La Biblia Latinoamericana
作者:神与人
Habacuq (Hab)
Introducción Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3
Habacuq (Hab) Introducción
Desde siglos atrás, la fe proclamaba que Yavé hace justicia. Esta justicia, sin embargo, no siempre es clara. Después de muchos que callaron sus dudas, Habacuq es el primero de los escritores de la Biblia que pregunta con osadía: ¿por qué deja Yavé que triunfe la injusticia?, ¿por qué, al castigar al opresor, lo reemplaza por otro peor?
La respuesta es doble:
— Yavé guarda el secreto de su manera de gobernar al mundo y solamente pide que nos mantengamos fieles: El justo vivirá por su fidelidad.
— El profeta contempla la Gloria de Yavé, que juzgará al final.
Habacuq pronunció sus oráculos en los años 605-600, cuando Nabucodonosor, después de destruir a la cruel Asiria, se volvía prepotente a su vez y saqueaba la tierra de Israel.
Habacuq (Hab) Capítulo 1
¿Por qué me haces ver la injusticia?
1 Este fue el encargo que recibió en una visión el profeta Habacuq:
2 ¿Hasta cuándo, Yavé, te pediré socorro sin que tú me hagas caso, y te recordaré la opresión sin que tú salves?
3 ¿Por qué me obligas a ver la injusticia? ¿Acaso tus ojos soportan la opresión? Sólo observo robos y atropello y no hay más que querellas y altercados.
4 Por eso, la Ley está sin fuerza y no se hace justicia. Como los malvados mandan a los buenos, no se ve más que derecho torcido.
Primera respuesta
5 Miren, traidores y contemplen, asómbrense y quédense alelados, porque voy a realizar en su época algo que no cree rían si se lo hubieran contado.
6 Pues ahora empujo a los caldeos, pueblo terrible y arrollador, que recorre enormes distancias para apoderarse de países ajenos.
7 Es terrible y temible, y se hace su propio derecho.
8 Sus caballos son más rápidos que las panteras, más tenaces que los lobos de la estepa;
9 sus jinetes galopan y vienen desde lejos, vuelan como el águila que se precipita sobre su presa. Se lanzan juntos al asalto, sin mirar más que a su presa, y amontonan los cautivos como arena.
10 Este pueblo se burla de los reyes, se ríe de los soberanos; no le importan las ciudades fortificadas, pues levanta terraplenes y se apodera de ellas.
11 ¡Y así pasa y se va como el viento...! ¡Su fuerza es su dios!
Segunda queja del profeta
12 Mi Dios, mi Santo ¿no eres tú el Yavé de antes que no puede morir? ¿Has hecho de este pueblo, oh Yavé, el instrumento de tu justicia? ¿Acaso lo has escogido, Roca mía, para corregirnos?
13 Tus ojos son puros y no soportas el mal y ni puedes ver la opresión. ¿Por qué, entonces, miras a los traidores y observas en silencio cómo el malvado se traga a otro más bueno que él?
14 Tú tratas a los hombres como a los peces del mar, como a los reptiles que no pertenecen a nadie.
15 Ese pueblo los pesca a todos con su anzuelo, los saca con su red y los va amontonando en su malla.
16 Feliz y contento por su pesca, le ofrece sacrificios a su red, quema incienso a sus mallas, pues a ellas les debe que haya pescado tanto y tenga que comer en abundancia.
17 ¿Seguirá, pues, tirando constantemente la espada, masacrando sin piedad a las naciones?

**
Comentarios Habacuq, capítulo 1
1,1

Dos quejas del profeta y dos respuestas de Dios:

— 1,1: Primera queja: ¿por qué tanta maldad en Judá?

— 1,5: Respuesta irónica de Yavé: dentro de poco los caldeos restablecerán el orden, invadiéndolo y saqueándolo todo.

— 1,12: Segunda queja: ¿por qué Yavé usa medios tales como la invasión caldea para realizar su justicia?

