La Biblia Latinoamericana
作者:神与人
Amós (Am)
Introducción Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3
Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7
Capítulo 8 Capítulo 9    
Amós (Am) Introducción
Hacia la mitad del siglo VIII antes de Cristo, el Reino de Israel aparece rico y muy próspero. La pequeña propiedad ha ido despareciendo y las riquezas se concentran en unos pocos ricos, mientras por otra parte crece el proletariado; el lujo de unos pocos insulta la miseria de los pobres.
Inesperadamente, el Eterno ruge desde Sión y de Jerusalén hace oír su voz por medio de Amós, pastor natural de Tecoá, pueblecito situado a unos nueve kilómetros al sur de Belén, en el país de Judá. Dios lo saca «de detrás de su rebaño» y lo envía hacia el país vecino, Israel del Norte.
El profeta comienza entonces a recorrer las ciudades del Reino de Israel, denunciando las injusticias sociales y la religión que se contenta sólo de ritos externos. Anuncia el castigo de Dios y el destierro de Israel poco antes de que Oseas proclame el mismo mensaje; al fin predice también tiempos felices.
Amós es el profeta de la justicia social; nos revela a un Dios que defiende el derecho de los pobres.
Amós (Am) Capítulo 1
1 Palabras de Amós, uno de los intendentes de los pastores de Tecoa.
1 Estas son las revelaciones que tuvo acerca de Israel, en tiempo de Ozías, rey de Judá; y en tiempos de Jeroboam, hijo de Joás, rey de Israel, dos años antes del terremoto.
2 Dijo: «Ruge Yavé desde Sión,
2 desde Jerusalén hace oír su voz;
2 se marchitan los pastos de los pastores
2 y se secan las cumbres del Carmelo.»
Condena de varias naciones
3 Así dice Yavé: «Mi sentencia en contra de Damasco por sus muchos crímenes será sin apelación. Porque machacaron a los israelitas de Galaad como se trilla el trigo,
4 yo prenderé fuego a la casa de Jazael y se incendiarán los palacios de Ben-Hadad.
5 Romperé la fortaleza de Damasco, arrancaré de Bicat-Aven a todos sus pobladores y de Bet-Edén al que empuña el cetro, y el pueblo de Aram irá cautivo a Quir, dice Yavé.»
6 Así dice Yavé: «Mi sentencia en contra de Gaza por sus muchos crímenes, será sin apelación. Porque llevaron poblaciones enteras para venderlas a Edom como esclavos,
7 yo prenderé fuego a la muralla de Gaza y se incendiarán sus palacios;
8 extirparé de Asdod a todos sus pobladores y de Ascalón al que empuña el cetro; volveré luego mi brazo contra Ecrón y perecerán los que quedan de los filisteos, dice el Señor Yavé.»
9 Así, dice Yavé: «Mi sentencia en contra de Tiro por sus muchos crímenes será sin apelación. Porque vendieron como esclavos poblaciones enteras a Edom, sin acordarse de su alianza con sus hermanos,
10 yo lanzaré fuego sobre las murallas de Tiro y todos sus palacios quedarán arrasados por las llamas.»
11 Así dice Yavé: «Mi sentencia en contra de Edom por sus muchos crímenes será sin apelación. Porque ha perseguido con espada a su hermano Israel ahogando todo sentimiento de piedad, porque le tiene un odio siempre vivo y le guarda un rencor que nunca pasa,
12 yo prenderé fuego a Temán y se quemarán los palacios de Bosrá.»
13 Así dice Yavé: «Mi sentencia en contra de Ammón por sus muchos crímenes será sin apelación.. Porque ellos al extender sus dominios abrieron el vientre de las mujeres embarazadas de Galaad,
14 por eso yo prenderé fuego a los muros de Rabbá, incendiándose sus palacios; habrá entonces alaridos de combate y soplará el vendaval de la tormenta.
15 Y su rey, rodeado de su corte, partirá al destierro, dice Yavé.»

