La Biblia Latinoamericana
作者:神与人
Sabiduría (Sap)
Introducción Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3
Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7
Capítulo 8 Capítulo 9 Capítulo 10 Capítulo 11
Capítulo 12 Capítulo 13 Capítulo 14 Capítulo 15
Capítulo 16 Capítulo 17 Capítulo 18 Capítulo 19
Sabiduría (Sap) Introducción
El libro de la Sabiduría se presenta como obra del rey Salomón, pero esto no es más que una ficción literaria. En realidad fue escrito mucho más tarde, hacia el año 50 a.C.
Su autor pertenecía a la comunidad judía de Alejandría, importante colonia en la ciudad más poblada del mundo grecorromano. No había biblioteca que se igualase a la de Alejandría; según se decía albergaba 700.000 volúmenes. Dos siglos antes, su director había ordenado una traducción griega de la Biblia, la que fue llamada de los "Setenta".
El autor, pues, está en el punto en que se entrelazan dos culturas y dos lenguas, el hebreo y el griego. Ahí se enfrentan dos mundos religiosos, el de la Biblia y el de los griegos, con sus dioses, sus poetas y sus filosofías. Por lo demás, Égipto acaba de cambiar de dueños y los judíos de Alejandría que se consideraban vejados por la administración egipcia, esperan que los romanos, ahora dueños de Oriente Medio, les sean más favorables.
Este es el marco en que nace el Libro de la Sabiduría. En la primera parte (capítulos 1-5), el autor se dirige a creyentes algo desanimados por las pruebas que su pueblo sufrió durante el transcurso del siglo. Más que todo la fe se viene abajo porque los tiempos han cambiado. En Palestina, la vida religiosa de los judíos se encontraba intimamente ligada a su tierra; la fe se arraigaba en la vida nacional más que en las personas, y los individuos no contaban mucho. Hoy, en cambio, viven en medio de los paganos, y los desafíos de la vida obligan a cada cual a que se haga responsable de su propio destino.
El autor planteará, pues, el problema de la sabiduría sobre bases nuevas: la cuestión esencial es saber en qué desemboca la vida presente. Existe un juicio y otra vida, y mientras no se lo haya comprendido, nada se puede juzgar bien. Estos capítulos se cuentan entre los más bellos de la Biblia, especialmente los textos que se refieren a la inmortalidad, la resurrección y el desquite de los justos y los mártires.
En la segunda parte del libro (capítulos 6-10) el autor expone los diversos aspectos de la presencia divina en el universo. Esta cuestión era fundamental para los griegos; muchos confundían a Dios, alma del mundo, con un universo divinizado, y sus respuestas eran muy a menudo próximas a las que circulan hoy bajo la etiqueta de la New Age. El libro de la Sabiduría retoma aquí las fórmulas y las aspiraciones del mundo griego, pero aporta las precisiones necesarias para que Dios, presente y activo por doquier, siga siendo Dios, el único Santo y Glorioso.
La tercera parte de la obra (capítulos 11-19) intenta mostrar cómo Dios hace justicia a su pueblo, y en esto expresa muchas verdades, pero en ella no faltan la agresividad y las rencillas políticas y en más de un lugar echaremos de menos esta sabiduría más profunda que revela el evangelio.
Sabiduría (Sap) Capítulo 1
¡Busquen la sabiduría, conozcan a Dios!
1 Amen la justicia, ustedes que gobiernan la tierra, tengan para con el Señor los sentimientos que convienen, búsquenlo con un corazón sincero.
2 Porque se deja encontrar por los que no lo provocan, se manifiesta a los que le tienen confianza.
3 Sepan que los razonamientos tortuosos alejan de Dios: La Omnipotencia pondrá en su lugar a los insensatos que la ponen a prueba.
4 La Sabiduría no entrará en un alma mal dispuesta, ni habitará en un cuerpo esclavo del pecado.
5 El Espíritu Santo que nos educa huye de la duplicidad; rechaza los pensamientos estúpidos y se paraliza frente a la maldad.
6 La Sabiduría es un espíritu que ama a los hombres, pero no dejará sin castigo al que blasfema, porque Dios conoce sus pensamientos íntimos, ve claro en su corazón y escucha sus palabras.
7 Porque el Espíritu del Señor repleta el universo y mantiene su unidad: conoce, pues, todo lo que se dice.
8 Por eso, cualquiera que tome una decisión injusta no puede escapársele; no quedará sin sanción, éste lo reducirá al silencio.
9 Los proyectos del impío serán investigados, sus palabras serán transmitidas al Señor y sus crímenes serán castigados.
10 Sepan que hay un oído atento que lo escucha todo, y nada de lo que se murmura se le escapa.
11 Déjense pues de quejas injustificadas, eviten los propósitos condenables, pues ni siquiera la palabra dicha en secreto queda sin consecuencias y la boca mentirosa mata al alma.
12 ¡Nada de vida desordenada, eso sería buscar la muerte! No hagan cosas que les acarrearían la desgracia.
13 Porque Dios no hizo la muerte, y no le gusta que se pierdan los vivos.
14 El creó todas las cosas para que existan; las especies que aparecen en la naturaleza son medicinales, y no traen veneno ni muerte. La tierra no está sometida a la muerte,
15 pues el orden de la justicia está más allá de la muerte.
BUSCAR LA SABIDURÍA
Los sin Dios dicen que no hay otra vida
16 Los impíos, sin embargo, llaman a la muerte con gestos y palabras; ven en ella a una amiga y se han prendado de ella; han hecho con ella un pacto y se hacen merecedores de caer en sus manos.

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Comentarios Sabiduría, capítulo 1
1,1

Dios está en nosotros más presente que nosotros mismos. No es necesario buscar muy lejos la verdadera sabiduría: se presenta como un Espíritu que viene de Dios para visitarnos. Sin embargo, no se revela sino al hombre recto.

¿Cómo expresar la proximidad de Dios inaccesible y santo? Aquí se habla de la providencia, de la sabiduría, de la justicia, del Espíritu de Dios. Se habla de ellos como si fueran personas que Dios envía para cuidarnos. En realidad, es una manera de presentar al propio Dios que, conservando su misterio, está junto al hombre y a los acontecimientos.

Dios no hizo la muerte, y no legusta que se pierdan los vivos (13). Una creación que es buena y que sirve para el hombre. La muerte no viene de Dios, como se explicará en 2,23, sino de la envidia del diablo, el espíritu del mal. Así se nos invita a mirar con confianza hacia el Señor; pensar bien de él es negar todas esas falsas preguntas: ¿por qué Dios permite lo malo, la muerte, los terremotos y tragedias? Dios no quiere sino la vida.
Sabiduría (Sap) Capítulo 2
1 Partiendo de falsos razonamientos sacan estas conclusiones: «Nuestra vida es corta y llena de decepciones, tendremos un fin y será sin remedio: nunca se ha visto que alguien haya subido del mundo de los muertos.
2 Nacimos por pura casualidad, y cuando lleguemos al final será como si no hubiésemos existido. Nuestro soplo vital no es más que el vapor de nuestro aliento; nuestro pensamiento salta como una chispa del latido de nuestro corazón.
3 Cuando llegue a extinguirse, el cuerpo regresará al polvo, y el espíritu se dispersará como una bocanada de aire.
4 Con el tiempo se olvidarán de nuestro nombre, nadie más pensará en lo que hicimos; nuestra vida pasa como la sombra de una nube, se desvanece como niebla a los rayos del sol.
5 Nuestra vida es sólo el paso de una sombra, cuando llega el fin es sin vuelta: una vez sellado, nadie vuelve.
6 Vengan, pues, gocemos de los bienes presentes, aprovechémonos de todo, ¡ea, vamos, es la juventud!,
7 ¡que haya vino y perfumes!
8 ¡No dejemos que se marchiten las rosas, pongámoslas en nuestra corona!
9 ¡Que nadie de nosotros falte a nuestra comilonas; por todas partes dejaremos recuerdos de nuestras fiestas, pues ésa es nuestra herencia y nuestra suerte.
10 Seamos duros con esos pobres piadosos, y lo mismo con las viudas; ¡nada de respeto con los viejos de cabellos blancos!
11 ¡Nuestra fuerza sea la ley! ¡La debilidad es prueba de que uno no sirve para nada!
12 Hagamos la guerra al que nos reprende porque violamos la Ley; nos recuerda cómo fuimos educados y nos echa en cara nuestra conducta.
13 Pretende conocer a Dios y se proclama hijo del Señor.
14 No hace más que contradecir nuestras ideas, y su sola presencia nos cae pesada.
15 Lleva una vida distinta a la de todos y es rara su conducta.
16 Nos considera unos degenerados, creería mancharse si actuara como nosotros. Habla de una felicidad para los justos al final y se vanagloría de tener a Dios por padre.
17 Veamos, pues, si lo que dice es verdad y hagamos la prueba: ¿cómo se librará?
18 Si el justo es hijo de Dios, Dios lo ayudará y lo librará de sus adversarios.
19 Sometámoslo a humillaciones y a torturas, veamos cómo las acepta, probemos su paciencia.
20 Luego, condenémoslo a una muerte infame pues, según él, alguien intenvendrá.»
21 Así, es como razonan, pero están equivocados. Su maldad los enceguece,
22 de tal manera que no conocen los secretos de Dios. No esperan la recompensa de una vida santa, ni creen que las almas puras tendrán su paga.
23 Pero Dios creó al hombre a imagen de su propia naturaleza, y y para que fuera inmortal.
24 La envidia del diablo introdujo la muerte en el mundo, y la experimentan los que toman su partido.
Sabiduría (Sap) Capítulo 3
Los justos vivirán con Dios
1 Las almas de los justos están en las manos de Dios y ningún tormento podrá alcanzarlos.
2 A los ojos de los insensatos están bien muertos y su partida parece una derrota.
3 Nos abandonaron: parece que nada quedó de ellos. Pero, en realidad, entraron en la paz.
4 Aunque los hombres hayan visto en eso un castigo, allí estaba la vida inmortal para sostener su esperanza:
5 después de una corta prueba recibirán grandes recompensas.
5 Sí, Dios los puso a prueba y los encontró dignos de él.
6 Los probó como al oro en el horno donde se funden los metales, y los aceptó como una ofrenda perfecta.
7 Cuando venga Dios a visitarnos, serán luz, semejantes a la centella que corre por entre la maleza.
8 Gobernarán naciones y dominarán a los pueblos, y el Señor será su rey para siempre.
9 Los que confiaron en él conocerán la verdad, los que fueron fieles en el amor permanecerán junto a él.
10 Pero los impíos que menospreciaron al justo y renegaron del Señor serán castigados por sus malas intenciones.
11 Sí, ay de aquellos que rechazan la sabiduría y la disciplina: ¡para ellos toda esperanza es vana, todo esfuerzo inútil, toda obra estéril!
12 También son estúpidas sus mujeres, y sus hijos, perversos: una maldición se cierne sobre su descendencia.
¿Cuál es la vida realmente fecunda?
13 Feliz la mujer sin hijos si ha permanecido pura, si no ha tenido alguna unión culpable; cuando sean juzgadas las almas, se verán sus frutos.
14 Feliz también el eunuco si no tomó parte en el mal ni tuvo pensamientos de rebelión contra el Señor: su fidelidad será bien recompensada, tendrá un lugar de privilegio en el templo del Señor.
15 Porque cualquier esfuerzo por el bien produce frutos admirables; el verdadero conocimiento es una raíz que nunca se seca.
16 En cambio, los hijos nacidos del adulterio no maduran, la descendencia de una unión ilegítima desaparece.
17 Si llegare a suceder que se prolonga su vida, no serán tomados en cuenta y por último envejecerán sin gloria.
18 Y si mueren jóvenes, será sin esperanza: la espera del juicio no les servirá de consuelo.
19 Sí, una raza malvada está condenada a una suerte cruel.

