La Biblia Latinoamericana
作者:神与人
Job (Job)
Introducción Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3
Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7
Capítulo 8 Capítulo 9 Capítulo 10 Capítulo 11
Capítulo 12 Capítulo 13 Capítulo 14 Capítulo 15
Capítulo 16 Capítulo 17 Capítulo 18 Capítulo 19
Capítulo 20 Capítulo 21 Capítulo 22 Capítulo 23
Capítulo 24 Capítulo 25 Capítulo 26 Capítulo 27
Capítulo 28 Capítulo 29 Capítulo 30 Capítulo 31
Capítulo 32 Capítulo 33 Capítulo 34 Capítulo 35
Capítulo 36 Capítulo 37 Capítulo 38 Capítulo 39
Capítulo 40 Capítulo 41 Capítulo 42  
Job (Job) Introducción
Este libro es mucho más que una “historia”. Las desventuras de Job, que, después de colmado por la existencia, se ve reducido a la más extrema miseria, son sólo un pretexto para manifestar lo insatisfactoria que es la vida humana. El sufrimiento y la muerte no serían tan oscuros si no hubiera el resentimiento o el escándalo de la ausencia de Dios: él huye de nuestra mirada, y pareciera que se niega a hacer justicia en el mundo.
Job no necesita más que contemplar la creación para creer en Dios y su providencia, pero su infortunio lo lleva a reconsiderar la idea que se hacía de un acuerdo entre el Dios justo y el justo que es él mismo. Job acusa y clama a Dios con toda la fuerza de una esperanza insatisfecha y, al final, Dios tendrá que manifestarse. Pero no puede hacerlo sin echar por tierra las pretensiones de Job y demostrar la vanidad de sus lamentos.
El punto de partida del libro es un cuento popular que encontramos en las primeras y últimas paginas: la historia del santo varón Job. Yavé lo había probado privándole de todo, a pesar de lo cual Job permaneció fiel. Al final Dios le restituye todo.
La moral era un poco simplista. El autor, pues, echó mano de la historia para justificar los largos diálogos de los capítulos 3-41; allí un Job bien diferente, reclama a Dios por la injusticia de la condición humana mientras que sus tres amigos le aconsejan y contradicen con argumentos tomados de la sabiduría convencional.
Este libro inicia la literatura sapiencial de la Biblia. Esta nueva sección arroja sobre la existencia humana una mirada muy diferente de la que ofrecen los libros de la Ley y los libros proféticos. A éstos parece que sólo les interesan la vocación particular de Israel y la fidelidad a la alianza de Dios. Aquí, en cambio, no por casualidad Job es presentado como un hombre del país de Us, que no pertenece al pueblo de Dios, así que puede hablar a nombre de la humanidad entera, y no solamente de los creyentes.
El hombre no se encuentra en un mundo vacío de Dios, al contrario, percibe su presencia por doquier. El hecho, sin embargo, de que tantas personas vivan en dramáticas situaciones, pone en entredicho la honestidad y la sabiduría de Dios.
El libro demostrará que no hay respuesta satisfactoria. La intervención de Dios en los capítulos 38-42 sigue derroteros distintos de la conclusión de 42,10-17. El ser humano continúa con su angustia y no se verá libre de ella antes de que haya visto a Dios.
Job (Job) Capítulo 1
1 Había en el país de Us un hombre llamado Job; era un varón perfecto que temía a Dios y se alejaba del mal.
2 Tuvo siete hijos y tres hijas.
3 Tenía muchos servidores y poseía siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes y quinientas burras. Este hombre era el más famoso entre todos los hijos de oriente.
4 Sus hijos acostumbraban a celebrar banquetes por turno, en casa de cada uno de ellos, e invitaban también a sus tres hermanas a comer y beber con ellos.
5 Una vez terminados los días de esos banquetes, Job los mandaba a llamar para purificarlos; se levantaba muy temprano y ofrecía sacrificios por cada uno de ellos, pues decía: «Puede que mis hijos hayan pecado y ofendido a Dios en su corazón.»
5 Así hacía Job.
6 Un día, cuando los hijos de Dios vinieron a presentarse ante Yavé, apareció también entre ellos Satán.
7 Yavé dijo a Satán: «¿De dónde vienes?» Satán respondió: «Vengo de la tierra, donde anduve dando mis vueltas.»
8 Yavé dijo a Satán: «¿No te has fijado en mi servidor Job? No hay nadie como él en la tierra. Es un hombre bueno y honrado, que teme a Dios y se aparta del mal.»
9 Satán respondió: «¿Acaso Job teme a Dios sin interés?
10 ¿No lo has rodeado de un cerco de protección a él, a su familia y a todo cuanto tiene? Has bendecido el trabajo de sus manos y sus rebaños hormiguean por el país.
11 Pero extiende tu mano y toca sus pertenencias. Verás si no te maldice en tu propia cara.»
12 Entonces dijo Yavé a Satán: «Te doy poder sobre todo cuanto tiene, pero a él no lo toques.» Y Satán se retiró de la presencia de Yavé.
13 Un día los hijos y las hijas de Job estaban comiendo y bebiendo en casa del hermano mayor.
14 Vino un mensajero y le dijo a Job: «Tus bueyes estaban arando y las burras pastando cerca de ellos.
15 De repente aparecieron los sabeos y se los llevaron y a los servidores los pasaron a cuchillo. Sólo yo pude escapar para traerte la noticia.»
16 Todavía estaba hablando, cuando llegó otro que dijo: «Cayó del cielo fuego de Dios y quemó completamente a las ovejas y sus pastores. Sólo escapé yo para anunciártelo.»
17 Aún no terminaba de hablar, cuando entró un tercero, diciendo: «Los caldeos, divididos en tres grupos, se lanzaron sobre tus camellos, se los llevaron, dieron muerte a espada a tus mozos y sólo yo he escapado para anunciártelo.»
18 Estaba éste contando lo sucedido cuando un último lo interrumpió, diciendo: «Tus hijos e hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa del mayor de ellos.
19 De repente sopló un fuerte viento del desierto y sacudió las cuatro esquinas de la casa; ésta se derrumbó sobre los jóvenes y han muerto todos. Sólo yo pude escapar para traerte la noticia.»
20 Entonces Job se levantó y rasgó su manto. Luego, se cortó el pelo al rape, se tiró al suelo y, echado en tierra,
21 empezó a decir:
21 «Desnudo salí del seno de mi madre, desnudo allá volveré. Yavé me lo dio, Yavé me lo ha quitado, ¡que su nombre sea bendito!»
22 En todo esto no pecó Job ni dijo nada insensato en contra de Dios.

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Comentarios Job, capítulo 1
1,1

Job tiene una situación muy envidiable: es un jefe de nómadas, algo como Abraham, a quien nada le falta. Sin embargo, no es más que un peón en la política mundial, mejor dicho, en la política celestial. Dios tiene su consejo con los hijos de Dios, es decir, con los dioses o ángeles que forman su corte, y ve lo que a Job se le escapa. En el caso presente, Yavé es desafiado por Satán, es decir, el adversario, el espíritu que incita a la rebelión, y a pesar suyo tiene que probar a Job para defender su propio honor.

Así, pues, de entrada se pone al hombre en su verdadero lugar. No es el centro del mundo ni puede exigirle a Dios que detenga por él la marcha de los acontecimientos.

Esta intervención de Satán es uno de los recursos de los que los creyentes echan mano espontáneamente para justificar a Dios. Pues aquí está la dificultad: mientras no se cree en Dios, nadie más que nosotros es responsable por el mal, y si se tiene a la vez buenos y malos dioses, sabemos a quién acusar. Pero si no hay más que un solo Dios, él lleva toda la responsabilidad, y para él también vale la palabra de Job en 2,10.
Job (Job) Capítulo 2
1 Otro día en que vinieron los hijos de Dios a presentarse ante Yavé, se presentó también con ellos Satán.
2 Yavé dijo a Satán: «¿De dónde vienes?» Satán respondió: «De recorrer la tierra y pasearme por ella.»
3 Yavé dijo a Satán: «¿Te has fijado en mi siervo Job? No hay nadie como él en la tierra; es un hombre bueno y honrado que teme a Dios y se aparta del mal. Aún sigue firme en su perfección y en vano me has incitado contra él para arruinarlo.»
4 Respondió Satán: «Piel por piel. Todo lo que el hombre posee lo da por su vida.
5 Pero extiende tu mano y toca sus huesos y su carne; verás si no te maldice en tu propia cara.»
6 Yavé dijo: «Ahí lo tienes en tus manos, pero respeta su vida.»
7 Salió Satán de la presencia de Yavé e hirió a Job con una llaga incurable desde la punta de los pies hasta la coronilla de la cabeza.
8 Job tomó entonces un pedazo de teja para rascarse y fue a sentarse en medio de las cenizas.
9 Entonces su esposa le dijo: «¿Todavía perseveras en tu fe? ¡Maldice a Dios y muérete!»
10 Pero él le dijo: «Hablas como una tonta cualquiera. Si aceptamos de Dios lo bueno, ¿por qué no aceptaremos también lo malo?»
10 En todo esto no pecó Job con sus palabras.
EMPIEZAN LOS POEMAS DE JOB
11 Tres amigos de Job: Elifaz de Temán, Bildad de Suaj y Sofar de Naamat se enteraron de todas las desgracias que le habían ocurrido y vinieron cada uno de su país. Acordaron juntos ir a visitarlo y consolarlo.
12 Lo miraron de lejos y no lo reconocieron. Entonces se pusieron a llorar a gritos; rasgaron sus vestidos y se echaron polvo sobre la cabeza.
13 Luego, permanecieron sentados en tierra junto a él siete días y siete noches. Y ninguno le dijo una palabra, porque veían que su dolor era muy grande.

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Comentarios Job, capítulo 2
2,9

La esposa de Job repite palabras insensatas que, con acusar a Dios por el mal existente, nunca solucionan nuestros problemas.
2,11

Como lo notamos en la introducción, empieza aquí el diálogo sobre el sufrimiento, apartándose de la figura popular de Job, que, en el capítulo 2, aceptaba sin discusión la voluntad de Dios.

Maldito el día en que nací (3). Estos primeros versos repiten las palabras que se le escaparon al profeta Jeremías (ver 20,14) en un momento de desesperación. Los amigos de Dios hablaron a veces en ese tono; otros, menos firmes, pensaron en suicidarse.

¿Para qué dar la vida si el hombre ya no encuentra su camino? (23). Por qué nacen niños lisiados y ciegos, o destinados a una muerte atroz? Pero sería un error pensar solamente en aquéllos o incluso fijarse en esas centenas de millones de hombres que hoy viven marginados y como sin esperanzas. Porque es en los mismos países en los que nada falta donde menos esperanza hay; es allí donde las parejas jóvenes hacen una puesta de muerte al no querer tener familia.

Los hombres de siglos pasados eran llevados por la energía incontenible de la vida. Nuestros padres trabajaban y procreaban sin preguntar el porqué. Pero cuando un pueblo llega a la madurez de la reflexión crítica, necesita una respuesta a esta pregunta: ¿por qué vivir, si la vida al final no llega a ninguna parte?
Job (Job) Capítulo 3
¡Maldito el día en que nací!
1 Después de esto, Job tomó la palabra para maldecir el día de su nacimiento,
2 diciendo:
3 «¡Maldito el día en que nací
3 y la noche que dijo: Ha sido concebido un hombre!
4 Conviértase ese día en tinieblas,
4 y Yavé allá arriba lo ignore para siempre;
4 que ningún rayo de luz resplandezca sobre él.
5 Lo cubran tinieblas y sombras,
5 se extienda sobre él la oscuridad,
5 y haya ese día un eclipse total.
6 Que esa noche siga siempre en su oscuridad.
6 Que no se añada a las otras del año,
6 ni figure en la cuenta del mes.
7 Que sea triste aquella noche,
7 impenetrable a los gritos de alegría.
8 Que la maldigan los que odian la luz del día,
8 y que son capaces de llamar al Diablo.
9 Que no se vean las estrellas de su aurora;
9 que espere en vano la luz,
9 y no vea el despertar de la mañana,
10 pues no me cerró la puerta del vientre de mi madre
10 para así ahorrarme a la salida la miseria.
11 ¿Por qué no morí en el seno
11 y no nací ya muerto?
12 ¿Por qué hubo dos rodillas para acogerme
12 y dos pechos para darme de mamar?
13 ¿O por qué no fui como un aborto que se esconde,
13 como los pequeños que nunca vieron la luz?
14 Pues ahora estaría acostado tranquilamente
14 y dormiría mi sueño para descansar,
15 con los reyes y con los ministros del país
15 que se mandan hacer solitarios mausoleos,
16 o con los príncipes que amontonan el oro
16 y repletan de plata sus casas.
17 Allí cesan de moverse los malvados
17 y descansan los que se encuentran agotados.
18 Los prisioneros son excarcelados
18 y ya no se oyen los gritos del vigilante.
19 Allí no se distingue el pequeño del grande,
19 y el esclavo se ve libre de su amo.
20 ¿Para qué dar la luz a un desdichado,
20 la vida a los que tendrán una vida amarga?
21 Desean la muerte que no llega
21 y la buscan más ávidamente que un tesoro;
22 saltan de júbilo ante el sepulcro
22 y se alegran cuando llegan a la tumba.
23 ¿Para qué dar la vida si el hombre ya no encuentra su camino,
23 ya que Dios le ha cerrado todas las salidas?
24 Son los suspiros mi alimento,
24 y se derraman como el agua mis lamentos;
25 si temía algo, eso me ocurre,
25 lo que me atemoriza me ha venido encima.
26 No hay para mí tranquilidad ni calma,
26 mis tormentos no me dejan descansar.»
Job (Job) Capítulo 4
Ningún hombre es bueno ante Dios
1 Elifaz de Temán tomó la palabra y dijo:
2 «¿Te molesta si te hablamos?
2 Pero, ¿cómo guardar silencio?
3 Mira, tú dabas lección a mucha gente,
3 les dabas fuerza a los que se sentían débiles.
4 Con tu palabra sostenías a aquel que vacilaba,
4 robustecías las piernas de los endebles;
5 ¿y ahora que te llega a ti la hora, te impacientas;
5 ahora que te toca a ti, estás tan conmovido?
6 ¿No te da confianza tu respeto al derecho?
6 ¿No te sientes seguro por tu buena conducta?»
7 Recuerda, pues, ¿cuándo ha perecido un inocente,
7 dónde se ha visto que los buenos desaparezcan?
8 He observado a los que hacen el mal:
8 los mismos que lo siembran lo cosechan.
9 Dios los hace perecer con el aliento de su boca
9 y los aniquila con el soplo de su cólera.
10 Ruge el león, aulle el leopardo,
10 pero a la fiera se le rompen los dientes.
11 El león se muere porque no encuentra presa,
11 y los cachorros de la leona se dispersan.
12 Una revelación me hicieron en secreto,
12 y su eco furtivo captaron mis oídos.
13 En el momento en que se tienen pesadillas,
13 cuando una pesadez se apodera de los hombres,
14 sentí un escalofrío de terror
14 y mis huesos se pusieron a temblar.
15 Un soplo se deslizó sobre mi cara
15 y se me pusieron de punta los pelos de la piel.
16 Alguien está... no distingo su cara,
16 pero veo una figura ante mis ojos.
16 Hay silencio... luego escucho hablar en voz baja:
17 ¿Hay algún hombre que se encuentre bueno delante de Dios?
18 ¿Será puro algún mortal a los ojos de su Hacedor?
18 Ni siquiera en sus servidores Dios confía,
18 El, que descubre fallas en sus mismos ángeles.
19 ¿Qué decir de los que viven en casas de barro,
19 cuyos cimientos no son más que de polvo,
20 a los que se aplasta de un golpe como un insecto?
20 Son hechos trizas de la noche a la mañana,
20 sin decir pío.
21 Su tienda les ha sido desar mada
21 y murieron sin darse de ello cuenta.

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Comentarios Job, capítulo 4
4,1

Elifaz es un creyente. Frente al dolor de Job, repite lo que decía la voz popular en aquel entonces:

— Dios hace justicia en la presente vida, premiando a los justos con salud y bienes materiales.

— Si tú estás enfermo y abandonado, es que pecaste.

Elifaz no se equivoca al recordar cómo las desgracias caen sobre los malos y la Providencia de Dios se manifiesta a menudo en favor de sus amigos. Esto, que cualquiera puede comprobar, la Biblia lo afirma expresamente. Los profetas no vacilaron en decir y repetir a Israel que sus apuros eran la consecuencia de sus pecados (Dt 30,15-20), y el libro de los Jueces pretende demostrarlo con los hechos (Jue 2,11-19).