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Comentarios Amós, capítulo 1
1,1

Los capítulos 1 y 2 anuncian el juicio de Dios, que vendrá pronto. Reprocha violentamente a las naciones paganas por apartarse de la moral universal, de las reglas de vida humana. En cambio, Judá, nación creyente, tiene el pecado de haber olvidado la Ley divina (2,4).
Amós (Am) Capítulo 2
1 Así dice Yavé: «Mi sentencia en contra de Moab por sus muchos crímenes será sin apelación. Por haber quemado los huesos del rey de Edom hasta reducirlos a cenizas,
2 yo prenderé fuego contra Moab, que devorará los palacios de Cariot. Moab caerá estrepitosamente en medio de los gritos de los combatientes y del toque de las trompetas.
3 Arrasaré a todos sus gobernantes y aniquilaré, con él, a todos sus príncipes, dice Yavé.»
4 Así, dice Yavé: «Mi sentencia en contra de Judá por sus muchos crímenes será sin apelación. Porque han despreciado la Ley de Yavé y no han guardado sus preceptos, sino que se dejaron llevar por sus falsos dioses, detrás de los cuales corrían ya sus padres.
5 Prenderé fuego a Judá y se quemarán los palacios de Jerusalén.»
Condena de Israel
6 Así dice Yavé: «Mi sentencia en contra de Israel por sus muchos crímenes será sin apelación. Porque venden al inocente por dinero y al necesitado por un par de sandalias,
7 pisotean a los pobres en el suelo y les impiden a los humildes conseguir lo que desean.
7 Padre e hijo, faltándole al respeto a mi Santo Nombre, tienen relaciones con la misma mujer;
8 tomando las ropas empeñadas, se acuestan cerca de cualquier altar, y con el vino de las multas se emborrachan en la Casa de su Dios.
9 Yo, sin embargo, en atención a ustedes, destruí a los amorreos, tan altos como cedros y tan forzudos como encinas, cortándoles sus ramas y arrancándoles sus raíces.
10 Yo, también, los saqué a ustedes de Egipto y los conduje por el desierto durante cuarenta años, para que tomaran posesión del territorio amorreo.
11 Yo, de entre tus hijos hice surgir profetas y me consagraba tus jóvenes como nazireos. ¿No es así, hijos de Israel?
12 Pero ustedes hicieron tomar vino a los nazireos, y a los profetas les prohibieron predicar.
13 Pues bien, por todo lo que han hecho, yo los voy a aplastar contra el suelo, como aplasta la tierra la pala que muele la paja.
14 No se podrá escapar el hombre rápido, ni demostrar su fuerza el forzudo, ni salvar su vida el valiente.
15 El que dispara el arco no lo podrá estirar, el rápido corredor no logrará huir, el caballero no saldrá con vida,
16 y el primero entre los valientes huirá desnudo aquel día. Así lo asegura el Señor.»

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Comentarios Amós, capítulo 2
2,6

A Israel se le echan en cara los numerosos atropellos al derecho de los pobres. Esto va a la par con una falsificación de la religión, pues se mantienen las ceremonias religiosas, las cuales son pretexto para borracheras y prostitución. Pero se acalla a los profetas que transmiten la palabra de Dios, fuente de la verdadera religión.

