso.
19 Les presentaste como ofrenda de agradable olor el pan que te había dado, la harina flor, el aceite, la miel con que te alimentaba, palabra de Yavé.
20 Más aún, tomaste a tus hijos y a tus hijas que tú me habías dado, y se los ofreciste para que los devoraran: ¿y no te bastaba eso que te corrompías?
21 No, pues degollaste a mis hijos y los entregaste para el sacrificio, para que esto fuera mejor que prostituirte,
22 y te olvidaste de los días de tu juventud, cuando andabas desnuda y sin ropa y te debatías en tu propia sangre.
23 Después de todas tus maldades, dice Yavé,
24 te construiste además estrados en todas tus plazas;
25 en todas las entradas de camino levantaste un montículo. Profanaste tu belleza, ofreciste tu cuerpo a cuantos pasaban y te revolcaste en la perdición.
26 Te prostituiste con los egipcios tus vecinos bien constituidos, multiplicaste tus liviandades por el puro gusto de molestarme.
27 Por eso, levanté mi mano contra ti, reduje tu ración y te abandoné al capricho de tus enemigos, las ciudades filisteas, que se avergonzaban de tu descarada conducta.
28 No satisfecha todavía, te envileciste con los asirios, pero no quedaste satisfecha.
29 Multiplicaste tus desórdenes en un país de mercaderes, en Caldea, y allí tampoco te sentiste satisfecha.
30 ¡Cuál no será mi furor, dice Yavé, al ver tu mala conducta de prostituta insolente!
31 Cuando levantabas tu estrado en todas las entradas de camino o en las plazas, no pedías tu paga como lo hace la prostituta,
32 sino que eras la mujer adúltera que busca extraños en vez de su marido.
33 A las prostitutas les dan un regalo, pero tú, en cambio, dabas regalos a tus amantes; les pagabas para que vinieran de todas partes a envilecerse contigo.
34 Te prostituías, pero era al revés de las otras mujeres: nadie corría detrás de ti, sino que tú pagabas y nadie te pagaba. Realmente no eras como las demás.
35 Por eso, prostituta, escucha esta palabra de Yavé:
36 Ya que mostraste tu desnudez en tus prostituciones con tus amantes, con todos tus ídolos abominables, ya que derramaste la sangre de tus hijos,
37 yo, a mi vez, reuniré a todos tus amantes con los que te calentaste, a los que querías y a los que aborrecías; los reuniré en contra tuya de todas partes y ante ellos descubriré tu desnudez: te verán privada de todo.
38 Te aplicaré la sentencia de las mujeres adúlteras y criminales; te entregaré a la cólera y a la indignación.
39 Te entregaré en sus manos, derribarán y destruirán tus altos lugares, te quitarán tus vestidos, tomarán tus joyas y te dejarán desnuda, sin nada.
40 Convocarán a la asamblea contra ti, te apedrearán y te atravesarán con sus espadas.
41 Condenarán tus hijas —tus ciudades— a la hoguera en presencia de todas las demás mujeres; así haré que no puedas más prostituirte ni pagarte amantes.
42 Cuando haya descargado mi furor, se acabará mi indignación, me calmaré y no me enojaré más.
43 Pero ya que no te acordaste de los días de tu juventud, sino que me provocaste de mil maneras, yo haré que recaiga sobre tu cabeza tu conducta, palabra de Yavé. ¿No siguieron a tus acciones vergonzosas los crímenes?
44 Los que gustan de los refranes te dirán: “De tal madre, tal hija.”
45 Tú eres hija de la madre que aborreció a su marido y a sus hijos, tú eres hermana de tus hermanas que abandonaron a sus maridos y a sus hijos, tu madre era hitita y tu padre, amorreo.
46 Tu hermana mayor es Samaría que vive con sus hijas al lado norte tuyo, tu hermana menor es Sodoma que vive con sus hijas hacia el sur.
47 Tú no seguiste a medias sus caminos para cometer el crimen, sino que te mostraste más desvergonzada que ellas en todo tu mal proceder.
48 Por mi vida, dice Yavé, que tu hermana Sodoma y sus hijas no actuaron como tú y tus hijas.
49 ¿Cuál fue el pecado de tu hermana Sodoma? Era orgullosa, comía bien y vivía sin preocupaciones, ella y sus hijas no hicieron nada por el pobre y el desgraciado.
50 Se volvieron arrogantes, hicieron lo que me desagrada, por eso las hice desaparecer como tú lo has visto.
51 En cuanto a Samaria, no cometió ni siquiera la mitad de tus pecados; pero tú has cometido tantas abominaciones que tus hermanas parecen justas a tu lado.
52 Por eso, ahora soporta tu afrenta ya que tus pecados más horribles que los de ellas las hacen aparecer como inocentes. Deberías estar roja de vergüenza por haber justificado así a tus hermanas.
53 Las restableceré, restableceré a Sodoma y a sus hijas, restableceré a Samaria y a sus hijas, y luego te restableceré a ti en medio de ellas.
54 Así, para consuelo de ellas, soportarás tu humillación y te avergonzarás de cuanto has hecho.
55 Tus hermanas, Sodoma y sus hijas, Samaría y sus hijas serán restablecidas como eran antes; tú y tus hijas también serán restablecidas como antes.
56 ¿No te burlabas de Sodoma y la ponías de ejemplo en el tiempo de tu orgullo,
57 antes que se descubrieran tus maldades? Pues ahora tú eres la burla de Edom y de sus alrededores, y de los filisteos, que te desprecian por todas partes.
58 Paga ahora tus pecados y tus crímenes, palabra de Yavé.
Sentirás vergüenza cuando te perdone
59 Esto dice Yavé: Me portaré contigo como tu lo hiciste conmigo: rompiste la alianza sin pensar más en tu juramento.
60 Sin embargo me acordaré de mi alianza contigo cuando eras joven y estableceré contigo una alianza eterna.
61 Te acordarás entonces de tu conducta y te avergonzarás de ella cuando recibas a tus hermanas, tanto a las mayores como a las menores, cuando te las entregue como hijas, sin renegar en nada de mi alianza contigo.
62 Porque mantendré mi alianza contigo y sabrás que yo soy Yavé.
63 Entonces te acordarás, te sentirás llena de vergüenza y no te atreverás a abrir la boca cuando te perdone todo lo que has hecho, palabra de Yavé.»

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Comentarios Ezequiel, capítulo 16
16,1

La historia de la esposa infiel, ya contada por Oseas y Jeremías, se amplía hasta abarcar toda la historia sagrada. Aquí, esta historia empieza con la conquista de Canaán. Cuando David conquistó Jerusalén, su población era de raza amorrea, y la clase alta, hetea.

Se pueden notar las etapas de esta historia:

— Israel partió de la nada: 4-5.

— Dios lo enriquece: 8-14.

— La caída: 15-22.

— Promesa: Me acordaré de mi alianza contigo (60).

Al hablar de prostitución, Ezequiel tiene a la vista tres pecados diferentes:

— Entregarse al culto de los ídolos, a pesar de ser «la esposa» de Yavé.

— Organizar la prostitución sagrada, como se practicaba en los cultos paganos.

— Someterse a las naciones grandes para tener protección política, en vez de conservarse independiente.

Ezequiel no olvida ningún detalle de lo que puede humillar y avergonzar a su pueblo. En ningún pueblo se oyó una crítica tan acérrima de la historia nacional. Al tirar al vuelo el orgullo de sus compatriotas, el profeta nos invita a descubrir nuestras innumerables torpezas y nuestra vanidad, como personas y como nación.

También se notará el párrafo 59-63, en que Yavé promete la Alianza Nueva. La humillación que siguió al pecado prepara una vida santa.
16,61

Cuando recibas a tus hermanas mayores y menores. Israel no complirá su misión entre las naciones sin antes haber perdido su orgullo de ser pueblo de Dios, y para esto es necesario que Dios le quite todo lo que le ha dado. ¿Hasta dónde alcanzará la crisis presente de la Iglesia para que pueda obrar en la forma que Dios quiere, tanto para el ecumenismo como para la evangelización de los pobres? Nos duele a veces la pasividad de Dios que, aparentemente, no hace nada para socorrerla en los momentos en que pierde las oportunidades historicas y se ve reducida a pequeñas minorías; pero esto es parte del plan de Dios. Cristo-Rey, como lo decimos, no necesita de una Iglesia-Reina o con aureola; ella debe más bien reconocer que es infiel y pecadora, en sus miembros como en sus instituciones.
Ezequiel (Ez) Capítulo 17
Respecto a los reyes, hijos de David
1 Me fue dirigida esta palabra de Yavé:
2 «Hijo de hombre, inventa una comparación para la gente de Israel y diles que la adivinen.
3 Les dirás: Esta es una palabra de Yavé:
3 El gran águila de amplias alas, de largo plumaje, con sus plumas multicolores, llegó al Líbano: se subió a la copa del cedro.
4 Cogió la rama más alta, y la llevó al país de los negocios, a una ciudad de comerciantes.
5 Luego, tomó una plantita del lugar, la puso en un campo como si fuera un sauce, donde no faltara el agua.
6 La planta creció, llegó a ser una parra, de poca altura pero fértil, que extendía sus ramas hacia el águila mientras sus raíces se hundían. La parra brotó y se convirtió en una vid grande, dio guías y sarmientos.
7 Pero llegó otra águila, grande, de anchas alas, de tupido plumaje, y la parra dirigió sus raíces y sus ramas hacia ella, esperando encontrar más agua que la que tenía en su tierra.
8 Había sido sin embargo plantada en buena tierra, donde no faltaba el agua, podía extender sus ramas, dar frutos y ser una parra magnífica.
9 Y ahora pregunta Yavé: ¿Prosperará? ¿No arrancará el otro sus raíces, cortará sus racimos y dejará que se sequen sus brotes? No necesitará de mucho esfuerzo ni de mucha mano de obra para arrancarla de raíz.
10 Está plantada, pero ¿prosperará? Basta que se levante el viento del este para que se seque: se secará en la tierra donde floreció.»
11 Me llegó entonces una palabra de Yavé:
12 «Dirás a esos rebeldes: ¿No saben lo que eso significa? Pues bien, esto: el rey de Babilonia llegó a Jerusalén, tomó a su rey y a sus ministros y se los llevó a Babilonia.
13 Luego, tomó un retoño de raza real, pactó con él una alianza y le impuso un juramento. Incluso se llevó a los responsables del país
14 para que el reino fuera pequeño, no pudiera rebelarse y así este último guardara y respetara su alianza.
15 Pero ese príncipe se rebeló contra el rey de Babilonia, envió mensajeros a Egipto para que le dieran caballos y un numeroso ejército. ¿Podrá tener éxito? ¿Podrá escaparse después de haber roto la alianza?
16 Por mi vida, palabra de Yavé, él morirá en el país del rey que lo puso en el trono, en la tierra de ese rey cuyo juramento despreció y cuya alianza rompió. Morirá en Babilonia.
17 Faraón no le enviará un gran contingente, con mucha gente, cuando se levanten terraplenes y torres para aplastar a los defensores.
18 Menospreció el juramento, rompió la alianza siendo que había empeñado su palabra; y después de eso ¿podrá salvarse?
19 Por eso, esto dice Yavé: Tan cierto como que yo estoy vivo, haré que recaiga sobre su cabeza mi juramento que despreció y mi alianza que rompió.
20 Tenderé mi red a su paso y quedará atrapado en sus mallas ( ).
21 Sus guardias caerán por la espada y los sobrevivientes serán dispersados a los cuatro vientos: entonces sabrán que yo Yavé fui quien habló.
22 Esto dice Yavé: Yo mismo sacaré del cedro una patilla y la plantaré en una montaña alta y segura.
23 La plantaré en una alta montaña de Israel, se desarrollará, dará frutos y se convertirá en un cedro magnífico; bajo él descansarán aves de todas las especies, se cobijarán a la sombra de sus ramas.
24 Todos los árboles del campo sabrán entonces que yo soy Yavé: yo rebajo al árbol que se eleva y levanto al árbol humillado; seco al árbol verde y hago florecer al árbol seco; yo Yavé lo dije y lo haré.»

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Comentarios Ezequiel, capítulo 17
17,3

El propio Ezequiel da la explicación de esta larga y sofisticada comparación. La conclusión es que se acaban los reyes descendientes de David. Otro descendiente de David será escogido por Dios mismo para ser el Mesías. Los versículos 22-24 anuncian a Cristo.

El que quebrantó la alianza (15-20). La sumisión de Sedecías a los caldeos era el justo precio de anteriores errores denunciados por los profetas, y Dios no justifica su posterior rebelión contra el opresor. Dios no hace suya cualquier liberación ni por cualquier medio.
Ezequiel (Ez) Capítulo 18
Si el pecador se convierte, vivirá
1 Me fue dirigida esta palabra de Yavé:
2 «¿Por qué al hablar de Israel repiten este proverbio: Los padres comieron uvas verdes y los hijos tienen dentera a los hijos les temblaron los dientes?
3 Yo juro, dice Yavé, que ese proverbio no tendrá más valor en Israel.
4 Porque todas las vidas me pertenecen, tanto la vida del hijo como la del padre, y el que peca, ése morirá.
5 Sea un hombre justo que practica el derecho y la justicia;
6 no come la carne no desangrada, no vuelve sus ojos hacia los sucios ídolos de la casa de Israel,
7 no ensucia a la mujer de su prójimo ni se acerca a una mujer durante su regla; no oprime a nadie,
8 devuelve la garantía al que le debía, no comete robos, da su pan al que tiene hambre y le pone ropa al que está desnudo; no presta su dinero con interés, no cobra comisiones, aparta su mano de la injusticia, juzga conforme a la verdad cualquier problema entre un hombre y su prójimo;
9 sigue mis mandamientos, observa mis leyes y actúa en todo con fidelidad. Ese hombre es justo y vivirá, palabra de Yavé.
10 Pero ocurre que ese hombre tiene un hijo violento, que derrama sangre y comete esas faltas
11 que su padre no cometió. Come la carne sin desangrar, ensucia a la mujer de su prójimo, trata violentamente al pobre y al indigente,
12 roba, no devuelve la garantía que se le pasó, vuelve su mirada hacia los sucios ídolos y comete el crimen,
13 presta su dinero con interés y cobra comisiones. ¿Después de eso, vivirá? Ciertamente que no. Si cometió todos esos crímenes, debe morir: él será responsable de su muerte.
14 Pero ese hombre, a su vez, tiene un hijo; éste vio todos los pecados que cometía su padre, los vio pero no lo imitó.
15 No come la carne sin desangrar, no vuelve su mirada hacia los sucios ídolos de la casa de Israel, no ensucia a la mujer de su prójimo,
16 a nadie trata con violencia, no se guarda la garantía, no roba, da su pan al que tiene hambre y le pone ropa al que está desnudo,
17 no trata al pobre con violencia, no cobra interés o comisión, observa mis leyes y sigue mis mandamientos. Ese no morirá por el pecado de su padre, sino que al contrario vivirá.
18 Quien morirá por su pecado es el padre, el que multiplicó sus violencias, robó a su prójimo e hizo lo que es malo en medio de mi pueblo.
19 Ustedes me preguntan: “¿Por qué el hijo no carga con el pecado de su padre?” ¡Pero si el hijo se comportó conforme al derecho y a la justicia, observó todos mis mandamientos y los puso en práctica! Debe pues vivir.
20 Quien debe morir es el que peca; el hijo no carga con el pecado del padre, y el padre no cargará con el pecado del hijo. El mérito del justo le corresponderá sólo a él, y la maldad del malo, sólo a él.
21 Si el malvado se aparta de todos los pecados cometidos, se dedica a observar todos mis mandamientos y se comporta de acuerdo al derecho y a la justicia, vivirá y no morirá;
22 se echarán al olvido todos los crímenes que cometió y, debido a la justicia que haya practicado, vivirá.
23 ¿Creen ustedes que me gusta la muerte del malvado? dice Yavé. Lo que me agrada es que renuncie a su mal comportamiento y así viva.
24 En cambio, si el justo se aparta de su justicia y se dedica a hacer el mal ( ), si comete las mismas fechorías que cometía el malo, serán dadas al olvido todas las obras de justicia que practicó. Morirá a causa de la infidelidad de la que se hizo culpable y del pecado que cometió.
25 Ustedes dicen: La manera de ver las cosas que tiene Yavé no es la correcta. Oigan, pues, gente de Israel: ¿así que mi manera de ver las cosas no es correcta? ¿No lo será más bien la de ustedes?
26 Cuando el justo se aparta de la justicia y comete el mal y por eso muere, muere por culpa de la injusticia que cometió.
27 Del mismo modo, si el malvado se aparta de la mala vida que llevaba y actúa según el derecho y la justicia, vivirá.
28 Si se aparta de todas las infidelidades que cometía, debe vivir, pero no morir.
29 La gente de Israel dice: La manera de ver las cosas que tiene el Señor no es justa. ¿Así que mi manera de ver las cosas no es justa, gente de Israel, no será más bien la de ustedes?
30 Juzgaré a cada uno de ustedes de acuerdo a su comportamiento, gente de Israel, dice Yavé. Corríjanse y renuncien a todas sus infidelidades, a no ser que quieran pagar el precio de sus injusticias.
31 Lancen lejos de ustedes todas las infidelidades que cometieron, háganse un corazón nuevo y un espíritu nuevo; ¿o es que quieren morir, gente de Israel?
32 A mí no me gusta la muerte de nadie, palabra de Yavé; conviértanse y vivirán.»

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Comentarios Ezequiel, capítulo 18
18,2

Los padres comieron uvas verdes y los hijos tienen dentera. El primitivo pueblo de Israel tenía un sentido muy fuerte de la responsabilidad común del grupo, sea familiar, sea nacional. En Josué 7,24 tenemos el ejemplo de la familia del culpable condenada a muerte junto a él, y también el ejemplo del pueblo entero castigado por culpa de uno de sus miembros.

Pero en los últimos tiempos del reino de Judá se afianza en los individuos el sentido de la responsabilidad personal:

Por una parte, los profetas habían afirmado que la justicia humana no puede castigar a los hijos por los crímenes de sus padres (Dt 24,16). ¿Cómo Dios podría seguir otra norma y castigar inocentes?

En los tiempos antiguos se consideraba «pecado» cualquier error, aun involuntario. Pero ahora los profetas enseñan que solamente la maldad es pecado y las desgracias que no castiguen esta maldad no son castigos de Dios.

La destrucción de Jerusalén parecía castigar a todos sin hacer distinción entre buenos y malos. Ezequiel no niega que en esta ocasión Dios haya azotado a todos; pero esto es para él cosa del pasado, y que correspondía a un pueblo totalmente desviado. Ahora mira al porvenir y enseña cómo Dios actuará en adelante:

La justicia recaerá sobre el justo, y la infamia, sobre el impío: cada uno recibirá lo que merece personalmente.

Si el malvado se aparta de todos los pecados cometidos, vivirá (21): cada uno tendrá tiempo para decidirse libremente. Si empezó mal, y después se decide por el bien, Dios esperará su conversión y tomará en cuenta su última orientación.

En tiempos posteriores, los sabios notarán que muchas veces los malos no reciben su castigo, ni los justos su premio en esta vida (ver Job 21); y se hará patente que la justicia de Dios se realiza en la otra vida.
Ezequiel (Ez) Capítulo 19
Sobre los últimos reyes de Judá
1 Vas a pronunciar una lamentación respecto a los príncipes de Israel.
2 Dirás:
2 «¡Qué leona era tu madre en medio de los leones! Se acostaba junto a sus cachorros y los amamantaba.
3 Educó a uno de sus cachorros que se convirtió en un joven león, aprendió a desgarrar la presa y a devorar a los hombres.
4 Pero como las naciones oyeron hablar de él, fue capturado en una fosa y llevado encadenado a Egipto.
5 La leona se decepcionó, sus esperanzas se vieron frustradas; tomó a otro de sus cachorros al que convirtió en un joven león.
6 Como joven león, salía con los leones, aprendió a desgarrar la presa y a devorar hombres.
7 Destruyó sus palacios, arrasó sus ciudades, sus rugidos aterrorizaban al país y a sus habitantes.
8 Llegaron extranjeros de todas las provincias a atacarlo; le echaron encima sus redes y cayó en una fosa.
9 Lo pusieron encadenado en una jaula y se lo llevaron a Babilonia ( ), donde lo dejaron en cautiverio: ¡ya no se oirá más su voz por las montañas de Israel!
10 Tu madre era como una parra plantada a orilla del agua, una parra fértil y verde porque no le faltaba el agua.
11 Produjo una rama tan grande como para hacer de ella un cetro de rey. Creció hasta las nubes (se admiraban de su altura y de su tupido follaje.)
12 Pero la arrancaron con rabia y la echaron al suelo, el viento del este secó sus racimos que se cayeron. (La rama vigorosa se secó, el fuego la devoró.)
13 Ahora está plantada en una tierra árida, en el desierto.
14 (Un fuego que salió de su tronco devoró sus sarmientos y sus racimos.) ¿Qué le pasó? No más rama vigorosa, no más cetro real.
14 Es una lamentación, y ¡cuánto no se lamentarán!»