— 2,1: Respuesta de Yavé: algún día se comprobará que no se trata igual a buenos y malos. El que se mantenga fiel se salvará.
Habacuq (Hab) Capítulo 2
Segunda respuesta: el justo vivirá por su fidelidad
1 Me ubicaré en mi torre de vigía y me pondré de pie sobre mi almena para ver si diviso su respuesta, lo que él va a contestar a mi pregunta.
2 Entonces Yavé me respondió, diciendo: «Escribe la visión, anótala en tablillas, para que pueda leerse de corrido.
3 Esta visión espera su debido tiempo, pero se cumplirá al fin y no fallará; si se demora en llegar, espérala, pues vendrá ciertamente y sin retraso.
4 Aquí la tienes:
4 El que vacila nunca contará con mi favor, el justo sí vivirá por su fidelidad.»
5 ¡Ciertamente es traidora la riqueza! El hombre es un tonto, y no gana nada el que ensancha su codicia y se pone insaciable igual que la muerte, que se apodera de todas las naciones y acapara para él todos los pueblos.
6 Un día lo darán en ejemplo y todos se burlarán de él. Y le dedicarán estos versos:
Contra el opresor
6 ¡Ay de aquel que amontona sin parar cosas que son de otros! Pues está acumulando las deudas.
7 Vendrán, de pronto tus acreedores, y se despertarán quienes te quiten todas tus cosas.
8 Así como has despojado a muchas naciones, lo que queda de los pueblos te despojará a ti ( ).
9 ¡Ay del que levanta a los suyos con ganancias injustas y coloca su nido tan arriba que así piensa escapar de la desgracia!
10 Es la vergüenza la que has traído sobre tu casa, pues al destruir a tantos pueblos, atentabas contra tu propia vida.
11 Contra ti gritan las piedras de tu muro y las vigas desde el techo le responden.
12 ¡Ay del que construye una ciudad a base de sangre y funda un pueblo con medios injustos!
13 Así lo ha dispuesto Yavé de los Ejércitos, que los pueblos trabajen para el fuego y la gente se canse para nada (
14 ).
15 Ay del que da de beber a sus vecinos y les pone un narcótico para que se emborrachen, y así se puedan ver sus desnudeces.
16 Esto te acarreará más vergüenza que fama. Toma tú también y emborráchate. En la mano de Yavé la copa se da vuelta, y sobre tu gloria derrama la vergüenza.
17 Sobre ti recaerán la violencia que le hiciste al Líbano, con sus animales masacrados, y sobre ti vendrá el terror, porque has derramado sangre humana, le hiciste violencia a la tierra, a la ciudad y a todos sus habitantes.
18 ¿De qué sirve una estatua, para qué se esculpen imágenes? Imagen de metal fundido: cosa engañosa. ¿Cómo su autor puede poner en ella su confianza? Pues no es más que un ídolo mudo.
19 Ay del que dice a un palo: «¡Despierta!», y a una piedra muda: «¡Levántate!» ¿Puede dar alguna respuesta? Por más que esté cubierta de oro y plata, no abriga ningún espíritu.
20 Pero Yavé reside en su Templo santo: ¡calle ante su presencia la tierra entera!

**
Comentarios Habacuq, capítulo 2
2,1

La respuesta divina permanece misteriosa. Más tarde, Dios dará a conocer claramente la manera como premia a sus justos más allá de la vida presente. Pero, antes de que llegue ese momento, es difícil aclarar ese misterio: aparentemente las desgracias que fueron anunciadas como castigos de Dios alcanzaron a todos por igual. Después de Habacuq, Jeremías también preguntará lo mismo (Jer 12,1); Ezequiel, ante sus compañeros incrédulos, tratará de reafirmar la justicia de Yavé respecto de cada persona (Ez 18); el libro de Job buscará la solución, pero no dará más que una respuesta parcial.
2,6

Habacuq anuncia la suerte del conquistador que por un momento atemoriza al mundo. Vienen a continuación cinco maldiciones contra el caldeo triunfador:

— Las tres primeras: el caldeo ha saqueado y explotado países menos fuertes y ricos.

