La Biblia Latinoamericana
作者:神与人
Cantar de los Cantares (Cant)
Introducción Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3
Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7
Capítulo 8      
Cantar de los Cantares (Cant) Introducción
El Cantar siempre sorprenderá a los que sólo han visto la Biblia como un libro de religión. El poema nos lleva mucho más allá: lo mejor de esta vida no es la religión sino el encuentro de Él y de ella. A Él ni siquiera se le atribuye un nombre: el autor deja que la búsqueda se desenvuelva en un sueño, para revelar mejor así su misterio. De ahí el título que el libro se da a sí mismo: «El Canto sublime.»
El Cantar es la intuición y la búsqueda del Único más allá de todas las apariencias; él, por su parte, está totalmente fascinado por la amada que, a sus ojos, es única e irreemplazable. Esta conversión de Yavé, el Dios guerrero, en «el Amado», no es totalmente nueva en la Biblia. Grandes profetas se habían apoyado en su experiencia conyugal para hablar de la alianza de Dios con su pueblo (Os 1-2; Ez 24). Más aún, usaban las palabras del amor humano para expresar su experiencia de una relación privilegiada con Dios, que algún día se concedería a todo Israel (Is 54; 61-62; Jer 2-3).
El lenguaje del Cantar no es más extraño que el de Oseas 2,4-22, pero aquí no es el mismo interlocutor quien tiene la palabra. Oseas desempeñaba el papel de Dios, indignado por las prostituciones de Israel; en el Cantar, es Israel, convertido en la Amada, quien vive y desarrolla todo el sueño. El diálogo no es más que apariencia: solamente ella se expresa para decirnos lo que siente, lo que desea, analizando sus contradicciones. En esto se nota que los tiempos han cambiado: en la época en que se escribe el Cantar, existe una minoría que ama, espera y aspira a lo imposible, y el poeta del Cantar se hace su intérprete. La Amada de Dios es Israel con su tierra, y el autor-poeta espera la venida del Único como rey-Mesías de la comunidad elegida.
El sentido o la ausencia de sentido
Muchos biblistas, al ver los puntos de contacto entre el Cantar y los versos de amor de Oriente Medio, piensan que es del mismo tenor y que solamente en una época posterior se quiso ver en él la imagen del amor de Dios por su pueblo.
Bien es cierto que el vocabulario del Cantar y las imágenes que utiliza poseen una his toria antiquísima. Pero, si se descompone el Cantar en pequeños fragmentos, y luego se compara cada uno de ellos con tal o cual fragmento de poesía egipcia, que rara vez pasaba del erotismo, los fragmentos no encajan entre sí y el poema queda vacío de sentido.
Tampoco se puede sostener que el Cantar fue al comienzo un "canto del novio y de la novia" (Jer 7,34; 16,9). Pues no tiene nada de literatura popular, y muchas estrofas serían extrañas si se tratara de novios corrientes; en cambio se explican como alusiones al pasado de Israel, al Templo y a su tierra. Tampoco se podría ver más que trivialidad e incoherencias en lugares en que precisamente sospechamos que el autor nos esperaba.
Esas teorías nunca convencerán al que ha compartido la experiencia del autor. Entonces los símbolos pierden su agresividad sensual; expresiones esparcidas a lo largo del poema se ordenan una tras otra en el marco de una interpretación que desvela el anhelo, las inquietudes y la espera de la comunidad para la cual fue escrito. Se le puede relacionar sin dificultad con la situación social y política de cierta época, y el poema entero afirma que la esperanza no se verá burlada: ¡El Amado vendrá para las nupcias!
Muchos se han preguntado cómo esta glorificación del amor libre pudo ser colocada tan rápidamente entre los libros sagrados. La respuesta es simple: porque los contemporáneos comprendían inmediatamente el propósito del autor y los que estaban familiarizados con la Biblia se reconocían en él. Este amor libre, más fuerte que la muerte, era lo que se esperaba de Dios, más allá de las obligaciones de la Ley. Y les resultaba fácil interpretar varios detalles del poema que, a los ojos del observador extraño, no serían más que banalidad o incoherencia, pero que entregaban las claves del poema: ver en particular 1,9; 2,17; 6,12; 7,6.
El Cantar se presenta como obra de Salomón. Esto no es más que un préstamo de nombre. El autor era un letrado con una fuerte experiencia espiritual; escribió con toda probabilidad en el siglo III, bajo la dominación egipcia: ver 1,9.
El Cantar en tierra cristiana
En la cristiandad fueron los monjes los que se adueñaron del Cantar. Pasaban sin problemas por encima de las expresiones del amor sensual e iban directamente a lo que había sido, en la partida, una experiencia espiritual.
De hecho iban a entregar al pueblo cristiano el bien del cual se habían adueñado. En la Europa del siglo XII aparecieron las primeras señales de un reconocimiento del amor, tan ignorado durante los siglos bárbaros. Es entonces cuando el Cantar, leído y comentado por algunos grandes espirituales ejerció una influencia determinante para la toma de conciencia del misterio del amor.
Cantar de los Cantares (Cant) Capítulo 1
1 El Canto sublime, que es de Salomón.
Ella:
2 ¡Que me bese
2 con los besos de su boca!
3 Tus amores son un vino exquisito,
3 suave es el olor de tus perfumes,
3 y tu nombre, ¡un bálsamo derramado!;
3 por eso, se enamoran de ti las jovencitas.
3 ¡Llévame! Corramos tras de ti.
4 Llévame, oh Rey, a tu habitacion
4 para que nos alegremos y regocijamos,
4 y celebremos, no el vino, sino tus caricias.
4 ¿Cómo podrían no quererte?
5 Soy morena, pero bonita,
5 hijas de Jerusalén,
5 como las carpas de Quedar,
5 como las carpas de Salomón.
6 No se fijen en que estoy morena,
6 el sol fue el que me tostó.
6 Los hijos de mi madre, enojados contra mí,
6 me pusieron a cuidar las viñas.
6 Mi viña yo la había descuidado.
7 Dime, Amado de mi alma,
7 ¿a dónde llevas a pastar tu rebaño,
7 dónde lo llevas a descansar a mediodía,
7 para que yo no ande como vagabunda
7 detrás de los rebaños de tus compañeros?
Coro:
8 ¡Oh la más bella de las mujeres!,
8 si no estás consciente de quién eres,
8 sigue las huellas de las ovejas,
8 y lleva tus cabritas a pastar
8 junto a las tiendas de los pastores.
El:
9 Como yegua uncida al carro de Faraón,
9 así eres a mis ojos, amada mía.
10 Tus mejillas se ven lindas con esos aros
10 y tu cuello entre los collares.
11 Te haremos aros de oro
11 con cuentas de plata.
El y Ella:
12 Mientras el Rey estaba en su aposento
12 se sentía el olor de mi perfume.
13 Mi amado es para mí bolsita de mirra
13 cuando reposa entre mis pechos.
14 Mi amado es para mí racimo de glicina
14 en las viñas de Engadí.
15 ¡Oh mi amor, ¡qué bella eres,
15 qué bella eres con esos ojos de paloma!
16 Amado mío, ¡qué hermoso eres,
16 qué delicioso!
16 Nuestro lecho es sólo verdor.
17 Las vigas de nuestra casa son de cedro,
17 y su techo de ciprés.