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Comentarios Ezequiel, capítulo 19
19,1

En esta comparación, la leona es la nación judía. Los cachorros son los reyes Joacaz, Joaquim y Sedecías.

Después, en el capítulo 19,10, la parábola de la vid es sin duda otro resumen de la historia de Israel.
Ezequiel (Ez) Capítulo 20
Resumen de la historia de Israel
1 El diez del quinto mes del séptimo año, algunos ancianos de Israel habían venido a consultar a Yavé y se hallaban sentados frente a mí.
2 Me fue dirigida entonces esta palabra de Yavé:
3 «Hijo de hombre, les dirás a los ancianos de Israel esta palabra de Yavé: ¿Así que ustedes vinieron a consultarme? Pues bien, tan cierto como que yo estoy vivo que no dejaré que me consulten, palabra de Yavé.
4 Júzgalos, hijo de hombre, ¿no los vas a juzgar? Hazles ver las horribles acciones de sus padres.
5 Les dirás esta palabra de Yavé: Hice un juramento a la raza de Jacob, el mismo día en que elegí a Israel, me di a conocer a ellos en Egipto y les hice este juramento: Yo, Yavé, seré su Dios.
6 Ese día, mano en alto, juré que los haría salir de Egipto a un país que había seleccionado para ellos, un país que mana leche y miel, el más bello de todos los países.
7 Les había dicho: Lancen lejos de ustedes esas cosas que los seducen, no se ensucien con los ídolos de Egipto: yo soy Yavé su Dios.
8 Pero se rebelaron contra mí y no quisieron escucharme. No arrojaron lejos de sí a esos ídolos que los seducían, no abandonaron a los ídolos de Egipto. Pensé desatar mi cólera en su contra, hacerles sentir mi furor en el país de Egipto.
9 Pero no quise que mi nombre fuera profanado en presencia de las naciones en las cuales vivían: al contrario me di a conocer a esas naciones haciéndolos salir del país de Egipto.
10 Una vez que salieron de Egipto, los conduje al desierto.
11 Allí les di mis mandamientos y les di a conocer mis leyes, las que debe el hombre practicar para vivir.
12 Les di mis sábados para que sean una señal entre yo y ellos, para que sepan que yo soy Yavé, quien los hace santos.
13 Pero el pueblo de Israel se rebeló contra mí en el desierto. No siguieron mis mandamientos, menospreciaron mis leyes, las que debe el hombre practicar para vivir, no tuvieron respeto alguno por mis sábados. Entonces pensé descargar mi cólera contra ellos y hacerlos desaparecer en el desierto.
14 Pero no quise profanar mi nombre ante las naciones que habían visto cómo los había hecho salir.
15 Una vez en el desierto, sin embargo, juré que no los llevaría al país que les había prometido, a ese país que mana leche y miel, el más bello de todos los países.
16 porque habían rechazado mis mandamientos, no habían seguido mis leyes, habían profanado mis sábados y habían vuelto a sus ídolos.
17 Pero tuve para con ellos una mirada compasiva, no los destruí ni los exterminé en el desierto.
18 Dije a sus hijos en el desierto: No sigan las huellas de sus padres, ni imiten su conducta, no se vuelvan impuros sirviendo a sus ídolos.
19 Yo soy Yavé, su Dios, sigan mis mandamientos, observen mis leyes y pónganlas en práctica.
20 Respeten mis sábados, que sean una señal entre yo y ustedes para que así sepan que yo soy Yavé su Dios.
21 Pero los hijos se rebelaron contra mí, no siguieron mis mandamientos, no observaron mis leyes (esas leyes que el hombre debe poner en práctica para vivir) y no tuvieron respeto alguno por mis sábados. Pensé desencadenar mi cólera contra ellos, derramar mi furor sobre ellos en el desierto,
22 pero ( ) no quise que mi nombre fuera profanado ante las naciones bajo cuya mirada los había hecho salir.
23 Sin embargo, aún en el desierto, juré echarlos a las naciones y dispersarlos entre los países extranjeros.
24 Porque no habían puesto en práctica mis leyes, habían despreciado mis mandamientos, no habían respetado mis sábados sino que sus ojos se habían vuelto hacia los sucios ídolos de sus padres.
25 Llegué hasta a darles mandamientos malos y leyes incapaces de hacerlos vivir:
26 los volví impuros mediante sus ofrendas cuando hacían pasar por el fuego a sus primogénitos.
27 Pues bien, hijo de hombre, esto le dirás al pueblo de Israel. Le dirás esta palabra de Yavé: ¡Vean esta infidelidad de sus padres y cómo me ofendieron!
28 Los hice entrar en el país que les había prometido con juramento, pero inmediatamente, en cualquier alta colina, bajo cualquier árbol verde, se pusieron a ofrecer sacrificios, a depositar perfumes de incienso y a hacer libaciones.
29 Yo les dije: ¿Qué están haciendo? Y les pusieron a esos lugares el nombre de “Bama” (¿Qué?) hasta el día de hoy.
30 Y ahora dirás a la gente de Israel de parte de Yavé: ¿No se han vuelto impuros como sus padres y no se han prostituido con sus sucios ídolos?
31 Aún ahora se vuelven impuros con todos sus sucios ídolos, les presentan sus ofrendas y ¿tendré que dejar que me consulten, gente de Israel? Tan cierto como que soy vivo, palabra de Yavé, que no dejaré que me consulten.
32 Ustedes sueñan con ser como los paganos, vivir como se acostumbra en los países extranjeros en los que se adoran los palos y las piedras; pero eso no sucederá.
33 Tan cierto como que vivo que reinaré sobre ustedes a la fuerza, castigándolos duramente, y haré que experimenten el peso de mi cólera.
34 Haré que salgan de todos los pueblos y los reuniré de todos esos países en donde, en mi cólera, los había dispersado a la fuerza, castigándolos duramente.
35 Los llevaré al desierto y allí los juzgaré cara a cara.
36 Los juzgaré, dice Yavé, como juzgué a sus padres en el desierto de Egipto.
37 Los haré pasar bajo mi varilla y los contaré uno a uno.
38 Expulsaré de entre ustedes a los rebeldes, a los que se rebelaron contra mí; los echaré del país donde se encuentran, pero no entrarán en la tierra de Israel; entonces sabrán que yo soy Yavé.
39 Gente de Israel, Yavé les dice: Sigan no más sirviendo a sus sucios ídolos, pues al final me escucharán y no profanarán más mi Santo Nombre con esas ofrendas y esos ídolos.
40 Sí, en mi montaña santa, en una alta montaña de Israel, dice Yavé, toda la casa de Israel vendrá a rendirme homenaje. Allí recibiré y aguardaré sus ofrendas, las primicias de todo lo que me presenten, de todo lo que me consagren.
41 Cuando salgan de en medio de los pueblos y los junte de todos los países en donde fueron dispersos, serán para mí como un perfume de agradable olor. Entonces, por medio de ustedes haré que las naciones vean mi santidad.
42 Ese día, cuando los traiga de vuelta a la tierra de Israel, al país que juré que les daría a sus padres, sabrán ustedes que yo soy Yavé.
43 Entonces se acordarán de su conducta y de todo lo que los volvió impuros, se avergonzarán de ustedes mismos y de todas sus malas acciones.
44 Actuaré con ustedes conforme al honor de mi Nombre y no a como lo merecen su conducta y sus malas acciones, dice Yavé, entonces sabrán que yo soy Yavé.»

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Comentarios Ezequiel, capítulo 20
20,1

Nueva presentación de los pecados de Israel a lo largo de su historia. Aquí se habla repetidamente de profanación. Israel, siendo el pueblo de un Dios Santo, no puede vivir a la manera de las demás naciones, que son profanas, es decir, que no pertenecen a Dios. La tierra de Israel, las leyes, las fiestas, todo es santo: los hombres no pueden usarlas según su propio gusto.

En 20,22 Yavé procura que su Nombre no sea profanado. Si castiga a Israel y deja que sea destruido, las otras naciones, según la mentalidad de ese tiempo, despreciarán al Dios que no supo salvar a su pueblo. Así, su nombre será «profanado». En cambio, en 20,41, cuando Yavé reúna a los suyos, todas las naciones reconocerán su poder: su Nombre entonces será «santificado».

Llegué hasta a darles mandamientos malos (25). Ezequiel interpreta a su manera la historia pasada y destaca lo que puede humillar a los suyos. Así lo notamos en 20,25. A veces los is rae litas se habían valido de la ley de Lev 18,21 respecto de la ofrenda a Dios de los primogénitos para justificar los sacrificios de niños a la manera pagana. Ezequiel da a entender que la Ley pedía efectivamente tales sacrificios, y que Yavé la había dejado pasar (él dice: «La había dado», según la manera de decir del idioma hebreo) para castigar a su pueblo dejándoles acumular los crímenes que les gustaban.
Ezequiel (Ez) Capítulo 21
Aquí llega la espada de Yavé
1 Se me dirigió esta palabra de Yavé:
2 «Hijo de hombre, vuélvete a tu derecha, profetiza hacia el sur, profetiza en contra del Bosque del sur. 3 Le dirás al bosque del sur: Escucha la palabra de Yavé...
3 Esto dice Yavé: Encenderé en ti un fuego que consumirá todos los árboles: verdes o secos. Ese fuego violento no se apagará y en él arderán todas las personas desde el sur al norte.
4 Entonces todo mortal entenderá que yo Yavé fui quien lo prendió, porque no se extinguirá.»
5 Respondí: «¡Ay, Yavé, dicen que hablo siempre de manera misteriosa!»
6 Entonces se me dirigió esta palabra de Yavé:
7 «Hijo de hombre, vuélvete hacia Jerusalén, profetiza en contra del Templo, profetiza en contra de la tierra de Israel.
8 A la tierra de Israel le dirás esta palabra de Yavé: Me lanzo contra ti. Sacaré mi espada de la vaina y acabaré con el justo y con el malo.
9 Sí, quiero que desaparezcan de ti tanto el justo como el malvado; para eso sale mi espada de su vaina, para castigar a todo mortal, desde el sur al norte.
10 Y todo mortal sabrá que yo Yavé fui quien sacó la espada de la vaina, y no la guardaré más.
11 ¡Ponte a gemir, hijo de hombre! Lanza gemidos ante ellos como si tuvieras roto el corazón, lleno de tristeza.
12 Y si te dicen ¿Por qué te lamentas tanto? les responderás: Es por una noticia que acaba de llegar, todos se van a desmoralizar, se les caerán las manos, sus espíritus se perturbarán y sus rodillas temblarán. He aquí que viene, ya está aquí, dice Yavé.»
13 Me fue dirigida una palabra de Yavé:
14 «Hijo de hombre, profetiza. Les dirás esta palabra de Yavé: ¡Brilla la espada, la afilada!
15 Le han sacado punta para la masacre, brilla y lanza destellos.
16 Yavé la dio para que la hagan relucir y para que la tomen con toda la mano; esa espada afilada y que brilla se la entregarán al verdugo.
17 Grita, hijo de hombre, lanza alaridos, porque está destinada a mi pueblo, a todos los jefes de Israel. Serán pasados a espada junto con el pueblo, ¡golpéate de desesperación!
18 El castigo está decidido, palabra de Yavé.
19 Y tú, hijo de hombre, profetiza y aplaude con fuerza. Que la espada pase tres veces, la espada que traspasa a sus víctimas, la gran espada que masacra y que pasa por enmedio de ellos.
20 Todos se asustarán y muchos morirán, porque en todas las puertas he puesto la espada para la masacre; lanza destellos, reluce para la masacre.
21 ¡Mata a diestra y siniestra, mata en todas partes!
22 Y yo aplaudiré con fuerza, porque mi cólera habrá quedado satisfecha: yo, Yavé, hablé.»
23 Se me dirigió esta palabra de Yavé:
24 «Hijo de hombre, traza dos caminos para la espada del rey de Babilonia. Los dos salen del mismo punto,
25 pero tú pon allí un letrero para que la espada pueda elegir entre los dos caminos, cada uno de los cuales lleva a una ciudad: o Rabba de los amonitas o Judá, con Jerusalén en el centro.
26 El rey de Babilonia se detuvo en el cruce de caminos, se ve la suerte, sacude las flechas, interroga a los ídolos, examina el hígado de los animales.
27 La suerte hace que salga Jerusalén en su mano derecha. Inmediatamente lanza un grito de guerra: “¡Emplacen las maquinarias junto a las puertas, levanten terraplenes, caven trincheras!”
28 Los habitantes de Jerusalén no lo pueden creer, pero el rey de Babilonia no se ha olvidado de su infidelidad y se lo hará pagar.
29 Esto dice Yavé: Ustedes han hecho justamente lo que se necesita para que se acuerden de sus deudas, para que quede al desnudo el pecado en todas sus malas acciones. Me he acordado de ustedes y serán tomados a la fuerza.
30 Ha llegado para ti el tiempo del castigo definitivo, príncipe de Israel, criminal infame.
31 Esto dice Yavé: Te arrancarán el turbante, te quitarán la corona y se invertirá la situación: lo que está abajo será levantado y lo que está arriba será rebajado.
32 En ruinas, ruinas y más ruinas lo convertiré todo hasta que venga aquel a quien le pertenece el derecho, a ése lo restableceré.
33 Profetiza, hijo de hombre, con respecto a los amonitas en respuesta a sus insultos. Les dirás esta palabra de Yavé: Han sacado la espada para la masacre, la espada reluce y devora, lanza destellos.
34 Te apoyas en falsas visiones, en señales mentirosas; serás condenado a la espada y echado junto con los malvados masacrados: llegó la hora, la injusticia llegó a su fin.
35 Regresa a tu casa, deja esas tierras, quiero juzgarte ahí mismo donde fuiste creado, en la tierra donde naciste.
36 Desencadenaré mi cólera contra ti, el fuego de mi furor te alcanzará; te entregaré en manos de hombres bárbaros que lo único que saben es destruir.
37 Te condenaré a las llamas, tu sangre se derramará por tus tierras, y no se acordarán más de ti, porque yo Yavé, hablé.»
Ezequiel (Ez) Capítulo 22
Los crímenes de Jerusalén
1 Se me dirigió esta palabra de Yavé:
2 «Hijo de hombre, ¿no juzgarás a la ciudad sanguinaria?
3 Dale a conocer todos sus crímenes. Le comunicarás esta palabra de Yavé:
3 Ay de esta ciudad, pues adelantó su hora con la sangre derramada en medio de ella, se volvió impura con los ídolos que se hizo.
4 La sangre derramada te ha convertido en culpable, te hiciste ídolos y con ello te has ensuciado. Adelantaste tu hora y el término de tus años: te convertiré en la vergüenza de las naciones, en motivo de risa para todos los pueblos.
5 Estén cerca o lejos, se burlarán de ti por haber ensuciado tu nombre y multiplicado tus crímenes.
6 Los jefes de Israel no han hecho más que derramar sangre, cada uno por su cuenta.
7 Dentro de ti se desprecia al padre y a la madre, se maltrata al extranjero, se trata con violencia al huérfano y a la viuda.
8 Se desprecia lo que me está consagrado, no se respetan mis sábados.
9 Dentro de ti, la gente calumnia y derrama sangre, se come la carne sin desangrar, se cometen mil fechorías.
10 Dentro de ti una tiene relaciones con su padre, otro se acuesta con una mujer que tiene sus reglas;
11 otro comete el adulterio, otro violenta a su nuera, otro viola a su propia hermana, a la hija de su padre.
12 Dentro de ti, se condena a muerte por dinero, prestan a interés y cobran comisiones. Despojas brutalmente a tu prójimo, y me has olvidado, palabra de Yavé.
13 Pero ahora aplaudo por toda esta corrupción y por la sangre que hay en ti.
14 ¿Conservarás tu tranquilidad, serás tan atrevida el día en que me lance contra ti? Yo Yavé hablé y lo haré.
15 Te dispersaré entre las naciones, te arrojaré en medio de los pueblos, haré que desaparezca de ti tu impureza.
16 Te dejaré deshonrada en presencia de las naciones y sabrás que yo soy Yavé.»
17 Se me dirigió esta palabra de Yavé:
18 «Hijo de hombre, la gente de Israel se ha convertido para mí en un metal impuro. Son como el cobre, el estaño, el hierro o el plomo, a los que hay que pasar por el fuego porque son metales impuros.
19 Por eso, esto dice Yavé: Los reuniré en Jerusalén como se hace con el metal impuro.
20 Así, como se junta la plata, el cobre, el hierro, el plomo y el estaño en un horno para fundirlos a fuerza de calor, así los juntaré en mi cólera para que se fundan:
21 ( ) los fundiré en el fuego de mi cólera.
22 Así como se funde la plata en el horno, así serán fundidos en medio de la ciudad y sabrán que yo Yavé fui quien desencadenó mi cólera contra ustedes.»
23 Se me dirigió esta palabra de Yavé:
24 «Hijo de hombre, dile a Jerusalén: Eres como una tierra que no ha recibido ni lluvias ni aguaceros en tiempo de siembra.
25 Los que en ti mandan son como un león rugiente que desgarra su presa: devoran a la gente, les quitan sus bienes y sus joyas, y por su culpa las viudas son cada vez más numerosas.
26 Tus sacerdotes han menospreciado mi Ley y profanado lo que me está consagrado, no han distinguido entre lo que es santo y lo que es profano. No han mostrado la diferencia entre lo impuro y lo puro; han ignorado mis sábados y entre ellos me he sentido deshonrado.
27 Tus jefes se comportan en el país como lobos que desgarran una presa, que derraman sangre y condenan a muerte a la gente para sacar algún provecho.
28 Durante este tiempo tus profetas tranquilizan a la gente con visiones engañosas y predicciones mentirosas. Dicen: “¡Palabra de Yavé!” siendo que Yavé nada ha dicho.
29 Los propietarios se dedican a la violencia, cometen robos, maltratan al pobre y al indigente y le niegan sus derechos al forastero.
30 He buscado entre ellos a un hombre que construyera una muralla y se enfrentara conmigo sobre la almena para impedirme que destruya al país, pero no lo he hallado.
31 Entonces he desencadenado mi cólera contra ellos, los he exterminado con el fuego de mi furor y he hecho que recaiga sobre su cabeza su mal comportamiento, palabra de Yavé.»

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Comentarios Ezequiel, capítulo 22
22,1

En el presente capítulo Ezequiel se dirige a la gente de Jerusalén, del lugar de su destierro.

En ti..., en ti..., en ti... Todos los crímenes se cometen en Jerusalén. Sus príncipes, sus sacerdotes, sus jefes, la gente del país: todos han participado en el mal.

Se ha convertido para mí en un metal impuro (18). Las pruebas que pasamos son como el crisol que sirve para purificar el oro y los demás metales (1 Pe 1,7). Pero, en el caso de Jerusalén, la comparación del crisol tiene otras proyecciones: el asedio de la ciudad permite destruir un pueblo que no correspondió a su misión. Lo que no pueda ser purificado, es quemado (Mt 3,10).

La sangre que derramaste (9 y 13). La sangre derramada por el asesino manchaba la tierra hasta que se derramara la sangre del culpable (Dt 19,12). Los hebreos, por muy violentos que fueran, tenían un agudo sentido de la justicia y del carácter sagrado de la vida. Actualmente existen medios para hacer morir sin ruido y sin ensuciarse las manos a pueblos enteros: esa sangre un día clamará venganza en contra de los pueblos que viven seguros y se creen inocentes.

He buscado entre ellos a un hombre... que se enfrentara conmigo sobre la almena (30). Se podrá notar este versículo 30, que recuerda 13,9. Necesitamos intercesores que se sientan solidarios de los demás y se hagan cargo de ellos ante Dios. Así, aparece la importancia de la oración. Los profetas descubren uno después del otro que este papel les corresponde.