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Comentarios Sabiduría, capítulo 3
3,1

Las almas de los justos están en las manos de Dios. Esta es la gran revelación del presente libro. En los libros anteriores de la Biblia, el alma no significaba más que el aliento del hombre, es decir, la vida que está en él y se apaga al morir. Ahora el alma significa lo de nosotros que no muere cuando se deshace el cuerpo.

Su partida parece una derrota (2). Sea que el justo perezca en manos de los violentos, sea que le toque morir como a todos, el fin de su vida parece contradecir la bondad de Dios: es un escándalo que la muerte pueda algo contra los justos. Pero lo que muere es solamente el cuerpo. Ellos viven ante Dios, como lo afirmará Jesús a su vez (Lc 20,38).

En realidad, entraron en la paz (3). Gozarán para siempre lo que han esperado en la tierra. Es decir, que vemos solamente una cara de la muerte: jamás sabremos cómo experimenta cada uno su partida, menos aún cómo se despierta en el mundo de Dios.

En el momento del juicio se comprobará que los justos son los únicos que han vivido. A menudo la muerte de los amigos de Dios trae la paz a los que estuvieron a su lado. A menudo los mártires hacen triunfar por su muerte la causa por la que han vivido.
3,13

Feliz la mujer sin hijos si ha permanecido pura. Siempre la Biblia alaba la vida fecunda, al matrimonio que tiene varios hijos y los lleva a ser plenamente hombres (ver Sal 127 y 128). Aquí se renueva la pregunta: ¿qué es una vida fecunda? En Israel la esterilidad era considerada castigo de Dios, y afectaba primero a la mujer, pues el hombre podía buscarse otras mujeres o adoptar hijos. También la ley excluía del culto a los eunucos (o sea, a los castrados). Sin embargo, un profeta había tomado una posición contraria (ver Is 56,4).
Sabiduría (Sap) Capítulo 4
1 Más vale no haber tenido hijos pero haber actuado bien: uno será entonces considerado tanto por Dios como por los hombres y dejará un recuerdo imperecedero.
2 A una vida tan recta, se la imita cuando se la ve y se la echa de menos cuando desaparece: en la eternidad recibe la corona de gloria porque triunfó en combates perfectos.
3 Al contrario, la numerosa posteridad de un impío no significa nada: sus retoños bastardos no echarán raíces profundas ni se establecerán en tierra firme.
4 Aunque por un tiempo echen brotes, sus débiles ramas serán sacudidas por el viento, y arrancadas por la tempestad.
5 Sus ramas se quebrarán antes de crecer, sus frutos no servirán: ¡demasiado verdes para comerlos, sólo sirven para que los boten!
6 En el día del juicio, los hijos nacidos de uniones culpables testimoniarán en contra del pecado de sus padres.
¿Por qué desaparecen los buenos?
7 El justo en cambio, aunque muera prematuramente, encontrará su descanso.
8 La edad que merece el respeto no depende de la duración de la vida, ni se mide por el número de años.
9 ¡El verdadero conocimiento es como tener los cabellos blancos! Una vida sin mancha equivale a una edad madura.
10 Era recto, agradó a Dios que lo amó; pero como vivía en medio de los pecadores, fue sacado de allí.
11 Dios lo sacó por temor a que el mal corrompiera su inteligencia o que su alma se dejara seducir por la mentira.
12 Porque la fascinación del mal oculta los verdaderos valores y los reclamos del deseo conmueven a un alma sin malicia.
13 Acabó pronto, pero había recorrido ya un largo camino.
14 Su alma era preciosa a los ojos del Señor, por eso la retiró pronto de su ambiente corrompido.
14 La gente al ver eso no entendió; no comprendieron
15 que la benevolencia y la misericordia de Dios acompañan a sus elegidos, y que él vela por los suyos.
16 El justo que muere condena a los impíos que sobreviven, una vida joven que llega pronto a la perfección, denuncia la vejez interminable de los malvados.
17 Verán pues la muerte del sabio, pero sin comprender las intenciones divinas al respecto, ni por qué el Señor lo puso a resguardo.
18 Al ver eso podrán tal vez reírse, pero el Señor también se reirá de ellos
19 cuando a su vez sean cadáveres despreciables, y estén sin defensa entre los muertos.
19 Porque el Señor los reducirá al silencio y los precipitará de cabeza; los arrancará de cuajo y los destruirá irremediablemente: entonces sabrán lo que es el dolor, cuando todos los hayan olvidado.
20 Se presentarán temblando cuando se haga el recuento de sus pecados, y sus crímenes se alzarán frente a ellos.

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Comentarios Sabiduría, capítulo 4
4,1

Más vale no tener hijos pero haber actuado bien. Aquí se revela otra manera de tener vida fecunda. Se sabe de matrimonios sin hijos y de solteras que orientaron su capacidad de amor y de entrega hacia los demás y que tuvieron una verdadera descendencia y familia espiritual. El ejemplo de María ha sido comprendido, desde el comienzo de la Iglesia, como un modelo y un estímulo dado a aquellos y aquellas que se consagran a Dios y buscan una fecundidad de otro tipo, propia de esa vocación.
4,7

«¿Por qué se lo llevó Dios?» Palabras que se escuchan muy a menudo. Ningún accidente mortal le puede impedir a Dios que dé todo lo que le quiso dar a cada uno. A algunos Dios les hizo la gracia de madurar más rápidamente y alcanzar en pocos años la perfección que otros no conquistaron sino después de muchos.

Era recto, agradó a Dios, que lo amó. No nos pertenecía la esposa o el hijo que Dios se llevó. Entre ellos y nosotros se habían trabado los lazos del amor con sus incontables circunstancias y recuerdos, pero un amor más fuerte los unía al Señor, y eran antes que nada suyos.

Como vivía en medio de los pecadores, fue sacado de allí (10). Estas palabras aluden a Henoc (ver Gén 5,24) cuyo extraño fin, como el de Elias, avivaba la reflexión de los judíos. Es otra respuesta para la muerte prematura de los hijos: ¿quién sabe lo que habrían hecho de su vida? Pero ya nos está engañando nuestra imaginación cuando hablamos de lo que habrían hecho de su vida. Esta posibilidad ni siquiera existió, puesto que Dios no la consideró. Cada uno ha sido creado y amado por Dios con esas mismas limitaciones que nos desconciertan.
Sabiduría (Sap) Capítulo 5
El juicio de los impíos
1 Entonces el justo se presentará seguro de sí mismo frente a los que lo persiguieron
1 y que redujeron a nada todos sus esfuerzos.
2 Al verlo comenzarán a temblar de un miedo inmenso,
2 asombrados de ver que se ha salvado contra toda esperanza.
3 Llenos de remordimiento, se dirán,
3 muy angustiados, y con gemidos:
4 «Este es al que tomábamos para la risa,
4 el objeto de nuestras bromas: ¡qué imbéciles éramos!
4 Su vida nos parecía una locura,
4 su muerte nos pareció el fracaso final.
5 Y véanlo ahora entre los hijos de Dios:
5 ¿cómo fue que recibió su lugar entre los santos?
6 ¡Cómo nos equivocamos lejos de la verdad!
6 La luz de la justicia no nos iluminó,
6 el Sol no se levantó para nosotros.
7 Nos hartamos de injusticias y crímenes,
7 recorriendo desiertos de los cuales no salíamos,
7 en vez de reconocer el camino del Señor.
8 ¿De qué nos sirvió nuestro orgullo?
8 ¿De qué nos valió la riqueza de la que tanto nos enorgullecíamos?
9 Todo eso pasó como una sombra,
9 como un rumor que se disipa,
10 como el navío que corta la espuma del mar,
10 y de cuyo paso no queda huella alguna,
10 ni marca de su quilla en las olas.
11 O como el pájaro que atraviesa el espacio
11 y los vestigios de su carrera nadie encuentra,
11 que no deja ninguna señal de su trayecto.
11 Sus plumas rozaron el aire leve,
11 un silbido se produjo al partirlo,
11 batiendo sus alas se abrió camino,
11 pero después, ¿quién encontró alguna huella de su vuelo?
12 O como una flecha disparada al blanco:
12 el aire que va cortando vuelve sobre sí mismo,
12 sin permitir que se vea su camino.
13 Así también nosotros, apenas nacimos desaparecimos;
13 nos hemos agotado en nuestras malas obras
13 y no tenemos mérito alguno que podamos mostrar.»
14 Sí, la esperanza de los impíos es como la paja
14 que se la lleva el viento,
14 o como el copo de nieve que arrastra la tormenta,
14 como el humo disipado por el viento,
14 o el recuerdo de un huésped de un día: que se olvida.
15 Los justos, en cambio, viven para siempre,
15 y su recompensa está junto al Señor:
15 cuidan de ellos en casa del Altísimo.
16 Recibirán de manos del Señor
16 la corona magnífica, la diadema radiante;
16 con su mano derecha los cubrirá,
16 y con su brazo los protegerá.
17 Su amor celoso lo llevó a tomar las armas,
17 moviliza al universo para castigar a sus enemigos.
18 Toma como coraza la rectitud,
18 y como casco escogió sus juicios equitativos.
19 Su invencible santidad le sirve de escudo,
20 se ha hecho una espada con su cólera inflexible,
20 y junto con él el universo lucha contra los insensatos.
21 Los dardos del rayo darán recto en el blanco,
21 disparados de las nubes como de un arco bien tenso;
22 los granizos de su cólera caerán sobre ellos,
22 el océano se indignará con ellos
22 y los ríos los inundarán sin piedad.
23 El aliento de su Poder se alzará contra ellos
23 y los dispersará como el huracán.
23 Su pecado convertirá a la tierra en desierto,
23 las maldades de los poderosos echarán abajo sus tronos.