Elifaz pretende hablar a consecuencia de una revelación de Dios, como la que tenían en sueños muchos profetas. Seguramente recuerda una verdad: ¿Hay algún hombre que se encuentre bueno delante de Dios? (17). Muchos se quejan de que la vida no tiene sentido, pero ¿no será su pecado el que no les permite ver el sentido?

¿Dónde se ha visto que los buenos desaparezcan? (7). El hombre de fe comprende que Dios «derriba a los poderosos y enaltece a los humildes», pero la experiencia diaria parece a menudo contraria. Según el Evangelio, la riqueza puede ser un signo de reprobación. Elifaz habla con tanta seguridad porque no ha padecido en carne propia ni se fija suficientemente en los que sufren.
Job (Job) Capítulo 5
1 Llama, pues, si quieres; ¿quién te responderá?
1 ¿A cuál de los santos te dirigirás?
2 ¿Rebelarte? Así perece el insensato.
2 ¿Enojarte? De eso mueren los tontos.
3 Yo he visto al insensato echar raíces,
3 de pronto se derribó su casa:
3 «¡Que a sus hijos nadie los socorra!
4 No encontraban sus hijos quién los ayudara
4 o defendiera de los ataques en un corte.
5 Hambrientos les robaban sus cosechas,
5 llevándolas a sus escondites.»
5 Se les arrebatarán sus bienes
5 y los sedientos tomaban sus bienes.
6 No, el desorden no nace de la tierra,
6 ni desde el suelo brota la desgracia.
7 El hombre engendra su propio castigo,
7 así como en las nubes hace estallar el águila el rayo.
8 Yo, en tu lugar, a Dios recurriría
8 y a él expondría mi causa.
9 A él, que hace cosas grandes e insondables,
9 maravillas innumerables.
10 A él, que derrama la lluvia sobre la tierra
10 y envía las aguas a los campos.
11 Ensalza a los humildes
11 y alivia a los afligidos,
12 desbarata los planes de los astutos,
12 y aunque quieran no pueden reponerse.
13 Atrapa a los sabios en su astucia,
13 y las decisiones de los sagaces no aciertan.
14 En pleno día los asaltan tinieblas,
14 y van a tientas como si fuera de noche.
15 Así salva Dios al arruinado cuando lo persiguen
15 y libra al pobre de las manos del poderoso.
16 Así el débil renace a la esperanza,
16 y la injusticia tiene que callar.
17 ¡Dichoso el hombre a quien Dios corrige!
17 No desprecies, pues, la lección del Omnipotente,
18 pues él es el que hiere y el que venda la herida,
18 él lastima y después cura sus manos.
19 Seis veces te librará de la angustia,
19 y a la séptima el mal no te alcanzará.
20 Durante el hambre, te salvará de la muerte;
20 y en la guerra, del golpe de la espada.
21 Estarás protegido de la lengua malvada,
21 sin miedo a que llegue el salteador.
22 Te reirás de la sequía y del hambre,
22 y no temerás a los animales feroces.
23 No más piedras en tus campos: la tierra te servirá,
23 y las bestias salvajes no te atacarán.
24 Sabrás que en tu tienda todo prospera,
24 al visitar tus tierras no verás allí perjuicios.
25 Verás multiplicarse tu descendencia,
25 y tus renuevos como la hierba de la tierra.
26 Llegarás a la tumba cargado de años
26 como se recogen a su tiempo las gavillas.
27 Todo esto lo hemos comprobado y así es.
27 Lo hemos visto, comprúebalo tú también.
Job (Job) Capítulo 6
¿Qué es el hombre para que te fijes en él?
1 Job tomó la palabra y dijo:
2 «Si se pudiese pesar mi aflicción
2 y poner mis males sobre una balanza,
3 pesarían más que la arena de los mares,
3 y por eso hablo tan impetuosamente.
4 Llevo en mí las flechas del Omnipotente
4 mi espíritu bebe su veneno,
4 ¿qué diré a Dios cuando ellas me atormentan?
5 ¿Rebuzna acaso un burro junto a la hierba verde?
5 ¿Muge un buey junto al forraje?
6 ¿Tiene gusto la comida sin sal?
6 ¿Se encontrará sabor en la clara del huevo?
7 Pero ahora sólo tengo por pan
7 todo lo que no quería tocar.
8 ¡Ojalá se escuchara mi ruego
8 y Dios me concediera lo que espero,
9 que por fin se decida a aplastarme,
9 que deje caer su mano y me suprima.
10 Al menos tendría consuelo
10 y gozo en medio de mi terrible susto,
10 porque no habría maldecido la decisión del Santo.
11 ¿Tendré aún fuerzas para esperar,
11 y qué futuro puedo esperar aún?
12 ¿Acaso resistiré como la roca?
12 ¿Es mi carne de bronce?
13 Ya no encuentro en mí fuerza que me salve
13 y toda ayuda se ha ido lejos de mí.
14 El que niega la compasión al prójimo
14 desecha el temor del Omnipotente.
15 Mis hermanos me han fallado como un arroyo,
15 como un torrente que dura sólo un tiempo:
16 Era el derretimiento de los hielos,
16 las aguas brotaban por debajo de las nieves,
17 pero llega el verano y se evaporan,
17 en cuanto hace calor queda seco su lecho.
18 En busca de ellos las caravanas alargan su camino,
18 se hunden en lo desconocido.
19 Los viajeros de Temán se ubicaban con ellos,
19 y se dirigían hacia ellos las caravanas de Sabá,
20 pero su esperanza ha sido en vano,
20 al llegar no saben qué hacer.
21 Así son ahora ustedes para mí.
21 Han visto cosas horribles y les entra miedo.
22 ¿Les he dicho acaso: «Denme algo,
22 rescátenme con algo de su fortuna,
23 o líbrenme de una mano enemiga
23 y rescátenme de manos de algún opresor?
24 Aclárenme esto y callaré.
24 Háganme ver en qué me he equivocado.
25 ¡Da gusto escuchar una sana corrección!
25 Pero, ¿qué pretenden con sus sermones?
26 ¿Quieren sólo condenar mis palabras,
26 o rectificar lo dicho por un hombre que sufre?
27 Mas ustedes disponen de mí como de un indefenso
27 y traicionan a su propio amigo.
28 Se lo pido, mírenme,
28 no les mentiré a la cara.
29 ¡Comiencen de nuevo, pero sin faltar a la justicia!
29 Retomemos el examen de mi causa.
30 ¿Hay acaso falsedad en mis discursos?
30 ¿No sé todavía distinguir el mal del bien?»

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Comentarios Job, capítulo 6
6,1

Job se enoja con esos amigos que le dicen palabras, pero no le dan la paz. Ahora suplica a Dios que lo haga morir antes de que, por el exceso del mal, llegue a rebelarse contra él (6,8-10).

En 6,15-30, Job subraya el abismo que separa al que sufre del que lo viene a consolar. ¿Cuántas máscaras al lado de un enfermo? Las palabras de consuelo a menudo son un disfraz: el que consuela al afligido quiere disimular su propio desconcierto ante el dolor del otro y su incapacidad para darle un alivio eficaz. El enfermo, sin embargo, no se deja engañar porque sabe lo que siente, y se halla más aislado.
Job (Job) Capítulo 7
1 Un trabajo forzado es la vida del hombre sobre la tierra,
1 y sus días son los de un jornalero.
2 Se parece al esclavo que suspira por la sombra,
2 o al jornalero que espera su salario.
3 Así, a mí me han tocado meses de decepción,
3 y fueron mi parte noches de dolor.
4 Al acostarme digo: “¿Cuándo llegará el día?”
4 Al levantarme: “¿Cuándo será de noche?”
4 Y hasta el crepúsculo me abruman mis inquietudes.
5 Mi carne está cubierta de gusanos y costras,
5 mi piel se ha arrugado y se deshace,
6 mis días han corrido más rápidos que la lanzadera,
6 y se pararon cuando ya no hubo hilo.
7 Recuerda que mi vida es un soplo,
7 y que mis ojos no verán más la felicidad.
8 Los ojos que me miraban ya no me verán,
8 y si me buscas ya no estaré.
9 Así como la nube se disipa y pasa,
9 así el que baja donde los muertos no sube más.
10 No volverá a su casa
10 y los lugares en que estuvo no lo verán jamás.
11 Por eso, no quiero callarme
11 sino que expresaré la angustia de mi espíritu
11 y haré que escuchen la pena de mi alma.
12 ¿Soy acaso el mar o el Monstruo marino,
12 para que pongas guardia a mi alrededor?
13 Si digo: “Mi cama me consolará,
13 y mi jergón aliviará mi llanto”,
14 entonces tú me asustas con sueños
14 y me aterrorizas con visiones.
15 Preferiría ser sofocado:
15 la muerte antes que estos dolores.
16 Mira que desfallezco, no viviré para siempre.
16 ¡Déjame! Ves que mis días son un soplo.
17 ¿Qué es el hombre para que te fijes tanto en él
17 y pongas en él tu mirada,
18 para que lo vigiles cada mañana
18 y lo pongas a prueba a cada instante?
19 ¿Cuándo apartarás de mí tus ojos
19 y me darás tiempo de tragar mi saliva?
20 Si he pecado, ¿qué te he hecho a ti,
20 guardián de los hombres?
20 ¿Por qué me has tomado como blanco de tus golpes?
20 ¿En qué te molesto?
21 ¿No puedes soportar mi falta
21 y hacer la vista gorda ante mi pecado?
21 Porque pronto me voy a acostar en el polvo,
21 y cuando me busques, ya no existiré.»
Job (Job) Capítulo 8
¿Acaso Dios tuerce el derecho?
1 Entonces Bildad de Suaj dijo:
2 «¿Hasta cuándo hablarás así
2 y soltarás tus palabras como viento que no cesa?
3 ¿Acaso Dios tuerce el derecho
3 y el Altísimo ha faltado a la justicia?
4 Si tus hijos pecaron contra él,
4 él ya los entregó en manos de su maldad.
5 Pero si recurres a Dios
5 e imploras al Omnipotente,
6 si eres puro y sincero,
6 él cuidará de ti inmediatamente
6 para ponerte en el lugar que mereces por ser justo.
7 Tu antiguo estado parecerá bien poco,
7 tan feliz será el nuevo.
8 Pregunta a la generación pasada
8 y medita en la experiencia de tus padres.
9 Nosotros somos de ayer, no sabemos nada,
9 pues en la tierra pasamos como una sombra.
10 Pero ellos te enseñarán y te hablarán,
10 expresarán para ti su pensamiento.
11 ¿Acaso crece el papiro fuera del pantano
11 y el junco donde no hay aguas?
12 Aún en su verdor, antes de que lo corten,
12 se seca más pronto que cualquier hierba.
13 Esta es la suerte de los que olvidan a Dios,
13 así perecen las esperanzas del impío.
14 Su confianza pende de un hilo
14 y su seguridad es una tela de araña.
15 Si se apoya en ella, no lo aguanta,
15 se agarra a ella, y no resiste.
16 A la luz del sol crecía vigoroso
16 y con sus ramas cubría el jardín.
17 Sus raíces serpenteaban por la pendiente,
17 se adherían a las rocas.
18 Pero lo han quitado de su lugar
18 y lo niega su propio sitio: “Nunca te he visto.”
19 Véanlo cómo se pudre en el camino,
19 mientras que en el suelo brotan otros.
20 No, Dios no desprecia al hombre íntegro,
20 ni tampoco toma de la mano a los malvados.
21 Tu boca aún se llenará de risa,
21 se verá en tus labios la alegría.
22 Tus enemigos se avergonzarán
22 y la carpa de los malos desaparecerá.»
Job (Job) Capítulo 9
Yo no puedo discutirle. Sin embargo...
1 Job tomó la palabra y dijo:
2 «En verdad, yo sé muy bien que es así.
2 ¿Cómo puede un hombre justificarse ante Dios?
3 Si quisiere discutir con él,
3 no podría responderle ni una entre mil veces.
4 Su corazón es sabio y su fuerza es enorme.
4 ¿Quién puede resistirle inpunemente?
5 El traslada los montes sin que se den cuenta
5 y los sacude en su furor.
6 El remueve la tierra de su sitio
6 y sus columnas se bambolean.
7 Si él no quiere, no aparece el sol,
7 y si él las tapa, no lucen las estrellas.
8 El solo desplegó la bóveda de las estrellas
8 y camina por encima de los mares.
9 El ha dispuesto la Osa y Orión,
9 las Pléyades y las Cámaras del sur,
10 hace cosas tan grandes que son insondables,
10 y maravillas que no pueden contarse.
11 Si pasa junto a mí, yo no lo veo,
11 si me pasa a rozar, no me doy cuenta.
12 Si se apodera de una presa, ¿quién se lo impedirá?
12 ¿Quién podrá decirle: qué es lo que haces?
13 Dios no se vuelve atrás cuando se enoja;
13 bajo él quedan postrados los monstruos de antaño
14 ¿Quieren que yo vaya a replicarle
14 y me ponga a discutir con él,
15 o que le suplique a mi juez
15 que no me responde aun cuando tengo la razón?
16 Podría apelar a él, aguardando una respuesta,
16 pero, ¿cómo creer que me atenderá?
17 El, que me aplasta sólo por un pelo
17 y que multiplica sin razón mis heridas,
18 que no me deja ni respirar
18 con tantas amarguras que me hace tragar.
19 ¿Recurriré a la fuerza? El es más forzudo,
19 y si le meto pleito, ¿quién le hará la citación?
20 Si me doy la razón, mi boca puede condenarme,
20 y si me encuentro inocente, ella me declarará culpable.
21 Pero, ¿realmente soy bueno? ¡Ni yo mismo lo sé!
21 ¡La vida no tiene sentido!
22 Pues todo es igual, y puedo decir:
22 Le quita la vida tanto al bueno como al malo.
23 Si una calamidad trae repentinamente la muerte,
23 se ríe de la desesperación de los inocentes.
24 En una nación dominada por un tirano,
24 él venda los ojos de los jueces,
24 pues si no es él, ¿quién será entonces?
25 Mis días han sido más rápidos que un correo,
25 se me fueron sin conocer la felicidad,
26 se han deslizado lo mismo que canoas de junco,
26 como el águila que se lanza sobre la presa.
27 A pesar de que digo: “Voy a olvidar mis quejas,
27 cambiaré de semblante y me pondré alegre”,
28 mis pruebas me dejan angustiado
28 porque entiendo que tú me condenas.
29 Y si debo ser culpable,
29 ¿para qué cansarme en vano?
30 Aunque me lave con nieve
30 y limpie mis manos con jabón,
31 tú me hundirías en las inmundicias,
31 y mis propias ropas tendrían horror de mí.
32 El no es un hombre como yo, para decirle:
32 Comparezcamos juntos en juicio.
33 Entre nosotros se necesitaría un árbitro
33 que tomara por la espalda uno y otro
34 y apartaría su vara que me pega
34 y el espanto en que me sumen sus terrores.
35 Puesto que es así,
35 yo hablaré a solas conmigo sin tenerle miedo.»

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Comentarios Job, capítulo 9
9,1

Job se desconcierta frente a un Dios inaccesible. La grandeza del Creador, que se manifiesta en sus obras, no lo consuela cuando sufre sin ser escuchado. La desgracia de un solo justo desfigura el universo.

Job no cuestiona solamente el mal o la injusticia, sino la misma existencia del hombre con su libertad. El Dios que nos hizo personas libres debe ser también Persona; y mientras no nos dirige la palabra, su silencio puede (¿debe?) ser interpretado como una negativa a dialogar, o como la indiferencia de alguien muy superior.

Si me doy la razón, en la razón mi boca puede condenarme (20). Job nos hace recordar esos procesos famosos en los cuales militantes acusados injustamente por su propio partido llegaban a reconocer espontáneamente su culpabilidad. Una desgracia, muchas veces, hace nacer en nosotros complejos de culpabilidad.

Este sentimiento de culpabilidad y el otro, opuesto, de agresividad contra Dios, son las dos caras de una misma realidad. La condición humana es inaceptable mientras Dios no nos permita encontrarlo.

Hiciste en mí una obra de vida y de gracia (10,12). Job sabe que Dios se preocupa de sus criaturas, y recuerda las maravillas que Dios realiza en la madre embarazada. Pero esas atenciones solamente abren el camino a sus exigencias: veo que tenías secretas intenciones (10,13). Los regalos que nos vienen de la gente de arriba despiertan nuestra agresividad más que nuestra gratitud.