Esta comprensión de cómo Dios salva llevó a varios a «sepultarse» en la soledad, entregándose al amor de Dios por la oración y el sufrimiento. Pensemos en una santa Rosa de Lima, por ejemplo.
Ezequiel (Ez) Capítulo 23
Ohola y Oholiba
1 Se me dirigió esta palabra de Yavé:
2 «Hijo de hombre, había dos mujeres, hijas de una misma madre.
3 Desde su juventud en Egipto empezaron a prostituirse, metían mano en sus senos y acariciaban su pecho de muchachas.
4 La mayor se llamaba Ohola y su hermana Oholiba; eran mías y me dieron hijos e hijas. Ohola es Samaria y Oholiba, Jerusalén.
5 Ohola me engañó: ardía de pasión por sus amantes. Eran sus vecinos asirios,
6 gobernadores y funcionarios vestidos de púrpura, jóvenes y bien apuestos en sus caballos.
7 Con ellos me engañó, con esos asirios de clase alta. Ardía de amor por ellos, y al mismo tiempo se ensuciaba con sus ídolos.
8 Pero no se había olvidado de sus prostituciones con los Egipcios sino que seguían acostándose con ella, manoseaban sus senos y abusaban de ella.
9 Por eso, la entregué en manos de sus amantes, en manos de los asirios por quienes ardía en amor.
10 La desnudaron, tomaron a sus hijos e hijas y los mataron a espada; se hizo famosa entre las mujeres debido al castigo que se le infligió.
11 Su hermana Oholiba fue testigo de todo eso, pero sus desvaríos y prostituciones superaron a los de su hermana.
12 También ella ardía de pasión por sus vecinos asirios, esos gobernadores y jefes que andaban ricamente vestidos, jóvenes y bien apuestos en sus caballos.
13 Vi cómo se ensuciaba, cómo ambas seguían el mismo camino.
14 Lo hizo peor aún en su prostitución cuando vio esas imágenes de caldeos pintadas de color rojo, de esos hombres que se veían pintados en los muros,
15 con sus fajas en la cintura y grandes turbantes en sus cabezas, esos hombres de aspecto marcial cuyo país natal es Caldea.
16 Apenas los vio, se encendió en ella el deseo por ellos: envió mensajeros adonde ellos en Caldea.
17 Los hijos de Babilonia vinieron para ensuciarla con sus prostituciones, y la dejaron tan mancillada que su corazón se apartó de ellos.
18 Pero como ella se había prostituido y entregado, mi corazón también se apartó de ella como se había ya apartado de su hermana.
19 Sí, ella multiplicaba sus prostituciones, revivía su juventud cuando se prostituía en Egipto.
20 Ardía en deseo por unos desvergonzados que se calentaban como burros y cuyo sexo era como el de los caballos.
21 Sí, Jerusalén, volviste a la degradación de tu juventud, cuando los Egipcios acariciaban tu pecho y pasaban sus manos por tus senos.
22 Por eso, Oholiba, esto dice Yavé: Voy a azuzar en contra tuya a tus amantes de los cuales se apartó tu corazón; los reuniré en tu contra de todas partes.
23 babilonios y caldeos, los de Pegod, de Soa y de Coa, y con ellos a todos los asirios, jóvenes y hermosos, gobernadores y funcionarios, oficiales famosos y diestros caballeros.
24 Una coalición de pueblos vendrán del norte para asaltarte con sus carros y carretas. Se lanzarán contra ti de todas partes con sus escudos, armas y cascos, les encargaré que te juzguen y te juzgarán según sus leyes.
25 Daré libre curso a mis celos contigo: te tratarán cruelmente, te cortarán la nariz y las orejas, y lo que quede de tus hijos caerá por la espada. Tomarán a tus hijos y a tus hijas, y los sobrevivientes serán devorados por las llamas.
26 Te despojarán de tus vestidos y te quitarán tus joyas;
27 así pondré fin a tu mala conducta y a tus prostituciones iniciadas en Egipto. Ya no los mirarás más ni pensarás más en Egipto.
28 Esto dice Yavé: Te entregaré en manos de los que tú odias, en manos de aquellos a los que tu corazón ya no quiere.
29 En tu odio te maltratarán, se apoderarán de todo el fruto de tu trabajo y te dejarán desnuda y sin nada; no te quedará más que la vergüenza por tus prostituciones, desvaríos y mala conducta.
30 Todo eso te pasará porque te prostituiste con las naciones y con sus sucios ídolos.
31 Ya que seguiste el camino de tu hermana, pondré también en tu mano su copa.
32 Esto dice Yavé: Beberás la copa de tu hermana, una copa ancha y honda, de gran capacidad.
33 Quedarás saturada de embriaguez y de angustia porque la copa de tu hermana sólo contiene desolaciones.
34 La tomarás hasta la última gota, te tragarás hasta los vidrios; yo lo he dicho, palabra de Yavé.
35 Y esta es una palabra de Yavé: “Ya que tú me olvidaste y te apartaste de mí, cargarás con el peso de tu vergüenza y de tus prostituciones”.
36 Yavé me dijo de nuevo: Hijo de hombre, ¿no quieres juzgar a Ohola y a Oholiba y echarles en cara sus crímenes?
37 Han sido adúlteras, sus manos están llenas de sangre, cometieron adulterio con sus innumerables ídolos, hicieron pasar por el fuego a los hijos que me habían dado a luz.
38 Al mismo tiempo que se comportaban así, se dedicaban a manchar mi Templo y profanaban mis sábados,
39 inmolaban sus hijos a los ídolos y venían a profanar mi Templo. Eso hicieron en mi casa.
40 Mandaste venir hombres de tierras lejanas, les enviaste mensajeros y éstos vinieron. Para ellos te bañaste, te maquillaste los ojos y te pusiste tus joyas.
41 Luego te reclinaste sobre una cama lujosa; delante de ella pusieron una mesa y allí depositaste mi incienso y mi aceite.
42 Se oía el ruido como de una muchedumbre enfiestada a la que se habían juntado hombres venidos del desierto; éstos colocaban brazaletes en las manos de las mujeres y espléndidas coronas en sus cabezas.
43 Entonces dije de esa ciudad carcomida por el vicio: “¡Qué prostituta!
44 Van a su casa como quien va a un prostíbulo.” Y así en efecto iban a casa de Ohola y de Oholiba para hacer el mal.
45 Actuaron con justicia los que les aplicaron la sentencia que conviene a las mujeres adúlteras, la condenación reservada a las que derraman sangre. ¡Porque realmente son adúlteras y tienen sangre en sus manos!
46 Sí, esto dice Yavé: Convoquen la asamblea, condénenlas al terror y al pillaje.
47 La asamblea las lapidará y las herirán con la espada, matarán a sus hijos y a sus hijas y quemarán sus casas.
48 Así, pondré término a la degradación en el país; eso servirá de lección a todas las mujeres, para que no cometan las mismas faltas.
49 Haré que tu perdición recaiga sobre ti y cargarás con el peso de los pecados cometidos con tus ídolos: entonces sabrás que yo soy Yavé.»

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Comentarios Ezequiel, capítulo 23
23,5

Como en el capítulo 16, Ezequiel enseña a sus compañeros indiferentes el amor de Yavé, partiendo de lo que conocen: el amor celoso y la prostitución. Ezequiel menciona tres formas de idolatría: con los egipcios, con los asirios, con los babilonios (ver com. de Is 30,22).

Lo que ofende a Dios no es únicamente el pecado individual de los que abandonan al Dios de justicia — sin el cual nada ocurre— para confiar en piedras, en imágenes y en horóscopos, pues mucho más importante aún es el pecado cometido por la nación como tal. Dios quería desarrollar en ella algo nuevo, una fe, un modo de vida y una cultura capaces de salvar a la humanidad; pero en vez de eso, se complacieron en importar todo lo que había de más alienante en las culturas extranjeras. Y nosotros seguimos importando todo lo que es alienante: publicidad, bailes eróticos y videos que adormecen nuestras energías.

Oholiba: significa «mi carpa en ella»: es el Reino del sur, el de Jerusalén, donde Yavé estableció su morada y al que dio sus promesas.

Ohola: significa «su propia carpa»: es el Reino del Norte, que se apartó con Jeroboam para constituir un reino por cuenta propia.
Ezequiel (Ez) Capítulo 24
1 El año noveno, el día décimo del décimo mes, se me dirigió esta palabra de Yavé.
2 «Hijo de hombre, toma nota por escrito de esta fecha, porque hoy el rey de Babilonia ha puesto sitio a Jerusalén.
3 Habla, pues, en figuras para esa banda de rebeldes. Dirás de parte de Yavé: Pon la olla en el fuego y échale agua.
4 Llénala con trozos de carne, con las mejores presas: perniles y lomos. Llénala con los mejores huesos.
5 Anda y toma lo mejor del rebaño, pon leña bajo la olla y hazla hervir un buen rato hasta que se hayan cocido los huesos.»
6 Y ahora, esto dice Yavé: «¡Ay de la ciudad sanguinaria! Es una olla oxidada y el óxido no sale, vacíala pieza por pieza sin elegir.
7 Porque en medio de ella hay sangre. Si hasta la derramó en las rocas y no lo hizo en el suelo ni la recubrió con tierra.
8 Yo mismo quise esa sangre aún en las rocas, al descubierto, para que así se excitara mi cólera y se precipitara la venganza.
9 Por eso, esto dice Yavé: ¡Ay de la ciudad sanguinaria! Yo también preparo una gran hoguera,
10 junto la leña, prendo el fuego y coceré tan bien la carne que desaparecerá hasta el jugo.
11 Pondré luego la olla vacía sobre carbones, se calentará, el bronce se pondrá rojo, desaparecerán sus impurezas y se le irá el óxido.
12 ¡Pero no! El óxido está tan metido que no sale con el fuego.
13 Tus pecados te han manchado de tal manera que ya no podrás volver a quedar pura si no doy libre curso a mi cólera en contra de ti.
14 Yo Yavé lo dije, y lo haré; no retrocederé, no tendré piedad ni misericordia, se te juzgará según tu conducta y según tus obras, palabra de Yavé.»
Ezequiel no guarda luto por su mujer
15 Me llegó una palabra de Yavé:
16 « Hijo de hombre, te retiraré de un golpe la alegría de tus ojos, pero tú no harás lamentaciones ni llorarás ( ).
17 Suspira en silencio y no guardes luto como se hace por los muertos; quédate con tu turbante en la cabeza y con tus sandalias en los pies, no tapes tu barba ni comas el pan que te traigan tus vecinos.»
18 Por la mañana hablaba al pueblo, y por la tarde mi mujer había muerto. Al día siguiente hice como se me había ordenado;
19 entonces el pueblo me dijo: «¿Quieres explicarnos por qué actúas así?»
20 Les respondí: «Esta es la palabra de Yavé que se me comunicó:
21 Dirás de mi parte a la casa de Israel: Me preparo para profanar mi santuario, del cual están ustedes tan orgullosos y que es la alegría de sus ojos; también serán muertos sus hijos y sus hijas a los que dejaron y en los cuales piensan continuamente.
22 Pero harán como lo hago yo, no se taparán la barba, no comerán el pan que les lleven los vecinos,
23 seguirán con sus turbantes en la cabeza y sus sandalias en los pies, no gemirán ni llorarán. Se sentirán débiles a causa de sus maldades y se lamentarán entre ustedes.
24 Ezequiel será para ustedes una señal: todo lo que él hizo, lo harán también ustedes, y cuando esto suceda, sabrán que yo soy Yavé.
25 Acuérdate de esta advertencia, hijo de hombre: el día en que se les quite su “refugio”, esa joya que es la alegría de sus ojos, así como también a sus hijos y a sus hijas en los que piensan continuamente,
26 ese día llegará un escapado para darte la noticia.
27 Entonces se abrirá tu boca para hablarle al escapado, ya no estarás más mudo. Serás para ellos una señal y sabrán que yo soy Yavé.»

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Comentarios Ezequiel, capítulo 24
24,15

Otra vez la situación que vive el profeta al morirle la esposa sirve para anunciar la caída de Jerusalén, la cual perderá sus riquezas y sus habitantes. Ver al respecto el comentario de Jeremías 16,1.
Ezequiel (Ez) Capítulo 25
PROFECÍAS EN CONTRA DE LAS NACIONES EXTRANJERAS
Amón, Moab, Edom, los filisteos
1 Se me comunicó esta palabra de Yavé:
2 «Hijo de hombre, vuélvete hacia los amonitas y profetiza contra ellos.
3 Dirás esto a los hijos de Amón de parte de Yavé: Te reías mucho cuando mi Templo fue profanado, cuando la tierra de Israel fue devastada y el pueblo de Judá partió a la cautividad.
4 Pues bien, por eso, te voy a entregar en manos de los hijos de Oriente; vendrán a acampar en tu tierra, en ella instalarán sus tiendas, comerán tus frutos y tomarán tu leche.
5 Convertiré a Rabba en un potrero para los camellos, y a la tierra de Amón en un corral para las ovejas; entonces sabrán que yo soy Yavé.
6 Porque esto dice Yavé: Aplaudiste con ganas y zapateaste, te reíste con sarcasmo de la tierra de Israel.
7 Pues bien, por eso, levanto mi mano en contra tuya; te convertirás en pasto de las naciones, haré que desaparezcas de entre los pueblos y ya no serás más un país. Entonces sabrás que yo soy Yavé.
8 Esta es otra palabra de Yavé: Moab dijo que la casa de Judá era como todas las demás naciones.
9 Por eso mismo abriré el flanco de Moab y arrasaré de una frontera a otra con esas ciudades que son el ornato del país: Bet-Jerimot, Baal-Meón y Cariataim.
10 Igual que a los amonitas los entregaré a los hijos de Oriente y no se acordarán más de ellos entre las naciones.
11 Cuando castigue a Moab, sabrán que yo soy Yavé.
12 Esto dice Yavé: Edom se vengó de la gente de Judá pero esa venganza le va a costar caro.
13 Esto dice Yavé: Levantaré mi mano en contra de Edom y acabaré con hombres y animales; lo convertiré en un desierto: Desde Temán a Dedán caerán por la espada.
14 Le encomendaré a mi pueblo de Israel mi venganza contra Edom; tratará a Edom según mi cólera y mi furor; y reconocerán mi venganza, palabra de Yavé.
15 Esto dice Yavé: Los filisteos se vengaron, se vengaron con desprecio y con odio, destruyeron con un odio sin límites.
16 Pues bien, esto dice Yavé: Me preparo para levantar mi mano en contra de los filisteos. Eliminaré a los quereteos y destruiré lo que queda de los habitantes de la costa.
17 Me vengaré de manera terrible: entonces sabrán que yo soy Yavé.»

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Comentarios Ezequiel, capítulo 25
25,1

Los capítulos 25-32 contienen los «mensajes contra los pueblos paganos», semejantes a los que encontramos en otros profetas.

El profeta, después de anunciar la destrucción casi completa de Israel, anuncia con entusiasmo la destrucción definitiva de sus enemigos, cuando llegue la hora de la justicia. El profeta habla, llevado por un sentido exigente de la justicia. Las naciones amonita, edomita, etcétera, no tienen ningún derecho a permanecer como tales, ya que no preparan en nada la salvación y Yavé se valió de ellas solamente para purificar a su pueblo. Por eso, deben desaparecer en el torbellino de la historia.

Sería entonces equivocarse sobre el sentido de la Biblia pedir a Dios el castigo de las personas e individuos que no creen e incluso de los que persiguen a la Iglesia. Tampoco podemos desear ahora la destrucción de alguna nación opresora, ya que en todas actúa la gracia de Cristo. Solamente debemos afirmar que cualquier institución que se mantiene cerrada al mensaje del Evangelio, o lo rechaza, desaparecerá: «Toda planta que no plantó mi Padre...» (Mt 15,13).
Ezequiel (Ez) Capítulo 26
Contra Tiro
1 El año undécimo, el primero del mes, se me comunicó una palabra de Yavé:
2 «Hijo de hombre, Tiro se rió mucho de Jerusalén, pues dijo: ¡Miren como está rota la puerta de los pueblos! Está arruinada, todo el comercio terminará ahora en mí.
3 Pues bien, esto dice Yavé: Me lanzaré contra ti, Tiro, y haré que suban contra ti naciones tan numerosas como las olas del mar.
4 Destruirán las fortificaciones de Tiro y demolerán sus torres; barreré de ti hasta el polvo y te convertiré en una roca desnuda.
5 No será más que un secadero marino para tender las redes. Yo Yavé lo he dicho: será sometida al pillaje por las naciones.
6 Sus ciudades que están en tierra firme serán condenadas a la espada, y sabrán que yo soy Yavé.
7 Porque esto dice Yavé: Haré venir del norte contra Tiro a Nabucodonosor, rey de Babilonia, el rey de reyes. Llegará con caballos, carros y caballeros, con una coa lición de pueblos, y un enorme ejército.
8 Pasará a espada a las ciudades que están en tierra firme, cavará en su derredor trincheras, construirá terraplenes y levantará un muro de defensa, echará abajo tus fortificaciones a
9 fuerza de arietes y demolerá tus torres con sus máquinas de asalto.
10 Entrará por las puertas en la ciudad tomada por asalto, las patas de sus caballos te cubrirán de polvo, el estruendo de los animales de tiro, de las carretas y de los carros hará temblar tus fortificaciones,
11 los cascos de sus caballos resonarán en sus baldosas. Matarán a tu pueblo a filo de espada y tus columnas de piedra serán echadas al suelo.
12 Se apoderarán de tus riquezas, saquearán los frutos de tu trabajo, tus fortificaciones serán derribadas y tus hermosas mansiones, demolidas: arrojarán al mar las piedras junto con la madera y los escombros.
13 Silenciaré el sonido de tus canciones, nadie más escuchará el son de tus arpas.
14 Te convertiré en una roca desnuda, en un secadero donde se tienden las redes, y no serás reconstruida: yo lo he dicho, palabra de Yavé.
15 Esto dice Yavé con respecto a Tiro: Tu caída provocará mucho ruido. Se escucharán los gritos de los heridos mientras la masacre haga estragos en medio de ti: las islas quedarán espantadas.
16 Entonces descenderán de sus tronos todos los príncipes, se quitarán su manto y dejarán su traje de fiesta. Se pondrán ropa de luto y se sentarán en el suelo. Se sentirán impactados por el estupor al pensar en ti y se quedarán temblando.
17 Entonces cantarán por ti este canto fúnebre: ¿Dónde está la ciudad famosa a la que sus habitantes daban tanto prestigio?
18 Porque has caído, las islas tiemblan ( ).
19 Sí, Yavé lo dijo: Te convertiré en una ciudad desierta, como las ciudades abandonadas. El océano te arrasará, sus olas pasarán por encima de ti.
20 Haré que desciendas junto con los que van a la tumba, y te reunirás con el pueblo de los muertos, con todos los que han ido a parar a la fosa; no revivirás, no serás reedificada en la tierra de los vivos.
21 ¡Te convertiré en un ejemplo y no existirás nunca más, palabra de Yavé.»
Ezequiel (Ez) Capítulo 27
Lamentación respecto a Tiro
1 Me llegó una palabra de Yavé:
2 «Hijo de hombre, pronuncia una lamentación referente a Tiro:
3 Le dirás a Tiro, la ciudad instalada a la salida de los mares, el gran mercado de los pueblos y de las innumerables islas, palabra de Yavé..!
3 ¿No decías tú, Tiro: Soy perfectamente bella?
4 Tus fronteras estaban en alta mar y tus fundadores quisieron que fueras muy hermosa.
5 De los cipreses de Senir sacaron las planchas de tu casco, de un cedro del Líbano, tu mástil, y de las
6 encinas de Basán, tus remos; tu puente era de cedro de las islas de Quitim, con incrustaciones de marfil.
7 Tus velas eran de lino de Egipto, y de lo mismo tu pabellón. Tus tinturas de púrpura y de escarlata venían de las islas de Elisha.
8 Los habitantes de Sidón y de Arvad eran tus remeros, pero los pilotos eran tus peritos;
9 los ancianos de Guebal ( ) reparaban tus averías ( ).
10 Gente de Persia, de Lud y de Put, llevando casco y escudo, formaban tus tropas y eran tu orgullo.
11 Los hijos de Arvad a tu servicio custodiaban tus fortificaciones; los guemadianos hacían guardia en tus torres, sus escudos colgando de tus muros te daban color.
12 Tarsis te surtía de todo: a cambio de plata, hierro, estaño y plomo recibía tus mercaderías.
13 Yaván, Tubal y Mesac adquirían tus mercaderías a cambio de esclavos y objetos de bronce.
14 De Bet-Togorma venían los caballos para los carros y la caballería, y también las mulas.
15 Los hijos de Dan comerciaban contigo; las islas populosas estaban bajo tu control y te pagaban con colmillos de marfil y madera de ébano.
16 Edom pagaba tus numerosos productos con joyas, púrpura, telas finas, piedras preciosas, coral y rubíes.
17 Judá y la tierra de Israel te proporcionaban trigo de Minita, cera, aceite, perfume a cambio de tus mercaderías.
18 Damasco se aprovisionaba en ti, porque tenías de todo; te proveía de vino de Helbón y lana de Sadad.
19 La gente de Uzal llevaba a tus mercados hierro forjado, canela y caña.
20 Dedán te vendía cobertores para los camellos.
21 Hasta Arabia y los príncipes de Cedar se proveían en ti; te pagaban con corderos, carneros y chivos.
22 Los mercaderes de Cheba y de Rama te traían bálsamos finos, piedras preciosas y oro.
23 Harán, Cane y Edén, los mercaderes de Cheba y los asirios, como también los de Media,
24 venían a comerciar contigo: ricas vestimentas, mantos de púrpura, telas bordadas y tapices de colores, cuerdas bien trenzadas.
25 Los barcos de Tarsis aseguraban tu comercio.»
25 Partiste para ultramar, repleta, cargada hasta el tope,
26 tus remeros te llevaron a alta mar, y luego, en medio del mar, el viento del este te hizo volcar.
27 Y se hunden, en lo profundo del mar, tus riquezas, tus mercaderías y todo lo que transportas: marinos y marineros, carpinteros de a bordo, comerciantes, hombres de guerra y pasajeros: ¡es un naufragio!
28 Los gritos de tus marineros han llegado hasta la costa.
29 Todos los remeros se bajan de sus embarcaciones y los marinos se quedan en tierra.
30 No conversan más que de ti y lanzan gritos, se echan tierra en sus cabezas y se revuelcan en la ceniza.
31 Por ti se rapan la cabeza y se visten de sacos; muy afligidos, dejarán oír sus lamentos, una amarga lamentación.
32 Para ti han compuesto un canto fúnebre, y se lamentan:
32 “¿Quién era igual a Tiro en medio de los mares?”
33 Desembarcabas tus mercade rías y todos los pueblos se surtían. Tú y tus mercaderías hacían ricos a los reyes de la tierra.
34 Pero el mar te dio vuelta, te fuiste al fondo del mar; tu carga y todo tu mundo desaparecieron contigo.
35 Los habitantes de todas las islas están muy consternados, los reyes tiritan, su rostro se descompone.
36 Por doquier en el mundo entero, los mercaderes silban cuando hablan de ti, te has convertido en un ejemplo, no te verán más.»