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Comentarios Sabiduría, capítulo 5
5,1

Los profetas hablaban a menudo del juicio de Dios, refiriéndose a un juicio que se realizaría en la tierra, para castigar a las naciones y a los pecadores. Y a partir de aquel juicio, Dios enderezaría la historia humana. Pero este párrafo nos habla ahora de un juicio individual después de la muerte.

El texto se fija sobre todo en el caso de los mártires, pues en esa época estaba aún fresco el recuerdo de los creyentes perseguidos por su fe en tiempos de los Macabeos. Pero no por esto está más lejos de nosotros, pues, si bien en muchos lugares podemos a la vez ser cristianos y vivir en paz, en otros lugares, en cambio, nuestros hermanos cristianos sufren y con frecuencia mueren víctimas de persecuciones de las cuales los diarios hablan muy poco.

¡Cómo nos equivocamos lejos de la verdad! (6). En aquel día no llevaremos la máscara que todos llevamos en la tierra y que oculta nuestra hipocresía y bajeza. Los malos entonces verán de manera clarísima que su existencia fue vacía: Apenas hemos nacido, dejamos de existir. Nos hartamos de injusticias y crímenes (7). No digamos que Dios los sentenciará, pues se juzgarán a sí mismos: sus crímenes se alzarán frente a ellos (4,20).

En cambio, los justos viven para siempre…, cuidan de ellos en casa del Altísimo (15). Se podría comparar la parábola del juicio en Mateo 25,31. Solamente que Jesús opone los que atendieron a sus hermanos y los que no, mientras que aquí se oponen los perseguidores y los perseguidos.
Sabiduría (Sap) Capítulo 6
NO HAY SABIDURÍA SIN RELIGIÓN VERDADERA
Los reyes deben buscar la Sabiduría
1 ¡Oh reyes, escuchen y entiendan! ¡Déjense instruir, ustedes que gobiernan las lejanas tierras!
2 ¡Pongan atención, ustedes que mandan a multitudes, que están tan orgullosos de sus numerosos pueblos!
3 Porque el Señor es quien les dio el poder, y la realeza les viene del Altísimo; él examinará su comportamiento y pondrá al descubierto las intenciones de ustedes.
4 Ustedes son los representantes de su poder real; ahora bien, si no han juzgado conforme a la justicia, ni han observado su ley, ni procedido según la voluntad de Dios, 5 los declarará culpables bruscamente, de manera terrible.
5 Porque rigurosa es la sentencia para la gente que tiene un alto puesto.
6 Se tiene compasión de los pequeños y se los perdona, pero los poderosos serán controlados estrictamente.
7 El Amo universal no teme a nadie, y las dignidades humanas no le impresionan: él hizo a los pequeños y a los grandes; él se preocupa por todos,
8 pero a los poderosos se los examinará más a fondo.
9 A ustedes, pues, príncipes, me dirijo, para que aprendan la sabiduría y no caigan.
10 Porque los que observan santamente las leyes santas se harán santos y los que las hayan profundizado encontrarán en ellas su defensa.
11 Sean pues ávidos de mis palabras y búsquenlas: los instruirán.
12 La Sabiduría es luz y no se torna opaca; se muestra con gusto a los que la aman, se deja encontrar por los que la aman.
13 Sale al encuentro de los que la quieren conocer;
14 el que por ella se levantó temprano, casi no tendrá que esforzarse: la hallará sentada a su puerta.
15 Apasionarse por ella es la mejor de las ambiciones, el que trasnocha a causa de ella estará pronto sin preocupaciones.
16 Ella misma sale en busca de los que son dignos de ella; se muestra con benevolencia en sus caminos, sale a su encuentro en todos sus pensamientos.
17 El comienzo de la sabiduría es un verdadero deseo de formarse: buscar la instrucción es amarla.
18 El que la ama observa sus leyes, el que obedece sus leyes se asegura la vida que no perece,
19 y la vida que no perece nos pone muy cerca de Dios.
20 ¡Vean, pues, de qué manera la sabiduría nos lleva a la realeza!
21 Pues bien, soberanos de los pueblos, si aprecian el trono y las insignias del poder, honren a la Sabiduría y reinarán por siempre.
22 Les voy a decir lo que es la sabiduría y cuál es su origen, no les ocultaré secreto alguno. Quiero seguirla desde sus comienzos y exponerles claramente, sin apartarme de la verdad, todo lo que de ella se puede saber.
23 Porque aquí no hay secretos que guardar celosamente, eso no tendría nada que ver con la Sabiduría.
24 Si se multiplicaran los sabios, sería la salvación del mundo, porque un rey inteligente hace la prosperidad de su pueblo.
25 Instrúyanse pues por medio de mis palabras, y con ello obtendrán beneficios.

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Comentarios Sabiduría, capítulo 6
6,1

Aquí comienza un discurso dirigido en teoría a los reyes. Pues hay que recordar lo que dijimos en la Introducción al Eclesiastés: que fácilmente se atribuían a Salomón los libros de sabiduría. Es lo que pasa con este libro: el autor habla como si fuera Salomón, y dirige su discurso a la gente de su mundo, es decir, a los soberanos.
Sabiduría (Sap) Capítulo 7
1 No soy más que un mortal como todos los demás, un descendiente del primero que fue formado de la tierra. Mi cuerpo se elaboró en el vientre de mi madre,
2 donde durante diez meses fui modelado en su sangre, a partir del semen viril y del placer compartido en una cama.
3 Una vez nacido, respiré el mismo aire que los demás, y vine a caer en la misma tierra, lancé el primer grito y lloré como ellos;
4 me envolvieron en pañales y cuidaron de mí.
5 Ningún rey comenzó su vida de otra manera:
6 la vida sólo tiene una entrada, y la salida es la misma para todos.
7 Oré y me fue dada la inteligencia; supliqué, y el espíritu de sabiduría vino a mí.
8 La preferí a los cetros y a los tronos, y estimé en nada la riqueza al lado de ella.
9 Vi que valía más que las piedras preciosas; el oro es sólo un poco de arena delante de ella, y la plata, menos que el barro.
10 La amé más que a la salud y a la belleza, incluso la preferí a la luz del sol, pues su claridad nunca se oculta.
11 Junto con ella me llegaron todos los bienes: sus manos estaban repletas de riquezas incontables.
12 Recibía con alegría todas esas cosas de que me proveía la sabiduría, pero todavía no sabía que la sabiduría era su madre.
13 Estudié de manera desinteresada, por eso la comparto sin segundas intenciones: es una riqueza que no esconderé.
14 Porque la Sabiduría es para los hombres un tesoro inagotable; los que la adquieren se hacen amigos de Dios, debido a los frutos de su educación.
15 ¡Que Dios permita que pueda hablar correctamente de ella y apasionarme por ella en la medida de los beneficios recibidos! Porque él es quien conduce a la Sabiduría y dirige a los sabios.
16 Estamos en las manos de Dios, nosotros, nuestras palabras, nuestras reflexiones y nuestras habilidades.
17 El me dio el verdadero conocimiento de la realidad: la constitución del universo y las propiedades de los elementos,
18 el comienzo, el fin y el entretiempo, las posiciones del sol y la alternancia de las estaciones,
19 los ciclos del año y el movimiento de las estrellas,
20 las diferentes especies y el comportamiento de las fieras salvajes, el poder de los espíritus y los problemas de los hombres, la variedad de las plantas y las propiedades de sus raíces.
21 Supe, pues, todo lo que está oculto y todo lo que se ve, puesto que la sabiduría que lo ha hecho todo me lo enseñaba.
22 En ella se encuentra un espíritu inteligente, santo, único, múltiple, ágil, móvil, penetrante, puro, límpido, no puede corromperse, orientado al bien y eficaz.
23 Es un espíritu irresistible, bienhechor, amigo de los hombres, firme, seguro, apacible, que lo puede todo y que vela por todo, impregna a todos los otros espíritus por inteligentes, puros y sutiles que sean.
24 La sabiduría es más movible que cualquier cosa, gracias a su fuerza atraviesa y lo penetra todo.
25 Se desprende, como un vapor, del poder de Dios, es una emanación muy pura de su Gloria; por eso, nada de sucio se introduce en ella.
26 Es la irradiación de la luz eterna, el espejo sin tacha de la actividad de Dios y la imagen de su perfección.
27 Es una, pero lo puede todo; sin salir de sí misma, lo renueva todo. De generación en generación pasa a las almas santas de las cuales hace amigos de Dios y profetas.
28 Porque Dios sólo ama al que vive con la Sabiduría.
29 Es más bella que el sol y supera a cualquier constelación; comparada con la luz, le gana,
30 porque la noche sucede al día, mientras que el mal jamás vencerá a la sabiduría.