Después de sus años de despreocupación, el hombre empieza a reflexionar, y es entonces cuando la ausencia voluntaria de su Creador puede preparar su rebeldía.
Job (Job) Capítulo 10
Como un león me persigue
1 Mi alma está hastiada de la vida,
1 por lo que daré libre curso a mi queja,
1 hablaré de mi amargura.
2 Quiero decirle a Dios: No me condenes;
2 dime por qué me has demandado.
3 ¿Acaso te conviene mostrarte duro,
3 despreciar la obra de tus manos
3 y justificar las teorías de los malvados?
4 ¿Tienes tú ojos humanos?
4 ¿Ves como un hombre?
5 ¿Son tus días como los del hombre,
5 o pasan tus años como los de un mortal,
6 para que andes rebuscando mi falta,
6 indagando mi pecado?
7 Sabes muy bien que yo no soy culpable
7 y que nadie puede librarme de tu mano.
8 Tus manos me han modelado, me han formado,
8 y luego, enojado, ¿me quieres destruir?
9 Acuérdate que me amasaste como el barro
9 ¿y ahora me harás volver al polvo?
10 ¿No me derramaste como leche
10 y me hiciste cuajar como el queso?
11 De piel y de carne me cubriste
11 y de huesos y nervios me tejiste,
12 hiciste en mí una obra de vida y de gracia,
12 tus atenciones han mantenido mi aliento.
13 Pero veo que tenías secretas intenciones
13 y sé lo que pensabas:
14 querías ver si yo pecaría,
14 si pecaba, no dejarme pasar nada.
15 Si soy culpable, ¡desgraciado de mí!,
15 y si soy inocente, no me animo a levantar la cabeza;
15 estoy saciado de vergüenza, embriagado de aflicción.
16 Estoy agotado, pero como un león me persigues,
16 quieres demostrar tu superioridad;
17 redoblas tus asaltos y tu furor se reanima,
17 y lanzas de nuevo tus ataques en mi contra.
18 ¿Por qué me sacaste del seno materno?
18 Habría muerto y ningún ojo me habría visto.
19 Sería como si no hubiese existido nunca
19 y me habrían llevado del vientre materno al sepulcro.
20 Puesto que son pocos los días que me quedan
20 apártate de mí, que goce un poco de alegría,
21 antes de que me vaya, para no volver más,
21 a la región de tinieblas y de sombra,
22 tierra donde todo se confunde de noche,
22 y la misma claridad está hecha de tinieblas.»
Job (Job) Capítulo 11
Discurso de Sofar
1 Sofar de Naamat tomó la palabra y dijo:
2 «Al hablador, ¿no se le contestará?
2 Por hablar mucho, ¿tendrás tú la razón?
3 Tu palabrería, ¿hará guardar silencio a los demás?
3 ¿Acaso te burlarás sin que nadie responda?
4 Tú has dicho: “Es pura mi conducta
4 y soy irreprochable a los ojos de Dios.
5 ¡Ojalá hablara Dios,
5 ojalá te viniera a contestar
6 y te revelara los secretos de la Sabiduría,
6 que desconciertan a los más entendidos!;
6 Comprenderías que él te pide cuenta de tu falta.
7 ¿Pretendes sondear lo profundo de Dios,
7 elevarte hasta la perfección del Omnipotente?
8 Es más alta que los cielos, ¿qué harás?
8 Más profunda que el infierno, ¿cómo la conocerás?
9 Su amplitud es más extensa que la tierra,
9 y más ancha que el mar.
10 Si él quiere pasar, si cierra el paso, si toma algo,
10 ¿quién se lo impedirá?
11 Porque él reconoció a los que son falsos,
11 ¡vió el pecado, lo entendió!
12 Así, el insensato se hace cuerdo
12 como se amansa el pollino salvaje.”
13 “Pon la mano, pues, en tu corazón
13 y tiende tus manos hacia El,
14 aleja la maldad que hay en tus manos
14 y no dejes que la injusticia habite en tus tiendas,
15 entonces levantarás tu frente limpia,
15 te sentirás firme y sin temor.
16 Se te olvidarán tus penas
16 y su recuerdo será como de aguas que pasaron.
17 La vida será para ti más resplendeciente que el medodía,
17 en que los rincones mismos son todavía mañanas.
18 Vivirás seguro, lleno de esperanza,
18 serás protegido y te acostarás tranquilo.
19 Cuando te acuestes, no te molestarán
19 y muchos te vendrán a adular.
20 En cambio, se nublará la vista de los malvados,
20 y no tendrán posibilidad alguna de escapar;
20 su única esperanza es la muerte.”»
Job (Job) Capítulo 12
¿Acaso quieren defender a Dios con mentiras?
1 Job tomó la palabra y dijo: 2 «¡Todos deben pensar como ustedes
2 y con ustedes morirá la sabiduría!
3 Pero yo no tengo menos experiencia:
3 ¿quién no sabe todo lo que han dicho?
11 Al oyente le corresponde criticar,
11 igual que al paladar saborear lo que come.
12 ¿No se halla entre ancianos la sabiduría
12 y la inteligencia donde hay muchos años?
4 Pero he pasado a ser objeto de risa para mi amigo,
4 yo que clamo a Dios y no me responde.
4 ¡Motivo de risa es el hombre intachable!
5 “Desprecio al desdichado”, así juzga el satisfecho;
5 “un golpe más a quien vacila”.
6 Los salteadores viven tranquilos en sus casas,
6 pueden provocar a Dios con toda seguridad,
6 se lo han echado al bolsillo.
7 ¿Quieres preguntárselo a las bestias? te instruirán.
7 Pregúntaselo a las aves del cielo, te lo dirán.
8 Los que se arrastran por el suelo te lo enseñarán.
8 y los peces del mar te darán los detalles.
9 ¿Quién no sabe entre las criaturas
9 que todo esto lo hizo la mano de Dios?
10 El, que tiene en su mano el soplo de todo viviente
10 y el espíritu de todo ser humano.
13 En él están la sabiduría y el poder,
13 a él pertenecen el consejo y la inteligencia.
14 Si El destruye, nadie puede reconstruir;
14 el prisionero que El tiene no será liberado.
14 Si retiene las aguas, viene la sequía;
15 si las deja correr, inundan la tierra.
16 Son suyas la fuerza y la prudencia,
16 él sabe quién se equivoca y quién lo hace errar.
17 A los ministros los hace andar descalzos,
17 y vuelve locos a los gobernantes.
18 El desabrocha el cinturón de los reyes,
18 y pone en sus caderas el taparrabo del cautivo.
19 Hace andar descalzos a los sacerdotes
19 y derriba a los poderosos.
20 Deja callados a los consejeros probados
20 y priva del recto juicio a los ancianos.
21 Extiende el desprecio sobre los nobles
21 y a los fuertes se les caen sus armas.
22 Saca de la oscuridad lo que estaba oculto
22 y saca a la luz lo que estaba en la sombra.
23 Engrandece a las naciones o las destruye,
23 ensancha a los pueblos o los suprime,
24 desanima a los jefes del país,
24 y los hace vagar por desiertos sin caminos;
25 caminan a tientas en tinieblas
25 y se tambalean como un ebrio.

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Comentarios Job, capítulo 12
12,1

Job sigue acusando a Dios. Enumera algunas de las injusticias que comprobamos diariamente. Después, en 12,14-25, observa que el poder de Dios se manifiesta más que todo por su acción devastadora. Vuelca la suerte de los poderosos, desvirtúa la sabiduría de los sabios y no deja que sus empresas tengan éxito.
Job (Job) Capítulo 13
1 Sí, todo esto lo han visto mis ojos,
1 y mis oídos lo han escuchado y entendido.
2 Todo lo que ustedes saben, yo también lo sé,
2 en nada me aventajan ustedes.
3 Pero yo quisiera hablarle al Todopoderoso
3 y echárselo en cara a Dios.
4 Ustedes tal vez no son más que charlatanes,
4 y me traen remedios ilusorios.
5 ¡Quién pudiera obligarlos a guardar silencio!,
5 eso sería el único acto sabio de ustedes.
6 Oigan, por favor, mis críticas
6 y fíjense en la defensa que pronuncian mis labios.
7 ¿Acaso quieren defender a Dios con argumentos falsos
7 y justificarlo con mentiras?
8 ¿Así, van ustedes a ponerse de su parte
8 y a hacer su defensa?
9 ¿No podría ocurrir que los examinase primero
9 y no les fuera tan bien? El no es un hombre;
10 los castigaría a ustedes severamente
10 si favorecieran a alguien en secreto.
11 ¿Ya no temen ustedes su Majestad
11 ni les asusta el terror que inspira?
12 Los refranes de ustedes no son más que polvo,
12 las murallas de ustedes son muros de barro.
13 ¡Cállense, ahora voy a hablar yo,
13 y que me pase cualquier cosa!
14 Voy a jugarme el todo por el todo
14 y pongo mi vida en la balanza.
15 No importa que me quite la vida
15 quiero defender en su presencia mi punto de vista.
16 A lo mejor esto me salva,
16 pues ningún impío comparecería ante El.
17 ¡Oigan bien lo que les digo,
17 pongan atención a mis explicaciones!
18 Voy a ordenar mis argumentos
18 porque estoy seguro que tengo la razón.
19 Si alguien quiere contradecirme,
19 no me queda más que callarme.
20 Concédeme solamente dos cosas
20 y no me esconderé más al verte:
21 saca tu mano que tienes puesta sobre mí
21 y no me asustes más con tu terror.
22 En seguida, exprésate y yo responderé,
22 o mejor, yo hablaré y tú me rectificarás.
23 ¿Cuántas faltas y pecados tengo?
23 ¿Cuál ha sido mi transgresión o mi ofensa?
24 ¿Por qué me vuelves la cara
24 y me tratas como a un enemigo tuyo?
25 ¿Quieres asustar a una hoja que arrastra el viento
25 o perseguir a una paja seca,
26 tú, que dictas contra mí amargas sentencias
26 y que me achacas los pecados de la juventud,
27 que colocas cadenas en mis pies
27 o que vigilas todos mis pasos
27 observando las huellas de mis pies?

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Comentarios Job, capítulo 13
13,1

Frente a las injusticias de la vida, la sabiduría humana no tiene una respuesta adecuada. Job acusa entonces a estos sabios que pretenden justificar a Dios olvidando la realidad (13,1-16). Mejor callar y reconocer nuestra ignorancia.

A lo mejor esto me salva (16). Job está tan convencido de que Dios es justo, que lo quiere obligar a salir de su silencio. Quizá Dios lo hará perecer por su osadía, pero, por lo menos, Job habrá tenido una respuesta y sabrá por qué muere (13,13-20).

Esta actitud temeraria de Job frente a Dios viene a corregir la imagen demasiado difundida de un creyente que acepta resignado sin tratar de comprender. Job no se postra ante Dios como un siervo, sino que, por ser consciente de su dignidad a los ojos de su Hacedor, pide explicaciones.
Job (Job) Capítulo 14
El hombre tiene corta vida
1 El hombre nacido de mujer
1 tiene corta vida y llena de problemas.
2 Como la flor, brota y se marchita,
2 y pasa como sombra, sin detenerse.
2 Se deshace como leña carcomida,
3 como vestido que se come la polilla.
3 ¿Y sobre un ser así pones tú los ojos
3 y lo citas a juicio frente a ti?
4 ¿Quién podrá sacar lo puro de lo impuro?
4 ¡Nadie!
5 Sabiendo que sus días están contados,
5 que de ti depende el número de sus meses,
5 y tú le has puesto un límite que no se puede pasar,
6 aparta de él tu mirada y déjalo
6 hasta que termine su trabajo diario como un jornalero.
7 El árbol tiene una esperanza:
7 pues, si es cortado, aún pueden salirle renuevos,
7 que seguirán brotando.
8 Aunque sus raíces se hayan envejecido en la tierra,
8 y su tronco muera en el suelo,
9 al contacto del agua rebrota
9 y echa ramaje como una planta nueva.
10 Pero el hombre que muere, queda inerte.
10 Cuando un hombre expira, ¿dónde está?
11 Las aguas del mar podrán desaparecer
11 o los ríos podrán agotarse y secarse;
12 el hombre, en cambio, no se levantará.
12 Se gastarán los cielos antes que despierte,
12 nunca saldrán los hombres de su sueño.
12 [BOL] 13-14 ¡Si pudiera un hombre revivir, quisiera que me escondieras en el lugar de los muertos
12 y me ocultaras allí hasta que cese tu ira,
12 fijando una fecha en que vuelvas a acordarte de mí!
12 esperaría la hora del relevo.
15 Me llamarías y te respondería;
15 reclamarías la obra de tus manos.
16 Acabado el tiempo en que contabas mis pasos,
16 no mirarías ya más mis pecados;
17 mi delito quedaría sellado en un saco
17 y mi pecado blanqueado.
18 Pero no; cae el monte
18 y la roca se cambia de lugar,
19 las aguas desgastan las piedras
19 y las lluvias se llevan la tierra,
19 asimismo le quitas al hombre su esperanza.
20 Lo derribas, se acabó, se fue,
20 lo desfiguras y lo mandas al diablo.
21 Si son honrados sus hijos, él no lo sabe;
21 si son despreciados, él no se da cuenta.
22 Sólo puede afligirse por su propia carne
22 y lamentarse por su alma.»

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Comentarios Job, capítulo 14
14,1

Job presenta a través de su causa personal, una crítica de la condición humana, y lo hace en forma muy parecida al Eclesiastés. Subraya del hombre que:

— Su vida es corta.

— Sus sufrimientos son numerosos.

— La gracia de su juventud prepara la caída del adulto.

— Hay en él algo impuro, incomprensible, que echa a perder todo lo que emprende.

— Al contemplar la vida desearía vivir siempre, pero no se le concede.

Pero mientras el Eclesiastés acepta su condición, Job sueña con un Dios que fuera capaz de olvidar su superioridad por unos momentos (15-17) y vendría a conversar con él.

Aquí vemos uno de los resultados de la educación que Dios dispensó a Israel durante siglos. Mientras más entendían los israelitas la alianza que los vinculaba con Dios, más crecían en humanidad. Y si bien sus antepasados, como Jacob y Moisés, se resignaban a una muerte definitiva, ellos aspiraban a un más allá.
14,14

En 14,13-17 Job menciona el lugar de los muertos, en que los judíos pensaban tener, después de la muerte, una apariencia de vida, pero más como reclusos lejos de Yavé que como hombres, que viven y alaban a Dios (ver Is 38,18-19). El que ha sido despertado por Dios y se sabe amado de él, ya no acepta desaparecer para siempre. Y si Dios le concediera sobrevivir en un lugar que no fuera junto a él, siempre anhelaría alcanzarlo: Esperaría la hora del relevo, entonces me llamarías y te respondería.
Job (Job) Capítulo 15
Otro discurso de Elifaz
1 Elifaz de Temán tomó la palabra y dijo:
2 «¿Es ésa la respuesta de un sabio, vanos razonamientos?
3 Y se hincha con puro viento
3 defendiéndose con palabras inútiles
3 y con discursos de que no se saca provecho.
4 ¡Tú, incluso, destruyes la piedad,
4 y no quieres pensar más a la manera de Dios!
5 La maldad de tu interior te hace hablar,
5 te entrega argumentos contradictorios.
6 Tu propia boca te condena, no yo,
6 tus propios labios te acusan.
7 ¿Eres tú el primer hombre que ha nacido?
7 ¿Se te dio a luz antes que las colinas?
8 ¿Sabes acaso los secretos de Dios?
8 ¿Eres dueño de toda la sabiduría?
9 ¿Qué sabes tú, que nosotros no sepamos?
9 ¿Qué comprendes, que no comprendamos?
10 Con nosotros están los ancianos,
10 y hasta nacidos antes que tu padre.
11 ¡Así que no te bastan los consuelos de Dios
11 y las palabras que se te dicen con cariño!
12 ¿Por qué te arrebata tu furor
12 y por qué brillan tus ojos,
13 cuando te enojas contra Dios,
13 con palabras que no salen del corazón?
14 ¿Qué es el hombre y cómo podría ser puro?
14 ¿Cómo puede ser justo un hombre nacido de mujer?
15 Si Dios no confía ni en sus santos,
15 y hasta los cielos no son puros a sus ojos,
16 ¡cuánto menos ese ser abominable y corrompido,
16 el hombre, que bebe la maldad como el agua!
17 Te lo explicaré si me escuchas,
17 te contaré lo que he visto,
18 lo que enseñan los sabios,
18 toda la verdad que aprendieron de sus padres,
19 esos hombres a los que se entregó el país,
19 antes que pasara ningún extranjero.
20 Son un tormento la vida del malvado,
20 los años a los que tiene derecho el violento.
21 Gritos espantosos le resuenan en los oídos.
21 En plena paz sueña con asesinos,
22 desespera salir de las tinieblas
22 y se ve cayendo bajo la espada,
23 tirado en el suelo como pasto de los buitres.
24 Sabe que se acerca el día sin luz,
24 ansiedad y angustia lo vienen a asaltar
24 su mal es peor que si un rey lo atacase.
25 ¡Es que alzaba su mano contra Dios
25 y se atrevía a retar al Omnipotente!
26 Corría contra él con la cabeza gacha,
26 protegiéndose con escudo macizo,
27 pues tenía el rostro hundido en su gordura
27 y su cintura cubierta de grasa,
28 habitaba ciudades destruidas,
28 en cuyas casas ya nadie vive
28 simpre en peligro de derrumbarse.
29 Pero no se enriquecerá, su fortuna no durará;
29 la sombra de su follaje no se extenderá sobre la tierra.
30 El fuego quemará sus brotes
30 y el viento barrerá su flor.
31 No te fijes en su talla,
31 sabemos que eso es vanidad.
32 Su renuevo se marchitará antes de tiempo,
32 y su rama no reverdecerá;
33 como la viña dejará caer sus racimos malos,
33 dejará caer como el olivo su flor.
34 Porque la raza del impío es estéril,
34 y el fuego quema la tienda del soborno.
35 Quien concibe el mal da a luz la desgracia,
35 en su propio vientre madura la decepción.»