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Comentarios Ezequiel, capítulo 27
27,1

Es la ilustración, no del castigo de unos individuos, sino del fracaso histórico y de la humillación que espera a las naciones grandes, cuando haya pasado el tiempo en que se consideraban como el faro del mundo.

En la costa de Palestina estaba el país de los fenicios, con sus puertos de Tiro y Sidón. País muy pequeño, sus habitantes se habían dedicado al comercio marítimo, y tenían relaciones con todas las naciones que rodean el Mar Mediterráneo. De ahí que eran ricos y más emprendedores que los israelitas. De ese país habían venido influencias paganas a Israel, especialmente en el tiempo de Ajab (1 Re 16,29).

Ezequiel anuncia la destrucción de Tiro usando las imágenes de un naufragio. Comparar con la caída de Nínive (Nah 2-3) y de Babilonia (Jer 51).

En el Apocalipsis (18,9) se recordarán estas palabras para aplicarlas al imperio romano y su capital Roma que, en tiempo de los apóstoles, fue el centro del mundo. ¡Qué condenación para nuestra civilización que, si bien alaba los valores culturales y espirituales, siempre pone en el primer lugar el éxito económico! Y se van a pique las naciones, las familias y las personas deshechas por falta de trabajo, mientras las calles céntricas están repletas de mercaderías importadas.
Ezequiel (Ez) Capítulo 28
Contra el rey de Tiro
1 Me llegó una palabra de Yavé:
2 «Hijo de hombre, háblale al príncipe de Tiro; le dirás esta palabra de Yavé: ¡Eres muy engreído, te consideras un dios en su residencia divina, en medio de los mares! ¿Te vas a hacer pasar por Dios, tú que eres hombre y no Dios?
3 Tú eres seguramente más sabio que Daniel, y ningún misterio te quedó grande.
4 Tienes inteligencia, has sabido actuar y te ha llegado la riqueza: el oro y la plata han repletado tus cofres.
5 Gracias a tu inteligencia, gracias a tus negocios, ha aumentado tu riqueza y te ha crecido el orgullo en la misma medida que tu riqueza.
6 Por eso, esto dice Yavé al que se hace pasar por Dios:
7 Enviaré contra ti a extranjeros, los sepultureros de los pueblos; su espada se medirá con tu bella cultura, pisotearán tu gloria.
8 Te harán bajar a la tumba y morirás allí, en el corazón de los mares.
9 ¿Acaso dirás: “Yo soy Dios” cuando vengan a matarte? En manos del matador serás hombre y no Dios.
10 Sufrirás la muerte de los paganos, y por manos de extranjeros, yo lo digo, palabra de Yavé.»
11 Se me comunicó otra palabra de Yavé: 12 «Hijo de hombre, entona esta lamentación por el rey de Tiro. Le dirás esta palabra de Yavé:
12 Tú eras la obra maestra,
12 lleno de sabiduría, y de una belleza perfecta.
13 Vivías en el Edén, en el jardín de Dios,
13 sobre ti sólo había piedras preciosas:
13 cornalina, topacio y diamante,
13 crisólito, ónix y jaspe,
13 zafiro, malaquita, esmeralda,
13 con aros, pendientes labrados en oro,
13 desde el día en que fuiste creado.
14 Te puse de guardia, como un Querub,
14 en la montaña santa de Dios: permanecías allí
14 yendo y viniendo entre las piedras de fuego.
15 Desde el día en que fuiste creado,
15 tu conducta había sido perfecta,
15 hasta el día en que el mal se anidó en ti.
16 (De tanto comerciar
16 te llenaste de violencia y pecaste);
16 entonces te barrí de la montaña de Dios:
16 liquidé al Querub,
16 que vigilaba entre piedras de fuego.
17 Estabas muy orgulloso de tu belleza:
17 tu belleza te hizo perder la sabiduría;
17 por eso te tiré al suelo,
17 para que fueras un espectáculo para los reyes de la tierra.
18 De tantas riquezas y ganancias deshonestas,
18 profanaste el lugar sagrado;
18 hice brotar fuego de ti que te devoró;
18 no dejé de ti más que cenizas por el suelo,
18 en presencia de los que te miraban.
19 A todos los que te conocían en el extranjero
19 se les cortó la respiración;
19 tú no inspiras más que terror:
19 ya no te verán más.»
20 Me llegó esta palabra de Yavé:
21 «Hijo de hombre, dirígete ahora a Sidón y profetiza en contra de ella. 22 Le dirás esta palabra de Yavé:
22 Me lanzaré contra ti, Sidón, y me cubriré de gloria a costa tuya. Sabrán que yo soy Yavé cuando ejecute mis decisiones: entonces conocerán mi santidad.
23 ( ) La espada atacará de todas partes, los muertos se amontonarán en la ciudad: entonces sabrán que yo soy Yavé.
24 La casa de Israel no tendrá más, entre sus vecinos que la desprecian, ni espinas que la hieran ni zarzas que la desgarren: entonces sabrán que yo soy Yavé.
25 Esto dice Yavé: Reuniré a Israel de en medio de los pueblos donde lo dispersé: de ese modo haré que las naciones vean mi santidad: Israel vivirá en la tierra que di a mi servidor Jacob.
26 Vivirán con seguridad, construirán casas y plantarán viñas. Vivirán seguros porque castigaré a todos sus vecinos que los desprecian. Entonces sabrán que yo soy Yavé, su Dios.»
Ezequiel (Ez) Capítulo 29
En contra de Egipto
1 El décimo mes, el doce de ese mes, se me comunicó esta palabra de Yavé:
2 «Hijo de hombre, habla para el Faraón, el rey de Egipto y profetiza en contra de él y de todo Egipto. 3 Le dirás de parte de Yavé:
3 Me dirijo contra ti, Faraón ( ), gran Dragón. Te pavoneas en medio de tus canales diciendo: «¡Mis canales me pertenecen porque yo los mandé cavar!»
4 Pero te colocaré un garfio en tu mandíbula y te sacaré de tus canales a ti y a los peces de tus canales.
5 Te arrojaré al suelo seco junto con los peces de tus canales, quedarás tirado en el suelo sin que nadie te levante o recoja. Te entregaré como carroña a las fieras de la tierra y a los pájaros del cielo.
6 Entonces los habitantes de Egipto sabrán que yo soy Yavé, pues no fueron más que caña cuando Israel buscó un apoyo.
7 cuando mi pueblo se te acercó, te quebraste en sus manos y lo heriste hasta en la espalda; cuando se apoyaron en ti, te doblaste e hiciste que perdieran el equilibrio.
8 Por eso, esto dice Yavé: Enviaré contra ti la espada y acabaré dentro de ti con hombres y animales.
9 El país de Egipto se convertirá en un desierto, en una ruina, y sabrán que yo soy Yavé.
9 Tú dices: «El Nilo es mío, porque yo lo hice».
10 Debido a esto me lanzo contra ti y tus canales; haré de Egipto un desierto, una desolación, desde Migdol hasta Siene y la frontera con Etiopía.
11 Hombres y animales no pasarán más por allí, quedará despoblada durante cuarenta años.
12 Sí, haré que Egipto sea el más devastado de los países: sus ciudades, durante cuarenta años, serán las más saqueadas. Dispersaré a los egipcios en medio de las naciones, los diseminaré por todos los países.
13 Pero esto dice Yavé: Después de cuarenta años reuniré a los egipcios de entre los pueblos donde los había dispersado.
14 Haré cambiar su suerte y los devolveré a Patros, su país de origen, allí formarán un reino,
15 el más modesto de todos ( ): ya no dominará más a las naciones; lo humillaré para que no se imponga más a las naciones.
16 La gente de Israel no confiará más en él, sino que se acordarán del pecado que cometieron volviéndose a Egipto; entonces sabrán que yo soy Yavé.»
17 El año veinte, el primero del primer mes, me llegó esta palabra de Yavé:
18 «Hijo de hombre, el sitio de Tiro ha sido una difícil empresa para Nabucodonosor, rey de Babilonia, y para su ejército; sus hombres han perdido allí sus cabellos y sus espaldas se han desollado; pero ese sitio de Tiro no ha aportado ningún beneficio ni para él ni para su ejército.
19 Por eso, esto dice Yavé: Entregaré Egipto en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia: cautivará a su pueblo, lo saqueará y repartirá los despojos, con eso sus tropas quedarán recompensadas
20 por el servicio que me prestaron contra Tiro. Le he dado el país de Egipto porque ha trabajado para mí, dice Yavé.
21 En ese día yo levantaré la nación de Israel. Yo te concederé hablar libremente en medio de ellos y conocerán que yo soy Yavé.»
Ezequiel (Ez) Capítulo 30
1 Yavé me dirigió de nuevo su palabra, diciéndome:
2 «Hijo de hombre, habla de parte mía, y di: Esto dice el Señor Yavé: ¡Ay de ese día!
3 Se acerca ese día, la hora de Yavé, el juicio de las naciones.
4 Ha llegado la espada a Egipto, Kuch está temblando; caen las víctimas en Egipto y se conmueven sus cimientos.
5 Kuch, Put y Lud, Arabia, Kub y los de la coalición caerán todos a espada.
6 Los aliados de Egipto sucumbirán, y desde Migdol a Siene se hundirá su orgulloso poder: morirán a espada, palabra de Yavé.
7 Será el más calamitoso de los países, sus ciudades serán las más saqueadas.
8 Sabrán que yo soy Yavé cuando prenda fuego a Egipto y sean derrotados todos sus aliados.
9 Irán mensajeros hasta Kuch, allá se pondrán todos a temblar al saber de su caída: ese día ya viene.
10 Esto dice Yavé: Aniquilaré al ejército de Egipto por medio de Nabucodonosor, rey de Babilonia.
11 Traeré a él y a su mundo, al sepulturero de los pueblos, para que arrase el país. Asolarán a Egipto a espada y el país quedará cubierto de víctimas.
12 Dejaré secos sus canales y entregaré a los extranjeros el país y todo lo que contiene, palabra de Yavé.
13 Esto dice todavía Yavé: Ya no habrá señores en Nof ni príncipes en Egipto (
14 ). Devastaré a Patros, quemaré Soan y castigaré a No.
15 Desataré mi cólera en contra de Sin, la fortaleza de Egipto, y haré que desaparezca la muchedumbre de No.
16 Le prenderé fuego a Egipto, Sin será presa de convulsiones, en No se abrirá una brecha y las aguas se escurrirán.
17 Los jóvenes de On y de Pi-Beset morirán a espada: la ciudad se irá al cautiverio.
18 En Tahpanés el día se convertirá en tinieblas cuando rompa el cetro de Egipto y ponga fin a su poder insolente; no saldrá de la neblina y sus ciudades sabrán lo que es la deportación.
19 Haré que Egipto rinda cuenta y sabrán que yo soy Yavé.»
20 El año once, el siete del primer mes, me llegó esta palabra de Yavé:
21 «Hijo de hombre, rompí el brazo de Fa raón, rey de Egipto, y nadie vino a cuidarlo o a aplicarle un remedio para que tuviera fuerza para empuñar la espada.
22 Por eso, esto dice Yavé: Me dirigiré en contra de Fa raón, rey de Egipto, le romperé el brazo y haré que se le caiga la espada de la mano.
23 Dispersaré a los egipcios en medio de las naciones, los desparramaré entre los países.
24 Fortaleceré los brazos del rey de Babilonia y pondré en su mano la espada; asolará a Egipto y se marchará con el botín.
25 Fortaleceré los brazos del rey de Babilonia, mientras que Fa raón tendrá que bajar los suyos. Sabrán que yo soy Yavé cuando ponga mi espada en la mano del rey de Babilonia y la alce contra Egipto.
26 Dispersaré a los egipcios entre las naciones, los desparramaré entre los pueblos y sabrán que yo soy Yavé.»
Ezequiel (Ez) Capítulo 31
1 El año once, el primer día del tercer mes, me llegó esta palabra de Yavé:
2 «Hijo de hombre, esto dirás a Faraón y a toda su corte: ¿Cómo expresar tu grandeza?
3 Tú eras un cedro del Líbano de magníficas ramas y de abundante follaje, de altura tan grande que alcanzabas las nubes.
4 Las aguas lo habían hecho crecer, las aguas subterráneas le habían dado su prestancia, y de donde él estaba regaba a todos los árboles del campo por medio de canales.
5 Era el más alto de los árboles del campo, sus ramas se habían multiplicado, su ramaje cubría todo su derredor gracias a la abundancia de las aguas.
6 En sus ramas anidaban todos los pájaros del cielo ( ), y numerosos pueblos se cobijaban bajo su sombra. (
7 Su altura, sus largas ramas constituían su belleza, sus raíces estaban orientadas hacia abundantes aguas.)
8 Ningún cedro le igualaba en el jardín de Dios: ni los cipreses tenían tales ramas, ni los plátanos, tal follaje ( ).
9 ( ) Su follaje era tan espeso que todo el jardín de Dios estaba envidioso de él.
10 Pero esto es lo que dice Yavé: Subió demasiado alto, su copa se elevó hasta las nubes y su corazón se hinchó de orgullo.
11 Por eso, lo entregué en manos del príncipe de las naciones para que lo trate como merece su falta.
12 Extranjeros, los sepultureros de los pueblos, lo cortaron: lo echaron abajo en la montaña y sus ramas cayeron en todos los valles. Se quebraron en el fondo de los barrancos; todos los pueblos de la tierra se retiraron de su sombra y lo abandonaron.
13 Los pájaros del cielo se posan sobre sus restos y las fieras salvajes se instalan en medio de sus ramas.
14 Que no se vea más en adelante a un árbol bien regado que se enorgullezca de su grandeza, o que quiera alcanzar con sus ramas hasta las nubes. Ningún árbol cuyas raíces alcanzan las aguas profundas pondrá su confianza en sí mismo, porque todos están condenados a muerte, todos irán a parar a la morada de los muertos igual que los hijos de Adán que descienden a la tumba.
15 Esto dice Yavé: Dispuse un gran duelo para el día en que el cedro bajó a la morada de los muertos; cerré el abismo encima de él, detuve los ríos y sus aguas se secaron. Por él vestí de negro al Líbano, y se secaron todos los árboles del campo.
16 Las naciones se conmovieron de espanto ante el estruendo de su caída, cuando lo hice descender a la morada de los muertos con los que bajan a la tumba. Pero en el país subterráneo, se consolaron todos los árboles del Edén, los más bellos del Líbano y los mejor regados.
17 Los que vivían bajo su sombra en todas las naciones bajaron con él a la morada de los muertos, y se juntaron con las víctimas de la espada.
18 ¿Con quién podría compararte? Te precipité en lo más profundo de la tierra, igual que a los árboles del Edén: allí estás acostado junto con los incircuncisos, con las víctimas de la espada. Allí están Fa raón y su pueblo, dice Yavé.»

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Comentarios Ezequiel, capítulo 31
31,1