— La cuarta: el caldeo los ha humillado, como quien emborracha a su vecino.

— La quinta: el caldeo, a pesar de sus éxitos, no alcanzó lo que más importa: el conocimiento de Yavé.

El último verso: Yavé reside en su Templo Santo, ¡calle ante su presencia la tierra entera!, introduce la manifestación triunfante de Yavé que se relata en el capítulo siguiente.
Habacuq (Hab) Capítulo 3
«Oración de Habacuq»
1 Oración del profeta Habacuq, en forma de lamentaciones.
2 Después de lo que acabo de oír,
2 me llena de terror lo que vas a hacer, oh Yavé,
2 y que realizarás a los muchos años,
2 que darás a conocer en aquellos días.
2 ¡No olvides tu misericordia
2 en el tiempo de tu enojo!
3 Viene Dios de Temán,
3 el Santo, desde el monte Parán.
3 Su majestad envuelve los cielos
3 y su Gloria repleta la tierra.
4 Se asemeja a la luz su resplandor,
4 un par de rayos brotan de sus manos.
5 Abriéndole camino va la peste,
5 y viene detrás de él la fiebre ardiente.
6 Se detiene, y la tierra se estremece,
6 mira, y se sobresaltan las naciones;
6 las montañas eternas se desploman,
6 las colinas antiguas se derriten
6 ¡Yavé sale como en tiempos pasados!
7 Vi que cundía el miedo en las tiendas de Cusán;
7 que temblaban de espanto las carpas de Madián.
8 ¿Contra quién, oh Yavé, se enciende tu ira?
8 ¿Es tu cólera en contra de los ríos
8 o estás enfurecido con el mar,
8 para que andes montado en tus caballos,
8 de pie sobre tus carros victoriosos?
9 Preparas tu arco para disparar
9 y sacas tus flechas de la aljaba,
9 se abre la tierra y saltan torrentes;
10 las montañas te ven y se estremecen;
10 caen lluvias de diluvio
10 mientras truena la voz del abismo.
11 El sol detiene su luz
11 y la luna se para de repente
11 al ver el relámpago de tus flechas,
11 el rayo fulgurante de tu lanza.
12 Caminas muy molesto por la tierra,
12 y con ira pisoteas las naciones.
13 Pues llegas en socorro de tu pueblo,
13 para salvar a tu ungido.
13 Al opresor le rompes la cabeza
13 y lo arrasas hasta sus cimiento.
14 Traspasas con tus flechas la cabeza de sus jefes,
14 que se lanzaban gozosos para aplastarnos,
14 para devorar callando al desdichado.
15 Tus caballos han atravesado la mar,
15 las olas que se agitan con violencia.
16 Al oírlo, mi corazón palpita,
16 al sentirlo, mis labios se estremecen,
16 se corrompe la médula en mis huesos,
16 y temblequean mis piernas.
16 Espero, sin embargo, el día amargo
16 que sobrevendrá al pueblo opresor.
17 Pues aunque no florezca la higuera
17 ni den las viñas uva en adelante;
17 aunque falte el producto del olivo
17 y se niegue la tierra a darnos pan;
17 aunque no tenga ovejas el corral
17 y se queden sin bueyes los establos;
18 yo seguiré alegrándome en Yavé,
18 lleno de gozo en Dios, mi Salvador.
19 Yavé, que es mi Señor, es mi fuerza
19 el da a mis pies la agilidad de un ciervo
19 y me hace caminar por las alturas.
19 Salmo para el maestro del coro, con instrumentos de cuerdas.

**
Comentarios Habacuq, capítulo 3
3,1

El profeta llama a Yavé, suplicándole que se manifieste. Y luego describe su venida triunfal con una serie de figuras poéticas que recuerdan sus intervenciones pasadas en la historia de Israel: paso del Mar Rojo, el Sinaí, la victoria de Débora.

Espero el día amargo (16) (ver Is 8,11). Seguiré alegrándome en Dios, mi Salvador (17): estas palabras están en el canto de María (Lc 1,47). En medio de las crisis y angustias, el justo camina por las alturas.