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Comentarios Job, capítulo 15
15,1

En los capítulos 15-18, cada uno prosigue sin escuchar al otro: Job expresa su desesperación y sus amigos repiten su convicción de que las desgracias son la suerte del malvado.

Nótese el pasaje 16,8-17,7, que recuerda a Isaías 53 y también a los salmos que evocan la pasión de Cristo. El que sufre, lo sepa o no, comparte la pasión de Cristo; en él sigue el enfrentamiento del pecado con la justicia de Dios. Dios parece despiadado al perseguir a su criatura, al llevarla hasta la humillación total; en rea lidad, está extirpando las raíces de nuestro orgullo.

Los versículos 17,8-10 se deben comprender como una respuesta irónica de Job a sus amigos: ustedes dicen que, al ver la desgracia del malo, los justos alaban la justicia de Dios; entonces, al verme así humillado, alégrense y digan: ¡bien hecho!
Job (Job) Capítulo 16
¿Dónde está mi esperanza?
1 Job respondió diciendo: 2 «¡He oído muchas cosas como éstas!,
2 ¡pesados consoladores son todos ustedes!
3 ¿No se acabarán tus palabras vanas?
3 ¿Que necesidad tienes de discutir?
4 Yo también podría hablar como ustedes
4 si estuvieran en mi lugar y yo en el suyo.
4 Podría llenarlos de discursos
4 y movería la cabeza por ustedes,
5 los reanimaría con discursos bonitos
5 hablando con toda libertad.
6 Pero cuando hablo, no se suaviza mi dolor,
6 y si callo, tampoco se aparta de mí.
7 Pues ahora, el envidioso ha agotado mis fuerzas
7 y su bando se apodera de mí.
8 Se levanta contra mí como acusador,
8 mi calumniador me acusa a la cara.
9 Su furor encontró a quién desgarrar y me persigue,
9 rechinando contra mí sus dientes.
9 Los ojos de mis enemigos me rodean como espadas
10 y abren contra mí su boca.
10 Han golpeado mis mejillas, se burlan de mí,
10 todos juntos me acosan.
11 Dios me ha entregado a los injustos
11 y me ha arrojado en manos de los malvados.
12 Yo vivía tranquilo cuando comenzó a sacudirme,
12 me tomó del cuello y me hizo pedazos.
13 Me convirtió en su blanco,
13 por doquier me apuntan sus flechas;
13 traspasa mis entrañas sin piedad
13 y derrama por el suelo mi hiel.
14 Me llena de heridas
14 y se lanza contra mí como un guerrero.
15 Me he puesto un saco como traje,
15 y he hundido mi frente en el polvo.
16 Mi cara está colorada por el llanto
16 y mis párpados, ojerosos.
17 Y eso que en mis manos no hay violencia
17 y mi oración ha sido pura.
18 ¡Tierra, no tapes mi sangre
18 y que mi grito llegue a todas partes!
19 Pero tengo en los cielos un testigo,
19 allá arriba tengo un defensor.
20 Mi clamor ante Dios habla por mí,
20 mientras mis lágrimas corren ante él.
21 ¡Ojalá pudiera el hombre discutir con Dios
21 lo mismo que lo hace con su prójimo!
22 Son pocos los años que me quedan,
22 y pronto me iré por el camino sin regreso.
Job (Job) Capítulo 17
1 Mi respiración va disminuyendo, y mis días se van apagando
1 y ya no me queda más que el sepulcro.
2 ¿No soy acaso el blanco de las burlas
2 y mis noches envenenan sus insolencias?
3 Coloca tú mismo mi fianza al lado tuyo,
3 ya que ningún amigo se compromete por mí.
4 Les has oscurecido la razón,
4 y ninguno se arriesga en mi favor.
5 No se hacen regalos a los amigos, dicen,
5 para dejar luego a sus hijos en la miseria.
6 Ahora soy el comentario de todo el mundo,
6 y soy como uno a quien le escupen la cara.
7 Mis ojos se cierran de pena
7 no soy más que la sombra de mí mismo.
8 Los hombres correctos se asombran al verme,
8 los buenos ven en mí a un malvado y moralizan.
9 ¡Qué ejemplo para el justo! Se reanima,
9 y la gnte honrada rejuvenece.
10 Pero vuelvan ustedes y acérquense todos,
10 y verán que no hay ni un sabio entre todos ustedes.
11 Mis días han pasado, mis planes han fracasado;
11 mi corazón ansía 12 la noche cuando es de día,
12 y cuando está oscuro la salida del sol.
13 Sólo puedo esperar mi casa entre los muertos,
13 ya he colocado mi cama en las tinieblas.
14 Al sepulcro le dije: “Tú eres mi padre”,
14 y a los gusanos: “Mi madre y mis hermanos.”
15 ¿Dónde está mi esperanza?
15 ¿Quién divisará para mí la felicidad?
16 ¿Acaso bajarán conmigo al infierno
16 y nos encontraremos juntos en el polvo?»
Job (Job) Capítulo 18
1 Bilbad de Suaj tomó la palabra y les dijo:
2 «¿Cuándo terminarán sus palabras?
2 Sé razonable y déjanos hablar.
3 ¿Crees que somos bestias,
3 o nos consideras unos brutos?
4 ¿Por qué te destrozas en tu enojo?
4 ¿Se desolará la tierra otro tanto
4 o las rocas cambiarán de lugar?
5 Sí, la luz del malvado se apaga
5 y no brilla la llama de su fuego.
6 Se oscurece la luz en su tienda
6 y su lámpara encima de él se apaga.
7 Sus pasos vigorosos se acortan,
7 y sus propios designios lo hacen tropezar.
8 Corría, cuando sus pies se prendieron en la red.
8 Caminaba sobre mallas,
9 y por el talón lo apresa el lazo,
9 el garrote le cae encima.
10 Escondida en la tierra está la cuerda para atarlo.
10 Una trampa lo espera en el camino.
11 Por todas partes lo estremecen terrores
11 que lo persiguen paso a paso.
12 Está hambriento en medio de sus riquezas,
12 la desgracia está de pie a su lado,
13 la lepra devora su piel,
13 una fiebre mortal consume sus miembros,
14 lo arrancan de su carpa en que se sentía seguro
14 y lo llevan al rey de los terrores;
15 su tienda ya no es suya y la puedes tomar,
15 se esparce azufre sobre su lugar.
16 Sus raíces abajo se secan
16 y sus ramas arriba se marchitan.
17 Ya nadie se acuerda de él en el país
17 y su nombre ya no se pronuncia.
18 Lo echan de la luz a las tinieblas,
18 lo expulsan del mundo.
19 Para él, ni descendencia ni posterioridad en su pueblo,
19 ni sobrevivientes por donde pasó.
20 Los de occidente y los de oriente
20 se espantan y se asombran de su destino:
21 Eso espera a las moradas de los malos
21 y al país que quiere ignorar a Dios.»
Job (Job) Capítulo 19
1 Job respondió:
2 «¿Hasta cuándo me cansarán
2 y me acorralarán con sus discursos?
3 Ya me han insultado diez veces,
3 ¿y no se avergüenzan de maltratarme así?
4 ¡Aunque de hecho hubiera errado,
4 conmigo estaría mi error!
5 Si quieren triunfar de mí
5 y reprocharme por mi humillación,
6 sepan que es Dios quien me perjudicó
6 y me envolvió con su red.
7 Si grito: ¡violencia!, nadie me responde;
7 y por más que llamo, no me hacen justicia.
8 Ha cortado mi camino para que no pase,
8 ha puesto tinieblas sobre mis senderos,
9 me ha desvestido de mi gloria,
9 me ha quitado de la cabeza mi corona.
10 Corta mis amarras hasta que me vaya
10 arranca de raíz mis esperanzas.
11 Descarga sobre mí su enojo
11 y me trata como su enemigo.
12 Sus bandas llegan a la vez,
12 se abren camino hasta mí
12 y acampan a mi alrededor.
En mi propia carne veré a Dios
13 Ha apartado de mí mis hermanos,
13 y todos mis conocidos tratan de alejarse.
14 Ya no me ven parientes ni familiares,
14 me olvidaron los allegados a mi casa.
15 Mis sirvientas me tienen por extraño,
15 me miran como un desconocido.
16 Si llamo a mi criado, no me hace caso
16 aunque se lo suplique.
17 Mi aliento le cae mal a mi mujer,
17 mis propios hijos me encuentran hediondo.
18 Hasta los niños me desprecian,
18 y hacen burla de mí si me levanto.
19 Todos mis íntimos tienen asco de mí,
19 los que yo amaba se han vuelto contra mí.
20 Bajo mi piel, mi carne se deshace,
20 al desnudo quedan mis huesos como dientes.
21 Apiádense de mí, ustedes mis amigos,
21 que es la mano de Dios la que me hirió.
22 ¿Por qué me persiguen tan cruelmente como Dios
22 y no quedan satisfechos con mi carne?
23 ¡Ojalá que mis palabras se escribieran
23 y se grabaran en el bronce,
24 y con un punzón de hierro o estilete
24 para siempre en la piedra se esculpieran!
25 Bien sé yo que mi Defensor vive
25 y que él hablará el último, de pie sobre la tierra.
26 Yo me pondré de pie dentro de mi piel
26 y en mi propia carne veré a Dios.
27 Yo lo contemplaré, yo mismo.
27 El es a quien veré y no a otro:
27 mi corazón desfallece esperándolo;
28 Ustedes que tratan de condenarme
28 y buscan pretextos contra mí,
29 teman que la espada los hiera a ustedes mismos
29 cuando la cólera de Dios castigue las culpas,
29 y sabrán entonces que hay al fin justicia.»

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Comentarios Job, capítulo 19
19,13

Estos párrafos recuerdn la suerte del anciano, de los enfermos, de todos aquellos que se sienten inútiles, de los que se han vuelto un objeto de repulsión y a los que nadie puede venir en ayuda.

Pero aquí, en el centro del libro, Job reafirma su fe: Bien sé yo que mi defensor vive, y en mi propia carne veré a Dios (25-26).

La misma justicia de Dios exige que él hable después de todos los habladores. Dios a menudo espera que hayan muerto sus servidores para justificarlos; pero al fin se levantará el Defensor; entonces todos lo verán y comprenderán (Sab 5). Así hablaron los justos perseguidos de los cuales habla la Biblia, y el propio Jesús.

Pero aquí, Job no es un oprimido pidiendo que se le haga justicia... Para él no se trata de confundir a sus adversarios, sino de que Dios deje de portarse como un adversario: que se deje ver y le diga por lo menos una palabra.
Job (Job) Capítulo 20
Sofar: el malo perecerá
1 Sofar de Naamat tomó la palabra y dijo:
2 «Mis reflexiones me llevan a contestar
2 a consecuencia de lo que siento.
3 Al oír una lección que me ofende,
3 mis pensamientos me inspiran una respuesta.
4 ¿No sabes tú que desde siempre,
4 desde que fue puesto el hombre sobre la tierra,
5 el triunfo del malvado es breve
5 y el gozo del perverso no dura más que un instante?
6 Aunque se eleve hasta los cielos
6 y toque las nubes con la cabeza,
7 como un fantasma desaparece para siempre;
7 los que lo veían dicen: «¿Dónde está?»
8 Se va como un sueño, se vuela y ya no lo hallan,
8 huye como una visión nocturna.
9 El que solía verlo, no lo ve,
9 y tampoco lo divisa el lugar donde vivía.
11 Sus huesos rebosaban de vigor juvenil,
11 su vigor ahora está junto a él en el polvo.
12 Si el mal era dulce a su boca,
12 si lo ocultó bajo su lengua,
13 si allí lo conservó y lo retuvo
13 y lo guardó en medio del paladar,
14 su comida se corrompe en el estómago,
14 y se vuelve veneno en su interior.
15 Tiene que vomitar las riquezas que tragó,
15 Dios las hace salir de su vientre.
16 Chupaba veneno de áspides,
16 una lengua de víbora lo mata.
17 Ya no verá los arroyos de aceite fresco,
17 los torrentes de miel y de mantequilla.
18 Devuelve su ganancia sin tragarla,
18 y no puede gozar el fruto de su negocio.
19 Porque despojó por la fuerza a los pobres
19 y robó su casa en vez de construirla,
10 sus hijos pagarán a los pobres,
10 y sus propias manos devolverán sus riquezas.
20 Porque su vientre se mostró insaciable,
20 nadie podía resistir a su apetito
21 ni escapar de su comida,
21 por eso, no dura su bienestar.
22 En plena riqueza sufre miseria
22 y cae sobre él la desgracia.
23 Cuando está llenándose el vientre,
23 Dios desencadena sobre él su ira
23 y hace llover sus flechas sobre él.
24 Si logra huir del arma de hierro,
24 lo traspasa el arco de bronce.
25 Una flecha le sale por la espalda
25 la punta atravesó su hígado.
25 Lo invade una angustia mortal,
26 las tinieblas están reservadas para él.
26 Un fuego que no encendió el hombre lo devora
26 y consume cuanto queda en su tienda.
27 Los cielos revelan su falta
27 y la tierra se levanta contra él.
28 Aguas desbordadas se llevan su casa,
28 empujadas por la cólera de Dios.
29 Esta es la herencia que el malvado recibe de Dios,
29 tal es la parte que le fijó.»
Job (Job) Capítulo 21
1 Job tomó la palabra y dijo:
2 «Escuchen, escuchen mis razones,
2 esto sería mejor que consolarme.
3 Déjenme hablar,
3 y cuando haya terminado, podrán burlarse.
4 ¿Acaso pleiteo contra un hombre?
4 Entonces, ¿cómo no me pondría nervioso?
5 Préstenme atención y quedarán espantados
5 y se pondrán la mano en la boca,
6 que yo mismo, al recordar estos hechos,
6 me horrorizo y me dan escalofríos.
Job: los malos lo pasan bien
7 ¿Por qué siguen viviendo los malvados,
7 prolongan sus días y se van haciendo fuertes?
8 Su familia a su lado va aumentando
8 y sus vástagos crecen ante su vista.
9 Nada perturba la paz de sus hogares,
9 la vara de Dios no cae sobre ellos.
10 Sus toros cubren y fecundan
10 y sus vacas paren y no abortan.
11 Dejan correr a sus niños como ovejas;
11 sus hijos brincan de contento.
12 Cantan al son del arpa y de la cítara,
12 al son de la flauta se divierten.
13 Acaban sus días tranquilamente
13 y descienden en paz al lugar de los muertos.
14 Y éstos eran los que decían a Dios: “¡Apártate!
14 no queremos conocer tus caminos.
15 ¿Por qué habría que servir al Todopoderoso
15 y qué ganamos si le suplicamos?”
16 Y tienen a su alcance la felicidad,
16 sin que Dios esté presente en sus proyectos.
17 ¿Será verdad que se apaga la lámpara de los malvados
17 y cae sobre ellos la desgracia
17 y que Dios, en su ira, los destruye?
18 ¿Los vemos acaso como paja ante el viento,
18 como pelusa que arrebata un torbellino?
19 No basta que Dios lo castigue en sus hijos.
19 ¡Que lo castigue en su propia persona, para que aprenda!
20 Que vea su ruina con sus propios ojos,
20 que beba la cólera del Todopoderoso.
21 ¿Qué le importa su familia después de él,
21 cuando se haya cumplido el número de sus meses?
22 Pero, ¿a Dios le van a dar lecciones,
22 a él, que juzga a los seres del cielo?
23 Hay quien muere en lo mejor de su vida,
23 cuando vivía feliz y tranquilo,
24 con los costados bien regor detes
24 y los huesos repletos de sustancia.
25 Y hay quien muere con amargura en el alma,
25 sin haber gustado nunca la felicidad.
26 Juntos, luego, se acuestan en el polvo
26 y los cubren los gusanos.
27 Yo conozco sus razones
27 y sé lo que ustedes piensan de mí.
28 Dicen: ¿dónde está la casa del poderoso
28 y dónde la tienda que habitaban los malvados?
29 Pero, ¿no han preguntado a los que viajan?
29 ¿No saben lo que dejaron escrito?
30 Que de la desgracia el malo es preservado,
30 y no lo alcanza el día de la cólera.
31 ¿Quién le echa en cara su conducta
31 y le da su merecido?
32 Cuando lo llevan al cementerio,
32 su estatua mira sobre la tumba,
33 los terrones del valle le son suaves
33 la gente va desfilando ante él,
33 y lo sigue un pueblo innumerable.
34 ¿Para qué, pues, me dan vanos consuelos?
34 ¡Pura falsedad lo que me contestan!»