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Comentarios Sabiduría, capítulo 7
7,7

Toda esta página es una invitación a buscar la Sabiduría como se busca una esposa: recordemos que en esa época los soberanos iban a «casarse» con tal o cual divinidad (lo que les permitía a veces apoderarse en nombre de su esposa de los tesoros de su templo: 2 Mac 1,14).

Buscar la sabiduría de Dios no es algo diferente a lo que hacemos cuando hablamos de vivir unidos con Cristo, pues, no olvidemos que él es la Sabiduría increada. Nuestro amor a Cristo no podrá quedarse en lo sentimental, sino que siempre será la búsqueda costosa, y que nunca se acaba, de aquel que es la Verdad.

Vi que valía más que las piedras preciosas (9) (ver Mt 13,44-45).
7,21

Véase el comentario de Proverbios 8,22: es el mismo tema. De Dios viene la sabiduría: la misma Sabiduría que ha ordenado el universo se hace en nosotros presencia de Dios.

Nada de sucio se introduce en ella (25). Nótese el optimismo que resulta de esta descripción. Por ser «santa y pura», la sabiduría de Dios atraviesa todo, incluso lo manchado e imperfecto, alumbrando nuestro espíritu torpe y limitado. Los judíos en ese tiempo aprendían de la Ley que cuando se tocaban dos personas, era la impura la que manchaba a la otra (ver Lev 11,1 y Ag 2,11). Aquí es la sabiduría de Dios la que vence cualquier oscuridad y torpeza (ver Ef 5,13). Nada es absolutamente malo en sí; algo es malo si pudo haber sido mejor, y es bueno si en un caso concreto nada mejor se pudo hacer.

El mal jamás vencerá a la sabiduría (30). El cristiano, arraigado en la palabra de Dios, lleva luz a los mismos sectores donde reinaban las tinieblas.

Por tu sabiduría los hombres se salvarán. En 2,24 se dijo que el demonio había corrompido la creación al introducir la muerte. Ahora la Sabiduría de Dios está reparando los estragos de la muerte: Pasa a las almas santas y la hace amigos de Dios (27).

Es una emanación muy pura de su Gloria (25). Para los hebreos la palabra «gloria» indicaba algo que pesaba, algo que se imponía y reforzaba el concepto de la «santidad» de Dios. En la lengua griega, la «gloria» apunta más bien a lo que irradia: irradiación de Dios en el universo y más aún «en el rostro de Cristo» (2 Cor 4,6).

La sabiduría, «imagen de la actividad de Dios, reflejo de su perfección», es Cristo, según dice Pablo en Colosenses 1,15, Hebreos 1,3 (ver también Introducción a Efesios).
Sabiduría (Sap) Capítulo 8
1 Sí, la sabiduría se extiende de un extremo al otro de la tierra, y en todas partes pone orden.
2 La amé y la deseé desde mi juventud; traté de tomarla por esposa, porque estaba enamorado de su belleza.
3 El hecho de que esté cerca de Dios hace resaltar su noble origen: el Dueño de todas las cosas la amó.
4 Fue iniciada en el conocimiento mismo de Dios, y ella decide qué obras hay que realizar.
5 Si lo que se desea en el mundo es la riqueza, ¿acaso hay riqueza más grande que la Sabiduría, que todo lo realiza?
6 Y si la inteligencia precede a las obras, ¿quién entre los vivos hace las cosas mejor que ella?
7 ¿Aman ustedes la rectitud? Sepan que todas las virtudes son fruto de su trabajo; ella enseña la prudencia y la inteligencia, la justicia y el valor; nada hay en la vida que sea más útil a los hombres.
8 ¿Busca alguien vastos conocimientos? La Sabiduría conoce las cosas del pasado y prevé el porvenir; sabe interpretar los discursos y resolver los enigmas, anuncia de antemano las señales de la naturaleza y los prodigios, el fin de las épocas y de los tiempos.
9 Por eso decidí tomarla como compañera de mi vida: sabía que me aconsejaría en los momentos felices y me sostendría en las preocupaciones y en las penas.
10 «Gracias a la Sabiduría, me decía, seré honrado por las muchedumbres y, a pesar de mi juventud, respetado por los ancianos.
11 Reconocerán en mí un discernimiento penetrante, y los poderosos me admirarán.
12 Si me callo, me esperarán; si hablo, estarán atentos; y aunque se prolongue mi discurso, seguirán escuchándome.
13 Gracias a la Sabiduría obtendré la inmortalidad, y dejaré un recuerdo eterno a los que vendrán después de mí.
14 Gobernaré a los pueblos, y se me someterán las naciones.
15 Soberanos temibles se llenarán de temor al oír hablar de mí; seré bueno con mi gente y valiente en el combate.
16 De vuelta a casa, descansaré a su lado, porque su compañía no es amarga; vivir con ella no cuesta nada, sino que, al contrario, trae alegría y felicidad».
17 Así razonaba conmigo mismo. Comprendí que uno encuentra la vida inmortal en la unión con la Sabiduría,
18 se adquiere una alegría superior gracias a su amistad, una riqueza perdurable gracias a sus desvelos, la inteligencia cuando se ejercita en entenderla, y la fama en las conversaciones con ella. Salí pues en su busca para traerla a mi casa.
19 Había nacido como niño bien dotado, había recibido como herencia un alma buena;
20 o más bien, siendo bueno, había llegado con un cuerpo sin defectos.
21 Pero también comprendía que el único medio para tenerla era que Dios me la diera, y ya era una señal de inteligencia el haberlo comprendido. Por eso, me volví al Señor y le supliqué; le dije con todo mi corazón:
Sabiduría (Sap) Capítulo 9
Oración para obtener la sabiduría
1 Dios de nuestros padres, Señor de misericordia, por tu Palabra hiciste todas las cosas,
2 y por tu Sabiduría formaste al hombre para que domine a todas las criaturas por debajo de ti,
3 para que gobierne al mundo con santidad y justicia, y tome sus decisiones con recta conciencia:
4 dame pues la Sabiduría que comparte tu trono, y no me excluyas del número de tus hijos.
5 ¡Mírame, soy tu sirviente, el hijo de tu esclava, un hombre débil cuya vida es breve, demasiado limitado para comprender la justicia y las leyes!
6 Ni siquiera el más perfecto de los hombres será algo sin la sabiduría que viene de ti.
7 Me elegiste como rey de tu pueblo, como juez para tus hijos y tus hijas.
8 Me has dicho que te construya un templo en la montaña santa, un altar en la ciudad donde habitas, a semejanza de esa Tienda celestial que habías preparado para ti desde el principio.
9 Junto a ti está esa Sabiduría que conoce todas tus obras, que estaba contigo cuando hacías el mundo, que sabe lo que te agrada y está de acuerdo con tus mandamientos.
10 Haz que descienda desde el cielo donde todo es santo, envíala desde tu trono glorioso, para que esté a mi lado en mis trabajos y sepa lo que te gusta.
11 Porque ella todo lo conoce y lo comprende; ella me guiará con prudencia en todo lo que haga, y su majestad me protegerá.
12 Entonces te serán agradables mis obras, gobernaré a tu pueblo con justicia, y seré digno del trono de mi padre.
13 ¿Quién, en realidad, podría conocer la voluntad del Señor? ¿Quién se apasionará por lo que quiere el Señor?
14 La razón humana avanza tímidamente, nuestras reflexiones no son seguras,
15 porque un cuerpo perecible pesa enormemente sobre el alma, y nuestra cáscara de arcilla paraliza al espíritu que está siempre en vela.
16 Si nos cuesta conocer las cosas terrestres, y descubrir lo que está al alcance de la mano, ¿quién podrá comprender lo que está en los cielos?
17 ¿Y quién podrá conocer tus intenciones, si tu no les has dado primero la Sabiduría, o no le has enviado de lo alto tu Espíritu Santo?
18 Así fue como los habitantes de la tierra pudieron corregir su conducta; al saber lo que te agrada, fueron salvados por la Sabiduría.

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Comentarios Sabiduría, capítulo 9
9,1

Esta oración viene a propósito del hecho contado en 1 Reyes 3,6: el sueño en que Salomón pidió a Dios la sabiduría.