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Comentarios Cantar de los Cantares, capítulo 1
1,5

Soy morena, pero bonita... Esta amada no es otra que la comunidad pobre y fervorosa que acaba de recuperar su tierra de Palestina después del exilio, esa viña que no había sabido guardar (v. 6). Y el rey, el amado, es el Señor. Este primer canto de amor es el sueño de la amada que se regocija porque volverá al rey y se imagina el diálogo que sostendrá ese día. El coro le indica el lugar que ya conoce, donde encontrará al amado: las tiendas de los pastores, expresión que designa el monte Sión, la Ciudad santa, donde reinaban los descendientes de David—el rey pastor.

Al fin del poema (2,7), tendremos la respuesta del Señor a los que pre guntan: ¿cuándo se realizará ese sueño? No la despierten hasta que ella quiera; Dios está en busca de una auténtica experiencia de amor: toda la demora cuando parece que tarda se debe a que nuestro corazón no está todavía totalmente despierto.

Morena soy, pero bonita. Fue elegida y tomada en cuenta a pesar de su rostro tostado, o tal vez justamente porque estaba marcada por el sufrimiento, los errores y las decepciones. Salió ganando con eso de no contar a sus propios ojos, y esa humildad valió a los ojos de Dios mucho más que las buenas obras. A lo mejor fue tostada por la mirada del que la deseaba para sí.

v. 6 El sol fue el que me tostó. En este versículo hay un recuerdo clarísimo del Exilio. Israel, al no ser capaz de guardar su alianza con Dios, perdió su tierra y los hijos de su madre, es decir los pueblos vecinos, lo enviaron a trabajar a otras tierras.

v. 9 Como yegua uncida al carro de Faraón. La noble montura de Yavé ha quedado bajo las riendas del extranjero. Aquí hay sin duda una mención a la servidumbre de Egipto, pero lo más probable es que sea una alusión al tiempo en que fue redactado el Cantar: el siglo III a.C. Palestina pasó a depender de los soberanos egipcios (ver introducción a Qohelet).

v. 13 La mirra ha sido desde siempre un perfume a la vez sagrado y afrodisíaco. La palabra aparece siete veces en el Cántico, signo de su importancia. El amor que Dios nos reserva no tiene la palidez que se le atribuye a un amor espiritual o “platónico”, como se dice vulgarmente; por el contrario, este amor fuerte como la muerte (8,6) moviliza todas las energías del alma y de los sentidos. Como dice este versículo, su ardor es capaz de extinguir cualquier otra pasión.

v. 15 Los ojos de paloma son ojos seductores. En el lenguaje amo roso, las palomas eran las mensajeras del amor. Acompañaban a la diosa del amor que las enviaba a donde ella le parecía.

