La Biblia Latinoamericana
作者:神与人
Rut (Rut)
Introducción Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3
Capítulo 4      
Rut (Rut) Introducción
El libro de Rut es uno de esos que se leen sin dificultad como si fuera una novela. La historia está situada en tiempos de los Jueces, pero algunos opinan que lo esencial del relato es una creación tardía: el autor habría escrito en el siglo IV antes de nuestra era como una reacción contra las leyes de Esdras que separaban a los judíos de los demás pueblos y prohibían especialmente los matrimonios mixtos.
La historia se sitúa en una época sin muchos marcos ni instituciones. En aquel tiempo, “sólo Dios reinaba en Israel” (Jue 17,6; 18,1), lo que quiere decir que cada cual hacía lo que quería. Era un tiempo de gran libertad tanto para el bien como para el mal. Más tarde se lo considerará como un tiempo de ignorancia, pero el autor valoriza aquí las riquezas escondidas de los seres sencillos para quienes Dios no es un desconocido.
El libro de Rut pertenece a la categoría de los que prescinden sin dificultad del Templo, de los sacerdotes y de las querellas religiosas: para los héroes de esta historia lo esencial de la vida y de la relación con Dios se da en otra parte. En realidad, y esto vale incluso para los profesionales de la religión, la vida diaria nos pone ante una serie de elecciones a las que podemos responder de maneras muy distintas. Dios nos reconoce en determinadas decisiones más personales y atrevidas que, siendo nuestras, también fueron obra de Dios.
Rut no siguió los consejos de su suegra Noemí que le pedía que no se sacrificara inútilmente, sino que rehiciera su vida. Ella apostó por una opción más arriesgada, quedarse con Noemí sin más seguridad que su buena estrella. Escogió la fidelidad, y el Dios de Israel que es ante todo veraz y fiel, le reservó un lugar de elección en su obra de salvación: sería uno de los antepasados del Salvador.
Rut (Rut) Capítulo 1
Tu Dios será mi Dios
1 En los tiempos en que gobernaban los Jueces en Israel, hubo una gran hambruna en el país. Debido a eso, un hombre de Belén de Judá se trasladó a los campos de Moab con su mujer y sus dos hijos.
2 El hombre se llamaba Elimelec; su esposa Noemí, y sus hijos, Maja lón y Guilyón.
3 Al poco tiempo falleció Elimelec, y Noemí quedó sola con sus dos hijos.
4 Ambos tomaron por eposas a mujeres moabitas: una se llamaba Orfa y la otra Rut.
5 Al cabo de diez años murieron también los dos hombres y Noemí quedó de samparada, sin esposo y sin hijos.
6 Entonces decidió salir de Moab en compañía de sus nueras,
7 pues había oído decir que Yavé se había acordado de su pueblo y les había dado qué comer.
8 Cuando estaban en camino de regreso a Judá, Noemí dijo a sus nueras: «Creo que es mejor que ustedes se vayan a sus casas.
9 Que el Señor les recompense todo lo bueno que han hecho con mis hijos y conmigo y les permita que encuentren cada una un esposo con quien puedan vivir en paz.»
10 Y en seguida les dio un abrazo. Pero ellas, llorando, le respondieron: «No nos iremos, sino que seguiremos contigo.»
11 «Vuelvan a sus casas, insistió Noemí, pues ¿qué sacan con venir conmigo? Ya no puedo tener hijos para que sean sus maridos.
12 Les repito, regresen a sus hogares, pues yo soy ya vieja para casarme de nuevo. Y aunque tuviera la remota esperanza de casarme esta misma noche y de tener hijos,
13 ¿serían ustedes capaces de esperar a que se hicieran mayores? ¿Dejarían por eso de casarse? No, hijitas, bastante me ha castigado ya Dios como para añadir esta preocupación por ustedes.»
14 Ellas seguían llorando, hasta que al fin Orfa, dándole un beso, se fue a su casa. Rut, en cambio, se quedó con ella.
15 Noemí le dijo entonces: «¿Por qué no te vas también tú con tu cuñada, y así regresas a tu casa y a tus dioses?»
16 Rut le replicó: «No me obligues a dejarte yéndome lejos de ti, pues a donde tú vayas, iré yo; y donde tú vivas, viviré yo; tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios.