La condición indispensable para adquirir la sabiduría es tener un corazón humilde y sencillo. A los que aceptan cooperar con él, Dios les concede la rectitud, la prudencia e incluso la autoridad para dirigir al pueblo de Dios. Abraham, Moisés, fueron llamados a realizar grandes obras.
Sabiduría (Sap) Capítulo 10
EL PAPEL DE LA SABIDURÍA A LO LARGO DE LOS SIGLOS
1 La Sabiduría protegió al padre del mundo, a ese primer hombre que fue formado por Dios y que fue creado como único. Lo levantó de su caída
2 y le dio la fuerza para que dominara a todas las cosas.
3 El hombre se alejó de ella, arrastrado por su propio furor, se hizo malo hasta matar a su hermano y se perdió junto con su arrebato.
4 Pero cuando por culpa de él las aguas inundaron la tierra, la Sabiduría lo salvó una vez más: ella guiaba su barca.
5 Más tarde, los pueblos se juntaron para hacer el mal, y la discordia se instaló en medio de ellos. La sabiduría reconoció entonces a otro justo: lo mantuvo irreprochable delante de Dios y le dio la fuerza para sobreponerse a la ternura por su hijo.
6 Ella también libró al justo en su huida, cuando bajaba el fuego sobre las cinco ciudades para aniquilar a los impíos.
7 Y aún hasta ahora permanece un testigo de su perversidad: una tierra árida y siempre humeante, arbustos cuyos frutos no maduran, una columna de sal en recuerdo de la que no creyó.
8 Los que se apartaron del camino de la Sabiduría no sólo fueron castigados, perdiendo su felicidad, sino que sus ruinas están allí como un recuerdo para todos los vivos, para que sus pecados no sean nunca olvidados.
9 En cambio la Sabiduría libró de sus problemas a los que la servían.
10 Condujo por caminos seguros al justo que huía de la cólera de su hermano. Le mostró el reino de Dios y le permitió que conociera a los santos ángeles. Hizo que tuviera éxito en sus trabajos y que fructificaran sus esfuerzos.
11 Lo defendió contra la avaricia de sus amos y lo hizo muy rico.
12 Lo guardó de sus enemigos y lo protegió de los que le tendían trampas. Le dio la victoria en un rudo combate para hacerle entender que la piedad es más poderosa que cualquier otra cosa.
13 La Sabiduría no abandonó al justo cuando lo vendieron: lo preservó del pecado.
14 Descendió con él al pozo y no lo dejó solo en la prisión; muy por el contrario, le confió el poder en el reino y le dio autoridad sobre los que lo habían perseguido. Hizo que quedara al descubierto la mentira de sus calumniadores y le consiguió una gloria que no pasará.
Moisés y la salida de Egipto
15 La Sabiduría arrancó al pueblo santo, a la raza irreprochable de manos de la nación opresora.
16 Entró en el alma de un servidor del Señor para hacer frente a reyes temibles, por medio de señales y prodigios.
17 Le dio al pueblo santo el pago por sus penas, los guió por un camino asombroso. Los cubría con su sombra durante el día y los alumbraba como un astro durante la noche.
18 Los hizo pasar el Mar Rojo: ¡atravesaron las inmensas aguas!
19 Ella se tragó a sus enemigos, para luego echar sus cuerpos a lo más profundo del mar.
20 De ese modo, los justos despojaron a los impíos; ¡cantaron himnos a tu santo Nombre, oh Señor! Con un solo corazón te dieron gracias, porque tú los habías librado.
21 Porque el Señor abre la boca de los mudos y hace hablar a los pequeñines.

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Comentarios Sabiduría, capítulo 10
10,1

La sabiduría de Dios actúa en la historia del mundo. Cuando ocurre un hecho, por lo general no lo juzgamos en su valor total, es la historia la que se encarga de valorarlo. Al recorrer la historia de un pueblo como el israelita, vemos que Dios dispuso un plan que se fue siguiendo paso a paso, aunque los hombres eran libres y se apartaban de él. En la realización del plan de Dios concurren pecado, castigo, penitencia y perdón.

Hizo que… fructificaran sus esfuerzos (10). Las líneas que siguen al párrafo referente al Diluvio se refieren a Jacob. La sabiduría divina les enseñó las obras que debían dar frutos y durar; asimismo les mostró dónde estaban las mil maneras de perder el tiempo. Les enseñó a vivir en el momento presente y a descubrir en ese momento los recursos y las alegrías que Dios quería darles. A pesar de que, muchas veces, no veían más allá del trecho de camino que debían recorrer ese día, y su combate diario contra sus propias falsedades parecía inútil, ella había preparado de antemano sus vidas y algún día entendieron cómo sus trabajos se juntaban con los de muchísimos hermanos para construir la ciudad futura.

En el versículo 3 se trata de Caín; en el 4, de Noé; en el 5, de Abraham; en el 6, de Lot; en el 10, de Jacob; en el 13, de José; y en el 16, de Moisés.
Sabiduría (Sap) Capítulo 11
1 La sabiduría hizo que lo que ellos emprendían tuviera éxito gracias a un santo profeta.
2 Atravesaron un desierto deshabitado y levantaron sus tiendas en lugares inaccesibles.
3 Enfrentaron a sus adversarios y rechazaron a sus enemigos.
4 Cuanto tuvieron sed, te invocaron; les diste el agua que brotó de una roca dura: sí, una piedra tosca calmó su sed.
Comparación entre Egipto e Israel
5 Los mismos elementos que habían servido para castigar a sus enemigos se transformaban en benéficos para el pueblo santo.
6 Los Egipcios vieron cómo su río, un verdadero río que corría en todas las estaciones, estaba manchado con un barro sanguinolento:
7 era en castigo por el decreto que había ordenado matar a los recién nacidos de Israel. En cambio, tú diste a tu pueblo, contra toda esperanza, un agua abundante.
8 Después de haber padecido de sed, comprendieron mejor cómo castigabas a sus enemigos.
9 Para ellos la prueba no había sido más que una suave corrección, en cambio veían cuán gran castigo atormentaba a los impíos, cuando los azotaba tu justa cólera.
10 Pusiste a prueba a tu pueblo como un padre corrige a su hijo, pero a sus enemigos los condenaste como lo hace un rey severo.
11 Tuvieron que sufrir con la partida de Israel, y sufrieron también después.
12 Cuando se acordaban de todo lo que les había pasado, sentían una pena doble.
13 Cuando supieron que el agua, instrumento de su castigo, se había vuelto favorable para Israel, reconocieron entonces la mano del Señor.
14 Mucho antes habían expuesto a Moisés a la muerte; más tarde, lo habían rechazado con desprecio. Pero ahora lo admiraban debido a esa sed que los devoraba a ellos y no a los justos.
15 Su mal corazón los había extraviado: era una locura que adoraran a reptiles irracionales y a viles animales. Por eso, en castigo les enviaste nubes de insectos,
16 para hacerles ver que se los castigaba por lo mismo que habían pecado.
17 Tu mano poderosa sólo tenía que elegir: como tu creaste el mundo a partir de una materia informe, habrías podido enviar contra ellos sin dificultad bandadas de osos o leones indomables.
18 Para castigarlos habrías podido crear nuevas especies, animales llenos de furor, que respiraran fuego, cuyas narices lanzaran un vapor ardiente, cuyos ojos emitieran relámpagos terribles.
19 Con sólo verlos, antes de ser atacados, se habrían muerto de espanto.
20 Pero aun sin eso, bastó que tu justicia los persiguiera, que tu poderoso aliento los dispersara; pues podías derribarlos de un soplido. No lo quisiste, porque respetas totalmente lo que has dispuesto: mesura, número y peso.
21 En realidad, tú puedes imponerte soberanamente, y ¿quién podría oponerse a la fuerza de tu brazo?
22 El mundo entero está delante de ti como un grano en la balanza, como una gota de rocío que cayó al suelo de madrugada.
23 Pero, porque lo puedes todo, tienes piedad de todos y parece como que no hicieras caso de los pecados de los hombres para que así se arrepientan.
24 Porque tú amas a todos los seres, tú no detestas nada de lo que has hecho: Si no los hubieras querido, no los habrías hecho.
25 ¿Cómo podría durar una cosa que tú no quisieras? ¿Qué podría subsistir si tú no lo hubieras llamado?
26 Pero tienes lástima de todo, porque todo te pertenece, ¡oh Señor, que amas la vida,

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Comentarios Sabiduría, capítulo 11
11,1

El amor de Dios para su pueblo se manifiesta en que los mismos elementos de la naturaleza sirven para castigar a los egipcios y salvar a los hebreos. Esto se demuestra con siete ejemplos: animales, langostas y serpientes, granizo y maná, tinieblas y luz, los primogénitos y el mar (16-19). Todo esto está aumentado en demasía y es sin duda la parte del libro que menos nos toca.

Los mismos elementos que habían servido para castigar a sus enemigos se transformaban en benéficos para el pueblo santo (5). Esto tiene valor de enseñanza respecto de las fuerzas que manejan el mundo actual. Organización, velocidad, técnica, ciencia, emancipación, todo esto es instrumento de una liberación del hombre si lo usa con sabiduría, pero se vuelve contra él cuando se construye sin considerar la meta que Dios fijó al mundo.