Las gacelas y las ciervas también acompañaban a esta gran diosa, como símbolos del ímpetu del espíritu enamorado.
Cantar de los Cantares (Cant) Capítulo 2
1 Yo soy el narciso de Sarón
1 y el lirio de los valles.
2 Como lirio entre los cardos,
2 así es mi amada entre las jóvenes.
3 Como manzano entre los arbustos,
3 así es mi amado entre los jóvenes.
3 Estoy sentada a su sombra deseada
3 y su fruto me es dulce al paladar.
4 Me llevó a una bodega de vino:
4 su divisa de amor estaba encima de mí.
5 Pásenme pasteles de pasas.
5 Reanímenme con manzanas,
5 porque estoy enferma de amor.
6 Su izquierda se desliza bajo mi cabeza,
6 y su derecha me abraza.
7 Hijas de Jerusalén, yo les ruego
7 por las gacelas y las cabras del campo
7 que no despierten ni molesten al Amor
7 hasta cuando ella quiera.
Ella:
8 ¡La voz de mi amado!
8 Miren cómo viene saltando por los montes,
9 brincando por los cerros, mi amado,
9 como una gacela o un cabrito.
9 Ahora se detiene detrás de nuestra cerca,
9 y se pone a mirar por las ventanas,
9 a espiar por las rejas.
10 Mi amado empieza a hablar
10 y me dice:
El:
10 Levántate, compañera mía,
10 hermosa mía,
10 y ven por acá, paloma mía.
11 Acaba de pasar el invierno,
11 y las lluvias ya han cesado y se han ido.
12 Han aparecido las flores en la tierra,
12 ha llegado el tiempo de las canciones,
12 se oye el arrullo de la tórtola
12 en nuestra tierra.
13 Las higueras echan sus brotes
13 y las viñas nuevas exhalan su olor.
13 Levántate, amada mía, hermosa mía, y ven.
14 Paloma mía, que te escondes
14 en las grietas de las rocas,
14 en apartados riscos,
14 muéstrame tu rostro, déjame oír tu voz,
14 porque tu voz es dulce
14 y amoroso tu semblante.
Ella:
15 ¡Que cacen a los zorros,
15 esos dañinos zorritos que destrozan las viñas,
15 pues las nuestras se encuentran en flor!
16 Mi amado es para mí,
16 y yo para mi amado;
16 lleva a su rebaño a pastar entre los lirios.
17 Antes que sople la brisa del día
17 y huyan las sombras,
17 amado mío, vuelve,
17 como la gacela o el cabrito,
17 por los montes de las balsameras.

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Comentarios Cantar de los Cantares, capítulo 2
2,1

Estos lirios son en realidad flores de loto. La palabra hebrea para esta flor se conserva en el nombre hebreo Susana. Hemos conservado la imagen de los lirios tradicionales, porque la flor de loto ya no sugiere lo que significaba en aquel tiempo: “vitalidad”. La palabra aparecerá siete veces, signo de la importancia que tenía para el autor del Cantar. En el Antiguo Testamento se le encuentra sólo en Os 14,6 y en Sir 50,8, dos pasajes que aquí nos interesan.

v. 7 Las hijas de Jerusalén no aparecen en ningún otro lugar de la Biblia, excepto en Lc 23, 28. (ver también las hijas de Israel en 2Sam 1,24). En el Cantar se las nombra siete veces, son como un coro cuyas interven-ciones acompañan al Amado y a la Amada. Siendo la Amada el pueblo de Dios; las hijas de Jerusalén son otra figura de la comunidad, subrayando el hecho de que toda una multitud está comprometida en esta espera.
2,8

Una primavera de anun ciación… el amor viene a buscar a la amada. Ha terminado el tiempo de esas pruebas de las cuales no se veía el fin ni el sentido. Y el amante se complace cantando la belleza de su amada. Aquí se necesita la fe: las revistas científicas nos hablan de millones de galaxias sopladas como una burbuja de jabón a lo largo de unos quince mil millones de años, y luego el Cantar nos dice que Él anda en busca de un amor entre los innu-merables descendientes del pe-queño «homo habilis». ¿Será verdad? ¿Será posible? Esos millones de años y de soles no son tal vez más que una nube de humo tras la cual se esconde, en otra profundidad, el misterio de la Persona Suprema, que es fuente del amor. Un amor que no sólo será humano: el Espíritu del Amor Dios hace surgir en nosotros la llama del amor.

Este texto lleva la marca de su tiempo: el versículo 2,15 alude a las dificultades de la comunidad que no puede consagrarse como quisiera a la búsqueda de su Dios; ¿podremos hallar algún día un sitio tranquilo donde no haya mosquitos —y probablemente mucho más que mosquitos—que nos impidan gozar de la presencia de Dios?

v. 10 Compañera mía. En otros lugares hemos traducido: amada mía, mi amor. La palabra hebrea indica la simplicidad de la relación: no más desigualdad entre Dios y su amada. Se encontrará también siete veces la expresión: “hermana mía”, signo de su importancia, y que revela otra dimensión del amor: la unión con la persona amada hace de ella un familiar.