Hicieron tomar vino a los nazireos (12) (ver Núm. 6). Los adeptos de una religión corrompida se burlan de esos hombres que llevan una vida diferente de los demás, incluso en lo exterior, para afirmar el carácter personal de su compromiso religioso: «¡Beban, sean como todos, pues su modo de vivir inquieta nuestra conciencia!»
Amós (Am) Capítulo 3
Se acerca el castigo
1 Escuchen, israelitas, esta palabra de Yavé que se refiere a ustedes y a todos los suyos, a quienes hizo salir de Egipto:
2 «No me di a conocer más que a ustedes entre todas las naciones de la tierra, y por esta razón los castigaré de un modo especial por todas sus maldades.
3 ¿Emprenden, acaso, dos hombres juntos el camino sin haberse puesto antes de acuerdo?
4 ¿No ruge el león en la selva porque ha cazado una presa? ¿No resuena en su guarida el rugido del cachorro porque tiene algo que comer?
5 ¿No cae un pajarito en la trampa porque alguien la ha armado antes?
6 ¿Se levanta del suelo una trampa antes de que haya caído algo? ¿Resuena la trompeta en una ciudad sin que se alarme toda la población? ¿Sucede alguna desgracia en un pueblo sin que venga del Señor?
7 En realidad, el Señor Yavé no hace nada sin comunicárselo antes a sus servidores, los profetas.
8 Así, como nadie queda impertérrito al oír el rugido del león, así tampoco se negará nadie a profetizar cuando escucha lo que le habla el Señor.
9 Llamen a los que viven en los palacios asirios o en los palacios egipcios y díganles: Júntense en las montañas de Samaria, para que vean los desórdenes que hay en esa ciudad o los crímenes que en ella se cometen.
10 Ya no saben actuar con honradez, dice Yavé, pues amontonan la rapiña y el fruto de sus asaltos en sus palacios.
11 Por eso, lo afirma Yavé, el enemigo invadirá tu territorio, tu poder se irá al suelo y tus palacios serán saqueados.
12 Y agrega todavía Yavé: Como las dos patas o la punta de una oreja que el pastor salva de la boca del león, así será el resto de los hijos de Israel que en Samaria se sientan en la espuma de un sofá, sobre cojines de Damasco.
13 Oigan y transmitan a la casa de Jacob esta palabra de Yavé.
14 Cuando yo llegue a tomar cuentas de sus crímenes a Israel, ese día yo iré derecho a los altares de Betel: quebraré los cuernos del altar y los tiraré al suelo.
15 Daré combos a las mansiones para el invierno o para el verano; terminaré con los palacios de marfil y serán demolidas las casas de piedras.»

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Comentarios Amós, capítulo 3
3,3

Los oyentes de Amós no comprenden por qué vino a predicar ese hombre que no es sacerdote, ni socio de los «hermanos profetas». Y se escandalizan porque se mete en cosas que, según ellos, no tienen que ver con la religión. Las comparaciones que Amós usa en estos versos tienen un significado claro: él habla porque Dios le obliga a hablar.

En 3,9-15, llama a Asiria y Egipto que vengan a arrasar una sociedad sin fe ni ley. Que destruyan igualmente templos y palacios, ya que unos y otros se mantienen por la explotación y favorecen el pecado.
Amós (Am) Capítulo 4
1 Escuchen esta palabra, vacas de Basán, damas de los cerros de Samaria: Ustedes oprimen a los débiles, aplastan a los menesterosos, y luego dicen a sus maridos: «Sírvannos vino para tomar.»
2 El Señor jura por su santidad: Está para llegar el día en que las levantarán a ustedes con arpones, y con un aguijón, para empujar por detrás.
3 Cada una de ustedes saldrá como pueda por las aberturas de la muralla, y serán deportadas hacia el Hermón.
Prepárate a enfrentarte con tu Dios
4 Vayan al santuario de Betel para pecar. Vayan al de Guilgal y pequen más todavía. Presenten sus sacrificios cada mañana y también los diezmos a los tres días.
5 Quemen, para dar gracias, panes sin levadura, y anuncien a los cuatro vientos sus ofrendas voluntarias, pues eso les gusta a ustedes, hijos de Israel, dice el Señor Yavé.
6 Yo dejé sus dientes limpios por no tener qué masticar e hice que faltara el pan en todas sus ciudades, pero ustedes no se han vuelto a mí, palabra de Yavé.
7 No les mandé la lluvia cuando faltaban tres meses para la cosecha, o bien hice llover sobre una ciudad mientras en otra no llovía; unos campos se regaron con la lluvia, pero otros, faltos de agua, se secaron.
8 La gente de dos o tres ciudades corría a otra ciudad en busca de agua, sin poder con ello calmar su sed. Y ustedes, sin embargo, no volvieron a mí, palabra de Yavé.
9 Yo les mandé la tiña y la polilla a todos sus jardines y viñedos; y devoró la langosta sus higueras y olivos. Con todo, ustedes no volvieron a mí, palabra de Yavé.
10 Desencadené sobre ustedes una peste parecida a la de Egipto; masacré por la espada a sus jóvenes y se llevaron a todos sus caballos; hice que subiera hasta sus narices la hediondez de sus muertos en combate. Y ustedes, sin embargo, no volvieron a mí, palabra de Yavé.
11 Los he estremecido como estremecí a Sodoma y Gomorra, y quedaron ustedes como un tizón sacado del fuego. Y ustedes, sin embargo, no volvieron a mí, palabra de Yavé.
12 Por eso, ahora vengo a pedirte cuentas, Israel: prepárate a enfrentarte con tu Dios.
13 Porque ahí viene el que forma los montes y crea el viento, el que enseña al hombre la manera de reflexionar, el que tramó el mal contra esa gente, una desgracia tan grande que no podrán hacerle el quite ni caminar con la frente en alto.