17 Donde tú mueras, allí también quiero morir y ser enterrada yo. Que el Señor me castigue como es debido si no es la muerte la que nos separe.»
18 Viendo Noemí que Rut se mantenía firme en su decisión, no quiso insistirle más.
19 Y continuando el camino llegaron las dos a Belén. Todo la gente se impresionó al verlas llegar.
20 Y como Noemí se diera cuenta de que las mujeres comentaban: «¿Pero no es ésta Noemí?»,
21 les dijo: «No me llamen por mi nombre, sino díganme Amar ga, porque el Todopoderoso me ha llenado de amargura. Partí con todo, y el Señor me hace volver con las manos vacías. ¿Para qué, pues, me llaman Noemí, cuando Yavé me ha condenado a ser una desgraciada?»
22 Así, fue como Noemí, acompañada de Rut, su nuera moabita, regresó de Moab. Y justo cuando llegaron a Belén estaba comenzando la cosecha de la cebada.
Rut (Rut) Capítulo 2
Rut espiga en el campo de Booz
1 Noemí tenía, por parte de su marido, un pariente muy rico llamado Booz.
2 Rut le pidió permiso a Noemí para ir a recoger espigas donde pudiera hacerlo sin problemas.
3 Como ella se lo diera, Rut salió al campo y se puso a espigar detrás de los segadores. Dio la coin cidencia de que el campo adonde ella había llegado pertenecía a Booz, pariente de Elimelec, que precisamente llegó ese día de Belén.
4 Luego de saludar a los segadores con un: «El Señor esté con ustedes», y de recibir por respuesta: «¡El Señor te bendiga!»,
5 Booz preguntó al capataz de la cuadrilla de segadores: «¿De quién es esa joven?» Y el empleado le contestó:
6 «Es la moabita que acaba de regresar de Moab con Noemí.
7 La autoricé para que recogiera las espigas que dejan los segadores, y es lo que ha hecho toda la mañana sin parar.»
8 Booz, dirigiéndose entonces a Rut, le dijo: «Oye, hijita, no vayas a recoger espigas a otra parte.
9 Quédate aquí y no te separes de los trabajadores. Síguelos a cualquier potrero donde vayan a segar. Yo les daré órdenes de que no te molesten. Y si tienes sed, no tienes más que acercarte a los cántaros donde tienen agua.»
10 Al oír esto, Rut se inclinó profundamente hasta el suelo y le dijo: «¿Qué de bueno has visto en mí, una extranjera, para que me trates con tanta bondad?»
11 «Me han contado, le respondió Booz, lo bien que te has portado con tu suegra después de que murió tu marido, hasta el punto de dejar tu patria y tus padres para venirte a un país totalmente desconocido para ti.
12 Que Yavé te recompense tus buenas obras y que el Dios de Israel, bajo cuyas alas te has cobijado, te dé el premio que mereces.»
13 Ella replicó: «¡Ojalá me haga merecedora de tanta bondad como la que me has demostrado con tus palabras amables y tranquilizadoras, en circunstancias en que yo no me equiparo ni a la última de tus esclavas!»
14 A la hora del almuerzo, Booz la invitó a acercarse y a que comiera un pedazo de pan empapándolo en salsa.
15 Cuando ella estaba sentada en medio de los segadores, él le ofreció también un puñado de granos tostados. Ella comió hasta quedar satisfecha y se guardó las sobras.
16 En seguida se levantó para proseguir su trabajo, y entonces Booz dijo a sus trabajadores: «Déjenla que incluso arranque espigas de las gavillas y no le llamen por eso la atención. Más aún, de vez en cuando vayan dejando caer de propósito algunas espigas para que ella pueda irlas recogiendo, sin decirle nada.»
17 Rut estuvo todo el día espigando y, luego de desgranarlas, vio que había juntado más o menos un quintal de cebada.
18 Regresó a la ciudad con la cebada a cuestas y, cuando llegó a su casa, mostró a su suegra lo que había recogido y le entregó lo que había guardado para ella del almuerzo.