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Comentarios Job, capítulo 21
21,7

Aquí reconocemos la queja de Jeremías 12,1, y los planteamientos del salmo 73. En el Antiguo Testamento, los justos se escandalizaban de la prosperidad de los malos porque les parecía una negación de la justicia de Dios. ¿Será verdad, como escuchamos a veces, que la muerte es la última justicia?
Job (Job) Capítulo 22
Elifaz: seguramente te aprovechabas de tus hermanos
1 Elifaz de Temán tomó la palabra y dijo:
2 «¿Qué puede un hombre aportarle a Dios?
2 ¡Sólo a sí mismo es útil el sabio!
3 ¿Qué interés tiene el Omnipotente en que seas justo?
3 O, ¿qué gana él si tu conducta es perfecta?
4 ¿Acaso te corrige por tu piedad
4 y por eso te meterá pleito?
5 ¿No será más bien por tu gran maldad
5 y por tus faltas sinnúmero?
6 Seguramente cobrabas sin razón a tus hermanos,
6 les exigías su ropa e iban desnudos,
7 no dabas agua al sediento,
7 y negabas el pan al hambriento.
8 Si llega un poderoso, se apodera de las tierras
8 y lo pone en manos de sus criaturas.
9 Por cierto, despedías a las viudas con las manos vacías
9 y te aprovechabas de los huérfanos.
10 Por eso, te rodean los lazos
10 y de improvisto te sorprende el terror.
11 La luz se ha oscurecido y ya no ves,
11 y te sumergen aguas desbordadas.
12 ¿No está Dios en lo alto de los cielos?
12 ¡Mira cuán lejanas están las estrellas!
13 Por esto, te dijiste: “¿Qué sabe Dios?
13 ¿Podrá juzgar a través de las nubes?
14 Las nubes hacen de cortina, así que no ve;
14 sólo se pasea por el contorno de los cielos.”
15 ¿Quieres seguir el antiguo camino
15 que anduvieron los hombres perversos?
16 Ellos fueron eliminados antes de tiempo,
16 cuando un río inundó sus habitaciones.
17 Los que decían a Dios: “¡Apártate de nosotros!
18 ¿Qué puede hacernos el Omnipotente?”
18 El hacía que nada faltara en sus casas,
18 pero esos malos no lo tomaban en cuenta.
19 Los justos lo ven y se alegran,
19 y el inocente se burla de ellos.
20 “¡Cómo ha quedado en nada su riqueza!
20 ¡El fuego devoró cuanto tenían!”
21 Reconcíliate, pues, con Dios,
21 haz las paces, y te resultará bien.
22 Escucha de su boca sus preceptos
22 y guarda sus palabras en tu corazón.
23 Si vuelves al Omnipotente con humildad,
23 si alejas de tu tienda la injusticia,
24 si estimas el oro como polvo,
24 y como guijarros los ríos dorados,
25 entonces el Omnipotente será tu oro,
25 y para ti, será plata a montones.
26 Hallarás en el Omnipotente tus delicias
26 y alzarás tu rostro hacia Dios.
27 Lo invocarás y él te escuchará
27 para que puedas cumplir tus mandas.
28 Lo que decidas te saldrá bien
28 y sobre tus caminos brillará la luz.
29 Porque él rebaja lo que es alto
29 y salva al que baja los ojos;
30 él, que libera al inocente,
30 a ti también te salvará si tus manos son puras.»

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Comentarios Job, capítulo 22
22,3

Los discursos de Elifaz se repiten: si Job sufre, es porque ha pecado. Tiene que haber oprimido a su prójimo a pesar de su reputación de integridad. Nótese, sin embargo, en boca de Elifaz la lista de pecados que Job podría haber cometido: siempre se trata de haber oprimido al débil o haber omitido socorrerlo. Jesús no dirá cosas nuevas cuando condene al suplicio eterno a quienes no dieron pan y agua al que le faltaba.
Job (Job) Capítulo 23
1 Job tomó la palabra y dijo:
2 «Hoy aún es rebelde mi queja,
2 no puede mi mano acallarla en mi boca.
3 ¡Ah, si supiera dónde vive,
3 iría hasta su casa!
4 Expondría ante él mi caso
4 y le diría todos mis argumentos.
5 Por lo menos conocería su respuesta
5 y trataría de comprender lo que él dijera.
6 ¿Acaso necesitaría gran fuerza para disputar conmigo?
6 No, no tendría más que escucharme.
7 Reconocería que su demandante es un hombre recto
7 y yo para siempre me libraría de mi juez.
8 Pero si voy al oriente, no está allí;
8 al occidente, tampoco lo descubro;
9 si lo busco al norte, no lo encuentro;
9 si vuelvo al mediodía, no lo veo.
10 Mas El me conoce,
10 sea que ande o que me pare,
10 y si me prueba en el crisol, saldré puro.
11 Mis pies han pisado sus huellas,
11 he seguido su camino sin desviarme;
12 no me aparté del precepto que declaró,
12 sino que puse en mi corazón sus palabras.
13 Pero él así decidió: ¿quién se lo impedirá?
13 Lo que le dio ganas lo hará,
14 pues siempre cumple su propio decreto;
14 y tiene proyectadas muchas cosas parecidas.
15 Por eso, estoy horrorizado ante él,
15 y cuando reflexiono, le tengo miedo.
16 Dios me ha hecho perder el valor
16 y el Omnipotente me ha espantado
17 porque no callaba al caer las tinieblas
17 y la oscuridad que envolvió mi rostro.

**
Comentarios Job, capítulo 23
23,1

Job vuelve a repetir una de sus acusaciones: Dios nos espía sin que podamos encontrarlo (ver c. 7). El malestar debido a esta situación es una de las raíces del ateísmo.
Job (Job) Capítulo 24
¿Por qué Dios no se entera?
1 ¿Por qué el Todopoderoso no se entera de lo que sucede
1 y sus fieles no comprueban su justicia?
2 Los malvados cambian los linderos,
2 llevan a pastar rebaños robados.
3 Se roban el burro de los huérfanos,
3 y confiscan el buey de la viuda.
9 Se arranca al huérfano del pecho materno,
9 se toma en prenda el hijo del pobre.
4 Los mendigos tienen que apartarse del camino,
4 todos los pobres del país han de esconderse.
5 Como los burros salvajes en el desierto,
5 salen desde la mañana a buscar su alimento,
5 y a la noche no tienen pan para sus hijos.
6 Salen de noche a segar el campo
6 y a vendimiar la viña del malvado.
7 Pasan la noche desnudos, sin tener qué ponerse,
7 sin un abrigo contra el frío.
8 Están empapados por la lluvia de las montañas,
8 sin tener donde guarecerse se sujetan a las rocas.
10 Andan desnudos, sin ropa,
10 y sienten hambre mientras llevan las gavillas.
11 Mueven el molino para exprimir el aceite
11 y pisan la uva de los lagares, pero quedan con sed.
12 En la ciudad gimen los moribundos,
12 y los heridos piden socorro,
12 pero Dios no atiende a sus súplicas.
14 De madrugada se levanta el asesino
14 para matar al pobre indigente.
15 Luego el adúltero espera el anochecer,
15 dice: “Ahora nadie me verá”,
15 y pone un pañuelo sobre su rostro.
16 asalta las casas que notó en el día
16 y perfora sus muros en la oscuridad.
13 Todos son enemigos de la luz,
13 que no conocieron sus caminos,
13 y no volverán por sus senderos,
17 La mañana es para ellos tinieblas
17 y al salir el sol los asusta.
25 Si no es así, ¿quién me desmentirá
25 y rebatirá mis palabras?»
24
18 Huye veloz,
18 se parece a la espuma de las aguas,
18 y evita el camino de las cumbres,
19 Un calor sofocante evapora sus aguas
19 y quema lo que queda de su trigo.
20 El seno que lo formó se olvida de él,
20 y su nombre no se recuerda más:
20 la maldad ya no es más que un árbol cortado.
21 Pues maltrataba a la mujer sin hijos
21 y no atendía a la viuda.
22 Hay Uno que con su fuerza agarra a los poderosos,
22 que si se levanta, nadie podrá escaparse.
23 Dios permitió que progresara seguro,
23 pero vigilaba sus caminos.
24 Se encumbró por un instante, y ya no existe,
24 se ha marchitado como espiga cortada.

**
Comentarios Job, capítulo 24
24,1

Una terrible acusación contra Dios, que sigue callando cuando ante su mirada están los oprimidos. Pocos profetas han expresado con más fuerza el horror de la maldad humana.

Los pobres del país han de esconderse (4). Bien es cierto que los medios de comunicación se han abierto a la miseria universal y tal vez debemos ver en esto que sea uno de los efectos del Evangelio (como también el hecho de que las otras religiones se han abierto a estas perspectivas en los últimos años). Pero no por eso se puede negar que cada país disimula sus pobres y que los ricos viven tan aparte que encuentran muy pocos pobres en su camino. Pero esto no sería nada si Dios también no pareciera ignorarlos a veces (y aceptar que la Iglesia frecuentemente olvide de ofrecerles el Evangelio).
24,14

Este párrafo parece estar aquí fuera de lugar. El Dios de la luz deja que haya en la tierra zonas oscuras en que actúan los hijos de las tinieblas.

El párrafo 24,18-23 viene a continuación de 27,13.
Job (Job) Capítulo 25
1 Bildad de Suaj tomó la palabra y dijo:
2 «El tiene con qué imponerse y hacer temblar,
2 hace él reinar la paz en las alturas.
3 ¿Se pueden acaso contar sus tropas?
3 ¿Sobre quién su luz no se levanta?
4 ¿Cómo puede un hombre justificarse ante Dios?
4 ¿Cómo será puro el que nació de mujer?
5 Si ni la luna es clara,
5 ni las estrellas son puras a sus ojos,
6 ¡cuánto menos el hombre, este gusano,
6 el hijo del hombre, esta lombriz!

**
Comentarios Job, capítulo 25
25,1

Bildad nos ofrece una nueva presentación de la esplendidez del mundo. La gente de ese tiempo tenía ideas todavía muy primitivas sobre el origen del mundo. Se conformaban con las leyendas de los pueblos vecinos, cananeos, caldeos, que mostraban al universo organizado por los dioses después de haber destruido a los monstruos del caos. Los judíos, durante mucho tiempo, dijeron cosas bien parecidas; se conformaban con borrar de las leyendas lo que recordaba a los dioses paganos y hablaban de una primera victoria de Yavé en los orígenes del universo. Ver también Isaías 51,9.

Con posterioridad a esos poemas fue escrito el primer capítulo del Génesis, en que se purifica la noción de Dios Creador. Dios hizo todo desde el comienzo, y por su sola palabra.
Job (Job) Capítulo 26
5 Las sombras tiemblan debajo de la tierra,
5 las aguas y sus habitantes se estremecen.
6 El reino de la muerte no le está oculto,
6 el lugar de los muertos está descubierto ante él.
7 El extiende el norte sobre el vacío,
7 suspende la tierra sobre la nada.
8 Encierra la lluvia en los nubarrones
8 y la nube no se rasga con el peso.
9 El cubre la cara de la luna llena
9 y le da por velo sus nubes,
10 encierra las aguas en el cerco del horizonte,
10 que es el límite de la luz con las tinieblas.
11 Las columnas del cielo se tambalean
11 y se llenan de miedo cuando amenaza.
12 Con su poder dividió el mar
12 y con su inteligencia aplastó a Rahab.
13 Su soplo ha despejado los cielos,
13 su mano traspasó la Serpiente huidiza.
14 Esto es sólo el exterior de sus obras,
14 sus ecos tan sólo percibimos.
14 ¿Quién podrá comprender su trueno poderoso?»
1 Job respondió con estas palabras:
2 “¡Qué bien sabes ayudar al débil
2 y socorrer al inválido!
3 ¡Qué buenos consejos das al ignorante,
3 qué profundo conocimiento has demostrado!
4 Pero ¿a quién van dirigidas tus palabras
4 y quién te las inspiró?»

**
Comentarios Job, capítulo 26
26,1

Job constata irónicamente: todo esto, ¿qué tiene que ver con el objeto de la discusión?
26,5

El párrafo 26,1-4 viene al final del capítulo 26.
Job (Job) Capítulo 27
1 Job continuó su discurso y agregó:
2 «¡Por la vida de Dios que me niega justicia,
2 por el Omnipotente que me llenó de amargura,
3 mientras esté mi espíritu en mí
3 y el aliento de Dios en mis narices,
4 no diré falsedad
4 ni saldrá mentira de mi boca!
5 Lejos de mí darles la razón:
5 mantendré mi inocencia hasta la muerte.
6 Mantendré que he actuado bien,
6 pues mi conciencia no se avergüenzo de mi pasado.
7 Sea reconocido culpable mi enemigo
7 y mi adversario tenga la suerte del malvado.
8 Porque, ¿qué puede esperar el malvado
8 cuando suplica,
8 cuando eleva su alma a Dios?
9 ¿Escuchará Dios sus gritos
9 cuando le llegue la desgracia?
10 ¿Acaso se complacerá el malo en el Omnipotente,
10 o lo invoca en todo momento?
11 Miren que les enseño el proceder de Dios
11 y no les oculto sus pensamientos.
12 Y si todos ustedes lo han visto,
12 ¿para qué, pues, esos vanos discursos?
13 Esta es la suerte que le reserva Dios al malvado
13 el porvenir que el Poderoso reserva a los opresores:
14 por numerosos que sean sus hijos, los espera la espada;
14 sus descendientes carecerán de pan.
15 La peste arrasará con los sobrevivientes,
15 y sus viudas no les llorarán.
16 Aunque el malo junte plata como polvo,
16 y amontone vestidos como el barro,
17 él los prepara, pero los vestirá el justo,
17 un hombre sin maldad heredará su plata.
18 La casa que edificó no vale más que un nido,
18 es como cabaña que construye un guardia.
19 Se acuesta rico, pero por última vez;
19 pues al abrir los ojos no le queda nada.
20 En pleno día lo asaltan los terrores
20 y por la noche lo arrebata el torbellino.
21 El viento del oriente lo levanta y se lo lleva,
21 ha sido soplado de donde estaba.
22 le tiran piedras sin compasión
22 no puede huir de la mano que lo golpea.
23 Baten palmas contra él
23 y lo silban allí donde lo encuentran.
Job (Job) Capítulo 28
Los mineros alaban la sabiduría de Dios
1 La plata tiene su mina
1 el oro un lugar donde se purifica.
2 El hierro se extrae de la tierra,
2 una piedra fundida se hace cobre.
3 Se descubre el secreto de las tinieblas,
3 se busca hasta el último extremo
3 en la piedra oscura y opaca.
4 Un pueblo extranjero abre galerías
4 en lo recóndito donde nadie ha penetrado,
4 y se suspenden y balancean lejos de los humanos.
5 La tierra, de donde sale el pan,
5 está envuelta en sus entrañas por el fuego,
6 allá donde las piedras son zafiros
6 y contienen polvo de oro.
7 El ave de rapiña no conoce ese sendero
7 ni el ojo del buitre lo ha advertido;
8 las bestias feroces no han pisado por ese camino
8 ni el león jamás lo ha atravesado.
9 El hombre aplica su mano al pedernal,
9 y estremece los cimientos de las montañas.
10 Abre canales en las rocas,
10 su ojo busca todo lo que sea precioso.
11 Explora las fuentes que brotan de la tierra
11 y saca a la luz lo que estaba escondido,
12 pero la sabiduría, ¿de dónde viene,
12 dónde se hallará la inteligencia?
13 Ignora el hombre su camino,
13 no lo encontrará en la tierra de los vivos.
14 El abismo dijo: “No está en mí.”
14 Y respondió el mar: “Tampoco la tengo.”
15 No se puede dar por ella oro fino,
15 ni comprarla por plata;
16 no se valora con oro de Ofir,
16 ni con el ágata preciosa ni el zafiro.
17 No se comparan con ella ni el oro ni el cristal,
17 ni se la cambia por un vaso de oro puro.
18 Corales y cristales ni se nombren.
18 Conseguir la sabiduría vale más que extraer perlas.
19 No la puede igualar el topacio de Etiopía,
19 ni con el oro más puro se valora.
20 Entonces ¿la sabiduría de dónde sale?,
20 ¿habrá un lugar de la inteligencia?
21 Ha estado oculta a los ojos de todo ser viviente
21 y aun a las aves del cielo.
22 El infierno y la muerte confiesan:
22 No la conocemos más que de oídas.
23 Sólo Dios conoce su camino,
23 sólo él sabe dónde está,
24 él que mira hasta los extremos de la tierra
24 y ve todo lo que existe debajo de los cielos.
25 Cuando determinó la fuerza de los vientos
25 y fijó a las aguas su medida;
26 cuando impuso leyes a la lluvia
26 y un camino al fragor del trueno,
27 entonces la vio y le puso precio,
27 la examinó y conoció sus secretos.
28 Entonces dijo al hombre: “Mira, el temor del Señor es la sabiduría; y huir del mal es la inteligencia.”»