v. 17 El texto hebreo dice: “los montes de Beter”. La geografía ignora este nombre; en cambio la palabra “Beter” designa a las “mitades” de la víctima de un sacrificio de alianza, como en Gén 15,10 y Jer 34,18. Además, nótese que las consonantes de Beter son las mismas de Berit, la alianza. Se refiere entonces a los montes de la alianza: ¡que Dios se acuerde de su alianza con Abraham! Vendrá como un cervatillo brincando por sobre los obstáculos (2,8), como se le veía en las imágenes de la búsqueda amorosa.
Cantar de los Cantares (Cant) Capítulo 3
Ella:
1 Sobre mi lecho, por las noches,
1 yo buscaba al amado de mi alma.
1 Lo busqué y no lo hallé.
2 Me levantaré, pues,
2 y recorreré la ciudad.
2 Por las calles y las plazas
2 buscaré al amado de mi alma.
2 Lo busqué y no lo hallé.
3 Me encontraron los centinelas,
3 esos que andan de ronda por la ciudad.
4 ¿Han visto a mi amado?
4 Apenas los había dejado
4 cuando encontré al amado de mi alma.
4 Lo abracé y no lo soltaré más
4 hasta que no lo haya hecho entrar
4 en la casa de mi madre,
4 en la pieza de la que me dio a luz.
El:
5 Hijas de Jerusalén, yo les ruego,
5 por las gacelas y las cabras del campo,
5 que no despierten
5 y no se despierte el Amor
5 hasta cuando ella quiera.
Coro:
6 ¿Quién es esto que sube del desierto?
6 Parece ser una columna de humo
6 perfumado de mirra y de incienso
6 y de todos los aromas.
7 Es la litera de Salomón.
7 Sesenta guerreros la rodean,
7 los más valientes de Israel,
8 todos muy buenos para la espada,
8 hombres adiestrados para el combate.
8 Cada uno lleva su espada a la cintura
8 para que nadie los sorprenda de noche.
9 El rey Salomón se ha hecho una litera
9 de madera del Líbano.
10 Le hizo columnas de plata,
10 el enchapado de oro,
10 el asiento de púrpura;
10 el interior de ébano incrustado.
11 Salgan, hijas de Jerusalén.
11 y vean al rey Salomón con su corona,
11 con la corona que le colocó su madre
11 el día de sus bodas,
11 el día de su alegría.

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Comentarios Cantar de los Cantares, capítulo 3
3,1

Sobre mi lecho yo bus caba... El amor le impide conciliar el sueño. María Magdalena recorre el pueblo en busca de Jesús, y los que pasan se ríen de ella. Entra a la casa sin importarle el portero, que no se atreve a detenerla; sabía que llegaría hasta donde estaba Jesús: “No lo soltaré más”. Un día sin embargo Jesús le dirá: «Suéltame» (Jn 20,17).

Me encontraron los centinelas (3). Es una alusión a la situación política de la comunidad judía. Se ha reconstruido, pero continúan bajo una dominación extranjera, como lo decía de manera figurada 1,9. Son los mismos acentos que en el poema contemporáneo de Isaías 26.
3,6

¿Quién es esto que sube del de sierto? Es muy probable que tengamos aquí una evocación de la subida de Dios desde el desierto hasta el Templo de Salomón. Y Salomón es la figura de Dios mismo con su Mesías. En tiempos de Moisés, Yavé acompañaba a su pueblo en el desierto, oculto en la columna de humo.

El último verso de 3,11, como 6,8, es muy afín al Sal 45.
Cantar de los Cantares (Cant) Capítulo 4
El:
1 ¡Qué bella eres, amada mía,
1 qué bella eres!
1 Tus ojos son como palomas
1 detrás de tu velo.
2 Tus cabellos,
2 como un rebaño de cabras
2 que ondulan por las pendientes de Galaad.
2 Tus dientes, ovejas esquiladas
2 que acaban de bañarse,
2 cada una tiene su melliza
2 y ninguna la ha perdido.
3 Tus labios son una cinta roja,
3 y tu hablar es encantador.
3 Tus mejillas son las mitades de
3 una granada a través de tu velo.
4 Tu cuello es como la torre de David,
4 levantada para dominar;
4 de ella cuelgan mil escudos,
4 todos escudos de valientes.
5 Tus dos pechos, cervatillos coquetones,
5 mellizos de gacela.
6 Antes de que sople la brisa del día,
6 y se vayan las sombras,
6 me iré al monte de la mirra,
6 al cerro del incienso.
7 Eres toda hermosa, amada mía,
7 en ti no hay ningún defecto.
8 Ven del Líbano, novia mía,
8 ven hasta acá del Líbano,
8 deja lo alto del Amaná,
8 las cumbres del Samir y del Hermón,
8 moradas de leones,
8 guaridas de leopardos.
9 Me robaste el corazón,
8 hermana mía, novia mía,
8 me robaste el corazón
8 con una sola mirada tuya,
8 con una sola de las perlas de tu collar.
10 ¡Qué amorosas son tus caricias,
10 hermana mía, novia mía!
10 ¡Más delicioso es tu amor que el vino!
10 Y el olor de tus perfumes
10 supera a cualquier otro.
11 Los labios de mi novia
11 destilan pura miel;
11 debajo de tu lengua
11 se encuentra leche y miel,
11 y la fragancia de tus vestidos
11 es la de los bosques del Líbano.
12 Un jardín cercado es mi hermana,
12 mi novia, huerto cerrado
12 y manantial bien guardado.
13 Tus retoños se vuelven un vergel de granados
13 con abundancia de frutos exquisitos
13 y de hierbas aromáticas.
14 nardo y azafrán,
14 clavo de olor y canela,
14 con todos los árboles de incienso,
14 mirra y áloe
14 con los mejores perfumes.
15 Fuente de los jardines,
15 manantial de aguas vivas,
15 corrientes que bajan del Líbano.
Ella:
16 Soplen, vientos del norte
16 y del desierto,
16 soplen en mi huerto
16 para que se expandan sus aromas,
16 y así entre mi amado en su huerto
16 y coma de sus exquisitos frutos.