Bella comparación del cedro, representando a Egipto.
Ezequiel (Ez) Capítulo 32
1 El año doce, el primero del duodécimo mes, me llegó esta palabra de Yavé: 2 «Hijo de hombre, entona un canto fúnebre sobre Faraón, rey de Egipto. Dirás esto:
2 ¡Cómo! ¿Desapareció el león de las naciones? Tú eras como el dragón de los mares; hacías hervir las aguas, las removías con tus patas y producías las olas.
3 Esto dice Yavé: Te echaré mi red y te arrastraré a la orilla con mis cuerdas.
4 Te dejaré botado en el suelo, te esparciré por los campos, haré que sobre ti bajen los pájaros del cielo, las fieras de la tierra te devorarán.
5 Expondré tus carnes en las montañas, llenaré los valles con tus restos 6 y con tu sangre regaré el país
7 el día de tu muerte.
7 Cubriré los cielos y oscureceré las estrellas, cubriré el sol con nubes y la luna no alumbrará más.
8 Por culpa tuya apagaré todas las estrellas del cielo y extenderé sobre tu país las tinieblas, palabra de Yavé.
9 Muchos pueblos se estremecerán cuando anuncie tu ruina a las naciones, a países que no conocías.
10 Numerosos pueblos quedarán espantados al ver tu suerte, sus reyes se pondrán a tiritar cuando haga pasar mi espada delante de ellos, cada uno temerá por su vida en el día de tu ruina.
11 Esto dice Yavé: La espada del rey de Babilonia llega a tu tierra.
12 Haré que caigan multitudes por la espada de sus guerreros, los sepultureros de los pueblos; acabarán con el orgullo de Egipto y todo su pueblo será exterminado.
13 Haré perecer todos sus rebaños a orillas de las grandes aguas; ya no las removerán ni el pie del hombre ni las pezuñas del ganado.
14 Entonces se calmarán las aguas de Egipto, y sus ríos se deslizarán como el aceite, palabra de Yavé.
15 Arrasaré a Egipto; mataré a sus habitantes y quedará completamente vacío: entonces sabrán que yo soy Yavé.
16 Las hijas de las naciones entonarán este canto fúnebre; lo cantarán refiriéndose a Egipto y a su pueblo, cantarán este canto fúnebre, palabra de Yavé.»
17 El duodécimo año, el quince del primer mes, se me comunicó esta palabra de Yavé:
18 «Hijo de hombre, laméntate por la gloria de Egipto.
19 Porque yo los voy a lanzar ahí donde están los que bajan al sepulcro
20 y serán reunidos con todos los demás que fueron pasados a cuchillo. Egipto ha sido entregada y la llevan con todos sus habitantes.
21 En el reino de los muertos los héroes más valientes junto con los auxiliares de Faraón le dirán: ¿Por qué van a ser tratados mejor que los demás? Baja y quédate entre los incircuncisos, que perecieron al filo de la espada.
22 Ahí están Asur y todo su ejército ( ) masacrado.
23 Pusieron sus tumbas en el fondo de la morada de los muertos y todo ese ejército rodea la tumba de Asur. Los que sembraban el terror por la tierra de los vivos fueron todos masacrados a espada.
24 Ahí están Elam y todo su pueblo agrupado alrededor de su tumba. También ellos sembraron el terror por la tierra de los vivos, pero fueron masacrados a espada; estos incircuncisos bajaron a la morada de los muertos, arrastrando su vergüenza hasta donde los que bajan a la tumba.
25 ( ) Los pusieron entre medio de sus víctimas.
26 Ahí están Masoc, Tubal y todo su pueblo en las tumbas que lo rodean; todos esos incircuncisos sembraron el terror en la tierra de los vivos y luego cayeron a espada.
27 Están todos acostados con los hé roes antiguos, porque estos hombres bajaron a la morada de los muertos con las armas en la mano. Pusieron sus espadas sobre sus cabezas y sus escudos sobre sus huesos, porque su valentía los hacía temibles en la tierra de los vivos.
28 Tú también te acostarás entre medio de los incircuncisos, junto con las víctimas de la espada.
29 Ahí están Edom, sus reyes y sus jefes; a pesar de su valor, cayeron a espada, igual que los demás. Están acostados con los circuncidados, junto con los que bajan a la tumba.
30 Ahí están todos los príncipes del norte, y los hombres de Sidón: bajaron con todo su prestigio a pesar de su valentía. Estos incircuncisos están acostados entre las víctimas de la espada, arrastraron su vergüenza hasta donde los que bajan a la tumba.
31 Al verlos Faraón se consolará por su ejército que cayó bajo la espada, palabra de Yavé.
32 Al que difundía el terror por la tierra de los vivos, lo acostarán entre los incircuncisos, entre las víctimas de la espada, y junto con él a todo su ejército, palabra de Yavé.»
Ezequiel (Ez) Capítulo 33
EZEQUIEL ANUNCIA LA RESTAURACIÓN DE ISRAEL
El profeta, centinela de su pueblo
1 Se me dirigió esta palabra de Yavé:
2 «Hijo de hombre, dirás esto a los hijos de mi pueblo, les dirás: cuando hago que caiga la espada sobre un país, la gente de ese país eligen a alguien de entre ellos y lo ponen para que vigile.
3 Si ve que la espada amenaza al lugar, toca el cuerno y le avisa al pueblo.
4 Si alguien oye el sonido del cuerno y no toma en cuenta el aviso, y llega la espada y lo corta, él es responsable de su muerte.
5 Si oyó el sonido del cuerno y no tomó en cuenta el aviso, él es responsable y el centinela que dio el aviso no tiene nada que temer.
6 Pero si el vigía ve que amenaza la espada y no toca el cuerno, si el pueblo no es avisado y llega a matar la espada a alguien del pueblo, ése será segado debido a su pecado, pero le pediré al centinela cuenta de su sangre.
7 A ti, hijo de hombre, te he puesto como centinela para la casa de Israel, apenas oigas que una palabra sale de mi boca, tendrás que advertírselo de mi parte.
8 Cuando diga al malo: “¡Malo, vas a morir!”, si no le hablas, si no haces que se preocupe por su mala conducta, el malo morirá debido a su pecado, pero a ti te pediré cuenta de su sangre.
9 Al contrario, si le has llamado la atención al malo por su mala conducta y no se aparta de ella, si no deja su mala conducta, morirá debido a su pecado y tú nada tendrás que temer.
10 Hijo de hombre, le dirás a la casa de Israel: Se oye decir: “Estamos bajo el peso de nuestros pecados y nos desesperamos sin esperanza de salir de ellos.”
11 Les responderás: “Tan cierto como que soy vivo, palabra de Yavé, que no deseo la muerte del malvado sino que renuncie a su mala conducta y viva. Dejen, dejen el camino que han tomado: ¿para qué morir, casa de Israel?”
12 Les dirás a los hijos de tu pueblo: La justicia del justo no lo salvará si después se pone a pecar, y la maldad del malo no lo hará caer después que se haya apartado de su maldad; por la misma razón que el justo, vivirá.
13 Aunque yo le haya dicho al justo: ¡Vivirás!, si se queda en sus méritos y se dedica a cometer injusticias, quedará en el olvido su justicia y morirá debido a la injusticia que haya cometido.
14 De igual modo, aunque yo haya dicho al malo: ¡Morirás! , si se aparta de su pecado y se dedica a hacer lo que es correcto y justo,
15 si devuelve lo que se le ha prestado o que haya robado, si camina según mis mandamientos y no comete más injusticias, en verdad vivirá y no morirá.
16 No se tendrán en cuenta todos los pecados que haya cometido; ya que actuó de acuerdo al derecho y a la justicia, vivirá.
17 Los hijos de tu pueblo dicen: “La manera de ver que tiene Yavé no es la correcta”, pero, más bien la de ellos es la incorrecta.
18 Desde el momento en que el justo se aparta de la injusticia y comete algo injusto, eso mismo lo hace morir.
19 Y cuando el malo se aparta de su maldad y se dedica a hacer lo que es correcto y justo, eso mismo le da vida.
20 Aunque ustedes digan: “La manera de Yavé no es la correcta”, juzgaré a cada uno de ustedes según su conducta, casa de Israel.
21 El año duodécimo de nuestro destierro, el cinco del décimo mes, llegó a mi casa un fugitivo de Jerusalén, me dijo: “La ciudad cayó.”
22 Ahora bien, la mano de Yavé había estado sobre mí desde la tarde antes que llegara el fugitivo, y a la mañana siguiente, cuando llegó a mi casa el hombre, Yavé me abrió la boca: ¡ya no estaba mudo!
23 Entonces se me comunicó esta palabra de Yavé:
24 “Hijo de hombre, los que se quedaron entre las ruinas en tierra de Israel dicen esto: Abrahán era él solo y recibió el país en propiedad. Nosotros somos todavía muchos y el país nos pertenece.”
25 Les dirás esta palabra de Yavé: “Ustedes comen carne sin desangrar, vuelven sus miradas a sus sucios ídolos, derraman sangre, y ¿quieren así poseer ese país?
26 Moran en medio de ruinas y siguen viviendo de manera escandalosa, ensuciando cada cual a la mujer de su prójimo, y ¿quieren así poseer ese país?”
27 Añadirás: Esto dice Yavé: “Tan cierto como que vivo que los que viven entre ruinas caerán a espada, los que viven en el campo serán devorados por las fieras salvajes y los que viven en guaridas y en cavernas morirán de peste.
28 Convertiré a ese país en una ruina, echaré por tierra su fuerza y su orgullo, y las montañas quedarán abandonadas, sin habitantes.
29 El día en que transforme al país en una ruina y en un desierto, debido a todos los crímenes que cometieron, sabrán que yo soy Yavé.”
30 Sabes muy bien, hijo de hombre, que los hijos de tu pueblo hablan de ti a lo largo de los muros y en las puertas de las casas, se dicen unos a otros: “Vamos a escuchar lo que viene de Yavé.”
31 Entonces vienen a verte como si fueran a cualquier parte, se sientan a tu lado para oír tus palabras, pero no las ponen en práctica. La mentira está en su boca y sólo buscan su interés.
32 Tú eres para ellos como una canción que les gusta: ¡la voz es hermosa y canta bien! Escuchan tus palabras pero no hacen nada.
33 Pero cuando eso ocurra —y eso va a ocurrir— sabrán que tenían un profeta en medio de ellos.»

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Comentarios Ezequiel, capítulo 33
33,1

Jerusalén ha sido tomada. Mientras se desmoronan todas las ilusiones de los judíos y sus falsos profetas, Ezequiel comprende que llegó el término de la prueba. Más allá, quizá muy lejos, se vislumbra una resurrección. El profeta les transmite muchas promesas de Dios en los capítulos 34-39. Estos tienen como introducción el presente capítulo, que señala la toma de Jerusalén.

El suceso de 33,21 se refiere a 3,26 y 24,26.

El párrafo 33,1-20 reproduce en forma algo diferente aquello de que hablamos en 3,17 y 18,21.
33,11

En el momento de las desgracias los malos pierden toda esperanza; en cambio, el profeta, que siempre anunció desventuras, alza la voz para alentar a la conversión, y nos comunica este pensamiento de Dios: No deseo la muerte del malvado... ¿Para qué morir, casa de Israel?... ¿Por qué quieres morir, oh gente de Israel?
Ezequiel (Ez) Capítulo 34
Los pastores de Israel
1 Se me comunicó esta palabra de Yavé:
2 «Hijo de hombre, habla de parte mía contra los pastores de Israel, ¡profetiza! Les dirás a los pastores, Esta es una palabra de Yavé: ¡Ay de ustedes, pastores de Israel: pastores que sólo se preocupan de ustedes mismos! ¿Acaso el pastor no tiene que preocuparse del rebaño?
3 Se alimentan de leche, se visten con lana, sacrifican los animales gordos, pero no se preocupan de sus ovejas.
4 No han reanimado a la oveja agotada, no se han preocupado de la que estaba enferma, ni curado a la que estaba herida, ni han traído de vuelta a la que estaba extraviada ni buscado a la que estaba perdida. Y a las que eran fuertes, las han conducido en base al terror.
5 Sin pastores, mis ovejas se han dispersado: siendo así presa fácil de las fieras salvajes.
6 Mi rebaño se dispersó por las montañas y colinas; el resto está disperso por todo el país, y nadie se preocupa o sale en su búsqueda.
7 Por eso, pastores, escuchen la palabra de Yavé:
8 Tan cierto como que yo vivo, dice Yavé, que si mis ovejas quedaron expuestas a los ladrones, si se convirtieron en presa de las fieras salvajes, la culpa es de los pastores. Mis pastores no se preocuparon de mis ovejas, se preocuparon de sí mismos pero no del rebaño.
9 Por eso, pastores ( ),
10 Yavé habló: Me dirijo directamente a los pastores para quitarles mi rebaño. Ya no serán más los pastores de mi rebaño, pastores que sólo se preocupan de sí mismos. Arrancaré mis ovejas de su boca y ya no serán más su presa.
11 Porque esto dice Yavé: ¡Aquí estoy, soy yo! Vengo en busca de las ovejas, yo me ocuparé de ellas
12 como el pastor que se ocupa de su rebaño el día en que se encuentre en medio de sus ovejas en libertad. Yo también me ocuparé de mis ovejas y las sacaré de todos los lugares por donde se dispersaron ese día de negras nubes y tinieblas.
13 Haré que salgan de los otros pueblos, las reuniré de diferentes países y las conduciré a su propia tierra. Haré que ramoneen por las montañas de Israel, en los valles y en todas las praderas del país.
14 Sí, haré que ramoneen en un buen potrero, en las altas montañas de Israel, descansarán en un buen corral y se alimentarán en fértiles praderas de las montañas de Israel;
15 yo mismo me preocuparé de mis ovejas, yo las llevaré a descansar, palabra de Yavé.
16 Buscaré a la que esté perdida, volveré a traer a la que esté extraviada, curaré a la que esté herida, reanimaré a la que esté enferma, velaré por la que esté sana; las cuidaré con justicia.
17 Y a ustedes, mis ovejas, esto dice Yavé: Juzgaré entre ovejas y ovejas, entre chivos y carneros.
18 ¿Así que no les basta con pastar en un buen potrero? ¿Por qué han pisoteado el resto del pasto? Si toman un agua clara, ¿por qué han enturbiado el resto con sus pies?
19 ¿Acaso mis ovejas tienen que ramonear lo que ustedes pisotearon y tomar lo que enturbiaron los pies de ustedes?
20 Por eso, esto dice Yavé: Juzgaré tanto a las ovejas gordas como a las flacas.
21 Ustedes les han pegado a costillas y lomos, han corneado a todas las más débiles, hasta echarlas afuera.
22 Por eso, salvaré a mis ovejas, las pondré a resguardo de los ladrones y juzgaré entre unas ovejas y otras.
23 Pondré a la cabeza de ellas a un pastor único para que se preocupe de ellas, a mi servidor David. El será su pastor.
24 Yo, Yavé, seré su Dios, y mi servidor David, su príncipe.
25 Firmaré con ellas una alianza de paz, haré que desaparezcan del país las fieras salvajes; mis ovejas podrán quedarse en el desierto y dormir en los bosques.
26 Las instalaré alrededor de mi colina y haré que caiga la lluvia a su tiempo, será una lluvia de bendición.
27 El árbol de los campos dará su fruto y la tierra, su cosecha; mi pueblo vivirá seguro en su tierra, porque habré roto su yugo y los habré librado de manos de los opresores. Entonces sabrán que yo soy Yavé.
28 Ya no serán más presa de las naciones, ni los devorarán más las fieras salvajes, sino que vivirán en paz y nadie vendrá a molestarlos.
29 Haré que la tierra produzca en abundancia. Ya no experimentarán más hambre, ni pasarán más esa humillación ante los demás pueblos.
30 Porque yo soy Yavé, su Dios, y ellos son Israel, mi pueblo, palabra de Yavé.
31 Ustedes son mi rebaño, las ovejas de mi potrero y yo soy su Dios, palabra de Yavé.»

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Comentarios Ezequiel, capítulo 34
34,1

El señor Yavé reúne a su rebaño disperso.

Hay como dos partes en esta larga comparación en que Yavé promete hacerse el pastor de su pueblo:

— una revolución.

— un juicio.

Habla de parte mía contra los pastores de Israel. Aquí Yavé anuncia un cambio total de la vida social de Israel: reemplazará a los pastores. La expresión «pastores» se aplica a todas las autoridades civiles. Comprende, por tanto, al rey, magistrados y jueces.

¿Acaso el pastor no tiene que preocuparse del rebaño? (2). Yavé condena a las autoridades de su pueblo que encontraron normal gozar el poder y la riqueza sin considerarse primero como los servidores del pueblo. Fácilmente imaginamos la miseria del pueblo judío en los momentos que hablaba Ezequiel, inmediatamente después de la catástrofe de Jerusalén:

— ovejas agotadas, hambrientas, enfermas.

— extraviadas, andaban errantes, sin domicilio ni trabajo, alienadas por las mentiras de sus dirigentes.

— llegaron a ser presa de todos los violentos, fueron llevados al destierro, o dejaron la patria en busca de trabajo.

Yo mismo vengo en busca de mis ovejas (12). Ahora los jefes de Israel han desaparecido en la catástrofe de su país, y Yavé promete hacerse pastor. Con esta ocasión dice cuáles son los deberes del pastor: reunir, proteger, dar alimento a todos y reprimir a los prepotentes.

Se acabaron los días de negras nubes y tinieblas (12) en que Dios parecía lejano e Israel se veía hundido y sin esperanza. Ahora Yavé reunirá su pueblo de entre las naciones. El reino que ha preparado Dios para esa muchedumbre desalentada superará todo lo que podían esperar. No tendrán solamente la prosperidad material, sino que vivirán en paz junto a Dios: Yo las llevaré a descansar (15).

En cuanto a ustedes, yo juzgaré entre ovejas y ovejas (17). Con estas palabras empieza la segunda parte: el juicio de Dios.

Por una parte, las ovejas gordas, las que aprovecharon el orden injusto de la sociedad. No les bastó tener un nivel de vida superior al de los demás, sino que pisotearon lo mejor del pasto: dejaron sin cultivar las mejores tierras del país, sacaron al extranjero las divisas que hubieran permitido el desarrollo económico, impidieron el acceso de todos a la educación y la cultura.

Ustedes han corneado a todas las ovejas más débiles, hasta echarlas afuera (21). Aprovecharon el poder y, porque tenían la justicia a su disposición, impusieron «su» orden por la fuerza.

Pondré un pastor único para que se preocupe de ellas, a mi servidor David (23). Ese es Cristo, nuevo David. Como se hizo notar respecto de Isaías 11,1, no se anuncia al Mesías como uno más de los descendientes de David y para que reanude el pasado. Será otro David y empezará algo totalmente inédito.

Fácilmente uno encontrará aquí las imágenes que Jesús meditó personalmente, y que le sirvieron para hacer tres parábolas: la del Buen Pastor (Jn 10,1), la de la Oveja perdida (Lc 15,4) y la del Juicio (Mt 25,31).
Ezequiel (Ez) Capítulo 35
Contra Edom
1 Se me comunicó esta palabra de Yavé:
2 «Vuelve tu mirada hacia la montaña de Seír y profetiza contra ella. Así le dirás
3 de parte de Yavé: Aquí estoy para extender mi mano sobre ti, montaña de Seír, te convertiré en ruinas y en desierto.
4 Tus ciudades serán arrasadas, te transformarás en un desierto y sabrás que yo soy Yavé.
5 Con tu odio de siempre, condenaste a los israelitas a la espada en el tiempo de la prueba, cuando puse término a sus pecados.
6 Por eso, tan cierto como que vivo, dice Yavé, puesto que has hecho derramar sangre, la sangre te perseguirá.
7 Convertiré a la montaña de Seír en ruinas y en desierto, y eliminaré de ella toda presencia humana.
8 Tus montañas se cubrirán de cadáveres; habrá víctimas de la espada en tus colinas, en los valles y en todos los barrancos.
9 Te arruinaré para siempre y tus ciudades nunca más serán habitadas; entonces sabrás que yo soy Yavé.
10 ¿Cómo pudiste decir: “Las dos naciones son mías, su tierra ahora me pertenece”? ¡Siendo que allí está Yavé!
11 Tan cierto como que yo vivo, dice Yavé, que mi cólera y mi celo serán tan grandes como el odio que tuviste hacia ellos; me daré a conocer a ti el día en que te juzgue.
12 Sabrás que yo, Yavé, escuchaba todos tus insultos. Pues decías: “¡Están totalmente arruinadas, todo será para nosotros!”
13 Tuviste conmigo palabras muy despreciativas y yo lo entendí.
14 Así habla Yavé: a ti te convertiré en una ruina, mientras el resto del mundo disfrutará de alegría.
15 ( ) Serán arrasados no sólo la montaña de Seír sino todo Edom. Y sabrán que yo soy Yavé.»

