Vengan, cantemos al Señor.—Los que venimos a alabar a Dios preparémonos a escuchar sus palabras y procuremos obedecer su voluntad en la vida diaria.
1 Vengan, alegres demos vivas al Señor,
aclamemos a la Roca que nos salva;
2 partamos a su encuentro dando gracias;
aclamémosle con cánticos.
3 Pues el Señor es un Dios grande,
un rey grande por encima de todos los dioses.
4 En su mano están las bases de la tierra
y son suyas las cumbres de los montes.
5 Suyo es el mar, él fue quien lo creó,
y la tierra firme, que formaron sus manos.
6 ¡Entremos, agachémonos, postrémonos;
de rodillas ante el Señor que nos creó!
7 Pues él es nuestro Dios
y nosotros el pueblo que él pastorea,
el rebaño bajo su mano.
Ojalá pudieran hoy oír su voz.
8 «No endurezcan sus corazones como en Meribá,
como en el día de Masá en el desierto,
9 allí me desafiaron sus padres
y me tentaron, aunque veían mis obras.
10 Cuarenta años me disgustó esa gente
y yo dije: «Son un pueblo que siempre se escapa,
que no han conocido mis caminos».
11 Por eso, en mi cólera juré:
«Jamás entrarán en mi reposo».