El pasaje 11,5-15,19 es un largo paréntesis que opone la conducta de Dios, amigo y maestro del hombre, a la insensatez del culto a los ídolos.
11,20

Respetas totalmente lo que has dispuesto: mesura, número y peso (20). El poder de Dios, por ser absoluto, no es manifestación de violencia; en lo que viene de Dios no falta nunca la belleza, la armonía, la bondad.
Sabiduría (Sap) Capítulo 12
1 y tu Espíritu imperecedero está en todo!
2 Así es cómo corriges de a poco a los que pecan. Les haces ver, mediante tus correcciones, en qué han pecado, para que renuncien al mal y crean en ti, Señor.
3 Así pasó con los antiguos habitantes de tu Tierra Santa:
4 los aborrecías debido a sus prácticas detestables, su brujería y sus ritos impíos,
5 el asesinato sin piedad de niñitos, los banquetes sanguinarios en que comían la carne humana con la sangre y las entrañas, mientras celebraban sus cultos secretos.
6 Habías decidido acabar con esos padres asesinos de seres indefensos por medio de nuestros padres.
7 Querías que esta a la que quieres más que a las demás, fuese la patria de los hijos de Dios dignos de ella.
8 Pero, incluso con estos antiguos habitantes, diste muestra de moderación porque eran seres humanos. Les enviaste, como vanguardia de tu ejército, avispas para que los destruyeran poco a poco.
9 Sin duda, habrías podido aplastar a los impíos por medio de los justos a través de una batalla, o aniquilarlos de un solo golpe por medio de fieras terribles o con una sola palabra salida de ti.
10 Pero, al castigarlos progresivamente, les dabas oportunidad para que se arrepintieran. No ignorabas, sin embargo, que su interior era perverso y que su maldad era innata, y que no cambiarían,
11 porque su raza había sido declarada maldita desde el principio. De todos modos, no fue por miedo a alguien que dejaste sin castigo sus crímenes.
12 Porque, ¿quién podría decirte: «¿Qué has hecho?»; quién podría oponerse a tus decisiones? ¿Quién podría llamarte la atención por aniquilar a naciones que tú creaste? ¿Quién te impediría castigar a hombres injustos?
13 Fuera de ti, que te preocupas de todos, no hay otro Dios al que tengas que probarle que no actuaste injustamente.
14 No hay tampoco rey o soberano alguno que pueda oponérsete cuando decides castigar.
15 Puesto que tú eres perfectamente justo, lo haces todo con justicia: harías un mal uso de tu poder si condenaras al que no merece ser castigado.
16 Tu fuerza es el fundamento de tu justicia; como eres el dueño de todas las cosas, puedes también perdonarlas.
17 Muestras tu fuerza a los que ponen en duda tu poder absoluto; castigas la audacia de los que lo desafían.
18 Pero, aunque seas un Señor poderoso, juzgas con moderación y nos gobiernas con mucha paciencia, porque eres libre de intervenir cuando quieras.
19 Al actuar así le has mostrado a tu pueblo que el justo debe amar a todos los hombres, y has dado a tus hijos esa dulce esperanza de que después del pecado les permites que se arrepientan.
20 Incluso con los cananeos, enemigos de tus hijos y dignos de muerte, actuaste con moderación e indulgencia para darles tiempo y oportunidad a que se convirtieran.
21 Pero con tus hijos actuaste todavía con más miramientos, ya que estabas ligado a sus antepasados por juramentos, alianzas y tantas otras bellas promesas.
22 De tal manera, que cuando castigas a nuestros enemigos con moderación, lo haces para que aprendamos, para que pensemos en tu bondad cuando nos toque ser jueces, y para que confiemos en tu misericordia cuando seamos juzgados.
23 A los que vivían alocadamente en el mal, los castigaste por medio de sus ídolos abominables.
24 ¡Habían llegado muy lejos por los caminos del error, tomando como dioses a los animales más feos y más despreciables! Se habían dejado engañar como niños sin juicio.
25 Así, como a niños que no piensan, les dirigiste primero una leve advertencia,
26 pero no comprendieron esos benignos reproches, así que merecían experimentar el juicio de Dios.
27 En medio de sus sufrimientos, se indignaron con esos animales a los que habían tomado por dioses, y que ahora se transformaban en los instrumentos de su castigo. Entonces descubrieron y reconocieron como Dios al que antes se negaban a ver: ése fue el motivo del castigo supremo que recayó sobre ellos.
Sabiduría (Sap) Capítulo 13
El error de los que adoran las fuerzas de la naturaleza
1 La ignorancia de Dios siempre manifiesta en los hombres una falla esencial. Todo lo que admiran por su valor no los llevó a conocer al Que Es. ¡Se quedaron con las obras y no reconocieron al Artesano!
2 Consideraron como dioses que gobiernan el mundo tanto al fuego como al viento, a la brisa, al firmamento estrellado, al agua impetuosa o a las luminarias del cielo.
3 Fascinados por tanta belleza, los consideraron como dioses, pero entonces, ¿no debieron haber sabido que su soberano es todavía más grande? Porque sólo son criaturas del que hace que aparezca toda esa belleza.
4 Si estaban impresionados por su fuerza y su actividad, debieron haber comprendido que su Creador es más poderoso aún.
5 Porque la grandeza y la belleza de las criaturas dan alguna idea del Que les dio el ser.
6 Pero, quizás no haya que criticar tanto a esa gente: tal vez se extraviaron cuando buscaban a Dios y querían encontrarlo.
7 Reflexionaban sobre las criaturas que los rodeaban, y lo que veían era tan hermoso que se quedaron con lo exterior.
8 Pero ni aun así están libres de culpa:
9 si fueron capaces de escudriñar el universo, ¿cómo no descubrieron en primer lugar al que es su Dueño?
El error más grande de los que adoran a los ídolos
10 ¡Cuánta más pena dan los que ponen su confianza en cosas muertas, y que dan el nombre de dioses a lo que ha salido de manos humanas: oro, plata cincelada, figuras de animales y hasta la piedra inservible, que un buen día fue esculpida por alguien!
11 Tomemos por ejemplo a un leñador: aserrucha un árbol que no le cueste mucho transportar, raspa cuidadosamente la corteza; luego, lo corta con destreza y se hace un mueble cualquiera de uso corriente.
12 Los restos de la obra los emplea para cocer su comida y así recuperar sus fuerzas.
13 Entre los palos que le quedan y que no sirven para nada, divisa uno todo torcido y lleno de nudos; lo toma y lo va esculpiendo a ratos; pone en él todo su arte y le da forma humana,
14 a no ser que represente a un vulgar animal. Lo pinta de rojo, habiendo antes recubierto con pasta todos los defectos.
15 Después le prepara en el muro un nicho a su medida, y lo afirma allí con clavos de fierro.
16 Toma sus precauciones para que no se caiga, pues sabe muy bien que su dios es incapaz de ayudarse a sí mismo: hay que ayudarlo porque no es más que una estatua.
17 Y, sin embargo, ya sea que se trate de sus negocios, ya sea de su matrimonio o de sus hijos, no se avergüenza de dirigirle la palabra a esa cosa sin vida. ¡Para tener salud invoca a un objeto sin fuerza;
18 para vivir rinde homenaje al que no vive; para que le ayude, se lo pide a esa madera impotente; antes de un viaje, invoca al que no camina.
19 Para obtener ganancias, para su trabajo, para su arte, recurre a una estatua cuyas manos no tienen la menor habilidad.

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Comentarios Sabiduría, capítulo 13
13,1

El materialista ignora a Dios. El soberbio cree que todo lo puede realizar con sus propias fuerzas. Usa de las cosas como propias, sin darles un sentido más profundo y considerarlas como regalos de Dios.