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Comentarios Ezequiel, capítulo 35
35,1

La toma de Jerusalén no fue la última de las humillaciones de los judíos. Después de retirarse los vencedores del año 587, el pequeño pueblo de Edom aprovechó la situación para invadir Palestina, y trató de adueñarse de los territorios judío e israelita: las dos naciones.
Ezequiel (Ez) Capítulo 36
Israel será reunido
1 Hijo de hombre, profetiza para las montañas de Israel. Diles: Montañas de Israel, escuchen una palabra de Yavé.
2 Esto dice Yavé: ¡ El enemigo se burló de ustedes: «¡Oh sí, las montañas eternas pasaron a ser de nuestra propiedad!»
3 Por eso, profetizarás. Diles de mi parte: Ustedes fueron devastados, pisoteados de todas partes, pasaron a ser propiedad de otras naciones, a costa de ustedes contaron cualquier cosa, los insultaron.
4 Pues bien, montañas de Israel, escuchen la palabra de Yavé. Esto dice a las montañas y a las colinas, a los barrancos y a los valles, a las ruinas devastadas y a las ciudades abandonadas que se transformaron en presa y entretención para lo que quedaba de sus vecinos.
5 En el ardor de mi indignación me volveré en contra de Edom y de las demás naciones que invadieron mi tierra con gusto y mucho desprecio, para apropiársela o para saquearla.
6 Por eso, profetiza respecto de la tierra de Israel. Esta palabra de Yavé transmitirás a las montañas y a las colinas, a los barrancos y a los valles: Esto fue lo que decidí en mi indignación y cólera. Ya que fueron humillados por las naciones,
7 yo a mi vez levanto mi mano para jurar que las naciones que los rodean serán humilladas.
8 Pero ustedes, montañas de Israel, producirán cosechas y frutos para mi pueblo de Israel que está próximo a volver.
9 Regresaré donde ustedes y me volveré hacia ustedes; ustedes serán trabajadas y sembradas.
10 Multiplicaré en ustedes a los hombres, a toda la casa de Israel; las ciudades serán nuevamente habitadas y las ruinas reedificadas.
11 Multiplicaré en ustedes a hombres y animales ( ). Serán pobladas como antes y las trataré mejor que en los comienzos; entonces sabrán que yo soy Yavé.
12 Por ustedes pasarán gente de mi pueblo de Israel, y éste será dueño y heredero de ustedes. Tierra de Israel, tú no permanecerás más sin hijos.
13 Esto dice Yavé: Dicen de ti que eres una tierra que come a sus habitantes y que deja a la nación sin hijos.
14 Pues bien, ya no te comerás más a tus habitantes ni dejarás más sin hijos a la nación, palabra de Yavé.
15 No permitiré más que te insulten las naciones ( ), palabra de Yavé.
16 Se me comunicó esta palabra de Yavé:
17 «Hijo de hombre, cuando Israel vivía en su tierra, la volvió impura con su conducta y sus acciones; su conducta era a mis ojos como la impureza de la mujer.
18 Entonces decidí desatar contra ellos mi cólera,
19 los dispersé por entre las naciones, los desparramé entre los países; los juzgué de acuerdo a su conducta y a sus acciones.
20 Y así llegaron a las naciones.
20 Pero allí también fue profanado mi nombre. En efecto se decía: “Este es el pueblo de Yavé que tuvo que salir de su país.”
21 Entonces salí en defensa de mi Nombre, porque éste había sido profanado en las naciones donde se encontraba Israel y por culpa de éste.»
Un corazón nuevo
  22 Por eso le dirás esta palabra de Yavé a la casa de Israel: «no es por ustedes que hago esto, casa de Israel, sino por mi santo Nombre que por culpa de ustedes fue profanado en las naciones donde estaban.
23 Santificaré mi nombre que fue profanado en las naciones —y ustedes fueron los que lo hicieron despreciable—. Las naciones sabrán que yo soy Yavé cuando, por medio de ustedes, aparezca ante sus ojos mi santidad.
24 Los sacaré de las naciones, los reuniré de entre los pueblos y los traeré de vuelta a su tierra.
25 Los rociaré con un agua pura y quedarán purificados; los purificaré de todas sus impurezas y de todos sus inmundos ídolos.
26 Les daré un corazón nuevo y pondré dentro de ustedes un espíritu nuevo. Quitaré de su carne ese corazón de piedra y les daré un corazón de carne.
27 Pondré dentro de ustedes mi Espíritu y haré que caminen según mis mandamientos, que observen mis leyes y que las pongan en práctica.
28 Vivirán en el país que di a sus padres, ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios.
29 Los libraré de todas sus impurezas. Llamaré al trigo y brotará en abundancia; no les enviaré más hambrunas.
30 Multiplicaré los frutos de los árboles y los productos del campo; ya no serán más humillados por el hambre en presencia de las demás naciones.
31 Entonces se acordarán de su conducta y de sus malas acciones, se avergonzarán de ustedes mismos debido a sus culpas y a sus crímenes.
32 Sépanlo bien, dice Yavé, que no es por ustedes que hago esto. Tengan vergüenza y sonrójense por su conducta, casa de Israel.
33 Esto dice Yavé: El día en que los purifique de sus pecados, haré que se repueblen las ciudades y sean reconstruidas las ruinas.
34 La tierra arrasada será nuevamente cultivada después que todos los que hayan pasado la hayan visto abandonada.
35 Incluso dirán: “Esa tierra que estaba abandonada se ha vuelto el jardín del Edén, las ciudades en ruina, abandonadas, destruidas tienen ahora muros y están pobladas.”
36 Entonces las naciones que hayan subsistido alrededor de ustedes sabrán que yo, Yavé, reconstruí lo que estaba demolido, volví a plantar lo que había sido arrasado. Yo Yavé lo digo y lo haré.
37 Esto dice Yavé: Le concederé además esto a las oraciones de la casa de Israel: multiplicaré entre ellos a los hombres tanto como a los animales.
38 En las ciudades otrora en ruinas, los hombres serán tan numerosos como las ovejas, como el rebaño de animales consagrados, como las ovejas en Jerusalén con ocasión de las grandes asambleas; entonces sabrán que yo soy Yavé.»
Ezequiel (Ez) Capítulo 37
Huesos secos, escuchen la palabra de Yavé
1 La mano de Yavé se posó sobre mí. Yavé me hizo salir por medio de su espíritu. Me depositó en medio de un valle, que estaba lleno de huesos humanos.
2 Me hizo recorrer el valle en todos los sentidos; los huesos esparcidos por el suelo eran muy numerosos, y estaban completamente secos.
3 Entonces me dijo: «¿Hijo de hombre, podrán revivir estos huesos?» Respondí: «Yavé, tú lo sabes.»
4 Me dijo: «Profetiza con respecto a estos huesos, les dirás: ¡Huesos secos, escuchen la palabra de Yavé!
5 Esto dice Yavé a estos huesos: Haré que entre en ustedes un espíritu, y vivirán.
6 Pondré en ustedes nervios, haré que brote en ustedes la carne, extenderé en ustedes la piel, colocaré en ustedes un espíritu y vivirán: y sabrán que yo soy Yavé.»
7 Hice según lo que se me había ordenado y, mientras profetizaba, se produjo una gran agitación: los huesos se acercaron unos a otros.
8 Miré: vi cómo se cubrían de nervios, brotaba la carne y se extendía sobre ellos la piel. Pero no había en ellos espíritu.
9 Entonces me dijo: «¡Profetiza, hijo de hombre, llama al Espíritu! Dirás al Espíritu: Esto dice Yavé: ¡Espíritu, ven desde los cuatro vientos, sopla sobre estos muertos para que vivan!»
10 Profeticé según la orden que había recibido y el espíritu entró en ellos; recuperaron la vida se levantaron sobre sus pies: era una multitud grande, inmensa.
11 Yavé me dijo entonces: Hijo de hombre, estos huesos son toda la casa de Israel. Ahora dicen: «Nuestros huesos se han secado, nuestras esperanzas han muerto, hemos sido rechazados.»
12 Por eso, profetiza. Les dirás esta palabra de Yavé: «Voy a abrir las tumbas de ustedes, oh pueblo mío, haré que se levanten de sus tumbas y los traeré de vuelta a la tierra de Israel.
13 Entonces, cuando haya abierto sus tumbas y los haya hecho levantarse, sabrán que yo soy Yavé.
14 Pondré en ustedes mi Espíritu y vivirán; los estableceré en su tierra y sabrán que yo, Yavé, lo dije y lo hice, palabra de Yavé.»
15 Se me comunicó esta palabra de Yavé:
16 «Hijo de hombre, toma un trozo de madera y escribe en él: “A Judá y a los hijos de Israel que se han reunido con él.» Tomarás después otro trozo de madera y escribirás encima: “A José.” Esa será la madera (de Efraín y) de toda la casa de Israel que se ha reunido con él.
17 Luego, juntarás los dos para que formen en tu mano una sola pieza.
18 Cuando los hijos de tu pueblo te digan: “¿Nos vas a explicar lo que eso significa?” les
19 responderás: “Esto dice Yavé: Me dispongo a tomar la madera de José junto con las tribus de Israel que se le han unido; los juntaré con la madera de Judá y formarán una sola cosa en mi mano.”
20 Tendrás en tu mano ante sus ojos los trozos de madera en los que hayas escrito
21 y les dirás de parte de Yavé: Sacaré a los hijos de Israel de las naciones adonde partieron, los reuniré de todas partes y los juntaré en su tierra.
22 Haré de ellos una sola nación en mi país en las montañas de Israel; un único rey reinará sobre todos ellos, ya no serán más dos naciones, ni estarán más separados en dos reinos.
23 No se ensuciarán más con sus inmundos ídolos, porque los libraré de sus pecados y de todas sus rebeldías y los purificaré; serán mi pueblo y yo seré su Dios.
24 Sobre ellos reinará mi servidor David, y tendrán todos un solo pastor. Entonces caminarán según mis mandamientos, observarán mis leyes y las pondrán en práctica.
25 Vivirán en esa tierra que di a mi servidor Jacob, esa tierra en que han vivido. Vivirán en ella para siempre, ellos y sus hijos y los hijos de sus hijos; y mi servidor David será su príncipe para siempre.
26 Firmaré con ellos una alianza de paz, una alianza conmigo para siempre; pondré en medio de ellos mi santuario para siempre.
27 Mi morada permanecerá por encima de ellos, yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.
28 Cuando mi santuario esté en medio de ellos para siempre, las naciones sabrán que yo soy Yavé quien santifica a Israel.»

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Comentarios Ezequiel, capítulo 37
37,3

¿Podrán revivir estos huesos? Esta página anuncia la restauración de Israel, muerto en todos los sentidos de la palabra.

Los huesos estaban completamente secos (2). Los huesos secos y dispersos representan a Israel desterrado y dispersado. Durante largos años, habían creído que Dios manifestaría su gloria al mundo dándoles prosperidad y liberaciones milagrosas. Pero ésos no eran más que sueños humanos. El plan de Dios comtemplaba la educación de su pueblo mediante siglos de luchas, de errores y de sufrimientos. Los mismos pueblos, como las personas, no pueden alcanzar su madurez verdadera sin pasar por la muerte de su orgullo y de sus pretensiones. Es entonces cuando Dios manda la palabra que hace levantar a los muertos.

Colocaré en ustedes un espíritu y vivirán (6). Primero Dios mandó a sus profetas. La palabra de ellos, que poco se escuchó mientras vivían, cayó en tierra como semilla. Y, después de algunos años, surgirán minorías que volverán a levantar la nación con Esdras y Nehemías.

Cuando hablamos nosotros de resurrección, siempre pensamos en la resurrección de las personas. De ella habla Juan 5,25-28, y muestra cómo Cristo llama a los muertos para que se levanten del pecado o de la muerte. Pero la historia nos muestra también que Dios ha resucitado a su pueblo, no una sino varias veces, e incluso lo comprobamos en la historia actual de nuestra Iglesia.
37,15

El «pecado original» de la nación judía había sido su división desde la muerte de Salomón. En el Israel restaurado la división será suprimida y sanada: habrá una sola nación y un solo pastor (ver eso en Jn 10,16).

Aun después de que volvieron de Babilonia los desterrados, Israel comprendió que le faltaba todavía reunir a sus hijos que habían emigrado a todas las naciones del mundo. Luego, Jesús se propuso reunir a todos los dispersos hijos de Dios (Jn 11,52); pues no vino sólo para los judíos, sino también para los que pertenecen a otros rebaños (Jn 10).

En el plan de Dios, reunir no significa traer a todos los hombres a una misma tierra, o imponerles una sola ley. Se trata más bien de que serán un solo cuerpo extendido por toda la tierra, respetando la originalidad de cada cultura, pero aceptando todos perseguir una misma meta. Una tal unidad es un don de Dios, y si bien la buscamos todos, alcanzarla significaría que hemos llegado al fin de la historia terrenal.

Mientras tanto, la Iglesia, por ser el Nuevo Pueblo de Dios según la verdad, debe ser una, aun en su estructura visible. Dividirse sería volver al pecado de Jeroboam.
Ezequiel (Ez) Capítulo 38
Gog y Malog
1 Se me comunicó esta palabra de Yavé:
2 «Hijo de hombre, vuelve tu mirada hacia Gog, del país de Magog, el gran jefe de Mecheq y de Tubal; profetizarás contra él. 3 Dirás: esto dice Yavé:
3 Vengo a buscarte, Gog, gran jefe de Mecheq y de Tubal.
4 Haré que te pongas en marcha con todo tu ejército, tus caballos y tus caballeros, todos vestidos magníficamente, tus numerosas tropas armadas con espadas, lanzas y escudos.
5 Allí están los persas, los cuchitas y la gente de Put con sus armas y sus cascos,
6 como también Gomer con todas sus tropas y Bet-Togorma, que vino de los lejanos países nórdicos con todas sus tropas. ¡Cuántos pueblos contigo!
7 Prepárate y estáte listo, tú y todo el ejército que reuniste a tu alrededor, ponte a mi disposición.
8 Después de siglos vas a recibir órdenes, después de muchos años te vas a poner en camino al país cuyos habitantes escaparon a la espada; fueron reunidos de numerosos pueblos en las montañas de Israel, las que estuvieron mucho tiempo abandonadas. Después que se separaron de los demás pueblos, viven todos en paz.
9 Tú llegarás pues como el huracán, cubrirás el país como lo hacen las nubes, tú y tu ejército junto con los numerosos pueblos que te acompañan.
10 Esto dice Yavé: Ese día, te vendrán ideas al espíritu y tendrás en la cabeza malas intenciones.
11 Te dirás: Voy a subir contra un país sin defensa, atacaré a gente tranquila que vive en paz en ciudades sin fortificaciones, puertas ni cerrojos.
12 Me apoderaré de sus despojos y reuniré un botín, extenderé mi mano sobre esas ruinas que se repoblaron, sobre ese pueblo que regresó de las naciones, que vive del pastoreo y del comercio y que vive en el ombligo de la tierra.
13 Entonces Cheba, Dedán, los comerciantes de Tarsis y todos los demás te dirán: “¿Así que reuniste tu ejército para hacerte de un botín y recoger los despojos? ¿No quieres oro y plata a cambio de los numerosos rebaños y tesoros que has capturado?”
14 Por eso, hijo de hombre, profetiza y dile a Gog de mi parte: Cuando mi pueblo de Israel viva seguro, entonces será cuando caigas sobre él.
15 Vendrás de tu país, de muy al norte, con pueblos numerosos, todos montados a caballo, conformando un ejército grande e inmenso.
16 Te lanzarás sobre mi pueblo Israel como las nubes que vienen a cubrir al país; eso sucederá en el transcurrir del tiempo. Quiero que ataques a mi país, Gog, para que las naciones me conozcan, pues por tu intermedio manifestaré ante todos mi santidad.
17 Esto dice Yavé: ¿No eres tú aquel de quien hablaba en los tiempos antiguos por boca de mis servidores, los profetas de Israel? Desde esos días y a lo largo de los años han profetizado que te haría venir en contra de ellos.
18 Pues bien, ese día en que Gog invada la tierra de Israel, dice Yavé, la cólera se me subirá hasta la nariz.
19 En mi celo y en el ardor de mi cólera, lo digo: Sí, ese día será un terremoto para Israel.
20 Ante mí temblarán los peces del mar, las aves del cielo, los animales del campo, todos los reptiles que se arrastran por el suelo y todos los hombres que están en la tierra. Las montañas se hundirán, los acantilados se derrumbarán y todas las fortificaciones caerán.
21 Entonces, dice Yavé, haré que cunda el pánico entre la gente de Gog: se atacarán con sus espadas unos a otros.
22 Lo castigaré por la peste y la sangre, haré que caiga sobre él, su pueblo y los numerosos pueblos que lo acompañan, una lluvia torrencial, granizos, de fuego y azufre.
23 Así demostraré mi grandeza y mi santidad, y me daré a conocer ante numerosas naciones: sabrán que yo soy Yavé.»

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Comentarios Ezequiel, capítulo 38
38,1

Los capítulos 38 y 39 anuncian, para después de restablecido el Reino de Israel, una invasión de las naciones unidas contra él. Los países de que se habla son los del norte, cerca del Mar Negro. Para entonces se anuncia una victoria milagrosa de Yavé.

Si dejamos a un lado el final del capítulo 39 (17-29), es casi seguro que estas páginas no son de mano de Ezequiel ni tienen que ver con su misión, sino que fueron introducidas en su libro en tiempo de los Macabeos. Pertenecen, como las llamadas «profecías de Daniel» a la literatura apocalíptica que encantó a los ambientes judíos de los dos siglos anteriores a Cristo y del que siguió (ver la Introducción a Daniel).

Aquí se atribuye en forma ficticia a Ezequiel esta descripción velada de las invasiones sirias del tiempo de los Macabeos, cuando, en realidad, las escribió un contemporáneo de dichas guerras y expresó su certeza de que Dios aplastaría muy pronto a los perseguidores sirios.

Pero era propio de esos libros apocalípticos usar figuras complicadas, hablar en forma enfática, anunciar a cada momento intervenciones fulgurantes de Dios. Este estilo enredado siempre atrajo a las personas que tienen menos formación crítica e histórica. En cada generación quieren ver allí alguna profecía, bien verídica y antigua, escrita especialmente para ellas. Nunca faltarán los detalles que, tomados al pie de la letra y tirando de las mechas, podrían aplicarse a los aviones, a los tanques, a la guerra del petróleo... Cada cual encontrará sin dificultad ni mayores conocimientos bíblicos la confirmación de sus propios sueños.

Las páginas apocalípticas de la Biblia nos dicen que la historia del mundo se acabará con la oposición de los que aceptan y de los que rechazan la oferta de Dios. El Reino de Dios no será este mundo que construimos, aunque sea necesario construirlo para preparar el nuevo y definitivo que Dios dará a su manera.