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Comentarios Job, capítulo 28
28,1

Este poema viene como un intermedio y un tiempo de descanso, después de la discusión de Job con sus amigos. No olvidemos que Job es de Us, en las tierras de Edom, país reputado por su «sabiduría», pero también rico en minas de cobre y gemas.

Los mineros, «hombres de la lámpara», saben buscar en el interior de los cerros las riquezas escondidas: oro, plata y piedras preciosas. Pero ¿quién encontrará la sabiduría de Dios? Algo semejante se encuentra en Baruc 3,15-30.
Job (Job) Capítulo 29
El que me oía me llamaba dichoso
1 Job prosiguió su poema y dijo:
2 «¡Quién me hiciera volver a los meses de antaño,
2 a los días en que Dios me protegía,
3 cuando hacía brillar su lámpara sobre mi cabeza,
3 y su luz me guiaba en las tinieblas!
4 ¡Ah, si pudiesen volver los días de mi otoño,
4 cuando rodeaba Dios mi tienda,
5 cuando el Todopoderoso estaba aún conmigo
5 y me rodeaban mis hijos,
6 cuando mis pies se bañaban en leche
6 y corrían de la roca arroyos de aceite!
7 Si yo salía a la puerta que domina la ciudad
7 y me sentaba en la plaza,
8 los jóvenes al verme se retiraban
8 y los ancianos se ponían de pie,
9 los notables interrumpían su conversación
9 y ponían la mano en su boca.
10 La voz de los jefes se apagaba,
10 la lengua se les pegaba al paladar.
21 Me escuchaban en silencio
21 y esperando mi parecer.
22 Después que había hablado, nadie replicaba.
23 Caía sobre ellos mi discurso gota a gota:
23 era la lluvia que aguardaban,
23 el aguacero primaveral que calmaría su sed.
24 Si les sonreía, no se atrevían a creerlo,
24 y recibían gratos cualquier señal de benevolencia.
25 Les trazaba el camino e iba al frente de ellos
25 como un rey en medio de sus tropas,
25 y yo a mi gusto los llevaba a todas partes.
11 Todo el que me oía me llamaba dichoso
11 y quien me veía se declaraba en mi favor.
12 Pues yo libraba al pobre que gemía
12 y al huérfano que no tenía apoyo,
13 la bendición del desgraciado caía sobre mí,
13 y yo alegraba el corazón de la viuda.
14 Me había puesto la justicia como un vestido
14 y llevaba mi rectitud como un manto y un turbante.
15 Era yo los ojos para el ciego,
15 y los pies para el cojo.
16 Era el padre de los pobres,
16 y me preocupaba por la causa del desconocido.
17 Quebraba los colmillos del malvado,
17 de entre sus dientes arrancaba su presa.
18 Y me decía: “Anciano moriré,
18 mis días serán tantos como los granos de arena.
19 Mi raíz se alarga hacia las aguas,
19 el rocío cae de noche en mi ramaje.
20 Mi gloria estará siempre flamante
20 y en mi mano mi arco será fuerte.”

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Comentarios Job, capítulo 29
29,1

En los capítulos 29-31 Job presenta su defensa y asume el papel del justo envidiado y calumniado. Mientras el hombre tiene suerte, es estimado, pero si cae en la desgracia, de repente todos lo miran con otros ojos. Es que un instinto secreto impulsa a la gente a designar un chivo expiatorio en cualquier situación crítica. La excesiva adulación se cambia entonces en persecución.

La defensa de Job es la que paradójicamente muestra las fallas de su integridad. Llevaba mi rectitud como un manto (14). Job se alegraba de hacer el bien. El era un «justo» que tenía conciencia de serlo, y agradecía a Dios, que lo había hecho bueno.

Pero todo esto no era más que la justicia del fariseo. Muy respetuoso de un Dios lejano, Job había edificado solo su vida, sus virtudes y la buena imagen que tenía de sí mismo. Y su perfección, al final, no existía a los ojos de Dios porque, sin decirlo, rivalizaba con él.

El libro de Job nos enseña cuánto necesitamos la venida del Hijo de Dios. Por una parte, hasta que Dios no se nos manifiesta abiertamente, no podemos evitar la duda sobre él y el resentimiento. Por otra parte, si nuestra «justicia» y perfección es lo que realizamos nosotros, estamos muy lejos de tener los sentimientos de los hijos de Dios, y el reino de la gracia se nos queda cerrado.
Job (Job) Capítulo 30
1 Pero ahora se ríen de mí
1 unos más jóvenes que yo
1 y cuyos padres, para mí, no eran dignos
1 ni de mezclarse con los perros de mi ganado.
2 ¿Qué habría hecho con sus manos
2 si no tenían la más mínima fuerza,
2 debilitados como estaban por el hambre y la miseria?
3 Roían las raíces de la estepa,
3 hijos de una tierra desolada y árida.
4 Recogían hierbas por los matorrales,
4 su pan eran las raíces de retama.
5 Los expulsaban de la sociedad,
5 y se gritaba tras ellos como tras un ladrón,
6 por lo que moraban en lo abrupto de los torrentes,
6 en huecos de la tierra y de las rocas.
7 Rugían entre las zarzas,
7 y se reunían bajo los espinos.
8 Hijos de ruines, hijos de desconocidos,
8 los arrojaban del país.
9 Ahora, sin embargo, les sirvo de canción
9 y soy objeto de sus burlas.
10 Se espantan al verme y se alejan
10 y sin miramientos escupen a mi paso.
11 Desde el día en que me quebró y me humilló,
11 ya no se contuvieron en mi presencia.
12 A mi derecha se levantan acusadores,
12 mis pies están atrapados en la red,
12 se están abriendo caminos hacia mí.
13 Me cortaron la huida, me asaltan,
13 y no hay quién los detenga;
14 se han abierto paso, ¡aquí están!
14 se inflitran bajo los escombros.
15 Los terrores caen sobre mí,
15 el viento se llevó mis esperanzas,
15 mi bienestar se me fue como una nube.
16 Y ahora se va deshaciendo mi vida,
16 los días de aflicción se han apoderado de mí.
17 De noche se me taladran los huesos
17 y no descansan mis llagas.
18 Con gran fuerza agarra Dios mi manto,
18 me aprieta el cuello de la túnica.
19 Me ha tirado en el fango,
19 ya no soy más que polvo y ceniza.
20 Clamo a ti, y tú no me respondes;
20 me presento, y no me haces caso.
21 Te has vuelto cruel conmigo,
21 me persigues con toda la fuerza de tus manos.
22 Me llevas y me haces cabalgar sobre el viento,
22 hasta que una tormenta me deshace en agua.
23 Bien sé que me conduces a la muerte,
23 al lugar de reunión de todos los vivientes.
24 Sin embargo, contra el pobre no levantaba mi mano
24 cuando en su angustia clamaba a mí.
25 ¿No lloré con quien tuvo días duros?
25 ¿No se entristeció mi corazón por el pobre?
26 Yo esperaba la dicha, y llegó la desgracia.
26 Esperaba la luz, y vino la oscuridad.
27 Mis entrañas se agitan sin descanso,
27 porque me vinieron al encuentro días de aflicción.
28 Tengo la piel quemada pero no por el sol.
28 En la asamblea quise hablar, pero fue sólo un chillido.
29 Me he hecho hermano de chacales,
29 compañero de avestruces.
30 Mi piel se ha ennegrecido sobre mí,
30 mis huesos se van consumiendo por la fiebre.
31 Tomé mi cítara para la lamentación
31 y mi flauta se puso a tono con las lloronas.
Job (Job) Capítulo 31
¿Acaso comí solo mi pedazo de pan?
1 Yo había hecho ese pacto con mis ojos
1 de ni siquiera mirar a una doncella.
2 Pues, ¿cuál es la parte que Dios nos envía desde arriba
2 y cómo devuelve el Omnipotente desde lo alto?
3 ¿No es acaso la desgracia para el injusto
3 y la prueba para los que actúan con maldad?
4 El sabe cuál ha sido mi conducta
4 y conoce todos mis pasos.
5 Nunca he andado con mentiras
5 ni me he afanado en engañar a los demás.
6 Que me pese Dios en la balanza de la justicia,
6 y se dará cuenta de mi honradez.
7 Si mis pasos se apartaron del buen camino,
7 si mi corazón corrió tras lo que veían mis ojos,
7 si he manchado mis manos,
8 ¡que otro coma lo que yo sembré,
8 y sean arrancados mis retoños!
9 Si mi corazón se dejó seducir por mujer,
9 si estuve acechando a la puerta de mi prójimo,
10 ¡sea para otro mi mujer,
10 y otros brazos la estrechen!
11 Pues hubiera sido una infamia,
11 un crimen condenado por los jueces,
12 un fuego que devora hasta la perdición
12 y que habría consumido mis cosechas.
13 Si he menospreciado el derecho de mi siervo,
13 o de mi sierva, cuando se quejaron de mí,
14 ¿qué podré hacer cuando Dios me juzgue?;
14 y cuando me pida cuentas, ¿qué responderé?
15 Me formó a mí y a ellos en el seno materno,
15 un mismo Dios nos formó en el vientre.
16 No les negué a los pobres lo que deseaban,
16 ni a la viuda dejé aguardando en vano.
17 ¿Acaso comí solo mi pedazo de pan,
17 sin compartirlo con el huérfano?
18 Al contrario, desde la infancia lo traté como un padre,
18 y desde joven he protegido a la viuda.
19 No he visto a un necesitado sin vestido
19 ni algún pobre desnudo,
20 sin que en lo íntimo de su ser me bendijera,
20 porque del vellón de mis corderos se había calentado.
21 Si he alzado mi mano contra un huérfano
21 porque pensaba que podía contar con los jueces,
22 que mi espalda se desprenda del cuello
22 y que mi brazo se parta en el codo.
23 Porque temo los castigos de Dios
23 y no podría resistir ante su majestad.
24 No he puesto en el oro mi confianza,
24 ni he exclamado: “Tú eres mi apoyo.”
25 No me complací en la abundancia de mis bienes
25 ni de lo mucho que habían adquirido mis manos.
26 ¿Acaso, al ver el sol en su esplendor
26 y la luna que radiante caminaba,
27 mi corazón se dejó seducir en secreto,
27 y le mandé con mi mano un beso de mi boca?
28 También esto habría sido una falta criminal,
28 porque habría renegado del Dios que está en lo alto.
29 ¿Acaso me alegré de la mala suerte de mi enemigo
29 y me sentí feliz por la desgracia que lo afectaba?
30 No he permitido que mi lengua pecara
30 deseándole la muerte como una maldición.
31 Decían las gentes de mi casa:
31 ¿Hay alguien que no se haya saciado en su mesa?
32 Tenía abierta mi puerta al caminante
32 y el forastero pasaba la noche a la intemperie.
38 Si la tierra clamó contra mí
38 y junto con ella lloraron sus surcos,
39 por haber yo comido sus frutos sin pagarlos
39 o porque hice exhalar el alma a su dueño,
39 y en lugar de cebada, hierba maloliente!»
33 ¿Acaso disimulé mis culpas como hace un cualquiera,
33 ocultando el pecado en mi seno?
34 ¿Acaso debí temer al rumor público
34 hasta quedarme callado y encerrado en mi casa?
35 ¡Quién me diera que se me escuchara!
35 Ahí va mi firma: ¡que me responda el Omnipotente!
36 La acusación escrita por mi adversario,
36 estoy listo para llevarla sobre mi espalda
36 y me la ceñiré como una corona.
37 A él le daré cuenta del número de mis pasos
37 y me acercaré a él como un príncipe.  

**
Comentarios Job, capítulo 31
31,1

Job examina su conducta pasada refiriéndose a la Ley de Dios, tal como la presentaba el Antiguo Testamento. Ley de bondad y rectitud centrada sobre la atención al prójimo. En un mundo que gozaba de un nivel de vida muy modesto, al que tenía la suerte de no faltarle lo necesario se le hacía una obligación compartir con su hermano más desdichado. El pecado más grave era faltar a la solidaridad social.

En el examen de conciencia de Job aparece el pecado de idolatría (vv. 26-28); éste, sin embargo, ocupa un lugar muy reducido al lado de otra rebeldía contra Dios, la del hombre que quiere gozar solo de «sus» bienes.
Job (Job) Capítulo 32
SEGUNDA PARTE: INTERVIENE ELIHÚ
1 Y aquellos tres hombres dejaron de replicar a Job porque lo creían justo.
2 Entonces Elihú, hijo de Barakel, busita de la familia de Ram, se enojó contra Job, porque creía tener razón frente a Dios;
3 y también contra sus tres amigos, porque no habían encontrado qué responder y así habían dejado mal a Dios.
4 Elihú había esperado mientras hablaban con Job, porque ellos eran mayores que él.
5 Pero cuando vio que los tres hombres ya no respondían, se enojó.
6 Elihú tomó la palabra y dijo:
6 «Yo soy joven y ustedes ancianos,
6 y por eso temía
6 y sentía miedo de manifestarles mi saber.
7 Yo me decía: hablará la edad
7 y de los muchos años brotará la sabiduría.
8 Pero no; ella es en el mortal fruto de una inspiración,
8 un espíritu salido del Omnipotente da la inteligencia.
9 Los sabios no son los ancianos,
9 ni por ser viejos comprenden lo que es justo.
10 Por eso, ahora les digo: “Escúchenme
10 y yo también demostraré mi saber.”
11 Yo puse atención a sus discursos
11 y me fijé en sus razones
11 mientras ustedes buscaban palabras.
12 Los escuché a ustedes atentamente,
12 pero veo que nadie critica a Job,
12 ninguno responde a sus razones.
13 No digan, pues: “Hemos alcanzado la sabiduría;
13 es Dios quien nos enseña, no un hombre.”
14 No ordenaré palabras como ésas,
14 ni les replicaré en los términos que usaron ustedes.
15 Están vencidos, ya no saben qué responder
15 y les faltan las palabras.
16 Yo esperé, pero ya no hablan,
16 se callan a la vez sin haberlo rebatido.
17 Por eso, responderé yo
17 y manifestaré también mi parecer.
18 Porque me siento lleno de palabras
18 y me empuja un fuego interior.
19 Dentro de mí hay como un vino que fermenta,
19 y que revienta los odres nuevos.
20 Hablaré para desahogarme,
20 abriré mis labios y responderé.
21 No tomaré partido por nadie,
21 a nadie adularé,
22 porque no sé adular, y si lo hiciera,
22 mi Creador me echaría al viento.

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Comentarios Job, capítulo 32
32,1

Con la intervención de Elihú empieza la segunda parte del libro, muy posiblemente insertada posteriormente (ver 31.37). Todo ha sido dicho y los discursos de Elihú no cambiarán la conclusión.

El, sin embargo, tiene su propio punto de vista. Pareciera que considera la discusión anterior como demasiado teórica, y prefiere destacar el aspecto pedagógico del obrar divino: muchas situaciones que nos parecen injustas, dejan se serlo si superamos nuestras primeras impresiones. Recuerda también que Dios, si bien no se manifiesta, sabe sin embargo darnos advertencias.