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Comentarios Cantar de los Cantares, capítulo 4
4,1

El amado canta las alabanzas de su amada. Es pro-bable que este pasaje retome coplas tradicionales que los recién casados entonaban durante la fiesta de bodas; cada uno hacía el elogio del otro.
4,8

Leones y leopardos. Tal vez los había en las montañas de Líbano. En el folklore deOriente Medio, la diosa del amor vivía en una alta montaña donde dominaba a estas fieras.
4,9

Me robaste el corazón, hermana mía. ¿Cómo hablar bien de Dios y de su amor de Amante? Quizás este aspecto de Dios es el que más nos cuesta descubrir. Sin embargo, toda la Biblia habla de elección, de pueblo elegido, y por último de elegidos. ¿Será acaso porque algunos no son elegidos y se condenan, o porque siempre el amor de Dios, al mismo tiempo que es amor de Padre es también el de un amante? Por eso hubo de venir en la persona de su Hijo, el «Novio» como se llama a sí mismo.

Bajo todos los cielos, hombres y mujeres tratan de alcanzar, más allá de este mundo contaminado y materializado, algo o alguien trascendente. Los caminos abundan y Dios se da a conocer fuera de la revelación cristiana. Sin embargo, hay que evitar las confusiones. Incluso empleando las mismas palabras: mística, contemplación, espiritualidad, el sentido es por lo general distinto. El Cantar nos muestra, igual que la primera Carta de Juan, lo que es propio de la mística cristiana:

– la búsqueda de Dios no es en primer lugar para «experimentar», sino para amar a otro.

– esta búsqueda no es de «algo» que se obtendrá al final de una larga ascesis, sino de «alguien» que se da y se dará cuando él quiera.

– si hablamos de espiritualidad, se trata siempre del trabajo del Espíritu de Dios en nosotros. Al fin nos llevará a la unión con Cristo en la cruz.

– nuestra experiencia última con Dios será la de un auténtico matrimonio en el que la persona humana se transforma, llegando a ser todo lo que Dios es sin dejar de ser ella misma. Innume-rables personas han dado testimonio de esta experiencia.
4,12

Aquí nos hablan de nos habla de la prometida virgen que será el pueblo renovadoªˆs 61,10).

Un jardín cercado. Se ha reservado totalmente para el amado. Esta es la prometida que Dios esperaba después de tantas prostituciones de su pueblo—y a diferencia de tantas prácticas religiosas en que se busca el provecho propio..La virginidad consagrada a Dios es una manera de decir que él solo basta y que uno puede dárselo todo sin haber vivido de antemano todas las demás experiencias.

v. 13 El jardín (nombrado siete veces en el poema) era en esta época el sueño de todo el que tuviera un campo: necesitaba agua, una piscina, árboles fragantes.

Tus “retoños” se vuelven un vergel de granados: es la traducción habitual. Podría también tratarse de los “canales” que descienden de la colina para irrigar el jardín, como se lo ve en las imágenes de aquel tiempo.

v .16 Entre mi amado en su huerto... Muy a menudo nuestras buenas acciones no tienen un interés particular para Dios, porque no son totalmente para él y porque ya hemos cobrado la recompensa (Mt 6,1-6). Hemos querido que otros se fijen en ellas, nos sentimos mejores por haberlas hecho; y, por último, también le pedimos a Dios que las tome en cuenta. ¡Ni un solo fruto para él que otros no hayan tocado o probado!
Cantar de los Cantares (Cant) Capítulo 5
El:
1 He entrado en mi huerto,
1 hermana mía, novia mía,
1 he tomado mi mirra con mi perfume,
1 he comido mi miel en su panal,
1 he bebido mi vino y mi leche.
1 Amigos, coman,
1 beban, compañeros, embriáguense.
Ella:
2 Yo dormía,
2 pero mi corazón estaba despierto.
2 Oí la voz de mi amado que me llamaba:
2 «Abreme, hermana mía, compañera mía,
2 paloma mía, preciosa mía;
2 que mi cabeza está cubierta de rocío,
2 y mis cabellos, de la humedad de la noche.»
3 Me quité la túnica,
3 ¿tendré que ponérmela otra vez?
3 Me lavé los pies,
3 ¿tendré que ensuciármelos de nuevo?
4 Mi amado metió la mano por la cerradura;
4 ¡cómo se me estremeció el corazón!
5 Me levanté para abrir a mi amado,
5 y mis manos destilaron mirra,
5 corrió mirra de mis dedos
5 sobre el pestillo de la cerradura.
6 Abrí a mi amado,
6 pero mi amado ya se había ido.
6 ¡Se me fue el alma tras de él!
6 Lo busqué y no lo hallé,
6 lo llamé y no me respondió.
7 Me encontraron los centinelas
7 los que andan de ronda por la ciudad,
7 me golpearon y me hirieron.
7 Me quitaron mi chal,
7 los guardias de las murallas.
8 Hijas de Jerusalén, yo les ruego
8 por si encuentran a mi amado...
8 ¿Qué le dirán?
8 Que estoy enferma de amor.
Coro:
9 Oh tú, la más bella de las mujeres,
9 ¿qué distingue a tu amado de los otros?
9 ¿Qué distingue a tu amado de los otros
9 para que así nos mandes?
Ella:
10 Mi amado es vigoroso y buen mozo,
10 dintinguido entre mil.
11 Su cabeza brilla como el oro puro;
11 sus cabellos, como hojas de palma,
11 son negros como el cuervo.
12 Sus ojos, como palomas
12 junto a una fuente de agua,
12 que se bañan en leche,
12 posadas junto a un estanque;
13 sus mejillas,
13 plantaciones de balsameras,
13 cultivo de plantas olorosas.
13 Sus labios son lirios
13 que destilan mirra pura.
14 Sus manos son aros de oro
14 adornados con piedras de Tarsis.
14 Su vientre, marfil pulido,
14 cubierto de zafiros.
15 Sus piernas, columnas de mármol,
15 asentadas en basas de oro puro.
15 Su aspecto es como el Líbano,
15 majestuoso como los cedros.
16 Su hablar es lo más suave que hay
16 y toda su persona es un encanto.
16 Hijas de Jerusalén,
16 así es mi amado, así es mi amigo.