19 Su suegra le preguntó: «¿Por dónde anduviste recogiendo espigas, ya que te fue tan bien?» Como ella le contase dónde había estado trabajando, su suegra prosiguió:
20 «¡Pero si el dueño de esos campos es Booz! ¡Bendito sea Yavé, que siempre se muestra tan bueno con los vivos y los muertos! Ese hombre es pariente nuestro; a él, entre otros, le corresponde rescatarnos.»
21 Rut, entonces, agregó: «Fíjate que todavía me dijo que me quedara con sus trabajadores hasta que terminen de cosechar.»
22 Noemí le respondió: «Muy bien, hija mía, quédate con sus trabajadores, pues así no tendrás que pasar malos ratos si vas a otra parte.»
23 Rut continuó, pues, recogiendo espigas al lado de los trabajadores de Booz hasta que terminó la siega de la cebada y del trigo. Por lo demás, no se separó de su suegra.
Rut (Rut) Capítulo 3
Se acuesta a sus pies
1 Noemí dijo a su nuera: «Hija mía, ¿no es mi obligación asegurarte un porvenir tranquilo?
2 Pues bien, Booz, nuestro pariente, con cuya gente has estado trabajando, va a trillar la cebada esta tarde. Tú debes, por lo tanto, hacer lo siguiente:
3 Lávate, perfúmate, vístete lo mejor que puedas y vete a su era, pero no te dejes ver hasta que haya terminado de comer y beber.
4 Fíjate bien dónde se va a acostar, y cuando ya esté durmiendo, acércate, levanta las mantas que tenga a sus pies y acuéstate allí. El te dirá entonces lo que debas hacer.»
5 Rut le contestó: «Haré todo lo que me has dicho.»
6 Bajó, pues, a la era e hizo todo lo que su suegra le había indicado.
7 Booz, después de una cena bien regada, se fue a acostar muy alegre junto a la parva. Ella, por su parte, caminando despacito, destapó sus pies y se acostó.
8 Como a la medianoche se despertó el hombre y miró con asombro que tenía a sus pies a una mujer.
9 Como le preguntara quién era, ella le respondió: «Soy Rut, tu sirvienta. Tápame con tu manta, pues tú debes rescatarme.»
10 «¡Que Yavé te bendiga, hija mía, replicó él, pues este acto tuyo de piedad es mayor que el primero, ya que no has elegido a hombres jóvenes, ricos o pobres!
11 Quédate tranquila, hija, pues haré todo lo que me pidas, ya que todo el pueblo sabe que tú eres una mujer extraordinaria.
12 Es cierto que a mí me corresponde rescatarte, pero hay otro pariente tuyo más cercano que tiene más obligación.
13 Quédate aquí por esta noche, y mañana veremos si él quiere rescatarte o no. Pues, si él se niega, te lo prometo por Yavé, lo haré yo. 14 Por ahora, sigue durmiendo hasta mañana.»
14 Antes de que amaneciera, cuando todavía no se puede distinguir bien a las personas, se levantó Booz, pues pensaba: «Nadie debe saber que esta mujer estuvo aquí durmiendo.»
15 Luego, le pidió a Rut que extendiera su chal y se lo llenó de cebada. Ella se lo echó al hombro y se volvió a la ciudad.
16 Cuando llegó a casa de su suegra, le preguntó: «¿Cómo te ha ido, hija?»
17 Ella, entonces, le contó todo lo que el hombre había hecho por ella y cómo le había dado toda aquella cebada para que no volviera a su casa con las manos vacías.
18 Noemí replicó: «Quédate tranquila hasta que veas en qué termina esto, pues estoy segura de que él agotará todos los medios para llevarlo a buen fin hoy mismo.»

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Comentarios Rut, capítulo 3
3,1

¿Por qué Rut quiere tener a Booz como esposo? Para cumplir con la costumbre llamada del «levirato», a la que alude el capítulo 38 del Génesis.

Cuando un hombre muere sin dejar hijos, es deber sagrado de la viuda casarse con el más cercano de los deudos de su difunto esposo. El primer hijo varón que tendrá de él llevará el nombre del difunto y será considerado como su hijo y también como el heredero de sus tierras.