— Tú preguntas dónde estaban tus fallas, pero, a lo mejor, Dios te había avisado de mil maneras y no lo habías tomado en cuenta: 33,13-18.

— Tú te desesperas en tu enfermedad, pero a lo mejor con ella Dios te quiere instruir: 33,19-25 y 34,31-33. Te quejas de Dios en la aflicción, pero a lo mejor no lo invocabas cuando te iba bien: 35,8-13.

Elihú siente que hay algo falso en la justicia de Job, pero no sabe decir qué, y, como hicieron los amigos de Job, busca pecados secretos que éste habría cometido. La realidad es que a Job le falta tener la justicia evangélica, que es el amor humilde a Dios.
Job (Job) Capítulo 33
¿Has escuchado las advertencias de Dios?
1 Escucha, Job, mis palabras,
1 pon atención a mis discursos.
2 Ya ves que he abierto mi boca,
2 y he empezado a hablar.
3 Mi corazón me dicta palabras de sabiduría
3 que pronunciaré con claridad.
4 El espíritu de Dios me hizo,
4 y el soplo del Omnipotente me dio vida.
5 Si puedes, respóndeme,
5 prepárate para replicarme.
6 Mira, ante Dios soy igual que tú,
6 también yo fui modelado de barro.
7 Por eso, no tendrás que atemorizarte ante mí.
7 ni temerás que te apremie mi mano.
8 No dejas de repetir,
8 pues he oído el son de tus palabras:
9 “Soy puro, no tengo pecado;
9 estoy limpio y en mí no hay culpa.
10 Dios es el que busca pretextos
10 y me tiene por su enemigo;
11 pone trabas a mis pies
11 y vigila mis pasos.”
12 Te respondo: Estas quejas no valen,
12 pues, ¡cuánto supera Dios al hombre!
13 ¿Por qué le haces este reproche
13 de que no contesta tus palabras?
14 Pero mira que Dios habla una vez
14 y no lo repite dos veces.
15 En sueños, en visión nocturna,
15 cuando desciende el sueño sobre los hombres,
15 mientras los humanos duermen en su cama,
16 él les abre el entendimiento
16 y los espanta con apariciones,
17 para retraerlos del mal
17 y apartarlos del orgullo.
18 Así le ahorra la tumba a su alma
18 y salva su vida de la muerte.
19 Ve cómo Dios instruye al hombre en su cama,
19 por medio del dolor y de la fiebre,
20 cuando está hastiado del pan
20 y rechaza los manjares apetitosos.
21 Cuando su carne desaparece a la vista
21 y los huesos se transparentan,
22 cuando su alma se acerca al sepulcro
22 y su vida a la morada de los muertos.
23 Si hay junto a él en ese momento
23 un ángel de Dios,
23 un intercesor que le indique su deber,
24 que tenga piedad de él y diga:
24 “Líbralo, ¡oh Dios!, de bajar al sepulcro,
24 aquí tengo lo que él debía pagar.”
25 Entonces, su carne rejuvenece
25 como en los días de su adolescencia.
26 Se vuelve a Dios que le hace caso,
26 lo va a visitar y estalla de alegría.
27 Luego publica lo sucedido
27 y dice entre los hombres:
27 “Había yo pecado y torcido el derecho,
27 pero Dios no me ha tratado según mi culpa,
28 libró mi alma del sepulcro
28 y vivo ahora gozando la luz.”
29 Esto es lo que hace Dios,
29 dos y tres veces con el hombre,
30 para sacar su alma del sepulcro
30 e iluminarla con la luz de los vivos.
31 Fíjate, Job, y escúchame,
31 guarda silencio y yo hablaré.
32 Si tienes algo que decir, respóndeme,
32 habla, que yo quiero darte la razón.
33 O si no, escúchame,
33 cállate y yo te enseñaré la sabiduría.»

**
Comentarios Job, capítulo 33
33,1

Elihú dice a Job: te crees inocente, pero de seguro no has hecho caso de las advertencias de Dios. A pesar de que Dios está fuera de nuestro alacance, no deja de comunicarse con los hombres por mediación de sus «angeles», es decir, los sueños, las inspiraciones, los encuentros. (Sabemos que ángel quiere decir mensajero.) El hombre que se queja de Dios es el mismo que no supo ver ni escuchar, y que no ha sido capaz de recibir estos mensajes de Dios que son las reprensiones y consejos de nuestro prójimo cada vez que nos corrige fraternalmente.

Elihú muestra cómo la prueba es para todos una lección de humildad (36,1-21).
Job (Job) Capítulo 34
1 Elihú continuó hablando y dijo:
2 «Sabios y doctos, escuchen,
2 presten atención a mis palabras.
3 Porque el oído aprecia las palabras
3 como el paladar gusta los manjares.
4 Examinemos, pues, entre nosotros lo que es justo,
4 reconozcamos lo que es bueno.
5 Job ha dicho: “Yo soy justo,
5 pero Dios niega mi derecho
6 y miente en contra mía,
6 mi llaga es incurable, a pesar de que no tengo culpa.”
7 Pero, ¿acaso hay alguien como Job
7 que se burla tan fácilmente como bebe?
8 Ahora toma el partido de los malvados
8 y camina con los hombres impíos.
9 Job ha dicho: “El hombre no saca provecho
9 con estar en gracia de Dios.”
10 Por eso, ustedes que saben pensar, escúchenme:
10 Lejos de Dios el mal,
10 y del Omnipotente, la injusticia.
11 Porque él retribuye la obra del hombre
11 y trata a cada uno según su conducta.
12 Ciertamente, Dios no hace el mal
12 y el Omnipotente no tuerce el derecho.
13 ¿Quién le confió la tierra,
13 y le encargó el mundo entero?
14 Si llamara de vuelta a su sabiduría
14 y recogiera su soplo y su espíritu,
15 en un instante moriría toda la tierra
15 y los hombres volverían al polvo.
16 Si tienes inteligencia, escúchame
16 y presta atención a mis palabras:
17 ¿Acaso puede gobernar el que odia el derecho?
17 ¿Cómo vas a condenar al Justo Supremo?
18 El puede decir a un rey: ¡Infame!,
18 y a los príncipes: ¡Malvados!
19 No toma el partido de los príncipes
19 ni distingue entre el rico y el pobre,
19 porque todos son obra de sus manos.
20 Mueren de noche en un instante:
20 se amotina un pueblo
20 y derriba al tirano sin esfuerzo.
21 Pues sus ojos vigilan los caminos del hombre,
21 y observan todos sus pasos,
22 no hay tinieblas ni sombras
22 donde puedan esconderse los malvados.
23 Al hombre no le fija fecha
23 para presentarse ante Dios:
24 derrota a los grandes sin averiguaciones
24 y pone a otros en su lugar.
25 El, conocedor de sus obras,
25 los derriba en una noche y quedan aplastados,
26 los abofetea como a malvados
26 allí donde todos puedan verlos,
27 porque se apartaron de él
27 y no tomaron en cuenta su voluntad
28 mientras hasta élsubía el grito de los débiles:
28 él escuchaba el lamento de los pobres.
29 Si Dios calla, ¿quién lo moverá?
29 Si esconde su rostro, ¿quién lo descubrirá?
29 Vela sobre las naciones y los individuos,
30 y le quita el poder al opresor del pueblo.
31 Pero si éste dice a Dios: “Me dejé llevar,
31 no volveré a hacer mal;
32 enséñame hasta que yo sepa bien.
32 He cometido crímenes, pero no volveré a hacerlo”;
33 según tu parecer, ¿lo castigará Dios?
33 Dilo, pues, tú que criticas,
33 tú debes responder, no yo;
33 di, pues lo sabes.
34 Los hombres sensatos me dirán,
34 al igual que todo sabio que me escuche:
35 Job habla sin saber,
35 y sus argumentos no valen.
36 Más aún, Job debe ser examinado a fondo
36 por sus respuestas, propias de malvados.
37 Job ahora peca con plena advertencia,
37 ya que niega su falta entre nosotros
37 y no cesa de hablar contra Dios.»
Job (Job) Capítulo 35
Es porque no invocaron a Dios
1 Elihú volvió a tomar la palabra y dijo:
2 «¿Crees que has hablado con sensatez
2 y que te has justificado ante Dios
3 al decirle: Qué te importa?
3 No te alcanza mi pecado.
4 Voy a responderte a ti,
4 y contigo a tus amigos.
5 Contempla los cielos y mira,
5 observa cómo las nubes están más arriba que tú.
6 Si pecas, ¿qué le haces?
6 Si se multiplican tus ofensas, ¿en qué lo perjudicas?
7 Y con ser justo, ¿qué le das
7 o qué recibe él de tu mano?
8 A un hombre como tú afecta tu maldad,
8 tu justicia es a la medida de los hombres.
9 Gritan bajo el peso de la opresión,
9 y claman porque los poderosos los dominan,
10 pero no preguntan: “¿Dónde está Dios, que nos creó,
10 que da en las noches cantares de júbilo,
11 que nos instruye por medio de las bestias
11 y nos da ejemplos en las aves del cielo?”
12 Por eso, él no responde cuando gritan,
12 cuando los malos los maltratan.
13 En vano claman: Dios no escucha,
13 el Omnipotente no los atiende.
14 Peor todavía si dices que no encuentras a Dios,
14 y que después de preparar tu defensa lo esperas.
15 Lo mismo si dices que su enojo no sabe castigar
15 y que no se entera de los abusos.
16 Por tanto, Job habla para decir nada,
16 y multiplica sus discursos por falta de conocimiento.»
Job (Job) Capítulo 36
Dios prueba al hombre para corregirlo
1 Elihú prosiguió diciendo:
2 «Espera un poco y yo te instruiré,
2 pues tengo más que decir en favor de Dios.
3 Voy a llevar muy lejos mi saber
3 y daré la razón a mi Hacedor.
4 En verdad, no hay mentiras en mis palabras,
4 pues el que te enseña es hombre de mucha experiencia.
5 Sabes que Dios es muy fuerte,
5 pero no rechaza al hombre de limpio corazón.
6 No deja vivir al malvado a sus anchas,
6 sino que hace justicia a los desvalidos:
7 no aparta su mirada de los justos.
7 Si pone en el trono a los reyes,
7 es para que perdure su reinado;
7 pero si se dejan dominar por la soberbia,
8 entonces se ven cargados de cadenas,
8 amarrados con cuerdas de aflicción.
9 Después les muestra cómo ha sido su conducta
9 y sus faltas nacidas de su orgullo.
10 Les llama la atención al oído,
10 y los manda apartarse del mal.
11 Si escuchan y lo sirven,
11 acabarán felices sus días,
11 y sus años, con toda tranquilidad.
12 Pero si no lo escuchan,
12 les quitará la vida de un golpe
12 y morirán por no haber entendido.
13 Son hombres desleales que se rebelan
13 en vez de suplicarle cuando los encadena,
14 mueren en plena juventud
14 y su vida acaba despreciada.
15 Dios salva al miserable por su misma pobreza,
15 y le enseña por medio del sufrimiento.
16 También a ti te librará de la angustia.
16 una abundancia sin límites la reemplazará,
16 y tu mesa rebosará de sabrosos manjares.
17 Entonces enjuiciarás al malvado
17 justicia y derecho estarán en tus manos.
18 No te dejes, pues, llevar por la ira
18 ni te dejes comprar por los regalos.
19 Pide cuentas tanto al rico como al que nada tiene,
19 al débil como al poderoso.
20 No aplastes a aquellos que te son extraños,
20 para poner en su lugar a tus parientes;
21 guárdate de inclinarte hacia la injusticia,
21 pues ésta fue la causa de tu prueba.
Himno a la grandeza de Dios
22 Mira, Dios es sublime en su fuerza,
22 ¿qué maestro puede comparársele?
23 ¿Quién le pedirá cuentas por lo que hace?
23 ¿Quién le dirá: “Has actuado mal?”
24 Acuérdate, pues, de ensalzar su obra,
24 después que tantos hombres la alabaron.
25 Todo humano la contempla,
25 todo mortal la mira desde lejos.
26 Dios es grande y no sabemos cuánto,
26 el número de sus años es incalculable.
27 El atrae las gotas de agua,
27 los vapores que se transformarán en lluvia.
28 Las nubes la derramarán
28 y la repartirán en el mundo de los hombres.
31 Con esto, alimenta a los pueblos
31 y les proporciona abundante comida.
29 ¿Quién puede comprender el despliegue de las nubes
29 y el trueno que en su morada retumba?
30 Vean cómo extiende sus vapores
30 y cubre las profundidades de los mares.
32 En sus manos ha alzado el rayo
32 y le ordena dar en el blanco.
33 Su trueno lo anuncia a los pastores,
33 y los rebaños sienten la tempestad inminente.

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Comentarios Job, capítulo 36
36,22

Este segundo poema sobre la grandeza de Dios viene a concluir los discursos de Elihú, de la misma manera que el de los «hombres de la lámpara» en 28,2 terminaba los discursos de los tres amigos de Job.
Job (Job) Capítulo 37
1 Por esto, se me estremece el corazón
1 y salta fuera de su lugar.
2 Escuchen el estruendo de su voz,
2 el rumor que sale de su voz,
3 por la inmensidad del cielo arroja su relámpago.
3 que llega a los extremos de la tierra.
4 Detrás de él una voz ruge;
4 truena con su majestuosa voz
4 y no retendrá sus rayos
4 mientras su voz retumbe.
5 Por su voz hace Dios cosas maravillosas,
5 cosas grandes que no comprendemos.
6 A la nieve ordena: Cae sobre la tierra,
6 y a los aguaceros: Sean fuertes.
7 Así mantiene encerrados a los hombres,
7 para que reconozcan que ésa es su obra.
8 Las fieras huyen a sus guaridas
8 y permanecen en sus refugios.
9 Del sur viene el huracán y del norte, el frío.
10 Por el soplo de Dios se forma el hielo
10 y se pone sólida la superficie de las aguas.
11 O bien, las nubes arrojan su rayo
11 y el nublado difunde sus relámpagos.
12 Los envía por todos lados
12 para que hagan el trabajo que él ordena
12 sobre toda la superficie de la tierra.
13 Si es para castigo, harán su voluntad,
13 si es para bendición, será recibida.
14 Presta oídos a esto, Job:
14 detente y observa las maravillas de Dios.
15 ¿Sabes tú cómo manda él a su creación
15 y cómo de la nube brilla el relámpago?
16 ¿Sabes tú cómo flotan las nubes,
16 obra maravillosa del Perfecto Sabio?
17 Tú que sientes quemar tus vestidos
17 cuando la tierra descansa bajo el viento del sur,
18 ¿acaso extendiste con él el firmamento,
18 sólido como espejo de metal fundido?
19 Enséñame qué debemos decirle...
19 Quedémonos aquí que ya viene la oscuridad.
20 Si yo hablo, ¿alguien se lo cuenta?,
20 ¿le informa de lo que uno ha dicho?
21 Pero ya no se ve la luz,
21 oscurecida por las nubes...
21 y ahora pasa el viento que las despeja...
22 Del norte llega una luz dorada:
22 es la gloria terrible en torno a Dios.
23 ¡Es el Poderoso, al que no podíamos alcanzar!
23 Su fuerza es soberana,
23 sus juicios y su justicia no oprimen a nadie.
24 Por eso, los hombres lo deben temer,
24 todos los sabios juntos no son nada ante él.»
Job (Job) Capítulo 38
Yavé responde a Job
1 Yavé respondió a Job en medio de la tempestad, y le dijo:
2 «¿Quién es ese que oscurece mis designios
2 y habla de lo que no sabe?
3 Amárrate los pantalones como hombre;
3 voy a preguntarte, y tú me enseñarás.
4 ¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?
4 ¡Habla, si es que sabes tanto!
5 ¿Sabes tú quién fijó sus dimensiones,
5 o quién la midió con una cuerda?
6 ¿Sobre qué están puestas sus bases
6 o quién puso su piedra angular,
7 mientras cantaban a coro las estrellas del alba
7 y aclamaban todos los hijos de Dios?
8 ¿Quién encerró con doble puerta el mar
8 cuando salía borbotando del seno materno,
9 cuando le puse una nube por vestido
9 y espesos nublados por pañales;
10 cuando le fijé sus límites
10 y le puse puertas y cerrojos
11 diciendo: “Hasta aquí no más llegarás,
11 aquí se romperá el orgullo de tus olas”?
12 ¿Has mandado una vez en tu vida a la mañana
12 o indicado a la aurora su lugar,
13 para que tome los bordes de la tierra
13 y eche fuera de ella a los malhechores?
14 El suelo entonces toma un color de arcilla
14 y se tiñe de rojo como un vestido.
15 Les quita su luz a los malvados
15 y quiebra el brazo que iba a matar.
16 ¿Has llegado hasta donde nace el mar
16 y paseado por el fondo del abismo?
17 ¿Se te han mostrado las puertas de la muerte?
17 ¿Has visto los porteros del país de la sombra?
18 ¿Has medido las llanuras inmensas?
18 ¡Indícalo, si lo sabes!
19 ¿Por dónde se va a la morada de la luz
19 y de dónde salen las tinieblas?
20 Si sabes ir hasta su casa,
20 podrías encaminarlas hasta allá.
21 Pero lo sabes, pues naciste antes que ellas
21 y grande es el número de tus días.
22 ¿Has llegado a los depósitos de nieve?
22 ¿Has visto las reservas de granizo
23 que guardo yo para los días de angustia,
23 para el día de la guerra y del combate?
24 ¿De dónde sale y se difunde la luz,
24 de dónde el viento de oriente que barre la tierra?
25 ¿Quién abre un canal al aguacero
25 y una senda al estrépito de los truenos,
26 para que llueva sobre la tierra inhabitada,
26 sobre el desierto donde no hay un ser humano,
27 para regar las soledades desoladas,
27 y hacer germinar en tierra árida hierba verde?
28 ¿Tiene padre la lluvia?
28 ¿Quién engendra las gotas del rocío?
29 ¿Qué seno dio a luz al hielo?
29 ¿Quién engendra la escarcha del cielo
30 cuando las aguas se endurecen como piedras,
30 y se congela la superficie del abismo?
31 ¿Puedes tú anudar los lazos de las Cabrillas
31 o desatar las cuerdas del Orión?
32 ¿Haces tú salir a su tiempo el lucero del alba
32 y guías a la Osa con sus pequeños?
33 ¿Conoces acaso las leyes de los cielos
33 y haces que sus decretos se cumplan en la tierra?
34 ¿Llegará tu orden hasta las nubes,
34 de manera que te responda un diluvio de aguas?
35 ¿Serás tú quien arroje los relámpagos?
35 ¿Acaso te dirán: “Aquí estamos»?
36 ¿Quién puso sabiduría en el ibis,
36 y dio inteligencia al gallo?
37 ¿Quién puede someter a las nubes,
37 y vaciar los estanques del cielo,
38 para que el polvo se haga barro
38 y los terrones se peguen entre sí?
39 ¿Acaso tú preparas la caza de la leona
39 y sacias el hambre de sus cachorros,
40 cuando están agazapados en sus guaridas
40 y se ponen al acecho en los matorrales?
41 ¿Quién prepara al cuervo su alimento
41 cuando sus polluelos claman a Dios
41 y se agitan hambrientos?