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Comentarios Cantar de los Cantares, capítulo 5
5,2

Experiencia de nuestra pesadez: ¿cuántas veces Dios pasará sin que lo reconozcamos? «Llego como un ladrón, cuando menos lo esperes» (Ap 3,3).

Dormía, pero mi corazón es-taba despierto. No era el sueño de los que nada esperan; pero, si «el espíritu está despierto», la carne es débil. Él llega con todas sus bendiciones (ése es el sentido del rocío), pero se ha dejado pasar la ocasión. Lo sabrá uno cuando sea demasiado tarde; no abrió inmediatamente porque en realidad tenía miedo a lo desconocido. Él bien sabe que no estábamos todavía maduros para esto; pero no se fue sin dejar una prueba de su paso: corrió mirra de mis dedos (5). Algo fue sembrado que madurará después.

v. 7 Me encontraron los centinelas. Alusión a la situación política del siglo III: la dominación egipcia y el reinado de los cobradores. Los acentos son los mismos que en el poema (sin duda contemporáneo) de Isaías 26: se ha reedificado, pero se continúa bajo el dominio extranjero.

Me quitaron el chal. Una mujer decente nunca salía de noche, y sólo salían de casa con un velo; por el contrario, las prostitutas debían conservar la cabeza descubierta y la ley ordenaba confiscarles el velo si lo llevaban puesto. La amada tenía un tal deseo de encontrar a su amado que se olvidó de su propia seguridad.
5,10

El cuerpo de la amada evoca la tierra de Palestina; el del amado reúne perfumes, piedras y metales preciosos, por lo que debe haber en ello alusiones al Templo, entre otras las basas de oro puro, expresión que sólo se encuentra referida a las basas de los tablones de la Tienda Santuario del desierto (Éx 25-40); tal vez también la pileta del versículo 12 haga referencia a la pileta delante de la Tienda. No olvidemos que las comparaciones de los versos de amor no se apoyan en los parecidos, sino en las propiedades simbólicas de las cosas.
Cantar de los Cantares (Cant) Capítulo 6
Coro:
1 ¿Adónde se fue tu amado,
1 oh la más bella de las mujeres?
1 ¿Adónde se dirigió tu amado,
1 para que lo busquemos contigo?
Ella:
2 Mi amado bajó a su huerto,
2 donde se cultivan flores olorosas,
2 pastorea su rebaño en los jardines
2 y va a recoger lirios.
3 Yo soy para mi amado y él es para mí:
3 él pastorea entre los lirios.
El:
4 Eres hermosa, amada mía, como Tirsá,
4 encantadora como Jerusalén,
4 imponente como tropas ordenadas.
5 Aparta de mí tus ojos,
5 porque me cautivan.
5 Tus cabellos son como rebaño de cabras
5 que ondulan por las pendientes de Galaad.
6 Tus dientes son como rebaño de ovejas
6 que acaban de bañarse,
6 cada una tiene su melliza
6 y ninguna y ninguna la ha perdido.
7 Tus mejillas,
7 son las mitades de una granada
7 detrás de tu velo.
8 Las reinas son sesenta,
8 ochenta las concubinas,
8 y las jóvenes son innumerables,
9 pero una sola es mi paloma,
9 mi toda perfecta.
9 Ella es la hija única de su madre,
9 la preferida de la que la engendró.
9 Las jóvenes que la ven la felicitan,
9 reinas y concubinas la alaban.
Coro:
10 ¿Quién es esta que surge
10 como la aurora,
10 bella como la luna, brillante como el sol,
10 temible como un ejército?
El:
11 Había bajado a los nogales
11 para ver las flores del valle,
11 por ver si la viña estaba brotando
11 y florecían los granados.
12 No sé cómo,
12 de repente se me oocurrió:
12 encabecé los carros de guerra
12 de mi pueblo.

**
Comentarios Cantar de los Cantares, capítulo 6
6,3

Yo soy para mi amado y él es para mí. ¡Cuán lejos estamos de Moisés después de diez siglos de historia sagrada! (Pues el Deuteronomio, que también habla de amor, atribuye a Moisés mucho más de lo que había dicho). Pero es el mensaje de los grandes profetas. Recordemos, sin embargo, que para ellos la prometida, la esposa, es siempre la colectividad de Israel como un todo. Única-mente en la comunidad cristiana (y desde luego en algunos salmos) se leerá la Biblia como la historia del amor de Dios con personas a las que conoció y santificó de antemano. No se debe, sin embargo, separar la búsqueda personal de Dios de la vida de la Iglesia. El autor del Cantar ha sabido expresar tanto su deseo profundo como la espera de Israel: en él vemos, varios siglos antes de Pablo (Col 1,24), uno de los rasgos distintivos de cualquier mística cristiana: el que ama se siente solidario con la Iglesia y asume incluso sus infidelidades.