Pero, esperar que Dios lo hará todo, puede ser ilusión y engaño. Con esto algunos creyentes toman una actitud pesimista: piensan que el mal es más fuerte y que no hay nada que hacer, sino esperar que Dios venga a arreglarlo todo. Otros están ávidos de «revelaciones» y anuncian «castigos y catástrofes». Otros se van encerrando en sus grupos o sectas, como en el grupo reducido de los salvados, y viven al margen de los demás, es decir, de espaldas a la vida real.
Ezequiel (Ez) Capítulo 39
1 Hijo de hombre, profetiza pues contra Gog. Dirás: Esto dice Yavé: «Me dirijo hacia ti, Gog, gran jefe de Mecheq y de Tubal.
2 Te traeré, te conduciré, te haré venir de las extremidades del norte y haré que subas a las montañas de Israel.
3 Romperé en tu mano izquierda tu arco y haré que caigan las flechas de tu mano derecha.
4 Te dejarás caer sobre las montañas de Israel con todo tu ejército y todos los pueblos que vienen contigo. Ya te he destinado como comida de las aves de rapiña, de toda clase de pájaros y de las fieras salvajes.
5 Rodarás por el suelo en plena campaña, yo lo digo, palabra de Yavé.
6 Provocaré un incendio en Magog y entre los habitantes de las islas que viven seguros, y sabrán que yo soy Yavé.
7 Daré a conocer mi Santo Nombre en medio de mi pueblo de Israel; no permitiré que se lo profane más, y sabrán las naciones que yo soy Yavé, el Santo de Israel.
8 La cosa ya llega, dice Yavé, ya se va a hacer; ya llega el día del que hablé.
9 Entonces los habitantes de las ciudades de Israel saldrán, encenderán dos fogatas y quemarán las armas, los escudos grandes y chicos, el arco y las flechas, el dardo y la lanza, los quemarán por siete años.
10 No se los verá trayendo leña recogida en el campo, ni irán a buscarla a los bosques, porque harán fuego con las armas; despojarán a los que los despojaron y saquearán a los que los saquearon, palabra de Yavé.
11 Ese día le daré como sepultura a Gog un lugar célebre en Israel: el valle de los Abarim, un valle que está al este del mar y cierra el paso a los viajeros. Allí serán enterrados Gog y todo su ejército y lo llamarán: valle de Hamón-Gog.
12 Habrá entonces que purificar al país: el pueblo de Israel los enterrará durante siete meses.
13 Toda la gente del país trabajará en el entierro y se sentirán orgullosos de eso, el día en que manifieste mi gloria, palabra de Yavé.
14 Pasados los siete meses, se designarán a algunos hombres para que recorran el país y entierren a los que quedaron insepultos, para purificar así la tierra.
15 Recorrerán el país, y el que vea huesos humanos, levantará al lado una pila de piedras: luego, los enterradores los sepultarán en el valle de Hamón-Gog
16 ( ), Y, así, el país quedará purificado.
17 Hijo de hombre, dile a toda clase de aves y a las fieras salvajes: Júntense, vengan de todas partes y reúnanse para el sacrificio, palabra de Yavé, un gran sacrificio que he preparado en las montañas de Israel; habrá carne para comer y sangre para beber.
18 Comerán la carne de los guerreros, beberán la sangre de los jefes de la tierra: ¡hay muchos carneros, corderos, chivos y toros gordos de Basán!
19 En ese sacrificio que les he preparado, se les dará grasa sin medida, y beberán sangre hasta embriagarse.
20 Esto dice Yavé: En mi mesa se hartarán de caballos y de animales de tiro, de hombres selectos y de soldados.
21 Así mostraré mi gloria a las naciones. Quiero que sepan lo que es mi justicia y cómo supe dejar caer mi mano sobre ellas.
22 Entonces y para siempre la casa de Israel sabrá que yo soy Yavé, su Dios.
23 Las naciones comprenderán que si el pueblo de Israel estuvo en el exilio, fue porque pecó contra mí; le oculté mi rostro porque me fue infiel; lo entregué en manos de sus enemigos, y todos murieron a espada.
24 Los traté como lo merecían por sus pecados y sus infidelidades, y les oculté mi rostro.
25 Por eso, esto dice Yavé: Voy a traer de vuelta a los desterrados de Jacob, tendré piedad de todo Israel y defenderé celosamente mi Santo Nombre.
26 Cuando vivan en paz en su país y ya nadie los moleste, se olvidarán de su tristeza pasada y de todas las infidelidades que cometieron contra mí.
27 Los reuniré de entre los pueblos y los traeré de vuelta del país de sus enemigos. Por su intermedio manifestaré mi santidad ante numerosas naciones.
28 Sabrán que yo soy Yavé cuando me manifieste a las naciones paganas.
29 Ya no les ocultaré mi rostro, sino que difundiré mi Espíritu en mi pueblo de Israel, palabra de Yavé.»
Ezequiel (Ez) Capítulo 40
EL NUEVO ISRAEL
1 Era el comienzo del año vigésimo quinto de nuestro exilio; el diez del mes, catorce años después de la caída de la ciudad; ese día la mano de Yavé se posó sobre mí y me llevó.
2 Mediante visiones divinas, me condujo al país de Israel y me depositó en una montaña muy alta. En la ladera me pareció ver las construcciones de una ciudad.
3 Me llevó para allá y vi a la entrada a un hombre que parecía de bronce; en su mano tenía un cordel de lino y una vara para medir.
4 Ese hombre me dijo: «Hijo de hombre, mira bien, escucha con todos tus oídos y pon mucha atención a todo lo que te voy a mostrar, pues para eso te he traído hasta acá; todo lo que veas se lo comunicarás a la casa de Israel.
5 Un muro, alrededor de toda la Casa, la separaba del exterior. El hombre tenía en la mano una vara para medir que llegaba a los seis codos de largo. Midió esa construcción: una vara de espesor y otra de alto.
6 El hombre se acercó luego al pórtico que mira al oriente, subió los peldaños y midió el umbral del pórtico; medía una vara de profundidad.
7 Cada una de las piezas medía una vara de largo y otra de ancho, los pilares que separaban a las piezas tenían cinco codos de espesor.
8 El umbral del pórtico que miraba al oriente, al lado del vestíbulo, tenía una vara de profundidad.
9 El hombre midió entonces el vestíbulo del pórtico, que daba al interior: ocho codos; su pilar medía dos.
10 En ese pórtico del este había tres piezas a cada lado, todas de la misma dimensión; también los pilares eran de igual dimensión.
11 Midió el ancho de la entrada del pórtico: diez codos; el pórtico como tal medía trece codos de largo.
12 Las piezas medían seis codos a cada lado y frente a cada una había una balaustrada de un codo.
13 El hombre midió el pórtico de una entrada a la otra: veinticinco codos.
14 Midió el vestíbulo, que llegaba a veinte codos, el atrio se extendía alrededor del pórtico.
15 Desde la fachada del pórtico hasta el fondo del vestíbulo interior, había cincuenta codos.
16 Las piezas y los pilares estaban provistos de ventanas con rejillas que daban al interior del pórtico; también las había alrededor del vestíbulo. Los pilares estaba decorados con palmas.
17 Me hizo entrar al patio interior; allí se habían dispuesto treinta salas y un embaldosado daba la vuelta al patio.
18 Ese embaldosado se ajustaba a la profundidad de los pórticos; era el embaldosado interior.
19 Desde la fachada de la puerta interior hasta el exterior había cien codos. Esto era para el este.
19 Al norte,
20 midió el largo y ancho del pórtico que daba al patio exterior.
21 Las seis piezas repartidas a ambos lados, los pilares y el vestíbulo tenían las mismas dimensiones que en el primer pórtico; su largo era de cincuenta codos y su profundidad, de veinticinco.
22 Las ventanas, el vestíbulo y las palmas tenían la misma dirección que las del pórtico del este; se llegaba a ellas por siete escalones y el vestíbulo daba al interior.
23 El patio interior tenía una puerta hacia el pórtico del norte, semejante a la que miraba al este; el hombre midió de una puerta a la otra y registró cien codos.
24 Me condujo entonces al sur, y en el sur había un pórtico; midió sus pilares y vestíbulo: tenían las mismas dimensiones.
25 El pórtico, el vestíbulo y las ventanas en derredor eran semejantes, el ancho del pórtico era de cincuenta codos y su profundidad, de veinticinco.
26 Se llegaba al vestíbulo por siete peldaños, palmas decoraban los pilares de un extremo al otro.
27 El patio interior tenía una puerta que daba al pórtico del sur; medía cien codos de una puerta a otra.
28 Me llevó al patio interior por el pórtico sur y midió ese pórtico; tenía las mismas dimensiones que los otros.
29 Sus piezas, sus pilares y su vestíbulo tenían las mismas dimensiones; el pórtico y su vestíbulo tenían ventanas a su alrededor, el largo del pórtico era de cincuenta codos y su ancho de veinticinco.
30 Lo rodeaban vestíbulos de veinte codos de largo y cinco de ancho.
31 Su vestíbulo daba al patio exterior, palmas adornaban sus pilares y se llegaba a él por ocho escalones.
32 Me llevó al patio interior por el este, y midió el pórtico; tenía las mismas dimensiones que los otros.
33 Sus piezas, sus pilares y su vestíbulo tenían las mismas dimensiones, el pórtico y su vestíbulo tenían ventanas en su derredor. Su ancho era de cincuenta codos y su profundidad de veinticinco.
34 Su vestíbulo daba al patio exterior, palmas adornaban sus pilares de un extremo al otro y se llegaba a él por ocho escalones.
35 Me hizo volver por la entrada norte, y encontró las mismas medidas;
36 La entrada tenía sus piezas, sus pilares, su vestíbulo con ventanas en derredor, su largo era de cincuenta codos y su ancho de veinticinco.
37 Su vestíbulo daba al patio exterior, palmas adornaban sus pilares de un extremo al otro y se llegaba a él por ocho peldaños.
38 Una sala desembocaba en el vestíbulo de la puerta; allí se lavaban las víctimas para el holocausto.
39 En el vestíbulo de la puerta había dos mesas a un lado y dos al otro para degollar las víctimas para el holocausto, las víctimas por el pecado o como reparación.
40 En el exterior, saliendo del norte, había dos meses a un lado y dos al otro.
41 De ese modo había cuatro mesas en el interior y cuatro en el exterior de la puerta, o sea ocho mesas sobre las cuales se degollaban las víctimas.
42 Las cuatro mesas para el holocausto eran de piedra tallada de un codo y medio de largo, de uno y medio de ancho y uno de alto. En las mesas se colocaban los instrumentos con los que se degollaban las víctimas para los holocaustos y los diversos sacrificios;
43 esas mesas en las que se ponía la carne de los sacrificios tenía un borde sobresaliente de una palma de ancho en todo el derredor.
44 Me hizo entrar en el patio interior. Había allí dos salas, una en dirección a la fachada sur del pórtico norte, y otra hacia la fachada norte del pórtico sur.
45 El hombre me dijo: “La sala que mira al sur está destinada a los sacerdotes que prestan servicios en la Casa.
46 La sala que mira al norte está reservada a los sacerdotes que prestan servicios en el altar. Entre los levitas, los hijos de Sadoc tienen el privilegio de acercarse a Yavé y de servirlo.”
47 Midió el patio, era cuadrado, de cien codos de largo y cien de ancho. El altar estaba frente a la Casa.
48 Me hizo entrar en el vestíbulo de la Casa y midió sus pilares, cinco codos tanto a un lado como al otro. El ancho de la puerta era de catorce codos, y sus lados, de tres codos.
49 El vestíbulo tenía veinte codos de ancho y doce de profundidad; se llegaba a él por diez peldaños. Cerca de los pilares había dos columnas, una a cada lado.

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Comentarios Ezequiel, capítulo 40
40,1

El año 25 de su destierro (es decir, en el 571) Ezequiel recibió la visión que expone en los capítulos 40-48, referente a la tierra nueva de Palestina. Es una vision ideal, o por decir mejor, una descripción utópica de lo que será el nuevo Israël.

La Gloria de Yavé (ver 1,4) vuelve de Babilonia a Jerusalén, donde toma posesión de su Templo. Un río sale de debajo del Templo y va creciendo, fertilizando las tierras: es el signo de las bendiciones de toda clase que resultan de la presencia de Yavé en medio de su pueblo. Se describe con detalles el nuevo Templo. También se describe la división de la tierra entre las doce tribus, que renueva la estructura antigua del pueblo de Israel.

