No nos dejes caer en la tentación.—Que Dios nos conceda resistir a la seducción del mundo que nos rodea, pero también escuchar a los que nos reprenden. «No nos dejes caer en la tentación».
1 Señor, te llamo, ven a mí sin demora, escucha mi voz cuando a ti grito.
2 ¡Suba a ti mi oración como el incienso, mis manos que a ti levanto sean como la ofrenda de la tarde!
3 Pon, Señor, una guardia ante mi boca y vigila la puerta de mis labios.
4 Mi corazón no inclines a obras malas, que en negocios oscuros no me meta con los que hacen el mal.
¡No me dejes probar sus golosinas!
5 Que el justo me golpee y me corrija y el óleo de los malos no luzca en mi cabeza. Mi oración denunciará siempre sus crímenes.
6 Sus jefes fueron echados desde el peñón, comprendieron entonces que hablaba con bondad;
7 cuando la tierra se abrió a sus pies, sus huesos tapizaron la entrada del infierno.
8 Adonai Señor, hacia ti vuelvo mis ojos, en ti me refugio, no expongas mi vida.
9 Protégeme del lazo que me han tendido, de las trampas de los que hacen el mal.
10 Que en sus propias redes caigan los impíos mientras que sólo a mí se me abre paso.