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Comentarios Amós, capítulo 4
4,1

Vacas de Basán: las damas ricas y egoístas de la capital. Basán era una región al otro lado del Jordán, famosa en el Antiguo Testamento por sus gordos rebaños.

Esas mujeres engordan a costa del pobre y saben solamente preparar cócteles. Amós anuncia el día en que serán sacadas de la capital vencida, sin más consideraciones que un vulgar rebaño, y desterradas.
4,4

Amós recuerda muchos percances y pruebas que ofrecían a la gente de Israel la oportunidad para reflexionar.

Amós nota el contraste que existe entre el lujo, la frecuencia de las celebraciones religiosas y la mala conducta del pueblo. Ellos piensan que si cumplen los ritos y ofrecen sacrificios, Dios no se fijará en su mala conducta.
Amós (Am) Capítulo 5
Amenazas
1 Escuchen estas palabras que yo pronuncio contra ustedes, una lamentación por ti, Israel:
2 Ha caído la virgen de Israel, y no volverá ya a levantarse, postrada está en el suelo, y no hay quién la levante.
3 Porque así dice Yavé a la gente de Israel: La ciudad de la cual salían mil hombres quedará sólo con cien, y de la que salían cien quedará sólo con diez.
4 Así dice Yavé a la Casa de Israel:
4 Búsquenme a mí y vivirán,
5 pero no me busquen en Betel
5 ni vayan a Guilgal,
5 ni pasen a Bersebá;
5 porque Guilgal será enviada al destierro,
5 Betel será reducida a la nada.
6 Busquen a Yavé y vivirán,
6 no sea que él mande fuego
6 sobre la casa de José y la consuma,
6 sin que haya nadie para apagarlo.
7 El formó la Pléyade y Orión,
7 él cambia las tinieblas en aurora
7 y el día claro en noche oscura.
8 El llama a las aguas del mar
8 y las derrama por la superficie de la tierra;
8 pues su Nombre es Yavé.
9 El trae la ruina sobre los potentes,
9 y entrega al saqueo el recinto fortificado.
10 ¡Ay de ustedes, que transforman las leyes en algo tan amargo como el ajenjo y tiran por el suelo la justicia!
10 Ustedes odian al que defiende lo justo en el tribunal y aborrecen a todo el que dice la verdad.
11 Pues bien, ya que ustedes han pisoteado al pobre, exigiéndole una parte de su cosecha, esas casas de piedras canteadas que edifican no las van a ocupar, y de esas cepas escogidas que ahora plantan no probarán el vino.
12 Pues yo sé que son muchos sus crímenes y enormes sus pecados, opresores de la gente buena, que exigen dinero anticipado y hacen perder su juicio al pobre en los tribunales.
13 Por esto, el hombre prudente tiene que callarse, pues estamos pasando días infelices.
El día de Yavé será tinieblas
14 Busquen el bien y no el mal si quieren vivir, para que así Yavé esté con ustedes, como de continuo repiten.
15 Aborrezcan el mal y amen el bien, impongan la justicia en sus tribunales, y quizá Yavé Sabaot se apiade del resto de José.
16 Por eso, así habla Yavé, el Dios de los Ejércitos, el Señor: Habrá lamentaciones en las plazas y en todas las calles se escucharán los «¡Ayes!». Invitarán a los campesinos para celebrar el duelo y contratarán lloronas como para un velorio.
17 Pues habrá llantos en todas las viñas cuando yo pase en medio de ti, dice Yavé.
18 ¡Qué decepción para aquellos que suspiran por el día en que vendrá Yavé! ¿Cómo será ese día para ustedes? Será un día de tinieblas, no de luz.
19 Será como un hombre que huye del león y se topa con un oso, o como el que al entrar en casa apoya su mano en la pared y lo muerde una culebra.
20 El día de Yavé será tinieblas y no luz, será un día sombrío, sin el menor destello.
21 Yo odio y aborrezco sus fiestas y no me agradan sus celebraciones.
22 Por más que me ofrezcan víctimas consumidas por el fuego, no me gustan sus ofrendas ni me llaman la atención sus sacrificios.
23 Váyanse lejos con el barullo de sus cantos, que ya no quiero escuchar la música de sus arpas.
24 Quiero que la justicia sea tan corriente como el agua, y que la honradez crezca como un torrente inagotable.
25 ¿Acaso me ofrecieron ustedes sacrificios y ofrendas en el desierto durante esos cuarenta años?
26 Quédense, pues, con los ídolos que se han fabricado, con Sicut, su rey, y la estela de Queván, su dios,
27 y yo los desterraré a ustedes a un lugar más allá de Damasco, dice Yavé cuyo nombre es: Dios de los Ejércitos.