Si Dios se revela como Amor y Amante, no es tan sólo una manera de hablar, pues con ello nos revela su misma naturaleza. La eternidad de Dios es una fiesta del Amor, con su creatividad de donde proceden las Personas del Hijo y del Espíritu, constantemente reabsorbidos en la alegría de esa unión. Pero, con frecuencia, vacilamos en pensar y en decir eso, pues estamos demasiado cegados por la idea de que si Dios es infinitamente grande, debe serlo según nuestros conceptos de inmensidad y de sabiduría.
6,8

Compárese con el salmo 45. Este salmo escrito tal vez con ocasión del matrimonio de un rey, fue revisado y ahora, bajo las imágenes de la boda real, habla de la inauguración del reino del Mesías. Las reinas y las favoritas son las naciones paganas que vienen para someterse al rey Mesías; pero no impedirán que Israel siga siendo la única.

Una sola es mi toda perfecta (9). Esto que vale para Israel, vale también para quien ha recibido las señales del amor de Dios. Todos son amados «en Cristo» y algunos infinitamente más que otros que no han recibido más que un talento, pero cada uno es amado con un amor único y que lo hace sentirse único, como si ignorara lo que otros pudieron haber recibido, ya sean los mismos apóstoles o la santísima Virgen. Pues el amor sólo puede ser celoso, aunque los celos no tengan lugar en el Reino de Dios.

v. 12 Aquí, con mucha probabilidad, tenemos una de las claves del poema. Una traducción precisa sería: “me vi parado sobre los carros de Mi-pueblo-es-príncipe”. Este nombre forma pareja con el que se lee después en 7,2: Hija-de-príncipes, qué graciosos son tus pasos. He aquí el recuerdo de Oseas 1 y 2: Israel es a la vez el pueblo y la hija que Yavé ha redimido y que lleva a la gloria.
Cantar de los Cantares (Cant) Capítulo 7
Coro:
1 Vuelve, Sulamita, vuelve;
1 vuelve, vuelve para contemplarte.
El:
1 ¿Por qué miran a la Sulamita,
1 cuando entra con los coros en la danza?
2 Hija de príncipes,
2 qué graciosos son tus pasos
2 con esas sandalias.
2 La curva de tus caderas es un collar
2 hecho por manos de artistas.
3 Tu ombligo es un cántaro
3 donde no falta el vino con especias.
3 Tu vientre es como una pila de trigo,
4 tus dos pechos cervatillos coquetones
4 mellizos de gacela.
4 Tu cuello, como torre de marfil.
5 Tus ojos, las piscinas de Jesbón,
5 junto a la puerta de Bat-Rabím.
5 Tu nariz es la cumbre del Líbano,
5 centinela que mira hacia Damasco.
6 Tu cabeza se yergue: es el Carmelo,
6 tu cabellera tiene reflejos de púrpura;
6 un rey se halla preso en sus trenzas.
7 ¡Qué bella eres, qué encantadora,
7 oh amor, en tus delicias!
8 Tu talle se parece a la palmera;
8 tus pechos, a los racimos.
9 Me dije: subiré a la palmera,
9 míos son esos racimos de dátiles.
9 ¡Sean tus pechos como racimos de uvas
9 y tu aliento como perfume de manzanas!
10 ¡Tus palabras sean
10 como vino generoso!
Ella:
10 Vaya derecho hacia el amado
10 fluyendo de mis labios.
11 Yo soy para mi amado
11 y su deseo tiende hacia mí.
12 Amado mío, ven, salgamos al campo,
12 pasaremos la noche en los pueblos,
13 de mañana iremos a las viñas;
13 veremos si las parras han brotado,
13 si se abren las flores
13 y florecen los granados.
13 Allí te entregaré todo mi amor.
14 Las mandrágoras exhalan
14 su fragancia.
14 Mira a nuestras puertas
14 esos frutos exquisitos,
14 nuevos y añejos,
14 que guardaba para ti, amado mío.

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Comentarios Cantar de los Cantares, capítulo 7
7,2

Nuevamente el amado canta las alabanzas de su compañera. Esto es común en los versos de amor, pero la tradición de estos países quería que las diferentes partes del cuerpo de la amada evocasen los atributos de las diosas. Ahora bien, aquí es muy diferente; la alabanza de la amada, al igual que en 6, 4, es una evocación de la tierra de Palestina, de sus bellezas y sus campos. El rey preso en las trenzas es muy probablemente el pequeño reino de Tiro, ubicado al norte del monte Carmelo, que también cita el salmo 45 en un contexto parecido.

v. 5 El cuello de la amada es una torre de marfil; era la torre de David en 4,4. Cuello alto, símbolo de fiereza. Permitía llevar altos adornos, collares hechos de placas de orfebrería, como se puede ver en las imágenes antiguas.