El sencillo y humilde ve detrás de todas las cosas la mano de Dios. El agua, el viento y los montes le traen a la mente al Ser perfecto que las creó; más todavía las riquezas que descubre en los seres amados. La inteligencia humana está hecha para descubrir a Dios, que lo llena todo y que es el fin de todo. Pablo dirá cosas muy semejantes en Romanos 1,19.
Sabiduría (Sap) Capítulo 14
1 Veamos a otro que se prepara para embarcarse. Antes de enfrentar el furor de las olas, invoca a un pedazo de madera más frágil aún que la embarcación que lo llevará.
2 Ese barco nació del afán de ganar plata, y el arte del técnico lo confeccionó;
3 pero es tu Providencia, oh Padre, la que lo conduce. Tú has abierto un camino en el mar y trazado una ruta segura por entre las olas.
4 Así nos demuestras que puedes salvarnos en cualquier parte, aunque uno se embarque sin gran experiencia.
5 No quieres que los hombres, obras de tu Sabiduría, estén sin hacer nada; pero, mira cómo confían su vida a un pedazo de madera: una balsa les permite atravesar las olas sanos y salvos.
6 Ya antiguamente, mientras perecían los gigantes orgullosos, el justo que llevaba consigo la esperanza del universo, se refugió en una balsa; guiado por tu mano, dejó al mundo la semilla de una nueva humanidad.
7 ¡Bendita sea la madera que fue instrumento de tu salvación!
8 Pero, en cuanto al ídolo fabricado y al que lo hizo, ¡que sean malditos ambos: el obrero porque lo hizo, y el objeto porque se lo llamó dios!
9 Ambos son insoportables para Dios, el impío y el producto de su impiedad;
10 ¡la obra será destruida junto con el artesano!
11 Por eso, el castigo alcanzará también a los ídolos de las naciones, porque son cosas abominables en el seno de la creación: hacen caer a las almas de los hombres y los insensatos se dejan seducir.
El origen de los ídolos
12 La invención de los ídolos fue el comienzo de la perversión; esa invención corrompió la vida.
13 Porque al comienzo no existían, ni durarán para siempre.
14 La vanidad humana los introdujo en el mundo y por eso su destrucción está decidida.
15 Imagínese a un padre afligido por la muerte prematura de su hijo; manda hacer una imagen de él, y luego honra como dios al que no es más que un difunto. Transmite a su familia ritos y ceremonias,
16 y con el tiempo esta costumbre impía se consolida hasta tal punto que se hace obligatoria para todos.
17 De igual modo se veneran estatuas por orden de los príncipes. Aquellos de sus súbditos que no podían honrarlos personalmente porque vivían lejos, quisieron tener su retrato. Mediante esa imagen podrían venerar al rey como si estuviera presente.
18 El talento del artista hizo que aumentara ese culto entre los que no conocían al soberano.
19 Con el afán de agradarle se las ingenió para representarlo más bello de lo que era.
20 La representación era tan perfecta que la muchedumbre se dejó seducir: así se llegó rápidamente a ver un dios en el que se veneraba.
21 Todo esto se ha convertido en una trampa para los vivos: hombres azotados por la desgracia o sometidos a los poderosos dieron a piedras o a la madera el Nombre incomunicable.
Consecuencias del culto a los ídolos
22 No les bastó con tal error en el conocimiento de Dios. La ignorancia los llevó a tan grandes contradicciones que llegaron a considerar como normales los peores excesos:
23 los asesinatos de niños que eran ofrecidos en sacrificio, los ritos secretos, las orgías furiosas y extravagantes.
24 Ni el más mínimo recato en sus vidas o en su matrimonio: uno suprime al otro a traición o lo deshonra por medio del adulterio.
25 Por todas partes sólo hay sangre y muerte, robos, fraudes, corrupción, mala fe, revueltas, perjurios,
26 confusión en la gente buena, olvido de los favores, escándalos, prácticas antinaturales, desórdenes en el matrimonio, adulterio, libertinaje.
27 El culto a los dioses, que ni siquiera merecen tal nombre, es el comienzo, la causa y el fin de todo mal.
28 Hay algunos a los que les gusta excitarse hasta el delirio, y entonces entregan falsos oráculos. Otros viven en el mal y llegan hasta el perjurio;
29 sabiendo que se apoyan en ídolos sin vida, ¿cómo tendrían miedo de que sus falsos juramentos sean castigados?
30 Pero con toda justicia serán castigados por dos motivos: primero, porque desconocieron a Dios al irse con los ídolos; y segundo, porque cometieron un fraude; al hacer falsos juramentos menospreciando lo que es sagrado.
31 Aunque los ídolos sean impotentes, el castigo reservado a los pecadores alcanzará también a los impíos...
Sabiduría (Sap) Capítulo 15
Israel rechaza la idolatría
1 Pero tú, oh Dios nuestro, eres bueno y veraz; tú eres paciente y gobiernas el universo con misericordia.
2 Aunque pequemos, somos tuyos, pues reconocemos tu poder; pero, sabiendo que somos tuyos, evitaremos el pecado.
3 Toda la rectitud consiste en conocerte; reconocer tu poder es el punto de partida de la inmortalidad.
4 Nosotros no nos hemos dejado engañar por una invención mentirosa de los hombres, por esas obras inútiles de los artistas, esos ídolos embadurnados de colores.
5 Sólo conmueven a los insensatos, que pueden excitarse por la belleza inanimada de imágenes muertas.
6 En verdad, los fabricantes de imágenes sólo buscan su desgracia y la tienen bien merecida, y lo mismo los que creen en ellas y las adoran.
7 Veamos ahora a un alfarero: moldea concienzudamente la blanda arcilla, modela para nuestra utilidad toda clase de objetos. De la misma masa saca utensilios destinados a usos nobles y otros, a usos ordinarios. ¿Para qué servirá tal o cual cántaro? Eso lo decide el alfarero.
8 Con la misma arcilla elabora la estatua de un dios falso: ¡cuánto trabajo perdido por un hombre justamente salido de la tierra y que dentro de poco volverá a ella cuando le pidan de nuevo su alma!
9 No reflexiona que tendrá que morir y que su vida es breve: sólo piensa en rivalizar con los orfebres y los fundidores de plata, imita a los que cuelan el bronce y se gloría de fabricar cosas falsas.
10 Su corazón no es más que ceniza, sus ambiciones son más inconsistentes que la tierra; pero su existencia tiene menos valor que la arcilla
11 ya que ignora al que lo formó y no reconoce al que le insufló un alma consciente, poniendo en él el soplo vital.
12 La vida le parece un juego, y la existencia una seguidilla de negocios: «¡Hay que sacar provecho, dice, de cualquier parte, incluso del mal!»
13 Ese hombre sabe mejor que los otros que peca al fabricar de un mismo barro, cosas e imágenes divinas.
14 Pero los enemigos de tu pueblo, los que lo oprimieron, eran realmente insensatos, y merecían más lástima que pobres niños ingenuos.
15 Habían adoptado como dioses a ídolos venidos de todas las naciones —imágenes incapaces de ver con sus ojos, respirar con su nariz, oír con sus oídos—, que no podían ni tocar con sus dedos ni caminar con sus pies.
16 Eso era normal pues fue un hombre quien los hizo. El que los elaboró no tenía más vida que la que se le dio, y ni siquiera era capaz de hacer un dios que se le asemejara,
17 porque sus manos impías de mortal sólo producían cosas muertas. Ese hombre tiene más valor que los objetos que adora: él por lo menos vive, pero éstos, jamás.
18 Esa gente adora hasta a las fieras más repugnantes (porque de hecho son más estúpidas que las demás).
19 Estas no tienen absolutamente nada de atrayente y espantan cualquier deseo de alabar a Dios y de darle gracias.
Sabiduría (Sap) Capítulo 16
Se retoma la comparación entre Egipto e Israel; castigo y bendición
1 Por eso, nuestros perseguidores fueron justamente castigados por animales de ese género y atormentados por una multitud de insectos.
2 En cambio a tu pueblo, en vez de castigarlo, lo colmaste de favores: le enviaste un alimento maravilloso —¡codornices!— para saciar su hambre voraz.
3 Cuando nuestros enemigos tenían hambre, sintieron asco ante el aspecto horroroso de los animales que les enviaste; tu pueblo, en cambio, después de una breve privación, disfrutó de un alimento exquisito.
4 Era necesario que se castigara a los opresores con un hambre implacable, y que tu pueblo, en cambio, viera de qué manera eran torturados sus enemigos.
5 Incluso cuando fieras feroces se apoderaron furiosamente de los tuyos y cuando éstos sucumbieron por la mordedura de serpientes venenosas, tu cólera no duró hasta el final.
6 El castigo que se dejó caer por un momento, tenía valor de advertencia: esta señal de salvación les recordaría los mandamientos de tu Ley.
7 En efecto, cualquiera que se volvía al objeto de bronce se salvaba, no por lo que tenía a su vista, sino por ti, el Salvador de todos.
8 Y allí una vez más mostraste a nuestros enemigos que eres tú el que envía cualquier castigo.
9 Eran mordeduras de langostas y de moscas que les provocaban la muerte, sin que se encontrara remedio para mantenerlos con vida: ésa era la prueba de que tenían ese castigo totalmente merecido.
10 Tus hijos, en cambio, resistían aun a las dentelladas de las serpientes venenosas, y esto porque dabas una muestra de misericordia y los salvabas.
11 Eran mordidos para recordarles tus oráculos, para que así no te olvidaran completamente ni se volvieran insensibles a tus favores; y muy pronto fueron curados.
12 Su curación no se debió a hierbas o a pomadas sino a tu palabra, Señor, porque tú lo sanas todo.
13 Sí, tú tienes poder sobre la vida y la muerte; tú haces que bajen los hombres a la morada subterránea o tú los preservas de ella.
14 El hombre, en su maldad, es capaz de quitar la vida, pero no puede hacer que vuelva el aliento cuando se ha escapado, ni puede llamar de nuevo al alma que ha partido.
15 ¡Es imposible escapar a tu mano!
16 Los impíos que se negaron a reconocerte fueron azotados por tu brazo poderoso, perseguidos por lluvias extraordinarias, por el granizo, y tormentas inclementes; el fuego los devoró.
17 Extraño fenómeno: fue justamente en el agua que lo apaga todo donde el fuego ardía más violentamente, porque todos los elementos se juntaron para proteger a los justos.
18 Unas veces las llamas besaban para no quemarlos a los animales que habían sido enviados contra los impíos: así comprenderían que Dios quería castigarlos;
19 otras, en cambio, la llama surgía con más fuerza bajo el aguacero para destruir las cosechas de un país perverso.
20 A tu pueblo, sin embargo, le distribuías el alimento de los ángeles; le enviabas desde el cielo incansablemente un pan ya listo, que tenía en sí todos los sabores y se adaptaba al gusto de cada cual.
21 Ese alimento demostraba tu ternura por tus hijos, ya que respondía a los deseos del que lo comía y se transformaba en lo que quería cada uno.
22 Se parecía a la nieve, pero soportaba el fuego sin derretirse; mientras que por ese tiempo las cosechas de los enemigos eran presa de las llamas que ardían en medio del granizo: los relámpagos brillaban bajo la lluvia.
23 Pero el fuego parecía haber perdido sus propiedades cuando se trataba del alimento de los justos.
24 Tu creación está a tu servicio porque tú eres su autor. Se dedica a castigar a los malos, y luego se ablanda en favor de los que en ti ponen su confianza.
25 Para servir a tu bondad, que da a todos el alimento, se transformó, acomodándose al deseo de los que la necesitaban.
26 Así aprendieron tus hijos muy queridos, Señor, que no son los productos de la tierra lo que alimenta al hombre, sino que es tu palabra lo que sostiene a los que creen en ti.
27 Ese alimento que el fuego no podía destruir se derretía con el calor del primer rayo de sol,
28 para que así supieran que hay que adelantarse al sol para darte gracias y rezarte desde el amanecer.
29 Pues los proyectos de los ingratos se derretirán como la escarcha invernal y se escurrirán como agua que se pierde.