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Comentarios Amós, capítulo 5
5,14

Las quejas de Dios a su pueblo son como aquella otra que dirigirá por medio de Isaías: «Este pueblo se me acerca sólo de palabra y me honra sólo con los labios, mientras que su corazón está lejos de mí» (Is 29,13).

Puesto que las calamidades anteriores no bastan para enseñar a Israel que obre rectamente, se le anuncia un desastre: el destierro a provincias lejanas de Asiria (5,25).

Amós habla ampliamente del día de Yavé. Cuando los israelitas hablaban del día de Yavé, designaban con esto el día de su triunfo, de su venida para aplastar a las naciones enemigas. Amós transforma el sentido de la palabra. Desde entonces, en boca de los profetas, el día de Yavé significará la venida de Dios para pedir cuentas primeramente a su pueblo (ver en Sof 2). Hasta en el Evangelio y otros libros del Nuevo Testamento, el día del Señor significará el día del juicio universal (ver Rom 1,18); pero entonces tendrá una significación más precisa: la venida de Cristo como Juez.

Quizá Yavé de los Ejércitos se apiade del resto de José (15). Aparece por primera vez en la Biblia la palabra «resto». El pueblo de Israel estaba formado en su mayor parte de las tribus de José. Pero los profetas se dan cuenta de que este pueblo va a la ruina a causa de su falta de fe; se le arrebatan sus provincias, mueren sus hijos. Dios, sin embargo, preservará una pequeña minoría, el «resto de Israel». Estos volverán a una fe auténtica y serán el «brote» del nuevo pueblo de Dios.