v. 8 La palmera era un árbol sagrado: ver la descripción de la decoración del templo en 1Re 6 y Ez 40-41. En Egipto especialmente era el símbolo de diosas altas y esbeltas y de senos pesados. El Señor, tan generoso, no está menos in teresado en disfrutar de sus elegidos.
7,11

Yo soy para mi amado, y su deseo tiende hacia mí. Es un recuerdo de las palabras deGén 3,16, pero aquí la condenación que afectaba a la mujer toma un giro diferente: no será ella quien se someterá por obligación a su marido, sino que será éste quien la va a necesitar. ¡Dios me necesita y no es para que le haga un trabajo! Hay una experiencia de la vida creada y del amor que él quiso hacer conmigo y que sólo podrá llevar a cabo por mi intermedio.
Cantar de los Cantares (Cant) Capítulo 8
Ella:
1 ¡Ah, si tú fueras hermano mío,
1 alimentado con el pecho de mi madre!
1 Te podría besar al encontrarte afuera
1 sin que me despreciaran.
2 Te llevaría a la casa de mi madre,
2 a la habitación de la que me concibió.
2 Te daría a beber vino fragante
2 y un licor hecho de granada.
3 Su izquierda se desliza bajo mi cabeza
3 y su derecha me abraza.
El:
4 Hijas de Jerusalén, les ruego
4 que no despierten
4 ni se despierte el Amor
4 hasta que ella quiera.
Coro:
5 ¿Quién es esto que sube del desierto
5 apoyada en su amado?
El:
5 Debajo del manzano te desperté,
5 allí mismo donde te concibió tu madre,
5 donde te concibió la que te dio a luz.
Ella:
6 Guárdame en tu corazón
6 como tu sello o tu joya,
6 siempre fija a tu muñeca.
6 porque es fuerte el amor como la muerte,
6 y la pasión, tenaz como el infierno;
6 sus flechas son dardos de fuego,
6 como llama de Yavé.
7 ¿Quién apagará el amor?
7 No lo podrán las aguas embravecidas,
7 vengan los torrentes,
7 ¡no lo ahogarán!
7 Si alguien quisiera comprar el amor
7 con todo lo que posee en su casa,
7 sólo conseguiría desprecio.
8 Tenemos una hermana pequeña,
8 todavía no tiene sus senos formados.
8 ¿Qué haremos con nuestra hermana
8 cuando se trate de casarla?
9 Si es una muralla,
9 le construiremos defensas de plata;
9 si es una puerta,
9 la reforzaremos con barras de cedro.
10 Yo soy una muralla,
10 mis pechos son como torres.
10 Soy a sus ojos como quien ha hallado la paz.
11 Salomón tenía una viña en Baal-Amón,
11 la confió a unos cuidadores,
11 cada uno le traía mil siclos de plata por los frutos.
12 Mi viña es sólo para mí y yo no más la cuido.
12 Mil siclos para ti, Salomón,
12 doscientos para los guardianes.
13 ¡Oh tú que habitas en los huertos!,
13 tus compañeros prestan oído a tu voz,
13 haz que yo también la pueda oír.
14 Huye, amado mío,
14 como gacela o como un cabrito
14 por los montes de las balsameras.

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Comentarios Cantar de los Cantares, capítulo 8
8,1

Ah, ¡si fueras mi hermano! Esto es como decir: ¿No tengo alguna posibilidad de escapar a las reglas sociales y a las convenciones que nos quieren imponer? ¿Acaso no se puede tratar con Dios sintiéndose libre con respecto a los ritos, a las actitudes religiosas y a todo lo que, en verdad, es muy útil, pero sólo por un tiempo y para un determinado lugar?

v. 2 El granado ha sido mencionado varias veces (6,7 y 11). Este árbol tiene fama de dar fruto cada mes (Ez 47,12).
8,6

Es fuerte el amor como la muerte... El amor del Dios celoso es fuerte, y fuerte es también el amor que hace brotar en el corazón de sus hijos: ¿quién nos separará del amor de Cristo? (Rom 8,35)

El amor, tal como se expresa aquí —divino o humano es lo mismo, con tal que sea auténtico—, está muy lejos de lo que se conoce de él en nuestra sociedad. Si, por un lado, ha visto al amor entre el hombre y la mujer liberarse de las constricciones de la vida social y de los prejuicios seculares de la dominación masculina, por otro, ha visto aumentar el temor a «perder su propia vida» uniéndose totalmente a una persona. Muchos tratan de conciliar lo que en sí es contradictorio: un amor que llevaría a la plenitud de la alegría y a la plenitud de sí mismo, y una decisión secreta de romper apenas se encuentre otro mejor.

El texto da aquí la prioridad, no a la felicidad sino al amor. El Cantar expresa la voluntad de conocer el amor a cualquier precio, y el Evangelio nos dirá cuál es ese precio. El matrimonio sólo se rehabilitará partiendo de esa base: la felicidad en esta tierra será algo añadido y gratuito, según como Dios quiera darla.
8,7

Los últimos versículos del Cantar de los Cantares, a partir del 8,8, son probablemente versículos que contienen referencias políticas y que se añadieron más tarde. El hecho de que se los haya insertado aquí es muy significativo, pues confirmaría que en el Cantar se leían las aspiraciones de la comunidad de Israel: ésta no quería que la apartaran de su vocación sometíendola a una autoridad humana.