Eso explica el sacrificio de Rut. Ella renuncia al matrimonio con un joven y acepta ser la esposa de un hombre ya entrado en años porque ese hombre, Booz, es el que puede darle un hijo «para» su marido difunto.

Así Rut cumple con un designio misterioso de Dios, que la predestinó a ser antepasada de Cristo (ver Mt 1,5).
Rut (Rut) Capítulo 4
La ley del levirato
1 Booz se sentó al lado de la puerta de la ciudad a esperar que pasara el pariente que debía rescatar a Rut.
2 Cuando pasó lo detuvo y lo invitó a sentarse. Llamó entonces a diez ancianos de la ciudad para que se sentaran también a su alrededor.
3 Cuando todo estuvo listo, le dijo al pariente: «Noemí, la viuda de nuestro pariente Elimelec, que ha regresado de Moab, quiere vender la propiedad que pertenecía a su marido.
4 Yo he creído conveniente avisarte de esto para que tú la compres en presencia de todos estos testigos. Si tú quieres cumplir con tu obligación de rescatarla, hazlo; si no, dímelo, porque después de ti me toca a mí cumplirlo.» El otro contestó: «Muy bien, la voy a rescatar.»
5 Pero Booz prosiguió: «Hay algo más todavía, pues si adquieres el campo de manos de Noemí, también debes adquirir a Rut, la moabita, que era mujer del difunto, y sus hijos heredarán la parcela del difunto.»
6 El otro, entonces, respondió: «Si es así la cosa, no podré hacerlo por temor a perjudicar a mis herederos. Te cedo el derecho, cumple tú con la obligación.»
7 Era entonces costumbre en Israel que para confirmar cualquier negocio, como rescate o cambio, una de las partes se sacara su sandalia y se la diera al otro. Y este gesto servía como prueba del contrato.
8 Por eso, el pariente que debía com prar la propiedad se sacó la sandalia, diciendo a Booz: «Cómpratela.»
9 Al ver esto, Booz dijo a todos los que estaban presentes: «Ustedes son testigos de que hoy día Noemí me ha vendido todo lo que pertenecía a su marido Elimelec y a sus hijos,
10 y de que también he adquirido a Rut, la moabita, viuda de Majalón, para conservar el apellido junto con la propiedad del difunto y para que su nombre esté siempre presente entre sus hermanos, cuando se reúnan a la entrada de la ciudad.»
11 Todos los que se encontraban allí dijeron: «En efecto, nosotros somos testigos.» Los ancianos, por su parte, agregaron: «¡Que Yavé te conceda que tu mujer sea como Raquel y Lía, las dos que dieron origen a la familia de Israel! ¡Que seas poderoso en Efrata y famoso en Belén!
12 ¡Que, gracias a la descendencia que Yavé te concederá de esta joven, tu casa sea tan célebre como la de Peres, el hijo que Judá tuvo de Tamar!»
Obed fue padre de Jesé y Jesé padre de David
13 Booz se casó, pues, con Rut y se la llevó a su casa. Tuvo relaciones con ella y Yavé permitió que quedara embarazada y que diera luego a luz un niño.
14 Al saberlo, las mujeres felicitaban a Noemí diciéndole: «Bendito sea Yavé, que no ha permitido que un pariente cercano de un difunto faltase a su deber con éste, sin conservar su apellido en Israel.
15 Este niño será para ti un consuelo y tu sustento en tus últimos años, pues tiene por madre a tu nuera, que te quiere y vale para ti más que siete hijos.»
16 Noemí se llevó al niño, lo recostó en su falda y se encargó de criarlo.
17 Las vecinas decían: «A Noemí le ha nacido un hijo.» Y lo llamaron Obed. Obed fue el padre de Jesé y éste padre de David.
18 Estos son los descendientes de Peres. Peres fue padre de Jesrón,
19 Jesrón de Ram, Ram de Aminadab,
20 Aminadab de Najsón y Najsón fue padre de Salomón.
21 Salomón fue padre de Booz y éste de Obed.
22 Obed fue padre de Jesé y Jesé fue padre de David.