Efraím, José, Jacob, Israel: todos esos nombres designan la misma nación.
Amós (Am) Capítulo 6
1 ¡Ay de ustedes, los primeros de la primera de las naciones, a quienes acude todo el mundo en Israel! Ustedes descansan en su orgullo y se sienten seguros en el cerro de Samaria,
2 pero pasen a la ciudad de Calne y vean. Vayan de allí a Jamat la grande y bajen después a Gat de los filisteos. ¿Valen ustedes más que esos reinos, o es su territorio más grande que lo era el de ellos?
3 Ustedes piensan alejar el día de su desgracia, pero, en realidad, apresuran la venida del opresor.
4 Tendidos en camas de marfil o arrellanados sobre sus sofás, comen corderitos del rebaño y terneros sacados del establo,
5 canturrean al son del arpa y, como David, improvisan canciones.
6 Beben vino en grandes copas, con aceite exquisito se perfuman, pero no se afligen por el desastre de mi pueblo.
7 Por eso ustedes serán, ahora, los primeros en partir al destierro, y así se terminará con ese montón de ociosos.
8 Juro por mí mismo, dice el Señor Yavé, el Dios de los Ejércitos: Yo aborrezco el lujo insolente de Jacob y detesto sus palacios; por eso, entregaré en manos del enemigo la ciudad con todos sus habitantes.
9 Y si solamente queda una casa, con diez hombres adentro, también ellos morirán.
10 y cuando se presenten los deudos para sacar sus huesos, si a uno, que está al fondo le preguntan: «Oye, ¿queda alguien por allá?», 11 éste dirá: «No hay nadie», y el que le preguntó le dirá: «Cállate, pues no queda nadie para invocar el Nombre del Señor.»
11 Pues ahora Yavé es el que manda: él reducirá a escombros la gran mansión y a un montón de ruinas, la pequeña.
12 ¿Galopan por las rocas los caballos o se ara el mar con bueyes, para que ustedes cambien en veneno el derecho o en ajenjo las sentencias del tribunal?
13 Y luego se sienten orgullosos por cosas de nada y andan diciendo: «Ahora somos fuertes, nos hemos hecho imbatibles.»
14 Pues bien, yo voy a lanzar contra ustedes, israelitas, una nación que los oprimirá desde la entrada de Jamat hasta el torrente de la Arabá.
14 Palabra de Yavé, Dios Sabaot.
Amós (Am) Capítulo 7
Las cinco visiones
1 Esto fue lo que me mostró el Señor Yavé: Cuando estaba brotando de nuevo el pasto, después del corte para el rey, él estaba fabricando langostas.
2 Al ver cómo pelaban los campos, intervine y dije: «Por favor, Señor Yavé, perdona. Pues, ¿qué será de Jacob, que es tan pequeño?»
3 Yavé se arrepintió y me dijo: «Esto no va a pasar.»
4 En seguida, el Señor me mostró otra cosa: El Señor llamaba al fuego para que secara los manantiales y marchitara los campos.
5 Entonces exclamé: «Por favor, detente, Señor Yavé. Pues, ¿cómo se salvará Jacob, que es tan pequeño?»
6 Yavé se arrepintió, manifestando que no pasaría nada.
7 Por tercera vez, el Señor me mostró otro espectáculo: Un hombre estaba de pie al lado de un muro con un nivel de plomo en la mano.
8 Y como Yavé me preguntara qué veía yo, le respondí que un nivel de plomo. Entonces el Señor prosiguió: «Voy a ver si está desplomado o no Israel, pues ya no lo apuntalaré más;
9 los altos lugares sagrados de Isaac serán demolidos; los santuarios de Israel, destruidos, y yo me lanzaré, espada en mano, contra la familia de Jeroboam.»
Conflicto con el sacerdote Amasías
10 Entonces Amasías, sacerdote de Betel, le mandó este recado a Jeroboam, rey de Israel: «Amós está conspirando contra ti en pleno centro de Israel. No hay que permitirle que siga hablando,
11 pues dice que a ti te matarán a espada y que Israel será llevado al destierro, lejos de su patria.»
12 Luego, Amasías fue a decirle a Amós: «Sal de aquí, visionario; vete a Judá, gánate allá la vida dándotelas de profeta,
13 pero no profetices más aquí en Betel, que es un santuario real, un templo nacional.»
14 Amós le replicó: «Yo no soy profeta ni uno de los hermanos profetas; soy cuidador de rebaños y trato los sicómoros.
15 Yavé es quien me sacó de detrás de las ovejas y me dijo: «Ve y habla de parte mía a Israel, mi pueblo».
16 Pues bien, escucha, tú que dices: ¡Basta de profecías contra Israel; deja de insultar a la raza de Isaac!
17 Escucha esta palabra de Yavé:
17 «Un día, tu esposa se prostituirá en plena calle, tus hijos e hijas morirán en la guerra. Los vencedores se repartirán tus bienes, tú mismo morirás en tierra extranjera e Israel será llevado lejos de su país.»

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Comentarios Amós, capítulo 7
7,1

Los profetas nunca se conforman con amenazar a su pueblo. Siempre están intercediendo por él ante Dios (ver Ez 33 y 22,30). En las dos primeras visiones, Amós intenta detener el enojo de Yavé. En la tercera, tropieza con la decisión firme de Dios de destruir a Israel.
7,10

Fijémonos en lo atrevida que fue esta actuación de Amós. Fue a predicar en el Templo nacional o, para decirlo así, en la catedral del país. Lo hace sin título ni permiso del sacerdote, y empieza a denunciar el falso orden que permite el desarrollo de tantas riquezas privadas. Era normal que Amasías, capellán del rey, se escandalizara; en nuestros tiempos, Amós habría sido detenido y apaleado.