Con esta visión, Ezequiel afirma a sus compañeros que el pueblo revivirá y su misión será esencialmente religiosa, pues la vida nacional se organizará en torno al Templo. Los capítulos presentes nos cansan con la abundancia de detalles sobre el culto. Pero no olvidemos que ningún pueblo puede levantarse sin proponerse una misión exigente. Los judíos, por su parte, reorganizaron su comunidad en torno al Templo y sus sacerdotes, convencidos de que la perfección del culto y la observación de la Ley traería infaliblemente el Reino de Dios (ver Esd y Neh).
Ezequiel (Ez) Capítulo 41
1 Me hizo entrar en la parte del antesantuario y midió los pilares de cada lado: medían seis codos de ancho.
2 Su entrada medía diez codos de ancho y sus columnitas, cinco; midió su profundidad, que era de cuarenta codos y su ancho, de veinte.
3 Luego entró en el santuario y midió el pilar de la entrada, medía dos codos de ancho. La entrada medía seis, y el muro de cada lado, siete.
4 Midió veinte codos para el ancho y veinte para el largo de esa sala, luego añadió: “Ese es el Santo de los Santos.”
5 Midió en seguida el muro de la Casa; tenía seis codos de alto; el ancho del corredor que rodeaba a la Casa era de cuatro codos.
6 Las piezas laterales estaban dispuestas en tres pisos, treinta por cada uno. Había salientes en la pared de la Casa por los lados, alrededor, a fin de que las sostuvieran, sin que sus vigas penetraran en la pared interior de la Casa.
7 El ancho de las piezas iba aumentando en todo a medida que se subían; porque el corredor del edificio aumentaba gradualmente en todo el rededor, de modo que el interior era más ancho en lo más alto, y así desde el pavimento se subía al piso del medio, y de éste al más alto.
8 El tabique de esas piececitas tenía una vara de ancho alrededor de toda la Casa.
9 Por su lado exterior el tabique de las piezas, junto con el pasadizo que las comunicaba, medía cinco codos.
10 Las piezas alrededor de la Casa añadían a sus dimensiones veinte codos más.
11 El pasadizo que comunicaba las piezas tenía una entrada al norte y una entrada al sur; el ancho de ese pasadizo era de cinco codos.
12 El edificio estaba al oeste del patio, de frente al mismo. Tenía setenta codos de ancho y noventa de largo; el muro del edificio tenía cinco codos de espesor en toda su extensión.
13 El hombre midió la Casa, tenía cien codos de largo: en profundidad, el patio, la edificación y sus muros medían cien codos.
14 La fachada de la Casa, que daba al patio hacia el este, tenía también cien codos de ancho.
15 Midió la longitud de la edificación por el lado del patio trasero con sus corredores de un extremo al otro; medía cien codos.
15 El antesantuario y el vestíbulo del atrio,
16 las ventanas con rejillas y las entradas con sus tres piezas estaban todas revestidas de madera preciosa, desde el suelo hasta las ventanas.
17 La decoración se extendía desde la entrada hasta dentro de la Casa, tanto en el exterior como el interior.
18 Estaba formada por querubines y palmas, había una palma entre dos querubines; los querubines tenían dos caras:
19 una cara de hombre se enfrentaba a una palma de un lado, y otra cara de león enfrentaba a otra palma del otro lado. Así se había hecho en todo el derredor de la Casa.
20 En el muro se habían representado querubines y palmas desde el suelo hasta encima de la entrada.
21 Los pilares del antesantuario eran cuadrados; delante del santuario propiamente tal
22 había un altar de madera de tres codos de alto; su largo y su ancho eran de dos codos. Tenía piezas angulares y sus adornos eran de madera. El hombre me dijo: “Esta es la mesa que está ante Yavé.”
23 El antesantuario tenía una puerta con dos batientes, y lo mismo el Santuario;
24 cada batiente era doble.
25 Encima de las batientes del antesantuario, había representado en los muros querubines y palmas; un tejado de madera protegía la fachada y la puerta exterior.
26 Ventanas con rejillas y palmas decoraban los pilares del vestíbulo, las piezas que rodeaban a la Casa y los tejados.
Ezequiel (Ez) Capítulo 42
1 El hombre me hizo salir en dirección norte, al patio interior; me condujo a las salas que daban al patio al norte del edificio.
2 Al lado norte, las salas tenían cien codos de largo y cincuenta de ancho.
3 Las puertas del patio interior se abrían hacia una galería de tres pisos que daban al empedrado del patio exterior.
4 Frente a las salas había un corredor de cien codos de largo y diez de ancho; las entradas estaban por el norte.
5 Las salas superiores eran más pequeñas que las salas inferiores o que las intermedias porque las galerías les quitaban espacio.
6 En efecto, esas galerías tenían tres pisos y no tenían columnas como las de los patios; por eso, había un estrechamiento con respecto a las salas inferiores o a las del medio.
7 El muro de las salas que daba al exterior, en dirección al patio exterior, tenía cincuenta codos de largo.
8 El largo de las salas que miraba al patio exterior tenía cincuenta codos mientras que las que estaban de frente al Templo tenían cien.
9 Viniendo desde el patio exterior había encima de esas salas una entrada que daba al este.
10 En medio del muro del patio, en dirección sur, había salas que estaban frente al patio y a las edificaciones.
11 Al lado de ellas pasaba un corredor, esas salas tenían el mismo aspecto que las piezas que se encontraban al norte: la misma longitud, el mismo ancho, la misma puerta, la misma disposición, la misma entrada.
12 Encima de las salas que miraban al sur, había una entrada al comienzo de cada ala.
13 El hombre me dijo entonces: “Las salas del norte y las del sur que miran al patio son las salas santas donde los sacerdotes que se acercan a Yavé comen las carnes consagradas; allí depositan las cosas muy santas que han sido ofrecidas por la oblación, el sacrificio por el pecado y el sacrificio de reparación. Es un lugar santo.
14 Cuando los sacerdotes salgan del santuario al patio exterior, dejarán allí las vestimentas con que oficiaron, porque esas vestimentas son santas. Se pondrán otras y entonces irán al patio reservado al pueblo.”
15 Cuando el hombre hubo acabado de medir las construcciones interiores, me hizo salir por la puerta oriental para tomar las medidas del exterior.
16 Midió el lado este con su vara de medir y comprobó que tenía quinientas varas de largo.
17 Midió el lado norte con su vara y vio que tenía quinientas varas.
18 Midió otra vez el lado sur con la vara y de nuevo le dio quinientas varas.
19 Midió, por último, el lado oeste con su vara y encontró que tenía quinientas varas.
20 Así midió los cuatro lados; un muro de quinientas varas a lo largo y a lo ancho separaba lo sagrado de lo profano.
Ezequiel (Ez) Capítulo 43
1 El hombre me condujo a la puerta del este,
2 y de repente llegó del Oriente la Gloria del Dios de Israel con un ruido semejante a los grandes torrentes; la tierra se iluminó con su Gloria.
3 Esa visión era semejante a la que había tenido cuando Yavé llegó para destruir la ciudad; también era parecida a la visión que había tenido a orillas del río Quebar; me tiré de bruces al suelo.
4 La Gloria de Yavé entró en el Templo por la puerta este.
5 El Espíritu me levantó y me hizo entrar en el patio interior, y la Gloria de Yavé llenó la Casa.
6 Oí entonces a alguien que me hablaba desde el interior del Templo, mientras el hombre seguía siempre a mi lado.
7 Me dijo: “Hijo de hombre, has visto el lugar de mi trono, el sitio para la planta de mis pies; allí habitaré para siempre en medio de los Israelitas. El pueblo de Is rael junto con sus reyes no ensuciará más mi Santo Nombre con sus prostituciones o con los cadáveres de sus reyes cuando éstos mueran.
8 Habían puesto su puerta al lado de mi puerta, sus montantes de puerta al lado de los montantes de la mía: sólo un muro había entre ellos y yo. Los horrores que cometieron mancharon mi Santo Nombre, y los exterminé en mi cólera.
9 Por eso, ahora arrojen de mí sus prostituciones y los cadáveres de sus reyes, de tal manera que pueda habitar en medio de ustedes para siempre.
10 Tú, hijo de hombre, descríbele ahora al pueblo de Israel la Casa, para que sientan vergüenza de sus culpas y les tomen el peso.
11 Si se avergüenzan de todo lo que han hecho, dibujarás la Casa y sus dependencias, sus entradas y sus salidas y todas sus decoraciones. Se las darás a conocer y pondrás por escrito ante sus ojos todos los reglamentos y todas las leyes de la Casa, para que las observen y las pongan en práctica.
12 Esta es la ley de la Casa: todo su territorio, en toda su extensión en la cumbre de la montaña, es un lugar santísimo.”
13 Estas son las dimensiones del Altar en codos del Templo. Este codo vale un codo ordinario y un palmo. El basamento completo es de un codo de alto y uno de ancho, con un borde exterior de un palmo. El altar se levanta de este modo:
14 el zócalo inferior tiene dos codos por encima del basamento, dejando un codo de ancho, y la altura es de cuatro codos desde el pequeño zócalo hasta el gran zócalo, dejando también un codo de ancho.
15 El fogón está cuatro codos más alto, con sus cuatro cuernos hacia arriba.
16 El fogón es cuadrado, con doce codos de largo por doce de ancho.
17 El gran zócalo tiene catorce codos de largo por catorce de ancho (el pequeño zócalo tiene seis codos de largo y seis de ancho) sobre su basamento de un codo, más el borde en derredor. Los peldaños quedan al lado este.
18 Y me dijo: “Hijo de hombre, esto dice Yavé: Estas son las reglas para el altar, el día en que se lo inaugure. Se subirá a él el holocausto y se derramará allí la sangre.
19 Entonces darás a los sacerdotes levitas que son descendientes de Sadoc y que se acercan a mí para servirme, palabra de Yavé, un novillo para la expiación.
20 Untarás en su sangre y con ella tocarás los cuatro cuernos, los ángulos del zócalo y el borde; así harás la expiación del altar.
21 Luego tomarás al toro y lo quemarás en una dependencia de la Casa, fuera del Templo.
22 El segundo día ofrecerás un chivo sin defecto como expiación, y se hará la expiación por el altar como se hizo con el novillo.
23 Luego, cuando hayas terminado la expiación, ofrecerás un novillo sin defecto y un carnero sin defecto sacado del rebaño.
24 Los ofrecerás ante Yavé, los sacerdotes les echarán sal y los ofrecerán como holocausto a Yavé.
25 Durante siete días ofrecerás diariamente un chivo como expiación; se sacrificará igualmente un novillo y un carnero sacado del rebaño.
26 Durante siete días se harán súplicas por el altar, lo purificarán y lo inaugurarán.
27 A partir del octavo día, los sacerdotes podrán ofrecer en el altar los holocaustos y sacrificios pacíficos de ustedes y yo los aceptaré, palabra de Yavé.”
Ezequiel (Ez) Capítulo 44
Las nuevas leyes de culto
1 El hombre me hizo regresar a la puerta este del Templo; estaba cerrada.
2 Me dijo: “Esta puerta permanecerá cerrada; no la abrirán nunca y nadie entrará por ella, porque Yavé Dios de Israel pasó por esa puerta; permanecerá cerrada.
3 Pero el príncipe, debido a que es príncipe, podrá sentarse allí para comer el pan ante Yavé; llegará por el vestíbulo de la puerta y se retirará por el mismo camino.”
4 Luego me condujo al Templo por la puerta norte, miré y vi que la Gloria de Yavé llenaba la Casa. Entonces me eché de bruces al suelo.
5 Me dijo: “Hijo de hombre, pon mucha atención, mira con tus ojos y oye con tus oídos todo lo que voy a decir con respecto a las reglas de la Casa de Yavé y de sus leyes. Escucha bien todo lo relativo a la entrada y salida del Templo.”
6 Dirás a la gente de Israel, a esa banda de revoltosos: Esto dice Yavé: “Estoy harto, pueblo de Israel, de todos los horrores
7 que cometían cuando hacían entrar a extranjeros incircuncisos de corazón y de carne. Entraban en mi santuario y lo profanaban cuando ustedes me ofrecían mi comida de grasa y de sangre.
8 Ustedes rompieron mi alianza con todos esos horrores, al encargarles el servicio de mi santuario. Y ahora,
9 esto dice Yavé: Ningún extranjero de corazón o de carne volverá a entrar a mi santuario, ninguno de los extranjeros que viven en medio de los israelitas.
10 En cuanto a los levitas que se alejaron de mí cuando Israel me dejó para seguir a sus ídolos, cargarán con el peso de su pecado.
11 En mi santuario serán los encargados de la vigilancia de las puertas del Templo y mantendrán el servicio de la Casa. Degollarán los animales para el holocausto y el sacrificio por el pueblo, estarán a disposición del pueblo para el culto.
12 Pero ya que tomaron para sí el servicio a los ídolos y fueron para la gente de Israel una ocasión de pecado, levanto mi mano para condenarlos, palabra de Yavé: cargarán con el peso de su pecado.
13 No serán más contados entre los sacerdotes que se acercan a mí y tocan las cosas santas o santísimas; quedarán descalificados debido a los horrores cometidos.
14 Haré de ellos los guardianes del orden de la Casa, del culto y de todo lo que debe hacerse.
15 Pero quienes se acerquen a mí para servirme y estén ante mí para presentarme la grasa y la sangre serán los sacerdotes levitas descendientes de Sadoc, palabra de Yavé, porque mantuvieron las leyes de mi santuario cuando los Israelitas se apartaban lejos de mí.
16 Entrarán a mi santuario y se aproximarán a mi mesa para servirme; tendrán a su cargo mi culto.
17 Cuando franqueen las puertas del patio interior, se revestirán de ropas de lino; no se pondrán nada de lana cuando cumplan con su servicio en el patio interior ( ).
18 Tendrán turbantes de lino en la cabeza y calzoncillos de lino en las entrepiernas, no se pondrán nada que los haga traspirar.
19 Cuando salgan donde está el pueblo en el patio exterior, se sacarán las vestimentas con que celebraron el culto; las dejarán en las salas santas y se pondrán otra ropa para que el pueblo no entre en contacto con sus vestimentas sagradas.
20 No se raparán la cabeza, no tendrán el cabello largo, sino que se lo cortarán como corresponde.
21 Ningún sacerdote tomará vino antes de entrar al patio interior.
22 Los sacerdotes no se casarán con viudas (salvo una viuda de sacerdote) ni con mujeres repudiadas, sino sólo con vírgenes de la raza de Israel.
23 Le enseñarán a mi pueblo la diferencia entre lo sagrado y lo profano, entre lo puro y lo impuro.
24 Tendrán autoridad para juzgar en los procesos, juzgarán según mis reglas, observarán mis leyes y mis mandamientos en todo lo concerniente a las fiestas, y santificarán mis sábados.
25 No se acercarán a un muerto para no quedar impuros. Sin embargo, si se trata de su padre, de su madre, de un hijo o de una hija, de un hermano o de una hermana todavía virgen, podrán quedar impuros.
26 Cuando uno de ellos tenga que purificarse, se contarán siete días,
27 y el día en que entre nuevamente en el patio interior para su servicio en el lugar santo, presentará su sacrificio por el pecado, palabra de Yavé.
28 Esta será su herencia. Yo soy su herencia, y ustedes no les darán posesión alguna en Israel porque yo soy su posesión.
29 Las víctimas que se ofrecen por el pecado o como reparación, y todo lo que es considerado anatema en Israel será para ellos.
30 Los sacerdotes recibirán las primicias de todos los primores y todo lo que sea descontado de lo que ustedes hayan descontado; las primicias de sus harinas serán para el sacerdote y gracias a eso vendrá la bendición sobre la casa de Israel.
31 Los sacerdotes no comerán ningún animal reventado o desgarrado, sea ave o cuadrúpedo.
Ezequiel (Ez) Capítulo 45
1 Cuando se repartan por sorteo el país, dejarán una parte para Yavé, un territorio sagrado que hayan elegido dentro del país; tendrá veinticinco mil codos de largo por veinte mil de ancho; será sagrado en toda su extensión.
2 Allí se reservará un espacio cuadrado de quinientos codos por lado para el lugar santo, con una orilla de circunvalación de cincuenta codos.
3 En la primera superficie mencionada se medirá una parte de veinticinco mil codos de largo por diez mil de ancho donde estará el santuario; será un lugar santísimo.
4 Esa porción de terreno será para los sacerdotes que se preocupan del servicio del santuario y que se acercan a Yavé para servirle; será para sus casas y para su ganado.
5 Y a los levitas que se preocupan del servicio de la Casa les darán un territorio de veinticinco mil codos por diez mil: allí estarán las ciudades en donde vivirán.
6 Reservarán un terreno de cinco mil codos por veinticinco mil, junto al dominio del Templo: será propiedad de la ciudad y será de toda la casa de Israel.
7 El príncipe recibirá un territorio tanto al lado del dominio reservado al Templo como al lado de la propiedad de la ciudad: al este hasta la frontera oriental, y al oeste hasta el mar. Tendrá pues la misma longitud que las partes reservadas a cada tribu.
8 Esa será su propiedad en Israel; así, mis príncipes no oprimirán más a mi pueblo y dejarán la tierra de Israel a sus tribus.
9 Esto dice Yavé: ¡Se han pasado de la raya, príncipes de Israel! Detengan la opresión y la violencia, practiquen el derecho y la justicia. Pongan fin a sus abusos con mi pueblo, palabra de Yavé.
10 Tengan balanzas justas, una medida y pesa justas.
11 Las medidas para los granos y las medidas para los líquidos deben contener lo mismo; así el bat igual que el efá contendrán la décima parte de un jomer. Determinarán pues su contenido en base al jomer.
12 El siclo equivaldrá a veinte gueras y quince siclos, a una mina.
13 Esto es lo que reservarán: un sexto de efá por jomer de trigo y un sexto de efá por jomer de cebada.
14 Esta es la regla para el aceite: darán un sexto de bat por kor, ya que diez bats forman un kor.
15 De un rebaño de doscientas cabezas que se halle en los pastizales de Israel, sacarán una oveja para la ofrenda, el holocausto y el sacrificio de comunión: eso será para hacer la expiación por ustedes, palabra de Yavé.
16 Todo el pueblo del país estará obligado a esta contribución que irá al príncipe de Israel.
17 El príncipe se encargará de los holocaustos, de las ofrendas y de la libación con ocasión de las fiestas, de las lunas nuevas, de los sábados y de todas las asambleas del pueblo de Israel; él se preocupará del sacrificio por el pecado, de la ofrenda, el holocausto y los sacrificios de comunión por el pueblo de Israel.
18 Esto dice Yavé: El primer día del primer mes tomarás un novillo sin defecto para borrar el pecado del Santuario.
19 El sacerdote untará en la sangre de la víctima por el pecado y rociará los montantes de la puerta de la Casa, los cuatro ángulos del zócalo del altar y los montantes de las puertas del patio interior.
20 Se hará lo mismo el siete del mes en favor de los que hayan pecado involuntariamente o sin pensarlo; así harán la expiación por la Casa.
21 El día catorce del primer mes será para ustedes la fiesta de Pascua; durante siete días comerán pan sin levadura.
22 Ese día el príncipe ofrecerá un toro como sacrificio por el pecado, por él y por todo el pueblo.
23 Durante los siete días de la fiesta se ofrecerán cada día a Yavé siete toros y siete carneros en holocausto, y cada día un chivo como sacrificio por el pecado.
24 Presentarán como ofrenda una medida de harina por cada toro y otra por cada carnero, con un sexto de medida de aceite.
25 Para la fiesta de las Tiendas, el quince del séptimo mes, se hará lo mismo durante siete días; ofrecerán sacrificios por el pecado, holocausto, ofrendas y aceite.
Ezequiel (Ez) Capítulo 46
1 Esto dice Yavé: La puerta del patio interior que da al oriente permanecerá cerrada durante los seis días laborables; se la abrirá el día sábado y también el día de la luna nueva.
2 El príncipe llegará hasta allí desde el exterior por el vestíbulo de la puerta y se quedará cerca del montante de la puerta; los sacerdotes ofrecerán entonces su holocausto y su sacrificio pacífico. Luego, se postrará en el dintel de la puerta y se retirará; la puerta no se volverá a cerrar hasta la tarde.
3 Con ocasión de los sábados y de las lunas nuevas, el pueblo se postrará ante Yavé a la entrada de la puerta.
4 El día sábado, el príncipe presentará en holocausto a Yavé seis corderos y un carnero sin defecto.
5 Presentará como ofrenda una medida de harina por el carnero y lo que quiera por los corderos; añadirá un sexto de medida de aceite.
6 El día de la luna nueva ofrecerá un novillo, seis corderos y un carnero sin defecto.
7 Junto con el novillo ofrecerá harina, una medida por el carnero y lo que quiera por los corderos; añadirá un sexto de medida de aceite.
8 Cuando el príncipe entre, pasará por el vestíbulo de la puerta y se devolverá por el mismo camino.
9 Cuando el pueblo del país comparezca ante Yavé con ocasión de las fiestas, el que venga por la puerta norte para postrarse saldrá por la puerta sur; el que venga por la puerta sur saldrá por la puerta norte. No se volverá por la puerta por donde se entró, sino que se saldrá por el lado contrario.
10 El príncipe entrará con sus súbditos y saldrá cuando estos salgan.
11 Con ocasión de las fiestas y de las solemnidades, el príncipe ofrecerá por el novillo una medida de harina, otra por el carnero y lo que quiera por los corderos.
12 Cuando el príncipe presente a Yavé su ofrenda voluntaria, el holocausto o el sacrificio pacífico, se le abrirá la puerta del este. Presentará su holocausto y su sacrificio pacífico como lo hace el día sábado, luego se retirará y se cerrará la puerta apenas salga.
13 Cada día ofrecerás en holocausto a Yavé un cordero de un año sin defecto, lo presentarás cada mañana.
14 Cada mañana igualmente presentarás a Yavé una ofrenda: un sexto de medida de harina y un duodécimo de medida de aceite para amasar la harina; es una regla perpetua.
15 Cada mañana se presentará el holocausto perpetuo: un cordero, junto con la harina y el aceite.
16 Esto dice Yavé: Si el príncipe hace un regalo a uno de sus hijos, ese regalo será parte de la herencia de sus hijos, será su propiedad de generación en generación.
17 Pero si regala algo de la herencia a uno de sus servidores, ese regalo pertenecerá a su servidor hasta el año de la liberación, después de lo cual volverá al príncipe; sólo los hijos conservarán la herencia.
18 Con esto, el príncipe no tomará nada de la herencia del pueblo; no le quitará lo que le pertenece, sino que de sus propios bienes dará una herencia a sus hijos; así mi pueblo no será despojado de su herencia.”
19 El hombre me llevó por la entrada ubicada al lado del pórtico a las piezas santas reservadas a los sacerdotes, las que están al norte. Allí, en el extremo oeste, había un espacio.
20 Me dijo: “En este lugar los sacerdotes cocerán las víctimas de los sacrificios por el pecado y de los sacrificios de reparación. Allí también cocerán las ofrendas de harina; no tendrán que llevarlas al patio exterior para que las cosas santas no entren así en contacto con el pueblo.”
21 Me llevó en seguida al patio exterior e hizo que pasara cerca de las cuatro esquinas del patio. En cada esquina había un pequeño patio,
22 o sea cuatro patios pequeños de cuarenta codos de largo por treinta de ancho; los cuatro tenían las mismas dimensiones.
23 Estaban rodeados de un muro y al pie de ese muro se habían construido fogones.
24 Me dijo: “En estos fogones los servidores de la Casa quemarán la carne de los sacrificios por el pueblo.”»
Ezequiel (Ez) Capítulo 47
El torrente que brota del Templo
1 El me llevó a la entrada del Templo y vi que brotaba agua de debajo del dintel de la Casa: corría hacia el oriente igual como la Casa que daba al oriente. El agua brotaba del lado sur del altar.
2 Me hizo salir por el pórtico norte y que diera la vuelta por el exterior hasta el pórtico este: el agua corría ahora a mi derecha.
3 El hombre se alejó al oriente. Midió mil codos con la vara que sostenía en la mano, luego me dijo que atravesara el arroyuelo: el agua me llegaba apenas a los tobillos.
4 Midió luego mil codos y me dijo que atravesara el arroyo; el agua me llegaba a las rodillas. Midió otra vez mil codos y me dijo que atravesara el estero: el agua me llegaba a la cintura.
5 Midió todavía mil codos: esa vez no pude atravesar el torrente; las aguas habían subido, se habían convertido en un río que no se podía atravesar a pie sino a nado.
6 Me dijo entonces: «¿Has visto, hijo de hombre?» Después de eso me hizo pasear por la orilla.
7 Cuando regreso al torrente, veo que hay en la orilla muchos árboles, a ambos lados del torrente.
8 Me dijo: «Esa agua corre hacia la región este, desciende hacia la Arabá y desemboca en el Mar Muerto para que sus aguas queden sanas.
9 Todo ser viviente, todo lo que se mueva por donde pase el torrente se llenará de vida; la pesca será allí muy abundante. Bastará con que lleguen sus aguas para que haya salud y vida por donde ellas pasen.
10 Los pescadores se instalarán en sus orillas desde En-Guedi hasta En-Elayim: allí echarán sus redes. Los pescados serán muy numerosos, de las mismas especies que hay en el Gran Mar.
11 Los pantanos y lagunas, en cambio, serán insalubres; quedarán como salinas.
12 En las márgenes del torrente, desde principio a fin, crecerán toda clase de árboles frutales; su follaje no se secará, tendrán frutas en cualquier estación: Producirán todos los meses gracias a esa agua que viene del santuario. La gente se alimentará con sus frutas y sus hojas les servirán de remedio.
13 Así habla Yavé: Este es el territorio que se repartirán entre las doce tribus de Israel (darán dos porciones a José).
14 Todos tendrán su parte porque juré a sus padres, con la mano en alto, que les daría este país: su herencia.
15 Por el norte, la frontera del país partirá del gran mar por el camino de Hetlón en el Sedad a la entrada de Jamat,
16 luego seguirá en dirección a Haurán: Berota, Sibrayim, entre los territorios de Damasco y de Jamat, Hases-ha-ticón.
17 La frontera irá pues desde el mar hasta Hasar-Enán, dejando al norte el territorio de Damasco y el de Jamat: esto es por el norte.
18 Por el este pasará entre Haurán y Damasco, entre Galaad y el territorio de Israel, y el Jordán servirá de frontera hasta el Mar Muerto al lado de Tamar. Esa es la frontera este.
19 Por el sur se dirigirá desde Tamar a las aguas de Meribá en Cadés, luego seguirá hacia el torrente hasta el Gran Mar; esa será la frontera meridional.
20 Por el oeste el Gran Mar servirá de frontera hasta la entrada a Jamat, esa será la frontera oeste.
21 Se repartirán esa tierra entre las tribus de Israel.
22 Cada uno sacará por sorteo la propiedad que le corresponda y también la de los extranjeros que viven entre ustedes junto con sus hijos nacidos en el país. Los tratarán como a los israelitas del país, e igual que ustedes recibirán una propiedad en medio de las tribus de Is rael.
23 El extranjero tendrá su propiedad en la tribu donde viva, palabra de Yavé.

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Comentarios Ezequiel, capítulo 47
47,1

Es notable la visión del río que va fertilizando las tierras a partir del lugar donde Dios está presente. El Dios invisible se manifiesta por la vida que comunica a los hombres. El Espíritu Santo, figurado por el río de agua viva (ver Jn 7,38), hace reflorecer en el mundo todos los gérmenes de vida.

El río se dirige hacia el Mar Salado o Muerto (sabemos que este mar es tan salado que en él no hay peces y a sus orillas no crece ninguna planta). Esta es una figura de la sanación que Dios comunica al mundo esterilizado por sus pecados: se alimentarán con sus frutas, y sus hojas servirán de remedio.
Ezequiel (Ez) Capítulo 48
Repartición entre las doce tribus
1 Esta es la repartición de las tribus. Dan tiene su territorio bien al norte, en dirección a Hetlón, a la entrada de Jamat y de Hasar-Enán; se extiende desde la frontera este a la occidental, dejando más al norte el territorio de Damasco que bordea Jamat.
2 El territorio de Aser se extiende desde la frontera este a la frontera occidental, justo al lado de Dan.
3 El territorio de Neftalí se extiende desde la frontera este a la frontera occidental, al lado de Aser.
4 El territorio de Manasés se extiende desde la frontera este a la frontera occidental, al lado de Neftalí.
5 El territorio de Efraím se extiende desde la frontera este a la frontera occidental, al lado de Manasés.
6 El territorio de Rubén se extiende desde la frontera este a la frontera occidental, al lado de Efraím.
7 El territorio de Judá se extiende desde la frontera este a la frontera occidental, al lado de Rubén.
8 Después de Judá, desde la frontera este a la frontera occidental, reservarán un territorio de veinticinco mil codos de ancho y tan largo como cada una de las porciones; en medio de ese territorio estará el santuario.
9 La parte que separen para Yavé tendrá veinticinco mil codos de largo por diez mil de ancho.
10 El lote sagrado destinado a los sacerdotes tendrá veinticinco mil codos al norte, diez mil codos de ancho al oeste y al este, y veinticinco mil codos al sur. El Santuario de Yavé estará en el medio.
11 Ese territorio será para los sacerdotes consagrados, esos descendientes de Sadoc que aseguraron mi servicio y no siguieron a los israelitas en su desvarío como lo hicieron los levitas.
12 Aquéllos pues tendrán un lote tomado de la parte más santa del país, al lado del territorio de los levitas.
13 Tanto el territorio de los levitas como el de los sacerdotes tendrá veinticinco mil codos de largo por diez mil de ancho.
14 No podrán vender ni cambiar esta tierra, ni podrán cedérsela a otro, porque está consagrada a Yavé.
15 La superficie que resta, de cinco mil codos de ancho por veinticinco mil de largo, será un territorio profano para la ciudad, para viviendas y para que pasten los animales; la ciudad quedará en el medio.
16 Estas son sus dimensiones: cuatro mil quinientos codos al norte, al sur, al este y al oeste.
17 Al norte, los campos para pastar de la ciudad se extenderán doscientos cincuenta codos al este y doscientos cincuenta al oeste.
18 A lo largo de la parte consagrada se ubicará una franja de terreno de diez mil codos de largo al este y diez mil al oeste; los ingresos de ese terreno servirán para alimentar a los trabajadores de la ciudad.
19 Los trabajadores de la ciudad serán elegidos de entre todas las tribus de Israel y cultivarán ese terreno.
20 En total, el lote que se saque de la herencia de Israel será de veinticinco mil codos por veinticinco mil. En su centro se reservará un espacio para construir la ciudad.
21 El príncipe recibirá lo que queda al este y al oeste, tanto de la parte consagrada como de la propiedad de la ciudad, en esa franja de veinticinco mil codos de largo que va desde la frontera este a la frontera oeste; la porción del príncipe será paralela a los demás lotes, y en el medio estará el dominio sagrado con el santuario de la Casa.
22 Así pues, el príncipe recibirá su terreno a continuación del de los levitas y del de la ciudad, entre el territorio de Judá y él de Benjamín.
23 Estas son las porciones para las demás tribus: Benjamín tendrá su parte desde la frontera este hasta la frontera oeste.
24 Justo al lado de Benjamín tendrá su parte Simeón, desde la frontera este hasta la frontera oeste.
25 Justo al lado de Simeón tendrá su parte Isacar, desde la frontera este hasta la frontera oeste.
26 Justo al lado de Isacar tendrá su parte Zabulón, desde la frontera este hasta la frontera oeste.
27 Justo al lado de Zabulón tendrá su parte Gad desde la frontera este hasta la frontera oeste.
28 La frontera meridional de Gad irá desde Tamar hacia las aguas de Meribá de Cadés, y hasta el Gran Mar siguiendo el torrente de Egipto.
29 Ese será el país que se repartirán como herencia entre las tribus de Israel, y ésa es la parte de cada uno, palabra de Yavé.
30 Estas son las salidas de la ciudad: El lado norte tendrá cuatro mil quinientos codos.
31 Habrá tres puertas al norte: la puerta de Rubén, la de Judá y la de Leví (pues las puertas de la ciudad recibirán los nombres de las tribus de Israel).
32 El lado este tendrá cuatro mil quinientos codos, y habrá tres puertas: las puertas de José, Benjamín y Dan.
33 El lado sur medirá cuatro mil quinientos codos, y tendrá tres puertas: las puertas de Simeón, Isacar y Zabulón.
34 En el lado oeste se medirán cuatro mil quinientos codos y habrá tres puertas: las puertas de Gad, Aser y Neftalí.
35 La ciudad tendrá pues un perímetro de dieciocho mil codos. En cuanto a su nombre, a partir de ese día, será: “Yavé está allí.”»