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Comentarios Job, capítulo 38
38,1

Yavé responde a Job desde el seno de nubarrones de tempestad, como en el Sinaí. El no explica ni se justifica, sino que pregunta. No demuestra su propia sabiduría, sino que obliga al hombre a reconocer que no sabe nada. Este, al mirar y admirar las maravillas de la creación, descubre que la manera de Dios de disponer las cosas es desconcertante.

¿Por qué razón manda Dios la lluvia sobre tierra sin habitantes? ¿Por qué descuida sus huevos el avestruz? ¿Por qué manifiesta tanta intrepidez el caballo en una guerra que no le sirve?

Aquí pareciera que el autor traiciona un poco la causa que quiere servir. Se deja llevar por su admiración al universo creado, olvidando su propósito que era dar a entender cuánto Dios nos supera y cuán altos son sus pensamientos, mucho más allá de lo que nuestra razón puede captar. ¿Qué significan nuestras quejas y nuestros escándalos, frente al infinito de la mirada divina? Si el universo entero sólo es la expresión y como un reflejo de la Sabiduría divina, ¿cómo le diremos a Dios que su manera de actuar no es la justa? (Ez 18,29).
Job (Job) Capítulo 39
1 ¿Sabes cómo se multiplican las gamuzas
1 y has observado el parto de las ciervas?
2 ¿Has contado los meses de su preñez,
2 sabes la época de su parto?
3 Entonces se acurrucan y paren sus crías.
3 En pleno desierto depositan su camada,
4 y cuando ya sus crías se hacen fuertes y grandes,
4 se marchan y no vuelven más a ellas.
5 ¿Quién dejó en libertad al burro salvaje
5 y soltó sus amarras?
6 Yo le he dado el desierto por morada,
6 y la tierra salitrosa por mansión.
7 El se ríe del tumulto de la ciudad
7 y no escucha los gritos del arriero,
8 explora las montañas en busca de su pasto
8 y de todo lo que es verde.
9 ¿Querrá el búfalo trabajar para ti
9 o pasar la noche en tu pesebre?
10 ¿Podrás amarrarle al cuello con un cordel,
10 para que vaya detrás de ti tapando los surcos?
11 ¿Podrías contar con él por su mucha fuerza
11 y encomendarle lo que a ti te cansa?
12 ¿Estarás seguro que volverá
12 para acarrear las gavillas a tu era?
13 El avestruz tiene unas alas alegres
13 y unas plumas suaves como un plumón.
14 Pero pone sus huevos en la tierra
14 y deja que el calor del suelo los empolle;
15 no se fija en que un pie puede aplastarlos
15 y los animales del campo pueden abrirlos.
16 Ignora a sus pichones como si no fueran suyos,
16 no le importa haberse sacrificado para nada.
17 Porque Dios lo dejó sin razón
17 y no le dio nada de inteligencia;
18 pero, apenas puede mantenerse en pie,
18 se burla del jinete y de su caballo.
19 ¿Tú das al caballo su fuerza
19 y cubres de crines su cuello?
20 ¿Tú lo haces saltar como langosta?
20 Su fuerte relincho da miedo.
21 Da patadas en el suelo de la pradera,
21 y relinchando con fuerza, se lanza al frente del ejército.
22 Se ríe del miedo y nada lo asusta
22 ni la espada lo hace retroceder.
23 Sobre él resuenan las flechas,
23 el brillo llameante de las lanzas y de los dardos.
24 Temblando de impaciencia devora la distancia
24 y no se para hasta que resuena el clarín.
25 Cuando siente la trompeta relincha,
25 y olfatea de lejos el combate,
25 las órdenes de los jefes y el grito de guerra.
26 ¿Diriges acaso el vuelo del halcón,
26 cuando despliega sus alas hacia el sur?
27 ¿Por orden tuya se eleva el águila
27 y coloca su nido en las alturas?
28 Hace de la roca su mansión nocturna
28 y de un picacho su fortaleza.
29 Desde ahí espía su presa,
29 y sus ojos de lejos la divisan.
30 Alimenta con sangre a sus pichones,
30 llega al instante donde cae un cuerpo.»
Job (Job) Capítulo 40
1 Yavé reprendió a Job, diciéndole:
2 «El acusador del Poderoso, ¿se da por vencido?
2 o va a replicar el censor de Dios?»
3 Y Job respondió a Yavé:
4 «Hablé con ligereza, ¿qué te contestaré?
4 Prefiero ponerme la mano ante la boca.
5 Hablé una vez..., no volveré a hacerlo;
5 dos veces..., no añadiré nada.»
Sigue el discurso de Yavé
6 Yavé contestó a Job en medio de la tempestad, y dijo:
7 «Amárrate los pantalones como hombre,
7 voy a interrogarte y tú me enseñarás:
8 ¿serás tú quien firmará mi sentencia
8 y me condenará para afirmar tus derechos?
9 ¿Tiene tu brazo la fuerza de Dios
9 y sabes tronar como él?
10 Vamos, adórnate con majestad y grandeza,
10 cúbrete de esplendor y de gloria,
11 haz brillar el furor de tu cólera,
11 con una mirada doblega al arrogante.
12 Con una mirada derriba a todo ser soberbio,
12 aplasta, donde se encuentren, a los impíos.
13 Húndelos juntos en el polvo,
13 enciérralos en el calabozo,
14 y yo mismo te felicitaré
14 por haber triunfado por tu propia fuerza.
15 Yo que te hice, hice también a Behemot.
15 Se alimenta de hierba como el buey,
16 pero, ¡mira qué fuerza en sus lomos
16 qué potencia en los músculos de su vientre!
17 Arrisca la cola como un cedro,
17 los nervios de su muslo resaltan como cables.
18 Sus huesos son barras de acero,
18 duras sus costillas como hierro forjado.
19 Es la primera de las obras de Dios,
19 que lo hizo soberano de sus compañeros.
20 Desde el monte en que las bestias se entretienen,
20 todas le llevan su tributo.
21 Fue a descansar bajo los lotos;
21 escondido en los cañaverales del pantano,
22 las ramas del loto le dan sombra
22 y los sauces del torrente lo protegen.
23 Si el río crece, no se asusta;
23 el agua le llega hasta el hocico, y él se queda tranquilo.
24 ¿Quién se atreverá a herirle los ojos
24 y ponerle una argolla en las narices?
25 Y a Leviatán, ¿lo pescas tú con anzuelo,
25 y con una cuerda lo sujetas de la lengua?
26 ¿Le atraviesas las narices con una caña,
26 o con un gancho lo sacarás de las quijadas?
27 ¿Acaso te hará largas súplicas
27 y te hablará con timidez?
28 ¿Se comprometerá contigo en un contrato
28 para servirte toda su vida?
29 ¿Te entretendrá como un pajarillo,
29 lo atarás para gozo de tus hijas?
30 ¿Habrá gente para hacer dinero de su carne
30 y venderla a los comerciantes?
31 ¿Acribillarás su piel con flechas,
31 y clavarás un arpón en su cabeza?
32 Si colocas tu mano sobre él,
32 ¡mira qué lucha!, no volverás a comenzar.

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Comentarios Job, capítulo 40
40,1

Al interrogar a Job, Yavé se da algunos segundos de descanso antes de empezar su segundo discurso, que ocupa los capítulos 40-41.

En el capítulo 40 aparece Behemot, o sea, «la Bestia». Es el hipopótamo, enorme, terrible y feo, que solamente come plantas. Y luego viene Leviatán, el cocodrilo, cuya piel resiste las flechas como una coraza.

Da gusto encontrar por fin en la Biblia algunas poéticas inspiradas por las maravillas de la creación. Durante siglos los profetas y sacerdotes tuvieron que defender a Israel de la seducción de la naturaleza; por todas partes, en torno a ellos, los prestigios de las criaturas originaban un culto pagano de las fuerzas naturales. Pero cuando ya los judíos estuvieron más firmes en su fidelidad al que hizo la naturaleza pero no se confunde con ella, se les hizo posible cantar la creación.
Job (Job) Capítulo 41
1 Ya pierden su confianza
1 y son derribados por su sola vista.
2 Se vuelve tan feroz apenas lo despiertan,
2 que no pueden hacerle frente.
3 ¿Quién lo ha desafiado y quedó con vida?
3 ¡Nadie, bajo ningún cielo!
4 Te hablaré también de sus miembros,
4 te explicaré su fuerza incomparable.
5 ¿Quién ha levantado la orla de su vestido,
5 y pasó la mano bajo su coraza?
6 ¿Quién ha abierto las mandíbulas de sus fauces?
6 ¡Qué terror con sólo ver sus dientes!
7 Su lomo son escudos en hileras,
7 unidos como piedras selladas.
8 Están tan juntos,
8 que no dejan pasar ni un soplo.
9 Se unen unos a otros
9 formando una capa sin junturas.
10 Si estornuda saltan chispas,
10 de sus pupilas sale un rayo de luz.
11 De su hocico salen llamaradas,
11 se escapan chispas de fuego.
12 Sus narices echan humo,
12 como caldera hirviente al fuego.
13 Su aliento encendería carbones,
13 salen llamas de su boca.
14 Su cogote está lleno de fuerza
14 y ante él brota el miedo.
15 Su caparazón es un solo conjunto,
15 resistente por doquier e inconmovible.
16 Cuando se endereza, se asustan las aguas,
16 y las olas del mar se alejan.
17 Su corazón es duro como roca,
17 resistente como piedra de molino.
18 La espada que lo alcanza no lo clava,
18 le rebotan la lanza y la jabalina.
19 Para él, el hierro es paja,
19 y el bronce, madera podrida.
20 Las flechas del arco no lo hacen huir,
20 recibe como paja las piedras de la honda.
21 La maza le parece caña,
21 se ríe del dardo que vibra.
22 Por debajo tiene como tejas puntiagudas,
22 y como un rastrillo pasa por el barro.
23 Entran luego las aguas en ebullición,
23 el agua borbotea como carbones de incienso.
24 Deja tras sí un brillante surco,
24 un mar de blanca espuma.
25 En tierra no tiene semejante,
25 fue hecho atrevido,
26 mira de frente a los más insolentes,
26 es rey de todas las fieras.»
Job (Job) Capítulo 42
1 Y Job respondió a Yavé:
2 «Reconozco que lo puedes todo,
2 y que eres capaz de realizar todos tus proyectos.
3 Hablé sin inteligencia de cosas que no conocía,
3 de cosas extraordinarias, superiores a mí.
(4)
5 Yo te conocía sólo de oídas;
5 pero ahora te han visto mis ojos.
6 Por esto, retiro mis palabras
6 y hago penitencia sobre el polvo y la ceniza.»
Conclusión del poema de Job
7 Yavé, después de hablarle así a Job, se dirigió a Elifaz de Temán:
7 «Me siento muy enojado contra ti y contra tus dos amigos, porque no hablaron bien de mí, como lo hizo mi servidor Job.
8 Por lo tanto, consíganse siete becerros y siete carneros y vayan a ver a mi servidor Job. Ofrecerán un sacrificio de holocaustos, mientras que mi servidor Job rogará por ustedes. Ustedes no han hablado bien de mí, como hizo mi servidor Job, pero los perdonaré en consideración a él.»
9 Elifaz de Temán, Bildad de Suaj y Sofar de Naamat fueron a ejecutar la orden de Yavé. Y Yavé los perdonó por consideración a Job.
Aquí termina la historia del santo Job
10 Yavé hizo que la nueva situación de Job superara la anterior, porque había intercedido por sus amigos y aun Yavé aumentó al doble todos los bienes de Job.
11 Este vio volver a él a todos sus hermanos y hermanas, lo mismo que a los conocidos de antes. Comían con él en su casa lo compadecían y consolaban por todos los males que Yavé le había mandado. Cada uno de ellos le regaló una moneda de plata y un anillo de oro.
12 Yavé hizo a Job más rico que antes. Tuvo catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil burras.
13 Tuvo siete hijos y tres hijas. A la primera la llamó «Tórtola»,
14 a la segunda, «Canela» y a la tercera, «Frasco de Perfumes».
15 No se hallaban en el país mujeres tan bellas como las hijas de Job. Y su padre les dio parte de la herencia junto con sus hermanos.
16 Job vivió todavía ciento cuarenta años después de sus pruebas,
17 y vio a sus hijos y a sus nietos hasta la cuarta generación.

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Comentarios Job, capítulo 42
42,1

Esta es la conclusión de los largos diálogos del presente libro.

Ahora te han visto mis ojos (5). Las preguntas de Job sobre el sufrimiento y la muerte no han sido contestadas, pero ahora nos damos cuenta que ahí no estaba lo esencial. Dios ha respondido, Dios se ha manifestado, y Job ha empezado a vivir como quien ha sido liberado milagrosamente de su soledad. Las palabras que le fueron dirigidas por Dios parecían reproches, pero el solo hecho de hablarle manifestaba el amor de Dios, lo mismo que las protestas de Job disimulaban su búsqueda del Dios vivo.

Lo que Job necesitaba no era una revelación, pues Dios le dio la inteligencia para indagar los interrogantes de la vida; más bien le faltaba ver a Dios, y ésa es la gran aspiración de toda la Biblia: «Muéstranos tu rostro, y seremos salvos» (Sal 80,8).
42,7

En el último párrafo (42,10-17) se concluye el cuento popular del santo hombre Job, empezado en 1,1-2,13 (ver Introducción); por haber mantenido su confianza, éste era premiado al final por el Dios justo.

En cambio, en el párrafo 7-9 se hace una soldadura difícil entre este personaje muy sumiso y el otro Job que ocupó la parte principal del libro, es decir Job que discute contra Dios. Aquí Dios da la preferencia a Job que hace resaltar las contradicciones de nuestra existencia y las oscuridades de la fe, sobre sus amigos que piensan ser más religiosos al disimularlas: mi siervo Job habló con verdad de mí.