Para Amasías, su sacerdocio es un oficio bien remunerado y está convencido de que también Amós predica como un medio de ganarse la vida, pues en aquel tiempo numerosos profetas vivían atendiendo consultas sin haber sido llamados como lo fueron los grandes profetas, entre ellos el mismo Amós.

Amós no es profeta como lo eran aquéllos. El es un seglar, un laico al que Dios encargó una misión al llamarlo personalmente. Aparentemente sale perdiendo del encuentro con las autoridades religiosas, pues no nos dicen que haya usado otras armas que la palabra de Dios, el cual sabe juzgar a sus representantes. No sabemos si Amasías logró echarlo del país, o si solamente le prohibió predicar en los lugares más concurridos.
Amós (Am) Capítulo 8
Cuarta visión: la canasta de frutas
1 El Señor puso ante mis ojos un canasto con frutas maduras,
2 y me dijo: «¡Qué ves, Amos?» Yo respondí: «Una canasta de frutas maduras.» Yavé me dijo: «También está maduro mi pueblo de Israel, el fin ha llegado; ya no le perdonaré más.
3 Ese día sólo habrá en el palacio lamentos en vez de alegres cantos. Serán tantos los muertos, que quedarán tendidos en cualquier parte.»
4 A ustedes me dirijo, explotadores del pobre, que quisieran hacer desaparecer a los humildes.
5 Ahí están sus palabras: «¿Cuándo pasará la fiesta de la luna nueva, para que podamos vender nuestro trigo? Que pase el sábado, para que abramos nuestras bodegas, pues nos irá tan bien que venderemos hasta el desecho. Vamos a reducir la medida, aumentar los precios y falsear las balanzas.»
6 Ustedes juegan con la vida del pobre y del miserable tan sólo por algún dinero o por un par de sandalias.
7 Pero no, pues Yavé jura, por su Tierra Santa, que jamás ha de olvidar lo que ustedes hacen.
8 Por eso, la tierra ha temblado y están de duelo sus habitantes, el suelo sube y baja como aumentan y bajan las aguas del Nilo.
9 En ese día, dice Yavé, yo mandaré ponerse el sol en pleno mediodía y las tinieblas se extenderán sobre la tierra en día claro.
10 Cambiaré sus fiestas en velorio y sus cantos en lamentos. Haré que todo el mundo se vista de saco y que todos se rapen la cabeza. Ese día habrá tanto pesar como en los funerales de un hijo único; y el porvenir no será menos amargo.
11 Llegará el día, dice Yavé, en que mandaré al país el hambre, mas no hambre de pan ni sed de agua, sino de oír la palabra de Yavé.
12 Entonces atravesarán mares y recorrerán la tierra desde el norte hasta oriente buscando la palabra de Yavé, pero no la encontrarán.
13 Aquel día desfallecerán de sed las jóvenes hermosas y los jóvenes valientes, los que juraban por el Idolo de Samaria,
14 los que decían: «¡Viva el Dios de Dan!» y «¡Viva el Dios Querido de Bersebá!» Esos caerán para no levantarse más.

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Comentarios Amós, capítulo 8
8,1

Esta cuarta visión es la continuación de la del capítulo 7,1-9.

Amós denuncia la avaricia de los comerciantes y de los ricos, la explotación de los necesitados, el lujo de los adinerados, el soborno de los jueces, etcétera.