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Comentarios Sabiduría, capítulo 16
16,20

¡Qué exaltación del maná que Dios había dado a los Hebreos en el desierto! Si bien esta retórica casi no nos conmueve, sin embargo esta manera de ver las cosas por parte de los judíos de la época preparaba lo que diría Jesús en Juan 6.
Sabiduría (Sap) Capítulo 17
Castigo y bendición; tinieblas y luz
1 ¡Qué elevados son tus designios y cuán difíciles de entender! Por eso, los que no los conocen andan extraviados.
2 Los impíos pensaban someter bajo su poder a la nación santa: pero se encontraron cautivos, prisioneros de una larga noche, encerrados bajo sus propios techos, desterrados lejos de tu infalible protección.
3 Pensaban esconderse junto con sus pecados bajo el velo del olvido, pero fueron dispersados, sometidos a terribles horrores, aterrorizados por fantasmas.
4 Los escondrijos donde se refugiaron no los pusieron al abrigo del miedo: ruidos espantosos resonaban a su derredor, y se les aparecían espectros lívidos, de rasgos lúgubres.
5 Ningún fuego podía alumbrarles, y el brillante resplandor de las estrellas no se atrevía a traspasar esa sombría noche.
6 La única cosa que podían ver era un fuego terrible que no se extinguía; y cuando esa visión había ya desaparecido, en su terror exageraban todavía lo que acababan de ver.
7 Las artimañas de la magia no sirvieron para nada, y su pretendida sabiduría recibió un tajante desmentido,
8 porque aquellos que se jactaban de sanar a los espíritus de sus perturbaciones y de sus temores, eran presa de un miedo ridículo.
9 Aunque no hubiera nada que temer, el simple paso de un animal o el silbido de una serpiente bastaba para aterrorizarlos;
10 se morían en convulsiones de miedo, no atreviéndose a mirar ese aire que nos rodea y del cual nadie podría huir.
11 Porque la maldad es miedosa: se condena a sí misma. Perseguida por su conciencia, espera siempre lo peor.
12 Tener miedo es simplemente renunciar a la ayuda de la razón; mientras menos se cuenta con esa ayuda interior, más aumenta la causa desconocida de sus sufrimientos.
13 Esa noche había surgido de un mundo infernal, mundo de la impotencia; se había apoderado de ellos durante el sueño y los mantenía en la impotencia. A lo largo de toda esa noche,
14 se veían perseguidos por espectros y permanecían clavados en su sitio: un miedo horrible y súbito los embargaba.
15 Cada uno permanecía donde había caído, inmovilizado en esa prisión sin grillos.
16 Fuera labrador, pastor o trabajador solitario, cada uno había sido tomado de improviso, sin poder resistir; una misma oscuridad los tenía a todos encadenados.
17 Todo los llenaba de terror y los paralizaba: el murmullo de la brisa, el gorjeo de un pajarito entre las ramas, o el ruido regular de una cascada,
18 o el estruendo de un desmoronamiento de piedras en una pendiente, o
19 la carrera invisible de animales saltando, o aun el aullido de las fieras salvajes y el eco retumbante en las gargantas de las montañas.
20 El resto del mundo disfrutaba de una brillante luz sin que nada le impidiera realizar sus trabajos;
21 sobre ellos en cambio pesaba una abrumadora noche, imagen de las tinieblas que les tocarían en suerte un día: ¿no eran en sí mismos más pesados que las tinieblas?
Sabiduría (Sap) Capítulo 18
1 Para tus santos, sin embargo, resplandecía la luz. Los egipcios no los veían, pero los oían y pensaban que habían tenido mucha suerte al librarse de ellas.
2 Además, les agradecían que no se vengaran después de todo lo que habían sufrido, y les pedían perdón.
3 En vez de esa oscuridad diste a tu pueblo una columna de fuego para que los guiara en su viaje a la aventura: su gloriosa migración se iba pues a hacer bajo un sol que no los quemaría.
4 Los egipcios merecieron esa privación de la luz, esas tinieblas que los aprisionaban: ¿no habían ellos acaso retenido cautivos a tus hijos que debían llevar al mundo la luz inapagable de tu Ley?
La muerte de los primogénitos egipcios
5 Quisieron exterminar a los recién nacidos del pueblo santo; Moisés fue el único que se salvó entre los que eran abandonados. Para castigarlos, hiciste perecer a un gran número de ellos, luego los ahogaste a todos juntos en el mar impetuoso.
6 Esa noche había sido anunciada a nuestros padres, para que supieran después valorar tus promesas y depositaran en ellas su confianza.
7 Tu pueblo, pues, aguardaba el momento en que los justos serían salvados y sus enemigos, arruinados;
8 al castigar a nuestros adversarios cubriste de gloria a tus elegidos, es decir, a nosotros mismos.
9 Tus santos hijos, la raza de los buenos, ofrecieron pues en secreto el sacrificio y se comprometieron a observar esa Ley divina: el pueblo seguiría siendo solidario tanto en los éxitos como en los peligros; después de lo cual entonaron los cantos de sus padres.
10 En ese mismo momento le hacían eco los clamores confusos de sus enemigos, junto con los gritos lastimeros de los que lloraban a sus hijos.
11 Una misma sentencia había castigado al servidor y a su patrón; el hombre del pueblo sufría lo mismo que el rey.
12 Lloraban a sus innumerables muertos, derribados todos por la misma muerte; los vivos no daban abasto para enterrarlos: la flor y nata de esa raza había perecido en un instante.
13 En un primer momento se habían negado a creer, engañados por sus magos, pero después de la muerte de sus primogénitos reconocieron que este pueblo era hijo de Dios.
14 Cuando todo estaba tranquilo en medio del silencio, y había transcurrido la mitad de la noche,
15 tu Palabra omnipotente se lanzó desde lo alto de los cielos, donde está junto a tu trono real, y se precipitó como un guerrero furioso sobre el país condenado al exterminio. Llevaba como espada acerada tu irrevocable decisión;
16 tocaba el cielo y pisaba la tierra; cuando golpeaba esparcía la muerte por todas partes.
17 De repente se sintieron perturbados por apariciones y horribles pesadillas: un terror indecible se apoderó de ellos.
18 Cuando caían agonizando en cualquier parte, sabían decir por qué morían,
19 porque habían sido informados por los sueños que los habían perturbado. No debían sucumbir sin saber por qué tenían que sufrir.
20 Es cierto que los justos también experimentaron la muerte: el flagelo alcanzó a muchos de ellos en el desierto; pero la cólera de Dios no duró tanto.
21 Un hombre intachable tomó inmediatamente su defensa con las armas de su ministerio: la oración y el incienso de los sacrificios expiatorios.
21 Así enfrentó a tu cólera, Señor, y puso fin a su prueba: vieron entonces que era tu servidor.
22 Puso fin a tu resentimiento no con la fuerza física o la eficacia de las armas sino con su palabra: le recordó al Exterminador las promesas y las alianzas pactadas antiguamente con nuestros padres.
23 Cuando se interpuso, los muertos ya se apilaban; puso fin a la Cólera y le cerró el camino hacia los vivos.
24 Todo el mundo estaba representado en su larga túnica, en las cuatro hileras de piedras preciosas llevaba los nombres gloriosos de nuestros padres, y en su cabeza la diadema de tu majestad.
25 Al verlo, el Exterminador retrocedió y tuvo miedo: había bastado con este anticipo de tu cólera.
Sabiduría (Sap) Capítulo 19
Castigo y maldición; el paso del Mar Rojo
1 A los impíos, empero, un furor inclemente los castigó hasta el fin, porque Dios sabía de antemano lo que harían:
2 después de haber autorizado a tu pueblo a que se fuera y de haberlo incluso empujado a ello, cambiaron de parecer y se pusieron a perseguirlo.
3 Aún no terminaban de llorar a sus muertos y de lamentarse en sus tumbas, cuando tomaron la decisión de perseguir como fugitivos a los que les habían suplicado que se fueran.
4 Una justa fatalidad los impulsó a esta medida extrema y les hizo olvidar todo lo que había pasado: era necesario que nuevos tormentos colmaran la medida de su castigo.
5 Tu pueblo iba a vivir la experiencia de un viaje increíble, mientras ellos tenían que experimentar una muerte poco común.
6 A una orden tuya, toda la creación, con sus propiedades naturales, se renovó desde arriba para proteger a tus hijos.
7 Se vio a una nube que cubría el campamento con su sombra y que aparecía la tierra seca en medio del agua; se abrió en el Mar Rojo un paso seguro, una verde llanura reemplazó a las olas impetuosas,
8 y todo el pueblo pasó por allí. Protegido por tu mano, fueron testigos de esos prodigios asombrosos.
9 Saltaban como caballos en la pradera, o brincaban como corderos, alabándote porque tú, Señor, los habías librado.
10 Así podrían acordarse de lo que habían visto en el país de su destierro, de cómo el suelo estaba cubierto no por animales sino por mosquitos, y de cómo el río había botado no peces sino incontables ranas.
11 Más tarde, vieron además como nacían pájaros de una manera nueva, cuando el hambre los apretaba y pedían una comida más sustancial;
12 salieron codornices del mar para satisfacer sus necesidades.
Egipto y Sodoma
13 Los otros, los pecadores, habían sido advertidos por violentas tormentas, antes que cayeran sobre ellos los castigos. Fueron castigados con toda justicia por su propia maldad, porque habían mostrado un odio terrible hacia los extranjeros.
14 Otros, en otro lugar, se habían negado a acoger a unos desconocidos, pero éstos habían reducido a la esclavitud a un pueblo bienhechor que se había instalado en medio de ellos.
15 Aquellos, que ha bían recibido con tanto odio a los extranjeros, tenían que ser castigados,
16 pero estos, que habían acogido a nuestros padres con festejos, los habían luego sometido a trabajos forzados después de haberlos tratado como iguales.
17 Por eso, fueron heridos de ceguera como les había ocurrido a los habitantes de Sodoma frente a la puerta de Lot, el justo: se encontraron en la oscuridad y cada uno tuvo que buscar, a tientas, su propia puerta.
Conclusión
18 Fue como si los diferentes elementos del mundo intercambiaran sus propiedades, igual como en la cítara la alternancia de los sonidos cambia el ritmo, conservando sin embargo cada nota su propia tonalidad. Y si se examinan los hechos, eso fue justamente lo que pasó.
19 Lo que vive en la tierra se adaptó al agua, lo que está hecho para el agua se volvió terrestre.
20 El fuego ardía más fuerte al contacto con el agua, y ésta se olvidó de apagarlo.
21 Las llamas no quemaban a los frágiles insectos que las atravesaban; ni hacían que se derritiera el maná, ese alimento divino que debió licuarse como la escarcha en un instante.
22 ¡De cuántas maneras, Señor, has exaltado y glorificado a tu pueblo! Nunca lo has olvidado, sino que lo has asistido siempre y en todas partes.

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Comentarios Sabiduría, capítulo 19
19,22

El libro termina en forma abrupta, con esta esperanza: el pueblo de Dios nunca será abandonado.