No hambre de pan…, sino de oír la palabra de Yavé (11), o sea, que dentro de poco los mismos que hoy no quieren escuchar porque nada les falta, estarán tan afligidos que ansiarán recibir de Dios una palabra de consuelo, la cual no llegará. Pero las palabras del profeta debían cumplirse de varias maneras. Podemos leer en ellas el anuncio del hambre y sed de la Palabra de Dios que, en tiempos posteriores, iban a ser propias del creyente.
Amós (Am) Capítulo 9
Quinta visión: caída del Santuario
1 Vi al Señor, de pie junto al altar, que decía: «Rompe las columnas para que se hunda el techo y les parta a todos la cabeza; y si alguno llega a salvarse, lo mataré a espada; pues ninguno de ellos podrá huir, no escapará nadie con vida.
2 Aunque bajen hasta el infierno, de allí los sacará mi mano; si suben a los cielos, de allí los haré bajar.
3 Si se esconden en la cumbre del Carmelo, allí los buscaré y los agarraré; si se ocultan de mi vista en el fondo del mar, allí mismo mandaré a la serpiente para que los muerda;
4 cuando vayan cautivos, arreados por sus enemigos, daré orden a la espada para que los degüelle. Tendré mis ojos puestos en ellos, no para ayudarlos sino para castigarlos.
5 Yavé Sabaot es el Señor, si él toca la tierra, ésta se estremece, y se desmayan todos sus habitantes; se levanta entera, como el Nilo y, vuelve a encogerse como el río de Egipto.
6 El ha edificado su morada en los cielos y ha puesto su bóveda sobre la tierra; él junta las aguas del mar para derramarlas por la superficie terrestre; Yavé Sa baot es su nombre.
7 Hijos de Israel, ¿no son ustedes para mí iguales que los etíopes?, dice el Señor. ¿No hice subir a Israel del país de Egipto, como a los filisteos de Caftor y a los arameos de Quis?
8 Pues bien me estoy fijando en ese reino pecador de Israel, decidido a exterminarlo de la tierra.
8 Sin embargo, no exterminaré totalmente la casa de Jacob, dice Yavé.
9 Pues ahora estoy dando órdenes para que se sacuda a Israel entre todas las naciones como se limpia el trigo en el harnero, sin que se pierda un solo grano.
10 En cambio, a espada morirán todos los pecadores de mi pueblo, que andan diciendo: “No depende de ti que se acerque la desgracia y caiga sobre nosotros.”
11 Aquel día repararé la choza de David medio caída, taparé sus grietas y levantaré sus ruinas; la volveré a edificar tal como estaba antiguamente.
12 Entonces serán dueños de lo que queda de Edom, y de todas las naciones vecinas sobre las cuales era invocado mi Nombre. Yavé es quien lo dice y quien lo hará.
13 Ya se acerca el momento, dice Yavé, en que el que ara alcanzará al segador, y el que vendimia alcanzará al sembrador. El jugo de las uvas correrá sobre los cerros, y habrá abundante mosto en todas las colinas.
14 Entonces traeré de vuelta a los exiliados de mi pueblo Israel: volverán a construir sus ciudades en ruinas y morarán en ellas; plantarán sus viñas y beberán su vino; cultivarán sus huertos y podrán comer sus frutas.
15 Yo los plantaré en su tierra para que nunca más sean extirpados y arrancados del suelo que otrora yo les di, dice Yavé, tu Dios.»

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Comentarios Amós, capítulo 9
9,8

Después de las amenazas del párrafo 9,1-6, los versículos 9-10 dan esa seguridad que nunca falta en los profetas: Dios no destruirá totalmente a Israel, sino que dejará «un resto» al que cumplirá sus promesas.
9,11

En el párrafo 9,11-14, escrito seguramente después de que Israel fue desterrado, está la promesa de reunir en el futuro los dos reinos hermanos y enemigos, Israel y Judá, en un solo pueblo de Dios.

El apóstol Santiago recordará esta promesa para demostrar la voluntad de Dios de extender la salvación merecida por Jesús a todas las naciones y no solamente a Israel (ver He 15,16). Se notará que Santiago cita el presente texto en forma bastante diferente de la que leemos aquí. Esto se debe a que los apóstoles usaban la Biblia traducida al griego, la cual muchas veces había modificado el sentido, no por infidelidad al mensaje primitivo, sino porque con el correr del tiempo, los judíos habían descubierto mejor la voluntad de Dios. Aquí, por ejemplo, Amós hablaba para Israel de «conquistar las naciones», lo que entonces parecía un gran favor de Dios. Pero los judíos, que, más tarde, tradujeron la Biblia a otros idiomas, hablaron de las «naciones que buscan a Dios», porque, entre tanto, los profetas habían profundizado el plan de Dios.